15:00 - 17:00
GT_30- Alimentación y Cocinas en las Américas
#01751 |
Comer en pandemia: entre lo deseable, lo correcto y lo posible. Prácticas de alimentación en comedores y merenderos de la provincia de Buenos Aires.
Aldana Boragnio1
1 - Universidad de Buenos Aires. Facultad de Ciencias Sociales. Instituto de Investigaciones Gino Germani. Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Buenos Aires, Argentina. Centro de Investigaciones y Estudio Sociológicos (CIES).
Desde la década del noventa, comer en comedores y merenderos comunitarios es la realidad de miles de millones de personas en todo el país. La crisis del 2001 intensificó y reprodujo esta situación, pero, a fines de 2019, la pandemia de COVID-19 –que llegó como una sorpresa para muchos y se impuso intempestivamente– impactó fuertemente en estos espacios del comer. La problemática alimenticia emergió instantáneamente y se configuró una nueva realidad para miles de familias que asistían a los comedores y merenderos y también para quienes ser vieron en la necesidad de asistir por primera vez. Por otro lado, quedó expuesta claramente la necesidad de la asistencia alimentaria para una gran parte de la población. Y por otro, se vio la fragilidad e insuficiencia de ésta asistencia. En este contexto se diversificaron las modalidades de resolver la emergencia alimentaria de manera colectiva y, si bien la información disponible sobre los espacios comunitarios del comer es escasa, sabemos que el crecimiento de la emergencia alimentaria produjo su irrupción y multiplicación de éstos de diversos modos. Esta presentación se basa en la conexión de diversos proyectos de investigación en torno a las prácticas del comer en comedores y merenderos en municipios de la provincia de buenos aires y de la ciudad autónoma de buenos aires durante la pandemia de COVID-19 y tiene como objetivo identificar las prácticas alimentarias que se llevaron adelante en estos espacios durante el aislamiento social, preventivo y obligatorio que se dio en 2020, hasta principios de 2021. El eje central se encuentra en hacer foco en las preparaciones que se realizaron y en las continuidades y rupturas que se dieron en las prácticas alimentarias, a partir de las medidas del aislamiento, y en las consecuencias que esto trajo en la comensalidad. Para ello se llevó a cabo una etnografía virtual en las plataformas Facebook e Instagram y de entrevistas virtuales, a partir de la cual se realizó un registro que nos permitió observar las prácticas de los comedores, los merenderos y las nuevas formas del comer asistencial.
#01757 |
Entre los gustos, los saberes culinarios, y las constricciones. El accionar de las cocinas comunitarias durante la pandemia en Argentina
María Eugenia Rausky1
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Ana Pilar Pi Puig
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Nicolas Aliano
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La ponencia analiza las prácticas alimentarias desplegadas por los referentes de comedores y ollas populares de Argentina durante la pandemia por COVID-19. En especial, busca comprender los modos en que se gestionó la alimentación en los barrios populares, atendiendo a una serie de dimensiones: recursos económicos, organizativos, saberes locales, hábitos culinarios, etc., que exceden la mirada estrictamente nutricional de la alimentación. El abordaje metodológico es cualitativo y recupera experiencias en 8 barrios populares del Gran La Plata (Buenos Aires, Argentina). El análisis destaca que el hecho de alimentar durante la pandemia ha sido una práctica colectiva compleja, diversa e inscripta territorialmente, trascendiendo cualquier pretensión homogeneizante. Por ello y porque necesariamente estuvo mediada por la economía, las formas de liderazgo y la cultura locales, los efectos de esa asistencia fueron plurales, cubriendo una necesidad alimentaria como así también oficiando de soporte social y emocional clave frente a la incertidumbre de los hogares.
#02041 |
Comedores comunitarios y redes de abastecimiento en Mar del Plata (Provincia de Buenos Aires, Argentina) entre 2021 y 2022: un contexto de pandemia y emergencia alimentaria
Maria Victoria Sordini1
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Lara Boldrini
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Celina Brittez
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Frente a la crisis económica y social de fines de la década de 1980 en Argentina, los comedores comunitarios surgieron como una alternativa ante las necesidades alimentarias. Actualmente, estos elementos continúan luchando por paliar las desigualdades vinculadas con el hambre, en tanto, el Poder Ejecutivo Nacional en 2019 sancionó la Ley 27.519 de Emergencia Alimentaria Nacional, que prorroga hasta el 31 de diciembre del año 2022 lo dispuesto por el decreto 108/2002. A partir del surgimiento de la pandemia de COVID-19 en marzo del 2020 y el consiguiente aislamiento social preventivo obligatorio, la estructura socioeconómica del país se vio fuertemente afectada, con la agudización de la crisis alimentaria como resultante. En este marco, constituidos como dispositivos de ayuda alimentaria con un rol fundamental, los comedores tejen redes con gran cantidad de actores sociales que intervienen/colaboran en su financiamiento, infraestructura y abastecimiento.Considerando que la ciudad de Mar del Plata, cabecera del Partido de General Pueyrredon, es el segundo tercer con mayor población de la Provincia de Buenos Aires, y presenta las tasas más altas de desocupación del país, este trabajo se propone observar la dinámica de la organización comunitaria en torno a los comedores. El objetivo de la ponencia es describir el mapa de actores que constituye a la red de abastecimiento de alimentos, e identificar las frecuencias de entrega y la regularidad de la distribución de mercadería en comedores comunitarios de la ciudad de Mar del Plata durante 2021- 2022.Siguiendo este objetivo el diseño del estudio es de carácter cualitativo, donde análisis e interpretación se apoyan en la teoría fundamentada. Se realizaron entrevistas en profundidad a referentes/as de comedores comunitarios, seleccionados mediante un muestreo de bola de nieve y de saturación teórica. También se implementó la técnica de observación no participante en los comedores durante los días de entrega y elaboración de viandas. De este modo, se observaron tipos y calidad de los alimentos, cantidad de familias que retiran las preparaciones y condiciones infraestructurales de las cocinas. Este trabajo presenta un avance de los resultados del proyecto “Seguridad y soberanía alimentaria en comedores escolares y comunitarios en contexto de pandemia por Covid19, en el Partido de General Pueyrredón y General Balcarce en el período 2021-2022”. Este trabajo se inscribe en el programa “CIENCIA Y TECNOLOGÍA CONTRA EL HAMBRE” y es financiado por el Ministerio de Ciencia Tecnología e Innovación de la Nación Argentina.
Introducción:
Introducción
Como alternativa a la crisis económica y social de fines de la década de 1980 en Argentina, los comedores comunitarios nacen esperando palear las desigualdades vinculadas al hambre. A partir de la organización comunitaria en torno al acceso y elaboración de alimentos lxs cocinerxs, en su mayoría mujeres, resuelven como pueden algunas de las consecuencias de la Emergencia Alimentaria Nacional prorrogada hasta diciembre del año 2022.
El surgimiento y avance de la pandemia de COVID-19 en marzo del 2020, con el consiguiente aislamiento social preventivo obligatorio (ASPO), sacudió la estructura socioeconómica del país incrementando las desigualdades y la escasez de alimentos entre un alto porcentaje de la población. En esta línea, resultó necesario buscar soluciones capaces de garantizar el alimento en cantidad y calidad, y los comedores comunitarios resaltaron nuevamente como dispositivos de ayuda elemental, articulando con diferentes organizaciones sociales e instituciones en búsqueda de colaboración, infraestructura y abastecimiento.
La ciudad de Mar del Plata, cabecera del Partido de General Pueyrredon se vio fuertemente socavada por la falta de alimentos en un número elevado de habitantes. Contando con una de las tasas más altas de desocupación del país y siendo el segundo tercio con mayor población de la Provincia de Buenos Aires, se encontró con la necesidad urgente de resolver la cuestión alimentaria mediante el trabajo comunitario de estos actores.
Pensar la cuestión alimentaria desde una postura sociológica, posibilita identificar los medios de cohesión y regulación mediante los cuales se mitiga, supera y re-configura el conflicto de hambre (Sordini, 2022). Esto parte de pensar que las políticas alimentarias intervienen en las condiciones de vida y de reproducción de la misma de amplios sectores sociales atravesados por el contexto socioeconómico de manera permanente (Sordini,2022).
Siguiendo a Adelantado et al, (1998) la política social además de compensar las desigualdades, también puede constituirlas, aumentarlas y reproducirlas. (Adelantado, et al., 1998). Estas intervenciones poseen un carácter organizativo que otorga a cada sector social determinada responsabilidad para la satisfacción de las necesidades de la sociedad articulando la relación entre la esfera doméstica, mercantil, estatal y relacional (Adelantado 2009).
Los programas implementados en los años noventa marcaron la época de la promoción de la organización colectiva de las necesidades y configuraron prácticas de comensalidad al promover el financiamiento de comedores y merenderos comunitarios. En esta trayectoria se observa cómo se ha institucionalizado la estrategia colectiva de comer en comedores comunitarios a partir de la intervención estatal (Sordini, 2020). Si bien los comedores emergieron como una acción espontánea y colectiva en un contexto de crisis económica y aumento de la pobreza, su vigencia permanente durante todo el periodo muestra que la situación de emergencia alimentaria no se revierte mediante la intervención de los programas alimentarios (Sordini, 2022).
En este contexto planteamos como preguntas de investigación: ¿Cómo se abastecen los comedores comunitarios ante el aumento de la demanda en un contexto de emergencia alimentaria y sanitaria? ¿Cómo es el circuito de entrega de mercadería en comedores comunitarios? ¿Qué alimentos se entregan, con qué frecuencia y en qué volumen?
¿Cómo se articulan las redes comunitarias con las políticas alimentarias para comedores comunitarios en el PGP entre 2020 y 2022?
La presente ponencia espera describir el mapa de actores que constituye a la red de abastecimiento de alimentos e identificar las frecuencias de entrega y la regularidad de la distribución de mercadería en comedores comunitarios de la ciudad de Mar del Plata entre 2021 y 2022.
El objetivo general es reconstruir el proceso de abastecimiento de alimentos en comedores y merenderos comunitarios del PGP durante 2020-2022. Los objetivos específicos son: identificar la red de actores que constituye el proceso de abastecimiento y, describir las condiciones, frecuencia y regularidad de la entrega y distribución de alimentos
Desarrollo:
Metodología
El diseño del estudio es cualitativo porque permite una aproximación a las subjetividades y a las intersubjetividades desde la propia comprensión que cada persona tiene de la realidad social que experimenta (Denzin y Lincoln 1994; Tylor y Bogdan 1996). Para responder al objetivo de reconstruir el proceso de abastecimiento de alimentos en comedores y merenderos comunitarios del PGP durante 2020-2022, se realizaron entrevistas en profundidad (Piovani 2007). La técnica de indagación implica un modo de producción y registro de los conocimientos que posibilita un acercamiento a las personas entrevistadas en calidad de ejemplificadoras de los rumbos sociales (Oxman 1998). La entrevista permite captar la apropiación individual de la vida colectiva (Piovani 2007) y ello da paso a reconstruir los sentidos y significados que las personas le otorgan a la vida diaria.
Se implementó un muestreo teórico hasta alcanzar su saturación, es decir, su representatividad teórica (Strauss y Corbin 2002), por la estrategia de bola de nieve (Baeza 2002). De esta manera, se realizaron entrevistas en profundidad a referentes de los cuatro Centros de Distribución de alimentos del PGP en 2021-2022 y entrevistas en profundidad a referentes de Comedores Comunitarios del PGP en 2021-2022.
La guía de pautas de entrevista abordó temas relacionados a la emergencia de los Comité Barriles de Emergencia, la organización comunitaria en relación al registro de comedores, comensales y distribución de la mercadería, proveedores de mercadería, circuito de entregas, almacenamiento y distribución, tipos de alimentos, cantidades y calidad de los productos.
El procesamiento de datos se realizó de manera artesanal. El análisis y la interpretación requieren de un trabajo constante durante todo el proceso porque son actividades reflexivas que influyen en el registro, la redacción, el rediseño de los instrumentos de indagación y el registro de datos adicionales (Coffey y Atkinson 2003). Siguiendo a la teoría fundamentada, las tareas analíticas consisten en denominar conceptos, definir categorías y clasificarlas según sus propiedades y dimensiones.
La acción colectiva como medio para garantizar la distribución: Mapa de actores para abastecimiento de comedores
Resulta interesante prestar atención a la diversidad de las experiencias orientadas por la búsqueda de soluciones colectivas a las problemáticas planteadas por “la cuestión social”, ya que reflejan la ampliación de lo posible (Santos y Rodríguez, 2002). El Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio por la Pandemia de COVID-19 dejó en evidencia una problemática política y social de larga data: el hambre generalizada en el partido de General Pueyrredon. Entendiendo el comer como problema político y social diferentes actores se unificaron en la conformación de un elemento destinado a la búsqueda de soluciones inmediatas a la situación alimentaria local: Los Comités Barriales de Emergencia (CBE).
En las primeras semanas de ASPO, en 2020, el Partido de General Pueyrredon contaba con 33 comités divididos en cuatro zonas: zona norte, zona sur, zona este, zona oeste y Batán. Las acciones implementadas por los comités, en su gran mayoría encabezados por mujeres, se orientan a la lucha por el acceso a derechos, el fortalecimiento de las redes comunitarias y el mantenimiento de comedores barriales y merenderos populares (Slovacek y del Rio Fernandez, 2021) a partir del trabajo comunitario de agrupaciones sociales, iglesias, sociedades de fomento, comedores y merenderos del partido.
Según los y las referentes entrevistadas, los CBE están constituidos “de abajo hacia arriba (…) desde el territorio y en función de sus mismas características” (E3). Si bien surgen como una red territorial donde las distintas organizaciones, con mala, escasa o nula relación previa, se unieron para resolver la problemática concreta vinculada con la falta de acceso a alimentos; la logística comunitaria dio lugar al reconocimiento de otro tipo de problemáticas urgentes. En este sentido, resulta interesante pensar cómo este entramado, pionero en Mar del Plata, se teje como una malla de resistencia frente a problemáticas sociales de larga data y se moviliza en búsqueda de soluciones. Si bien los comités surgen para resolver una cuestión alimentaria, terminan ocupándose también de problemáticas vinculadas a la salud, la educación sexual integral o la violencia de género, reafirmando así su campo de acción.
Pensar la historia de la alimentación desde una postura cultural (Flandrin, 1987 en Huergo, 2016) permite mirar el surgimiento de estos dispositivos como una construcción social. Cuándo cocinar, cómo hacerlo, cuánta cantidad va a cada comité, cuál es la mejor manera de elaborar para aprovechar el recurso, de dónde sacar los nutrientes faltantes se convirtieron en algunos de los temas de agenda en las reuniones de los CBE.
Si bien cada zona cuenta con su propio referente, se estableció una coordinación general de la cual forman parte todos los actores presentes; además de la creación de subgrupos “por alerta” con representantes de cada zona. Mediante una organización asamblearia constituida por referentes electos por cada comité las discusiones en torno a la toma de decisiones se dieron siempre en conjunto. Siguiendo a Fernández et al (2003) puede decirse que el propio dispositivo asambleario es el que da lugar a las condiciones para el despliegue de la diversidad y que esta, junto con otras características como la potencia, la vertiginosidad, y la radicalidad de la inmediatez permiten construir la singularidad del elemento. Lxs asambleístas motivados por la lógica de situación se configuran y reconfiguran de acuerdo al contexto y las posibilidades.
En esta línea, el trabajo comunitario de los CBE garantizó el acceso a la alimentación de muchas familias, además de instalarse como un llamado de atención al sector político de turno. La logística en base a la distribución de la mercadería demuestra cómo mediante “estrategias alimentarias de sobrevivencia” (Hintze,1989) la sociedad busca alternativas a una emergencia alimentaria que continúan en proceso.
Divididos por zona, cada comité cuenta con un porcentaje de alimentos correspondientes acorde a su demanda. Mediante un relevamiento realizado por los y las referentes de los diferentes comedores en conjunto con las organizaciones involucradas en cada comité, resulta posible conocer la demanda de cada zona. Este elemento significa un gran aporte a nivel político y académico, y permitió configurar un engranaje de entregas que ayudó a subsistir a un porcentaje elevado de la población durante la pandemia
Así, la zona oeste, que es la más grande, contando con diez comités entre los que estaban Autódromo, Virgen de Lujan, Libertad, Nueve de Julio, Don Bosco, Newbery, Las Américas, entre otros recibía al comienzo de la pandemia el 34% de las donaciones.
Los camiones con donaciones provenientes del estado nacional, provincial, municipal (recibiendo este último recursos de terceros, como empresas y personas civiles); el Banco de Alimentos y la Federación Campesina dejan los alimentos en los diferentes centros de distribución donde cada comité, según su cercanía, retiran con un flete.
La construcción de los comités comprendió un proceso de aprendizaje significativo en cuanto a la planificación y gestión conjunta de actividades entre diferentes actores de la sociedad. La definición de los centros de distribución, el porcentaje de alimentos para cada zona, el transporte, lxs aportantes, lxs referentes, todo forma parte de un núcleo organizativo que continúa vigente, trabajando en conjunto. Las negociaciones con la gestión pública y el Banco de Alimentos respecto a la entrega de insumos se definen a partir de una construcción asamblearia que, desde un principio, buscó ponerse de acuerdo respecto al objetivo común de conseguir y gestionar donaciones.
Los discursos sobre el desarrollo y organización de los comités y centros de distribución dan cuenta de un proceso de aprendizaje con racionalidad dialógica orientada a la elaboración de acuerdos y resolución de conflictos, destacándose el trabajo colaborativo de actores diversos. Este dispositivo asambleario parte de una democracia directa centrada en la horizontalidad para buscar soluciones entre los distintos participantes, dando lugar tanto a aquellos que forman parte de agrupaciones políticas, representados en muchas de las entrevistas como quienes “siempre obtuvieron cosas” (E4) y quienes nunca participaron en ninguna agrupación, pero encabezaron comedores y merenderos comunitarios.
En base a esto último, resulta llamativo el hecho de que muchos de los relatos relacionados con los conflictos previos entre organizaciones, o aquellos surgidos en el proceso de toma de decisiones durante la pandemia, se resuelven partiendo de una socialización resolutiva pensada como sinónimo de armonía. Esta socialización, necesaria para el establecimiento e incorporación de reglas que nacen de valores compartidos pero donde también hay tensiones vinculadas con los modos de acción de cada subgrupo, se articulan en la construcción común. En esta línea, las diferentes individualidades se unifican en un marco referencial compartido destinado a guiar la acción (Cittadini, et.al 2008).
Las entrevistas a referentes dan cuenta de una reconfiguración de las representaciones entre uno y otro subgrupo, a partir del objetivo compartido. El rol de las iglesias evangélicas y de las agrupaciones partidarias es rescatado por varios de los entrevistados como un emergente clave en el desarrollo de la tarea colectiva. Así, los CBE demostraron la importancia del trabajo comunitario para resolver situaciones urgentes en las que el Estado necesita un llamado de atención.
En su análisis sobre los movimientos sociales, Melucci se propone superar el pensamiento dualista que ubica a los mismos entre los enfoques subjetivistas y objetivistas. El autor define la acción colectiva como una construcción social influenciada por un sistema de relaciones tanto internas como externas, es decir que no se detiene meramente en la lógica de motivaciones o valores de los actores, sino en las relaciones sistémicas: el énfasis está en sus metas y en el campo de oportunidades y restricciones en el cual tiene lugar la acción (Melucci,1989; Chihu Amparán y López Gallegos, 2007).
Entonces, el mapa de actores para el abastecimiento de comedores comunitarios se constituyó de la siguiente manera. Los actores de abastecimiento de mayor volumen de mercadería y con mayor sistematicidad fueron: Ministerio de Desarrollo Social de Nación y de la Provincia de Buenos Aires y Secretaria de Desarrollo Social de la Municipalidad de Gral. Pueyrredon. Los actores de abastecimiento de menor volumen de mercadería y con menor sistematicidad fueron: Banco de Alimentos, Servicio Alimentario Escolar, UNMdP, pequeños productores del cordón frutihortícola, Federación Nacional Campesina, organizaciones sociales, iglesias, ONG, empresas. Todos ellos canalizaron la mercadería a los Centro de Distribución de Alimentos (CDA), quienes articulan a los 33 CBE que contienen a 369 comedores y merenderos comunitarios (CBE, 2020).
3. Composición y frecuencia de las entregas de alimentos a comedores
La entrega a los CDA se realiza de manera equitativa, en función de la cantidad de espacios comunitarios que dependen de cada uno de ellos. Los alimentos, garrafas, productos de limpieza, entre otros llegan a la sede de cada CDA para que luego éstos los distribuyan también de manera equitativa -y autogestiva- a sus respectivos CBE, que a su vez abastecen a un número determinado de comedores comunitarios. Hay CBE que tienen a su cargo un número mayor de comedores son provistos de un mayor volumen de mercadería por parte del CDA. Desde la voz de las personas entrevistadas emergió con fuerza la transparencia en el reparto de las cantidades. Todo lo que llega a los centros se subdivide en distintos sectores del espacio físico y se registra en pizarrones, además cada referente cuenta con sus anotaciones en cuadernos que reflejan lo que se recibió y las cantidades de fracción para cada destinatario. Se hace hincapié en que la transparencia de ese trabajo fortalece a la comunidad.
La jurisdicción nacional, provincial y municipal del Estado con los actores que proveen el mayor volumen de entrega de mercadería en 2021-2022 son quienes durante 2020 entregaban de manera sistemática. La entrega municipal en 2020 era semanal, y proveía productos frescos: en mayor medida verduras (papa, zanahoria, batata, zapallo anco, zapallito, acelga, espinaca, morrón, cebolla), frutas (manzana, mandarina, pera), y proteínas (vaca, cerdo y la mayor parte del tiempo pollo; en ocasiones pescado, a través de convenios entre el Municipio y ciertas empresas de la industria pesquera). También proveía productos de limpieza (lavandina, alcohol, detergente), una vez por mes. En el caso de las garrafas, la frecuencia es semanal y se le asigna una cantidad determinada a cada CDA, en función de la cantidad de espacios que dependen de él.
Durante 2020, el Municipio recibía esta mercadería a través de donaciones que gestionaba con distintos actores, y en las cuales no mediaba un contrato, eran esporádicas. Pero la entrega que realizaba a los CDA sí era sistemática, al menos hasta diciembre de 2020.
“cuando arrancaron los comités, el estado entregaba algo de mil kilos por semana. Eso en 2020 fue aumentando paulatinamente hasta llegar en diciembre al “techo” digamos, porque lo que más se logró (que fueron 20 mil kilos por semana de fresco), entre carne y verdura, aunque siempre más verdura que carne, pero igual era una muy buena cantidad de ambas que se distribuía.” (E1)
A diferencia del Municipio, la jurisdicción de Nación y Provincia realizaban entregas más espaciadas, cada dos meses, y de alimentos secos (aceite, puré de tomate, arroz, polenta, harina, azúcar; leche en menor medida, y galletitas y cacao en ocasiones particulares) y productos de limpieza.
Por otro lado, las entregas del Banco de Alimentos son por convenio y relativamente sistemáticas. Los CBE se registraron y pagaron su mensualidad para entrar al Banco de Alimentos. De este modo, un mes entregan a un determinado CDA, y al siguiente mes entregan a otro. Las entregas son semanales, y se constituyen nodos que contactan directamente con los productores de verdura y fruta del cordón frutihortícola (cebolla, kiwi). En cambio, la UNMdP (alimentos secos), Servicio Alimentario Escolar, pequeños productores del cordón frutihortícola y la Federación Nacional Campesina (verdura), y empresas como McCain (papa), realizaban entregas esporádicas.
Durante todo 2020 (invierno hasta el verano) se mantuvo el volumen. En el verano se discontinuó (protestas). En marzo 2021 volvió, y ahí empezaron a bajar considerablemente las cantidades. En lo que refiere a Municipio, ahora estamos en menos de la mitad, pasándose de entregas semanales a quincenales. En 2022 se entrega cada quince días la misma cantidad que era semanalmente. El Banco de Alimentos continúa entregando. Y, la jurisdiccion nacional y provincial del Estado no entregan hace seis meses.
La jurisdiccion municipal fue disminuyendo considerablemente su frecuencia y volumen. Se sostuvo durante 2020 y 2021 empezó a mermar las cantidades. Con la temporada de verano y la disminución de entregas, la organización comunitaria debió trabajar en una estrategia de reclamo. La “protesta de ollas vacías” de diciembre del 2020 significó para los y las entrevistadas un elemento importante para la consolidación de los comités en base a un reclamo compartido. Se hicieron dos protestas en puntos turísticos con gran afluencia de visitantes a la ciudad, en la rambla y en la calle Güemes. Estos hechos garantizaron un diálogo “mas fluido” con el municipio, a quien consideran como principal responsable de la situación.
“Una cuestión más política…. Sí, eso fue para el verano más o menos. Ahí fue que el municipio cortó la entrega (…) como que hubo una intención de decir “cortamos la entrega y no las retomamos”. (E1)
“Sí. Fue entre fiestas, si no me equivoco. Fue justamente eso, el corte en un momento álgido del año, complicado… donde había mucha expectativa de parte de los comedores y merenderos para no cortar, para aportar algo para las mesas navideñas… y ahí se organizó esa actividad que fue muy buena, fue masiva… se había cortado el diálogo y eso ayudó a traccionar para que el obispado también se manifestara en ese sentido… se pidió diálogo y hubo como varias presiones para que se reactivara”. (E3)
En la figura 1 se ilustra la fluctuación e intermitencia de las entregas de mercadería en el periodo 2020-2022 en el Partido de General Pueyrredón.
Figura 1: Entregas de mercadería para comedores comunitarias en General Pueyrredon
Fuente: Elaboración propia
En 2022 la frecuencia de entrega que el Estado municipal realiza en los CDA es cada quince días. Disminuyó la frecuencia y también el volumen; no disminuyó la demanda en los comedores.
“Hoy entregan cada quince días por una cuestión de logística, el municipio pidió y nosotros accedimos a eso. Bueno entreguen cada quince días en vez de una semana en función de los gastos que genera la logística. Vos tenes diez bolsas de papa para repartir y cincuenta lugares, más vale juntar de a veinte bolsas de papa y repartirla en cincuenta lugares, para que te rinda más la logística” (E2).
La cantidad de CBE que dependen de los CDA siguen siendo los mismos. Disminuyeron algunos comedores que no pudieron sostener las entregas de comida por falta de insumos o que abrieron de manera precaria en situaciones de emergencia. Es decir, cerraron aquellos comedores que se improvisaron con un anafe y algunas ollas en el patio de una casa y no han conseguido financiamiento para mejorar la infraestructura y continuar con la tarea. Ello indica que si bien cerraron no disminuyó la demanda de comensales en otros comedores que continúan vigentes.
En relación al tipo de alimentos la gestión municipal articuló con empresas y donantes (aleatorios, excepcionales) para recibir donaciones, y cuando estos actores de estar no se pudo garantizar el mismo volumen. Entonces, en proteínas, se bajó la variabilidad que había, pasado de ofrecer distintos tipos de carne, a sólo pollo. En lo que refiere a frutas y verduras, al principio de la pandemia (invierno de 2020) eran más variadas.
Cada CDA implementó estrategias de control para garantizar la equidad en la distribución. Entonces, los porcentajes de alimentos que se destinana a cada comedor dependen del relevamiento de comensales que se realizó a partir de las intervenciones de los CBE. Así, partiendo “del comer como una conquista cultural” (Gómez, 1984), distribución y cocción de alimentos se unificaron persiguiendo el fin de garantizar tanto una seguridad alimentaria donde todxs tengan acceso a los alimentos, como un acceso igualitario a los nutrientes esenciales. En relación con este último punto, resulta interesante considerar que en la mayoría de las entrevistas se destaca la calidad alimenticia de las primeras entregas semanales en las que recibían alimentos frescos, pescado, cerdo y carne vacuna por parte del municipio y el Banco de Alimentos y las dificultades para elaborar comidas proteicas una vez llegado el verano y hasta la actualidad.
La disminución en las entregas significó un inconveniente difícil de resolver para los CBE. Así, si bien la demanda de alimentos respecto al ASPO bajó notablemente, los referentes afirman contar con dificultades para abastecer a quienes solicitan alimentos en la actualidad. El contexto de emergencia convocó a múltiples donantes. En ese marco, la mayoría de los y las entrevistadas relata no haber tenido problemas para alimentar a las familias que visitaban los comedores durante la pandemia. Las entregas estatales fueron eficientes al comienzo del ASPO y, si bien requirió de un “tira y afloja” por parte de los comités y la gestión pública, lograron cubrir la demanda. Sin embargo, las cantidades fueron bajando y los y las referentes se encontraron en reiteradas oportunidades “poniendo plata de su bolsillo” para comprar insumos.
Siguiendo a Scribano et al (2010) la religión del desamparo neocolonial se apoya, entre otros elementos, en la resignación. Mientras se construye la fantasía de no haber tenido problemas para alimentar a las familias allí también la frustración narra un presente aceptable, en que es posible resistir con el equilibro entre el “tira y afloja” y “poniendo plata de su bolsillo”. Esta religion neolonial requiere de la auto-organización, la auto-resposnsaliblidad y la auto-culpabilidad (Scribano, et al, 2010) en torno al hambre que requiere la constante desidia en las condiciones de manipulación y calidad de los productos entregados.
Respecto a la calidad de los alimentos se identificó que algunos productos llegan en mal estado y es limitada la refrigeración de los mismos en el transporte.
“cajas, bolsas, a veces las bolsas rotas, a veces las cajas rotas, y bueno es un si… digo que muchas veces incluso los mismos compañeros decían: “es una falta de respeto que nos traigan los alimentos así, parece que le están tirando a los chanchos, a los perros” (E2)
“lo que hace -el banco de alimentos- es reciclar verdura de los campos, recicla lo que no se exporta, lo traen y lo vuelcan. Bueno, eso muchas veces viene a granel, directamente es el del campo. Entonces viene como viene. A veces eran más cascotes de tierra que papa” (E3).
Desde aquí se plantean interrogantes respecto a cuáles son los modos de preparar la comida y comer que configura la intervención estatal. Se identifican distintos grados de obstáculos/dificultades en la acción colectiva por la obtención de los alimentos. En el siguiente apartado se esbozan brevemente las estrategias que proponen los y las referentes de los CDA ante las entregas de alimentos.
Conclusiones:
Considerando a la organización colectiva de los CBE como apoyada en relaciones sociales compactas y estructuras de conexión, que utilizan marcos culturales consensuados orientados a la acción puede pensárselos desde la línea de los nuevos movimientos sociales (Melucci, 1989). En América Latina el desarrollo de movimientos sociales se volvió evidente a principios de 1980 y como consecuencia de un contexto de “crisis de representación” en el que se plantearon “nuevas formas de hacer política” a partir de las cuales lxs ciudadanxs encontraron opciones para construir y expresar sus intereses colectivos (Obarrio y Procupez, 2013). Mediante el uso de la acción colectiva de manera estratégica, como respuesta a un cambio en la pauta de restricciones y oportunidades políticas, se generan nuevas oportunidades que serán luego aprovechadas en otros ciclos de protesta, cada vez mayores (Tarrow, 2014).
La creación de los comités da cuenta de una problemática de larga data, que continúa vigente aún finalizado el ASPO y que sigue necesitando del reclamo y la movilización civil. Si bien los Centros de Distribución de Alimentos muestran un ejemplo de organización comunitaria más indican sobre la persistencia del problema alimentario en tanto se desplegaron sobre la malla de una organización que cuenta con mas de tres décadas en los sectores vulnerables de General Pueyrredón (Sordini, 2020, 2022). Las lógicas de la emergencia se instalan porque dan cuenta de una llaga herida que va más allá de este contexto de crisis particular en pandemia. La resistencia que tejen las redes comunitarias para solucionar la problemática concreta del comer muestra la capacidad de dar respuesta que mostraron distintas organizaciones sociales, políticas y partidarias que no trabajaban en conjunto antes de la pandemia, como así también la articulación con iglesias, el sector privado y la gestión pública enfocada en un mismo objetivo durante algunos momentos de recorrido de entregas de alimentos que detallamos en este trabajo.
La organización comunitaria es nodal en la articulación para implementación de la política alimentaria. Sin autogestión la mercadería no se distribuye ni se prepara para su consumo. Se destacaron consensos entre distintas organizaciones políticas partidarias, nuevos actores y viejas prácticas. Los aspectos disruptivos que presentaron los CDA se han construido con una trayectoria de dos tres décadas de organización comunitaria apoyadas en la lógicas de trabajo voluntario en las que la alarma sanitaria moldeo los modos de cocinar y comer en los comedores comunitarios. El trabajo territorial comunitario contuvo y organizó a la creciente demanda en los comedores comunitarios. Si bien el problema alimentario persiste, desde la pandemia se crearon y se quedaron los centros de distribución de alimentos, contribuyendo a la institucionalización de los comedores como respuesta posible y aceptada al hambre y, mejorando la agilidad de la distribución de mercadería y mostrando un modo de hacer que hizo hincapié en la transparencia para el reparto equitativo de los productos.
Bibliografía:
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Baeza, Manuel (2002). De las metodologías Cualitativas en investigación científico-social. Diseño y uso de instrumentos en la producción de sentido. Universidad de Concepción.
Bourdieu, Pierre (1999). Meditaciones pascalianas. Anagrama
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Palabras clave:
comedores comunitarios
hambre
pandemia
covid 19
políticas alimentarias
#02627 |
Cambios en la alimentación de las familias de estudiantes universitarios durante la pandemia
Valentina Ávila Aguirre1
;
Luz Marina Arboleda Montoya
1
;
Laura Salazar Olivares
1
;
Santiago Cifuentes Ramírez
1
;
David Camilo Gutiérrez Pacheco
1
Antecedentes: El aislamiento social preventivo como medida para contener la pandemia por la Covid-19 provocó a corto plazo cambios inmediatos en la situación social, económica y por ende alimentaria de los ciudadanos. Por un lado, estas acciones trajeron como consecuencia bajos ingresos o ausencia de estos, aspecto que afectó en gran parte el acceso a los alimentos y su disponibilidad en los hogares y, por otro lado, implicó mayor permanencia de las personas en sus hogares, limitando a dicho espacio las actividades cotidianas como cocinar, las cuales se ejecutaron más veces al día y por mayor número de personas; condiciones que influyeron en las elecciones de consumo y prácticas culinarias. Objetivo: Comprender los cambios en las dinámicas de adquisición y consumo de alimentos en los hogares de estudiantes de la Universidad de Antioquia en tiempos de pandemia. Métodos: Se realizó un estudio descriptivo transversal exploratorio, aplicando una encuesta en línea a universitarios durante el primer mes de confinamiento por la pandemia. Resultados: El confinamiento cambió las formas de adquisición de alimentos usadas en los hogares, de esta manera, la compra por medio de domicilios aumentó 40,6 % y la compra presencial como única forma de abastecimiento disminuyó en un 9,8% durante esta época. Las principales situaciones que se identificaron como obstáculo para el abastecimiento fueron el temor al contagio, el desabastecimiento en los mercados, las medidas de restricción impuestas por el gobierno y el aumento de los precios. Pese a lo anterior, el 73,7 % de estudiantes se encontraban satisfechos con la forma en que se abastecían de alimentos en sus hogares. De otro lado, aproximadamente el 50% de las familias no percibieron cambios en el consumo de alimentos, mientras un 20 % a 40 % aumentaron el consumo de los grupos de alimentos frescos y mínimamente procesados y más del 25% disminuyeron el consumo de diferentes productos industrializados. Conclusiones: El confinamiento por la pandemia influyó en el abastecimiento de los hogares, desencadenando unl aumento en las formas más dependientes y solidarias de adquisición de alimentos y disminuyendo las más autónomas. Además, afectó el consumo de alimentos, a través de la disminución u omisión principalmente de aquellos que se constituyen como elementos periféricos y de la permanencia o aumento de los que son estructurales, lo cual puso en evidencia a la comida tradicional como parte fundamental del patrón alimentario de las familias.
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Enfrentando la realidad. Recuperando el comercio en el mercado tradicional de Zaachila con acciones de protección contra el COVID-19
En la medida en que hemos transitado a una sociedad urbana en detrimento del campo se considera que la mayoría de las personas no producen sus propios alimentos. Esto conlleva una dependencia importante de las personas para comprar en los espacios de intercambio, como los supermercados o mercados públicos, en donde adquieren desde herbáceas; frutas y verduras; lácteos; cárnicos; bebidas y comida preparada; entre otros. Aunado a esto, en lugares como Oaxaca, los mercados públicos -también llamados tradicionales-, juegan un rol cultural y social sumamente importante. En este sentido, el objetivo de la presente propuesta es la de exponer los resultados de una investigación acerca de las estrategias comerciales y sanitarias que fueron llevadas a cabo por las autoridades y comerciantes en el mercado de Zaachila, Oaxaca, durante los meses más críticos de la pandemia por COVID-19. El mercado de Zaachila forma parte del sistema de mercados de Oaxaca y se encuentra enclavado en los Valles Centrales y forma parte del área conurbada de la ciudad de Oaxaca. El estudio se llevó a cabo tomando como punto de partida la observación acompañada de entrevistas semiestructuradas a locatarios del mercado fijo y tianguis, así como a las regidurías de mercado, turismo, salud y recursos humanos. Algunos de los resultados más significativos muestran la importancia de la organización; el apoyo municipal; y las estrategias individuales que cada vendedor y productor implementó. Destacamos que tanto productores y comerciantes del mercado y tianguis se vieron severamente afectados por la pandemia, sin embargo, el tianguis es el que padeció la peor crisis.Es menester decir que el presente estudio forma parte de un esfuerzo colectivo más amplio, en el que estamos tratando de analizar las respuestas que generaron autoridades y comerciantes de los mercados tradicionales de tres regiones de Oaxaca: Valles Centrales, Mixteca y Sierra Norte-. De igual forma, es importante mencionar que, en la medida en que se centra en el impacto de la pandemia en la esfera de la distribución e intercambio de alimentos podría formar parte de la línea “Alimentación y estrategias alimentarias en contextos pandémicos” Palabras clave: Mercado tradicional, comerciante, autoridad, covid-19, Oaxaca.