Resumen de la Ponencia:
Esta ponencia tuvo como objetivos identificar actores sociales vinculados a prácticas agroecológicas en huertas familiares impulsados por la autoconvocatoria vecinal. Enfoca experiencias autogestivas, fundadas en la cooperación entre vecinos, para llevar adelante la resolución de problemas comunes. Se trata del cómo se produce la materialidad de un tejido social que intenta reconstruir la vida desde lo comunitario. Se focalizó la experiencia en la localidad Boca del Tigre, provincia de San Juan, donde se generó una forma distinta de tomar decisiones, de producir, distribuir y consumir, más asociada a la idea de soberanía alimentaria. Además, en esta comunidad prevalece la lógica del valor de uso en la producción de la vida material y simbólica para la búsqueda del bienestar colectivo.
ABSTRACT
The main objective of this project was to identify social actors involved with agroecological practices in family ecofarms, promoted by the community’s self-convocation. This work focuses on self-management experiences, based on social cooperation to solve common problems. It is about the way in which the materialization of a social network that intends to reconstruct life from the community is produced. The experience was centered on Boca del Tigre, San Juan, Argentina, where new ways of decision making, producing, distributing and consuming were developed, associated with the idea of food sovereignty. Moreover, among the members of this community prevails the usage-value logic in the material and symbolic life production, seeking for collective welfare.
Introducción:
Esta ponencia explora las características de una experiencia de producción agroecológica que se lleva adelante en el territorio sanjuanino, en un complejo escenario de lucha por una producción común para la subsistencia de sus pobladores. Se realiza no sólo y principalmente a través del cultivo de los alimentos, sino también desde un tejido de la vida comunitarita del propio espacio territorial, con sus especificidades; construyendo nuevas ideas y acciones colectivas. En un contexto nacional de producción anclada en el agronegocio[1], la atención de este trabajo se focaliza en los actores sociales que, a través de sus prácticas confrontan esa hegemonía.
Se analizan tipos de producciones saludables y no contaminantes como expresión de formas alternativas, explorando aquellos aspectos que diferencian y caracterizan a los productores agroecológicos en la provincia de San Juan, a partir de sus saberes, de su visión acerca de la vida como totalidad y de su actividad productiva. Los interrogantes que guiaron la tarea refieren a: ¿Qué novedades político-sociales colectivas emergieron en la construcción común del espacio territorial? ¿Por qué la producciónagroecológica? ¿Cómo se organiza la producción, la comercialización y distribución de sus productos? ¿cómo se relacionan con organismos de gobierno? También, la descripción de las expectativas socio comunitarias a futuro, a partir de esta experiencia.
Con el propósito de explorar algunos aspectos que posibilitaron esta forma de producción de lo común, se seleccionó como unidad de observación la localidad Boca del Tigre, del departamento de San Martín. Se utilizó una estrategia cualitativa de tipo exploratorio y descriptiva, focalizando la experiencia de productores familiares agroecológicos, con la participación del INTA y del gobierno municipal. Se realizó el análisis de exposiciones y testimonios en la modalidad Conversatorio, entrevistas radiales, entrevista colectiva abierta a los integrantes de la cooperativa Boca del Tigre. Como condición particular, se destacó la aparición de un emergente sanitario mundial, la pandemia covid-19, que introdujo cambios en la vida de las comunidades en general y que influyó en la necesidad de fortalecer esta experiencia productiva en particular, alentando nuevas formas de reexistir.
[1] Agronegocio según Svampa (2014): “En primer lugar, la orientación a la exportación, a la producción de comodities, a la gran escala y al monocultivo; elementos que habilitan la incorporación del actual modelo de agronegocios que impera en nuestro país en lo que hemos denominado la lógica del extractivismo. En segundo lugar, la búsqueda de mayor rentabilidad por parte de los actores involucrados en el modelo, sobre todo a través del monocultivo de la soja, lo que tiene como correlato la tendencia al acaparamiento de la tierra y la expansión de la frontera agraria, fenómeno que explica la mayor deforestación, la pérdida de biodiversidad, la expulsión de campesinos e indígenas y, en el límite, el notorio incremento de la criminalización y los asesinatos de campesinos e indígenas. En tercer lugar, los impactos sociosanitarios de la utilización masiva e intensiva de glifosato, a través de las fumigaciones, los que se tornan cada vez más visibles en el corazón mismo de las provincias sojeras.” (p. 129)
Desarrollo:
Lógicas de construcción del espacio socio territorial.
La construcción social de un territorio supone diferencias, a veces radicales, en la producción del espacio, en la forma de producir los alimentos, la reproducción de la vida, la relación con la naturaleza y las distintas lógicas de apropiación o cooperación en la que se manifiesta la existencia humana. Estas diferentes racionalidades se enlazan a distintos y contradictorios intereses de clases sociales. El avance del capitalismo se edifica sobre la profundización de desigualdades sociales a nivel mundial y las expresiones locales de esa expansión global; por lo que deberían ser analizadas en su particular conformación temporal, local y espacial. Henry Lefebvre reflexiona:
¿Es el espacio una relación social? Sí, sin duda, pero es inherente a la relación de propiedad (el propietario de la tierra, en particular), también está vinculado a las fuerzas productivas que dan forma a esta tierra. El espacio está impregnado de relaciones sociales; no sólo está sostenido por las relaciones sociales, sino que también está produciendo y es producido por las relaciones sociales. (Lefebvre, 1976. Conferencia)
Así, en relación al concepto de Territorio Porto-Gonçalves (2009) sostiene que:
“el territorio no es algo anterior o exterior a la sociedad. Territorio es espacio apropiado, espacio hecho cosa propia, en definitiva, el territorio es instituido por sujetos y grupos sociales que se afirman por medio de él. (…) En un mismo territorio hay, siempre, múltiples territorialidades. Sin embargo, el territorio tiende a naturalizar las relaciones sociales y de poder, pues se hace refugio, lugar donde cada cual se siente en casa, aunque en una sociedad dividida.” (p.126)
Los procesos de territorialización en clave agroextractivista suponen relaciones sociales configuradas sobre la base de su posición en relación con la propiedad o no de los medios de producción, de lo que se desprenden sus condiciones de posibilidad en relación con la toma de decisiones. Según Mançano Fernandes, B. “La propiedad es una relación social y territorial, lo que nos permite estudiar los territorios de las clases sociales”; cuestión ésta, que no es objeto de profundización en este trabajo, pero que no puede dejar de mencionarse como una piedra angular de la configuración histórica de la desigualdad social creciente en Latinoamérica.[1] (2008, p.14)
La construcción territorial actual puede considerarse un escenario de disputas acerca de las lógicas de producción y reproducción de la vida socioambiental. En este sentido, Manzanal sostiene que “en el presente, los usos del espacio y de sus recursos son cada vez más intensivos, regresivos y degradantes, en tanto responden a crecientes procesos de concentración de la riqueza, financiarización de la economía y a repetidas crisis de sobreacumulación.” (2017, p.7)
2. La agroecología como práctica de reexistencia y la construcción de lo común.
La práctica agroecológica, de los colectivos rurales y periurbanos, ha permanecido históricamente como recurso primario de la vida cotidiana, como táctica alimentaria esencial de las familias rurales pobres, desplazadas del trabajo registrado y con escaso acceso a servicios de salud, agua potable, educación formal. El renovado interés que despierta la agroecología como práctica y como concepción de vida, es también un recurso para resolver la pobreza y el desplazamiento de las familias agricultoras. Conjuntamente se revalorizan los saberes ancestrales en armonía con los bienes naturales y buscando mejorar su calidad de vida. Se fundamenta en la necesidad de garantizar el acceso a los alimentos a su comunidad a través de la diversidad de cultivos. En este sentido, el concepto de reexistencia remite a la idea fuerza dotada de pensamientos, acciones, sentires para transformar con el otro el propio espacio territorial. Desde la ecología política, Enrique Leff sostiene:
La crisis ambiental lleva a repensar la realidad, a entender sus vías de complejización, el enlazamiento de la complejidad del ser y del pensamiento, de la razón y la pasión, de la sensibilidad y la inteligibilidad, para desde allí abrir nuevas vías del saber y nuevos sentidos existenciales para la reconstrucción del mundo y la reapropiación de la naturaleza.” (2007, p.48)
La emergencia de nuevas epistemologías que surgen de un entramado vecinal, barrial, local urbano y/o rural; a expensas de necesidades sentidas por colectivos sociales, fue advertido por autores como Mignolo (2003): “Las diferencias sólo se manifiestan en la relación, en el contacto, de ahí su carácter contingente geográfico y social. Son epistemologías que emergen en el contacto de epistemes distintas.” (Mignolo en Porto-Goncalvez, 2009, p. 22).
Las luchas por alimentarse, por el acceso al agua, por los puestos sanitarios, por un techo, por cómo proyectar espacio y tiempo, condujeron a diversas prácticas y aprendizajes colectivos, desde la autoconvocatoria, para definir porqué se unen, para qué y cómo sostenerse en el tiempo. Estas experiencias comunitarias dieron paso a estudios sobre la producción de lo común.
La política de producción de lo común es de autogestión e interdependencia. Se produce común en donde se trabaja y se comparte entre muchos definiendo colectivamente los términos de la producción y su disfrute. Esta perspectiva pone en valor, una gama muy amplia de procesos colectivos imaginativos, inventivos que producen cotidianamente la vida humana y sus ecosistemas locales, en un despliegue multiforme, con diferentes capacidades políticas de sus actores sociales.
“Resulta que si la acumulación capitalista y la reproducción de la fuerza de trabajo se ponen en primer plano, queda invisibilizada y negada la amplia galaxia de actividades y procesos materiales, emocionales y simbólicos que se realizan y despliegan en los ámbitos de actividad humana que no son, de manera inmediata, producción de capital, aunque ocurren en medio de toda clase de subsunciones, cercos, reducciones y agresiones.(…) la búsqueda cotidiana por reproducir la vida excede al capital, podemos reproducir al capital, pero no todo queda contenido en esa tarea.” (Gutiérrez y Navarro 2019, p. 301)
En este sentido, se intenta observar la vasta gama de procesos y acciones comunitarias que no son aprehendidas en la categoría reproducción de la fuerza de trabajo estrictamente. Por ello, se enfocan experiencias colectivas muy variadas que se desarrollan a expensas de la producción y reproducción de la vida en comunidades marginadas o desplazadas del actual proceso capitalista.
3. La construcción de lo comunitario
La especificidad del hacer comunitario alude a una praxis nacida en las necesidades vitales; es una relación social ligada a la garantía de la reproducción de la vida, cuyos objetivos son el cuidado de sus ecosistemas y el uso de la riqueza material de que disponen a la vez que se regeneran los vínculos intersubjetivos. La prioridad es el valor de uso, la posibilidad del acceso a los recursos del conjunto de los integrantes de las comunidades a través de acuerdos colectivos previos.
En palabras de Martínez Luna: “Comunalidad, percibe al mundo desde dentro[2], por ello, no es poder, sino interdependencia; no es propiedad, sino compartencia, no es mercado, sino complementariedad.” (2018, p. 9) Se rediscuten los términos del poder, la apropiación, el individualismo desde acciones comunitarias.
Desde esta perspectiva, a propuesta de Martínez Luna, la premisa que orienta la vida social sería “existo, luego pienso”, cambiando el eje de pensamiento cartesiano antropocéntrico, paradigma sostén de la modernidad capitalista. De esta manera, se parte de la idea que los humanos somos parte de la naturaleza al igual que todo el resto de los seres que habitan el planeta. En esta línea, Gutiérrez y Navarro proponen:
“componer una mirada relacional y holística de la vida en contraposición con el paradigma mecanicista y cartesiano de la ciencia moderna (Capra, 1999), lo que a su vez se vincula con habilitar una sensibilidad y vivenciar una experiencia cognitiva ecológica que nos lleve a hacernos cargo de nuestra singularidad como humanos y reconectar nuestra existencia en interdependencia con otros para sostener la vida.” (2019, p. 311)
Se trata entonces, de que existen experiencias comunitarias situadas, particulares, que generan lineamientos políticos para resolver cada desafío concreto en la búsqueda de formas autogestivas. Las decisiones se votan por mayoría y se requiere un reordenamiento del tiempo de cada integrante y del colectivo para hacerse cargo de garantizar la producción material y simbólica de la vida del colectivo. Por otra parte, la construcción social de lo común se sitúa en ciertas condiciones históricas, a partir de experiencias llevadas a cabo por pequeños colectivos que buscan reedificar su vida a partir de un proyecto común. Uno de los aspectos en discusión es el concepto de horizontalidad:
“una comunidad política (por ejemplo, una asamblea) adquiere un carácter horizontal no por una simple decisión formal de que todos los que están allí serán iguales, sino por un esfuerzo consciente y constante de garantizar las condiciones para la igualdad real […]. La verdadera horizontalidad no consiste en esconder bajo la alfombra las desigualdades existentes, sino en superarlas o reconocerlas” (Adamovsky, 2007 en Navarro, 2016, p.153)
Las diferencias de lo que cada actor social conoce, sabe, genera; puede conformar jerarquías, “las diferencias no son el problema, el problema es la jerarquía. La jerarquía hace que las diferencias se vuelvan una fuente de discriminación, de devaluación y de subordinación” (Ros, 2012 en Navarro, 2016, p. 154)
4. Cooperativa Boca del Tigre.
En distintos departamentos de la provincia se llevan adelante cultivos y crianza de animales de modo agroecológico: pequeños productores, de agricultura familiar, chacareros. En esta ponencia, se aborda una experiencia situada en la localidad de Boca del Tigre, pequeña comunidad con una población aproximada de 300 habitantes (unas 90 familias) ubicada en el departamento de San Martín[3].
Los inicios de una cooperativa tejida por las mujeres.
La propuesta surge de vecinos autoconvocados, unas 15 personas atravesadas por el intercambio de ideas de cómo organizarse y producir. Deciden darle forma a la Cooperativa, pero algunas de las cuestiones a resolver fueron ¿qué y cómo producir?
“Hay una romantización de lo que es la Agroecología y creo que hemos elegido la Agroecología porque era el diferencial que nos permitía ponerle valor agregado a una práctica que teníamos. Eso ha implicado discusiones sobre si Roundup sí o no…. abono sí o no…Se iba dando esa discusión en simultáneo, entre queremos comer productos sanos…somos pequeños productores/as, la única diferencia que podemos hacerle a las grandes tomateras es que nuestro producto sea otra cosa y entendimos también ahí que podemos también podemos comer otra cosa.” (Ana)[4]
El rol clave para la defensa de la alternativa agroecológica estuvo a cargo de las mujeres. ¿Por qué fue de este modo?:
“La cooperativa es un instrumento que nos organiza, para mejorar la calidad de vida de las personas que vivimos en Boca del Tigre y creo que esa es un aporte grande que lo pensamos como mujeres y los compañeros varones lo fueron entendiendo, fue una disputa micropolítica.” (Ana)
El enfoque agro productivo ecológico, contiene en su fundamento la idea de la cooperación, el cuidado de la biodiversidad, la sinergia social para producir alimentos saludables, de modo que la organización es una Cooperativa que además procuró constituirse con 50% varones y 50% mujeres.
“Las mujeres estamos más acostumbradas a la producción traspatio. No tenemos acceso a agroquímicos, no lo tenemos incorporado. En cambio los compañeros, que son empleados como obreros rurales, sí tienen acceso y experiencia con esos insumos. Nosotras ponemos aromáticas, flores para repeler a ciertos bichos. Tenemos menos recursos económicos, pero somos más ágiles. Pero finalmente los compañeros cayeron en la cuenta: hoy es muy satisfactorio escucharlos hablar de bioinsumos.”[5] (UTT, 2021)
Un aspecto que se destaca en estos procesos de construcción comunitaria es la sustancial participación y decisión de las mujeres en las actividades y trabajos cotidianos para sostener la producción y reproducción de la vida. “Y es que las mujeres han sido guardianas de lo común, sus capacidades de cuidado y sustento se relacionan con la conservación y actualización de conocimientos tradicionales, saberes y remedios médicos. La mujer comunera es campesina, partera, hierbera, tejedora de memoria. Y aunque predominantemente no cuentan con la atribución legal, ni consuetudinaria para poseer o usufructuar la tierra, cuentan con veladas, pero fundamentales capacidades de intervención en lo productivo, además de la trascendente actividad de cuidado y recreación de lo común intangible, como es el caso de la memoria y el conocimiento tradicional.” (Navarro Trujillo, 2015, p.87)
El trabajo colaborativo entre vecinos constituye una conquista en muchos sentidos, en el caso de Violeta contribuyó en sus posibilidades de disfrutar de cerca el crecimiento de su pequeña hija, al no verse obligada a emprender largos viajes para realizar trabajos precarios. Aunque el incipiente trabajo en la cooperativa todavía no constituye un sostén económico, tiene un alto impacto social, emocional; porque disfruta de su nueva ocupación en la que se siente contenida como trabajadora y como madre.
La organización
Se conformó un Comité de emergencia, “comenzamos nuestra experiencia de organizar vecinos con conocimientos de base rural porque históricamente somos obreros rurales.” Luego se fueron incorporando el INTA, la Secretaria de Agricultura Familiar (SAF), el Municipio en el armado de la Cooperativa. Con el INTA se organizó el programa teniendo como ejes: 1) Saber hacer (asesoramiento técnico); 2) Disponibilidad de suelos (por parte de los productores; 3) Servicios municipales. Una profesional del INTA, señala: Las familias son obreros rurales en una economía paralizada, congelada, con serios riesgos de acceso a la alimentación necesaria. Comenzamos plantando tomates para hacer salsa cuando sobrevino la pandemia. Los primeros pasos surgieron desde los vecinos en el año 2019, cuando se nuclearon unas 10 familias para trabajar juntas sus pequeñas parcelas. Comenzaron las mejoras y preparación de sus tierras para darle inicio al proyecto de reunirse colaborativamente para sobrevivir.
En 2020 el municipio avaló la iniciativa de producción agroecológica propuesta por los vecinos y éstos comenzaron a participar de proyectos de medio ambiente y con el ministerio de la producción, en palabras de Ana: la cooperativa no surge por sí sola hubo participación del Municipio y el intendente es vecino, ha permitido la articulación de esta organización con lo disponible a nivel local, provincial y nacional.
Lo común no es algo que está dado, es una práctica de autogestión colectiva de la vida, la idea del tiempo va adquiriendo sentido local y situado, en tanto se transforma en la experiencia concreta de gestionar junto con otros la subsistencia misma del colectivo. La idea del tiempo se transforma a partir de que el trabajo para otro (patrón) y por una paga informal -valor de cambio-, se transforman cuando las personas se proponen constituir su propio destino trabajando desde y para sí y para su colectivo, priorizando el valor de uso:
En este momento les contamos nuestra historia pero es tiempo que le sacamos a otras actividades, puede ser del tiempo libre hasta trabajar. Esperamos que sepan que somos una organización que de hecho estamos intentando comprar tiempo, tiempo para organizarnos. Somos una cooperativa pero a la vez estamos pensando en cómo mejorar vidas, lo que queremos es que las personas tengan mayor tiempo para tener una mayor participación política sobre los modos de vida que quieren elegir. Si las personas solo se dedican a trabajar todo el día para una finca y no les queda un espacio donde exista la posibilidad de debatir de discutir de estar eligiendo cómo queremos construir el espacio público y comunitario que tenemos. La cooperativa propone eso; que las personas tengan espacio para organizarse en lo que quieran ya sea en actividades artísticas, recreativas, imaginamos un cine los fines de semana, algo pequeñito…no somos más de 90 familias, queremos vivir bien donde estamos, produciendo verduras y/o frutas. (Ana)
En síntesis, el objetivo central de las gestiones fue garantizar la alimentación de cada familia, pero en un proyecto de vida que cambiaría la construcción del espacio y del tejido social y cultural. El Municipio provee herramientas agrícolas varias, tractor, semillas, salas de laboratorio con paneles. Se invitó a los vecinos que tienen conocimiento como obreros y tienen saberes familiares heredados.
Producción y Comercialización
Para el mes de septiembre de 2020 los productores que participan activamente son alrededor de 57; que ya están produciendo con bioinsumos y el deseo de quienes están más avanzados es comercializar los productos localmente, de alta calidad y bajo precio. El objetivo de los actores sociales que integran esta cooperativa es darle vida a una propuesta sustentable mediante la que los vecinos siembran sus propias hortalizas para ser luego comercializadas en el departamento, sostiene una agrónoma del INTA. Por otra parte, el Municipio realizó un reparto de pollitas para su crianza y con la idea de generar producción de huevos destinado al autoconsumo y la venta del excedente.
También se entregaron plantines de tomates, herramientas y asesoramiento en acción conjunta con el INTA. En la actualidad, son unas 47 unidades productivas bajo este programa. Las tierras fueron acondicionadas por los tractores municipales y con el asesoramiento de INTA para llegar a la etapa estival.
Se gestionaron donaciones y la empresa Fitotec envió plantines de tomates que se distribuyeron entre los vecinos de las pequeñas unidades productivas y se agregaron a las semillas de cultivos de verano proporcionadas por INTA a través del programa Prohuerta. Se han cultivado diversos tipos de zapallos, sandías, melones, etc. La agroecología como práctica apuesta a una agricultura familiar, adaptada a los ecosistemas y recursos locales, promueven la producción y el consumo local, su motor es lograr la soberanía alimentaria.
No fue un grupo que se formó para hacer agroecología, surgió espontáneamente, quizás ya veníamos haciendo agroecología, pero sin saberlo porque no teníamos la definición de qué significaba y todo eso… Era volver a lo que hacían los abuelos, los padres, siempre salen esas preguntas ¿cómo hacían nuestros abuelos, los bisabuelos nuestros cuando llegaron acá, ¿cómo hacían ellos, sino había un mercado abastecedor de semillas?, eso estamos haciendo nosotros: intercambiar semillas, no sólo con los vegetales, las hortalizas, sino con las cabras, los conejos y así vamos sumando más trabajo. (Carlos)
Durante 2021 la cooperativa avanzó en la búsqueda de alianzas con otras organizaciones para crecer en la comercialización, intercambio de experiencias y establecieron unos primeros contactos con la UTT (Unión de trabajadores y trabajadores de la tierra). Disponen de una sala acondicionada para la producción, el objetivo es generar un valor agregado, elaborando conservas:
No queremos competir con los que venden en fresco. Este año todo lo que pudimos sacar (que fue poco) lo metimos a la sala y le compramos a otros productores que producen como nosotros. Nuestra primera venta será a través de los almacenes de la UTT, iría a Bs. As. (Ana)
Proyectan vender en San Juan y en Boca del Tigre, pero el primer paso es vender a un mercado grande y establecido; pertenecer a la UTT da respaldo, la venta se realiza en un envío y permitiría solventar lo que hasta ahora es solamente inversión y encarar otros productos elaborados: tomate triturado, pickles, cebollitas en escabeche.
Por otra parte, generaron un banco de semillas e intercambio, dado que en 2020 tuvieron problemas de baja calidad, decidieron comenzar la producción de sus propios plantines. Parte de ellos se venden para generar ingresos y sostener los costos de la actividad. Históricamente, las semillas fueron bienes naturales en manos de los agricultores quienes producían y reproducían mejorando su calidad en un proceso artesanal. Pero fueron transformadas en mercancías a mediados del Siglo XX y hoy hacen parte del agronegocio. Los cooperativistas de Boca del Tigre retoman las prácticas de producción común de las semillas y su producción propia, artesanal.
Perspectivas
Las tierras que están incorporando son recuperadas del total abandono. La proyección es que las familias generen fuentes de trabajo digno, tomando decisiones y dándole valor a sus propios recursos materiales, pero también recuperando sus conocimientos y su dignidad como agricultores.
Quienes tuvimos la posibilidad de ir a la universidad queremos esas garantías para las demás personas y es una responsabilidad política, intelectual y combinarlo con el trabajo en la tierra, sostiene Ana. En relación a lo que necesitan, están gestionando un espacio físico propio para consolidar la Cooperativa, que está formada por maridos, sobrinos, amas de casa sin remuneración, obreros rurales que hacen changas.
La producción ecológica precisa la generación de abono orgánico, para lo cual se incorporó el aprendizaje para la producción del Bocashi que es un fertilizante hecho con productos naturales para abonar las tierras y controlar las plagas. En este sentido obtuvieron la ayuda de la UTT y su Consejo técnico popular COTEPO, organismo que sistematiza los conocimientos de los trabajadores de la tierra por su experiencia práctica.
Promover comercialización y consumo local organizado. Acercar productos de buena calidad y bajo precio a los vecinos. Durante 2021 están elaborando tomate triturado, pickles, cebollitas en escabeche, en general todo entra a la sala intentando darle valor agregado, elaborando conservas.
En esta experiencia cooperativa se comenzó a tejer una nueva comunalidad, con sueños propios y conjuntos. Debaten acerca de cómo producir, cómo alimentarse, cómo generar arte, cómo transitar su tiempo vital. Proyectan la construcción de una plaza, una bicisenda, reforestación para hacer una reserva agroecológica, y de qué modo aumentar los factores de cuidado de adolescentes creando un centro cultural, radio comunitaria, canchas multiuso, talleres de capacitación.
[1] Gambina, Julio (2020) “La CEPAL proyecta que el número de personas en situación de pobreza se incrementará en 45,4 millones en 2020, con lo que el total de personas en situación de pobreza pasaría de 185,5 millones en 2019 a 230,9 millones en 2020, cifra que representa el 37,3% de la población latinoamericana. Dentro de este grupo, el número de personas en situación de pobreza extrema se incrementaría en 28,5 millones, pasando de 67,7 millones de personas en 2019 a 96,2 millones de personas en 2020, cifra que equivale al 15,5% del total de la población.” Recuperado de https://www.nodal.am/2020/08/america-latina-proyecciones-preocupantes-de-la-cepal-por-julio-c-gambina/.-
[2] Sin embargo, en nuestro continente y quizás en otros, se forjó o se cultivó una visión contraria. Si, la visión desde dentro, la visión que hace del ser vivo, un resultado de todo. Su manera de exponerse sería la siguiente: Lo que miramos está fuera de nuestro organismo, lo mismo lo que tocamos, lo que olemos y lo que escuchamos, pero lo fundamental; lo que respiramos. El oxígeno, el agua, la comida y el cobijo, así como el clima, está fuera de nosotros, por ello todo nos construye, nos hace, y nosotros simplemente andamos ese mundo que nos crea. (Martínez Luna, 2018, p.5)
[3] Distante a unos 40 km de la capital de San Juan, con 435 km2 y 11.115 habitantes según datos del Censo 2010.
[4] Se utilizan nombres sustitutos para preservar las identidades a los/as entrevistados/as.
[5] UTT. 2021. Entrevista: https://uniondetrabajadoresdelatierra.com.ar/2021/09/10/una-nueva-cooperativa-sanjuanina-que-genera-trabajo-y-tomates-sanos/.
Conclusiones:
5. Reflexiones Finales
El proceso de apropiación de los bienes naturales, la expansión del agroextractivismo y la pauperización creciente de la población han generado distintas manifestaciones de colectivos sociales que se oponen a esta dinámica de concentración en pocas manos. Estos movimientos multiformes se agrupan por objetivos conjuntos y concretos, se organizan y elaboran formas políticas proponiendo nuevas formas de vida social y en cada experiencia se va tejiendo un específico entramado vital, por eso lo común es particular y situado.
La política de producción de lo común es de autogestión e interdependencia. Se produce común en donde se trabaja y se comparte entre muchos definiendo colectivamente los términos de la producción y su disfrute. Colectivamente se piensa, se produce y se destina al uso propio y a la venta en su pueblo a precios razonables.
En el caso de Boca del Tigre, la toma de decisiones para resolver los problemas concretos acerca de lo común es un ejercicio cotidiano; no delegado sino directo, democrático. Se delibera hasta alcanzar un acuerdo en el que se decide políticamente de qué modo se resuelven las necesidades por mayoría de votos. Hay necesidades muy concretas como resolver el diseño de las etiquetas de las botellas de salsa de tomate o quiénes se anotan para trabajar duramente con palas y anchadas las tierras. Otras consisten en decidir ¿cómo? se establecen relaciones y articulaciones con organismos y organizaciones: municipio, INTA, UTT, otras cooperativas, etc.
La cooperativa se constituyó por autodeterminación de los vecinos motivados por variados factores y necesidades que confluyeron en un momento determinado. Generaron sus propias soluciones, elaborando una singular salida política que es particular, situada y transformadora.
El esfuerzo inconmensurable de cada integrante de la cooperativa para sostenerse económicamente con sus trabajos precarios y a su vez descontar horas de descanso, tiene el objetivo de hacer sostenible la vida de la producción de lo común. Con el sueño final de lograr transformar este tiempo de sobrecarga física con magros ingresos, en un tiempo distinto en que pudiesen disponer de su libre decisión de vivir en otros ritmos, compartiendo saberes y tareas, garantizando el alimento de las familias, trabajando para sí mismos y para el bien común.
Se observó la importancia medular que tiene el rol de las mujeres, en las propuestas micropolíticas, formas de organización y en el sostenimiento cotidiano de esta experiencia agroecológica. Desde el origen se propuso una constitución cooperativa equitativa entre mujeres y varones. El trabajo se distribuye y se realiza sin diferenciaciones y jerarquizaciones de sexos. Cada uno aporta esfuerzo físico para trabajar las tierras o los conocimientos por mayor experiencia y las capacidades individuales para ir resolviendo cada día lo concreto.
Finalmente en esta experiencia autogestiva, fundada en la cooperación de vecinos para llevar adelante la resolución de problemas comunes, prevalece la lógica del valor de uso de la vida material y simbólica en la búsqueda del bienestar de su colectivo o comunidad. Esta lógica se contrapone a la búsqueda del éxito individual y la persecución de ganancias o acumulación de capital. Se genera una forma distinta de producir, distribuir y de consumir, más asociado a la idea de soberanía alimentaria.
Bibliografía:
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Palabras clave:
PRODUCCIÓN DE LO COMÚN- ESPACIO COMUNITARIO- COOPERATIVISMO AGROECOLÓGICO