Resumen de la Ponencia:
El corrido popular ha narrado una serie de episodios históricos asociados, entre otros temas, con los conflictos sociales, durante todo el siglo XX y todavía en los inicios del siglo XXI. El desarrollo de una narrativa desde la rebeldía ha contribuido a la construcción de una memoria social de la resistencia de los oprimidos. El corrido ha registrado los planteamientos del zapatismo, los movimientos guerrilleros de Rubén Jaramillo, Genaro Vázquez y Lucio Cabañas, así como del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
En los corridos que aluden a estos sucesos se puede vislumbrar una línea discursiva vinculada con la resistencia, la rebeldía y la lucha por las reivindicaciones sociales, que han ayudado a construir y mantener la memoria colectiva de algunos sectores que permanecen en lucha. El análisis de los corridos se hace desde la perspectiva sociocrítica de Claude Duchet, asociándolo con la configuración de la memoria y la historia como una acción colectiva, para lo cual se retoma el planteamiento de Halbwachs. En virtud de ello, se pretende describir cómo el corrido recoge hechos y personajes asociados con el conflicto social para construir una memoria colectiva de la resistencia.
El análisis se centra en revisar las expectativas de los sectores sociales disidentes, la forma en la que se representan los conflictos sociales, así como en los personajes y sus muertes, pues a partir de estos elementos se construye una narrativa de continuidad. La letra de los corridos expresa las necesidades de los sectores sociales en conflicto en cuanto hace referencia a antagonismos y a las demandas de los sectores o grupos oprimidos. En este sentido, los discursos pueden surgir de manera endógena o exógena, es decir, como producto de los personajes implicados directamente, como ocurre principalmente durante el periodo revolucionario, o desde personajes que son solidarios con las causas y las movilizaciones sociales sin que estén vinculados directamente con el conflicto.
Por tanto, es el contenido del corrido el centro del análisis, pues en él se plasman discursos ideológico-políticos que dan justificación a la lucha, la resistencia y la petición de justicia social. Asimismo, el presente documento está enfocado en identificar elementos discursivos que permiten construir una memoria colectiva a partir de establecer ejes ideológicos que dan continuidad a las resistencias.
Introducción:
Los corridos han registrado, desde el siglo XIX, algunos fenómenos sociales cercanos a la crítica social y que reflejan algunas de las condiciones de la estratificación social, como, por ejemplo, el bandidaje social, el cual refleja cierta condescendencia de parte de ciertos sectores sociales con prácticas fuera de la ley, pero que tienen un trasfondo de justicia social o al menos así se interpreta en ciertas condiciones. En el inicio del siglo XX el corrido registró algunas las movilizaciones sociales, tanto levantamientos rurales en contra de la arbitrariedad de autoridades o terratenientes, como huelgas o algunos personajes opositores al régimen de Porfirio Díaz, hasta llegar a convertirse en un referente icónico de la Revolución Mexicana, y ser parte de la tradición cancionera popular, dado que:
una característica peculiar del cancionero rebelde mexicano es que en buena parte ha sido compuesto en forma de corridos, tomando como paradigma de referencia los corridos de la Revolución. Quizá por ello el corrido mismo, en cuanto género, se ha convertido en símbolo casi obligado de las luchas populares en el país, por una especie de mecanismo metonímico que lo asocia espontáneamente a la memoria colectiva de la gente (Héau y Giménez, 1997, pp. 222-223).
Los conflictos sociales han buscado un medio para expresar musicalmente sus demandas, considerando que “las luchas populares y nacionalistas —sean armadas o no— han generado siempre su propia “poética insurgente”, o lo que es lo mismo, su propio cancionero rebelde” (Héau y Giménez, 1997, p. 221). Si bien el corrido tuvo un origen previo al levantamiento armado de 1910, fue a partir de este movimiento que tuvo mayor auge, pues fue la Revolución mexicana el movimiento que posibilitó que los sectores azotados por el contexto de opresión y desigualdad económica, política y social, expresaran sus exigencias y se visibilizaran, conformándose un discurso que se plasmó en el corrido, así como en otras formas de expresión.
El movimiento armado de 1910 en México tuvo dos grandes representaciones populares: Francisco Villa en el norte y Emiliano Zapata en el sur. En esta presentación se recupera la imagen de Emiliano Zapata, porque su postura está asociada a la defensa de la tierra, del trabajo, la petición de justicia y de libertad, elementos que son ejes transversales en las demandas de los grupos oprimidos; además, porque tanto los conflictos como los personajes revisados en este trabajo son similares en ubicación geográfica y en las causas de la lucha.
Se analizan los discursos de los corridos tomando en consideración si fueron elaborados desde el interior de los grupos en conflicto o si fueron elaborados por agentes próximos y solidarios y que corresponden con otro sector social. Considerando que la producción exógena ha sido generada por vertientes intelectuales externas al sector social, mientras que la endógena se puede vislumbrar con la producción realizada por participantes directos, como, por ejemplo, los corridos compuestos por Marciano Silva, quien participó activamente en la facción zapatista, o la producción de corridos tradicionales compuestos por miembros del Ejército Zapatista de Liberación Nacional.
En este trabajo se revisan los corridos desde una perspectiva sociocrítica, considerando las circunstancias sociales del desarrollo del corrido. La sociocrítica consiste en una “sociología del texto literario que destaca la importancia de su origen y espesor social” (Guzmán, 2008, p. 112); es decir, este marco analítico permite buscar en el texto lo social, no como reflejo sino como reproducción. “La sociocrítica constituye un paradigma de análisis textual cuya intención es reconstruir el diálogo crítico que está presente en la obra, por medio de la apropiación de los discursos sociales, ideologías, mentalidades, imaginarios” (González, 2008, p. 25). De esta manera, se consideran los contextos sociales que permiten caracterizar antagonismos que nutren y dan sentido a los discursos en los corridos.
Desarrollo:
La perspectiva del modelo sociocrítico permite encontrar, en algunos corridos, la forma en la que se articula un discurso en oposición a los grupos que detentan el poder, en virtud de ello, se revisa al corrido como literatura, en cuanto
desde su discurso, problematiza todos los discursos de autoridad, aquellos, en fin, cuya función ha sido básicamente sostener relaciones de dominación, de dependencia, de legitimación de poderes sobre la base de creencias ideológicas absolutas, encargadas de poner en los márgenes aquellos signos de la diferencia (González, 2008, p. 30).
En este sentido, dicho modelo “pone al descubierto la variedad de discursos sociales que, bajo la forma de sociogramas, ideologemas, imágenes e ideologías lo constituyen y lo pueblan” (Guzmán, 2008, p.112). Se trata de buscar en el texto las referencias de la sociedad que lo produjo, en relación a una percepción derivada de su posición desfavorable en el todo social. La forma en la que se articula un conflicto y se plasma bajo los esquemas y la apropiación de discursos ideológicos que hacen los sectores populares con respecto de su condición.
El modelo sugiere tres elementos de análisis: el pre-texto, el co-texto y el socio-texto. El primero se refiere al escenario general cultural en el que se inscribe el discurso. Por otro lado, el co-texto, se refiere a una selección particular que constituye su co-texto, dentro del cual se inscribe (…) su temática” (Guzmán, 2008, p. 113). Por su parte, “el socio-texto (…) no sería más que el texto mismo en cuanto habitado por el discurso social absorbido de su co-texto inmediato” (Guzmán, 2008, p. 113).
Es decir, el texto es la conformación de una reproducción del co-texto o una resignificación de la realidad que toma sentido o lo amplía en relación con el momento histórico en el que surge. Puesto que, el lenguaje usado está vinculado con una forma específica de mirar el mundo, por ello, tiene aspectos de carácter ideológico, ya que se conforma como discurso dentro de un espectro más amplio de eventos sociales.
Con respecto del co-texto de los corridos se identifican alusiones a elementos asociados con la situación de lucha o de conflicto histórico concreto, pero que, a su vez, se inscriben en un contexto general de rebeldía y de resistencia, particularmente derivado del discurso de la Revolución mexicana. El núcleo, en los corridos está referido a nociones como la dignidad, la justicia, la opresión, pero también se hace alusión a objetos representativos, como los machetes, en alusión al levantamiento violento; el paliacate que seca el sudor del trabajo, pero que también establece puentes entre personajes vinculados con la lucha por la tierra o con la disidencia, como en el caso del Corrido a Rubén Jaramillo, en cuya letra indica:
Usaba su paliacate,
como Gabino Barrera;
quería como Zapata,
para los pobres la tierra (De Molina, 1971).
El paliacate asemeja a Rubén Jaramillo a Gabino Barrera, quien fue un líder chiapaneco que se unió al Ejército Libertador del Sur, particularmente en Guerrero; mientras que con Zapata el vínculo es el ideal perseguido, es decir, la tierra. Otros elementos recuperados como parte de estos referentes de justicia y rebeldía se presentan en el Corrido de la Muerte de Emiliano Zapata, que dice lo siguiente:
El famoso Plan de Ayala
era su única bandera,
que Zapata reclamaba
para terminar la guerra.
Las causas que reclamara
ese plan en realidad,
es el reparto de tierras,
democracia y libertad. (De María y Campos, 1962, p. 270).
La rebeldía ante el incumplimiento también se expresa en el corrido Tierra y Libertad, que indica:
Muchachos: llegó la hora
nuestra vida hay que jugárnosla
firmaremos este Plan
con la mano y con las armas
o habrá tormenta de balas (Castro, 1980, p. 330).
O en el Corrido a Rubén Jaramillo, que dice lo siguiente:
Campesino zapatista,
obrero de la labranza,
ya está sonando el clarín
Pa´que tomes tu venganza (De Molina, 1971).
La búsqueda de justicia por mano propia o de venganza se expresa en ambos corridos, bajo la identificación del incumplimiento como el motivo sustancial del conflicto. En la letra del primer corrido se hace alusión al Plan de Ayala, documento que integra el planteamiento ideológico del zapatismo, mientras que en el que hace alusión a Jaramillo, el llamamiento es al campesino zapatista, con lo que se da por sentado la postura ideológica; en ambos se refiere a la violencia y la lucha, pues se alude, por un lado, a la exigencia con las armas y las balas, y, por el otro, al sonido del clarín, instrumento usado principalmente en bandas de guerra.
Otro elemento importante, tanto en la estructura del corrido, como desde el análisis de la sociocrítica es el principio o íncipit, que “tiene la función de fijar las coordenadas espacio-temporales identitarias del texto mediante la presentación o la descripción de espacios, tiempos y personajes” (Guzmán, 2008, p. 114); elemento crucial relacionado con la narrativa y la función noticiosa del corrido. Por ejemplo, el corrido de Genaro Vázquez inicia de la siguiente manera:
Miércoles dos de febrero,
año del setenta y dos,
día de la candelaria,
Genaro Vázquez murió (Avitia, 1998, p. 178).
O el Corrido al EZLN, que comienza así:
El día primero de enero,
Del año noventa y cuatro
Se levantaron en Chiapas
Los indios por el maltrato.
Quinientos años robados
Explotados, torturados,
Hasta que dijeron: ¡Basta!
Y ahora los llaman alzados (De Molina, 1994).
En este corrido se presenta la tensión del conflicto ubicada en el espacio y el tiempo, lo cual cumple el propósito de informar, pero también permite ubicar el conflicto en términos históricos, por tanto, contextualizar el discurso expresado.
Por otro lado, el sociograma es otro de los elementos analíticos, el cual “no es más que la cristalización del discurso social alrededor de ciertos puntos nodales que producen cierto ordenamiento de la heterogeneidad del discurso” (Guzmán, 2008, p. 115). Cumple funciones de mediación entre lo real y lo textual, orienta el desarrollo del discurso y es lo que se encuentra más presente y a la vista en el texto. En los corridos que se revisan se identifica la presencia de un personaje central, presentado como líder, guerrillero y poseedor de valores de reconocimiento e identificación colectiva como la valentía y la honestidad. En el corrido Recuerdos al General Zapata, de autoría anónima, se lee lo siguiente con respecto a los atributos del líder suriano:
Zapata fue un gran patriota
y peleó de corazón;
nunca de sangre una gota
derramó por ambición.
(…)
¡Adiós, patriota esforzado!
¡adiós, bravo luchador!,
leal y valiente soldado,
modelo de gran valor (Vázquez Valle, 1984).
Por otro lado, la referencia a los personajes como líderes y guerrilleros es constante en los textos en análisis, pues a Zapata se le identifica como valiente guerrillero, a Rubén Jaramillo se le referencia como líder, sirva de ejemplo, el siguiente texto:
Cayó abatido a balazos
ese líder campesino,
en el Palacio Central
se burlaba el asesino (De Molina, 1971).
Se identifica el liderazgo de los personajes, así como también, se enfatiza su condición de campesino, en claro contraste con el opresor que se burla; lo anterior, no sólo enfatiza al héroe, sino que refuerza la contradicción y el desprecio por el opresor. También Zapata, en El corrido de los rebeldes de Chinameca, es nombrado “redentor” y “defensor de los indios”; mientras que a Genaro Vázquez se le denomina rebelde y guerrillero:
El rebelde y guerrillero
quería quitarle a su patria
aquel yugo traicionero.
al maestro titulado
del estado de Guerrero (De María y Campos, 1962, p. 242).
La traición se indica como un valor que poseen los distintos, los opresores y se contrasta con los atributos de rebeldía del personaje que se intenta encumbrar. Asimismo, a Lucio Cabañas se le denomina “guerrillero” y que “tiene fama de bandido”, pero que es “un guerrero valiente”, que “debe tener sus motivos”, pues es un “defensor del pueblo” y el “brazo armado fue del pueblo”. El contraste del pueblo valeroso contra el opresor traidor y desleal refuerza la identidad de los grupos en resistencia, pues el conflicto se abstrae a una relación dialéctica, principalmente entre ricos y pobres, terratenientes y desposeídos.
Además de los valores y la referencia a los atributos y características de los personajes, la muerte es un aspecto central; por un lado, contribuye a la generación o consolidación del sujeto como mito, y, por otro, como reforzamiento de las exigencias y los intereses que propiciaron el conflicto. La muerte se convierte en un referente de heroísmo y sacrificio, como en el caso del Corrido de la muerte de Emiliano Zapata, que indica:
Señores ya me despido,
que no tengan novedad,
cuál héroe murió Zapata
por dar tierra y libertad (De María y Campos, 1962, pp. 273).
Por su parte, El Corrido a Rubén Jaramillo, indica que:
Está gritando la tierra
Herida por un cuchillo
Lo que le duele en el vientre
La muerte de Jaramillo (De Molina, 1971).
La muerte viene acompañada de la traición del asesino, la cual se presenta como el único recurso que tuvo el opresor para consumar su acción, aunque también la muerte se presenta como advertencia o ejemplo, para las próximas generaciones; como se indica en corridos alusivos a Emiliano Zapata y a Genaro Vázquez: así matan a los hombres que no se saben dejar. En el Canto a Lucio Cabañas, se menciona otro aspecto importante, la redención como atributo del personaje:
Unas balas asesinas
terminaron con Cabañas,
interrumpiendo su sueño
de libertar a la patria;
Dirigente y guerrillero,
del partido de los pobres,
ofrendar supo su vida
por sus ideas tan nobles (Cárdenas, 2015, 5m15s)
La referencia al sacrifico es muy importante en la conformación de la memoria del personaje como un redentor; pues implica la entrega por el colectivo, por el nosotros. El sacrificio se vincula con la liberación de la patria y la persecución de ideales nobles, los cuales, dentro del contexto de la lucha y en un contexto de opresión se refieren a arriesgar su vida por la de los demás.
Otro punto central en el discurso es el conflicto o punto de tensión entre las partes, que se puede identificar como el opresor y el oprimido: el primero, el poderoso, se presenta como el terrateniente, el rico o el mal gobierno y, el segundo, como el despojado, el pobre o el que sufre injusticia, pero que se presenta en franca rebeldía. Al respecto en el Corrido de Emiliano Zapata, se alude a la postura de este caudillo, como representación del sector campesino, cuyas demandas quedan referidas en la tierra, la educación y la libertad:
Ya conocen mi bandera
muy sencillo es mi programa;
el campesino reclama;
Tierra, libertad y escuelas.
Desde un principio este ha sido,
compañeros, mi proclama (Pellicer, 1980).
Asimismo, en el Corrido los rebeldes de Chinameca, se plantea:
El odio del indio es justo,
justo y santo su fervor.
Zapata lo ha comprendido,
Zapata el libertador (De María y Campos, 1962, p. 242).
O, en el corrido ¡Zapata! Hombre de la tierra, se dice:
Canto al hombre de la tierra
que siempre sufrió humillación,
aquel que en silencio esperaba
hasta que hubo rebelión (Robles, et al, 1994, p. 176).
Lo mismo que se expresa en el Corrido de Genaro Vázquez de Nicho Reynoso:
Su ilusión era muy grande,
por toda la humanidad,
no quería millonarios
él pensaba en la igualdad.
(…)
Ya de acuerdo con el pueblo
quería darse al mal errante,
para derrotar los ricos
y a los grandes comerciantes (Avitia, 1998, pp. 178-179)
En los corridos anteriores se puede vislumbrar que existe una justificación para la violencia el odio y la rebeldía, pues es la respuesta que ha tenido el campesino frente a los abusos y la humillación que ha tenido del terrateniente o del gobierno. Al igual, se resalta de nuevo que los personajes no persiguen objetivos propios, sino colectivos, lo cual sustenta el levantamiento. La tragedia no deja de aparecer en estos corridos, pues el anhelo de causas justas es correspondido con la muerte. Estos discursos enfatizan de manera esquemática la conformación de bandos sustentados en una explicación maniquea, en el que los ricos son asesinos que arremeten contra los oprimidos que no han tenido otro camino para expresar sus demandas, si no es a partir de la rebelión. De igual modo, en El corrido del EZLN, el motivo de la “lucha se inspira en el ideal zapatista”, el cual alude a la defensa de la tierra y a la recuperación de la dignidad de los pueblos oprimidos.
Así, los sociogramas se pueden analizar desde un punto de vista ideológico, partiendo de los criterios que establece Duchet (1979): como ideología del autor, de referencia, global y del texto; en el corrido algunas de las posturas del autor pueden quedar plasmadas por su referencia testimonial y su pertenencia al bando que defiende en el conflicto; la ideología referencial, en el caso que nos ocupa se refiere a un discurso de lucha y conflicto en contra de un gobierno opresor, que se nutre en parte del discurso revolucionario.
La ideología global pertenece al co-texto, es decir, el clima general de la cultura, la condición histórica en concreto. Y la ideología del socio-texto, que es el planteamiento ideológico que sugiere el texto. En el corrido se genera un “flujo cultural de imágenes, de formas, estereotipos y configuraciones discursivas” (Robin, 1994, p. 162), que expresan elementos ideológicos que en apariencia son simples, pero que en el co-texto retoman complejidad y sentido. Las ideologías de resistencia y de lucha se presentan en el corpus de corridos de diferentes momentos históricos. Como, por ejemplo, las consignas de ¡Viva Zapata!; la tierra es de quien la trabaja o la referencia a la Revolución como origen de la rebeldía campesina, como se ejemplifica en el Corrido a Lucio Cabañas, que dice:
Buscando que nuestro pueblo
sea libre y soberano,
con futuro socialista,
siempre revolucionario (Cárdenas, 2015, 5m15s).
El contenido ideológico se vincula con cómo se representa el conflicto, pues las expresiones populares han recurrido a estos medios para manifestar sus inconformidades, exigencias y demandas, tomando en consideración que los conflictos tienen funciones conectivas en el grupo, es decir, “una cierta cantidad de discordia, de divergencia interna y controversia externa, se halla orgánicamente vinculada con los mismos elementos que, en última instancia, mantienen unido al grupo” (Coser, 1961, p. 35), por tanto, la reproducción y la representación del discurso del conflicto ayuda a incrementar la cohesión interna del mismo a partir de la identidad, al tiempo que se identifica al diferente.
Así, “el papel positivo e integrador que desempeña el antagonismo se muestra en las estructuras que sobresalen por la fina precisión y la pureza cuidadosamente mantenida de sus divisiones y gradaciones sociales” (Coser, 1961, p. 35); elementos que se expresan en los corridos al mostrar, mediante estereotipos y tópicos, la confrontación entre grupos o sectores sociales. Además, en los textos se expresan posturas, intereses y valores confrontados, pues se externan y se reproducen como discursos cargados ideológicamente; estos aspectos permiten que los conflictos se articulen con una memoria social, que a la vez ofrece la posibilidad de construir o afianzar la identidad, tanto personal como colectiva.
En virtud de lo anterior, lo que se dice en el texto rebasa al lenguaje en su comprensión directa, pues el lenguaje en el texto “sirve para satisfacer otras necesidades intersubjetivas, para programar comportamientos y establecer papeles, para imponer representaciones de los objetos” (Chen, 1992, p. 13); aunque también para fraguar una memoria, situar y representar un conflicto, ligándolo, por un lado, con el pasado y, por otro lado, con el futuro, permitiendo la continuidad en el discurso. Dicha continuidad se puede establecer en la medida en que se articulan las luchas, pues los líderes “heredan” la responsabilidad de la resistencia a las próximas generaciones, lo cual sólo se logra mediante la fijación de las ideas en la memoria.
Ejemplo de esta continuidad la encontramos en el Corrido a Rubén Jaramillo, que marca una secuencia con el movimiento zapatista, pues el texto dice:
Quería como Zapata
para los pobres la tierra;
tres jinetes en el cielo
cabalgan con mucho brío;
y esos tres jinetes son:
Dios, Zapata y Jaramillo (De Molina, 1971).
Así en el Corrido a Genaro Vázquez, se plantea la conexión de los movimientos, al pasarle la estafeta a Lucio Cabañas, pues en el corrido se menciona lo siguiente:
Esta guitarra que traigo
no es mentirosa ni engaña,
Genaro le dijo ayer
que te oiga Lucio Cabañas (Avitia, 1998, p. 178).
Lo anterior alude a una forma simbólica de mantener la lucha. Otra alusión a la continuidad entre Genaro Vázquez y Lucio Cabañas, la encontramos en el texto compuesto por Misael Salcedo, en el que se plantea que:
Guerrero tiene la fama,
de tener hombres valientes,
ahí está Lucio Cabañas
pa´defender a su gente,
el sucesor de Genaro
aquel guerrero valiente (Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2019)
Mientras que, en el corrido dedicado a Cabañas, compuesto por Nacho Cárdenas, se dice de Lucio lo siguiente:
Protegido por los montes
Brazo armado fue del pueblo
Combatiendo por los pobres
El Zapata de estos tiempos. (Cárdenas, 2015, 5m15s).
La idea de continuidad une el pasado con el futuro, los héroes del pasado se personifican en los actuales, por lo que se asegura que se seguirá en pie de lucha, es decir, es una manifestación de esperanza que se plasma, también, en el Corrido a Lucio Cabañas, diciendo:
Y de nuevo a las montañas
Volverán los guerrilleros
Como Zapata y Cabañas
Libertadores del pueblo.
Sus ideas y sus armas
Han de dar a nuestro pueblo
Lo que zapata y cabañas
contemplaron en sus sueños (Cárdenas, 2015, 5m15s).
Asimismo, en el texto A Lucio Cabañas Barrientos, se dice lo siguiente sobre la continuidad de la lucha de los campesinos:
Voy a cantar un corrido
al pueblo y a la nación
de un hombre que es guerrillero,
nacido de buena mata,
se llama Lucio Cabañas,
heredero de Zapata (Secretaría de Gobernación, 2012, p. 30).
En otro texto dedicado a Jaramillo, compuesto por Marcial Alejandro, se refiere la continuidad en términos de actitud y emotividad, al referir a la venganza y a la indignación:
Y aquí se acabó el corrido,
pero no la indignación,
esa guárdenla agraristas,
para liberar a la nación (Avitia, 2022, p. 175).
En alusión a Genaro Vázquez se dice algo similar, en cuanto que se representa la resistencia como algo que se enseña con el ejemplo:
Su sangre sigue enseñando
entre todos los presentes,
que la muerte no hace nada
cuando hay razones urgentes (Avitia, 1998, p. 178).
En el Corrido a Lucio Cabañas, se comenta lo siguiente:
Se equivocan los que piensan
que sus ideas han muerto.
Las ideas van quedando
para otros mejores tiempos.
Para que con ellas nutra
su cerebro y su conciencia,
para que por ellas luche
la generación que llega (Cárdenas, 2015, 5m15s).
Y, en la referencia al movimiento zapatista chiapaneco, se encuentra lo siguiente, con respecto de la continuidad de la lucha:
Ya con esta me despido,
esto no va a terminar,
la mecha sigue encendida
puede volver a estallar,
al subcomandante Marcos,
se lo pueden preguntar (De Molina, 1994).
Entonces, los textos del corrido pueden analizarse como articuladores, generadores y reproductores de la memoria, dado que la memoria y la identidad, indica Halbwachs (2004), son disputados en conflictos sociales e intergrupales. La memoria social se vincula con la identidad, en cuanto se genera una imagen de sí, para sí y para los otros, por tanto,
es una corriente de pensamiento continuo, de una continuidad que no tiene nada de artificial, ya que del pasado sólo se retiene lo que aún queda vivo de él o es capaz de vivir en la conciencia del grupo que la mantiene” (Halbwachs, 2004, p. 81).
La generación de un cancionero insurgente o rebelde es una forma de configurar e imponer una representación de la realidad, con la pretensión de perpetuar la resistencia. En los corridos se mantienen referentes que aparecen como constantes, como la idea de una revolución o la lucha inacabada, pues,
la memoria colectiva es un cuadro de parecidos, y es natural que se dé cuenta de que el grupo siga y haya seguido igual, porque fija su atención en el grupo, y lo que ha cambiado son las relaciones o contacto del grupo con los demás (Halbwachs, 2004, p. 88).
Es decir, las condiciones o las relaciones pueden cambiar por las circunstancias, pero la continuidad de los eventos se articula en relación con las semejanzas de la situación actual con el pasado. De esta forma, los corridos como forma de cancionero rebelde representan “una historia viva que se perpetúa y renueva a través del tiempo y en la que se pueden encontrar muchas corrientes antiguas que aparentemente habían desaparecido” (Halbwachs, 2004, p. 66); por ello, es posible referir a la memoria colectiva, es decir, aquella que se va reconfigurando en su transición de generación en generación, por lo que en los textos de los corridos, como en otros, se “recompone y reelabora siempre un discurso social prexistente” (Héau, 1997, p. 223). Los corridos contribuyen a mantener los ideales, las expectativas y los valores, así como mantener y reconfigurar en la memoria a los líderes.
Conclusiones:
Para concluir, el corrido, en cuanto corpus de textos que aluden a una serie de movimientos sociales relacionados con las reivindicaciones sociales, implica la posibilidad de articular un cancionero rebelde o insurgente (Héau y Giménez, 1997); en cuanto que existen elementos formales y de contenido que se pueden vincular con planteamientos ideológicos específicos. Lo cual queda patente en la recuperación de los proyectos sociales o políticos que enarbolaron el conflicto social, como los Planes, los Partidos políticos, las Ligas o Confederaciones que tuvieron una posición de disidencia en el contexto histórico que registra el corrido.
Los corridos se han retomado como un canto asociado a conflictos sociales, retoman principalmente la Revolución mexicana como referente para la identidad rebelde. El movimiento armado de 1910 se ha convertido en un paradigma de los movimientos sociales en México, principalmente por la trascendencia histórico y social de algunas de sus facciones, como el villismo, el magonismo y, principalmente, el zapatismo. La recuperación de estas facciones y de sus planteamientos son base en la conformación de los discursos de algunos grupos disidentes durante todo el siglo XX.
En las letras de los corridos se plantea una continuidad en los movimientos sociales, lo cual permite articular a los personajes como herederos de las exigencias no resueltas en el pasado; asimismo, permite generar y reconfigurar la identidad de los grupos en resistencia, al tiempo que otorga legitimidad y justificación a las rebeliones. La continuidad se presenta, de igual manera, en la indignación generado por el oprobio, la injusticia y la arbitrariedad del otro, lo cual se articula en antagonismos. Los corridos contribuyen en la construcción de una memoria social y actualizar la identidad colectiva, pues los textos de los corridos populares fungen como formas de recuperación del pasado para revivirlo, resignificarlo en el presente y proyectarlo al futuro.
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Palabras clave:
Corrido, memoria, resistencia.