Resumen de la Ponencia:
Hacer visibles a las mujeres en los escenarios sociales ha sido uno de los objetivos de los estudios feministas y el panorama deportivo no ha sido la excepción. Es así como el objetivo de este trabajo es recuperar la trayectoria de tres deportistas del estado de Hidalgo quienes pese a sus grandes logros no han sido reconocidas. La exclusión de las mujeres del campo deportivo es algo que desborda las reglas de cada juego o especialidad deportiva. No es el futbol ni el basquetbol o la natación los que excluyen a las mujeres; no hay ninguna razón en su estructura que impida la participación de cuerpos femeninos en la cancha. No ocurre, como se imaginaron los positivistas, que la feminidad constituye una condición irregular, deficitaria o incompleta de lo humano. Para ser deportista solamente hace falta piernas y paciencia, pero el sistema patriarcal niega esta presencia. Por ello, han surgido estudios que proponen diseccionar el deporte desde el feminismo para develar, denunciar y apostar por la transformación hacia la equidad y la inclusión. Poco a poco, las mujeres han abierto espacios y enfrentado las resistencias que su presencia genera en los deportes aún de hegemonía masculina. (Charles, 2014). Hemos retomado la propuesta de Pedraza (2015) quien indica las siguientes etapas metodológicas para abordar el deporte y la participación femenina: Colocar a las mujeres al centro de las investigaciones, visibilizarlas, cuestionar críticamente cualquier tipo de discriminación, contextualizar su participación y “aplicar los principios de deconstrucción, desmontaje y reconstrucción conceptual, lo que implica redefinir los objetos de estudio desde la perspectiva del feminismo”.Es así como se ha realizado una investigación que da voz a tres destacadas deportistas del estado de Hidalgo: Fausta Marín, maratonista que murió en el intento de cruzar el Canal de la Mancha; Érica Gómez, basquetbolista que triunfó en España; e, Irma Martínez Campero, ejemplo del deporte sobre silla de ruedas. Las tres demostraron con su compromiso que una mujer puede tener un alto rendimiento, fuerza, rapidez, habilidad, precisión. Así, al cultivar sus cuerpos como “máquinas guerreras, si logran enfrentarse y oponerse y vencer al enemigo en la propia lógica de la construcción de la masculinidad, entonces la supremacía postulada queda en entredicho” (Moreno, 2014) y el deporte también es escenario de las mujeres.