Resumen de la Ponencia:

La relevancia de la revolución pasiva como concepto radica en que, junto con el de hegemonía, “logra dotar al marxismo de un nivel superior” pudiendo afirmarse “con todo rigor que […] es la clave para la comprensión del pensamiento gramsciano” (Kanoussi y Mena, 1985: 15 y 79).La maduración del término en el sardo contempló tres momentos: el risorgimento italiano, la reacción a la revolución francesa, y finalmente, el periodo de entreguerras con el fascismo y el new deal como respuesta a la revolución rusa (Thomas, 2013). El elemento común que estos tres hitos comparten es la incapacidad de los grupos subalternos para conducir un proceso de transformaciones que sustituya a su antagonista histórico.Se trataría, por tanto, de un proceso de “conservación-innovación” (Gramsci; 1984:238). Como señala Modonesi (2015: 40) “la revolución pasiva no es una revolución radical –al estilo jacobino o bolchevique– y la restauración no es una restauración total, un restablecimiento pleno del statu quo ante”.Como si de un árbol genealógico se tratara, la ponencia plantea un recorrido desde el que reconstruir el concepto. Partirá por el abordaje de los tres momentos planteados por Gramsci para, posteriormente, aterrizar el término a las lecturas, realidad y particularidades latinoamericanas. En este segundo estadio se recuperarán los trabajos de Aricó (1988), Portantiero (1981) o Coutinho (2007), para abordar sus estudios sobre el “occidente periférico y tardío”. Finalmente, se presentarán algunos debates actuales encabezados por Modonesi (2019, 2015) o Svampa (2013) sobre la ola de gobiernos progresistas que vivió el continente, y que parece resurgen con nuevos actores políticos.Bibliografía consultada:-              Aricó, J. (1988). La cola del diablo. Itinerario de Gramsci en América Latina. Buenos Aires, Argentina: Siglo Veintiuno.-              Gramsci, A. (1984).Cuadernos de la cárcel. Tomo 3, México D.F., México: Ediciones Era.-           Kanoussi, D. y Mena, J. (1985). La revolución pasiva: una lectura a los Cuadernos de la cárcel. Universidad Autónoma de Puebla, México.-              Modonesi, M. (2019). El progresismo latinoamericano: Un debate de época. En Gaudichaud, F. Webber, J. Modonesi, M. (Eds). Los Gobiernos Progresistas Latinoamericanos Del Siglo XXI. (pp. 181-229). Itaca, México. -              Modonesi, M. (2015). Pasividad y subalternidad. Sobre el concepto de revolución pasiva de Antonio Gramsci, en Gramsciana, (1). 35-61.-              Portantiero, J.C. (1981) Los usos de Gramsci. Folios ediciones. Buenos Aires.-              Svampa, M. (2013), “La década kirchnerista: populismo, clases medias y revolución pasiva”, Lasaforum, vol. 44, núm 4. 14-16-              Thomas, P. (2013). Hegemony, passive revolution and the modern Prince, Thesis Eleven.117 (1), 20-39.

Resumen de la Ponencia:

El artículo aborda la pregunta sobre la existencia de un marxismo en Colombia, con una respuesta provisoria relacionada con la articulación de un “taller” compuesto por intelectuales orgánicos y académicos que construyeron, en desarrollo de intensas polémicas, un marxismo práctico que buscó una revolución socialista. Propone el análisis sobre núcleos intelectuales que desarrollaron los procesos de edición y publicación, y por supuesto de formulación académica y política de las ideas de Marx, en relación con la interpretación de las relaciones sociales en el proceso capitalista en Colombia. Se describen las corrientes, la síntesis de sus aportes, se detallan algunos de los principales exponentes de ese “taller” de un marxismo práctico: anticolonial y antimperialista. Un proceso que elaboró las bases para la disputa intelectual sobre la historia nacional y su dependencia. Un proceso en el que se mezclaron los dogmatismos, la simplificación y las herejías, desde la academia y desde espacios de pensamiento militante, donde tenían como principales preguntas las características de un proceso capitalista tardío, no como parte de una confección intelectual, estaban pensando en cómo entender la sociedad para transformarla. Fue un movimiento intelectual que logró un impacto social considerable, en el que se pueden encontrar quiebres en las trayectorias de intelectuales formados en el funcionalismo como Orlando Fals Borda, incluso el corto viraje de Camilo Torres Restrepo, pero también de otras personas que no son consideradas como fuentes para conocer y explicar la compleja realidad colombiana. Fue un “taller” insular y heterogéneo, poco conocido en América Latina, fue un movimiento cultural y político, con algunos integrantes que sobresalen, pero que en su conjunto son más que sus propias individualidades. Los estudios sobre la violencia en Colombia en los años ochenta fueron los herederos de ese proceso, con sus aciertos, y sus innumerables yerros, una producción más conocida en la región por el escalamiento y nivel del conflicto armado interno. Este trabajo intenta responder también una pregunta anterior a la realizada por la “violentología”, o al menos problematizar el asunto de cuáles son las bases de adhesión política e teórica subyacentes a los movimientos insurgentes fundados en los años 60 y que a diferencia de otros países latinoamericanos aún persisten. Si hubo un marxismo colombiano, fue uno estrechamente ligado a la práctica, con una intelectualidad comprometida que desde proyectos editoriales y con escasos recursos propuso algunas claves para comprender a Colombia. 

Resumen de la Ponencia:

El pensamiento de  Mariátegui  representa un compromiso original con la realidad social, económica, política y cultural peruana en el período previo a 1930, cuando se abrió un gran período de crisis y transición en América Latina. Es  durante este período convulso, sentó las bases para una comprensión marxista original y crítica de América Latina, en sus escritos y en su práctica política que, una vez más, recibe una renovada atención en un continente al frente del conflicto y el cambio. En su corta pero muy activa e influyente carrera, Mariátegui fue un organizador laboral, un exiliado en Europa, un periodista radical y un líder del emergente movimiento comunista latinoamericano. En este sentido, el marxismo de Mariátegui fue lo que podríamos llamar un marxismo “cálido”, muy alejado de las pretensiones científicas de los marxismos analíticos y teóricos (incluyendo una lectura un tanto dogmática del filósofo político francés Louis Althusser) que dominaron en América Latina durante la década de 1970. Toda su lógica era de compromiso práctico con la vida de los trabajadores y campesinos indígenas. Nunca fue seguidor de lo que algunos llamaron una “práctica teórica” leninista ni, tampoco, de las preocupaciones teóricas de lo que luego se conoció como “marxismo occidental”.Alejado de ideas grandilocuentes o generales, centró sus energías en la transformación social a partir de las prácticas y tradiciones populares. Rechazando todas las formas de un “esencialismo de clase” que reduciría toda la vida a sus orígenes de clase, Mariátegui se centró en el amplio potencial emancipador de las fuerzas sociales sociales, populares y étnicas. Mariátegui proporciona un compromiso marxista temprano con la situación y las aspiraciones de los pueblos amerindios, rompiendo con su propio socialismo temprano y bastante ortodoxo en un marco europeo. Comenzó a centrarse en la cuestión de la tierra como el principal factor subyacente en la sujeción de los amerindios. Sobre todo, argumentó contra toda forma de paternalismo, que la liberación de los pueblos amerindios era un asunto de ellos mismos. Su análisis se basó en una crítica temprana de las teorías marxistas y dominantes basadas en un “dualismo” entre campo y ciudad, sectores avanzados y atrasados ​​de la economía. Más bien, estos fueron vistos como una unidad dialéctica y el camino de la transformación social necesitaba ser concebido de una manera holística para él. Mariátegui vuelve a ser sumamente contemporáneo hoy en su análisis de la “economía indígena comunista” e incluso del “comunismo agrario” del ayllu (comunidad inca) y sus principios de reciprocidad y redistribución de la riqueza característicos de estos primeros comunistas, sus hábitos de cooperación y la solidaridad y su “espíritu comunista” fueron, para Mariátegui, precursores de la transformación socialista requerida en Perú y América Latina en general. 

Resumen de la Ponencia:

En este trabajo analizo básicamente los seis tomos de los Cuadernos de la cárcel (Quaderni del carcere) pero no para “repensar” la teoría social de Antonio Gramsci, redefinir sus conceptos ni dar ciertos ejemplos que hagan coincidir la teoría con la realidad, como lo hace la pseudociencia. Por el contrario, empleo el concepto de Immanuel Wallerstein “impensar” para para poner a juicio la validez de sus argumentos, haciendo una reflexión crítica con la finalidad de aportar algo nuevo a una obra que ha sido ampliamente estudiada por críticos y comentaristas, y mostrar la vigencia del pensamiento clásico de este autor para el análisis de los fenómenos contemporáneos. Si bien no es un autor latinoamericano, su pensamiento “latino” está en concordancia con nuestra realidad, sin mencionar que ha influenciado a varios pensadores de la región.

Resumen de la Ponencia:

En marzo de 1972, durante su «segundo exilio», Ruy Mauro Marini publicó en Chile su conocido ensayo Dialéctica de la dependencia, el que inicialmente fue reproducido como Documento de Trabajo en el Centro de Estudios Socio-Económicos (CESO) de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Chile, lugar donde desarrolló su actividad teórico-intelectual en tiempos del gobierno de la Unidad Popular. A no dudarlo, se trata de uno de los ensayos más notables del pensamiento crítico radical latinoamericano, y una de las síntesis más maduras de la llamada teoría marxista de la dependencia. En agosto de ese mismo año tuvo lugar en Santiago el X Congreso de la Asociación Latinoamericana de Sociología (ALAS-Chile), ocasión en la cual el militante e intelectual brasileño realizó una exposición pública del ensayo referido, el que prácticamente un año más tarde fue publicado como libro en México.   Con ocasión de la celebración de los 50 años de ese acontecimiento teórico, proponemos reflexionar sobre la genealogía del texto elaborado por Marini, la vigencia de las tesis formuladas en Dialéctica de la dependencia, la pertinencia de la reflexión política-intelectual ahí propuesta y la repercusión que esa apuesta ha tenido hasta el presente. Se trata de un ensayo ha alumbrado algunos de los debates contemporáneos más álgidos en América Latina, no solo en relación con la teoría de la dependencia sino también respecto a los horizontes de superación política del capitalismo dependiente en la región.Ahora bien, nuestra mirada apunta a evidenciar el sentido político de este ensayo, develar el núcleo racional que recorre sus páginas y, aún más, mostrar la actualidad de algunas de sus tesis y las posibilidades de proyección del análisis mariniano. Dado que este ensayo fue escrito con antelación a la fase neoliberal del capitalismo, resulta apropiado, tras medio siglo de existencia y de una conversación que se ha mantenido abierta hasta el presente, someterlo a un nuevo análisis crítico e intentar aportar al despliegue de algunos de los principales conceptos ahí delineados. El merito de Marini consiste precisamente en dotar al concepto de dependencia de una nueva clave explicativa, que inaugura una serie de disputas con el naciente dependentismo de la década de los sesenta, con lo que consigue situar el debate en un terreno político mucho más espinoso, más incómodo, de mayor radicalidad. No está demás señalar que son precisamente esas rupturas teóricas las que explican la virulenta reacción política que generó su intervención.   

Resumen de la Ponencia:

O debate teórico nas Ciências Sociais latino-americanas foi marcado em meados do século passado pelas discussões a respeito da particularidade do desenvolvimento da América Latina. Pensadores de diferentes perspectivas teóricas se debruçaram de uma ou outra maneira no estudo sobre o tema. Em meio a esse fértil debate, as contribuições da chamada Teoria Marxista da Dependência se destacaram ao relacionar o desenvolvimento dos países centrais com o subdesenvolvimento dos países periféricos. Pela primeira vez no âmbito do marxismo a temática da dependência ganhava centralidade na análise. Autores como Ruy Mauro Marini, Vânia Bambirra e Theotonio dos Santos buscaram demonstrar como o caráter dependente das sociedades latino-americanas acrescentava às contradições próprias do capitalismo elementos particulares que acentuavam a luta de classes. Superexploração da força de trabalho, transferência de valor, caráter restringindo do mercado interno, são alguns desses elementos. A partir mediações distintas, tais como o colonialismo, o escravismo e a acumulação primitiva, outros autores como Agustín Cueva, Jacob Gorender e Clóvis Moura aportam elementos teóricos que contribuem para o avanço da apreensão das particularidades da formação sócio histórica latino-americana, suas determinações para a formação dos Estados nacionais neste território e sua relação com o racismo e a luta de classes. Este artigo é desdobramento do projeto de pesquisa “A questão do Estado no capitalismo dependente: cartografia categorial desde a Teoria Marxista da Dependência” cujo objetivo é analisar a questão do Estado no Capitalismo dependente decifrando a contradição entre a ideologia da modernização do Estado latino-americano e sua expressão fenomênica concreta como coadjuvante no processo de aprofundamento da desigualdade social, produto da sobreposição entre subdesenvolvimento e dependência.O objetivo deste artigo é contribuir na reflexão acerca do Estado na América Latina  a partir do aporte do pensamento crítico latino-americano e, em particular, da Teoria Marxista da Dependência, partindo de uma problematização sobre o percurso metodológico para o estudo do Estado na América Latina e sua relação com a luta de classes. Para tanto, pretende-se abordar o impacto da dependência na particularidade do Estado na América Latina; a relação entre racismo, superexploração da força de trabalho e luta de classes e suas determinações na formação dos Estados nacionais; em seguida, considerando a lógica da acumulação do capital e da luta de classes na América Latina e que o desenvolvimento periférico do modo de produção capitalista na região, nos marcos da modernização capitalista em escala global,  engendra padrões e regulações bastante distintas dos países centrais, teceremos algumas considerações acerca do Estado dependente e das suas formas de intervenção na “questão social”.  

Resumen de la Ponencia:

Florestan Fernandes (1920-1995) é considerado um dos grandes responsáveis pela institucionalização das ciências sociais em São Paulo e no Brasil. Entre as décadas de 1940 e 50, a proposta de uma sociologia científica não desprezava a incorporação do legado político e intelectual de Marx, embora sua perspectiva não pudesse ser considerada estritamente como marxista. Nos anos 60, com o aprofundamento dos estudos sobre subdesenvolvimento e capitalismo dependente, a presença de Marx se tornará mais intensa. Seria somente nos anos 70 após sua aposentadoria compulsória da Universidade de São Paulo (USP) como medida punitiva da ditadura de 1964, contudo, que se daria a virada de Florestan Fernandes ao cultivo do marxismo como uma teoria revolucionária. Essa mudança não foi imediata, tanto que sua principal obra, A revolução burguesa no Brasil (1975), leva o subtítulo de ensaio de interpretação sociológica, representando sua síntese teórica e metodológica das correntes clássicas e modernas da sociologia. Já aí irá elaborar, em íntima aproximação com as teorias marxistas do imperialismo (Hilferding, Lênin, Rosa Luxemburgo etc.), suas categorias fundamentais para a explicação da formação social brasileira e, aventando certa generalização, latino-americana: capitalismo dependente e autocracia burguesa. Fernandes considerava o Brasil um caso extremo do capitalismo dependente, com isso sinalizando estruturas e dinamismos históricos que iriam se reproduzir, com as devidas mediações concretas, em outros países da América Latina. A partir de tais análises sociológicas e do estudo aprofundado de processos revolucionários socialistas (as revoluções russas, chinesa, cubana etc.), seus escritos passam a refletir sobre as particularidades e singularidades do processo revolucionário brasileiro. Nesse momento não apenas se dedica à leitura detida da obra de Lênin e das tradições do chamado marxismo ocidental, mas também incorpora o diálogo com pensadores e políticos de outras nacionalidades latino-americanas, tais como José Martí, José Carlos Mariátegui, Sergio Bagú, Che Guevara, Fidel Castro, dentre outros, e das perspectivas revolucionárias terceiro-mundistas, em especial Frantz Fanon, Mao Tsé-Tung e Ho Chi Minh. Vale lembrar que um dos volumes da coleção Grandes Cientistas Sociais, sob sua coordenação, foi reservada para o nome de Simon Bolívar. O objetivo do presente trabalho será realizar um balanço da construção do marxismo como teoria revolucionária no pensamento de Florestan Fernandes, sinalizando seus primeiros momentos de incorporação crítica das ideias de Marx, mas focalizando, sobretudo, o período dos anos 70 até meados da década de 1980. Pretendo argumentar que suas categorias de capitalismo dependente e autocracia burguesa não podem ser adequadamente compreendidas sem essa referência mais ampla à literatura revolucionária latino-americana. Sua maior contribuição teórica à compreensão do capitalismo mundial possui, nesse sentido, uma raiz histórica nas formações sociais da América Latina.

Resumen de la Ponencia:

A partir de pesquisa empírica documental, desenvolve-se a hipótese da centralidade dos conceitos gramscianos no pensamento de Fernando Henrique Cardoso em três momentos do que chamamos por refração: i)  entre 1964 e 1974, tese da hegemonia dependente da burguesia no Brasil, ii) entre 1974 e 1983, defesa do Estado brasileiro como Príncipe Moderno na análise da coalizão agrário-industrial-militar no pós-1964, e iii) de 1983 a 1988, formulação da noção de transformismo autoritário-esclarecido para explicar o comportamento das elites econômicas e militares brasileiras diante da pressão pela democratização do regime. A progressiva mobilização das ideias gramscianas por Cardoso, o qual converteu um insight analítico presente em seus ensaios dos anos 1960 - a ideia da ausência/impossibilidade de uma burguesia hegemônica no Brasil - em um conjunto de reflexões a respeito da impossibilidade de um "príncipe moderno" - um sistema partidário robusto - brasileiro e sua consequente substituição pelo Estado.Nos anos 1960, Cardoso usa o conceito de hegemonia de maneira retórica. Embora Cardoso cultivasse simpatias ideológicas pela experiência socialista, seus escritos analíticos e políticos revelam uma relação de distanciamento analítico progressivo do comunismo soviético e de suas fontes teóricas. A partir dos anos 1970, nosso autor escreve de maneira explícita a respeito das ideias e conceitos gramscianos reivindicando sua utilidade para pensar a realidade brasileira. Aqui a incorporação do léxico gramsciano é criativa, em particular do conceito de “príncipe moderno” que Cardoso incorpora explicitamente. Nos anos 1980, a dívida se torna mais explícita e o uso mais sistemático na tentativa de encontrar uma "terceira via" para a transição brasileira para a democracia.

Introducción:

A história da circulação e usos das ideias de Antonio Gramsci por intérpretes do Brasil geralmente é dividida em dois momentos: i)  os anos 1930, marcados pela campanha pela libertação de Gramsci do cárcere fascista, em que há uma recepção e circulação espontânea e esporádica entre anarquistas e socialistas; e ii) a partir de meados dos anos 1960, em que os Cadernos do Cárcere recebe uma edição brasileira e são traduzidos ensaios de seus principais intérpretes italianos, é possível identificar uma apropriação consciente e substantiva, especialmente no ambiente comunista. Esse segundo momento é comumente ligado ao ambiente pecebista sob influência da política cultural dos comunistas italianos. O presente artigo contribui para complexificar essa narrativa ao reconstruir um percurso distinto de circulação das ideias gramscianas: a trajetória de circulação das ideias de Gramsci nos escritos de Fernando Henrique Cardoso nos períodos da a ditadura militar e a transição democrática brasileira (1967-1988), contexto em que o intelectual uspiano emergiu como expoente das análises marxistas da formação social brasileira, hegemonia burguesa, dependência e autoritarismo na América Latina, bem como liderança política de uma corrente intelectual liberal-democrática com forte presença no ambiente acadêmico. 

A partir de pesquisa empírica documental, desenvolve-se a hipótese da centralidade dos conceitos gramscianos no pensamento de Cardoso em três momentos do que chamamos por refração: i)  entre 1964 e 1974, tese da hegemonia dependente da burguesia no Brasil, ii) entre 1974 e 1983, defesa do Estado brasileiro como Príncipe Moderno na análise da coalizão agrário-industrial-militar no pós-1964, e iii) de 1983 a 1988, formulação da noção de transformismo autoritário-esclarecido para explicar o comportamento das elites econômicas e militares brasileiras diante da pressão pela democratização do regime. Nas próximas seções nos debruçaremos sobre cada uma das refrações identificadas, a fim de demonstrar a progressiva mobilização das ideias gramscianas por Cardoso, o qual converteu um insight analítico presente em seus ensaios dos anos 1960 - a ideia da ausência/impossibilidade de uma burguesia hegemônica no Brasil - em um conjunto de reflexões a respeito da inexistência/impossibilidade de um "príncipe moderno" - um sistema partidário robusto - brasileiro e sua consequente substituição pelo Estado.

Desarrollo:

Primeira refração: a hegemonia como (ausência de) liderança burguesa

Nesse primeiro momento, a presença de Gramsci não é explícita e se dá por meio do conceito de hegemonia que, em Cardoso, consolidaria um sentido analítico amplo, transitando entre as noções de: i) capacidade dirigente de um grupo ou classe social; ii) força de um determinado sistema político ou econômico; e iii) de peso político ou econômico de uma nação no plano internacional (potência). O uso deliberadamente livre do termo permitia, por um lado, o contraste com as análises pelos intelectuais comunistas brasileiros que reduziam o sentido do conceito ao lugar do proletariado na política nacional no século XX. Além disso, permitia ao sociólogo paulista o estabelecimento de formas de diálogo com correntes político-intelectuais que despontavam em universidades da América Latina, Estados Unidos e Europa na segunda metade dos anos 1960. 

Foi com o sentido de "direção" e "capacidade de liderança efetiva" que o conceito de hegemonia apareceu pela primeira vez nos escritos de Cardoso, em Empresário industrial e desenvolvimento econômico, publicado em abril de 1964. A hegemonia era pensada pelo autor como função política de direção, liderança de classe. Ao investigar a "autoridade", entendida aqui como a função de "líder", do capitalista na estrutura de poder no mundo ocidental (CARDOSO, 1964, p. 16, 21), Cardoso concluiu que as possibilidades da "hegemonia burguesa", no caso brasileiro, eram limitadas pela combinação entre "o subdesenvolvimento e a sociedade de massas em formação" (CARDOSO, 1964, p. 175). Ou, ainda, de que o "risco da perda da hegemonia política" pressionava "o setor privado da economia nacional", impedindo um posicionamento resoluto entre "apoiar os movimentos populares que pressionavam no sentido da estatização dos setores básicos da economia ou associar-se aos capitais estrangeiros para tentar o desenvolvimento nos moldes clássicos" (CARDOSO, 1964, p. 175). Assim, a hegemonia política da burguesia no Brasil era apresentada como um projeto inconsistente, abandonado em nome do apoio à "estratégia de reação dos grupos dominantes tradicionais" de uso da força (CARDOSO, 1964, p. 178, 186). 

Essa elaboração apareceria com maior destaque no artigo "Hégémonie bourgeoise et indépendance économique" de 1967 em que o autor oferece uma interpretação frontalmente antagônica à leitura pecebista, segundo a qual o esquema analítico da "Alliance pour le développement" nacional seria superficial e metodologicamente limitado aos termos da economia interna. Por esse motivo, seria incapaz de entender o problema da "vocation hégémonique" burguesa no Brasil (CARDOSO, 1967a, p. 661). Em outro artigo do mesmo período, Cardoso tratou o mesmo tema no plano latino-americano e apresentou a hegemonia como operação própria das elites políticas em um "system of alliances among groups that have the elites which constituted traditional society as the pivot" (CARDOSO, 1967b, p. 23). Essa interpretação proposta para a hegemonia, contudo, carecia de aprofundamento: se a burguesia brasileira não é capaz de alcançar uma vocação hegemônica (de direção) própria, como explicá-la politicamente?

Em artigo publicado em 1970, Cardoso tentou escapar da solução para esse problema baseada na perspectiva da escolha racional e egoísta dos agentes econômicos. A "inexistência de vocação hegemônica" não significaria a ausência de uma política de classe, mas sim a presença de uma "situação de dependência", de uma "política de interesses divididos com as demais classes dominantes" (CARDOSO, 1970a, p. 65). A hegemonia política se daria em uma coalizão de interesses na qual existiriam conflitos e oposições que, contudo, se expressariam mais "no nível econômico do que na esfera do poder" (CARDOSO, 1970a, p. 65). Embora o léxico gramsciano não fizesse parte da análise empreendida aqui, as conclusões analíticas que levavam Cardoso a propor a tese da "burguesia dependente" eram explicitamente derivadas do problema teórico da hegemonia apreendido do contexto linguístico nacionalista e comunista pré-1964: para ele, a opção burguesa pelo desenvolvimento associado não poderia ser interpretada como uma falta de consciência de classe, mas sim como o “​​​​reconhecimento da impossibilidade histórica de uma política hegemônica” própria; na realidade, a “situação de dependência” explicitava “que a estrutura da situação não contém necessariamente um projeto político de hegemonia nacional a ser cumprido pela burguesia industrial” (CARDOSO, 1970a, p. 68).

 Nesse mesmo ano, Cardoso publicou com Enzo Falleto o ensaio Dependencia y desarrollo en América Latina: ensayo de interpretación sociológica, uma análise estratificada capaz de "diferenciar os diversos modos de subdesenvolvimento segundo as relações particulares que esses países mantêm com os centros econômica e politicamente hegemônicos" (CARDOSO e FALETTO, 2004, p. 38). A hegemonia, aqui, apareceu principalmente articulada às noções de "centro" - nação ou potência internacional - e de "grupos" sociais e econômicos. O conceito de hegemonia era desenvolvido em termos de "consentimento e obediência" de grupos econômicos ao redor de uma "ordem legítima", aproximando-se da concepção gramsciana de hegemonia como combinação entre direção e domínio. Aqui, a falta de hegemonia (direção) de um setor da classe dominante servia para explicar a aliança estabelecida entre grupos modernos e "oligarquias locais" (CARDOSO e FALETTO, 2004, p. 61, 77). A hegemonia (direção + domínio) era, agora, interpretada na chave de um "sistema dependente" capaz de redefinir as condições de funcionamento da economia e limitar a capacidade de "algún sector de la clase de ejercer hegemónicamente el rol de unificador político del conjunto" (CARDOSO, 1970b, p. 59). Apesar do conceito de dependência já circular entre analistas do subdesenvolvimento latinoamericano em meados dos anos 1960 (FRANK, 1992), o texto de Cardoso e Faletto parece ter sido o primeiro a usá-lo associado ao conceito de hegemonia. No Post-Scriptum, escrito em 1979 para a tradução do ensaio em língua inglesa, as referências à centralidade do conceito de hegemonia e à fonte teórica do mesmo seriam explícitas: segundo eles, devemos analisar a “contradição entre Estado-povo-nação e desenvolvimento” nos termos “do que Gramsci chamava de relação de hegemonia: a capacidade de dirigir, propondo modelos culturais próprios que pode ter uma classe com aspirações a exercer a dominação” (CARDOSO e FALETTO, 2004, p. 226). 

Mesmo já estando em contato com o texto gramsciano desde a segunda metade da década de 1960, a referência explícita ao pensamento de Gramsci nos textos de Cardoso permaneceu pontual até o início dos anos 1970. Embora usado de maneira livre, o conceito de hegemonia parece se prender, ainda, a um quadro conceitual anterior, genericamente comunista ou associado a uma atualização da leitura tradicional das relações entre potências internacionais em chave centro-periferia. Nos anos seguintes, contudo, o intelectual sardo assumiria um lugar de destaque como ponto de apoio e fonte de inspiração e reflexão crítica constantes no pensamento do sociólogo brasileiro.

Segunda refração: o Estado como "príncipe moderno" no Brasil

Em Paris, entre meados de 1967 e março de 1968, Cardoso já tinha contato com os escritos carcerários de Antonio Gramsci. No livro Política e desenvolvimento em sociedades dependentes, publicado em 1971 na capital francesa logo em seguida ao ensaio realizado com Faletto, Cardoso cita a edição temática italiana Note sul Machiavelli, sulla politica e sullo stato moderno publicada originalmente em 1949 pela Einaudi. Apesar de aparecerem com frequência os conceitos de hegemonia, consenso e sistema/situação de força, a referência direta a Gramsci ocorre uma única vez em uma nota de rodapé como comentário à interpretação do "primeiro ensaio" do livro, o que mostra a pouca familiaridade com a história dos escritos carcerários, compostos na verdade na forma de parágrafos e rubricas temáticas (CARDOSO, 1971, p. 11). 

Nesse trabalho, Cardoso explorou especialmente a ciência política "sistêmica" de inspiração parsoniana, focando no pressuposto dessa literatura de que ainda que os sistemas políticos assumam formas muito variadas, eles possuem, em comum, o "modo característico de funcionamento como sistema político", ou seja, "sua capacidade de distribuir valores à sociedade e assegurar sua aceitação" (CARDOSO, 1971, p. 33). Assim, mesmo um sistema político como o brasileiro, marcado pela "situação de dependência nacional", poderia encontrar uma solução de equilíbrio sistêmico que, aliás, Cardoso chamaria por "desenvolvimento dependente" (CARDOSO, 1971, p. 53). Na análise histórica das diferentes formações estatais latino-americanas, o equilíbrio da situação de dependência encontraria mais dificuldades em condições nacionais nas quais a subordinação externa fosse aguda a ponto de configurar a formação de "enclaves externos" (como no México, Bolívia, Venezuela, Chile e países da América Central). Nesse caso, o sistema político seria substituído por um "anel de força" responsável por assegurar, "pela exploração quase diretamente ou diretamente sócio-política das classes dominadas, os recursos, as rendas, os meios de vida dos grupos dominantes" (CARDOSO, 1971, p. 74). Neste caso, Cardoso indicava uma redução drástica da capacidade do sistema político em "distribuir valores à sociedade e assegurar sua aceitação" e sua redução ao funcionamento coercitivo e estamental do "anel de força". Já países como Brasil, Argentina, Uruguai e Colômbia corresponderiam ao que Cardoso e Faletto haviam indicado como de "produção nacionalmente controlada", com maior capacidade interna das elites econômicas em "distribuir valores". 

Essa reflexão e a referência a Gramsci seriam retomadas no artigo A questão do Estado no Brasil, escrito em abril de 1974 e publicado em seguida na revista Dados (CARDOSO, 1975). Enfrentando o debate teórico sobre a legitimidade do regime militar no Brasil pós-1964, Cardoso buscou criticar  uma "interpretação liberal" do conceito gramsciano de hegemonia, já que em Gramsci toda situação política seria, também, correspondente a uma "relação de força" (CARDOSO, 1975, p. 194). Citando a edição Einaudi de 1966 do volume temático Note sul Machiavelli, sulla politica e sullo stato moderno, Cardoso apresentou sua interpretação do conceito gramsciano: a coerção exercida pelo Estado não constitui um impedimento necessário à construção de sua legitimidade, pois pode integrar o próprio exercício de sua hegemonia: "a própria coerção exercida para resolver problemas de um dado grupo (ou da sociedade) gera, ao resolvê-los [...], as condições de existência dos valores, símbolos, conteúdos morais etc. que passam a integrar a ordem dominante" (CARDOSO, 1975, p. 195. Grifos no original). Aqui, o exercício da hegemonia em Gramsci se equivaleria à capacidade do Estado em formular e sustentar regras de exclusão social e política - contemplando, neste sentido, a esfera da coerção. Visando o convencimento e, portanto, o consenso, essas regras garantiriam retribuições materiais para grupos sociais específicos por meio do crescimento econômico e de espaços controlados de diálogo. Esses últimos Cardoso chamou de "anéis burocráticos" - recuperando a ideia do "anel de força" -  definidos como "mecanismos mais flexíveis de incorporação e cooptação política" das classes médias na burocracia estatal (CARDOSO, 1975, p. 204).

Em artigo do mesmo ano na revista a Dados, ao analisar o governo de Castello Branco, Cardoso apresentou uma reinterpretação da noção gramsciana de que o "príncipe moderno", "elemento di società complesso nel quale già abbia inizio il concretarsi di una volontà collettiva riconosciuta e affermatasi parzialmente nell’azione" (Q 13, §1, p. 1558). Para Cardoso, no caso brasileiro o príncipe moderno seria o próprio Estado, e não um partido político; e o regime militar brasileiro não poderia ser considerado "fascista" dada a ausência de mobilização de massas (Estado = Sociedade Civil), mas sim um regime autoritário-burocrático (Estado = anéis burocráticos), hegemônico ao suprir “as funções de cimento simbólico do bloco de poder, bem como as de compatibilizar a crença dos membros do aparelho do Estado de que suas funções são gerais” (CARDOSO, 1975 [1974], p. 216).

Em dois textos publicados um pouco mais tarde - um como capítulo de livro e outro como artigo em periódico científico - Cardoso voltou ao problema da hegemonia e a Gramsci (CARDOSO, 1977a, 1977b). Meses antes, em novembro-dezembro de 1976, o historiador Perry Anderson publicara o importante ensaio "The Antinomies of Antonio Gramsci" na revista marxista inglesa New Left Review. Cardoso comentou com entusiasmo o texto de Anderson no artigo "Estado capitalista e marxismo" publicado em 1977 na revista Estudos Cebrap (CARDOSO, 1977b). Cardoso via, nesse ensaio, a confirmação de algumas das hipóteses interpretativas com as quais já trabalhava, como o uso de hegemonia não apenas para “explicar a capacidade de direção da classe operária”, mas para “​​enfatizar o 'momento de consenso', de perpetuação da 'direção cultural' da burguesia italiana frente às classes subalternas na época do Risorgimento” (CARDOSO, 1977b, p. 13). 

Orientado pela interpretação de Anderson a respeito das "antinomias gramscianas", Cardoso criticou alguns aspectos do que considerava a "teoria" de Gramsci para a relação entre Estado e Sociedade Civil: o pressuposto de que, no "Ocidente", a Sociedade Civil necessariamente predominaria sobre o Estado;  a ideia do equilíbrio das funções hegemônicas na relação entre Sociedade Civil e o Estado; e, por fim, o conceito gramsciano de Estado que abrangeria também a Sociedade Civil. Para Cardoso, existiria uma "indeterminação teórica" no pensamento de Gramsci ao desconsiderar as condições de exploração e as mediações que devem ser feitas através das instituições parlamentares em cada caso. Além disso, concluía, supor equilíbrio entre Estado e sociedade seria desconsiderar o poder da coerção estatal, de modo a menosprezar a significativa distinção entre lei e costume (CARDOSO, 1977b, p. 14). Para o autor, “a abordagem gramsciana [do Estado] coloca, neste plano, mais problemas do que pode resolver” (CARDOSO, 1977b, p. 14). Neste caso, seria mais vantajoso contar com abordagens analíticas que colocassem o monopólio da força e a centralidade da sociedade política como os elementos teóricos determinantes. Independente da precisão interpretativa dos textos e conceitos gramscianos, essa era uma constatação não apenas teórica, mas também política em um ambiente no qual a transição para a democracia passava a ganhar destaque.

Não obstante, ao contrário de Anderson - para quem o pensamento de Gramsci era ameaçado pelo "fantasma do reformismo" - Cardoso via nos "esforços teórico-práticos" do intelectual sardo um "enorme avanço para equacionar a política revolucionária em países nos quais a formação da Sociedade Civil se afasta muito do que ocorreu nas democracias ocidentais" (CARDOSO, 1977b, p. 30).  A análise gramsciana seria até mais "útil" para a "análise da política nas sociedades dependentes" do que das "europeias ocidentais em geral" devido ao "papel maior do Estado" ocupado nas primeiras (CARDOSO, 1977b, p. 30). Esse raciocínio justificava a combinação entre aspectos da ciência política de abordagem sistêmica norte-americana e a análise gramsciana da hegemonia. 

Terceira refração: o transformismo autoritário-esclarecido das elites

Com o advento do processo de redemocratização no Brasil, a questão da hegemonia burguesa colocou-se novamente. No início dos anos 1980, Cardoso reafirmou a tese da impossibilidade de hegemonia burguesa no processo de abertura política apontando três grandes razões: i) a falta de pioneirismo entre os empresários na reivindicação da abertura política impossibilitava que assumissem uma função dirigente no processo que se iniciava; ii) o apoio dessas elites a uma "ideia abstrata de abertura política" não resistiria diante das pressão dos setores populares; e iii) tal como em 1964, o empresariado industrial abrira mão de sua hegemonia de classe, agora frente ao fortalecimento da classe trabalhadora, privilegiando um projeto de transição proposto pelo próprio governo militar em um movimento de "transformismo autoritário-esclarecido" (CARDOSO, 1983). O eco aqui da interpretação gramsciana da revolução passiva na Itália do século XIX era evidente.

Retomando os temas gramscianos deixados em aberto, como problemas sem respostas, Cardoso propôs a existência de certo equilíbrio entre o Estado e a Sociedade Civil no qual: o Estado não enfraquece o suficiente para desfazer-se, nem a Sociedade Civil se organiza e fortalece o suficiente para “o desenvolvimento de uma estratégia de assalto ao núcleo do poder” (CARDOSO, 1983, p. 26). Por um lado, aumentavam as reivindicações político-partidárias, por outro, o regime abria espaços para que grupos sociais passassem a integrar o sistema decisório, a fim de cooptá-los. Neste processo, os grupos empresariais faziam e refaziam seu sistema de alianças, politizando-se por meio do que Cardoso chamou de “mecanismo de pinças”. Assim, paulatinamente “coloca-se para o empresariado industrial um problema que, em linguagem gramsciana, seria o equivalente de uma tentativa de superação da crise orgânica do Estado pela busca de novas formas de hegemonia burguesa” (CARDOSO, 1983, p. 11, grifos adicionados).

Cardoso ia além: existiam duas opções para a superação da crise orgânica aberta no contexto da crise derradeira do regime militar iniciado em 1964. A primeira delas seria o rompimento com o autoritarismo e a restauração da democracia através da transformação das bases sociais do Estado. A segunda alternativa, a escolhida pelo empresariado, seria a da aceleração do "transformismo autoritário-esclarecido" do Estado, estimulando a ampliação das “alianças de classe constitutivas do sistema de dominação” e promovendo transformações restritas o suficiente para manter 

[...] o controle do Estado pelo núcleo autoritário ancorado nas Forças Armadas e, em especial, na chamada "comunidade de informações", ambos plenamente convencidos de que segurança nacional só existirá com desenvolvimento econômico e este só é possível através das grandes unidades de produção, estatais e privadas, associadas às empresas multinacionais. (CARDOSO, 1983, p. 26).

Dentre as várias leituras desse período, Cardoso se dedicou a desconstruir especialmente aquela que afirmava a emergência de poder hegemônico popular como decisivo para a transição para a democracia. Nesse sentido, criticou quem sobrevalorizava e idealizava iniciativas políticas extra-institucionais ao mesmo tempo em que se recusava a pensar o Estado no Brasil. Em resposta a esse tipo de análise e em curiosa consonância com a política e análise pecebista, argumentou que a democratização da vida social seria insuficiente para apresentar uma alternativa à crise de hegemonia: “a hegemonia e o momento da liberdade (as ideias, os intelectuais, as grandes instituições reguladoras) não podem ser pensados separadamente da sociedade política." (CARDOSO, 1988, p. 53). Num cenário em que a crise de hegemonia não era capaz de ser solucionada em suas "bases sociais", Cardoso voltava para a noção gramsciana da hegemonia como capacidade de direção dos processos políticos pelas classes subalternas. Em outras palavras, uma direção que se daria a partir da apresentação de um projeto alternativo cultural-ideológico, construído de fora para dentro do Estado, em oposição ao projeto hegemônico implementado pelo governo vigente. Uma marcha democrática para dentro das instituições brasileiras. 

Na tentativa de identificar os desafios dessa nova direção política, Cardoso sugeriu, sem desenvolver, que o processo de abertura brasileira impulsionado pelos de cima por meio de espaços controlados, produziria um código hegemônico novo: “O ‘partido hegemônico’ do capitalismo oligopólico, especialmente nas situações de dependência, é o Estado como burocracia, como produtor associado às multinacionais ou às empresas locais e como governo em última ratio de base militar” (CARDOSO, 1993 [1981], p. 269). Essa formulação, contudo, parece estar em construção em seu pensamento. Em nota de rodapé, faz a ressalva de que não se trataria plenamente da hegemonia gramsciana, por esta apresentar maior sensibilidade às questões da direção e do convencimento. O sociólogo questionou se a noção de hegemonia como direção política ainda poderia ser usada quando o parlamentarismo liberal-democrático deixou de existir como princípio legitimador nas sociedades avançadas: “não estaria a noção de Gramsci contraposta, mas presa ao horizonte do liberalismo?” (CARDOSO, 1993 [1981], p. 269). Por fim, como que pensando em voz alta, sugeriu que o novo código hegemônico seria “manipulador” e não liberador, mas, de qualquer forma, “a hegemonia burguesa clássica tampouco era liberadora” (CARDOSO, 1993 [1981], p. 269). 

Frente a isso, as forças sociais poderiam aceitar a democratização e aproveitar as liberdades de seus espaços extra institucionais e dos espaços vazios oferecidos pelo regime, tal como os movimentos basistas estariam propondo; ou, no sentido oposto, poderiam transformar e democratizar a sociedade por dentro do Estado caindo, contudo, "no que queriam evitar, na vida política e partidária. Entretanto, esta proposta nestes termos é inaceitável: ela oferece mais do que riscos, certezas, de burocratismo em vez de democracia; de estatismo, em vez de socialismo” (CARDOSO, 1993 [1981], p. 271). A situação era a de um beco sem saída.

Conclusiones:

Nos anos 1960, o uso das ideias de Gramsci por Cardoso, em particular do conceito de hegemonia, assume tom retórico, sem referência aos textos originais. Embora Cardoso cultivasse simpatias ideológicas pela experiência socialista, seus escritos analíticos e políticos revelam uma relação de distanciamento analítico progressivo do comunismo soviético e de suas fontes. A partir dos anos 1970, nosso autor escreve de maneira explícita a respeito das ideias e conceitos gramscianos reivindicando sua utilidade para pensar a realidade brasileira. Aqui a incorporação do léxico gramsciano é criativa, em particular do conceito de "príncipe moderno", pois ao mesmo tempo em que Cardoso incorpora ativa e explicitamente conceitos e noções desse autor em suas análises, tece críticas e emenda correções. Já nos anos 1980, a dívida se torna mais explícita e o uso mais sistemático, particularmente na tentativa de encontrar uma "terceira via" para a transição brasileira para a democracia, evitando tanto o "jacobinismo" da esquerda radical emergente, como o burocratismo autoritário do poder militar. Uma leitura que de alguma forma antecede e orienta o que viria a ser a longa discussão sobre a revolução passiva no Brasil conduzida no ambiente intelectual acadêmico nos anos 1990 e 2000.

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Palabras clave:

Antonio Gramsci; Fernando Henrique Cardoso; Pensamento Político; Hegemonia 

Resumen de la Ponencia:

É conhecido o recente conceito de necropolitica, de Achille Mbembe, que se refere à legitimação da política da promoção da morte. O culto à morte e a prática de violência e genocídio são, entretanto, constantes na história da humanidade, tendo ganhado feições específicas já ao longo do século XX, notadamente no movimento futurista e nos regimes “de massa”. São fartos os estudos que investigam o papel da comunicação na conformação das massas em torno de uma disposição fascista, como por exemplo as clássicas pesquisas de Adorno e Horkheimer enfatizando as emissões radiofônicas, a televisão e o cinema, tanto na sociedade de consumo estadunidense quanto nos governos propriamente fascistas europeus. A presente apresentação propõe-se a discutir a relação entre a morte e a imagem, tendo em vista a proeminência inédita que a imagem ganhou com as redes sociais, seu imediatismo e a radicalização do que David Harvey chamara compressão tempo-espacial. Pretende-se sustentar que há uma relação intrínseca entre três elementos do capitalismo atual: o fetichismo – como categoria marxiana e freudiana –; a imagem veloz e instantânea – como meio mais acabado da sociedade do espetáculo, no dizer de Guy Debord e propício, psicanaliticamente, ao que Jacques Lacan denomina paixão do ódio e da ignorância –; e a morte como eixo central da psicopolítica, pra usar a expressão de Byung Chul-Han. A potência da imagem imediata na psicopolítica da morte situa-se na raiz da produção da subjetividade contemporânea: bildung é o verbo usado por Freud para cunhar a expressão “formação do eu”; bild significa imagem. Assim, em analogia ao conceito de personalidade autoritária caracterizado por Horkheimer em extensa pesquisa empírica de meados do século XX, o estágio atual do capitalismo neoliberal e seus mecanismos de dominação talvez produzam um tipo de subjetividade que pode ser nomeado personalidade fantasmática, que combina fetichismo, imagem e morte. Fenomenicamente, referencia os modos de ser contemporâneos ligados às mensagens visuais, ao espetáculo, à performance nas redes sociais, aos episódios instantâneos de fama, à influência comportamental da imagem no mercado e na política. Personalidade, no sentido aqui empregado, não remete a um suposto inato, a uma constituição própria de um indivíduo singular. Bem ao contrário, trata-se do traço exterior que se torna mais íntimo aos sujeitos do inconsciente, o êxtimo, no neologismo de Lacan, e que decorre da estrutura social e da ambiência de uma época. Se for válida a proposição desta personalidade fantasmática como marca da política da morte – para cuja sustentação também se estabelece um diálogo com as teorias de Muniz Sodré e Marcos Dantas –, seu funcionamento assumiu no Brasil dos últimos anos um caráter agudo, e é diante destas disposições que a democracia e a libertação da América Latina encontra seus desafios contemporâneos.