Resumen de la Ponencia:
Los grandes volúmenes de información, la velocidad con la que esta circula en internet y en
social media, la desesperación con la que esta se comparte sin siquiera conocerla, haberla leído o verificado, arrastra a millones de personas hacia la desinformación. La sobreabundancia de información, paradójicamente, produce desinformación. Vivimos en un tiempo en el que verificar la información que compartimos no requiere de operaciones demasiado complejas si uno está relativamente relacionado con la navegación en internet y la utilización de
social media. No obstante, la gente parece no estar dispuesta a invertir unos cuantos minutos en ello y, por el contrario, prefiere compartirla. Hoy día se habla de conceptos exóticos como infodemia, infodemiología, infobesidad, infoxicación, ansiedad informativa, síndrome de fatiga de la información para referirse a los efectos que tiene la sobrecarga informativa en la vida de las personas. Sin embargo, no se ha realizado hasta el momento una revisión crítica de estos conceptos pues tienen un sesgo y es que tienen una carga sanitaria en su significación. Una persona desinformada no es una persona enferma. Pero gracias a la proliferación de estas versiones sanitarias de la realidad social y su universo de acontecimientos, buena parte de lo que ocurre en la sociedad tiende a explicarse desde la dicotomía salud-enfermedad.En este trabajo se realiza una revisión crítica del origen de estos conceptos y se demuestra que su origen no sólo es, mayormente, empresarial, sino que por su calidad de neologismos débiles han circulado fácilmente en los medios de comunicación, la academia y la vida cotidiana. En este trabajo se sostiene que las concepciones sanitarias de la desinformación son erróneas y no resultan de mucha utilidad para explicar un fenómeno que, evidentemente, es de naturaleza social. Este trabajo llama la atención en lo importante que es entender el fenómeno de la desinformación lejos de las explicaciones sanitarias y hace una revisión crítica de los neologismos con los que se pretende explicar el fenómeno de la desinformación.