Resumen de la Ponencia:
La valoración de productos autóctonos de las cosechas andinas y los beneficios que proporcionan en su incorporación a nuestras dietas; le otorgan un elemento significativo en la mejoría de la calidad de vida de las personas de estas comunidades con su respectiva extensión a otros sectores, comunidades y países, son los aspectos cuando se habla del Chocho, como una alternativa alimentaria sostenible, y en base esta afirmación, se realiza un estudio documental con el objetivo demostrar la necesidad de integrar ciencia, sociedad y agricultura ancestral andina en la matriz productiva de esa región; el cual se logra a través de un enfoque cualitativo-etnográfico y un análisis explicativo a partir de fuentes bibliográficas que permiten demostrar la veracidad y necesidad de interrelacionar procesos de índole científicos, tecnológicos y sociales que permiten concluir que: La sociedad contemporánea demanda el desarrollo de prácticas agrícolas sustentables, que sean menos agresivas con el medioambiente y generen productos más saludables; la ciencia es la encargada de velar por el alcance de esta necesidad, cumpliendo con los principios bioéticos correspondientes y empleando metodologías para la evaluación y reducción de riesgos ambientales y estas presiden toda opción de desarrollo partiendo una opción viable de producción ecológica, constituye patrimonio cultural y parte importante del desarrollo económico comunitario.
Summary
The evaluation of native products of the Andean crops and the benefits they provide in their incorporation to our diets; give it a potential as a significant element in improving the quality of life of the people of these communities with their respective extension to other sectors, communities and countries, are the aspects that appear when talking about Chocho, as a sustainable food alternative, and based on this statement, a documentary study is conducted with the objective of demonstrating the need to integrate science, society and Andean ancestral agriculture in the productive matrix of that region; This is achieved through a qualitative-ethnographic approach and an explanatory analysis based on bibliographic sources that allow us to demonstrate the veracity and need to interrelate scientific, technological and social processes in such a way that allows us to conclude that: Contemporary society demands the development of sustainable agricultural practices, which are less aggressive with the environment and generate healthier products; Science is in charge of ensuring the scope of this need, complying with the corresponding bioethical principles and employing methodologies for the evaluation and reduction of environmental risks and these preside over all development options. The organic products consumption trend, which has been established as a lifestyle in harmony with the environment and beneficial to individual and collective health, encompasses a whole social sphere, being a viable option for ecological production, constitutes cultural heritage and an important part of community economic development.
Introducción:
La agricultura tradicional andina es una parte importante del patrimonio mundial de la humanidad, sus principios ecológicos de funcionamiento favorecen la conservación y el manejo de los suelos. Los productos derivados de esas prácticas continúan siendo parte de la dieta regional y se han universalizado por su calidad nutricional, sabor e impacto beneficioso para la salud. Estos aportan significativamente a la economía de varios países y son fuente de investigación para nuevos usos y la mejor comprensión de las técnicas de producción ancestral como una de las bases culturales de los pueblos autóctonos (Gortaire, 2016).
El chocho (Lupinus Mutabilis Sweet) es uno de esos cultivos tradicionales, este se produce principalmente en Bolivia, Ecuador y Perú con gran impacto en el desarrollo de comunidades indígenas de esos países andinos, impulsando el comercio y generando empleos. Su nivel de consumo está reconocido como parte de la dieta básica en esas sociedades, con diversidad de formas de distribución y preparación (Suca et al., 2015).
Considerando que diversos aspectos de la producción, cosecha, poscosecha y comercialización del chocho en el país no son conocidos y debido a la importancia agronómica, económica y nutricional que tiene el mismo para identificar los sistemas de producción prevalentes, limitantes y potencialidades del cultivo, así como la determinación de limitantes tecnológicas (brechas de producción) y demandas; unido al interés en los granos andinos ha sido renovado en los últimos 25 años, ya que varios estudios han destacado su valor como fuentes de alimento altamente nutritivas.
Así, diversas organizaciones gubernamentales y no gubernamentales dedican recursos a la investigación del impacto de estos cultivos en la sociedad y la matriz productiva de la región, las que van desde las prácticas ancestrales y la diversificación de la producción hasta su impacto en la salud humana (Jarrín Zambrano et al., 2018).
La Secretaria Nacional de Planificación y Desarrollo (SEMPLADES, 2012) explica que el gobierno pretende “generar mayor valor agregado” a los productos primarios del país, de tal forma que esto permita superar el actual modelo basado en recursos naturales, a un modelo de producción de recursos infinitos. La matriz productiva de un país no se puede cambiar de forma deliberada con un plan impuesto desde las alturas. Creemos que es ignorar que la matriz productiva se cambia con una educación de calidad que desarrolle recursos infinitos que permitan llevar a cabo la innovación del conocimiento.
La matriz productiva constituye la forma en que una sociedad elabora bienes y servicios con sus diferentes sectores y actores nacionales, provocando un determinado patrón de especialización en los procesos productivos que conlleva a la eficiencia por el uso consciente y programado de los recursos naturales y humanos para construir bienestar y desarrollo (Matute et al., 2017; Palacios et al., 2016).
La presencia constante de evidencias de que la producción de conocimiento científico de primera línea ha aumentado llamativamente, tanto en el plano cuantitativo como cualitativo. Por otro lado, la trasferencia de conocimientos ala producción ha avanzado muy poco, según evidencias que surgen del escaso dinamismo de la región en materia patentes y de los documentos de política científica tecnológica y de innovación que hacen públicos los gobiernos de la región.
En efecto, los países de América Latina han incrementado en forma vigorosa su presencia en aquellas bases de datos bibliográficas que dan cuenta de la “corriente principal de la ciencia” y así observamos que diversos estudios de diagnóstico y documentos de política científica y tecnológica elaborados por expertos y gobiernos de la región muestran que los sistemas de ciencia y tecnología de los países de la región se han caracterizado, con algunas excepciones y matices, por las escasas conexiones y la baja articulación entre el sector público de I+D –predominantemente universitario– y el sector productivo. Considerado esto como una verdadera falencia para el desarrollo de proyectos como estos. (Albornoz, 2009).
Sin lugar a dudas la ciencia es una vía para solucionar los problemas de la sociedad, por lo que, la investigación acerca del cultivo ancestral de chocho y la forma en que se percibe esta tradición cultural agraria y alimentaria, además de su impacto en la matriz productiva de las naciones reviste especial importancia.
Todo proceso de cambio genera resistencia, pero esta resistencia debe llamar la atención de los directivos de las Instituciones de Educación Superior, a fin de que todos estos aspectos, considerados por algunos como debilidades, se convierten en oportunidades, lo que permitirá un repensar de las prácticas académicas y contribuir al cambio de la matriz productiva propuesta desde el gobierno; es por ello que es preciso, evaluar la calidad de los diseños y rediseños curriculares, la calidad de la implantación y la calidad de uso, de forma sostenida, permanente y vinculante a los espacios colectivos que debemos remozar.
Estos antecedentes nos permiten desarrollar este trabajo con el objetivo de argumentar la necesidad de integrar ciencia, sociedad y agricultura ancestral andina en la matriz productiva de esa región.
Desarrollo:
La producción agrícola moderna transita hacia la creación de nuevas especies mediante la genética, lo que resulta controversial en relación con el posicionamiento ético de consumidores, productores y otros sectores de la sociedad como el científico y el político. Además de otros dilemas que se suscitan alrededor del uso métodos invasivos para los suelos y los agricultores. Así, la agricultura por métodos ancestrales se muestra como una posible solución viable (León Sicard, 2019).
Existen dos culturas antiguas que hace por lo menos cuatro mil años, fueron las que por primera vez llegaron a domesticar y utilizar en su alimentación dos especies de Lupinus: el Lupinus luteos en Egipto y el Lupinus mutabilis en los Andes, siendo estas especies utilizadas con fines alimenticios Tapia (2015).
Jacobsen y Mujica (2006) coinciden con el centro de origen ubicado en la región Andina de Bolivia, Ecuador y Perú, ya que en ellas se encuentra la mayor variabilidad genética.
Según otros autores (Suca y Suca, 2015) es conocido con diferentes nombres comunes, en el Ecuador y norte del Perú se lo conoce como chocho, al Sur de Perú y Bolivia se lo conoce como tarhui y en España es conocido como atramuz o lupino.
El Artículo 13 de la Constitución de la República del Ecuador establece que: “las personas y colectividades tienen derecho al acceso seguro y permanente a alimentos sanos, suficientes y nutritivos; preferentemente producidos a nivel local y en correspondencia con sus diversas identidades y tradiciones culturales”. El estado ecuatoriano promueve la soberanía alimentaria (AGROCALIDAD, 2013).
En este ámbito, la ancestralidad constituye un patrimonio cuyo valor no se circunscribe únicamente a las comunidades originarias, sino que constituyen un importante recurso para toda la humanidad, en tanto enriquecen el conocimiento mutuo por medio del diálogo, y permiten conservar el amplio espectro de la diversidad cultural existente en un territorio determinado.
A partir de esta denominación, los saberes ancestrales de los diferentes grupos indígenas se constituyen como parte del patrimonio cultural inmaterial, el cual hace referencia a aquellos conocimientos, prácticas, habilidades, expresiones orales y técnicas milenarias, transmitidas a lo largo de los años por generaciones, y que según la UNESCO deben ser salvaguardadas porque constituyen parte del legado e historia de nuestros antepasados.
Sin embargo, dentro de la sociedad aún no se les ha atribuido ese valor cultural, por el contrario, “Han sido desprestigiados, deslegitimados e incluso usurpados y puestos en una jerarquía inferior, como saberes de pueblos “atrasados”, “subdesarrollados” o “primarios” y, en el mejor de los casos, han sido considerados como “folklore”, lo que supone una gran problemática, pues, la alimentación y sus disimiles variantes como uno de los elementos de los saberes ancestrales son parte del patrimonio cultural inmaterial desarrolla” (Castro-Viera et al.)
El Chocho (Lupinus mutabilis Sweet) es la única especie americana del género Lupinus, que ha sido domesticada y cultivada como una leguminosa encontrándose en vías de extinción por la falta de información de las características de adaptación del cultivo y sus zonas de conservación, constituyendo una amenaza para la conservación de esta especie en el país, llegando a considerarse un cultivo olvidado y subutilizado (Peralta,2016).
Mantener la tradicional costumbre alimenticia de su consumo en las regiones alto andinas, principalmente en Ecuador, Perú y Bolivia, ha permitido que se mantenga su producción a nivel local, teniendo una incidencia en la economía y aspectos sociales y potencial en el desarrollo rural, sobre todo en los últimos años, también interesadas en la reducción de la pobreza con el uso de los granos andinos, la mejora de la seguridad alimentaria y la conservación del medio natural en las zonas donde crecen estos cultivos se espera que contribuyan a los cambios en la producción y consumo de los granos andinos y en definitiva, ayudar a reducir la pobreza rural, mejorar la seguridad alimentaria y la conservación de los recursos naturales. La superficie del cultivo de chocho en Ecuador es de 5974 Ha (III Censo Agropecuario Nacional). El rendimiento promedio a nivel nacional es de 400 kg/ha; sin embargo en la actualidad se están introduciendo variedades mejoradas con un rendimiento potencial de 1500kg/ha. La comercialización del grano de chocho se realiza de varias formas. Los productores venden a los intermediarios en los mercados locales de Guamote, Alausí, Latacunga, Saquisilí, Cayambe, Otavalo y Cotacachi; los cuales a su vez distribuyen a los procesadores. Los productores de las provincias de Chimborazo (69%) y de Pichincha (71%) consideraron que el precio del chocho en el mercado es bajo y que en muchos casos no permite recuperar la inversión realizada en el cultivo.
En la actualidad existen muchos problemas de desnutrición y malnutrición, por la deficiencia proteica en los alimentos, por el elevado crecimiento demográfico, la escasez y alto costo de las fuentes proteicas de origen animal. Esta problemática demanda producir fuentes proteicas de origen vegetal que sean económicas y accesibles, una alternativa es la producción de concentrado proteico a partir de chocho.
Una de las necesidades básicas del ser humano sigue siendo la alimentación y puede significar, probablemente, la raíz de una cultura. Se debe tener en cuenta que antes de la revolución industrial y de la globalización, los habitantes estaban limitados a lo que podían recolectar y producir de forma local; es por ello, que los sistemas patrimoniales alimentarios se desarrollaron en ese contexto; es decir, tratando de buscar la manera más simple y eficiente de producir y crear alimentos que sean bastante nutritivos. Permitiendo que el patrimonio alimentario siguió evolucionando con el ingreso de productos de otros lugares y fueron adaptados por sus pobladores, deforma útil (Medina, 2017).
Con la finalidad de reducir los costos de producción, en la formulación de los productos cárnicos se han introducido algunas sustancias, denominadas ''extensores'', cuyo objetivo es sustituir una parte de la carne que se emplearía, ofreciendo el aporte proteico y funcional adecuado. Desde una perspectiva económica, el criterio para la utilización de los extensores cárnicos es maximizar las utilidades reduciendo los costos de las materias primas. Así, la máxima proporción alcanzable de un extensor en un producto cárnico dado, está acotada por las diferencias entre las propiedades de la carne y las de los extensores con los que se la sustituye.
Entre las restricciones más importantes están las de orden tecnológico y legal, con un aspecto derivado de este último, que es el referente al valor nutricional y constituyen uno de los extensores más empleados en el reemplazo de proteína cárnica; su, contenido proteico promedio es de 40%, pero algunas variedades del chocho pueden alcanzar porcentajes de proteína bruta entre 42% y 43%, valores que se consideran elevados. La digestibilidad de la proteína proveniente del Lupinus mutabilis es de 80 a 90%y similar al de la soya y tiene semejanza en su contenido de aminoácidos esenciales con la proteína cárnica (Farinango, 2015).
El Ecuador en la actualidad da prioridad a cuestiones de soberanía alimentaria, reducción de la pobreza y el desarrollo de recursos locales y capacidades para lograr los objetivos de desarrollo del país. Estas prioridades proporcionan un contexto positivo para trabajar con grupos de indígenas y con los granos andinos. Adicionalmente, varios acontecimientos recientes han dado un impulso para trabajar en granos andinos.
La valoración de esta exige conocer tecnologías de transformación, técnicas para aumentar la vida útil, minimizar los riesgos y mejorar las propiedades nutritivas, funcionales y sensoriales, con el objeto de diversificar e incrementar la utilización de su consumo, siendo hora de que la estrategia nacional de desarrollo, se reoriente hacia el aumento, la diversificación de la producción y el consumo de alimentos nativos como este, con el fin de aliviar el hambre y la mal nutrición agravada entre otros factores por las dietas y costumbres alimenticias inapropiadas con una tendencia al patrón de consumo occidental caracterizado a la monotonía con alto porcentaje de carbohidratos y bajo consumo de proteínas (Suquilanda, 2012).
La afirmación anterior permite considerar que este cultivo, seguido de los de cereales quinua y maíz, es el sistema más importante en Chimborazo, Pichincha e Imbabura y las principales características botánicas de esta leguminosa permiten la sostenibilidad en las esferas productivas de estos territorios y la generación de una amplia gama de usos, constituyendo un elemento fundamental como nutriente indispensable en la salud de sus consumidores.
Esta leguminosa por el elevado porcentaje de proteína que contiene, motivo por el cual también se lo conoce como la soya Andina y los beneficios de esta legumbre en su incorporación a nuestras dietas; le otorgan un potencial como elemento significativo en la mejoría de la calidad de vida de las personas, tratamientos y la extensión de su uso en otros derivados alimenticios y exige conocer tecnologías de transformación, técnicas para aumentar la vida útil, minimizar los riesgos y mejorar las propiedades nutritivas, funcionales y sensoriales, con el objeto de diversificar e incrementar la utilización del consumo del chocho, fortaleciendo la producción y expansión en uso de prácticas sostenibles (Mujica y Moscoso, 2018).
Los agricultores han conservado la agrobiodiversidad mediante el conocimiento que ha sido transmitido de generación en generación, a través de la obtención de semillas y propágulos vegetativos, así como su siembra continua; éste es un proceso dinámico, en el que se selecciona e introduce permanentemente variabilidad mediante el libre intercambio de materiales entre comunidades, lo cual ha conducido al desarrollo de las llamadas variedades locales, folclóricas, primitivas de agricultor, teniendo como ventajas, entre otras, la adaptación a ambientes marginales y a estrés, con una conservación vinculada a su utilización y con un proceso evolutivo en marcha, como respuesta a cambios ambientales y presiones de patógenos y pestes (Arias y Medina, 2009).
El conocimiento científico se constituye en la forma adecuada para la solución de los grandes problemas de la sociedad y la toma acertada de decisiones. Al respecto, Núñez Jover (2018) plantea las siguientes pautas:
Creación de una visión holística del desarrollo de la dimensión potencial humano profesional, científico y técnico, potencializando la educación en todos los niveles con un enfoque humanístico. La implementación de la formación de consciencia de la función social de la ciencia en los investigadores, para una contribución ética a la economía local y nacional. La toma de decisiones políticas, culturales, económicas y educacionales por las autoridades correspondientes con respaldo y asesoramiento científico-técnico.El estudio de la sabiduría ancestral y popular, respetando los criterios de los individuos que son poseedores de esta, independientemente de su nivel de escolaridad.El establecimiento de adecuados canales de comunicación y procesamiento de la información, para viabilizar el intercambio con los diversos actores sociales.
El gobierno de la revolución ciudadana en Ecuador instrumentó un nuevo orden económico y social basado en la equidad y la inclusividad, estimulando la transformación del patrón productivo de la economía. Así, se requirieron mejoras sustanciales en la formación de capacidades en la educación y para el uso de las tecnologías de la información y las comunicaciones. Esto se fundamentó en principios, tales como (Proaño Altamirano, 2019):
Potencialización del talento humano que interviene en el desarrollo productivo en sectores de elevada productividad.Incorporación de la innovación, ciencia y tecnología a los procesos generadores de bienes y servicios en un esquema productivo complejo. Vinculación de los regímenes de educación, tecnología y conocimiento ancestrales al sector productivo.Compromiso e involucramiento de las instituciones de educación superior con el desarrollo económico, beneficiando la empresa y las oportunidades laborales.Incremento de la producción científica, tecnológica y cultural para aportar significativamente a solventar las necesidades de la transformación productiva, invirtiendo en proyectos de investigación y desarrollo.
Al respecto, la educación universitaria adquiere gran responsabilidad en la formación de los científicos y técnicos del futuro, requiriendo acciones dirigidas al beneficio y perfeccionamiento de las habilidades investigativas en sus estudiantes, con el fin de prepararlos integralmente para cubrir las necesidades sociales de su profesión, mediante el liderazgo empresarial, el humanismo y el espíritu emprendedor (Lara Satán, 2021).
Además de, establecer una armonía con la tendencia global del desarrollo sostenible, generando crecimiento económico procurando favorecer el medio ambiente a partir del establecimiento de adecuadas políticas gubernamentales, las que fomentan la creación de proyectos de investigaciones aplicadas para evaluar y mitigar los riesgos (Saltos García et al., 2020).
Todo lo anterior debe realizarse en medio de un mercado económico y financiero latinoamericano, que tiende al decrecimiento del financiamiento gubernamental de proyectos públicos, fomentando la liberalización y globalización del capital privado que conspira contra un desarrollo sostenible. Esto implica que la implementación de políticas que obliguen a las entidades bancarias a considerar riesgos ambientales y sociales en sus análisis para la concesión de créditos a nuevos proyectos de inversión (Freire Quintero, et al., 2018).
Entonces, la sociedad (comunidad) se organiza en producir bienes, productos o servicios siguiendo normas que protejan el ambiente y garanticen el desarrollo del país, mediante la interacción entre los distintos actores sociales, políticos, económicos y culturales, utilizando responsablemente los recursos disponibles en las actividades productivas con proyección futura (Díaz Rodríguez, et al., 2019).
Esa situación aportó a la tendencia mundial al consumo de productos orgánicos por la población a nivel mundial, lo que se ha establecido como un estilo de vida armónico con el ambiente y beneficioso para la salud individual. Generalmente, estas prácticas agrícolas no utilizan fertilizantes químicos, semillas u organismos genéticamente modificados y su procesamiento se realiza empleando ingredientes naturales (Paladines Ormaza, et al., 2017).
El trabajo de los investigadores que incursionan en la proliferación de estas prácticas debe construir y diseñar capacidades comunitarias, para fomentar la autonomía socioeconómica de estas. Además de indagar acerca de las posibles complicaciones que se presenten En ese nivel se materializan esas producciones y precisan la concentración de recursos (Cantú Martínez, 2019; Rojo, 2019; Aguilar, 2017).
Entonces, en la actualidad no se cuestiona la necesidad de desarrollar la agricultura sustentable en las comunidades a nivel global, constituyendo un paradigma que cumple con propósitos productivos, económicos, socioculturales y ecológicas. Así, se requiere la implementación procesos dinámicos y multidisciplinario para la evaluación de la sostenibilidad, mediante metodologías apropiadas (Painii Montero, 2020).
(Vilá Blanco, 2009), corrobora que las ciencias y las investigaciones como pilares en la generación de un sistema complejo de innovación, presiden toda opción de desarrollo y se conciben flexibles, abiertos e integrados a nivel global/local, desde una activa movilidad de la educación universitaria y que la a cultura científica se encuentra en el centro de todo lo analizado y en sus decursos históricos; además de considerar que adentrarnos en el entendimiento de una cultura científica y sus desafíos educacionales para potenciarla en las condiciones actuales, ha requerido penetrar en la comprensión de cultura, donde la índole de cualquier posible sucediendo.
A la cultura o las culturas se les toma el pulso en los micros escenarios en que se producen y reproducen, en una palabra, se autogestan y esto es lo que se pudiera considerar con el logro de la implementación de políticas nutritivas en los ámbitos andinos del Ecuador para poder entender una cultura científica desde una comprensión que no eluda lo que se ha eludido siempre, a saber: las identidades ciudadanas inter/retro/actuantes y sus posibilidades reales de aprehenderlas y proceder en consonancia con ellas y no chocar con las realidades de otros países en estos procesos .
Al observar el desarrollo de los instrumentos de producción, así como de los aspectos ligados a la fabricación, y al perfeccionamiento de los implementos destinados a la defensa, encuentra una serie de particularidades inmersas, en la historia de la evolución del pensamiento creativo de la humanidad e intenta demostrar que la historia de la técnica está sujeta a la evolución del género humano. Siendo esa parte de la cultura material de los pueblos, la que representa una medida interesante de su nivel evolutivo, así como de la capacidad tecnológica de los hombres para transformar su entorno, logrando mejorar sus condiciones de vida, mediante un proceso de innovaciones en constante ascenso.
Esto le permite afirmar que la evolución tecnológica depende directamente del nivel de desarrollo alcanzado por el género humano, tanto desde el punto de vista material, como en todo lo concerniente a la magnitud de su riqueza intelectual y espiritual, afectando por consiguiente, la estructura de la conciencia social, en cada uno de los modos de producción, de acuerdo con la capacidad que cada sociedad posee para asimilar el cambio tecnológico, apropiándose de lo mejor de él, para escalar los peldaños que lo conducen hacia nuevos parámetros de modernización y que sea posible constatar, cómo a partir de la simple elaboración de elementos de características aún muy primarias y elementales, el hombre va generando, apropiando, manejando y difundiendo sus propios aportes al know - how mundial know – how que poco a poco irá adquiriendo características ilimitadas al transferirse, copiarse, innovarse y apropiarse de generación en generación, de sociedad en sociedad, de país en país a través de los lazos invisibles que mueven la economía mundial o sea en la dinámica evolutiva de la humanidad, este saber-hacer o saber técnico se mantiene en el tiempo, gracias a su constante y ascendente movilidad.
Por esta razón, es posible comprender, cómo de formas aparentemente simples, se fuera pasando hacia otras más complejas, en la creación de respuestas adecuadas, de acuerdo con el nivel evolutivo de cada sociedad, y son estos principios (elementales unos, de alguna complejidad otros), que imprimen la especificidad a cada una de las formaciones sociales en la historia de la humanidad. (Acevedo Pineda, 2010).
Así miso concibe la evolución tanto técnica como tecnológica va acompañada de un movimiento constante y ascendente de las formas sociales, económicas, políticas y culturales, entre otras.
Para Acevedo Pineda, (2010). En este orden de ideas el hombre va configurando, como hemos dicho, su esquema o estructura de pensamiento acorde con cada momento de su desarrollo, generando respuestas, buscando alternativas y asumiendo los retos que se plantean hacia un futuro más global e interdependiente. donde la carrera tecnológica se ve como amenaza por dejar rezagados a la mayoría de los países, concentrando y monopolizando la producción, aplicación y difusión de la tecnociencia en correspondencia con los requerimientos del medio, esto ha sido una constante en la historia de la humanidad, que a su vez actúa como elemento de acercamiento entre las diferentes sociedades.
Pero el hecho de que el hombre primitivo creara y aplicara la técnica a su favor, constituye la característica diferencial sustancial con respecto al hombre contemporáneo; y reafirma que: ¨la cultura o las culturas se les toma el pulso en los micros escenarios en que se producen y reproducen, en una palabra, se autogestan y esto es lo que se pudiera considerar con el logro de la implementación de políticas nutritivas en los ámbitos andinos del Ecuador para poder entender una cultura científica desde una comprensión que no eluda lo que se ha eludido siempre, a saber: las identidades ciudadanas inter/retro/actuantes y sus posibilidades reales de aprehenderlas y proceder en consonancia con ellas y no chocar con las realidades de otros países en estos procesos¨.
Conclusiones:
La sociedad contemporánea demanda el desarrollo de prácticas agrícolas sustentables, que sean menos agresivas con el medioambiente y generen productos más saludables. La ciencia es la encargada de velar por el alcance de esta necesidad, cumpliendo con los principios bioéticos correspondientes y empleando metodologías para la evaluación y reducción de riesgos ambientales.
Las investigaciones como pilares en la generación de un sistema complejo de innovación, presiden toda opción de desarrollo.
Existe una tendencia por la población a nivel mundial al consumo de productos orgánicos, que se ha establecido como un estilo de vida armónico con el ambiente y beneficioso para la salud individual y colectiva que engloba todo un ámbito social.
El estudio y proliferación de la agricultura ancestral andina constituye una opción viable de producción ecológica, la que además constituye patrimonio cultural y parte importante del desarrollo económico comunitario.
La promoción de los beneficios del chocho en la alimentación, industria y salud permite incrementar su producción y consumo en las comunidades andinas y a nivel nacional.
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Palabras clave:
Palabras Clave: chocho (Lupinus Mutabilis Sweet), alimentación sostenible, producción ecológica.
Key Words: chocho (Lupinus Mutabilis Sweet), sustainable food, organic production.