Resumen de la Ponencia:
La neutralidad de ALC en la guerra Ruso-Ucrania, contribución para una era no hegemónica. El tratamiento predominantemente no cooperativo de EUA de los conflictos internacionales en nuestro mundo materialmente integrado transformó en Europa la beligerancia coercitiva que ha mantenido desde el fin de la Guerra Fría con Rusia en el ámbito económico y social en un enfrentamiento coactivo mediante su promoción de la guerra con Ucrania (GRUUA). Este episodio de extensión de su comportamiento confrontativo desde el ámbito de las relaciones económicas al de las relaciones políticas con Rusia es un capítulo más del conflicto internacional generalizado en el que EUA intenta redefinir el orden internacional a su favor. Una parte más relevante de la disputa por la remodelación del orden internacional en la que se inscribe la GRUUA, es la amenaza por parte de EUA de trasladar su creciente trato confrontativo a China desde la coerción en el ámbito político económico a la coacción militar. Durante esta intensificación confrontativa en los ámbitos económico y militar, EUA promueve en los países no involucrados directamente en el conflicto el alineamiento con su causa. Frente a esta exigencia, por el contrario, a América Latina y El Caribe (ALC) y a sus Estados les conviene adoptar, tanto por sus intereses como por sus valores apegados al multilateralismo bajo la egida de la ONU y al derecho internacional, una política de neutralidad frente a los beligerantes, tanto en guerra económica como en la guerra militar y el armamentismo, y una defensa de un mundo abierto al relacionamiento de todos los países del mundo entre sí, sin exclusiones y bajo los principios de respeto a la soberanía y de solución pacífica de las diferencias. Expondré primero la radicalización confrontativa de EUA en el tratamiento de los conflictos y sus efectos en Europa, después las razones por las que conviene a sus intereses y valores la neutralidad de ALC y sus Estados, y finalizaré argumentando que ello sería también una contribución a la remodelación del orden internacional adecuada a los nuevos tiempos.La neutralidad de ALC en la guerra Ruso-Ucrania, contribución para una era no hegemónica.Resumen de la Ponencia:
Los movimientos sociales han reconfigurado la geopolítica de América Latina en 2022, después de la contraofensiva de la derecha y de la extrema derecha con el golpe de Estado contra Dilma Rousseff, que puede concebirse el punto de quiebre de los “golpes suaves”, y que se profundizaron con el golpe de Estado contra Evo Morales en 2019 en Bolivia. Empero los gobiernos de izquierda han regresado en una segunda ola desde 2018 con los triunfos de Andrés Manuel López Obrador en México con el Movimiento de Regeneración Nacional en 2018, la elección de Nicolás Maduro en Venezuela en 2021 con el Partido ya consolidado Socialista Unido de Venezuela, de las elecciones en el triunfo de Alberto Fernández con el movimiento Peronista de izquierda en 2019, la elección de Miguel Díaz-Canel en Cuba en 2019 por el Partido Comunista, del regreso del Movimiento Al Socialismo con Luis Arce Catacora en Bolivia en 2020, con el triunfo Pedro Castillo Terrones de Perú a través de los movimientos sociales de izquierda y el sindicalismo en 2021, el triunfo de Xiomara Castro del Partido de izquierda Libertad y Refundación en Honduras en 2021, del arribo de Gabriel Boric en Chile en 2021 con un movimiento social de izquierda diverso, la ratificación de Daniel Ortega en Nicaragua en 2021, y la víspera de los altamente probables de Gustavo Petro en mayo de 2022 en Colombia con un amplio movimiento de izquierda, y de Luis Ignacio Lula da Silva en Brasil con el Partido del Trabajo de izquierda en octubre de 2022, nos lleva a observar que en América Latina hay una reconfiguración en el mapa político producto de reimpulso de los movimientos sociales y que éstos se ha reposicionado con alternativas de izquierda muy diversas y con diferentes niveles de profundidad de acuerdo a las condiciones sociopolíticas y culturales de cada país. Este es el propósito, el analizar la reconfiguración del mapa político producto de los movimientos sociales.Resumen de la Ponencia:
América Latina, y sus distintos países, fueron en los últimos años, como en las otras regiones del mundo, tocados por dos crisis internacionales, la sanitaria, del coronavirus y la diplomática y militar, consecuencia de la guerra entre Rusia y Ucrania.América Latina fue en los dos casos, más espectadora que actor reactivo, objeto más que sujeto de la sociedad internacional. ¿ Como entender esta incapacidad a fabricar respuestas colectivas permitiendo tener “voz y voto” real en el concierto de las naciones ? No revela esta ausencia de instrumentos intergubernamentales eficientes, un deficit estructural ?Para responder a esta pregunta es necesario tener unas imágenes de esta realidad tomadas desde ángulos distintos. Imágenes en movimiento, . Imágenes estáticas. Primero las en movimiento, en forma de film, film de la no existencia de respuestas compartidos a las dos crisis globales de los últimos años. Luego las del escenario de esta incapacidad a crear respuestas. A pesar de la existencia de un hojaldre de organizaciones regionales de lo más rico del mundo (ALADI; ALBA; CAN; Grupo de Lima; Mercosur; Prosur; SICA; UNASUR, etc.. presentados aquí sin valoraciones cualitativas) Las imágenes siguientes, en forma también fotográfica, muestran que esta abulia colectiva tan particular, altamente creativa, corre con la presencia, la omnipresencia, de actores exteriores que articulan proyectos regionales integrados a sus espacios nacionales (Conferencia de las Américas; Conferencias Iberoamericanas; OEA; Ruta de la seda; T-MEC de parte de China, Estados Unidos, Unión europea, España, Francia).Llama la atención por quien intenta leer y interpretar el film y las fotografías que el momento regional de América latina es, fuertemente ideológico (se puede repartir las organizaciones regionales entre grupos iniciados por gobiernos de derecha, y otros inventados por otros de izquierda. Lo que sugiere que los unos entran en contradicción con los otros lo que impide actuar eficientemente de manera conjunta y facilita la intromisión de actores exteriores, que defienden sus intereses proprios. Por otra parte esta situación refleja de un lado, y profundiza de otro una realidad histórica, la de un “continente”, al menos por su identidad cultural histórica, que siempre fue periférico, súbdito internacional, disputado entre grandes potencias. Colonizado en una primer etapa por España y Portugal, en una segunda económicamente colonizado por los Ingleses, y después por los Estados Unidos, y hoy en dia abierto a todo tipo de influencias competidoras.Lo que permite plantear en forma de conclusión la pertinencia de modelos abriendo espacios de autonomía internacional identificados por ideologías alternativas, neoliberales, o defendiendo un horizonte de desarrollo latinoamericano. Este diagnostico basado en una realidad electoral permanentemente contradictoria, impidiendo entonces la construcción de modelos colectivos de consenso lo hizo en diciembre pasado, el dia de su protesta, el nuevo presidente, progresista, de Chile, Gabriel Boric Font.
Introducción:
El mundo esta atraversando hoy en día dos crisis internacionales mayores. Una es sanitaria, la de la covid-19. La otra es diplomático-militar, consecuencia de la invasión de Ucrania por Rusia. Las dos tienen repercusiones en los distintos países de América Latina, como en los de Afríca, América del Norte, Asia y Europa.
-Una visión básica borra todo tipo de incidencias distintas entre los Estados que componen la sociedad internacional. ¿No tiene cada uno un peso igual dentro del sistema de las Naciones unidas ? No quiere decir que en la Asamblea general de la ONU, para tomar un ejemplo, Malta tiene el mismo peso en las votaciones que la India ? O para tomar un ejemplo latino-americano, el Acta de Chapultepec del 6 de marzo de 1945, no dice al respecto, lo siguiente en su parte I, articulo 1 : « .. Todos los Estados son (..) iguales entre si »[1].
-Con una mirada más cuidadosa uno no puede sino notar que algunos Estados tienen más capacidades reactivas que otros. Los de América Latina parecen responder al criterio definido durante la elección presidencial colombiana, ganada el 19 de junio de 2022 por el candidato progresista Gustavo Petro. Contestando a un periodista curioso de conocer su comentario relativo a la guerra emprendida por Rusia en Ucrania, dijo la cosa siguiente, « Tengo poco que decir. Colombia no puede incidir ni diplomáticamente para resolver el conflicto, ni militarmente, ni tampoco con ayudas humanitarias ».
-La opinión del político colombiano, que desde el 7 de agosto de 2022, preside su país, abre un abanico de preguntas. Tres de ellas, van a articular la ponencia que sigue.
1/ ¿ Es cierto que América Latina, en estas dos crisis, la sanitaria y la diplomático-militar, fue un actor internacional más pasivo que activo ?
2/ ¿ Refleja esta parálisis internacional una relación al mundo asimétrica de carácter estructural más que coyuntural ?
3/ ¿ Se puede entonces describir esta relación al mundo, como la de un espacio geográfico más disputado que en capacidad de existir por cuenta propia ?
[1] In Nuria Tabanera García, 2017, p 247
Desarrollo:
CRISIS Y RESPUESTAS LATINO-AMERICANAS
La pandemia fue la primera crisis global que tuvieron que enfrentar los gobiernos latinoamericanos. Les tocó reaccionar muy temprano. El primer caso declarado lo fue en febrero de 2020, en São Paulo. En pocas semanas todos los países fueron afectados.
Las respuestas dadas a la crisis sanitaria por los poderes ejecutivos tuvieron dos características :
En primer lugar, fueron desiguales. En algunos paises los responsables políticos minimizaron la enfermedad o siquiera la negaron, como en Brasil, en México o en Nicaragua. En estos países los dirigentes justificaron sus planteamientos negacionistas con argumentos religiosos. En otros como Argentina y Cuba los gobiernos tomaron medidas de defensa muy rapidamente. Lo que permite entender porque la cobertura vacunal fue diversificada. Según la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina y del Caribe (CEPALC) el abanico va de respuestas en algunos paises muy buenas, a mediana e insuficiente[1]. Lógicamente el número de víctimas es más fuerte en los países que tardaron en vacunar la población y recomendar medidas preventivas.
Las respuestas, segunda característica, fueron exclusivamente, o casi exclusivamente, nacionales a pesar de algunos intentos cooperativos. Este comentario lo hizo para lamentarle el nuevo presidente colombiano, Gustavo Petro, el 7 de agosto de 2022. Tanto para comprar vacunas, como para fabricarlas, las autoridades latinoamericanas privilegiaron iniciativas o soluciones locales. Intentaron fabricar vacunas nacionales en Cuba y México. Cuba lo consiguió. Exporta su vacuna Abdala. México se la compró en diciembre de 2022. El resto de los países, México incluido, a pesar de un intento Argentina/México de negociación conjunta con AstraZeneca, importo vacunas negociando en bilateral con empresas, y a veces gobiernos. China fue el proveedor mayor de distintos paises, en particular, Chile.
Las consecuencias de la invasión rusa de Ucrania, fue la crisis más reciente, que tuvieron que enfrentar los paises latinoamericanos.
Los posicionamientos iniciales fueron muy variados y a veces contradictorios. Colombia, condenó Rusia y señalo su solidaridad con Ucrania. Cuba condenó la invasión sin nombrar el invasor.
Pero, en la ONU, cuando tuvieron que votar aparecieron convergencias. Ningún gobierno apoyo la invasión rusa. La mayoria la condenó. Una minoria se abstuvo o no participo a las votaciones.
México, miembro no permanente del Consejo de seguridad de la ONU (CSONU) expreso, en una exposición de motivos de su voto de condena a la invasión rusa, el sentimiento colectivo mayoritario. Como continente que fue históricamente invadido, por España, Portugal, Estados Unidos, Francia, no podemos sino solidarizarnos con un país invadido[2]. Le toco al presidente salvadoreño, Nayib Bukele, presentar la argumentación más elaborada del rechazo a las sancciones contra Rusia que pidieron, e aplicaron a cuenta propria los Estados Unidos y sus aliados europeos e asiáticos[3].
De hecho entonces a pesar de declaraciones inicialmente muy diversas, emergieron convergencias para no meterse en un conflicto que tiene incidencias negativas para las economias latinoamericanas. Votaron, si mayoritariamente para condenar la invasión de un Estado soberano, miembro de la ONU, por otro Estado también miembro de las Naciones unidas. Pero tomando en cuenta las incidencias económicas del conflicto, escogieron mantener relaciones con Rusia, proveedora de fertilizantes, en Argentina, Brasil o Uruguay, de turistas en Cuba, de vacunas Sputnik en distintos países. Y entonces no sumarse a las sanciones propuestas por los Estados Unidos. Este rechazo, que fue unánimo, refleja también una posición de principio, el rechazo de vulnerar la soberania, que fue muchas veces socavada en América Latina, en nombre de valores presentadas como liberales o humanistas, como en el caso de Cuba,.
Pero a pesar de estas convergencias que aparecieron en distintas votaciones, dentro de la ONU o de la OEA, no hubo en ningún momento una concertación colectiva previa a las tomas de decisión.
América Latina, frente a la pandemia y a la invasión rusa de Ucrania, algunas conclusiones
Se nota en los dos casos, pero más en lo de la crisis ligada al conflicto ruso-ucraniano, la existencia de estratégias convergentes. Estas convergencias se notan de forma más clara en el caso de la crisis ruso-ucraniana, porque los latinoamericanos tuvieron que ponunciarse desde el principio en los foros internacionales, el de la ONU como el de la OEA.
Pero fueron en los dos casos, actuaciones paralelas. No hubo casi en ningún momento intentos de concertación colectiva para armar estratégias diplomáticas mutualizando estas convergencias para darles un impacto mayor.
Al contrario se privilegiaron estratégias nacionales, de defensa permitiendo surfear los problemas planteados por estas dos crisis.
Como no producen vacunas ni tapabocas, como no tienen capacidade militares y diplomáticas, los países latinoamericanos en el mejor de los casos, intentaron mantener espacios de autonomia, poniendo los potentes en competencia.
Practicaron lo que se podria llamar una diplomacia sanitaria « nacional-nasseriana »[4] diversificando la compra de vacunas
Escogieron mantenerse fuera de juego en relación a la crisis ruso-ucraniana.
Estos comportamientos son de jugadores sustitutos voluntarios. Plantean una pregunta que va más alla de la conyuntura. No seria esta actitud el reflejo de una relación al mundo estructuralmente asimétrica ?
LA ASIMETRIA AL MUNDO REFLEJO UNA HERENCIA PERIFERICA HISTORICA ?
Estas dos crisis reflejan, de hecho, una pasividad internacional reveladora de una asimetría al mundo. América Latina se comporto en « continente » dependiente, incapaz de construir respuestas defensivas colectivas, buscando en la bilateralidad asimétrica la mejor manera de esquivar los choques exteriores. Lo le viene de lejos.
América Latina, región históricamente dependiente de los polos de poder mundiales
América Latina, sea como tal, o sea en parte considerando cada uno de los países que la componen, no fue, y no es un polo de potencia económica. Hoy en 2022 no lo es. Y no lo fue en el pasado. Este punto es suficientemente conocido como para merecer una exposición particular. En lo mejor de los casos, en periodos recientes, algunos latinoamericanos fueron clasificados por los economistas en la categoria de « emergentes ». Uno piensa a Brasil y México, que tienen un PIB figurando según los años, entre el número 10 y 15 de la clasificación mundial.
Pero Brasil como México, son tan periféricos como los otros países latinoamericanos. Son, como lo demonstró Raúl Prebisch, partes de las periferias del sistema global del capitalismo[5]. Compran productos de valor agregada fuerte, venden materias primas agrícolas, energéticas, y mineras, o productos industriales de tipo maquiladoras. Esta tendencia se amplio en la primera década de este siglo. China que necesitaba alimentar su crecimiento industrial a dos cifras, comprando materias primas latinoamericanas, se convirtio en el primer socio de casi toda América del sur y el segundo de México. Para facilitar estas exportaciones, construir infraestructuras portuarias y viales, otorgó creditos, que la convirtieron en uno, con el FMI, de los principales banqueros de la región. Esta realidad es nueva en la medida que China ahora ocupa el papel que tenian en el pasado, Europeos y Estadunidenses. Pero no hace más que confirmar la situación periférica, de un sub-continente primarizado por las economías dominantes.
Paralelamente, o acaso consecuencia de esta realidad económica periférica, América Latina, no existe como lugar de poder en los foros diplomáticos internacionales.
Es ausente de los foros mayores de decisión económica mundial : el FMI y el G7. No tiene Estados formando parte, como miembro permanente, del Consejo de seguridad de la ONU.
Tampoco es un polo de poder militar. Ninguno de sus paises tiene capacidades de proyección exterior, como portaaviones. Ninguna fuerza militar latinoamericana tiene la posibilidad de defender el territorio nacional contra agresiones extracontinentales. Dos países latinoamericanos, Costa-Rica y Panamá, tomando en cuenta esta asimetría disolvieron sus fuerzas armadas.
En ningún momento les latinoamericanos sacaron la conclusión, que para compensar estas asimetrías, económicas, diplomáticas y militares, tendrian que mutualizar sus capacidades creando foros de cooperación. Existe, si, un hojaldre de organizaciones regionales, pero sin existencia duradera. El multilateralismo regional esta en crisis. Las alternancias entre « derecha » e « izquierda », después de elecciones, ideologizaron la cooperación regional. Cada grupo ideológico desestima lo propuesto y lo hecho por los adversarios. Dejan caer entonces, después de cada alternancia, las organizaciones existentes para inventar otras, en un ciclo sin fin. No consiguen siquiera concertarse antes de las cumbres del G20, los tres latinoamericanos miembros. En el G20, el único espacio internacional en donde estan presentes, Argentina, Brasil y México, « podrian haberse reunidos antes y llevar una posición común (..) en temas claves como la reactivación económica, el cambio tecnológico ». Pero no lo hicieron nunca, subraya el ensayista y ex-Secretario de Estado mexicano, Jorge G. Castañeda[6].
Al contrario los que aparecen como potencias regionales, en periodos de bonanza de materias primas, compiten más que cooperan, en los foros internacionales. Brasil, actuó como potencia global liderando en Haití una operación de paz de la ONU, buscando articularse con otros emergentes, China, India, Rusia, Africa del sur en el grupo BRICS, Turquia para intentar mediar en el litigio nuclear iraní. México medio en los conflicto internos de El Salvador y de Colombia. Participo a la creación de un grupo intercontinental, MITKA (México-Indonesia-Turquia-Corea-Australia), con otros emergentes.
La elección de un nuevo presidente del BID (Banco Interamericano de Desarrollo) el 20 de noviembre de 2022, y la crisis institucional abierta en Perú por la disolución inconstitucional del Congreso tomada por el Presidente Pedro Castillo, el 7 de diciembre de 2022, confirmaron el peso dominante de estas competencias regionales. Tres gobiernos presentaron candidatos para dirigir el BID, Brasil, Chile y México. Gano el candidato brasileño presentado por el gobierno de Jair Bolsonaro, Ilan Goldfajn, con el acuerdo del presidente electo, Luis Inacio Lula da Silva. Perdieron el chileno Nicolás Eyazaguirre, y el méxicano Gerardo Esquivel, candidatos presentados por sus presidentes respectivos, Gabriel Boric y Andrès Manuel López Obrador. La crisis institucional peruana abrio una nueva fragmentación entre los distintos gobiernos de América Latina. La decisisón inconstitucional del Presidente de la República fue vetada por el Congreso. Pedro Castillo fue detenido, y presentado a un juez. Lo sustituyo la vice-presidente, Dina Boluarte, electa, como Pedro Castilla, del partido de extrema izquierda, « Perú Libre ». Los presidentes de izquierda, de Brasil y Chile, reconocieron la legitimidad de la nueva presidente, considerando que la decisión del Congreso queda « en el marco constitucional (porque » el presidente Castillo violó) « la vigencia de la democracia y del Estado de Derecho ». Ecuador y Uruguay que tienen gobiernos conservadores adoptaron la misma postura. Las autoridades, de izquierda, de Argentina, Bolivia, Colombia y México, al contrario firmaron una declaración considerando que lo que se debia « priorizar es la voluntad popular que eligió a Castillo » y que entonces no se debia « revertir lo expresado por el libre sufragio ». Los presidentes de Cuba, Nicaragua y Venezuela condenaron la destitución de Pedro Castillo, pero no firmaron, o no fueron invitados a firmar, la declaración de sus colegas argentino, boliviano, colombiamo y mexicano.
Los momentos « bolivarianos » fueron muy conyunturales, ligados a la bonanza ocasional de las materias primas exportadas por algunos paises de América Latina, que instrumentalizaron este momento favorable para intentar liderar proyectos de cooperación regional. De 2000 a 2011, Brasil que tuvo años de crecimiento excepcional, lanzó la plataforma UNASUR (Unión de Naciones Suramericanas)[7], y las de diálogo América del sur, Liga arabe, y América del sur, Africa negra. México invirtio sus esfuerzos diplomáticos participando a la creación de la Alianza del Pacífico. Venezuela creo una red diplomática apoyada en su riqueza petrolera, con el ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América) y PetroCaribe.
Enfin, muchos latinoamericanos, a falta de proyectos « nativos », entraron en sistemas de cooperación armados por potencias exteriores. Dejando de lado un número elevado de tratados bilaterales, con China, Corea, Estados Unidos, Japón, la Unión europea, existen modelos asimétricos de regionalismo. 19 latinoamericanos son parte de la « Franja y la Ruta » china. México firmó un tratado de librecomercio de América del Norte, con Canada y Estados Unidos. Chile, Colombia, México, Costa-Rica, son parte de la organizacíon económica occidental, llamada, OCDE. Colombia es miembro asociado de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte. La Unión europea también firmó acuerdos con América central, México, los países de la CAN (Comunidad Andina de Naciones) y el Mercosur. Se crearon por otras partes sistemas de cooperación global, la OEA entre Estados Unidos y América latina, las Cumbres América latina-China, América Latina-Unión europea, y otros sistemas entre Alemania, España-Portugal, Italia y América Latina.
Asimetría y periferia tienen raices lejanas
Se puede mirando la historia en duración larga estimar que estas características no son conyunturales. Desde cinco siglos, en efecto, constituyen el Denomidador Común de América Latina[8]. Más, durante estos cinco siglos, América Latina, de hecho, jugó el papel de espacio revelador de potencia a nivel mundial.
En la época colonial : España y Portugal potencias marítimas mayores, eran al mismo tiempo los países que dominaban América Latina. Los competidores, Francia-Holanda-Inglaterra, mantuvieron una presión permanente sin resultados hasta el principio del siglo XIX.
Con la independencia, y en buena parte del siglo XIX, el Reino Unido, endeudo América Latina. El Reino Unido fue en el siglo XIX la potencia maritima y económica la más importante del mundo. Fue también la potencia que controló, los gobiernos de América Latina. Los competidores, Alemania-EUA-Francia, no consiguieron cambiar esta realidad hasta el cambio de siglo.
El siglo XX fue el, en América Latina de Estados Unidos. EUA paralelamente fue también la gran potencia maritima, económica, diplomática y militar del siglo XX. Los competidores, Alemania en los años 1933/1940- la URSS de 1945 a 1990, no llegaron a cambiar esta realidad.
En el siglo XXI, sigue clave la posición todavia, al menos militar, dominante de los Estados Unidos. Pero, China es más que un competidor de segundo rango. China pretende al liderazgo mundial. Y de hecho consiguio crearse un espacio económico, bancario, y diplomático en América Latina cada año más amplio. Según la CEPALC, China fue en 2019 el primer socio de Brasil ; Chile ; México, Perú ; Uruguay). 23% de las inversiones exteriores de 2010 a 2014 en América Latina vinieron de China ; 37% en 2020.
Una asimetría cientifica
« La literatura sobre Relaciones internacionales referida a América Latina destaca su perdida de gravitación en el escenario mundial » según los investigadores y profesores , Roberto Russell, y J.G. Tokatlian[9]. De hecho, América Latina no existe, o no es mencionada en las obras de analistas oriundos de países « centrales ». Sino, a veces, para subrayar su carácter de espacio regional, « bajo influencias »[10]. Lo que no quiere decir que no existen producciones intelectuales latinoamericanas relativas al sitio de América en el mundo, o visiones globales del mundo desde América Latina. Ya en el siglo XIX, el boliviano Benedicto Medinaceli, [11]propuso lecturas de América Latina, que anunciaban los trabajos de los investigadores de la CEPAL, relativos a la dependencia. Una obra recién editada ofrece al respecto, unas « interpretaciones críticas » y actualizadas, de las relaciones internacionales, « desde México y América Latina »[12]. Todo esto a pesar que desde el mundo de los especialistas occidentales de relaciones internacionales, « el flujo de conocimiento », se concibe en conciencia o no, como « asimétrico entre un Norte exportador y el Sur importador y consumidor[13] ».
Desde cinco siglos América Latina está en voladizo múltiple
Un voladizo económico porque América Latina es un espacio « atractivo » por los intereses exteriores. Basta con leer publicaciones diversas de centros empresariales, o leídos por inversores en búsqueda de lugares de ganancias[14]. Por ejemplo la revista francesa, « Questions internationales », publicó en 2022, un especial « América Latina ». En este número el artículo de Kevin Parthenay, responde a la pregunta relativa al sitio de América Latina en el mundo, centrandose en la « atractividad » de la región, lo que sobreentiende, que se esta hablando de la atractividad de la región para los inversores de países « centrales ».
Un voladizo cooperativo, casi siempre definido por polos exteriores, como lo vimos supra, impide que cuajen las organizaciones regionales, inter latinoamericanas. La tentación de firmar tratados bilaterales con China, por ejemplo esta en 2022 desestabilizando el Mercosur.
Un voladizo ético. Le tocó a América Latina, espacio débil, muchas veces, el papel de chivo expiatorio de la « comunidad internacional». Sea en materia de narcotráfico, de migraciones o a veces de libertades. Justificando volver a la Doctrina Monroe, como lo hizo J. Bolton, asesor del presidente D. Trump, en 2019, o el Secretario de Estado de Defensa de los Estados Unidos, Lloyd Austin, en la XV Conferencia de los ministros de defensa de América, de Brasilia, los 25-29 de julio de 2022.
Un voladizo ideológico. Para muchas ONG « occidentales », América Latina es un espacio « far west » de buena conciencia, un espacio definido como incapaz de desarrollarse a cuenta propría. Para muchos partidos políticos « occidentales » está también un lugar de apoyos automáticos para proyectos definidos en otras partes del mundo. La « Carta de Madrid », que pretende fundar una nueva internacional de ultra derecha, largamente difundida en América Latina, viene de Vox, formación española[15]. Democracia cristiana y social-democracia europeas integraron a sus organizaciones internacionales, en posición marginal, sus « homólogos » latinoamericanos. Los partidos alemanes, CDU y SPD, jugaron un papel constructivo al respecto. Las nuevas izquierdas europeas, - en particular el movimiento francés LFI (La France Insoumise), y el español Podemos-, intentaron articular desde Europa un pensamiento populista con argentinos, brasileños, ecuatorianos o venezolanos[16]. La Fundación del PT, Perseu Abramo, propuso por ejemplo un análisis del Bloque de Esquerda y de Podemos, « para una mejor comprensión de esos fenómenos y de sus posibles propuestas para los luchadores brasileños[17] ».
[1] Veáse, Cid Camilo, Marinho María Luisa, 2022
[2] Existe en la Ciudad de México (CDMX) desde 1981 un museo de las intervenciones ubicado en la demarcación territorial de Coyoacán
[3] Veáse, « La prensa gráfica », San Salvador el 9 de marzo de 2022
[4] En referencia a la diplomacia de equilibrio competitivo, entre Estados Unidos y Rusia, practicada por el Presidente de Egipto, Abdul Gamal Nasser (1954-1970)
[5] Prebisch Raùl, 2022, pp 371-385
[6] In Lagos Ricardo, Castañeda Jorge G., Aguilar Camín Héctor, 2022, p 61
[7] En portugués, União de Nações Sul-Americanas
[8] Ver Pinheiro Guimaraes Samuel, 2005
[9] Vease Revista CIDOB de Afers Internacionals, 2009
[10] Ver Théry Hervé, 2021, pp 510-523
[11] Veáse De la Reza Germán A., 2021, pp 141-157
[12] Veáse Schiavon Uriegas Jorge Alberto, Sletza Ortega Ramírez Adriana, López-Vallejo Olivera Marcela , Velazquez Flore Rafael, 2021
[13] Tickner Arlene B. , 2013, p 85
[14] Parthenay Kevin, 2022, pp 53-65
[15] Carta de Madrid, en defensa de la libertad y la democracia en la iberosfera, 2020
[16] Mouffe Chantal, Errejón Iñigo, 2015
[17] Moraes Reginaldo, 2016
Conclusiones:
CONCLUSIONES/PERSPECTIVAS
« ¿ Que papel le cabe a América latina en este panorama global ?[1]
Uno/Ser un espacio de asimetría histórica con los polos de poder : América Latina entonces como periferia disputada. Lo que fue desde siempre. Y lo que est todavía hoy en día.
Dos/Un espacio de regionalismo autónomo. Lo fue en los años 2000/2016. ¿ Podría repetirse con las alternancias de « izquierda » de los últimos meses ?
El contexto es distinto : en economía, en capacidades de los Estados, con la volatilidad de los electorados, el peso asimétrico de China en las cooperaciones sur/sur.
Tres/Los objetivos de los díscolos de la autonomía diplomática quedan los de siempre : multilateralizar. El diplomático mexicano, Bernardo Sepulveda Amor les expreso de la manera siguiente,[2], « desde una perspectiva histórica, defender la existencia del estado, como entidad política independiente (..) deber primario junto a la protección de la integridad territorial, afirmar la naturaleza soberana (..) del Estado mexicano (..) confirmación de un sistema internacional ordenado cuidando que se frustre este propósito (con) políticas de fuerza ».
Cuatro/Tres opciones son posibles dentro de este marco afirmativo :
La primera es de poner en competencia los polos de poder practicando un nuevo nacional-nasserismo sin necesidad de cooperaciones regionales. Estados Unidos y China crearon un nuevo contexto internacional por acceder a la hegémonia. Toca a América Latina como a todas las regiones del mundo. Lo que puede permitir a los actores periféricos, de América latina como a los de otras partes del mundo, abrirse un espacio de autonomía.
La segunda es apartar las cooperaciones interamericanas de toda forma de ideología. Lo propuso y lo sigue proponiendo el nuevo presidente chileno, Gabriel Boric Font y su ministra de relaciones exteriores.
La tercera es actuar colectivamente para reintroducir el multilateralismo en la agenda internacional. Lo que supone constituir un verdadero polo regional, impulsado por Brasil y México. La investigadora política francesa Mélanie Albaret, recordó en una de sus publicaciones, una posible metodología, ya practicada, por Rio/Brasilia y México en el Consejo de seguridad de la ONU[3].
[1] Eric Hobsbawn, in Lagos Ricardo, 2008, P 50
[2] Veáse Guerrero C., 2001, p 17
[3]Albaret Mélanie, 2014
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Palabras clave:
América Latina/Covíd y Ucrania/Ausencia de respuestas comunes
Resumen de la Ponencia:
Este trabajo explora el meta-populismo desde una perspectiva geopolítica. Se argumenta que los gobiernos del primer ciclo progresista (2000-2015) y los movimientos sociales, por medio de una articulación de carácter meta-populista, actuaron en nombre del “pueblo latinoamericano” como parte de una estrategia geopolítica de posicionamiento activo de los intereses regionales en la política global. Para ello, se analiza el concepto de populismo desde una perspectiva con orígenes epistemológicos en el Sur global y, de la misma forma, se le da una concepción ontológica al meta-populismo basada en los trabajos de Ernesto Laclau y Enrique Dussel. Posteriormente, como evidencia empírica de una articulación meta-populista en clave geopolítica en América Latina, se revisa el rechazo del ALCA en 2005. A manera de conclusión, se discute la necesidad de tener una política de identidad pan-regional fundamentada en el imaginario geopolítico de “pueblo latinoamericano” para enfrentar el nuevo escenario global caracterizado por las múltiples crisis de la globalización neoliberal.
Introducción:
El primer lustro del siglo XXI estuvo marcado por una nueva constelación de actores políticos de corte progresista que pasaron de la protesta y la oposición al ejercicio de poder gubernamental. Esta reconfiguración del mapa político regional fue en gran medida resultado de un ciclo de contestación social. El Levantamiento Zapatista en 1994, la formación de la Alianza Social Continental (ASC) en 1997, la emergencia del Foro Social Mundial en 2001, y el rechazo al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) en 2005, son algunos de los episodios o momentos más trascendentales de resistencia y movilización social. Ante este panorama, el escenario sociopolítico latinoamericano experimentó un conjunto de redefiniciones político-espaciales que dieron paso a la creación y mantenimiento de alianzas Norte-Sur y Sur-Sur (Preciado y Uc, 2014), así como la confrontación (geo)política y (geo)económica que marcaría el péndulo político de las siguientes décadas más allá de la dicotomía derecha-izquierda: neoliberalismo vs. anti-neoliberalismo.
Esta confrontación es particularmente importante, debido a que, como sostiene León (2017, p. 15), “lo geopolítico en América Latina tiene una condición singular en el neoliberalismo: la praxis espacial de sus clases dominantes [...] y, frente a ella, la praxis espacial popular [...] que resiste el avance del proyecto neoliberal”. En este orden de ideas, el presente trabajo busca responder la siguiente pregunta de investigación: ¿en qué consiste el meta-populismo latinoamericano desde una perspectiva geopolítica? A raíz de esta pregunta, se desprenden preguntas secundarias: ¿qué es el meta-populismo latinoamericano?, ¿qué actores sociales y/o políticos se articulan en el meta-populismo?, ¿existe evidencia empírica de una articulación meta-populista exitosa en América Latina?
Con base en estas interrogantes se ha formulado una hipótesis, la cual sostiene que el meta-populismo aparece en coyunturas críticas y ante la percepción de injusticia a múltiples escalas político-espaciales, por lo que, durante el primer lustro del denominado “giro a la izquierda”, las fuerzas sociales (movimientos sociales) y políticas (gobiernos progresistas), por medio de una articulación de carácter meta-populista, actuaron en nombre del ‘pueblo latinoamericano’ como parte de una estrategia geopolítica de posicionamiento activo de los intereses regionales en contraposición del imperialismo, el neoliberalismo y la amenaza estadounidense de crear un Área de Libre Comercio para las Américas. Este trabajo tiene como objetivo explorar el carácter geopolítico del meta-populismo latinoamericano a partir del análisis empírico del rechazo del ALCA en 2005. Asimismo, se pretende discutir la importancia de una política de identidad pan-regional que, igual que en el meta-populismo, se fundamente en el imaginario geopolítico de ‘pueblo latinoamericano’ para enfrentar el nuevo escenario global.
Desarrollo:
Del populismo al meta-populismo
El populismo se ha convertido en los últimos años en un elemento central de la política contemporánea. Gran parte de esta centralidad se debe no solo a su carácter global, sino también a su creciente desplazamiento de movimiento de oposición a ejercicio de poder gubernamental (Peruzzotti, 2017). Sin embargo, las conceptualizaciones del mainstream sobre el término suelen asociar al populismo con una acepción peyorativa (Madureira, 2020), limitando su potencial analítico para entender y explicar el panorama sociopolítico que atraviesa América Latina y el mundo, en un momento en el que la protesta y la contestación social no son la excepción sino la norma. En este trabajo no se pretende dar una definición o profundizar en una teoría general del populismo, sino contribuir al debate en torno a una tendencia política mundial.
Ahora bien, Dussel (2020), en una crítica sobre la instrumentalización del concepto para restarle validez a ciertos fenómenos políticos y sociales contrahegemónicos y progresistas, destaca que, en la actualidad, el populismo significa “toda medida o movimiento social o político que se oponga a la tendencia de globalización como la describe la teoría de base del ‘consenso de Washington’” (Dussel, 2020, p. 51). Esto, en cierto sentido, no es algo del todo negativo. El populismo, como se sostiene en este trabajo, ha allanado nuevos caminos para la reconfiguración de un orden regional latinoamericano alternativo al neoliberal mediante la disputa (geo)política y (geo)económica entre neoliberalismo y anti-neoliberalismo. Estas fuerzas populistas, opuestas a la globalización hegemónica, se deslindaron de la idea de la ‘política de la inevitabilidad’ (Snyder, 2018) mercado-céntrica, y en su lugar proyectaron un nuevo escenario político de resistencia a escala mundial que se convertiría en referente para las luchas políticas y sociales del siglo XXI.
En este sentido, Jaime Preciado (2021) sugiere que se puede hacer una distinción conceptual del populismo entre los enfoques liberales democráticos anglo-eurocéntricos y aquellas perspectivas con orígenes epistemológicos en el Sur global. El enfoque anglo-eurocéntrico, por un lado, ve al populismo como opuesto a la democracia moderna y no detecta diferencias sustanciales entre los movimientos de extrema derecha en Europa y Estados Unidos y los movimientos populares en países como Bolivia, Ecuador o Venezuela (Müller, 2017). Por otro lado, la perspectiva latinoamericana de autores como Enrique Dussel y Ernesto Laclau dotan al populismo de mayor complejidad. En la concepción de Laclau (2008, p. 253), el populismo es “un modo de construcción de lo político; modo que se funda en dividir a la sociedad en dos campos, y en apelar a la movilización de ‘los de abajo’ frente al poder existente”. De acuerdo con este autor, y en sintonía con el planteamiento de Dussel (2006) sobre la constitución del “hegemón analógico”, va a haber populismo siempre que el orden social sea considerado como injusto, y se llame a “construir un nuevo sujeto de la acción colectiva –el pueblo– capaz de reconfigurar ese orden desde sus mismos fundamentos” (Laclau, 2008, p. 253).
El proceso de constitución del “hegemón analógico” que plantea Dussel (2006) consiste en la construcción de una reivindicación hegemónica en la que, por mutua información, diálogo y traducción de las reivindicaciones diferenciadas de los distintos movimientos sociales, el “pueblo” se transforme en actor colectivo político “constructor de la historia desde un nuevo fundamento” (Dussel, 2006, p. 92). En síntesis, hay populismo cuando la injusticia estructural empuja hacia la formación de un pueblo, que a su vez constituye una reivindicación hegemónica que transforma al pueblo en un actor político colectivo capaz de reconfigurar el orden social desde abajo.
En cuanto al meta-populismo, la definición de De Cleen (2017) retoma algunos aspectos centrales de la teoría desarrollada por Laclau (2005) al sostener que en el meta-populismo se construye una cadena equivalencial entre populismos; de modo que los diferentes populismos, con sus especificidades nacionales, se unen a través de la oposición a las élites comunes internacionales, transnacionales o extranjeras, así como a élites nacionales similares. Adicionalmente, en el planteamiento de De Cleen, la resistencia meta-populista en contra de una élite extranjera o transnacional compartida suele ir de la mano de la construcción de una identidad pan-regional basada en un territorio común y una historia compartida construida mediante la oposición a grupos externos. Si bien De Cleen dilucida aspectos que se abordan en las conclusiones de este trabajo respecto a la política de identidad pan-regional como estrategia de integración, su definición de meta-populismo, aunque sugerente, se limita a internacionalizar la frontera interna en lo social propuesta por Laclau (2008), sin abordar temas como el papel de los movimientos sociales o la percepción de injustica estructural que llama a construir un nuevo sujeto de la acción colectiva trasnacional.
Por tanto, en este trabajo se entiende por meta-populismo el proceso coyuntural mediante el cual la articulación entre gobiernos progresistas y movimientos sociales busca reconfigurar un orden regional e internacional que se percibe como injusto. Para lo cual, en primera instancia, es necesario que se lleve a cabo un proceso populista a nivel nacional tal y como lo concibe Lacalu (2008), para después constituir un hegemón analógico reivindicativo transnacional entre los nuevos sujetos de la acción colectiva –pueblos- de cada país, transformando al pueblo latinoamericano -un pueblo de pueblos- en un actor político colectivo transnacional.
La geopolítica del meta-populismo en América Latina
En este trabajo se entiende por Geopolítica “un campo de problematización interdisciplinario que analiza las relaciones entre grupos humanos y el espacio a partir de los vínculos con el poder, su ejercicio y la transformación de este (Betancur-Díaz, 2020, p. 128)”. Dicho de otra manera, se trata de un campo de problematización donde confluyen diversas disciplinas para analizar fenómenos en los que se conjugan las variables de poder y espacio. Bajo esta lógica, el poder consiste en la capacidad de influir en el espacio, mientras que el espacio es un producto político que se deriva del intento de conciliar el espacio mental (valores y voluntad política) con el espacio real (geografía y territorio).
Dos aspectos clave de la Geopolítica permiten entender el carácter político-espacial del meta-populismo: la arquitectura geopolítica y las identidades pan-regionales. En lo que respecta a la primera, esta es definida por Dodds (2019, p. 46) como “el modo en que los Estados y las organizaciones no estatales acceden, gestionan y regulan la intersección de territorios y flujos y, al hacerlo, establecen fronteras entre dentro/fuera, ciudadano/extranjero y nacional/internacional”. En América Latina, la arquitectura geopolítica regional se subordinó a un nuevo orden neoliberal a escala continental construido a partir de dos prácticas: la libre competencia y la condicionalidad (Morales, 2019). Ambas prácticas estuvieron presentes el Área de Libre Comercio para las Américas (ALCA), el proyecto estratégico con el que el gobierno de Estados Unidos buscaba consolidar su hegemonía continental.
En primer lugar, la libre competencia sería la idea a través de la cual la racionalidad del mercado viajaría desde Estados Unidos hacia la periferia latinoamericana, universalizando de esa manera el neoliberalismo (Morales, 2019). La condicionalidad, por su parte, sería la práctica mediante la cual Estados Unidos garantizaría la libre competencia basándose en la idea de que el subdesarrollo no es una consecuencia del desarrollo sino solo una etapa que se puede superar a través del neoliberalismo. Por lo tanto, se trata de una práctica unilateral en la que Estados Unidos, actuando como proveedor, buscaba reafirmar su rol como agente privilegiado de la historia y recordar a América Latina su lugar como agente subordinado (Morales, 2019). En este sentido, la arquitectura geopolítica regional que proponía el ALCA pretendía unir a todo el continente bajo un modelo económico, político y social sintetizado en la predominancia de las compañías multinacionales, la protección de los intereses nacionales estadounidenses, y la exigencia de políticas librecambistas y recetas ortodoxas para las economías de la región (Tejada, 2010).
Respecto a las identidades pan-regionales, Dodds (2019) apunta que, en algunas ocasiones, las identidades pueden simplemente desbordar las fronteras territoriales o producirse deliberadamente para trascender a los Estados y sus fronteras territoriales. Las ideas políticas y culturales de “pueblo latinoamericano” o solidaridad “Nuestraméricana” son un claro ejemplo de la construcción de una identidad pan-regional en América Latina. A nivel intergubernamental, los marcos de regionalismo promovidos por el chavismo fueron los primeros en proponer retórica y prácticamente una identidad transnacional que desvinculara totalmente las ambiciones regionales de la integración latinoamericana de los vínculos con el poder hegemónico estadounidense (Wajner y Roniger, 2019). En la meta-narrativa del gobierno de Hugo Chávez (1999-2013), el pueblo tenía dos caras: por un lado, la nación latinoamericana y, por otro, el conjunto de pobres que conforman la base productiva venezolana y que conviven en los barrios y en las comunidades rurales (Garciamarín, 2018).
A nivel de activismo social, Preciado y Uc (2010) sostienen que las redes transnacionales de la sociedad civil organizada, mediante proyectos críticos al neoliberalismo y al imperialismo estadounidense como lo fue la Alianza Social Continental (ASC), lograron aglutinar diversas organizaciones civiles a lo largo del hemisferio para resistirse a la propuesta del ALCA, construyendo así una identidad pan-regional latinoamericana de resistencia desde las bases sociales. El ALCA, como señalan Bringel y Cabezas (2014, p. 331), “contribuye a reforzar el discurso de identidad latinoamericana y, de alguna manera, a revitalizar la matriz histórico-política generada por los dos grandes mitos regionales: el latinoamericanismo y el panamericanismo”, tanto a nivel intergubernamental como desde los movimientos sociales.
Ahora bien, el episodio más destacable de una geopolítica meta-populista en América Latina, en el que las variables de poder y espacio jugaron un papel prominente, tuvo lugar en la IV Cumbre de las Américas en Mar del Plata en 2005. En esa coyuntura política crítica, la convergencia entre movimientos sociales y gobiernos progresistas, en clave contrahegemónica, lograron frenar las pretensiones geopolíticas y geoeconómicas estadounidenses en la región. El proyecto ALCA se enfrentó a una praxis espacial de resistencia materializada en la III Cumbre de los Pueblos de América, donde una acción colectiva entre movimientos sociales y la resistencia de algunos gobiernos latinoamericanos lograron rechazar el proyecto estadounidense de un área de libre comercio continental (De la Cueva, 2005).
La constitución de un hegemón analógico reivindicativo transnacional, frente a un proyecto neoliberal e imperialista percibido como injusto, transformó a las fuerzas sociales y políticas en un actor político colectivo transnacional. En este tenor, la Cumbre de los Pueblos de América, como cumbre alternativa y contrapoder de laCumbre de las Américas, fue capaz de aglutinar en una misma coalición continental a movimientos sociales y gobiernos progresistas de distinto rasgo espacial y con demandas y reivindicaciones diferentes. En suma, la amenaza del ALCA consolidó una exitosa articulación político-social del meta-populismo latinoamericano en una coyuntura política crítica para el pueblo latinoamericano.
Conclusiones:
Como se ha argumentado a lo largo de este trabajo, el meta-populismo aparece en coyunturas políticas críticas, cuando el pueblo latinoamericano cobra conciencia del hegemón analógico de todas las reivindicaciones de movimientos sociales y gobiernos progresistas por igual, transformándose en un actor colectivo político transnacional. Sin embargo, ante la llegada de una nueva ola de líderes de progresistas, más heterogenia y variopinta que la primera, los nuevos gobiernos parecen no entender con claridad las complejidades de las fuerzas sociales que no solo exigen mayor participación política, sino que también luchan porque se lleven a cabo reformas estructurales profundas. Ante este panorama, es necesario un juego dialéctico entre las fuerzas sociales y políticas latinoamericanas que den respuesta a los malestares sociales, políticos y económicos que produjeron los estallidos populares de 2019 a lo largo y ancho de la región.
Para ello, como destaca De Cleen (2017), la resistencia compartida de ambas fuerzas frente a un orden regional e internacional injusto debe ir de la mano con la construcción de una identidad pan-regional basada en un territorio común y una historia compartida. Por tanto, frente a un escenario global incierto, enmarcado en nueva reconfiguración en el mapa político regional en el que la extrema derecha gana cada vez más terreno, así como los efectos de la emergencia sanitaria, económica, social y política que se sintieron y aun se sienten con especial fuerza en América Latina (González, Hirst, Luján, Romero, Tokatlian, 2021), la implementación de una política identitaria transnacional autónoma tiene el potencial para impulsar la construcción de una arquitectura geopolítica regional fundamentada en un mismo “pueblo latinoamericano”; una especie de convergencia entre la izquierda social y la izquierda política bajo un mismo paraguas identitario.
En caso de no lograrlo, de no efectuar profundas reformas estructurales a nivel nacional y mantener la fractura política y económica a escala regional, nos enfrentaríamos a lo que González et al. (2021) denominan “vaciamiento latinoamericano”. Es decir, la “ausencia deliberada de acción colectiva de la región que, de no revertirse, podría conducir a la pérdida de su condición de actor en el sistema global y a su mera expresión geográfica” (González et al., 2021, p. 51). Una identidad pan-regional permitiría a la región recuperar la aspiración de construir una voz propia anclada en una agenda de coordinación intrarregional que busque una expresión colectiva ante asuntos claves como la política exterior, la política comercial, los derechos humanos, la protección del medio ambiente, la transición energética, etc.
En este sentido, la propuesta de crear una CELAC social en la que convergen los movimientos sociales con la instancia intergubernamental de integración autónoma regional de mayor alcance en el continente y de mayor proyección geopolítica en el Sur global, es una gran oportunidad para fomentar una integración regional desde y para los pueblos, así como una práctica político-espacial en nombre del pueblo latinoamericano que posicione los intereses regionales en la política global, evitando así el “vaciamiento latinoamericano”.
En 2005 el rechazo al ALCA favoreció a una exitosa articulación meta-populista ante una coyuntura política crítica para el pueblo latinoamericano; en la actualidad nos encontramos ante una nueva coyuntura crítica global en medio de una transición de poder entre Estados Unidos y China que sacude los cimientos del orden mundial a múltiples escalas (González et al., 2021). El meta-populismo ya demostró la capacidad de superar un tema y un reto de fondo para la reflexión estratégica de la contestación social: la complicada relación entre los gobiernos, las fuerzas políticas y los movimientos sociales (De la Cueva, 2005). Superar una vez más este reto estratégico y articular una acción colectiva entre gobiernos y movimientos sociales en el marco de una identidad pan-regional latinoamericana será la clave para evitar el “vaciamiento latinoamericano” y posicionar los intereses regionales en la política global a través de una voz propia.
Bibliografía:
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Palabras clave:
Meta-populismo, Geopolítica, Pueblo latinoamericano
Resumen de la Ponencia:
En esta ponencia se busca destacar la importancia geopolítica que tiene el Caribe en el siglo XXI al convertirse en un espacio en el que se está llevando a cabo una disputa por el control de rutas comerciales y recursos estratégicos en el marco de la transición hegemónica que se está desarrollando en el contexto internacional, y en el que sostenemos la región caribeña ha retomado su papel de “frontera imperial”. Por un lado, Estados Unidos ha intensificado su presencia en el Caribe, con una serie de iniciativas y leyes que tienen el objetivo de reforzar su dominación en ese espacio, y por otro lado, China ha logrado posicionarse como una actor importante en la región caribeña, a través de programas de cooperación, préstamos y la inclusión de varios países del Caribe en su proyecto comercial más importante presentado en 2013. A lo largo del trabajo se analizará también la forma como China profundizó sus relaciones de cooperación en la región caribeña durante la pandemia por COVID-19 y el papel que juegan las vacunas en el marco de la disputa hegemónica.Resumen de la Ponencia:
O objetivo da apresentação é realizar uma reflexão teórica sobre o regionalismo e a integração regional na América Latina que permita um melhor entendimento das dimensões sociológicas do fenômeno, de modo a enriquecer as análises tradicionais, centradas em geral nos marcos disciplinares das Relações Internacionais e marcadas por enviesamentos eurocêntricos de ordem epistemológica. A argumentação foca na abordagem da geopolítica crítica proposta por Jaime Preciado Coronado e em suas articulações com as perspectivas da autonomia e da colonialidade do poder e do saber.Esta agenda de pesquisa está inscrita nos esforços registrados nas últimas duas décadas para a produção de um Pensamento Integracionista Latino-Americano sob uma perspectiva crítica, a partir da produção de autores como Briceño-Ruiz (2018) e Vivares (2016). Estes autores têm escrutinado a persistência das análises tradicionais em integração regional, que não levam em consideração os contextos espaciais e temporais da América Latina – nem da África ou da Ásia – os quais estão relacionados a desafios próprios da inserção periférica no sistema mundial. Além disso, a persistência do eurocentrismo epistemológico dificulta a inclusão, no debate teórico, de temáticas-chave no contexto atual das Ciências Sociais na América Latina, tais como a superação da colonialidade em suas múltiplas formas, os direitos dos povos indígenas, as abordagens feministas e as questões territoriais rurais e urbanas.Sob esta perspectiva, trata-se do debate proposto por Quijano (2000) sobre a colonialidade do saber, a geopolítica do conhecimento e a pretensão de universalização das teorias e conceitos elaborados no centro do sistema a outros lugares e a outros contextos econômicos, políticos, sociais e culturais, sem considerar as especificidades das experiências históricas latino-americanas nem seus problemas cognitivos próprios.Interessa, em particular, contribuir para o entendimento tradicional da autonomia, elaborado sobretudo a partir dos paradigmas das Relações Internacionais, com outros sentidos que as Ciências Sociais contemporâneas podem dar ao conceito, incorporando ao debate, por exemplo, a questão das autonomias nacionais e as reivindicações territoriais de movimentos indígenas e camponeses (Preciado, 2017). REFERÊNCIAS BRICEÑO, J. El estudio de la integración regional y del regionalismo en América Latina: entre la influencia europea y el pensamiento propio. Análisis Político, Bogotá, n. 94, 2018.PRECIADO, J. Potencialidades Acotadas para la Integración Autónoma de América Latina y el Caribe. Integración regional - Una mirada crítica. Buenos Aires, n. 1, 2017.QUIJANO, A. Colonialidad del poder, eurocentrismo y América Latina. In Lander, E. (Org.). La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales. Perspectivas latinoamericanas. Buenos Aires: CLACSO, 2000.VIVARES, E.; DOLCETTI-MARCOLINI, M. Dos regionalismos, dos Latinoaméricas o después de Latinoamérica. In: Ayllón, B. ¿Latinoamérica dividida? Procesos de integración y cooperación Sur-Sur. Quito: IAEN, 2016.