Resumen de la Ponencia:
Después de dos años de aislamiento social por pandemia, en febrero de 2022, la mayoría de los estudiantes de educación superior mexicanos reanudaron actividades escolares en las aulas. Se habitaron nuevamente los espacios escolares y formativos. El retorno a actividades escolares presenciales se dio de diversas maneras, en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), escuelas y facultades definieron mecanismos diferenciados para un regreso seguro, es decir para evitar cadenas de contagio. Se deja atrás un periodo caracterizado por la incertidumbre, el temor, el desconcierto y se vive un proceso de reencuentro. ¿Qué ocurrió en los dos años anteriores?, ¿cómo vivieron los estudiantes el encierro?, ¿qué significó en su vida estudiantil?, ¿qué experiencias fueron significativas?, ¿qué lecciones aprendieron?, ¿qué obstáculos enfrentaron? Son algunas de las interrogantes que aquí se responden a la luz de los testimonios de estudiantes universitarios. Se presentan los resultados parciales de una indagación cuyo objetivo es comprender cómo se ha restructurado la experiencia escolar de los estudiantes de la UNAM en carreras de humanidades durante la pandemia y la educación remota de emergencia. Para conseguir lo anterior se utiliza la categoría de experiencia social entendida como una actividad cognitiva que el actor emplea para conformar el mundo social y es el resultado de la articulación de tres lógicas de acción: integración, estrategia y subjetivación. Para este escrito se consideraron 11 entrevistas, los testimonios se trascribieron y se analizaron siguiendo una codificación abierta para, posteriormente, realizar un cruce con los planteamientos teóricos enunciados. Entre los resultados destaca que el centro de la experiencia escolar de los estudiantes fue el vacío que dejó la educación remota de emergencia en la socialización con su compañeros, amigos y profesores, así como insuficientes aprendizajes, lo que ocasionó periodos de desencanto, desanimo y desinterés por las clases en línea, por la llamada escuela en casa en la que se mezclaron horarios y espacios de la vida privada con la vida estudiantil. Para confrontar las emociones con carga negativa (tristeza, enojo) y la falta de aprendizajes, los participantes desplegaron acciones que permitieron dar continuidad a su formación a través de establecimiento de horarios y rutinas, realización de trabajos académicos individuales y colectivos, adelantar materias o posponer determinados cursos. No obstante, estos sujetos cuestionan cómo se puede conformar una comunidad universitaria a la distancia, lo que desestabiliza el significado de ser estudiante universitario. El estudiantado valora positivamente los esfuerzos del profesorado en los momentos más críticos, asimismo añora y desea reestablecer la convivencia con compañeros, amigos y maestros. Finalmente, para los estudiantes se abren espacios de reflexión sobre los aprendizajes, no solo escolares, y retos que deja este momento histórico.