Resumen de la Ponencia:
El problema que aborda esta investigación son las formas sutiles de discriminación que experimentan las estudian tes que se forman en la Escuela Multidisciplinaria de Arte Dramático "Margarita Xirgú", institución que obtuvo recientemente reconocimiento universitario. Metodológicamente se trabajó con actas, se realizaron entrevistas a mujeres y varones, se relevó bibliografía. En esta institución se forman los artistas de teatro donde ingresan y egresan predominantemente mujeres, sin embargo quienes llegan a cargos de dirección en instituciones de prestigio teatral como la Comedia Nacional y quienes predominantemente dirigen obras teatrales son los varones. Esto sucede en lo estatal como el ámbito privado. Los cargos donde se toman las decisiones y se definen políticas están en manos de varones y muy escasamente han participado las mujeres. El espacio donde se expresa la cultura tiene luces y sombras, formas de violencias no evidentes que actúan permanentemente en contra de la mujer y su ascenso o superación profesional. El patriarcado domina ampliamente los ámbitos universitarios y artísticos,lo cual se ha hecho más evidente en los últimos años con el accionar de movimientos feministas que se organizan en torno al teatro, pero también a la música y al cine en protesta ante temas de acoso, violaciones, pero también de trayectorias laborales no reconocidas y dificultades de ascenso a cargos de dirección.
Introducción:
La mayoría de las veces se parte del supuesto que pertenecer al ámbito universitario y cultural supone relaciones de igualdad y paridad entre hombres y mujeres. Estudios recientes han dado por tierra con estos supuestos demostrando que el sexismo vuelve a ser «normal» y aceptado y pocos protestan ( Gill, Rosalin: 2011, p.6). Además de las dificultades de acceso a los lugares de poder, las mujeres experimentan resistencias, violencias y formas de subordinación en sus trayectorias profesionales que las distancian y diferencian de los hombres.
Quizás se explique porque la historia en Uruguay se construyó en torno a un imaginario que mostró a la sociedad homogénea e hiperintegrada, donde no se concebía el conflicto. Fue a partir de estas definiciones que la visualización de las desigualdades sociales y más aún de género fueron dificultosas de advertir y reconocer, y sumamente resistidas frente a iniciativas de transformarlas. (Dominzain,Susana et al : 2011, pp.4-5)
La democracia en Uruguay -luego del proceso dictatorial vivido- significó para las mujeres reconocimientos de derechos pero a la vez instaló sutiles formas de sometimiento que se impusieron en un país que se autopercibía moderno y culto. Tal circunstancia disciplinó y subordinó durante décadas. Los derechos obtenidos no fueron suficientes ante las necesidades planteadas por el colectivo de mujeres y sus sistemáticas demandas de mayor igualdad entre mujeres y varones con igualdad de oportunidades. (Dominzain: 2014, pp. 2-3)
Uruguay parece ser un caso paradojal. Un país laico con una democracia provista de cierta estabilidad hasta el ´73, donde la mujer comparativamente había logrado importantes derechos civiles y políticos; sin embargo no fueron suficientes y más allá de la visibilidad alcanzada, los reconocimientos se harían esperar. Si bien es cierto que en las últimas décadas se ha producido la relativa conquista de derechos y un mejor posicionamiento en el espacio público, siguen siendo las prácticas del colectivo y su articulación con aquellas mujeres que actúan en los últimos años desde el ámbito político, lo que ha llevado a que se voten leyes que favorecen la conquista de nuevos derechos.
De acuerdo al Informe de Naciones Unidas, las mujeres uruguayas muestran en términos educativos bajas tasas de analfabetismo en relación a los hombres A su vez, en las edades de educación inicial y primaria la asistencia es similar en ambos sexos. Es en la enseñanza media que aparecen diferencias entre hombres y mujeres, favorables a estas últimas”. (Naciones Unidas, 2003:42).
Las mujeres permanecen más tiempo en el sistema educativo y con mejores rendimientos que los varones. De acuerdo último al Censo Universitario de 2013, el 64% de la matrícula es femenina y continúa siéndolo. Tomando en cuenta el último informe de INMUJERES del Ministerio de Desarrollo Social realizado en el año 2017 se conoce que “Al considerar el máximo nivel educativo alcanzado por las personas de 24 y más años para el año 2017 no se observan diferencias entre la proporción de mujeres y la de varones con primaria como máximo nivel educativo (31,9% y 31,3% respectivamente). Por su parte, al observar el porcentaje de personas que alcanzan niveles terciarios, existe una diferencia de 6 puntos porcentuales a favor de las mujeres, ya que es de 23,5% y 17,3% para mujeres y varones, respectivamente. Evidenciando desempeños educativos de las mujeres superiores a la de los varones”. (Inmujeres-Mides: 2017)
Vale decir, en Uruguay tenemos mujeres cada vez más formadas y capacitadas que siguen teniendo serios impedimentos a la hora de ascender y ser reconocidas en sus empleos, especialmente para alcanzar cargos de liderazgos. Las desigualdades en el mercado laboral se mantienen. Sin duda la presencia -aún insuficiente- de mujeres en cargos de gobierno y en el Parlamento ha contribuido a otorgar mayor visibilidad a estos temas de muy larga data en el país. Destaca dentro de la nueva legislación hacia las mujeres el Primer Plan Nacional de Igualdad de Oportunidades y Derechos de 2007, que supuso una serie de políticas públicas hacia las mismas. Este Plan fue elaborado por el Instituto Nacional de las Mujeres y tiene como cometido revertir las desigualdades que afectan a las mujeres combatiendo toda forma de discriminación. Es una herramienta diseñada para ser utilizada en la generación de políticas públicas y en la modificación de las existentes. Apunta a democratizar las relaciones sociales de género.
Estas características también se presentan en el teatro. Desde los orígenes de la nación la consigna fue crear no solamente un aparato burocrático, legal y educativo, sino también estructuras e instituciones que permitieran armar el edificio cultural de nuestras naciones. Unas apostaron al modelo de las grandes colecciones y los grandes museos; otras, a la conservación patrimonial y las que direccionaron a la red de teatros y promovió la monumentalización urbana. En ese proceso participaron no solo los Estados nacionales, sino también empresarios privados y, por supuesto, la Iglesia. (Achugar, Hugo, 2018: 264) Es en este contexto que se institucionaliza la presencia del teatro a través de la Comedia Nacional en 1947 y dos años después la Escuela Municipal de Arte Dramático "Margarita Xirgu” .
Desarrollo:
El reconocimiento universitario
La EMAD desde tiempo atrás reclamaba a la Universidad el reconocimiento, que se logra con la firma del Convenio entre la Intendencia y la UDELAR el 4 de julio de 2013, formando parte de la política del Departamento de Cultura del actual gobierno departamental orientada al fomento y establecimiento de encares que amplíen el acceso de los ciudadanos a la cultura. Y se encuentra en sintonía con una serie de acciones y programas que trabajan en igual sentido: la formación de artistas escénicos de calidad, de conciencia y compromiso con su entorno y su país, reflexivos y con capacidad innovadora, siendo parte además de una visión que pone en el centro a los jóvenes y el proyecto de país.[1]
A pesar de sus intentos la Escuela no deja de ser local remitiéndose a la ciudad de Montevideo. El centralismo que caracteriza a la capital hace muy difícil que se llegue al resto del territorio. Sin embargo esto parecería estar cambiando debido a la demanda de estudiantes de teatro amateur que reclaman profesionalizarse. No obstante estos cambios institucionales no redundan que al culminar la carrera ambos sexos tengan las mismas oportunidades. Es así como predomina la presencia masculina en la dirección de los teatros tanto estatales como privados, en la dirección de obras donde las mujeres tienen una participación acotada, de igual manera su reconocimiento como dramaturgas.
Los hombres al estar en minoría son más solicitados por las instituciones estatales. Ellas se sienten en la Escuela más discriminadas que los hombres. La Escuela es un lugar que cumple con los estereotipos tradicionales muy institucionalizados, siendo resistente a los cambios. La enseñanza es concebida como en sus orígenes y genera fuertes críticas desde las generaciones más jóvenes.
El teatro es un arte comprometido desde su nacimiento y así continúa. Quizás esto explique su rápida acogida en el ámbito cultural y el lugar destacado que ha tenido a lo largo de estos últimos años bajo los gobiernos del Frente Amplio. La presencia de actrices y actores en cargos de importancia en el gobierno municipal como en el nacional así lo confirman, sin embargo en el ámbito cultural no se da de esta forma y persisten las desigualdades y los techos de cristal.
El Estado uruguayo ha suscrito acuerdos que lo obligan a tomar cartas en el asunto. Es así como surgen los Planes de Igualdad de Género en los diferentes organismos del Estado. Estos Planes establecen: “el pleno reconocimiento y ejercicio de derechos por la totalidad de la ciudadanía montevideana, es un desafío. Las discriminaciones y desigualdades con base en el género y otros cortes relevantes –de clase, generacionales, étnico-racial, discapacidades, orientaciones y preferencias sexuales, entre otros– se reproducen vertiginosamente en múltiples ámbitos de la vida social, económica, cultural y política”. (1er. Plan de Igualdad de Género)
Los mismos impulsan y difunden “un amplia gama de manifestaciones artísticas que favorezcan valores alternativos a los estereotipos de género (…) e integrar la equidad de género entre los criterios de selección de propuestas culturales de las zonas”. El 1° Plan y el 2° Plan de Igualdad de Oportunidades y Derechos entre mujeres y varones 2007-2010, dedica un capítulo donde se trata la igualdad de género, se introduce el tema de la diversidad y hace mención a una tema tabú en la sociedad uruguaya: la violencia doméstica. Finalmente en 2014 se pone en vigencia el 3er. Plan que se focaliza en la transversalidad de la teoría de género.
En el 3er. Plan se señalan “los lineamientos para la acción, privilegiando el trabajo en el territorio, la articulación con los gobiernos municipales y la interlocución con organizaciones de la sociedad civil dedicadas a erradicar las desigualdades de género y otras discriminaciones que desvalorizan a grupos humanos (…) un Estado que promueve, protege, respeta y garantiza los derechos humanos requiere poner las desigualdades de género en el centro de sus medidas (…) En particular, las relaciones de poder social se construyen con base en el género y han propiciado estándares androcéntricos”. (Plan de Igualdad de Género Nro.3)
Se entiende que existe por parte del Estado una mirada sesgada que “construye desigualdades entre las personas, ya que los patrones imperantes privilegian el acceso a recursos sociales, políticos, económicos y culturales a quienes más se apegan al ideal de modelo masculino”. (Plan Nro.2). Los principios de igualdad y no discriminación se encuentran consagrados en los diversos instrumentos internacionales tanto en el ámbito universal como regional. Ambos son principios fundamentales del derecho internacional de los derechos humanos. Estos están cercanamente vinculados pero no son iguales: son complementarios”. (Plan Igualdad de Género. Nro.2)
Desde la Intendencia de Montevideo se distingue la igualdad de oportunidades, igualdad de trato e igualdad sustantiva o real. Al igual que las Naciones Unidas se hace hincapié en los derechos que todos/as tenemos más allá de nuestras diferencias. Por estas razones se plantea la noción de medidas especiales orientadas a garantizar la igualdad de trato que implica un trato idéntico y justo pero diferenciado según las oportunidades realmente disponibles y no solo las consagradas por la normativa. La igualdad de trato implica, entonces, el tratamiento diferencial para quienes están en desventaja en sus necesidades e intereses”. (3er. Plan de Igualdad)
Esto se presenta claramente en el caso de Uruguay cuya identidad tiene como mito fundante la diferenciación. Donde el objetivo no estuvo en identificar al uruguayo con alguna característica en especial, sino de ver cuál es la posible diferencia que tiene la sociedad uruguaya con respecto a los otros. Esta excepcionalidad condujo a que las mujeres fueran educadas como los hombres y admitieran como lo hicieron ellos “que todos éramos iguales ante la ley”. Es así como la democracia liberal posibilitó conquistas que ubicaron a Uruguay en una posición privilegiada en relación al continente latinoamericano. Lo diferente y excepcional llevó a que los uruguayos durante décadas hiciéramos gala de estas características que sutilmente impidieron que las dificultades de la sociedad se evidenciaran y evitaron durante décadas el conflicto que resultaba de no buen paladar para ser digerido. La educación y la ley fueron muestras visibles de este tratamiento. (Dominzain et ál. : 2011)
Generación y/o género
Entender cómo sienten la discriminación las jóvenes estudiantes de artes escénicos da cuenta de una realidad que poco se conoce y que por momentos aun hoy es mirada como parte del ámbito cultural olvidando que ellas y ellos son estudiantes universitarios.
¿Cuál es la realidad que viven estás mujeres en términos de igualdad de género? para acercar una respuesta, en 2011 el Observatorio Universitario de Políticas Culturales realizó una investigación exploratoria que intentó dar cuenta de las trayectorias, expectativas y percepciones que las mujeres de la cultura tienen de sí mismas; cómo y cuándo el reconocimiento ha existido o nunca fue alcanzado, y en qué medida son discriminadas y el modo en que se expresa esta exclusión.
En ese momento las mujeres entrevistadas pertenecían a varias expresiones culturales como la escritura, música, cine y teatro. Nuestro propósito fue conocer la opinión actual de las mujeres que estudian en la EMAD. Así como también se ha tomado en cuenta a los varones. Uruguay no es ajeno a la oleada feminista internacional, que ha llevado a que el tema no solo esté presente sino que se hable y de alguna manera obligue a tomar posición en sectores que quizás nunca se habían pensado en tanto mujeres.
Para las artistas consultadas en 2011 “la fuerza y decisión de las mujeres queda demostrada especialmente en el teatro donde con su perseverancia han logrado revertir un ámbito masculino en femenino. La persistencia y firmeza de las mujeres a lo largo de la historia del teatro nacional han sido señaladas como logros en este sentido. Las mujeres han establecido estrategias de permanencias con la convicción que ante los obstáculos esta es la mejor actitud a asumir. El teatro tiene actualmente mayor presencia femenina y ellas están ocupando niveles de dirección y producción que en el pasado les estuvieron vedados. Lo cual no solo se explica por un tema de actitud sino de cómo funciona el teatro de manera colectiva donde el trato de igual a igual ha sido lo que ha permitido avanzar”. (Castelli, L: 2011). Esta afirmación de entonces llevó a que las mujeres asumieran que dentro de la comunidad teatrera se combinan y dan lugar a cambios de importancia donde las mujeres han logrado empoderarse, con plena conciencia de los cambios que ellas mismas fueron gestando. Señalan una sensibilidad que les es propia, pero sin excluir a los otros, a los hombres, a quienes consideran un complemento necesario en las actividades de creación”. (Domizain: 2011)
No obstante, la actual opinión de las jóvenes futuras artistas no parece coincidir y cuestionan que si el empoderamiento existe por qué no se ha logrado evitar la discriminación y el acoso. En su formación ellas sufren estas situaciones. El teatro se visualiza a sí mismo inclusivo, pero las desigualdades persisten. Ellas entienden que las diferencias no se deben tanto al género sino a lo generacional y suelen decir “los/as jóvenes somos distintos/as.
Estudiar teatro para algunas representa paridad y se perciben como una comunidad de hombres y mujeres que no se ven diferentes. Son mujeres muy críticas en relación a su formación y demandan la renovación de los planes y programas: la incorporación de obras de mujeres, que las docentes dicten materias troncales. Sostienen que el teatro y su enseñanza son predominantemente clásicos y se sigue mirando hacia Europa. No se estudia y trabaja con autores nacionales y persiste la creencia de que “todo lo de afuera es mejor”. (Castelli, L. 2011 )
Alguna de las jóvenes señala que las formas de enseñar son rígidas y no dan lugar al cambio. Se mantienen los estereotipos. Ante esto muchas de ellas proponen alternativas que lleven a la transformación de la enseñanza del teatro, pero sienten no ser escuchadas. Sostienen que “en la EMAD las cosas son así y se hacen así y se seguirán haciendo así”.
A diferencia de las generaciones anteriores, algunas de estas jóvenes ya no aspiran a incorporarse a la Comedia Nacional, y su deseo tampoco pasa por llegar a ser actriz. Parece asumirse el estudio del teatro como opción que libera y otorga placer. Desisten de quedar encorsetadas en las instituciones del Estado puesto que asoma una pérdida de autonomía. Asimismo, están aquellas que sí lo aceptan y lo ven como parte de su futuro. Consideran que pertenecer a la Comedia las distingue, les otorga seguridad laboral y cierto reconocimiento.
Señalan –en otro tópico- que la mujer es más discriminada que el varón homosexual al que se tolera e incluye con más facilidad debido a que hace falta actualmente la figura masculina que estudie teatro. Y comprueban que si bien los hombres son menos, a la hora de ascender y tomar decisiones se los tiene más en cuenta que a las mujeres.
Reconocen que el ambiente del teatro es diferente pero al parecer no tanto. Los chicos gais manifiestan sentirse cómodos. Lo que incomoda es cuando existe presencia masculina heterosexual fuerte que despliega el machismo tanto hacia ellas como hacia los varones gais. Existen casos de discriminación y acoso con el acento puesto en la orientación sexual. Al mismo tiempo reconocen que “feminismo” dentro del teatro es una mala palabra, en especial marca reticencia desde las generaciones más veteranas.
[1] Consultado de la página web http://www.emad.edu.uy/novedades/noticias/360-el-4-de-julio-se-realizara-la-firma-del-convenio-entre-la-udelar-y-la-emad.html, el 15 de julio de 2019.
Conclusiones:
Una nueva oleada feminista se hace presente en América Latina con la presencia de jóvenes mujeres que asumen el compromiso ya iniciado por las generaciones que las han precedido. En el teatro se aprecia en que existe una fuerte movida de mujeres que se van animando a generar alternativas y las lleva a abrazar la maternidad que hasta hace poco era valorada como un impedimento para ensayar y actuar, a estudiar dramaturgia y aspirar a ocupar cargos de dirección. Los espacios de formación como la EMAD quizás sigan manejándose con las mismas lógicas que antaño, pero no invalidan nuevos enfoques y criterios de transformación. Esta actitud permite que las mujeres salgan de un estado de alienación que las ha llevado históricamente a negarse como sujetos o convencerse que no tienen el poder de cambiar nada, manteniendo una actitud apática y pasiva.
Pero al mismo tiempo que despiertan de ese letargo histórico reconocen que han sido sujetos de la opresión que es externa e infligida por el hombre. Como sostiene Simone de Beauvoir, "la mujer oprimida no puede vivir de acuerdo a sus propios fines como ser trascendente".[1] Verificándose que la trascendencia se ve condenada por la opresión. Es un proceso construido desde el mundo de los hombres, que piensan unívocamente en masculino. Se manifiesta pues una constante histórica, que pasa por el reconocimiento de la mujer no como sujeto sino como objeto de dominación. Donde la variable género no solo no es reconocida sino anulada ya que la igualdad pasa por su varonización. A setenta años de haber publicado su libro El segundo sexo, la filósofa francesa y su pensamiento feminista está hoy más presente que nunca.
Se produce lo que ella definió como la “ceremonia de adopción”[2]. Las mujeres adoptan acciones, visiones y opiniones masculinas al entrar en ese mundo desconocido pero a la vez atractivo como lo es el poder hacia el cual ellas dirigen las expectativas en su camino emancipador como sujeto. El acceder al liderazgo la libera y empodera, la acción se hace posible. El empoderamiento a su vez puede actuar como opresor de su libertad. El sometimiento silencioso de uno/a garantiza la autosuficiencia, la autonomía del otro.[3] Se reproduce la lógica de la dominación pero esta vez ejercida por sus propios pares. En la lucha por el reconocimiento -como sostiene Simone de Beauvoir- las conciencias se sitúan en diferentes planos. No hay igualdad; no hay, por lo mismo, reciprocidad en el reconocimiento".(Amoros, C, 1994) Se confirma como “la estructura social favorece a los varones. La estructura patriarcal degrada la libertad de las mujeres. Las mujeres tienen un grado mayor de alienación porque tienen menos libertad”.[4] El proceso de varonización se vuelve a producir, pero al revés. Es decir, para poder integrarse a la acción la mujer vive un doble proceso; por un lado se varoniza y por otro experimenta un mayor grado de invisibilidad por parte de sus pares.
La masculinidad se malogra porque al reconocerse como hegemónica “presupone un público imaginado al cual hay que ‘demostrar’ que se es el amo de la situación, que se es más fuerte, para estar a la altura del poder”[5]. El hombre ocupa el lugar del amo (...) la mujer encuentra su razón de ser, no en ella misma, sino en la conciencia libre del hombre".(Amoros, C. 1994) qué se asume como inherente a la naturaleza humana. La violencia que lleva a la trivialización de la vida. La violencia como reacción ante el no reconocimiento del sujeto. La violencia expresa, por lo tanto, una subjetividad que ha sido despreciada, negada, no reconocida.
Lo que se está planteando constantemente es la ardua tarea de diseñar una teoría de la justicia sostiene Frazer, sin perder de vista una dimensión crítica en la misma. No podemos tratar de solventar problemas de injusticia sin antes ser capaces de distinguir cuáles son esos problemas. Creemos que en el caso de la falta de igualdad entre hombres y mujeres responde a lo político porque se trata de una situación y un realidad injusta que debe de ser reconocida.
Se trata de injusticias derivadas de un reconocimiento fallido o erróneo o de una mala distribución. La EMAD es un ámbito educativo que remite a la jurisdicción del Estado y a las reglas de decisión. Responde a una política pública y el relacionamiento entre hombres y mujeres se concibe igualitario pero no lo es. Los/as estudiantes conciben al teatro como un terreno de igualdad y no lo es. Durante estos últimos años el Estado se hizo presente pero no lo ha logrado, o no se ha propuesto abandonar una mirada sesgada que “construye desigualdades entre las personas, ya que los patrones imperantes privilegian el acceso a recursos sociales, políticos, económicos y culturales a quienes más se apegan al ideal de modelo masculino”. Se trata de llevar a la práctica la acción y no permanecer pasivas. Las mujeres han llegado a reconsiderar la significación de los espacios públicos y privados. La heterodesignación de los espacios, es decir, la imposición de espacios restringidos y diferentes para hombres y para mujeres, ha sido un tema clásico en la teoría dado que en definitiva se trata de la distribución del poder y tal cosa no tiene género.
[1] Ver en Amorós, Celia: “Historia de la teoría feminista”. Universidad Complutense de Madrid. Madrid, 1994.
[2] Ver en Femenías, María Luisa: Sobre sujeto y género (Lecturas feministas desde Beauvoir a Butler). Eds. Catálogos, Buenos Aires, 2000. Hacemos referencia a la definición de Simone de Beauvoir, que en esta obra la autora analiza.
[3] Ver en Irigaray, Luce: “SPECULUM”. Espéculo de la otra mujer. Ed. Saltés. Madrid, 1978.
[4] Ver en Amorós, Celia: “Historia de la teoría feminista”. Ídem.
[5] Pérotin-Dumon,Anne: El género en Historia. Institute of Latin American Studies, University of London. Capítulo IV “Masculinidad”. Londres, 2002, p. 5.
Bibliografía:
Amorós, Celia: “Historia de la teoría feminista”. Universidad Complutense de Madrid. Madrid, 1994
Bourdieu, Pierre (2000) La dominación masculina. Editorial Anagrama, Barcelona.
Carámbula, Gonzalo.(2011) La institucionalidad cultural pública como problemaen (Coord. Felipe Arocena et al Regionalización de la cultura Montevideo.Dirección Nacional de Cultura. MEC. Editorial Manosanta.
Castelli, Luisina (2012) “Representando a otras: mujeres del teatro”. En:Dominzain, Susana (coord.) Mujeres de la Cultura. Escritoras, artesanas, delteatro, de la música, del cine y la televisión. Montevideo: ONU-MUJERES,Dirección Nacional de Cultura, Observatorio Universitario de Políticas CulturalesCEIL, FHCE, UdelaR. Ediciones Trilce,
Dominzain, Susana (Coord). Luisina Castelli / Susana Dominzain / RosarioRadakovich Fira Chmiel / María Victoria Espasandín (2014) Mujeres de lacultura. Escritoras, artesanas, del teatro, de la música, del cine y la televisiónMontevideo: Ediciones Trilce.
Escolano Zamorano, Esther . Discriminación en un medio meritocrático: las profesoras de la universidad española. Revista Mexicana de Sociología. Vol 68. Nro.2. 2006. UNAM.
Femenías, María Luisa: Sobre sujeto y género (Lecturas feministas desde Beauvoir a Butler). Eds. Catálogos, Buenos Aires, 2000.
Fraser, Nancy (1995) ¿De la redistribución al reconocimiento? Dilemas de lajusticia en la era «postsocialista». Edición en castellano en New left review,2000.
Ibargoyen, Itzel. (2020) Escuela Mmultidisciplinaria de Arte Dramático Margarita Xirgu. En Coord. Dominzain, S. et al, Desigualdades degénero en las políticas culturales: un debate pendiente Intendencia de Montevideo
Irigaray, Luce: “SPECULUM”. Espéculo de la otra mujer. Ed. Saltés. Madrid, 1978.
Muslera, Fernanda (2018) Sin maquillaje Historias de la ComediaNacional en el siglo XXI. Montevideo: Ed. Aguilar
Pérotin-Dumon,Anne: El género en Historia. Institute of Latin American Studies, University of London. Capítulo IV “Masculinidad”. Londres, 2002, p. 5.
Fuentes
Planes de Igualdad de Oportunidades y Derechos entre mujeres y varones 2007-2010,Intendencia de Montevideo.
Palabras clave:
Educación-teatro-género-Uruguay