Resumen de la Ponencia:
De acuerdo con Warman[1], a principios del siglo XX la población rural mexicana era del 75% del total nacional, mientras que para finales del mismo siglo tan solo representaba una cuarta parte. Es decir, al culminar la década antepasada el país ya era predominantemente urbano en términos de su población. Sin embargo, al respecto surge la pregunta: ¿cómo es que ocurrió este proceso en las diferentes regiones del territorio nacional y qué implicaciones tuvo el impulso del desarrollo regional sobre el territorio y el uso de sus recursos, en especial de los hídricos? Para dar cuenta de dicho proceso y con un carácter de exploratorio, es que en la presente ponencia se abordará el caso de la denominada región del río Santiago en el estado de Jalisco, haciendo énfasis en las relaciones asimétricas entre los espacios rurales y los urbano industriales. A manera de adelanto, puede mencionarse que la política de desarrollo regional a partir de la industrialización, en especial mediante la creación de corredores industriales, acompañada de procesos de urbanización, trajo consigo evidentes asimetrías que terminaron, por así decirlo, marginando al sector rural, en especial respecto al territorio y sus recursos, en específico los hídricos. A ese respecto puede decirse que, en términos de población ocupada, para la década de 1970 el sector primario era predominante con un 56.4% en promedio de los 13 municipios que integran la región, pero que al paso de los años fue que para 2020 dicho sector apenas es representativo con un 13.4%. Desde luego que esto puede aludirse al crecimiento de la población y a las limitaciones de la necesidad de brazos para las labores cotidianas propias del modelo agrícola industrial, ante todo en base de la irrigación, y al incremento del uso de recursos hídricos, en especial subterráneos. Pero no solo se trata de eso, sino también de la instalación de diferentes industrias en el campo y las crecientes ciudades y del propio crecimiento urbano, así como en ciertos casos la absorción de territorios ejidales irrigados desde antaño. Así las cosas, que a la fecha se observa un acaparamiento de territorios rurales y una creciente sobre explotación de recursos hídricos subterráneos. Una evidencia de lo anterior puede observarse en el crecimiento urbano sobre tierras ejidales irrigadas de una ciudad industrial como Ocotlán, al igual que en el crecimiento de la agroindustrial ciudad de La Barca sobre el mismo tipo de propiedad. En términos hídricos, lo anterior se expresa en la decreciente disponibilidad del acceso al agua subterránea, así como la preocupante sobre explotación de varios de los acuíferos de la región en comento. [1] Warman, Arturo (2001),
El campo mexicano en el siglo XX, México, Fondo de Cultura Económica