Resumen de la Ponencia:
Ponencia que explora el discurso de los procesos artísticos-creativos como sentido subjetivo de una experiencia de vida intrasocial creativa -experiencia estética- que interpelan la lógica carcelaria y, se circunscribe en una dialógica y sentido de pensamiento crítico por reflexionar el derecho a la cultura como una práctica antiopresiva en un contexto de reclusión punitiva. A partir de una metodología de arte participativo se da cuenta de experiencias de vida sobre una dimensión simbólica y de representaciones artísticas, donde se configuran elementos-momentos de la privación de libertad, sobre la institucionalidad de poder vertical sobre los sujetos señalados como “desviados” transgresores de la sociedad. Se contextualiza una expresión creativa a partir de la manifestación de arte participativo que tiene como finalidad establecer puentes de diálogo con la ciudadanía, es una invitación a dialogar y a practicar desde una pedagogía performática y de arte social, distintos entornos de interacción con un sujeto otro, esto es, construir una espacialidad cultural en un ambiente de encierro punitivo, como una posibilidad de espacio creativo y didáctico pedagógico, como un lugar de experiencias lúdicas y experimentales para la formación de un alter ego del sujeto ante la opresión carcelaria. Más allá de los alambres de púas y tras las rejas, la constitución subjetiva del interno, de la persona privada de libertad como sujeto cultural en la experiencia carcelaria, atraviesa distintos escenarios contingentes de interlocución subjetiva en el ethos penitenciario, a saber: la violación a los derechos humanos fundamentales, la hostilidad entre pares, la criminalidad, la corrupción, el castigo, la sobreprisionización, el panóptico penitenciario, la libertad, el amor, el abandono, la occisión, elementos-momentos que, ¿desde las dinámicas del arte y los procesos creativos hay una posibilidad para subvertir el espacio punitivo?
Introducción:
El presente escrito aborda una estrategia como herramienta heurística de investigación social desde el entramado del arte (social) experimental, la búsqueda e identificación creativa de la experiencia escolar carcelaria del sujeto -interno-. En un sentido donde las fronteras de sujetos se difuminan, i.e. el ego (investigador), el Alter (el otro, los otros) para la construcción de una experiencia escolar creativa desde el concepto de arte participativo. Es un planteamiento metodológico con el recurso de medios audiovisuales para aproximarse a los terrenos equidistantes del contexto carcelario para ejercitar el diálogo con la sociedad, ésta ya no como espectadora pasiva y distante, sino involucrada con una realidad que no es ajena a su impronta realidad cotidiana, es un uso del arte contextual, en el andamio de experiencias creativas experimentales como herramienta de inclusión social y como herramienta en los procesos de la investigación social y educativa.
Escribir sobre la experiencia escolar en diálogo con los procesos creativos y el arte participativo en un contexto de reclusión, nos invita a reflexionar sobre distintos entornos de interacción del sujeto, id est «esto es», el proceso educacional en un ambiente de encierro punitivo que emerge como posibilidad de espacio didáctico pedagógico, como un lugar de experiencias lúdicas y experimentales; el espacio escolar, un terreno donde más allá de los alambres de púas y tras las rejas, la constitución del interno como sujeto escolar en la experiencia carcelaria, atraviesa distintos escenarios contingentes de interlocución subjetiva en el ethos penitenciario, a saber, la violación a los derechos humanos fundamentales, la hostilidad entre pares, la criminalidad, la corrupción, el castigo, la sobreprisionización, el abandono, la occisión.
Paralela a esta realidad, también existe un escenario de prácticas positivas por parte de quienes irrumpen el entorno patibulario de la cárcel. Un espacio social donde la cultura escolar adquiere un sentido que brinda dignidad y estadios de libertad a la persona cuando se conjugan saberes, y otras formas alternativas durante los procesos de enseñanza-aprendizaje, en complicidad con la reflexión, la creatividad y la experimentación; y a partir de los soportes materiales para plasmar gráficamente el conocimiento por medio de una representación en escritura manuscrita, artística pictórica, performática y/o audiovisual que da cuenta de subjetividades individuales y colectivas de la existencia de un sujeto histórico en un tiempo y espacio concreto.
Desarrollo:
Primer eje. teórico epistemológica
Experiencia escolar carcelaria
La cárcel es desde su origen fundacional una expresión selectiva del Estado gubernamental sobre los individuos (ociosos, vagos, ladrones, delincuentes inexpertos), antes de ser una necesidad de aniquilamiento físico, es una entelequia que funciona como una fábrica que produce a sujetos sometidos para la mano de obra (Melossi, Pavarini, 1980: 9) bajo una rentabilidad económica de la conducta criminal. En el transcurso del tiempo, la cárcel opera como un aparato de poder disciplinario-punitivo (Foucault, 2008) para el sujeto criminal y subsecuentemente de control social (Garland, 2005) para los sujetos desviados (Becker, 2009) que por sus acciones han sido etiquetados -estigma social- y señalados como individuos desviados que se apartan de las normas sociales establecidas por el estado gubernamental de una sociedad. La cárcel emerge como un instrumento de poder coercitivo para los disidentes de la institucionalidad gubernamental -liberal-, es un espacio de sometimiento y clausura para quienes cuestionan –interpelan- el establishment de su época.
La prisión, el espacio arquitectónico olvidado por la sociedad, y su lógica de acción resulta distinta a su objetivo restitutorio de la conducta delictuosa, donde el dato empírico presenta una realidad que indica no sólo no rehabilitar, sino que aniquila a la persona y otras acciones dan cuenta que, especializan al “criminal”. En consecuencia, son muchos los desafíos que se pueden plantear en el contexto penitenciario, cuenta de ello el aparato gubernamental del Estado mexicano en su legislación nacional vigente en materia penal,[i] se compromete a que las personas privadas de libertad bajo el precepto de un sistema de justicia penal, logren resarcir a partir de una condena penitenciaria su deuda delictiva, en derivación saldar cuentas por el desagravio con la sociedad toda, y que, los sujetos consignados a esta pena privativa de libertad consigan una reinserción social eficaz para vincularse nuevamente a la ciudadanía.
En este contexto, con la aplicación de medidas preventivas desde el ámbito educativo, cultural y artístico, estas acciones posibilitan erradicar conductas delictivas, contrarrestar los actos de aquellos sujetos propensos a los vínculos de las patologías criminales, de no ser así, seguirá incrementándose el número de internos en los centros de reclusión de todo el país y esto se traduce en más especialización de crímenes dentro de esos establecimientos correccionales o aún nombrados en sus fachadas como centros de readaptación social.
La cultura escolar se articula dentro de tramas de significación (Geertz, 2003: 20) por acciones que lleva a cabo el sujeto en un entorno social escolar determinado, esto presupone espacios de diálogos compartidos, un intercambio de significados y depósitos de sentidos en el entramado de relaciones educacionales, procesos de enseñanza-aprendizaje e intercambio de saberes. Por lo tanto, el análisis de la cultura escolar se entrelaza por la interpretación de significaciones culturales que se han tejido socialmente en un intercambio simbólico recíproco, entramado cultural que tiene un trasfondo de procesos sociohistóricos, políticos, económicos y estructurales que intervienen en una generación presente.
Analizar la cultura escolar carcelaria nos aproxima a un marco contextual de significaciones de la experiencia escolar[ii]que construyen los sujetos que están interrelacionados con los componentes que conforman la escuela, i.e. sobre las prácticas que ocurren en el entorno áulico, entre el diálogo y las interacciones con los maestros y con los compañeros de clase; pero también en un contexto carcelario, hay otros dispositivos singulares que interpelan y dislocan a la cultura escolar en su trama de re-significaciones, esto es, por el proceso de la condena, por la emergencia de la violencia -entre compañeros de zona, por el asedio de los custodios (sobreprisionización), tanto por la violencia estructural -institucional- por la violación sistemática a los derechos humanos de las personas privadas de libertad como estructura de un poder sobre un otro.
La orquestación de cada uno de estos elementos-momentos da una configuración propia del espacio escolar que emerge ante una complejidad punitiva, jurídica y anímica de los sujetos internos en el centro de reclusión. Las experiencias educacionales -positivas y/o negativas- en el tiempo-espacio concretan significados únicos para los sujetos dentro de su cultura escolar, inscriben sentidos subjetivos en las dinámicas escolares, en los procesos de enseñanza-aprendizajes y que puede ser determinados por la socialización objetiva de una cultura "dada" donde convergen valores, costumbres, hábitos, creencias, comportamientos, mitos, inter alia. Sin embargo, ante las tramas ocultas de una educación bancaria -alienante- versus una postura crítica del sujeto en el contexto de una cultura escolar puede emerger como un sujeto situado en otro plano del mismo espacio social con un sentido político, en un devenir autónomo y alternativo ante una cultural escolar institucionalizada en las prácticas verticales de la educación oficial, esta interpelación es un punto de ruptura con la educación instituida y el discurso hegemónico educacional, y una vía para la constitución del sujeto de la educación. Ergo una cultura escolar se transmite y resignifica en las prácticas sociales contingentes de los sujetos, esta realidad escolar es producto de un constructo social donde toda situación subjetiva humana produce significados, éstos se crean y recrean, caducan o desaparecen en la interacción social cotidiana.
Segundo eje. empírico metodológico
La experiencia escolar creativa en un centro de reclusión
¿Cómo habitar la cárcel?, ¿cómo dialogar con los sujetos internos en un contexto de relaciones normativas, disciplinarias y de poder?, ¿se puede evadir la reclusión punitiva?, ¿qué hacer para deshabitar la cárcel y sus microcárceles de hostilidad penitenciaria?, ¿el dispositivo de lo pedagógico y el arte son elementos-momentos para contrarrestar la punición y el control carcelario?, ¿el proceso escolar y creativo es un componente para la reinserción-inclusión social de los sujetos?, ¿qué sentidos, significados adquiere la práctica educativa en la cárcel?, ¿qué sentidos y lógicas adquiere la justicia jurídico-penal frente al castigo de un sujeto transgresor de la sociedad?, ¿cómo afronta la ciudadanía la relación social con los sujetos -internos- privados de libertad?
Ejecutar una propuesta de arte participativo (Ardenne, 2006) en el contexto de reclusión, fue un reto para abordar el proceso de enseñanza-aprendizaje desde otros horizontes educacionales alternativos, desde una paideia (παιδεία) performática. El arte como una herramienta para la investigación educativa y el proceso artístico experimental como estrategia para recabar y transmitir saberes, información y conocimientos, para aprehender sobre el aspecto simbólico de las realidades en prisión.
La acción heurística que se desarrolló como estrategia metodológica radicó en impartir el Curso Taller Integral Experimental de Arte (CTIEA) denominado: La biblioteca como espacio de diálogos y expresión artística: Educación y Arte experimental. La cual consistió en explorar desde un ámbito pedagógico y artístico, las interacciones subjetivas de los sujetos en un contexto de encierro donde se vinculan prácticas educativas, didácticas y expresiones creativas como proceso de interacción en la formación de las personas privadas de libertad con un trasfondo de la experiencia social. El reto fue llevar a cabo una práctica de la paideia entre los sujetos en el espacio social carcelario -alentar una formación espiritual e intelectual para la conciencia de sí mismos-, el de una pedagogía dialógica (Freire, 2005) -en contacto con un sujeto otro- a una pedagogía performativa o arte de acción que se apropia e interviene[iii] como didáctica emergente en los procesos de enseñanza aprendizaje invisibles y de educación informal.
Las actividades de las sesiones fueron con el objeto de que los internos se involucren y/o experimenten con formas alternativas de enseñanza-aprendizaje el tema de lo escolar, el arte y los derechos humanos; que adquirieran destrezas y herramientas didácticas para ser desempeñadas por ellos mismos en otro momento escolar a través de actividades culturales y manifestaciones artísticas: la lectura (poesía, novela, cuento), escritura creativa, el arte efímero, el cine debate, la escultura, el acto performático entre otras expresiones lúdicas que no escapan al encuentro de sensibilidades y la imaginación creativa como formas de «ser» y «hacer» del «sujeto social» hacia un «sujeto experiencial» y un «sujeto creativo».
La praxis de la experiencia escolar se desarrolló a partir de una pedagogía didáctico-artística- y de procesos creativos experimentales, con el propósito de hacerlos circular a partir de la acción del arte participativo, a saber:
La
escritura creativa y
epistolar -biográfica- es donde el sujeto exponía su experiencia social, su experiencia escolar y sus estados anímicos que deseaba compartir, siendo así, el intercambio dialógico con la ciudadanía generó un estado empático y a veces de descontento con los sujetos que están recluidos. Las historias que narran los
sujetos internos en sus cartas asombraban, enfurecían, hacían reír o llorar a sus lectores. Había personas que no querían saber nada de la cárcel y de los que están allí, otras personas más expresaban su repudio y exclamaban "que los maten a todos". Para que conocieran los
internos las respuestas a sus cartas, se llevó a cabo un registro audiovisual para dar un sentido de intercambio y de correspondencia dialógica con la ciudadanía participante, en este proceso se encontró que los participantes tenían una relación directa e indirecta con el fenómeno de la cárcel, ya sea porque algunos fueron recluidos por alguna circunstancia, otros decían tener a un familiar o conocido en la cárcel, otras personas sólo por el gusto de participar en el proyecto.La intervención de libros y revistas produjeron
libros objetos que contienen historias personales y temáticas, algunos internos decidieron quedarse con el libro para poder leerlo y por la idea de que un libro no debe destruirse.La fabricación de la escultura performática -objeto corporal de reciclaje- tiene la intención de ser la metáfora de un interno que obtiene su libertad y sale a interactuar con la ciudadanía -acción performática-, esta acción era un sentido de libertad que algunos
sujeto internos sólo podrán alcanzar con esta actividad creativa. La invención de un
otro -escultura performática- no fue una
construcción con una identidad anónima, era un personaje con una historia de vida y su historia era como la de muchos otros internos que dicen ser inocentes sin delito alguno que perseguir, que sólo por estar en el lugar menos indicado su experiencia de vida ahora tiene anécdotas de haber estado en prisión. Los autorretratos son expresiones en un juego de espejo con la realidad carcelaria, las historias que ahí se entretejen son representadas con objetos que tienen un significado subjetivo con la experiencia criminal, la experiencia social, la experiencia escolar, con la experiencia vital de vida. Cada narrativa gráfica evoca episodios de un pasado específico del
sujeto interno y donde el presente pretende ser representado con un santiamén de alegría y de experiencias positivas satisfactorias, pero también mostrar la crudeza de la reclusión punitiva, la hostilidad, la sobreprisionización, el dolor y el luto. El plus de la investigación proporciona un documental intitulado
A quien corresponda,
i.e. el de un registro audiovisual de arte participativo y experimental, donde se involucra a la ciudadanía a dialogar con la experiencia escolar creativa de los
sujetos internos, la acción performática como vínculo social.
El Curso Taller Integral Experimental de Arte permitió dar puentes de certeza sobre las otras formas de «ser» y «quehacer» de las cárceles, es decir, el lado positivo por nombrarlo de alguna forma. De esta experiencia escolar se desglosa que, los sujetos internos identifican el lado humano de las cárceles en el centro escolar y en el espacio de la biblioteca como zonas neutrales ante la hostilidad, en las aulas como un espacio socializador y de reconciliación con el otro.
Tercer eje. analítico reflexivo y amanera de epilogo inconcluso
La experiencia social tras los muros de la prisión. (Des)personificación del sujeto desviado a la constitución del sujeto experiencial
Vivir la cárcel es reencontrarse con una vida de las injusticias, los castigos y las resistencias. Dialogar con el fenómeno de la cárcel y la imbricación de la educación y el arte en las prisiones, es como ingresar a micro espacios sociales diversos que habitan un gran mundo social –laberíntico-, en el sentido que, cuando uno se aproxima a una entrada de interlocución con el sistema carcelario en su doble representatividad institucional: penitenciaria -disciplinaria–punitiva- y escolar -formativa-, hay un encuentro con otras configuraciones intrasociales más simbólicas –como míticas, perversas, inmorales/inequitativas, selectivas y de aniquilación-, que dan singularidad al contexto del mundo carcelario.
La noción de experiencia social[iv][v] -categoría intermedia- (Dubet, 2011) es una vía de aproximación como horizonte de inteligibilidad para acercarse con las realidades que subyacen en torno a la cárcel y a los sujetos, posibilita rastrear las coordenadas de una identidad y la subjetividad como itinerario para comprender lo que hay detrás de cada polo de constitución intersubjetiva, y con la práctica escolar experiencial de los individuos en su sentido por re-configurar experiencias nuevas en el espacio social –i.e. la cárcel-, ya no de sometimiento y culpa, de estigmatización y exclusión, sino como un sujeto que también subvierte su condición de interno en múltiples planos de desidentificación, de sujeto señalado como criminal.
En el ahora como un sujeto que interpela la identidad que se le ha adjudicado y que es dialécticamente resignificada tanto por un «yo» intersubjetivo como por la materialidad institucional -los muros de la cárcel- que lo ubican en un lugar y lo apartan de otro, un sujeto como un «otro» que lo distingue del «nosotros». Espacio social donde el sujeto constituye una identidad comunitaria en tensión para hacer vivible su tiempo que está marcado por una existencia punitiva; en tal sentido, el individuo tiene la facultad de resistirse a la institucionalización y re-constituirse desde un distanciamiento de sí mismo ante la etiqueta de sujeto desviado -el delincuente, el criminal-, ante su clausura como sujeto social, i.e. la constitución de un sujeto «otro».
El sujeto -interno- articula distintas lógicas de acción en el contexto carcelario, habilita experiencias sociales para integrarse a interacciones nuevas, produce estrategias como posibles salidas del espacio social dado y reconfigura formas de ser y hacer, y otras más acciones que son constitutivas de identidad que se entrecruzan –invisibles- en este proceso de interacción societal y/o comunitaria. El sujeto interno asume una postura crítica del espacio y de sí mismo, hace una ruptura con el sujeto instituido por una entelequia jurídico punitiva, esto es, por un lado, a las prácticas de la institucionalidad de un poder normativo: el disciplinamiento en los mecanismos para la reinserción social, la normatividad en el entorno sociocultural y educativo, el sometimiento ante la mirada de vigilancia por la autoridad, el juego del control por las relaciones de poder, la segregación y la discriminación por quien ha sido señalado socialmente por un marco jurídico en la impartición de justicia, por las violencias que se generan en un marco intrasocial, por la clausura-muerte social del sujeto como aniquilamiento –temporal- de el «otro»; y que, por otro lado, los actores sociales que dan sentido positivo a su experiencia carcelaria en cuanto práctica de subjetivación en la vida cotidiana sociocultural y escolar, es un contraste con la tensión de la pena privativa de la(s) libertad(es), estos sujetos logran subvertir las lógicas punitivas carcelarias.
La fractura subjetiva de los sujetos en los polos identificatorios es un estado de «contingencias» en las coordenadas de la «experiencia social» –carcelaria-, así la dialéctica experiencial –vital- del sujeto está constituida en un ambiente biográfico social de tiempo-espacio en una lógica de subjetivación, i.e. de un antes: por la historia criminal o no, y/o la circunstancia que llevó a la persona a ser declarado un sujeto culpable, un sujeto interno del sistema carcelario; por un ahora, donde el sujeto en su condición de interno tiene la facultad de elección para reconfigurar su vida en el tiempo presente, el ¿de subvertir –borrar- el pasado criminal? y/o constituirse en otra persona –en un sujeto escolar, un sujeto creativo, un sujeto resocializado o un sujeto criminal de carrera-, el de reificar su identidad individual no criminal; y un después, donde la expectativa de vida es una suma de las experiencias biográfico sociales –esto es, del acontecimiento vivido y ante una proyección de vida- que conducen a orientaciones de conductas estables o transgresoras en la sociedad en el tiempo presente.
La realidad carcelaria está habitada por múltiples historias -experiencia social- que dialogan con un pasado criminal, con secretos de culpa, con miedos de complicidad, de coraje ante la presunción acusatoria de haber cometido un hecho punible -dispositivo de la sospecha- y el ser «inocente» se suprime con la etiqueta de delincuente -por autoincriminación bajo tortura asistida-, en consecuencia, la clausura del sujeto social, esto es, la aniquilación de un «otro».
Las personas -sujetos de delito- que pueblan las prisiones están ahí por consigna de una sociedad vindicativa y de la justicia penal: castigo a los culpables de delito, es decir, que esta acción presupone prácticas de punición al sujeto transgresor "confeso", la aplicación de una norma jurídica para reparar el daño ocasionado a la víctima y al conjunto de la sociedad toda. El dilema «inocente» o «culpable» se resuelve en presidio, y es en la condena patibularia donde los relatos de los sujetos encarcelados están encarnizados y entretejidos por heterogéneas experiencias sociales que dan un sentido subjetivo a la materialidad simbólica de la cárcel.
La lógica de acción de integración del sujeto al sistema carcelario está condicionada desde su ingreso por relaciones intrasociales verticalizadas, por estructuras de poder institucional, policial, poblacional penitenciario y, es desde este contexto donde el sujeto tendrá que adoptar e instrumentar estrategias -lógica de acción- para lidiar con las complejidades del espacio social y con los otros -sujetos internos-. Una vez resuelto los vínculos de integración, de filiación y de reconocimiento con el lugar, el ahora de la condena punitiva penitenciaria se construye desde el entorno laboral, la práctica escolar, el ethos cultural, la dinámica deportiva bajo las lógicas carcelarias y, en la sociabilidad con los otros -Director del penal, internos, custodios, técnicos penitenciarios, abogados, profesores, la familia, inter alia-, los cuales figuran como dispositivos contextuados y de interacciones sociales que otorgan un sentido subjetivo contingente en la vida cotidiana del sujeto interno, de dislocaciones por híbridas dinámicas experienciales instituidas en la acción del sujeto.
En este sentido, la ruptura con las lógicas perversas de la cárcel y la fractura identitaria con la adscripción que otorga el penal como un «sujeto desviado criminal-peligroso» son vías para la emergencia constitutiva de un sujeto «otro» que escapa a la diatriba del estigma social a partir de prácticas positivas que dignifican a la persona recluida, es así como cobra sentido la consigna de una «segunda oportunidad» para vivir la vida social junto a los «otros».
Conclusiones:
A manera de epilogo incloncluso
La expectativa del sujeto interno respecto a su incorporación a la sociedad no es en primera instancia una impresión favorable de su aceptación social, el estigma social está latente en la mente del sujeto -negación de sí mismo/la negación del otro por el otro-, la antípoda entre sujetos fractura el vínculo de diálogo, la relación afectiva y de inclusión social. A su vez el proyecto instrumental de la técnica disciplinaria de la reinserción social deja una marca institucionalizada en la personalidad del sujeto, una prescripción de un «deber ser» social, el sometimiento a la norma, es decir, que el lugar de donde se proviene no se abandona, i.e. la cárcel. Esta entelequia punitiva se lleva consigo una vez al compurgar, donde la sentencia correccional eximida comporta otra huella de vigilancia, ya no física sino psicológica. El panóptico deja de ser la torre, la cárcel ahora reaparece en forma psíquica en la experiencia social del sujeto.
La adscripción identitaria del ex-interno conlleva vivir con un autoconcepto fundado por una inmaterialidad simbólica de la cárcel, con etiquetas, emociones, pensamientos negativos que se inscriben en el ser y actuar del sujeto, la norma penitenciaria se refuerza desde un «yo» sujeto institucionalizado. La evocación de una sociedad vindicativa que repudia al sujeto que ha salido de una cárcel es parte de un imaginario social que desconoce las fallas de un sistema de justicia penal, así como del espacio social carcelario, la idea de que ahí dentro se gesta la descomposición de los valores humanos y que se aprende a ser criminal es una realidad que no atañe a todas las personas que habitan las prisiones.
En la biblioteca del centro de reclusión está el escenario de emergencia de un «sujeto de la educación», el sujeto que aprende por cuenta propia, el sujeto autónomo y crítico, el sujeto que se apropia del espacio y lo resignifica para llevar a cabo sus estrategias de estudio en la antípoda del modelo educativo institucional implementado, es decir, el de la educación penitenciaria, el de la pedagogía correccional, el de las actividades terapéutico psicológicas asistenciales y de ejercicios de control.
Bibliografía:
[i] De acuerdo con la Reforma Constitucional en Materia de Justicia Penal del 2008, hay un cambio conceptual, antes se hablaba de "pena corporal", "readaptación social", "reos". Ahora las denominaciones son "pena privativa de la libertad", "reinserción social", "sentenciados" -internos-, personas privadas de libertad. A su vez, con la Reforma constitucional en materia de derechos humanos del 10 de junio de 2011, se salvaguardaran los derechos fundamentales de las personas -privadas de libertad-. En la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos se incorpora el concepto «reinserción social» para que el Estado tenga mayor responsabilidad y efectúe las tareas que se mandatan en la carta magna, a saber: la capacitación para el trabajo, educación, cultura, salud y deporte.
[ii] La escuela de skholḗ (σχολή) tranquilidad, tiempo libre, ocio. Se retoma la acepción de la palabra del origen griego, es decir, el cultivo del espíritu, del ocio cultivado, la dedicación al noble ejercicio del pensamiento. El ocio, en un espacio dialógico puede "contener en sí mismo el placer, la felicidad y la vida dichosa". (Aristóteles, 1988: 456-459).
[iii] La noción de apropiación e intervención del espacio como categorías sociales permiten comprender los procesos culturales emergentes constitutivos de los sujetos creativos desde una interacción social y dialogante con el entorno social inmediato y entre el ego -sujeto investigador- y el alter -sujeto de conocimiento como un otro- en el entramado de la construcción de comunidades de sentido, planos de significación artístico-política, entre otras formas de expresión para la inclusión, el desarrollo comunitario y la transformación social.
[iv] En términos de Dubet, la «experiencia social» se constituye a partir de distintas «lógicas de acción»: integración, estrategia, subjetivación, donde: "la cristalización, más o menos estable en los individuos y los grupos, de lógicas de acciones diferentes, a veces opuestas que los actores deben combinar y jerarquizar a fin de constituirse como sujetos" (Dubet, 2011: 117).
Bibliografía
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Palabras clave:
Prisión-cárcel, persona privada de libertad, educación carcelaria, Arte social