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Resumen de la Ponencia:
Existe la urgente necesidad de repensar una nueva normalidad en lugar de regresar a la anormalidad en que hemos vivido, de cuestionar la relación entre los géneros, de remontar el ejercicio de la violencia cultural, económica, social, patrimonial, política, verbal, etc., que, dicho sea de paso, se incrementó durante la pandemia por COVID-19 y, en general, de la violencia estructural que ha acompañado el devenir histórico, acentuado con el individualismo fomentado por el neoliberalismo. Es urgente revisar las propuestas de nuevas masculinidades, ¿acaso no será posible des construir tanto las masculinidades como las feminidades para recuperar y poner, por encima de todo, el concepto de Persona, de arribar al Buen vivir desde las epistemologías del Sur y respetarnos como seres naturales que no sólo fomenten el antropocentrismo-androcéntrico sino la comunión con la naturaleza del Ser en toda su plenitud? Se presenta un estudio centrado en el concepto de masculinidad, hipotetizando el epistemicidio que se genera con la patriarcalización del pensamiento de hombres, mujeres y comunidades LGTBTI+ con la propuesta de despatriarcalización, partiendo de la perspectiva de género, con una metodología de análisis documental con fuentes diversas.
Introducción:
En los momentos de mayores crisis parecen idóneas las oportunidades para que la humanidad se cuestione lo que ha hecho mal, cómo vivir mejor, cómo modificar las forma de relacionarse entre seres humanos y como seres vivos con la naturaleza.
La nueva normalidad invita a pensar con lentes de género graduados a la altura de las enseñanzas nocivas que hay que desaprender del modo y estilo de vida imperante, por ello resulta indispensable mirar las distintas tipificaciones de violencia y su incidencia en la vida cotidiana. Las formas de violencia existentes, que se tipifican como delitos, que son registradas, por ejemplo en México por el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP) ubican la acción delictiva contra las mujeres bajo la dimensión en la incidencia delictiva total e incluyen delitos que atentan contra la vida y la integridad corporal: violencia física, sexual, verbal etc.; delitos que atentan contra la libertad personal: violencia jurídica y política; delitos contra el patrimonio: económica y patrimonial; delitos contra la sociedad: violencia cultural y verbal; delitos contra la familia: violencia intrafamiliar así como delitos contra la libertad y seguridad sexual como las afectaciones a las personas de la sexo diversidad fuera de la heterosexualidad.
Desarrollo:
Para el SESNSP la violencia intrafamiliar y de género, así como la estructural, política, y de diverso tipo en general, se agudizaron e incrementaron, sustancialmente, durante la pandemia de COVID-19. Tan sólo “en los primeros cinco meses de 2021 se registraron 423 feminicidios en México” (Barboza, 2021). Cuando se habla del asesinato de mujeres por el simple hecho de contar con dominancia genética femenina, se está hablando de configuraciones sociales del Ser Hombre ante quienes son mujeres, también puede estar involucrado el asesinato de hombres que suelen tener una opción de vida sexual feminizada o bien mujeres con preferencia sexual masculinizada, desde la forma en que perciben y habitan el cuerpo sexuado. Es decir, las relaciones de poder que se otorgan a una persona sobre otras en razón del hecho biológico de contar con un aparato genital con gametos YY que le hace ser nombrado hombre debe valer lo mismo que el poder de decidir no tener etiqueta alguna, e incluso no tener relaciones sexuales, o no contar con sexo, asexual, o bien el poder de adopción de formas distintas de vivir la sexualidad, independientemente del aparato genital con el que hayan nacido, ejemplo, LGTBTI+. También debe contar el no dejarse determinar por habitar un cuerpo que cuenta con un aparato genital masculino con diversidades genéticas=combinación: XXY, YYX, XYY, YXX u otras variantes o el poder que resta el hecho biológico de ser nombrada mujer con gametos XX, Entender que ser igualmente distintos debería ser regla para tratarnos como iguales, con las mismas condiciones de contar con respeto, inclusión y participación democrática en las decisiones de todo tipo que, como parte de la humanidad y de seres vivos en la naturaleza, nos asisten.
Por otro lado, la defensa de los derechos humanos, las denuncias y aplicación de justicia también se detuvieron, los servicios públicos en materia de justicia no fueron ni prontos ni expeditos (la mayor parte de las oficinas gubernamentales operaron con déficit de atención hacia la población), lo que colocó a las mujeres en una situación de enorme vulnerabilidad porque propiciaba mayor impunidad, ante lo que sucedía al interior de los hogares, además de las dificultades económicas que generó el desempleo e incluso las dificultades en el ejercicio de actividades de la economía informal contribuyeron a crear escenarios violentos, sin contar las condiciones de las viviendas. La vulnerabilidad múltiple y multidimensional fue mayor en las mujeres, no obstante, el analizar la violencia de género presenta grandes complejidades en su análisis que serán objeto de otro documento. Si bien es preocupante la violencia contra las mujeres, no lo es menos la morbilidad y mortalidad que presentaron los hombres.
Las cifras de diferentes países mostraron que los hombres, al inicio de la pandemia por COVID-19 presentaron mayores complicaciones durante la hospitalización, ingresaron con mayor frecuencia a las unidades de cuidados intensivos UCI y fue más alta la tasa de mortandad en ellos. Por su parte, (Cañelles López, Campillo, & Jiménez Sarmiento, 2021) argumentan la manera en que las diferencias de sexo están entrelazadas con las diferencias en los roles de género adoptados socialmente y con factores de riesgo, que también influyen en la incidencia y los resultados de COVID-19. A ello, se adicionan posibles mecanismos biológicos de sesgo sexual masculino que afectan la gravedad de la COVID-19, particularmente con respecto a las respuestas inmunitarias, de acuerdo con (Takahashi & Iwasaki, 2021) el que los hombres presenten mayores tasas de mortandad se relaciona con situaciones genéticas pues los gametos X presentan mayor inmunidad que los gametos Y (Morris, 2020) de ahí que las mujeres presenten tasas de letalidad menores con relación al SARS COV-2.
Otro elemento importante en el que se emparientan los riesgos de morbilidad y mortandad hacen referencia al espacio en que se vive, de tal manera que existe mayor la posibilidad de infección en las zonas urbanas que en rurales, como lo demuestran (Bhocal, y otros, 2022) quienes argumentan, entre otras cosas, que las densidad demográfica de las ciudades, la mala planeación urbana, la necesidad de movilidad más amplia para trasladarse a los lugares de trabajo condicionan en gran parte el aumento de riesgos en casos de pandemia como la de COVID-19. Las medidas gubernamentales tomadas en la mayoría de los gobiernos de diferentes países como el distanciamiento social, el confinamiento, el cierre de negocios, considerados no esenciales, pusieron en tela de juicio y llevaron a la reflexión, el tema del género, sobre todo porque la mayor mortalidad, en sus inicios se manifestaba en hombres.
Las afectaciones al desarrollo global de los países se ve y seguirá siendo afectado, por algún tiempo, por efectos de pandemia de diversa índole, las cuales se vuelven más crudos si se sigue perpetuando la asimetría en las oportunidades de desarrollo, derivadas de las percepciones de género que, en este caso, se analizan desde el patriarcado y las masculinidades, pues si bien ha existido un conjunto de luchas que se han expresado mediante el feminismo en diferentes oleadas desde el siglo XIX, las cuales re emergieron en el siglo XX y cobran nuevas expresiones en las primeras décadas del siglo XXI (Márquez Padorno, 2022), desde hace medio siglo atrás son acompañadas de reflexiones sobre la masculinidad (Carabi & Armengol, 2008) o bien sobre el ejercicio de la democracia que no admite confrontaciones de género porque la participación plena en el delineamiento y goce de los derechos hace necesario colocar, en términos de igualdad y de manera esencial, el arribo a la igualdad sustantiva, transitando por la equidad de género, sobre todo considerando que los géneros humanos comparten intrínsecamente la calidad de personas
El concepto de persona tiene un alcance muy amplio que se ejerce desde al menos dos miradas, el de quien interpreta y el que es interpretado, donde ambos están mediados por la aceptación de dicha interpretación, ejemplo: policía- transeúnte; médico-paciente; hombre-mujer, etc. (Butler, 1997) por lo que aprender a re nombrarnos o aceptar los nombres que nos aplican debe ser una tarea más reflexiva y menos inercial, ya que, depende de la percepción que adquirimos y transformamos de nuestra propia manera de ser y estar en el mundo porque“ el sometimiento es al mismo tiempo un poder asumido por el sujeto, y esa asunción constituye el instrumento de su devenir; el que nombra depende de que el que sea nombrado reconozca la forma y contenido en que se dirigen a él (ella) o ello, porque incluso los animales no hacen caso de cualquiera que los llame, si no hay una mediación significativa en el habla y los hechos compartidos y si el intento de producir al sujeto no es reconocido, la producción misma se tambalea. La persona a la que se interpela puede no oír la llamada, puede mal interpretarla, volverse hacia otro lado, responder a otro nombre. insistir en que no se le llame de ese modo.
El efecto de la dominación simbólica se constituye como un acto de complicidad, se produce a través de esquemas de percepción, apreciación y acción por medio de los cuales quienes son dominados/as adoptan para sí mismos/as un punto de vista idéntico al quien domina y contribuyen, de esa manera, a su propia dominación a veces sin saberlo y otras a pesar suyo, puede presentarse en forma silenciosa y aparentemente invisible pero fuertemente sentida y adoptada. (Butler, 1997, págs. 22,107).
¿Por qué plantear el tema de la masculinidad? porque se hace necesario en la medida en que el ejercicio de las distintas masculinidades positivas puede conducir a la configuración de diferentes estilos de vida, de convivencia y de coexistencia, que se ven alterados en periodos de crisis, cuestión que no es nueva pues (Romano & Tenenti, 1972) al hablar de la modernidad muestran cómo se van hilando los cambios a partir de nuevas exigencias que dejan los estragos de las pestes, las pandemias y, en general, las crisis de diverso tipo. Depende de la sociedad misma la direccionalidad de los cambios.
“La condición de género masculino es una expresión de la posición social que, como hombres, ocupan en la sociedad, pues tal posición de dominación, de acuerdo con (Bourdieu, 1998) está estructurada sobre la base de la ideología del sistema económico imperante. El capitalismo tiene sus formas de construir reordenaciones sociales y de penetrar en los individuos, cuestión que también comparte (Weber, 1997) en su ética protestante y el espíritu del capitalismo cuando habla de los tipos ideales de comportamiento de los hombres conforme a fines, valores y racionalidad, dejando claro el lugar que ocupa el agente en una relación de desigualdad y, por tanto, constituye el efecto acumulado de todos los atributos y atribuciones compartidas socialmente, que lo conforman (Guevara Ruiseñor, 2008, pág. 84)”.
Hablar de normalidad hoy, lleva consigo formas consensuales o permitidas de ser, actuar, vivir y estar en el mundo de la cotidianidad, en un momento que podría partir de la pre pandemia por lo que es necesario revisar la semántica de la vida individual y social que se ha llevado, deconstruir el significado de las relaciones tóxicas de género para edificar una nueva normalidad a partir de lo que quieren y pueden tener en las sociedades. Por ello, es importante despatriarcalizar las relaciones sociales de poder. Se requiere, romper con el individualismo y avanzar en la reciprocidad, cuestión nada sencilla porque los hombres, poseedores del monopolio de la producción y reproducción del capital simbólico, tienden a asegurar la conservación o el aumento de dicho capital y, para ello, utilizan todas las estrategias a su alcance: de fecundidad, matrimoniales, económicas y sucesorias, que se encuentran orientadas hacia la transmisión de los poderes y los privilegios (Guevara Ruiseñor, 2008, pág. 82).
Resulta importante deconstruir la visión del género imperante que hace referencia a configuraciones de prácticas en las que confluyen múltiples discursos que se intersectan en la vida individual que transversalizan las relaciones políticas, las de producción, las emocionales y las simbólicas y, a su vez, están incluidas en las estructuras de desigualdad dentro del sistema económico capitalista” (Guevara Ruiseñor, 2008, págs. 77-78). Ante eso, es menester educar para evitar y contrarrestar el machismo entendido como “cualquier tipo de conducta, de lógica, de pensamiento, de política, de acciones, de comportamientos que tienden a someter, a controlar, a violentar aquello que es considerado inferior, débil, todo lo que es considerado en este punto de vista, femenino»” (Barboza, 2021).
También, es relevante mencionar que no todos los hombres cuentan con el mismo poder “cada hombre individual utiliza el campo de decisiones que le otorga la posición que ocupa dentro de una configuración social específica y, en función de ello, dirige su conducta personal con una estrategia definida, pero lo hace no en función de opciones libres sino en virtud de las coacciones a las que se encuentra sometido y de los márgenes de acción que le ofrece esa posición particular, cabe mencionar que hombres y mujeres desarrollan sus historias de vida en interacciones y prácticas que delimitan sus identidades individuales, en el marco concreto de sus relaciones” (Guevara Ruiseñor, 2008, pág. 84,88-9). Luego entonces, el cruce de la incidencia de las clases sociales y su posición en las relaciones sociales de producción, hace necesario pensar en contrarrestar los efectos nocivos del capitalismo en el que están inscritas las asimetrías de las relaciones de género, en las cuales no sólo las mujeres, los niños y los pobres parecen tener dueño y ser considerados capital humano sino también la naturaleza es utilizada como recurso natural que, al igual que el recurso humano tiende a ser usufructuado y entra en la escala de la explotación y la dominación en detrimento de la humanidad entera.
En consonancia con lo anterior, la lucha por la democracia lleva aparejada la lucha por la libertad ante la dominación. Durante mucho tiempo hablar de masculinidad, en términos generales, ha significado el reconocimiento del poder que se otorga a una persona sobre otras en razón del hecho biológico de contar con un aparato genital masculino con gametos YY o de feminidad con gametos femeninos XX u otras diversidades genéticas. Ahora se hace imprescindible hablar y examinar las propuestas de las nuevas masculinidades (NM), eso implica, pensar sobre lo que en mucho tiempo no se había, no se podía o no se quería pensar, porque pareciera ser sinónimo de perdida de la masculinidad, por el imaginario de que ya entran en la realización de actividades domésticas, que ejercen una paternidad más amorosa y menos estricta e incluso hay expresiones de que son desplazados de las escuelas y los trabajos por las mujeres.
La percepción de las NM, se enfrenta a un orden social que impone una posición difícil de desengarzar pues, “mientras algunos movimientos de hombres recurren a un retorno a los modelos tradicionales, otros optan por apoyar propuestas feministas y otros más modifican algunas de las expresiones de la masculinidad, pero mantienen intactas las relaciones de poder” (Guevara Ruiseñor, 2008, pág. 80). Sí, a ello se suma el hecho de que la solidaridad entre los hombres se expresa generalmente más fuerte que la Sororidad entre las mujeres, habrá que adicionar el hecho de que muchas mujeres y otras personas que se asumen como sexo débil, tienen patriarcalizado su pensamiento, lo cual constituye un epistemicidio pues impide la construcción de conocimiento y en su lugar coloca el dogmatismo que lleva a la obediencia o resignación ante la normalización que desde siglos atrás se ha creado y reforzado por las religiones y los medios de comunicación, de modo tal que no es difícil percibir cómo una mujer obstaculiza el desarrollo y avance de otras mujeres, aun cuando tengan una cercanía emocional entre ellas por ejemplo la relación madre e hija (Acevedo Zapata, 2021).
Así, resulta difícil romper “el orden invisible que esa convivencia ofrece a las personas en las que se presentan posibilidades y límites que dependen en gran medida del lugar que guarda cada persona dentro del tejido humano en el que ha nacido y se ha criado; de la posición y situación de sus padres; y de su propia trayectoria de vida. La situación externa determina la posición relativa de la persona en un momento específico en virtud de las distintas relaciones que configuran su red de interdependencias. Así como la posición de un peón en un tablero de ajedrez se considera segura o peligrosa, poderosa o débil, según sea su relación con las otras piezas, también las posiciones de los hombres o las mujeres pueden ampliar o reducir sus márgenes de acción de acuerdo con la posición que ocupan” (Guevara Ruiseñor, 2008, pág. 85) Pero no es solo la posición física sino la posición mental que se les atribuye, y que llegan a creer, lo que conduce a la patriarcalización del pensamiento que requiere ser despatriarcalizado, es indispensable la des educación, entre otras ventajas o desventajas, para asumir la defensa del derecho a una mejor vida, partir del análisis de la masculinidad-feminidad, la cual se ha inscrito en los cuerpos mediante la acción pedagógica diaria y los ritos institucionales en “las conminaciones constantes, silenciosas e invisibles del mundo socialmente jerarquizado que preparan a las mujeres a aceptar como evidentes, naturales y obvias unas prescripciones y proscripciones arbitrarias que, inscritas en el orden de las cosas, se imprimen insensiblemente en el orden de los cuerpos…Se trata de un orden que funciona como una máquina simbólica, donde la división sexual del trabajo, y las estructuras tanto del espacio como del tiempo, constituyen los ejes sobre los que descansa su organización” (Guevara Ruiseñor, 2008, págs. 80-81)
El deber ser, obedece a una ética del sistema económico imperante y no a una aspiración de buen vivir, este último, va más allá del humanismo porque incluye la coexistencia y respeto de todo ser vivo y de seres inertes que contribuyen por el solo hecho de existir, a la vida en la Tierra. Quien ha asumido las estructuras del mundo, orienta su práctica haciendo exactamente lo que es debido, en tanto que es fruto de la incorporación a un orden social” (Guevara Ruiseñor, 2008, pág. 86). Dicho orden debe ser desestructurado para construir un mundo más justo, equitativo y respetuoso de la diversidad, pues ahora, el orden social establecido como ‘normal’ ha provocado que “las identidades masculinas de los homosexuales estén socialmente desprestigiadas en la cultura occidental, mientras que algunas otras, como las de los deportistas o los cantantes y actores, son altamente valoradas.
El modelo de masculinidad, culturalmente dominante, ha sido llamado “masculinidad hegemónica”, lo que no significa que domine totalmente ni tampoco se refiere a la forma más común de masculinidad, sino a una posición de autoridad y liderazgo cultural que es socialmente visible y apreciada. Es hegemónica no en relación con los otros modelos de masculinidad, sino en relación con el orden de género como un todo. Algunos teóricos se han encargado de identificar y o medir la masculinidad con test psicométricos con escalas de masculinidad-feminidad, con propuestas naturalistas como la mito poética de Bly, Junge o el análisis desde los roles sociales de Ibáñez, Minelo, Giddens, Conell o de la descripción del Orden del género en las relaciones de poder propuestas por Seidler (1989); Kimmel (1992); Cazés (1994); Kaufman (1995); Connell (1987); y Minello (2001, citados por Guevara Ruiseñor, 2008 y lo cual, es trascendental para avanzar en la solución del problema y, si bien ayuda conocer las perspectivas conservadoras: moral y biológica; profeminista; de los derechos del hombre; espiritual o mito poética; socialista y de grupos específicos, que figuran un abanico de posibilidades alternativas o afines a la masculinidad hegemónica, subordinada, alterna, a los machismos, a los micro machismos y un sinfín de etc. (Bonino Méndez, 1999), también debe ser examinada bajo la lupa de lo que implica, por ejemplo, los tintes políticos de expresiones, que ya ni siquiera son de grupo o de asociaciones organizadas, funcionan como llamados a las multitudes que se denominan Promise Keepers, quienes fundamentan su lucha por recuperar privilegios perdidos, se dicen movimiento y no se pide pertenencia a él e invitan a: creer en Cristo, formar una cercana amistad con algunos hombres, practicar la moral y sexualidad puritana, amar a su esposa e hijos, apoyar a su iglesia y animar a otros a hacer lo mismo (Vázquez Vargas, 2018, pág. 1).Con consignas simples y sin esfuerzos reflexivos y serios sobre la realidad vivida apelan a la emocionalidad más que a la razón.
Las masculinidades suelen mostrarse en distintas modalidades, así como las feminidades, pero, en general ambas apelan a modelos de convivencia que se basan en el establecimiento de relaciones justas y equitativas. La búsqueda de una mujer proactiva que tome sus propias decisiones y, por lo tanto, sea libre de asumir el rol que prefiera y no el establecido por ningún código machista puede ser la lucha de los hombres por asumirse como personas amorosas que buscan liberarse de las ataduras que les impone la imagen dominadora del hombre que por parecer fuerte inhibe sus sentimientos más sublimes, por mostrarse protector no se protegerse a sí mismo; ni pedir ayuda aunque la necesite y se ve obligado a asumir riesgos innecesarios por demostrar hombría ( (Bonno de Keijzer, 2021); introduce a su cuerpo drogas lícitas e ilícitas, al tratar de cumplir como proveedor inhibe el desarrollo profesional de su pareja y un innumerable conjunto de desventajas que se podrían explora en la caja de las masculinidades y otros esfuerzos académicos realizados para describirlas con los mismos derechos e igual posibilidad de arribar a la felicidad compartida en todas las esferas de la vida tanto privada como pública, donde lo que cuente sea el bienestar colectivo.
Las masculinidades nuevas cobran sentido cuando los hombres asumen la actitud y el compromiso de avanzar en la construcción de una vida más justa y democrática; siguiendo a Bonino que señala que los hombres han generado la violencia sobre la mujer y a ellos les toca corregir el asunto.
Conclusiones:
En suma, preguntar sobre la incidencia de las nuevas masculinidades durante la pandemia de COVID-19, lleva a responder que se debe trabajar por impulsar masculinidades positivas, asertivas y participativas en la lucha por una convivencia basada en la democracia en los ámbitos privado y público y más aún prescindir de las miradas diferenciadoras e injustas de la construcción asimétrica de las relaciones de género y considerar a toda la gente como personas, en una relación armónica con la naturaleza como seres vivos con corresponsabilidad de cuidar el mundo natural y social en el cual vivimos; esta lucha debe verse como uno de tantos hilos que habrá que tejer para arribar a una nueva normalidad. Implica, trabajar por despojar al capitalismo de la ideología patriarcal, de la que se ha apropiado y combinado con el individualismo que, en su etapa neoliberal, ha representado la colonización del pensamiento donde la visión judeocristiana (marianismo) ha contribuido a la patriarcalización del pensamiento femenino que justifica las acciones patriarcales que afectan negativamente, en principio a la mitad e la población si se mira con base en las cifras de hombres y mujeres, pero a más del 90 % si se aprecia que el patriarcado no solo se ejerce sobre las mujeres sino sobre aquellos que no participan de la propiedad de los medios de producción o del capital financiero, que, además, no conoce límites en la explotación de todo lo que se mueva, arrastre, vuele o permanezca quieto, mientras le genere ganancias económicas aunque la Tierra en que vivimos este dando muestras de agotamiento y la realidad muestre lo insostenible e insustentable que es el estar agudizando las diferencias en lugar de aprovecharlas en favor de toda la humanidad.
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Palabras clave:
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