Resumen de la Ponencia:

Debates pungentes do final da década de 1970 têm repercussões até a atualidade no interior das teorias feministas, tais como: a relação entre marxismo e feminismo(s); entre sistemas de opressão na ordem do capital (duplos, triplos ou unitário); produção ou não de mais-valia no trabalho doméstico, dentre outros. Para responder a essas e outras questões da contemporaneidade, é primordial um ponto de partida: quem é a classe trabalhadora hoje? Após certo silenciamento em torno das relações entre feminismo e marxismo na década de 1990, a crise financeira de 2007-2009 trouxe à tona um reavivamento do debate marxista, a partir dos desafios colocados pela realidade concreta. Nesse contexto é que surge a Teoria da Reprodução Social (TRS), com o intuito de desenvolver uma investigação marxista da reprodução do capitalismo alicerçada na opressão às mulheres, sob a premissa de que produção e reprodução da força de trabalho, enquanto mercadoria, são exigências para a reprodução do capital, e essa tarefa recai, estruturalmente, sobre as mulheres. Dentre os nomes mais destacados da TRS, temos Cinzia Aruzza, Susan Ferguson e Tithi Battacharya, inspiradas especialmente por Lise Vogel. Desvelar no concreto e explicitar, teoricamente, a forma como a TRS mobiliza a noção de “classe trabalhadora” é de suma relevância para deslindar a especificidade de sua proposta teórico-política. Para tanto, a partir de uma revisão teórico-bibliográfica, tivemos por objetivo, neste artigo, realizar sínteses entre o referido tema nas obras de Karl Marx e marxistas e nas produções das teóricas da reprodução. A TRS é uma teoria analítica-explicativa que se alicerça no materialismo histórico dialético, sob a perspectiva de totalidade. Analisa, portanto, as classes sociais relacional e processualmente; critica noções positivistas, reducionistas e economicistas de classes; defende que classe trabalhadora é heterogênea (multiétnica, generificada e com diferentes capacidades), não se restringindo, mas também não rejeitando, na análise, o trabalho assalariado. Assim como a noção de classe trabalhadora é, para a TRS, ampla, também o é a luta de classes, não prevendo etapismos nem hierarquias, mas solidariedade e unidade na luta revolucionária anticapitalista.

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Cuidar y cuidarnos es algo que hacemos todos y todas y a lo que estamos expuestos o provistos de en todas las etapas de nuestro ciclo vital. Sin embargo, estas actividades no tienen las mismas implicaciones ni ocupan el mismo tiempo en la vida de hombres y mujeres.  Tradicionalmente, se ha naturalizado el rol que asumen las mujeres en el cuidado de otros/as apoyándose para ello en su capacidad reproductiva y en argumentos biologicistas acerca sus destrezas y habilidades para el cuidado y el ámbito doméstico dentro de la familia. Esto ha supuesto un reparto de roles binario público/privado, remunerado/no remunerado donde a los cuidados se les otorga y presupone un (no) espacio concreto dentro del sistema socioeconómico, invisibilizándolos y negando, al mismo tiempo, la vulnerabilidad y dependencia inherentes a los seres humanos.Este trabajo se enmarca en el proyecto “Sostenibilidad de la atención a las personas en situación de dependencia: experiencias y dilemas en el diseño de tecnocuidados (P18-TP-2624: PAIDI 2020)”. Se presentan resultados de un estudio cualitativo realizado con perspectiva de género. A través de entrevistas a mujeres cuidadoras de personas en situación de dependencia, se delinean las relaciones de estas mujeres con su propio cuerpo, placer y deseo. Se pretende conocer cómo se ha entretejido el autocuidado y el placer de las cuidadoras con las situaciones particulares a las que se enfrentan. Los resultados muestran que la situación de vulnerabilidad en la que normalmente se encuentran, supone que se genere una relación de dependencia con la otra persona, lo que influye en cómo se cuidan (o descuidan), siempre que tengan tiempo y recursos para ello. Sus necesidades, expectativas, deseos, … quedan relegados a un segundo plano y subordinados a las necesidades de cuidado de otras personas.

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Neste início de século, o objeto de estudo capitalismo voltou com força ao debate intelectual-acadêmico, uma retomada engendrada pelas crises do sistema, em especial pela que eclodiu em 2008, mas também estimulada pela teoria da reprodução social produzida no campo dos estudos feministas marxistas e/ou socialistas. Desta perspectiva, a esfera da reprodução social engloba o conjunto de atividades destinadas à produção de pessoas, tarefas executadas maiormente pelas mulheres e que vão além da produção “física” da força de trabalho, abarcando a produção de subjetividades e as ocupações voltadas aos cuidados de maneira geral. Nosso objetivo é apresentar uma definição concisa de reprodução social, como esfera específica, e no sentido de reprodução da totalidade social impulsionada pelo movimento contínuo da busca da valorização do valor. E interessa-nos defender (i) a historicidade como o coração do conceito de modo de produção capitalista; e (ii) as formações sociais capitalistas como realidades concretas e variadas, que dependem da esfera (específica) da reprodução social para sustentar o processo de acumulação. A intenção é operar com os dois sentidos de reprodução social (esfera específica e totalidade social) de maneira articulada, a fim de defender que o conceito de modo de produção capitalista só se completa com a teoria da reprodução social como esfera específica, conforme desenvolvida pela teoria feminista responsável pela mais completa concepção do capitalismo à luz de Marx. Apresentaremos os dois sentidos de reprodução social e a imbricação entre eles nas formações sociais capitalistas, nem sempre explicitada nos estudos feministas. A ideia central que pretendemos defender é a de que o capitalismo precisa do não capitalismo para se reproduzir, no caso, da reprodução social como esfera específica, não passível de mercantilização em termos absolutos. Em resumo, o objetivo é refletir sobre a teoria do capitalismo produzida pela teoria feminista (ou teorias feministas), apresentando os resultados de pesquisa de natureza teórica, baseada em fontes secundarias.  Palavras-chave: Capitalismo. Teoria Feminista. Reprodução Social

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Esta ponencia es parte del trabajo de tesis que actualmente llevo a cabo en la maestría en Estudios Latinoamericanos en la Universidad Nacional Autónoma de México, UNAM. Aquí pretendo analizar la manera en que la reconfiguración capitalista de la década de los 90s bajo la forma neoliberal implicó a su vez una reorganización e intensificación en la explotación de los bienes comunes naturales bajo el modelo neo-extractivista, poniendo en punto clave, la manera en que estas redefiniciones generan afectaciones y violencias para las mujeres rurales mineras. En este sentido, me interesa analizar dos elementos: En primer lugar, retomo algunas discusiones teórico-conceptuales del trabajo productivo y reproductivo en el marco del sistema capitalista desde el punto de vista de las mujeres rurales, buscando comprender la manera en que la invisibilización de sus labores tanto remuneradas como aquellas no remuneradas posibilita acumulación de capital. En segundo lugar, me interesa analizar las múltiples violencias hacia las mujeres rurales latinoamericanas en el marco del neoextractivismo, buscando comprender cómo la implantación del modelo en los territorios implica formas de violencias en el entorno laboral minero en tanto se llevan a cabo procesos de precarización e invisibilización de los trabajos que las mujeres llevan a cabo, los cuales están fuertemente atravesados por roles y estereotipos de género. Además, es posible observar violencias que tienen una connotación directa de género, como la violencia sexual ligada a los procesos de militarización o la violencia alimentaria ligada a la contaminación de los bienes naturales. Poner atención a la manera en que están inmersas las mujeres dentro del neoextractivismo, implica releer en términos amplios la manera en que sus cuerpos y trabajos productivos/ reproductivos aparecen dentro del sistema capitalista, tarea que han adelantado tanto teóricas feministas marxistas como latinoamericanas. Todos estos elementos evidencian puntos de encuentro entre el capitalismo y el patriarcado en los territorios rurales. 

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En Argentina las políticas de conciliación laboral-familiar fueron concebidos históricamente desde un enfoque maternalista, asignando a las mujeres la responsabilidad exclusiva por el cuidado infantil. La Ley de Contrato de Trabajo –una de las normas centrales del derecho laboral argentino, que establece los estándares mínimos de protección para trabajadores asalariados del ámbito privado– establece una licencia por paternidad de tan solo dos días, siendo una de las más bajas de Latinoamérica. Sin embargo, en el último decenio –en un contexto de creciente protagonismo de la agenda de los cuidados en el debate público– proliferaron consultoras, escuelas de negocios y centros especializados en management y recursos humanos que promueven el enfoque de la corresponsabilidad de los cuidados en las políticas internas de las compañías (Rodríguez Enríquez y Pautassi, 2014; Oliva, 2020). En consonancia con ello, diferentes firmas nacionales y multinacionales comenzaron a revisar sus políticas de conciliación laboral-familiar ampliando sus prestaciones e incluyendo a los varones como sujetos destinatarios de estas medidas. Aunque la legislación laboral no lo exija, en la actualidad algunas compañías ofrecen a sus trabajadores varones licencias por paternidad remuneradas de entre 30 y 180 días, reintegros por gastos asociados a servicios de cuidado, flexibilidad horaria y la posibilidad de optar por la modalidad de teletrabajo durante los primeros años de sus hijas/os. Si bien en algunos casos estas innovaciones responden a acuerdos firmados con asociaciones sindicales, en la mayoría se trata de iniciativas voluntarias que forman parte de sus políticas de responsabilidad social empresaria y fidelización del personal.La literatura académica sobre regímenes de licencias señala que aquellos que brindan a los padres un período amplio, bien remunerado y de uso exclusivo no transferible, promueven una mayor implicación y participación de los varones en los cuidados. Sin embargo, gran parte de esta literatura se basa en la experiencia de países que ampliaron sus licencias a través de regulaciones estatales. ¿Qué ocurre cuando estas políticas son impulsadas voluntariamente por las empresas bajo la rúbrica de beneficios corporativos? ¿Cómo son recibidas por los padres? ¿Cómo influyen en sus prácticas, representaciones y actitudes en relación con el cuidado?Partiendo de estos interrogantes, en esta ponencia presento un análisis preliminar de un conjunto de entrevistas en profundidad realizadas a varones cis heterosexuales pertenecientes a hogares biparentales con hijos y que trabajan en empresas con un régimen de licencias ampliado y un enfoque de corresponsabilidad en sus políticas de conciliación laboral-familiar. Este trabajo se enmarca en una investigación en desarrollo para mi tesis de doctorado, en donde me propongo analizar las representaciones y prácticas en relación con el cuidado infantil en varones que trabajan en empresas y organizaciones con diversas políticas de corresponsabilidad de los cuidados.

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En Chile y en el resto del mundo, las tareas de cuidado recaen principalmente sobre las mujeres. Este hecho se debe a que las estructuras tradicionales de organización social reproducen una división sexual del trabajo y el tiempo (Arriagada, 2010; Batthyány, 2020; Pérez Orozco, 2014). En el marco de este modelo, las mujeres son relegadas principalmente al ámbito privado -la familia- que las mantiene en un rol subordinado. En otros términos, un modelo social y económico que no valora el trabajo reproductivo como componente fundamental para el desarrollo de la sociedad. En Chile, el régimen de cuidado que han seguido las “políticas de cuidado” es principalmente de tipo familista; eso significa que gran parte de las responsabilidades relacionadas con el cuidado y el bienestar en general descansan en la organización y economía familiar, cuestión que se traduce en una mayor responsabilidad para las mujeres (Montaño & Calderón, 2010). Esto se observa, por ejemplo, en los datos de la encuesta ENUT del 2015 donde las mujeres dedican en promedio menor cantidad de tiempo del día al trabajo remunerado que al trabajo no remunerado. Además, el tiempo dedicado al trabajo doméstico y de cuidado es en promedio el doble que el de los hombres. Mientras las mujeres ocupan 5,9 horas diarias, los hombres en promedio solo dedican 2,7 horas diarias (INE, 2019).En el caso de personas con problemas de salud las mujeres dedican tres veces más tiempo que un hombre a dicho trabajo. En el caso de cuidado de niños y niñas de 0 a 4 las mujeres dedican el doble de horas que los hombres, con el antecedente de que si se analizan la distribución de las tareas en la única actividad donde los hombres ocupan más tiempo que las mujeres es en jugar con los niños/as. Por último, en el caso de niños/as entre 5 y 14 años el tiempo dedicado es menor al de los otros grupos donde las mujeres dedican casi una hora más respecto a la de los hombres (Comunidad Mujer, 2017). Dentro del contexto actual de marcadas desigualdades estructurales de género, esta investigación se centra en un aspecto específico del cuidado. El foco de análisis está en cuidadoras/es de niños/as y adolescentes, para explorar en qué aspectos y modos la realidad actual de los cuidados afecta en quienes cuidan de manera diferenciada. Esto se pretende explorar en trayectorias laborales y diferencias salud en momentos puntuales de la vida o a lo largo de la trayectoria vital.