Resumen de la Ponencia:
Com a ascensão do conservadorismo em diversos países latino americanos, o aumento da desconfiança dos cidadãos nas instituições públicas, dentre outros acontecimentos políticos ocorridos nos últimos anos, temos vivenciado um cenário de enfraquecimento da democracia participativa. Diante de tal contexto, a abertura das instituições públicas, a prestação de contas, a ampliação dos espaços de participação cidadã e o aumento da transparência pública, são medidas necessárias para a retomada do fortalecimento democrático e para a restauração da confiança cidadã nessas instituições. Nesse sentido, a adoção da política do Parlamento Aberto busca colocar em prática tais medidas, visando aumentar a interação entre os cidadãos e o Parlamento. Mediante a conjuntura da política brasileira, a pesquisa pretende acompanhar os resultados de ações que colocam em prática os princípios do Parlamento Aberto pelo Legislativo brasileiro, como a transparência, a prestação de contas, a participação cidadã e a ética e probidade, tendo em conta a participação da sociedade civil neste processo. A investigação se delimita ao âmbito federal e considera ações adotadas entre 2018 e 2021. O objetivo geral da pesquisa busca compreender como as ações orientadas pela política do Parlamento Aberto pelo Legislativo brasileiro, a nível federal, têm colocado em prática os princípios de transparência, prestação de contas, participação cidadã e ética e probidade. Já o objetivo específico procura entender como essas ações para o Parlamento Aberto podem contribuir com a promoção de espaços públicos e com a capacidade de agência dos atores sociais. Com relação à análise teórica, a mesma pondera que a teoria democrática baseada na realidade europeia ou norte-americana desconsidera as especificidades dos países latino americanos, assim, consideramos o seu contexto específico. Desse modo, a democracia participativa possui uma extrema importância no cenário dos processos democráticos e da libertação dos países latino americanos do colonialismo, pois a ampliação ou a restauração democrática, vincula-se a um movimento de redefinição do seu significado cultural, inserindo novos atores e novos temas no cenário político. Então, a partir dessa abordagem, há que se considerar os conceitos de espaço público e de agência. Dessa forma, compreender tais conceitos nos dará elementos necessários para desenvolver uma análise ampla sobre os espaços participativos concebidos a partir da política de Parlamento Aberto no Brasil. Por fim, a abordagem metodológica se dará a partir da realização de entrevistas semi estruturadas com servidores da Câmara do Deputados e do Senado Federal, responsáveis pela aplicação do Parlamento Aberto, na análise qualitativa e quantitativa de comentários e votações realizados pelos cidadãos nos espaços interativos dessas duas casas, além da análise do conteúdo disponibilizado nos portais relativos à política do Parlamento Aberto.Resumen de la Ponencia:
Derechas y democracia en las elecciones 2021 en América Latina: una caracterizaciónFrancisco Reveles VázquezResumen de ponenciaEn las elecciones que se realizaron en distintos países de América Latina en 2021 se expresaron diferentes fuerzas políticas que dieron pie a la participación de actores que respaldan valores propios del neoconservadurismo, el neoliberalismo, el liberalismo y la democracia cristiana. Se trata de partidos, organizaciones sociales, asociaciones cívicas, grupos de interés de corte empresarial, especialmente los propietarios de medios de comunicación, iglesias y agentes internacionales (que pueden ser gobiernos, asociaciones civiles o políticas, partidos, etcétera). Aquí se propone hacer una caracterización de tales fuerzas políticas que participaron en los comicios presidenciales de 2021 en América Latina, dentro de un relativamente amplio espectro, donde se presentan posturas moderadas y extremistas. Para ello se tomarán en cuenta los siguientes indicadores: partido político, coalición electoral, perfil de la candidatura presidencial, oferta electoral, agrupaciones sociales aliadas, apoyo de actores políticos y sociales no partidistas (nacionales o extranjeros) y base electoral de apoyo. El fenómeno es interesante por el atractivo que para muchas ciudadanas y ciudadanos han mostrado liderazgos personalistas y actores políticos que manejan incluso un discurso antisistema desde la derecha. Los hay de perfil populista y también otro tipo de expresiones, todas ellas cargadas de valores conservadores o neoconservadores. El trabajo pretende distanciarse de las caracterizaciones maniqueas, parciales o proclives a asumir como válida la calificación que los gobernantes progresistas hacen de sus adversarios. Como punto de partida, se puntualiza una premisa metodológica indispensable para el análisis político: la derecha no es lo que la izquierda asegura, ni a la inversa. Mucho menos si la descalificación del otro parte desde una posición de poder. Hay partidos de derecha que están presentes en los países de la región desde hace mucho tiempo. Fueron parte esencial de sus respectivos regímenes políticos, logrando legitimidad mediante pactos inter élites o bien gracias al voto de los ciudadanos, directo o indirecto pero mayoritario al fin. Sin embargo, la mayoría de estos partidos han sido superados por nuevas fuerzas o liderazgos que cuestionan su proceder, sus gobiernos y sus añejas identidades ideológicas. El objetivo de la ponencia es caracterizar a estas fuerzas de extrema derecha y también a las más moderadas. Todas ellas participaron y lograron avances sustantivos en los comicios más recientes en la región e incluso conquistaron los principales cargos públicos en disputa.Resumen de la Ponencia:
A lo largo de los últimos 20 años, desde el celebre trabajo de Auyero (2001), una abundante bibliografía sobre el “clientelismo” en la vida popular ha problematizado el uso de esta etiqueta como concepto analítico. Sirviéndose de ella y negándola a la vez, reconstruye las complejidades de las prácticas políticas vividas en los barrios populares. Generalmente, para hacerlo, realiza una crítica ritual al uso que los medios de comunicación y, en general, la esfera pública hace de ella como una categoría de etiquetamiento moral negativo. En la opinión pública, se dice, los pobres y el clientelismo son igualados, estigmatizando a las clases populares y reduciendo la complejidad de sus relaciones. Sin embargo, este sentido común no se refleja en análisis rigurosos de su uso y función en la esfera pública. Vommaro y Combes (2016) llaman la atención de los, comparativamente, pocos trabajos que han abordado el uso de la etiqueta “clientelismo” en la esfera pública. Partiendo de la intuición de que el análisis de sus usos, sentidos y consecuencias, más que una esfera separada de análisis puede ayudar a comprender el sentido que adquiere el “clientelismo nativo” en barrios populares y a repensar la forma en que se analiza la política vivida, este trabajo se propone indagar en los sentidos de la etiqueta “clientelar” en la esfera pública. Para ello, se propone analizar un caso paradigmático durante la transición democrática en México, el enfrentamiento entre dos grupos al interior del Partido Revolucionario Institucional (PRI) por el control del municipio de Chimalhuacán, conurbado a la ciudad de México; evento que acaparó las portadas de los periódicos y la imaginación de los columnistas un par de meses después del triunfo del opositor Vicente Fox en la elección presidencial del año 2000. Al ser interpretado en el marco de la derrota nacional del PRI, el enfrentamiento en Chimalhuacán se erigió como un denso drama social sobre los riesgos del momento histórico, demarcando los motivos, relaciones, actores, tiempos y lugares impuros del nuevo orden político.Interpretándolo desde la teoría de la esfera civil de Alexander (2018) se argumentará que mediante este drama se colocó sobre la palestra pública el código simbólico en el que se enmarcaba el nuevo régimen emanado de la transición y sus límites. En este proceso de demarcación, los sectores populares quedaron fuera de la naciente esfera civil en México y su participación, bajo sospecha de clientelismo, fue elaborada como el otro moral de la ciudadanía, substancializandolos como no-agentes. Es decir, el argumento central es que las etiquetas de clientes y ciudadanos puede comprenderse como una distinción moral que opera en el marco de un código ciudadano.Resumen de la Ponencia:
O objeto desta pesquisa foi a Teoria da Democracia de Norberto Bobbio. Em nosso estágio de pós-doutorado, procuramos analisar o conteúdo atual da democracia liberal tomando como referência as análises e ideias de Bobbi, antes da ascensão de governos conservadores no Brasil e na Itália. Agora o cerne da análise se concentrará na reconstrução do percurso teórico-categorial que o filósofo italiano conduziu até a elaboração do conceito de “mínima democracia processual”. Trata-se de uma pesquisa dialógica a partir da perspectiva da história das ideias políticas em sua relação com o conteúdo filosófico-político que o tema reproduz. Dessa forma, pretendemos investigar possíveis mudanças, ou mesmo inflexões, na Teoria da Democracia de Norberto Bobbio ocorridas entre o final da década de 1970 e durante a década de 1980, Analisando a “tensão dialética” entre os conceitos de liberdade e igualdade, presentes em sua obra. Ao mesmo tempo, buscaremos analisar como essa evolução conceitual se insere no contexto histórico do período, principalmente no que diz respeito ao debate teórico sobre o tema “democracia”, dadas as transformações observadas, como o fim do Guerra Fria, ou o avanço do neoliberalismo na Guerra ao Terror. O objetivo é analisar a evolução e os desdobramentos resultantes do processo de elaboração teórica do autor no período, seus elementos constitutivos, as convergências e possíveis contradições dentro de seu desenvolvimento conceitual, contextualizando-ou não debatendo e no diálogo das ideias políticas do seu tempo. . A pesquisa é organizada a partir de instrumentos metodológicos fundados na análise qualitativa, exegética e imanente de seus textos,
Introducción:
O núcleo temático de análise deste texto é a Teoria da Democracia desenvolvida pelo filósofo italiano Norberto Bobbio (1909-2004), tema que passamos a investigar no projeto intitulado “Norberto Bobbio e a Democracia do Futuro na Era (do Fim) dos Direitos", Desenvolvido durante o Estágio de Pós-Doutorado na Università Degli Studi di Urbino "Carlo Bo" - Itália, com o apoio da Fundação de Amparo à Pesquisa do Estado de São Paulo - FAPESP (proc. 2019/06042-3 ). entre agosto de 2019 e fevereiro de 2020.
Durante nossa pesquisa de pós-doutorado analisamos as formulações de Bobbi sobre o que o autor definiu como “regras mínimas” do método-democracia, abordando o fundamento filosófico que fortalece suas concepções e propostas políticas sobre o caráter liberal do Estado Democrático de Direito. Em seguida, comparamos esse referencial político-filosófico com a ascensão do discurso e dos governos conservadores/reacionários em dois países, Brasil e Itália, tentando identificar como esses fenômenos políticos colidem com as “regras do jogo democrático” propostas por Bobbio. A investigação insere-se em um importante debate atual que aponta para um processo de Crise da Democracia Liberal, o que se agrava à medida que verificamos, cada vez mais, a “ausência de debate público em espaços dilatados, em tempos acelerados do capitalismo contemporâneo” (RÊGO, 2013, p. 15).
Desarrollo:
FUNDAMENTAÇÃO TEÓRICA E DISCUSSÃO DO PROBLEMA
Em 1984, ver o público ou título O futuro da democracia . Nesta obra, Norberto Bobbio reúne uma série de reflexões elaboradas entre 1978 e a referida data de sua publicação. Na apresentação da primeira edição, intitulada "Premissas", o autor deixa claro que não trataria a questão da democracia sob uma perspectiva "negativa" ou "positiva", mas "num sentido axiologicamente neutro" (BOBBIO, 2009, p. 19), pois pretendia discutir as transformações dos quais passaram os regimes democráticos a partir do que identifica como suas “promessas não cumpridas”. Ou seja, das diferenças, contrastes e possíveis incontradições entre as teorizações dos chamados clássicos do pensamento democrático, uma forma histórico-social “real” que se conformou – e ainda se conforma, crescemos – à democracia não ocidental.
Aponta, ainda, que não era possível falar na crise da democracia, porque a ideia de crise levaria a um "colapso iminente" e mesmo que a democracia não gozasse, naquele momento, de "óptima saúde ", estaria longe de ser enterrado, porque “Nenhum dois regimes democráticos nascidos na Europa após a Segunda Guerra Mundial foram mortos por uma calamidade”. Mais do que isso, naquele momento histórico, jamais seria possível identificar, segundo ou autor, os dois ventos democratizantes sobre as “ditaduras do leste europeu”, uma vez que já era possível visualizar os “frenesis democráticos” que abalavam o mundo soviético , alemão Confirma-se que a raça humana que sobreviveu à catástrofe da Segunda Guerra conseguiu se manter, pois se transformou em democracias, e o fascismo demorou muito para se estabelecer como uma ameaça às democracias ocidentais (BOBBIO, 2009, p.
Ao nos debruçarmos sobre o conjunto da obra do autor, verificamos que sua definição de democracia resulta de um processo de elaboração teórica que remonta, no mínimo, há quatro décadas de investigações, formulações, debates e atuação política. Essa trajetória possui um núcleo teórico comum, qual seja, a defesa dos princípios liberais, numa chave de leitura neokantiana, em articulação com a tipificação das formas de governo oferecida por Hans Kelsen, mas que também dialoga com uma série de autores liberais, clássicos e contemporâneos ao próprio Bobbio[1]. No entanto, se é possível identificar uma “defesa intransigente” do liberalismo em sua articulação com a democracia, podemos apontar que a leitura procedimental sobre o método democrático defendido pelo autor nem sempre existiu, tendo sido elaborado ao longo de sua evolução conceitual.
Ao analisarmos o conjunto de sua volumosa obra, fundamentalmente seus escritos de maior densidade teórica, notamos a presença de uma “tensão dialética” – que é própria da tradição filosófica liberal – entre os princípios filosóficos da liberdade e da igualdade. Mesmo identificando o fundamento da liberdade como o direito natural primígeno a ser observado no regime democrático, a questão da igualdade abordada numa chave de elaboração que procurava “equilibrar” a valoração moral e conceitual entre os dois princípios, foi exaustivamente debatida por Bobbio, o que lhe conferiu a vinculação à corrente política denominada Social Liberalismo[3]. Do ponto de vista do contexto histórico, esse período se estende do imediato pós-2ª Guerra Mundial, até meados da década de 1980 e os respectivos avanços do Estado de Bem-estar nas democracias do Ocidente. É a partir das transformações observadas na segunda metade dos anos 1980, diante da derrubada do Muro de Berlim, do desaparecimento da União Soviética e o progressivo fim da Guerra Fria, o consecutivo avanço do neoliberalismo, mas também – principalmente – com a Guerra do Golfo, já em 1991, que o filósofo italiano claramente se posiciona a favor do princípio da liberdade em sua dialética relação com o princípio da igualdade. Sobretudo no plano das relações e conflitos internacionais, por identificar uma nova modalidade de conflitos originada por países autocráticos (BOBBIO, 2000).
Com essa proposição não estamos inferindo que Bobbio propõe uma mudança em sua teoria da democracia para adequá-la às transformações históricas de seu tempo. Tal como nosso autor propõe, pensar o futuro da democracia envolve um exercício de reconhecimento histórico daquilo que “não foi realizado enquanto pressuposto filosófico clássico” (BOBBIO, 2000), para então, fundamentado em procedimentos mínimos da democracia-método, discutir o presente e propor o futuro. Ao refazer o percurso de elaboração teórico-filosófica de seu pensamento, procuraremos compreendê-lo enquanto expressão do debate das ideias políticas de seu tempo, bem como as respostas práticas que o mesmo apontava, sobretudo naquilo que diz respeito à teoria normativa, já que, como sabemos, para o filósofo italiano esse era um dos sentidos fundamentais da ciência política.
Bobbio se fundamenta numa perspectiva liberal de democracia, cuja elaboração sintetiza uma série de autores clássicos do universo teórico contratualista, sobretudo Kant, conjugando elementos jurídicos do positivismo, principalmente Kelsen (RÊGO, 2004). Ao nos referirmos a um processo de síntese teórica, indicamos o esforço intelectivo do autor na elaboração de uma atualização histórica, de aggiornamento teórico de uma tradição filosófica que nasce como cosmologia burguesa a partir do século XV e que se reproduz hegemonicamente depois do século XVIII (MAZZEO, 2009 e 2019). Assim, o escopo de nossas investigações se concentrará, de forma dialógica, na reconstrução de seu pensamento – em seu constante diálogo com a história das ideias políticas – e na análise de sua evolução interna – analisando sua coerência, desdobramentos e possíveis inflexões, enquanto filosofia política da democracia.
Dito isso, apontamos de forma inicial a hipótese que pretendemos discutir no presente texto: é possível observar um momento de inflexão filosófico-conceitual na teoria da democracia proposta por Norberto Bobbio, localizado temporalmente na segunda metade da década de 1980. O primeiro momento do processo de elaboração de sua teoria democrática resulta de suas reflexões durante o período de avanço da democracia liberal no Ocidente, iniciado a partir de 1945, e oferece elementos conceituais à estruturação de uma forma de Estado democrático de direito. O segundo momento desse processo se reproduz a partir de finais da década de 1970, estendendo-se pelos anos 1980. Diante do avanço do neoliberalismo – sobretudo da retomada da proposição de um Estado mínimo – que redundaria no desmantelamento do Estado de Bem-estar, e da emergência de uma nova ordem mundial, pós-Guerra Fria, que prenunciava conflitos internacionais com novos conteúdos político-ideológicos (Guerra ao Terror), o filósofo italiano passa a propor uma teoria democrática procedimental, fundamentada em conteúdos mínimos, entendida como “regras do jogo” que garantissem os fundamentos de uma proposição liberal de democracia. Se o primeiro momento de elaboração se caracteriza pela busca permanente de um equilíbrio na tensão dialética entre os princípios da liberdade e igualdade políticas, no segundo momento, diante das transformações dos Estados democráticos (não previstas pelos clássicos da democracia), o princípio da liberdade será valorizado como o núcleo fundamental – e inegociável – da democracia do futuro.
Mesmo reconhecendo os princípios da liberdade e da igualdade como antitéticos (OLIVEIRA, 2016), em algumas obras como Qual socialismo?, Nem com Marx, nem contra Marx e Direita e Esquerda, o filósofo reproduz um esforço intelectivo na busca de um “termo médio” entre os princípios, que aqui identificamos como uma tentativa de “equilíbrio”, onde a liberdade só poderia se realizar plenamente na medida em que o Estado democrático de direito garantisse regras constitucionais que proporcionassem o máximo possível de igualdade de condições aos indivíduos. Tais preocupações não foram abandonadas pelo autor, mas passaram a figurar num segundo plano em sua obra, na medida em que este identifica as transformações pelas quais passava a democracia e, portanto, a necessidade de garantias mínimas para que esse regime pudesse continuar a existir no futuro. Em sua elaboração, as regras constitucionais são os pressupostos fundamentais para garantir o correto funcionamento dos procedimentos que caracterizam um regime democrático. Assim, propugna o Estado Liberal como o pressuposto histórico e jurídico do Estado Democrático, na medida em que são duplamente interdependentes: “na direção que vai do liberalismo à democracia, no sentido de que são necessárias certas liberdades para o exercício correto do poder democrático” e por sua vez, “na direção oposta que vai da democracia ao liberalismo, no sentido de que é necessário o poder democrático para garantir a existência e a persistência das liberdades fundamentais” (BOBBIO, 2009, p. 32 e 33).
Para o filósofo italiano, a prova cabal de que liberalismo e democracia estão essencialmente ligados e de que um não existe sem o outro é que, em momentos de crise “quando caem, caem juntos”, ou seja, a crise do Estado Liberal se expressa através da Crise da Democracia, e vice-e versa. A partir desse conjunto de argumentos, apontamos um questionamento que se desdobra dos anteriores: ao identificar as transformações pelas quais os regimes democráticos estavam passando desde a década de 1970, ao analisar os indícios do que viria a ser a derrocada do Leste Europeu e a ascensão de novas formas de autocracias, sobretudo no Oriente Médio, Bobbio teria proposto um “conteúdo mínimo” da democracia como forma de preservação do direito natural à liberdade, mesmo que isso significasse, desde uma perspectiva da organização social e jurídica dos Estados nacionais, lançar mão, ou tornar no mínimo secundário, o direito natural à igualdade? Seria essa uma proposição que garantiria a permanência do Estado Liberal, bem como da democracia? Tal postura teórica seria o resultado da absorção de elementos analíticos da tradição filosófica da pós-modernidade, diante dos novos paradigmas que as referidas transformações históricas colocaram às ciências sociais em geral e, naquilo que aqui nos interessa diretamente, à ciência política, sobretudo aquilo que o autor denominou Estados nacionais pluridemocráticos? Ou ainda, o que o autor identificou (BOBBIO, 2004) como uma 4ª geração de direitos, denominada de Bioética e Biodireito? Tais questionamentos orientarão complementarmente os esforços de nossa pesquisa.
Um dos principais e mais influentes estudiosos sobre o tema da democracia no século XX, Norberto Bobbio é muito claro e objetivo quanto ao gradiente teórico ao qual se vinculou. Passamos agora a identificar a forma como o autor discute a temática analisada.
Com clara e declarada orientação filosófica amparada na teoria liberal desenvolvida por Emmanuel Kant (BOBBIO, 1965, 1997, 2000, 2004), o filósofo italiano propõe uma análise exegética da Fundamentação da Metafísica dos Costumes, obra de 1785, da Metafísica dos Costumes, de 1797 e Sobre a Paz Perpétua, de 1795 (BOBBIO, 1997, p. 49).
Fundamentado numa concepção individualista do Homem[4], que pode ser identificada na definição que “cada um de nós é um fim em si mesmo”, Kant (1993) desenvolve sua conceituação de liberdade a partir de uma relação, por assim dizer, de causa e efeito, pois entende que a liberdade é “a liberdade de agir segundo leis”, e as leis descrevem tais relações – de causa e efeito. Assim, “os homens são livres quando causados a agir” (ANDRADE, 2002, p. 53). Dessa definição se desdobra as conceituações de liberdade negativa e positiva, que Bobbio também utiliza. Em linhas gerais, liberdade em seu conceito negativo diz respeito a ação humana fundamentada no arbítrio, ausente de determinações externas. Mas daqui decorre o conceito positivo de liberdade. Todas ações são causadas e, portanto, obedecem a leis; estas estabelecem condições que limitam a liberdade do arbítrio. Sendo assim, a liberdade tem leis e estas são auto-impostas, ou seja, “a liberdade como autonomia, ou a propriedade dos seres racionais legislarem para si próprios” (ANDRADE, 2002, p. 54). Para o nosso intento, é fundamental apontar que todo edifício categórico-conceitual erigido por Kant, e que será em grande medida retomado por Bobbio, se fundamenta no conceito de liberdade acima exposto. Qualquer forma de governo e regime político que desconsidere tais elementos seriam essencialmente injustos. Assim nos assevera Andrade (2002, p.55): “Segundo Kant, a sociedade se organiza conforme a justiça, quando, nela, cada um tem a liberdade de fazer o que quiser, contanto que não interfira na liberdade dos demais. Kant é possivelmente o mais sólido e radical teórico do liberalismo.”.
Dessa forma, observamos também que a propriedade privada expressa um aspecto da liberdade, pois os indivíduos são livres para se apropriarem daquilo que não pertence a outrem. O Estado é assim o ente político responsável pela criação e promulgação de leis públicas universais, que expressam a disposição do conjunto social – mas também dos indivíduos – de viver em liberdade.
Ainda sobre o pensamento kantiano, parece-nos fundamental ao tema, a defesa da forma republicana como a mais adequada à organização do Estado que o filósofo desenvolve. Em A Paz Perpétua (2008, p. 138), Kant é enfático ao afirmar que a forma ideal de Estado é a República, pois esta se constitui, segundo o filósofo alemão, da “ideia do contrato originário” (p. 138). Isso porque para Kant, nessa forma de organização do Estado, os governantes se obrigam a se aproximarem do ponto de vista prático de uma Constituição política legítima. Segundo a leitura de Regis Andrade (2002, p. 63), na Constituição republicana – sinônimo de legítima – “(a) a lei é autônoma, isto é, manifesta a vontade do povo, e não a vontade de indivíduos ou grupos particulares”, além do que “(b) cada pessoa tem a posse do que é seu peremptoriamente, visto que pode valer-se da coação pública para garantir seus direitos”. Sendo assim, podemos inferir a partir do referido comentarista que o princípio da Constituição republicana é a liberdade, pois nela estariam conjugadas a soberania popular e a soberania dos indivíduos “na esfera juridicamente limitada dos seus interesses e valores particulares” (ANDRADE, 2002, p. 63).
É preciso, no entanto, apontar uma discussão indicada por Kant sobre a diferença da forma da “soberania (forma imperii)”, da “forma de governo (forma regiminis)”. Aqui não há que se confundir “constituição republicana com democrática”, pois é preciso evitar a confusão entre o exercício da soberania, a forma imperii e o regime político, a forma regiminis. Isso porque a primeira conceituação diz respeito ao indivíduo, ou grupo de indivíduos, ou ainda a toda a coletividade, que exerce o poder soberano, sendo classificado pelo autor como autocracia, aristocracia e democracia, respectivamente. Já a segunda conceituação, diz respeito ao modo fundado na Constituição, “no ato da vontade geral pela qual a massa se torna um povo”, de como o Estado se utiliza e faz uso de seu poder, e aqui o autor aponta apenas dois regimes, ou seja, a Constituição é “ou republicana, ou despótica”. Tomemos a definição do próprio autor, quando este aponta que
O republicanismo é o princípio político da separação do poder executivo (governo) do legislativo; o despotismo é o princípio da execução/arbitrária pelo Estado de leis que ele a si mesmo deu, por conseguinte, a vontade pública é manejada pelo governante como sua vontade privada. (KANT, 2008, p. 140 e 141).
Para Kant é fundamental que o exercício do poder se articule como “síntese dos seus momentos particulares” (ANDRADE, 2002, p. 64), pois ao reproduzirem tal movimento negam-se mutuamente, subordinando os poderes que compõem o Estado uns aos outros. Ao negar-se a si própria, a soberania do Estado se reproduz através da mediação de instituições políticas, que devem ser representativas, pois a soberania não pode se encontrar representada por uma só pessoa, o que redundaria em despotismo (KANT, 2008, p. 141)[5].
Como apontado anteriormente, não se trata de mera reprodução da filosofia kantiana, mas sim da recomposição categórico-conceitual recolocada no contexto histórico das transformações da democracia no último quartel do século XX. E a primeira questão tratada pelo autor, ainda na parte introdutória da obra citada (BOBBIO, 2009, p. 24), define – e aqui já identificamos uma primeira aproximação de Kant – que “Poder e Direito” se constituem como elementos distintos de um mesmo processo, pois “só o poder pode criar direito e só o direito pode limitar o poder”. O “poder”, se tomado isoladamente, vincula-se aos Estados despóticos, uma vez que as leis derivariam de grandes legisladores, que estariam acima da sociedade. Daí a necessidade de sua articulação com o “direito”, que caracteriza os Estados democráticos, uma vez que as leis derivam do debate político, onde todos estarão submetidos ao conjunto legal (Constituição).
Complementar ao argumento acima apresentado, encontramos a definição do autor propondo que, mesmo sendo diferentes em essência, as doutrinas Liberal e Democrática repousam sobre uma concepção individualista da sociedade, pois “o primeiro separa o indivíduo do corpo orgânico da comunidade [...] a segunda o reúne aos outros homens singulares” para que dessa reunião “artificial” haja uma recomposição “como uma associação de indivíduos livres”. O Estado Liberal se caracteriza, assim, como o pressuposto histórico do Estado Democrático (BOBBIO, 2009, p. 32).
Tal como nos indica González (2005), as ideias políticas de Bobbio possuem um “corte liberal”. No entanto, seria necessário uma maior precisão nessa definição, uma vez que o autor não se vincularia à tradição conservadora, própria do neoliberalismo, mas sim à tradição progressista, ou seja, “O liberalismo de Bobbio vem da tradição política, não econômica”, o que o colocaria “mais próximo de Stuart Mill do ‘Governo Representativo’ que do Adam Smith da ‘Riqueza das Nações’” (GONZÁLEZ, 2005, p. 128).
A formulação acima abre espaço para o debate no interior da produção intelectual do filósofo italiano, que para muitos autores o colou em caminhos políticos aparentemente contraditórios, paralelos, fundamentalmente pelas suas elaborações em Direita e esquerda (1995) e Qual socialismo? (1987), entre outros escritos. Trata-se do que se usou denominar como liberal-socialismo ou social-liberalismo e que teria uma forte influência em nosso autor (MONDAINI, 2013)[6]. Tais formulações parodoxais, “que não se resolvem em uma suposta e ilusória síntese dialética” (FILIPPI; LAFER, 2004, p. 97) seriam uma das marcas do pensamento bobbiano. Para além da resolutibilidade ou não de tais paradoxos, as preocupações temáticas em sua obra apontam a sensibilidade de uma análise que busca reafirmar o primado liberal como fundamento da democracia, mas que não despreza as questões sociais desencadeadas pelas transformações do capitalismo a partir da década de 1970.
É preciso compreender que as discussões aqui travadas por Bobbio se inserem num contexto de ativismo político do filósofo. A concepção de uma democracia procedimental, do processo democrático como regras do jogo, tem como foco central a esquerda italiana no período mencionado, desenvolvida por um autor
[...] que não quer usar sua teoria para combater ou inviabilizar a alternativa de esquerda, mas deseja contribuir para a construção de uma alternativa de esquerda democrática. Sua defesa da necessidade do procedimento é de base normativa, reconhecendo a possibilidade de outras possibilidades, dialogando com elas, mas defendendo seu ponto de vista, e não uma suposta descrição da única forma possível (GONZALÉZ, 2005, p. 135).
Um autor que tem um profundo senso da história de seu país, das mazelas que o fascismo representou – e que Bobbio combateu diretamente – e que vê na defesa da democracia método a forma mais fecunda de se evitar um retorno ao passado, pois tinha clareza que “a história e o passado de um povo tem poderes modeladores que agem nas camadas mais profundas de sua memória e na sua capacidade de projetar o futuro” e que “a democracia supõe o direito, mas não qualquer direito”, pois “os conteúdos nas normas jurídicas devem ser regras constitucionais que garantam o poder da maioria, ao mesmo tempo que assegurem os limites desse mesmo poder” (RÊGO, 2004, p. 10-11). Mas que também, como nos demonstra Nogueira, preocupou-se em manter uma dúvida metódica rigorosa, buscando confrontar conceitos opostos, de forma que produzissem uma espécie de esclarecimento recíproco, “como fez nos diversos textos que dedicou à teoria democrática e particularmente à sua ideia ‘procedimental’ da democracia dos modernos”, sempre entendida “como sendo essencialmente uma realidade formal e um conjunto de regras e valores universais” (NOGUEIRA, 2004, p. 198). Nesse sentido, a “democracia será tratada como antítese irreconciliável da ditadura” (NOGUEIRA, 2013, p. 36).
Uma importante formulação ao nosso trabalho, apontada por Marco Aurélio Nogueira (2013, p. 60), constata que igualdade e liberdade sempre foram fins “supremos” perseguidos por Bobbio, mas que nem sempre “conseguiu fundamentar com suficiente clareza tal convicção”, sendo que essa “conclamação muitas vezes permaneceu abstrata e genérica demais e não se compreende por inteiro em que base social concreta ele imaginava ancorar e enraizar o igualitarismo”.
A partir de uma leitura crítica, Domenico Losurdo (2003, p. 115) afirma que a “chave de leitura sugerida por Bobbio e pela historiografia liberal é inadequada” quando se trata de “compreender os grandes debates que acompanham o desenvolvimento do pensamento moderno”. Em polêmico debate, travado através de artigos de jornais em 1992, Losurdo (2012) questiona as posições de apoio que Bobbio havia manifestado sobre a Guerra do Golfo e os desdobramentos da invasão estadunidense ao Iraque. Este responde se apoiando no argumento de que existem diferenças no desenvolvimento do jogo democrático quando tratamos de assuntos internacionais, pois as “coisas são (...) um pouco mais complicadas”, e continua:
Onde a força do direito é quase ausente, acaba prevalecendo o direito da força. Escrevi várias vezes que em um universo que não é democraticamente regulamentado e composto por uma esmagadora maioria de estados não democráticos, para um estado democrático é mais difícil, se não impossível, se comportar democraticamente. Em outras palavras, é muito mais difícil manter a fé nas regras da democracia em um universo com regras muito fracas do jogo e com parceiros que não respeitam nem mesmo essas (BOBBIO, apud: LOSURDO, 2012, p. 124 e 125)[7].
Identificamos, mais uma vez, um vínculo com a argumentação kantiana em A Paz Perpétua (2008), quando o filósofo alemão aponta a forma ideal da organização das nações em nível internacional, alicerçada nos princípios de uma confederação de repúblicas autônomas e soberanas. Esta, segundo Kant, seria a forma mais equilibrada de manter as relações entre Estados soberanos. Caso contrário, a existência de Estados que impõem através da força seus interesses sobre outros, coloca em risco os próprios mecanismos de regulação entre eles, uma vez que o Estado agredido tende a reagir, também através da força, para manter sua soberania. O próprio Bobbio (2000, p. 384) nos oferece uma definição de forma bastante clara ao afirmar que “Enquanto um Estado democrático viver em uma comunidade à qual pertencem Estados não-democráticos, e ela própria não é democrática, o regime dos Estados democráticos também será apenas uma democracia incompleta”.
De tais formulações se desdobra outra questão, por assim dizer secundária, que buscaremos investigar em nossa pesquisa: seria possível afirmar, acompanhando Johannes Agnoli (1971), que a democracia liberal se reproduz na contemporaneidade como “autocracia burguesa”, através do mecanismo parlamentar e do respectivo esvaziamento da participação política das classes sociais antagônicas?
Assim, como forma de síntese, indicamos o problema e a hipótese que orientarão nossas investigações. Problema: seria possível afirmar que a conceituação oferecida por Norberto Bobbio, no que diz respeito à sua Teoria da Democracia, passou por uma inflexão no seu processo de elaboração, mesmo mantendo seu núcleo filosófico original alicerçado no liberalismo? Se é possível observar essa mudança, em qual período, em que contexto histórico, quais as possíveis implicações teórico-filosóficas, bem como quais desdobramentos – as permanências e as transformações – seriam produzidos na concepção de democracia liberal do autor; Hipótese: é possível observar um momento de inflexão filosófico-conceitual na teoria da democracia proposta por Norberto Bobbio, localizado temporalmente entre o final da década de 1970 e o transcorrer dos anos 1980, sobretudo em sua segunda metade.
[1] Particularmente John Stuart Mill, Jeremy Bentham, Max Weber, Benjamin Constant, Carlo Rosselli, Guido Calogero, Piero Gobetti, Giovanni Sartori e Gino Germani, entre outros.
[3] Também chamada Socialismo Liberal ou Liberal Socialismo.
[4] Utilizamos aqui o conceito de Homem enquanto ser genérico, que expressa a humanidade e sua forma de ser, socialmente desenvolvida. A inicial maiúscula procura diferenciar a utilização do conceito de sua variante reproduzida no debate sobre gênero, que distingue homem e mulher (mas não só).
[5] Veja-se aqui como se articulam as noções de liberdade, negativa e positiva, a que fizemos referência anteriormente.
[6] Podemos encontrar a definição oferecida pela interpretação espanhola, que aponta para um caminho percorrido por Bobbio entre o “liberalismo socialista” e o “socialismo liberal” (FILIPPI; LAFER, 2004, p. 97-102). Ver também RÊGO (2004) e Nogueira (2004).
[7] Tradução nossa.
[8] Parte dessa bibliografia se encontra no item “Referências” desse projeto.
Conclusiones:
Em nossa pesquisa de pós-doutorado buscamos analisar se e como as “regras do jogo” democrático abririam espaço político para a “interrupção” ou o “bloqueio” da própria democracia. Alguns de nossos resultados parciais apontam para: a) nos parece importante tratar da questão da “democracia total”, já apontada por Bobbio em O futuro da democracia, como um elemento degradante da própria democracia. O filósofo italiano já havia indicado que há problemas que o desenvolvimento de novas tecnologias no campo da comunicação de massa, especialmente o desenvolvimento da Internet, pode ocasionar, na medida em que produzem o que ele chamou de “democracia em excesso”. O fenômeno apontado pelo autor italiano pode ser identificado com o uso das chamadas “redes sociais”, uma das duas formas pelas quais os movimentos políticos conservadores se apropriam e promovem seus discursos e candidaturas atuais (SANTOS JR., 2019), como forma de reproduzir uma “democracia direta” distorcida; b) outro elemento que nos parece central é o descompasso, pelo mesmo dizer, Observado entre as “regras do jogo democrático” e as condições econômico-materiais de grandes contingentes populacionais dentro de dois estados nacionais contemporâneos. Na medida em que as crises econômicas se aprofundam, e que as medidas de dois governos eleitos democraticamente visando a eliminação e/ou redução de direitos sociais, ainda são garantidas pelos Estados, como “única alternativa” possível, ou desacreditam as instituições políticas – sem Estado próprio –, bem, já que um regime democrático não se amplia e se aprofunda, abrindo espaço para a retirada de propostas políticas de teor conservador e reacionário, bem como de grandes manifestações que expressam o desgaste social causado pelo neoliberalismo.
Nesse sentido, ao propormos a continuidade e aprofundamento de nossas investigações, nos parece fundamental à articulação científica e metodológica entre os conceitos desenvolvidos por Bobbio e o objeto de estudo que aqui apresentamos, uma importante questão abordada por Nogueira (2014). Apesar de seu declarado e decidido empenho em desenvolver uma teoria política que promova os direitos sociais, o que lhe teria valido a caracterização como liberal e socialista, seria possível afirmar que há uma articulação entre a Teoria da Democracia proposta pelo filósofo italiano e uma matriz liberal econômica, tal como a de Adam Smith, uma vez que o conceito de “indivíduo” como fundamento filosófico os aproximaria? Mais do que isso, teria o autor inflexionado suas formulações na medida em que historicamente avançaram as medidas neoliberais, como forma de garantir uma “democracia mínima” para um “Estado mínimo”? Aqui se coloca outro elemento teórico que apontamos anteriormente, e que está presente na argumentação de nosso autor, qual seja, de que Liberalismo e Democracia sempre se desenvolveram historicamente como princípios distintos, mas interdependentes.
Na atualidade das Democracias Ocidentais observamos um descolamento entre tais fundamentos, uma vez que o discurso e prática políticas conservadoras – e também reacionárias – estão sendo reproduzidas como forma de aprofundamento de reformas econômicas de caráter liberal. Tais reformas, identificadas como uma nova onda “neoliberal”, ao proporem a eliminação da democratização dos direitos sociais, historicamente constituídos, só poderiam ser reproduzidas no plano político a partir de uma agenda de governos conservadores.
Ademais, em nosso entendimento a proposta de pesquisa apresentada possui elevado potencial de impacto, pela emergência histórica do tema, que versa sobre a crise dos regimes democráticos e suas (possíveis) transformações futuras, a partir da análise oferecida por um dos maiores filósofos do século XX que trataram do tema, Norberto Bobbio.
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Palabras clave:
Teoria da Democracia. Liberalismo social. Democracia Mínima. Tensão Dialética. Neoliberalismo. Guerra ao Terror.
Resumen de la Ponencia:
La Argentina de estos últimos años ha evidenciado fuertes avances de las opciones neoliberales de organización política institucional. El neoliberalismo ya no sólo se expresa a través de la implementación de política económica y su ascenso ya no se limita a la vía dictatorial; sino que ha alcanzado la vía democrática como forma de ascenso y sus postulados son expresados por sus referentes sin eluciones como acontecia anteriormente. Sucede que el neoliberalismo como movimiento político ha alcanzado si ascenso hegemónico y ha consolidado aquellos objetivos estratégicos que fuesen postulados desde los orígenes de su organización política aunada en Mont Pelerin Society hasta la actualidad. El trabajo que presentamos a continuación intentará hacer un recorrido que permita retomar algunas prácticas estratégicas concretas en Argentina tal que ellas permitan aportar a la elucidacion de aquellos elementos que nos ayudan a comprender el ascenso de las opciones neoliberales en Argentina en los últimos años..Resumen de la Ponencia:
La ponencia ofrece un conjunto de discusiones sobre la política y la democracia. Su estudio es pertinente dado el debate contemporáneo marcado por narrativas enfocadas en discursos ideológicos. Estas interpretaciones distinguen disyuntivas que parten de elementos normativos extraídos de las propuestas hegemónicas de Occidente, sin referentes en los contextos subordinados como el nuestro. Analizamos el estado de la democracia mexicana, con una perspectiva crítica, interdisciplinaria y basada en la complejidad, ya que, consideramos que la mejor forma de abordarla es mediante la discusión empírica de los problemas. Los principales análisis de la democracia se basan en las perspectivas instrumentales que justifican los intereses de grupos de poder quienes utilizan esta noción para legitimar su dominación. Por ello, la intención de realizar un trabajo que vaya más allá de visiones simples es fundamental pensando en profundizar los elementos de los procesos democráticos en México. De este modo, la exposición se desarrolla, y en primera instancia aborda las discusiones teóricas sobre la caracterización de las diferentes democracias desde el pluralismo político para comprender por qué los movimientos sociales son agentes que construyen otras formas de democracia distintas a las impuestas bajo la lógica del Estado y del capital, normalizadas utilizando la violencia política y simbólica; además de que visibiliza la naturaleza de los procesos democráticos construidos desde los movimientos sociales, como estrategias para la reivindicación de su política frente a la política oficial. En segundo lugar, y, dado que la mirada procedimental no es suficiente para la consolidación de la democracia en México puesto que se centra primordialmente en el estudio de dimensiones institucionales, argumentamos que este enfoque deja de lado la profundización de los elementos deliberativos como la participación ciudadana, lo que no lleva a plantear que el estado actual del proceso democrático en México está marcado por la disputa en el debate público de dos narrativas políticas dominantes, una conservadora y otra de carácter transformador.Finalmente, hablaremos de la función política de los medios de comunicación masiva en los procesos de democratización en el país, donde se muestra que los medios han contribuido a consolidar una dominación autoritaria desde la lógica de su estructura interna. Con el enfoque teórico de García Canclini y Armand Marttelart que impugnan la concepción mercantilista de la comunicación, se concluye que las prácticas comunicativas alternativas contribuyen en mayor medida a consolidar una democracia radical en comparación con las prácticas de las corporaciones mediáticas dominantes. En síntesis, el trabajo pretende demostrar que además de la visión unilineal de la democracia liberal impuesta desde el sistema estatal (monismo democrático), existen “otras democracias” que se reproducen en el mismo territorio (pluralismo democrático) y que se manifiestan bajo lógicas no economicistas.Resumen de la Ponencia:
El trabajo discute las tendencias y contratendencias involucradas en el binomio neoliberalismo y autoritarismo en América Latina, tomando como casos centrales de análisis los gobiernos de Jair Bolsonaro (iniciado en 2019) en Brasil y el de Jeanine Áñez (2019-2021) en Bolivia. La propuesta traza comparaciones entre el bolsonarismo y el movimiento golpista que llevó a Añez al poder, con el objetivo de aprehender las similitudes y diferencias de estos procesos y proyectar algunas hipótesis sobre las superposiciones entre autoritarismo y neoliberalismo en los actuales proyectos de poder de extrema derecha. La coyuntura macro a la que se insertan estos gobiernos es la de la crisis post 2008. De manera destacada, Brasil sufre recesión, lenta recuperación y estancamiento económico desde 2015, mientras que Bolivia vive un momento económico diferente al escenario brasileño en 2019. En el debate entre perspectivas críticas, el ascenso actual de la extrema derecha es un fenómeno global asociado habitualmente a la coyuntura abierta por la crisis de 2008. Las crisis económicas tienden a imponer nuevas rondas de despojo, retirada de derechos y niveles de explotación más intensos y, por tanto, exigen un recrudecimiento de la represión violenta, provocando que se ajuste el patrón de dominación, ya que se reducen las posibilidades de construir conciliaciones y arreglos entre clases. En América Latina, este cambio presenta dinámicas particulares condicionados por formaciones sociales y tendencias de largo plazo. En este sentido, la historia de la dominación abiertamente coercitiva en la región – constituida por sociedades de origen colonial – va incluso más allá del debate sobre el fascismo clásico.Con estos antecedentes en cuenta, sería imposible no mencionar la dictadura de Pinochet que transformó a Chile en el primer laboratorio de choque neoliberal en 1973. El arreglo no lineal, pero posiblemente tendencial (lo que no significa ausencia de resistencias internas y fisuras) entre neoliberalismo, autoritarismo y conservadurismo no sólo se insinúa en la literatura de sus próceres – Hayek, Mises y Friedman – como, por supuesto, en su entrega. Además, tales características también pueden identificarse en los gobiernos de Reagan y Thatcher. Tales antecedentes pueden ser vistos como contrapuntos a la noción de que la crisis de 2008 es la causa de la atracción entre neoliberalismo, autoritarismo y conservadurismo, análisis de la coyuntura diseminada tras la elección de Trump en 2016. De hecho, parece que los momentos en que el orden neoliberal global convivía con gobiernos que ampliaban los derechos eran la excepción, no la regla. En alguna medida, busco contribuir en el debate sobre si los gobiernos ultraderechistas del post crisis de 2008, como los de Bolsonaro y Áñez, representan una continuidad o una singular ruptura con la derecha tradicional latinoamericana.
Introducción:
Meu objetivo é iniciar uma discussão sobre as atuais tendências e contratendências envolvidas na relação entre neoliberalismo e autoritarismo na América Latina, tomando como casos centrais de análise os governos de Jair Bolsonaro (2019-2022) no Brasil e o de Jeanine Áñez (entre novembro de 2019 e novembro de 2020) na Bolívia. Este trabalho é resultado de investigações atualmente em desenvolvimento no âmbito de minha pesquisa de doutorado na Universidade de Brasília (UnB). Portanto, possui um caráter de exposição de reflexões e resultados ainda preliminares e provisórios.
O objetivo da proposta é apreender as semelhanças e diferenças entre esses processos e projetar algumas hipóteses sobre as sobreposições entre neoliberalismo, autoritarismo e conservadorismo nos atuais projetos de poder de extrema direita na periferia do sistema capitalista, mais precisamente nos países latino-americanos Brasil e Bolívia. Nesse sentido, analiso se a extrema-direita em ascensão no pós-crise de 2008, como a liderada por Jair Bolsonaro no Brasil e a representada por figuras como Luis Fernando Camacho e Jeanine Áñez[1], representa uma continuidade ou uma singular ruptura histórica em relação à direita latino-americana hegemônica anteriormente a esse período. Em um nível macro de análise, busco confirmar a hipótese de que esses projetos se inserem em um contexto mais amplo de “periferização do mundo” (Canettieri, 2020), processo no qual a crise neoliberal e seu caráter resiliente têm expandido a condição periférica – ao meu entender, marcada pela precarização das condições de trabalho e de vida, violência estrutural[2], marginalização (Nun, 1978; Quijano, 1971), superexploração da força de trabalho (Marini, 2000; Martins, 2011) e majoração da superpopulação relativa (Marx, 2013) – para dentro da centralidade do sistema capitalista.
Cabe alertar que existem desafios metodológicos importantes na comparação entre governos que se desenvolvem em temporalidades assíncronas, apesar de que ambos estejam formalmente finalizados. Para próximos desenvolvimentos, pretendo traçar alguns apontamentos sobre como os atuais governos progressistas do Brasil e da Bolívia estão enfrentando a extrema-direita. No intuito de se conhecer as diferentes faces do objeto de estudo, penso ser necessário entender também como as extremas-direitas analisadas se comportam depois de terem perdido o controle do aparato estatal. Não por acaso, em abril de 2022, Bolsonaro perguntou aos seus apoiadores: “Alguém sabe onde está a senhora Jeanine Áñez nos dias de hoje? Está presa. Já tentou suicídio mais de uma vez. Sabe do que ela foi acusada? Atos antidemocráticos. Entenderam? É o que nós vivemos no Brasil atualmente” (Paz, 2022). A declaração revela que Bolsonaro, além de temer estar diante do próprio destino, não esconde a identificação e suscita a comparação entre seu governo – então no último ano – e o de Jeanine Áñez.
[1] Ambos se encontram presos no atual governo do Movimento ao Socialismo - MAS (trabalho completo enviado em fevereiro de 2023). Ao contrário do que se refere à liderança de Jair Bolsonaro, não seria possível chamar o movimento de extrema-direita na Bolívia de “añenismo” ou algo do gênero, visto que a então “interina” foi, na verdade, uma testa-de-ferro e chegou ao poder por uma série de fatores contingenciais.
[2] Nos últimos anos (Loth, 2021), venho buscando determinar e identificar mecanismos de causalidade e vinculação entre a dinâmica de acumulação do capital na periferia do sistema e processos de violência e extermínio contra camadas particulares da classe trabalhadora.
Desarrollo:
A conjuntura macro a que se inserem esses governos é de pós-crise do capitalismo global estalada a partir de 2008 e suas consequências de médio prazo. Entretanto, é necessário ter em conta as diferenças em termos de como e quando os impactos desse evento global, a crise econômica, são absorvidos por cada uma dessas formações sociais. Uma questão significativa, por exemplo, é o tempo que estes países tardaram em sofrer os impactos da debacle no crescimento econômico global. Naquele contexto, a queda da demanda e dos preços das commodities, das quais Brasil e Bolívia são cada vez mais dependentes e suscetíveis às flutuações internacionais, repercutiu diretamente na crise do padrão de conciliação de classes e de estabelecimento de consensos pelo menos desde 2015. Em 2016, o governo do Partido dos Trabalhadores (PT) sofreu um impeachment – de caráter eminentemente político, mas sob alegações e pretextos técnicos e jurídicos – no Brasil; e na Bolívia, meses antes, Evo Morales foi derrotado em um referendo sobre a legitimidade de mais uma reeleição. Ambos os reveses, para além da ofensiva da direita, mostraram o descenso na capacidade desses governos de mobilizarem suas bases e apoios populares amplos.
No período, vários governos de direita passaram a alçar o poder na América Latina, dando fim à chamada Onda Rosa ou Progressista (Santos, 2018). O processo de direitização é também identificado, evidentemente, nos Estados Unidos com Donal Trump (2017-2020), na Europa – França, Itália, Polônia, Ucrânia, Hungria etc. – e em outros países periféricos – como Índia, Filipinas, Turquia etc. – indicando se tratar de um movimento global.
No Brasil, os resultados negativos da crise econômica foram sentidos com mais intensidade. Registrou-se recessão e um forte crescimento nas taxas de desemprego aberto, bem como da informalidade e do subemprego, além de uma aposta na austeridade, o chamado ajuste fiscal, que contrastava com o programa de governo apresentado e reeleito em 2014. No pleno auge da onda conservadora na América Latina, enquanto no Brasil era finalizado o primeiro ano do mandato de Jair Bolsonaro, na Bolívia, as consequências negativas não foram tão dramáticas em termos de recessão e a derrocada do bloco no poder só se concretizou com o golpe de novembro de 2019, depois da renúncia forçada de Evo Morales, García Linera e tantos outros membros do MAS na linha sucessória. Bolsonaro logrou sua eleição após o fim do governo extremamente impopular de Michel Temer (MDB) que, por sua vez, chegou ao poder por meio de um complô golpista contra a presidente Dilma Rousseff (PT). No entanto, Temer enfrentou dificuldades na imposição da reforma do sistema público de pensões, passando inclusive por uma greve geral que conseguiu um nível considerável de adesão. A inédita militarização do poder desde a redemocratização, prenunciada por Temer na escolha de um militar para o Ministério da Defesa e na intervenção federal no Rio de Janeiro (2018), e consolidada durante o governo Bolsonaro com a nomeação de mais de oito mil militares para cargos de governo, parece ter paralelo na Bolívia: lá o golpe teve como face protagonista militares em complô e policiais amotinados.
O ciclo progressista teve como um de seus resultados a redução da diferença entre as classes pobres, compostas em sua maioria por pessoas racializadas, e a chamada classe média. Também implicou a diminuição das desigualdades e econômicas e de incidência no poder político entre homens e mulheres, entre indígenas e brancos, negros e brancos, assim como beneficiou outras minorias políticas como a população LGBT+ (Saad-Filho, Morais, 2018). Ao se enxergar distante dos ricos, mas com mais dificuldade para contratar serviços à custa da superexploração da força de trabalho, a classe média, majoritariamente branca, sentiu uma desvalorização relativa de seu capital material e simbólico.
É importante mencionar o quanto os governos do Partido dos Trabalhadores (PT) e do Movimiento al Socialismo (MAS) por vezes desmobilizaram suas bases sociais ou as instrumentalizaram para legitimar projetos que iam contra seus antigos princípios (em especial no que se refere à estratégia neoextrativista (Svampa, 2019) e aos direitos da natureza e das comunidades originárias e tradicionais), o que desmotivou em partes a defensa de seus governos frente a ataques sucessivos da oposição e da imprensa corporativa.
No caso brasileiro, o mal-estar também afetava extratos mais baixos da classe trabalhadora urbana, em especial jovens, que também haviam sido beneficiados por programas de inclusão nos anos anteriores, mas que então desejavam satisfazer novas necessidades sociais e se sentiam indignados diante das más condições do transporte público e outros problemas de longa duração na educação pública e no sistema de saúde. Este sentimento amplamente revelando durante a Jornadas de Junho de 2013 foi em grande medida capturado por discursos pretensamente anti-sistêmicos que já não tinham respaldo na esquerda institucional. A crise foi entendida como uma consequência da incompetência administrativa, da corrupção e da grande extensão do Estado. Assim, a extrema-direita se apresentou como uma novidade e seus líderes como forasteiros que diziam o que pensavam sem filtros, dando expressão no espaço público às crenças mais preconceituosas, excludentes e violentas entranhadas no seio de uma sociedade de origem colonial.
A própria direita tradicional já vinha convencendo sistematicamente grande parte da população, por meio da imprensa corporativa, de que o maior problema dos países era a corrupção e que por isso os serviços públicos seguiam precários. Ao mesmo tempo, a difusão de ideias tecnocráticas fez com que parte da população depositasse confiança no poder judiciário supostamente apolítico, mais precisamente nas figuras relacionadas à Operação Lava-Jato no caso brasileiro.
Finalmente, a burguesia apostou que os governos de direita que apelavam ao conservadorismo e ao moralismo cristão fundamentalista seriam capazes de despertar afetos e apoio popular de setores não alcançados pelas organizações de esquerda e conseguiriam viabilizar as agendas que em tempos normais implicariam uma grande resistência social. Além do poder judiciário, os militares que haviam sido desacreditados pela ditadura – ainda que saídos impunes da transição democrática tutelada – começaram a se vender como técnicos salvadores da nação, incrivelmente, obliterando seu profundo histórico de corrupção e privilégios. Por seu lado, corporações policiais se sentiram moralmente liberadas para matar sem contestação. O Pacote Anticrime proposto pelo então ministro da Justiça de Bolsonaro Sérgio Moro, que incluía o Excludente de Ilicitude (praticamente uma licença para matar concedida às forças policiais), foi um dos maiores símbolos dessa legitimação.
Parcela significativa da população encontrava-se anestesiada pelas práticas gerenciais e burocráticas de governo, além das ações de desmobilização e da cooptação de lideranças populares. Ante a crise que havia recrudescido desde 2015, um governo que poderia mobilizar os afetos da população parecia uma boa alternativa para a implementação de reformas neoliberais. A estratégia foi levada a cabo no Brasil, com Luís Inácio Lula da Silva preso e Bolsonaro chegando ao poder com relativa popularidade.
Não obstante, no caso da Bolívia, apesar de que amplos setores da região da Media Luna e outros estratos sociais, sobretudo os majoritariamente brancos, muito ressentidos com o simbolismo e as implicações da construção de um Estado Plurinacional, estiveram mobilizados para tirar o MAS do poder, foi necessário um golpe de Estado ao estilo da estratégia de contra-insurgência da segunda metade do século XX. Os massacres perpetrados pelas forças armadas da Bolívia em repressão às mobilizações contra o golpe evidenciam a importante diferença nas dimensões de resistência dos movimentos populares em cada um dos países em análise. Pelo menos 27 pessoas foram mortas somente nos massacres de Sacaba e Senkata (Prensa Senado, 2020).
Além disso, parece-me relevante destacar o papel da conjuntura geopolítica regional e global para a concretização dos golpes. Na Bolívia, a intervenção do imperialismo, intensa e aberta, foi protagonizada pela Organização dos Estados Americanos (OEA). Assim como, não se deve deixar de mencionar a importância dos então governos de direita do Brasil e da Colômbia para os resultados alcançados pelo movimento golpista na Bolívia em 2019.
O processo de neoliberalização na América Latina possui alguns fatores econômicos básicos: a reprimarização, o extrativismo e a financeirização das economias, todos processos associados ao rentismo. A predominância do extrativismo e da economia primário-exportadora concede poder desmedido para as frações da classe dominante associadas ao capital estrangeiro que historicamente controlam os latifúndios e o campo no Brasil e na Bolívia. No caso específico do Brasil, não se realizou uma reforma agrária mesmo nos períodos de ascensão de governos desenvolvimentistas e de caráter popular, em consequência, trata-se de um dos países com a estrutura agrária mais concentrada e desigual do mundo. Na Bolívia, o latifúndio monocultor e exportador é predominante na região conhecida como Media Luna, onde se encontra o centro político de oposição aos governos de Evo Morales, em especial, Santa Cruz de La Sierra.
Nos dois países, a monocultura, a mineração e as grandes obras de infra-estrutura para transportar as mercadorias são fatores que favorecem conflitos violentos que vitimam populações tradicionais, em especial os indígenas, e outros grupos que lutam por acesso à terra e território. Nos parlamentos e na sociedade civil, os setores da burguesia que controlam o acesso à terra e aos recursos naturais são, em geral, os mais conservadores. Mesmo com a derrota de Bolsonaro nas eleições de outubro de 2022, esse setor, tanto da economia legal quanto da ilegal (como o garimpo clandestino na Amazônia), segue majoritariamente apoiando Bolsonaro e até mesmo financiados manifestações golpistas, com singular entusiasmo pela pauta armamentista e, evidentemente, contra a demarcação de terras indígenas, quilombolas e de outras comunidades tradicionais e o combate à degradação ambiental. Os ramos do neoextrativismo também estão diretamente associados à forte elevação dos preços dos alimentos e do regresso do Brasil ao mapa da fome da Organização das Nações Unidas (ONU). Em suma, são setores que reforçam um projeto que destoa do desenvolvimento de uma indústria para consumo interno e que remonta ao paradigma colonial.
Passado o momento excepcional de boom das commodities, a queda dos preços e a sucessiva ascensão de governos direitistas – na qual a crise econômica teve grande influência – não trouxeram o abandono da estratégia, mas levaram a uma intensificação da aposta no extrativismo como compensação das perdas. Assim, o extrativismo tornou-se um elo que, de certo modo, une a esquerda moderada, a direita e a extrema-direita na América Latina. Essa continuidade também reduz em muito o teor pós-neoliberal que possa haver sido encarnado por governos progressistas.
Um dos efeitos do processo de reprimarização é o acirramento da cisma entre a produção e o mercado consumidor interno. O trabalhador produz, mas não compra o que é produzido nacionalmente, então seu salário pode ser tendencialmente minimizado até os limites da sobrevivência. Na teoria marxista da dependência, segue-se a chamada modalidade predominante de exploração no capitalismo dependente, a superexploração da força de trabalho (Marini, 2000). A cisão entre mercado produtor e consumidor está na base da produção de um padrão excludente de cidadania.
Na atualidade, a produção monocultora e latifundista de soja e a mineração possuem uma alta composição de capital fixo e não são intensivas em trabalho, muito pelo contrário, são poucos os empregos gerados por hectare em comparação com as práticas de produção envolvidas na agricultura familiar, por exemplo. As commodities não se destinam à população e não são produzidas por uma ampla parcela da população, mesmo que sejam as atuais protagonistas da balança comercial. Reiteradamente, o núcleo do projeto neoextrativista é expulsar – no limite eliminar – pessoas dos territórios e não explorar seu trabalho. Isso está dramaticamente claro no caso da pressão massacrante promovida pelo garimpo contra os ianomâmis no Brasil. Para a investigação sobre a reatualização dessa paradigma colonial na extrema-direita brasileira, um pronunciamento de Bolsonaro na Câmara dos Deputados, de abril de 1998, é perturbadoramente esclarecedor: “A cavalaria brasileira foi muito incompetente. Competente, sim, foi a cavalaria norte-americana, que dizimou seus índios no passado e hoje em dia não tem esse problema em seu país” (Kotscho, 2022).
Outra face do padrão atual de acumulação: os lucros imediatistas do mercado financeiro tampouco dependem prioritariamente da produção de valor pela mão-de-obra. Pelo contrário, as promessas de audaciosos cortes na mobilização de capital variável (Marx, 2013) costumam aumentar o desempenho das empresas entre os acionistas.
O resultado é uma economia que promove por todos os lados padrões informais, flexíveis e precarizados de trabalho, afetando diretamente a capacidade da classe trabalhadora de politizar o debate econômico, pressionar por direitos e organizar greves e movimentos por melhores salários e condições de trabalho e de vida. As tendências atuais do mercado laboral desorganizam os setores subalternizados e debilitam sua posição nos conflitos de classes e igualmente sua influência no Estado. Portanto, essa situação promove um padrão de dominação de classe que cada vez mais abre espaço para a violência e a coerção contra os despossuídos.
Sob formas precárias de trabalho, as condições para a reprodução social estão em sério risco. Não é casualidade que esta parte da classe trabalhadora, situada nos estratos da chamada superpopulação relativa (Marx, 2013), se encontre sobrerrepresentada entre as vítimas de violência de Estado e constitua a clientela mais frequente do Estado Penal, que, como argumenta Loic Wacquant (2001), revela como o neoliberalismo não tem a ver com a diminuição do Estado, mas sim com a reconfiguração do Estado: o Estado Máximo Penal é como a contraparte do Estado Mínimo Social. Dessa forma, podemos entender que, na prática, o Estado de direito, um dos pilares da democracia liberal, não é linear e homogêneo, abarcando toda a população, mas descontínua, especialmente nas periferias do sistema capitalista.
Além disso, é necessário sinalizar o caráter de classe do Estado no capitalismo e sua funcionalidade essencial para a reprodução e acumulação do capital. Bem como a diferença entre o poder governamental e o aparelho estatal capitalista. O que é muito importante para entender o caso da da Onda Progressista Bolívia, na qual grupos que não fazem parte da classe dominante assumiram o poder, mas não lograram mudar radicalmente o Estado desde dentro e superar seu caráter capitalista, apesar de avanços como a constituição que promoveu uma inovação significativa: o estabelecimento do Estado Plurinacional. Tanto na Bolívia, por meio de todas as forças armadas e policiais (mas também com ação direta do imperialismo), como no Brasil, com protagonismo do poder judiciário e depois do parlamento (sem que os militares se omitissem obviamente, afinal, tutelam a democracia desde a abertura política), o aparato estatal se reorganiza e executa o golpe de Estado que expulsa do poder governos que não representavam diretamente as frações das classes dominantes internas e externas, voltando estas a governar sem precisar negociar com figuras susceptíveis à pressão de movimentos sociais progressistas.
Neoliberalismo e autoritarismo
Como já mencionei, a ascensão atual da extrema direita é um fenômeno global associado habitualmente na literatura à conjuntura aberta pela crise de 2008. No capitalismo, as crises econômicas tendem a impor, como forma de compensação, novas rodadas de despojo, espoliação de bens públicos e comunitários, retirada de direitos e níveis de exploração mais intensos e, por isso, exigem um recrudescimento da repressão violenta, provocando um ajuste no padrão de dominação, já que as possibilidades de construir conciliações e acordos entre classes se reduzem significativamente. Na América Latina, esta mudança apresenta dinâmicas particulares condicionadas por estruturas sociais e tendências de longa duração. Dessa forma, a história da dominação abertamente coercitiva na região – constituída por sociedades de origem colonial, escravistas e estruturalmente racistas e etnocêntricas – ultrapassa os debates sobre o fascismo clássico e a extrema-direita atual.
Tendo esses processos estruturais em conta, para pensar o autoritarismo no neoliberalismo, seria impossível não mencionar a ditadura militar de Augusto Pinochet que transformou o Chile no primeiro laboratório do choque neoliberal em 1973. Torna-se evidente que as transformações produzidas pelo neoliberalismo não foram promovidas apenas por meio de estratégias sutis de internalização e de construção de novas formas de vida, mas igualmente dependem de métodos incisivamente destrutivos e repressivos, como as estratégias de contra-insurgência (Lazzarato, 2019).
O arranjo contraditório e não linear, mas possivelmente tendencial (o que não significa ausência de resistências internas e fissuras) entre neoliberalismo, autoritarismo e conservadorismo não só se insinua na literatura de seus próceres – Friedrich Hayek, Ludwig von Mises e Milton Friedman[2] – como, por suposto, está em sua instauração sangrenta no Chile. Além disso, tais características também podem ser identificadas nos governos pioneiros do neoliberalismo na centralidade do sistema capitalista, como os de Ronald Reagan (1981-1989) e Margaret Thatcher (1979-1990).
Entendo que a seguinte observação escrita pela antropóloga Letícia Cesarino sobre o movimento neoconservador nos Estados Unidos é de extrema relevância histórica, e indica que, na maioria das ocasiões, o neoliberalismo realmente existente sempre flertou com o autoritarismo, uma vez que o neoconservadorismo ao negar o direito à existência e à prática de modos de vida dissidentes é essencialmente antidemocrático:
Essa afinidade se manifestava no resgate, a partir do governo Reagan, do espírito das chamadas poor laws do século XIX, que imputavam à família o dever de cuidar de seus membros quando esses estivessem desempregados, doentes ou velhos demais para trabalhar. Assim, num contexto de desmonte do Welfare State, esperava-se que a família absorvesse os efeitos de precarização gerados pelas políticas neoliberais: lembremos que a famosa frase de Thatcher “Não existe sociedade, apenas homens e mulheres individuais” não termina aí, mas continua com “e suas famílias” (Cesarino, 2019, p.540).
Essa afinidade que aqui analiso se repetiu mais uma vez em sucessivos “episódios” posteriores na América Latina. Por exemplo, os governos eleitos – e quase sequenciares – de Alberto Fujimori (1990-2000), que se autogolpeou em 1992, no Peru, e de Álvaro Uribe (2002-2010), na Colômbia, foram altamente repressivos e inequivocamente neoliberais e conservadores.
Esses casos anteriores poderiam ser entendidos como contrapontos à noção de que a crise de 2008 é a causa da atração entre neoliberalismo, autoritarismo e conservadorismo, uma análise de conjuntura bastante difundida após a eleição de Donald Trump em 2016. Ou poderiam reforçar contestações às posições que defendem que o que ocorre na atualidade, na verdade, é uma mutação que produziu algo que já não tem nada a ver com o neoliberalismo, e que talvez poderia ser chamada de “populismo” de extrema direita[3].
No entanto, concluo preliminarmente que os momentos em que a ordem neoliberal global conviveu com governos que ampliaram a democracia substancial e os direitos da cidadania foram a exceção, não a regra. Então, a Onda Rosa ou Progressista no século XXI teria sido um período muito atípico, intimamente relacionado à valorização também incomum dos produtos primários no mercado internacional.
[2] Assim o argumentam os autores europeus Chamayou (2019), Lazzarato (2019), Dardot e Laval (2016).
[3] Uma outra ideia tem sido aventada por filósofos e cientistas sociais de vários continentes: estaríamos presenciando algo análogo ao que Antonio Gramsci denominou como interregno (2007, p.134), um impasse imposto por certas conjunturas. Nos momentos de interregno, uma série de sintomas mórbidos manifestam-se por todos os lados, tornando a saída do labirinto ainda mais opaca para os sujeitos envolvidos nessa atmosfera sombria. O acirramento do racismo, melancolia, depressão, destruição de todas as formas de solidariedade, o conformismo e fragmentação das lutas e coletivos podem ser lidos como sintomas sociais que se manifestam em tempos nos quais o velho ainda não morreu e o parto do novo parece impossível.
Conclusiones:
A tradição dos oprimidos nos ensina que o "estado de exceção" em que vivemos é na verdade a regra geral. Precisamos construir um conceito de história que corresponda a essa verdade. [...] Este se beneficia da circunstância de que seus adversários o enfrentam em nome do progresso, considerado como uma norma histórica. O assombro com o fato de que os episódios que vivemos no século XX "ainda" sejam possíveis, não é um assombro filosófico. Ele não gera nenhum conhecimento, a não ser o conhecimento de que a concepção de história da qual emana semelhante assombro é insustentável (Benjamin, 1994, p. 226).
Com esta citação da Tese 8 em Sobre o conceito de história (1940), desejo enfatizar que, em último caso, para a classe explorada e os setores oprimidos, o Estado de exceção é permanente. E não há garantias naturais na democracia liberal que assegurem que o fascismo sempre será superado, por existir uma tendência natural ao progresso que sempre coloca a ordem nas coisas no seu “devido” eixo. Derrotar o fascismo latente ou emergente é função do confronto político de classe, não uma mera correção de rumos.
É nosso trabalho como investigadores sociais compreender as particularidades dos movimentos e projetos de poder que levaram a Estados de exceção, como no fascismo, entendendo também que não há democracia substancial possível se há exploração e dominação de classe, racial e de gênero.
A busca pela singularidade dos fenômenos autoritários atuais torna-se ainda mais complexa na periferia do sistema capitalista, na qual muitos autores no século XX identificam tendências autoritárias de longa duração, entre eles Ruy Mauro Marini (2018), Heinz R. Sonntag (1974), Florestan Fernandes (1978), entre outros. Nesse sentido, as raízes coloniais que incluem a escravatura, a marginalização das massas populares e a consequente dependência econômica consolidada no período da independência e posterior industrialização tardia são processos cujas análises são inevitáveis no âmbito da presente agenda de pesquisa.
Nos últimos 40 anos, para além de todos os autores e autoras que defendem e defenderam a incompatibilidade entre democracia substancial e capitalismo (Wood, 2011), no campo marxista, no escopo da tradição foucaultiana e entre os defensores da heterodoxia econômica amplificou-se a atenção aos processos de desdemocratização e corrosão da democracia liberal – já limitada – desde dentro. Essa degradação tenderia a ser um fator impulsionado pelo padrão de acumulação neoliberal que possui desencadeamentos profundos não apenas em termos de remodelagem econômica, mas igualmente como produtor de uma subjetividade específica, uma subjetividade neoliberal (Dardot, Laval, 2016).
No tempo presente, alguns autores entendem que o acelerou e promoveu o devir-periférico do mundo (Canettieri, 2020) fazendo com que as teses utilizadas para analisar as particularidades das formações sociais da periferia agora também ganhem pertinência para a compreensão das transformações políticas e no mundo do trabalho em nível global. Nas investigações sobre a periferização que marca o tempo histórico atual, se destacam os problemas da violência e dos conflitos sociais, a crise da democracia liberal e a degradação das condições de trabalho e de vida das populações ao redor do globo.
Bibliografía:
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Palabras clave:
capitalismo periférico; extrema-direita; neoliberalismo; crise; bolsonarismo; golpe na Bolívia
Resumen de la Ponencia:
El Salvador cerró un proceso de conflicto armado sostenido por doce años con un proceso de negociación política, que pactó en los Acuerdos de Paz una importante reforma política, y un rediseño institucional orientado a la construcción democrática, que poco abordó el cambio socioeconómico necesario para controlar el poder de los grupos económicos oligárquicos (Segovia, 2005). Este proceso tuvo como marco el giro neoliberal desarrollado en la región a inicios de los años noventa, que marcó profundos cambios. En dos décadas la inclusión política derivada de los acuerdos y la incidencia de la organización y movilización social abonaron al desarrollo de la institucionalidad y cultura democráticas, que dieron paso también al momento de la alternancia del poder en el ejecutivo, donde el FMLN-partido de izquierda-no logró sortear el desafío de gobernar en una oportunidad histórica de apertura y cambio político (Grégori 2017), corrompiéndose a la usanza habitual, lo que le desgastó junto al resto de partidos tradicionales (Malamud y Núñez, 2019), y abrió la puerta para un giro neoconservador, fortaleciendo los fundamentalismos en la región (Sagot, 2019).En este marco, Nayib Bukele llegó al poder en 2019, mostrando desde el primer día de su mandato hasta la fecha un creciente ejercicio autoritario del poder, con un irrespeto al estado de derecho, y un importante retroceso en el proceso de democratización avanzado en la postguerra. Ha establecido una alianza central con el ejército, y ha asegurado un creciente debilitamiento institucional y control de los diversos poderes del Estado, evidenciando una acelerada regresión autoritaria, que trunca el incipiente proceso democratizador inaugurado con los Acuerdos de Paz.A la fecha, se mantiene vigente un estado de excepción, que ha sido un recurso privilegiado en su gobierno. Las detenciones arbitrarias, la limitación de derechos, la criminalización de la organización social y la protesta, así como persecución a defensoras de derechos y periodistas, con una marcada saña hacia las mujeres -como el acoso a mujeres que participan en política-como parte de las estrategias para ‘estropear la democracia’ (Martínez, 2021), y que son algunas de las expresiones recientes de la violencia estructural y estatal, en un contexto de debilitamiento de la organización social y desmovilización enmarcada en el confinamiento por COVID-19 desde el año 2020. Como metodología, el abordaje se realiza cualitativamente a partir de análisis de contenido como base para sistematizar información sobre esta problemática.