Resumen de la Ponencia:
Pensar el tema del Estado fallido, a la luz de los datos, implica pensar su actuación en muchos contextos, además permite discurrir no solo el campo del poder y su construcción conceptual, sino anclarlo a la realidad social, para hacer notar una explicación que pueda ayudar a redefinir su posición y nivel de compromiso, así como para ubicar a nuestro país en el nivel de compromiso con el desarrollo y seguridad tanto social como jurídica. En este sentido, nuestra reflexión plantea en primer momento el escenario de responsabilidad del Estado y su papel en el desarrollo y la justicia social, como una de sus principales responsabilidades, después exponemos que se entiende por Estado fallido y las características que lo describen, para finalmente responder si México es un Estado fallido. PALABRAS CLAVEEstado, desarrollo, violencia, criminalidad, sociedad.Resumen de la Ponencia:
En este trabajo se analizan las organizaciones agrarias ante el conflicto de 2008 en dos localidades del sudoeste bonaerense. A partir del análisis de la prensa gráfica local, se analizan las organizaciones agrarias, considerando sus portavoces, sus repertorios de protesta y las relaciones con otros actores. Los portavoces de estas organizaciones se distinguen entre autoconvocados y ruralistas. Los primeros son portavoces de grupos de productores que surgieron al calor del conflicto (en el marco de la Resolución 125 sobre el aumento de retenciones), y los segundos son autoridades de la Sociedad Rural de ambas localidades. Estas últimas pertenecen a CARBAP, que a su vez pertenece a CRA, una de las cuatro entidades de la Mesa de Enlace. En diálogo con la literatura y a partir del análisis de la prensa gráfica local, los protagonistas en estas localidades no solo fueron los autoconvocados, sino también las sociedades rurales locales, evidenciándose diferencias entre ambas localidades: en una localidad los autoconvocados desbordaron el mapa institucional gremial local, pero en la otra localidad los ruralistas organizaron y canalizaron la protesta. En línea con la construcción de hegemonía de las asociaciones profesionales que no se limita a la gimnasia corporativa, las organizaciones locales desplegaron repertorios de protesta en los cortes de ruta y al interior de las comunidades interviniendo como actores locales.
Introducción:
Este trabajo propone un análisis de las organizaciones agrarias ante el conflicto de 2008 (Balsa y Liaudat, 2019) en dos localidades del sudoeste bonaerense. Sin desconocer la articulación mediática y social (Vommaro, 2010) y considerando la relevancia de las localidades de la región pampeana (Giarracca y Teubal, 2010), aquí se focaliza en los productores agropecuarios protagonistas de los cortes de ruta, que tuvieron la capacidad de movilizar a otros productores y vecinos (Gras, 2010).
Los partidos de estas agrociudades (Albaladejo, 2013) del sudoeste bonaerense tienen una menor rentabilidad agraria comparada con el núcleo pampeano, en donde se implanta menos soja y más trigo en comparación con el total bonaerense (Censo Nacional Agropecuario, INDEC, 2002, 2018), aunque también están atravesadas por la agriculturización (Gras, 2012, p. 466). Además, tienen diferencias relevantes para su análisis en clave comparativa: indicadores sociolaborales favorables a la localidad A (Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas, INDEC, 2010); y diferencias en los regímenes de tenencia de la superficie agropecuaria: en el partido de la localidad A, en comparación con el partido de la localidad B, hay menos propietarios personas físicas (y más sociedades anónimas y sociedades de hecho), y un mayor tamaño promedio de las explotaciones agropecuarias (Censo Nacional Agropecuario, INDEC, 2002, 2018).
En diálogo con los estudios sobre pueblos sojeros (Gras y Bidaseca, 2010), este trabajo comparte la hipótesis sobre la relevancia política, económica y social del “campo” en la configuración histórica de estas agrociudades, aunque con una progresiva complejización social. Desde esta hipótesis del “campo” como horizonte de sentido, aquí se propone un matiz en base al análisis de las organizaciones agrarias en 2008 que implica diferenciar la hegemonía ruralista de la localidad A de la impronta de los autoconvocados de la localidad B.
Si bien la categoría “campo” es empleada por los medios de comunicación (Cremonte, 2010), también es una autoidentificación de las organizaciones de productores instalándose como un actor político al activar sus fronteras externas y desplazar sus diferencias en la estructura agraria (Gras, 2011, pp. 58-61), considerando los procesos sociohistóricos de largo plazo –la hegemonía del agronegocio (Gras y Hernández, 2016) y el fenómeno del rentismo (Balsa y López Castro, 2011)– que hicieron menos nítidas las fronteras internas del sector (Gras, 2011, p. 56).
En este marco, durante el conflicto de 2008 los diarios de estas localidades funcionaron como verdaderos espacios sociales de manifestación de diferentes actores. No obstante, aquí solo se analizan las organizaciones agrarias locales (mediante solicitadas, cartas de lectores, entrevistas y notas informativas) que se distinguen entre autoconvocados y ruralistas. Los primeros son portavoces de “grupos de productores autoconvocados que surgieron a lo largo del conflicto” (Gras, 2010, p. 281), y los segundos son autoridades de la Sociedad Rural de cada localidad. Estas sociedades rurales pertenecen a la Confederación de Asociaciones Rurales de Buenos Aires y La Pampa (CARBAP) –que a su vez pertenece a la CRA, integrante de la Mesa de Enlace– creada en 1936, inicialmente conformada por antiguos socios de la Sociedad Rural Argentina (Gras, 2012, pp. 469-470). Sin embargo, los autoconvocados pueden también pertenecer a alguna de las entidades del sector (Gras, 2010, p. 297).
En función de este problema, se analizan las organizaciones agrarias considerando quiénes se erigen como sus portavoces, cuáles son sus repertorios de protesta y cómo se relacionan con otros actores (la Mesa de Enlace y los partidos locales). Este abordaje permite comprender, por un lado, diferentes modalidades de conformación de las organizaciones agrarias en relación con las particularidades locales y, por otro, cómo las organizaciones se constituyen en límites porosos tanto entre los productores autoconvocados y las entidades agrarias como entre estas y los partidos políticos. En este sentido, este trabajo no se interesa por realizar un análisis ideológico, sino en analizar los modos de organización de las organizaciones agrarias. En virtud de ello, aquí se aboga por una noción amplia de organización política en diálogo con la relación circular de la representación (Bourdieu, 1981, 2000[1984]) y las fronteras difusas de los entornos partidarios (Sawicki, 2011), pero para el abordaje de las organizaciones agrarias. Se entiende que el portavoz representa al grupo que, a su vez, contribuye a producir por el acto de representación legítimamente reconocido (Bourdieu, 1981) y, a su vez, esta organización “descansa en redes relacionales que se entrecruzan, que son basadas en valores o intereses compartidos, y alimentadas mediante interacciones en diversos lugares de sociabilidad” (Sawicki, 2011, p. 43). Por lo tanto, y justamente porque durante el conflicto se constituyen grupos de autoconvocados (Gras, 2010, 2011) que se relacionan con (y se diferencian de) las entidades tradicionales, en este trabajo se emplea una noción amplia de organización agraria, teniendo presente que son organizaciones con intereses materiales –que no resultan de un mero reflejo del sistema productivo– (Gras, 2012, p. 462) orientadas a incidir en las decisiones públicas (Gras, 2012; Solís Delgadillo, 2017) y pueden buscar traducir el capital económico en capital político (Gras, 2012, p. 485).
En lo que sigue, primero se analizan las organizaciones agrarias de cada ciudad focalizando en los portavoces y los modos de organización de la protesta, y luego se analizan las relaciones de las organizaciones agrarias con los partidos locales. A la luz de los hallazgos presentados, se proponen una serie de reflexiones finales. Cabe aclarar que se han modificado los nombres de las localidades, así como los nombres de las personas y las fuentes. Asimismo, en la escritura se emplea el masculino cuando no sepa eludirlo sin repetición.
Desarrollo:
Los repertorios de protesta de las organizaciones agrarias
En ambas localidades los productores agropecuarios se instalan en las rotondas y organizan los cortes de ruta con mayor o menor grado de prohibición de circulación en distintas etapas del conflicto. Además, en línea con “la búsqueda de construcción de consensos y de legitimación de las demandas sectoriales” (Gras, 2011, p. 50), se produce una ampliación de los repertorios de protesta: se organizan “tractorazos”, “cacerolazos” y “bocinazos” al interior de las ciudades, se realizan actos y asambleas en las plazas céntricas acompañados por paros de la Cámara de Comercio con cierre de comercios, se juntan firmas para tratar las retenciones en el Congreso, se realizan actos y reuniones con los concejales para que adhieran al reclamo, se difunden folletos explicativos y se realizan misas católicas y encuentros interreligiosos en las rotondas.
Sin embargo, más allá de esta ampliación de repertorios, el epicentro de la protesta fueron los cortes de ruta en las rotondas. A continuación, se analizan entonces los distintos modos de organización de las organizaciones agrarias de ambas localidades.
El desborde institucional de los autoconvocados de la localidad B
En la localidad B, en línea con el desborde del mapa institucional gremial (Gras, 2010, 2011), la movilización de los productores toma por sorpresa a la Sociedad Rural local. En este sentido, el presidente de la Sociedad Rural de la localidad B manifiesta su incertidumbre: “la dirigencia está muy desorientada sobre los pasos a seguir, tampoco queremos hacer un deporte de los paros y de las movilizaciones para no molestar a la gente, además nosotros estamos acostumbrados a trabajar, no a quejarnos” (Diario localidad B, 17/03/2008, p. 2), y se sorprende por el grado de adhesión de la protesta: “las bases están superando a los dirigentes” (Diario localidad B, 25/03/2008, p. 2). Este desborde también se observa en el lugar en donde se reúnen los productores de la localidad B para organizar la protesta, una institución no ruralista, a diferencia –como se verá– de los productores de la localidad A. De este modo, para el presidente ruralista “esta reunión es convocada por los productores autoconvocados, quienes nos invitaron a participar, y este tipo de reuniones nosotros las apoyamos totalmente para escuchar un poco el corazón de la comunidad” (Diario localidad B, 21/04/2008, p. 2).
Además, durante una de las etapas de suspensión de los cortes de ruta a nivel nacional, en la localidad B se produce un desacople en las modalidades del corte desconociendo la decisión de la Mesa de Enlace. No solo continúa el corte, sino que se profundiza al detener por momentos a todo tipo de transportes de carga (Diario localidad B, 02/06/2008, p. 2). Como explica un productor autoconvocado:
Nosotros como autoconvocados vamos a seguir siendo lo suficientemente orgánicos como para apoyar a las entidades, y lo suficientemente disidentes como para empujarlos cuando ellos patinen; es por ello que decidimos hacerle caso con algo normal y lógico, como es el paso de la carne, no así con la postura de estar al lado del camino. (…) Vamos a seguir cortando el tránsito de los camiones para verificar la carga porque somos la última línea de defensa (Diario localidad B, 19/05/2008, p. 3).
En este sentido, como explica Gras (2010), los autoconvocados entienden sus acciones como legitimación de la protesta para fortalecer la negociación, pero también como presión sobre la propia Mesa de Enlace (p. 297). Y así lo expresa un autoconvocado de la localidad B: “la idea del autoconvocado, más que salir a protestarle a Cristina, fue salir a protestarle a las entidades. (…) Creo que salimos más a presionar a las entidades que al mismo gobierno” (Sergio en Diario localidad B, 23/06/2008, p. 9).
Ahora bien, las organizaciones de la localidad B no están exentas de las tensiones sobre su institucionalización, esto es, las discusiones sobre si “involucrarse activamente en las entidades para desde allí (‘desde adentro’) cambiar dirigentes, funcionamientos internos, etc., o bien pugnar por la construcción de una nueva entidad” (Gras, 2010, pp. 305-306). En el marco del conflicto, la Sociedad Rural de la localidad B realiza una asamblea para renovar cargos “con una participación inédita” en donde varios de los productores autoconvocados son electos para integrar la Comisión Directiva. Si bien el presidente ruralista renovó el cargo, varios productores autoconvocados asumieron cargos, como los de Secretario, vocales y revisores de cuentas (Diario localidad B, 07/07/2008, p. 4).
A pesar de este indicio de institucionalización, los autoconvocados continuaron con sus acciones colectivas. De hecho, luego del rechazo de las retenciones en el Congreso se produce una serie de reconfiguraciones de los autoconvocados que señalan el desbordamiento del mapa institucional. Ante una serie de iniciativas de los productores del distrito, como una reunión de “autoconvocados del distrito” (Diario localidad B, 11/08/2008, p. 6), la iniciativa de los autoconvocados de un pueblo vecino de formar una Sociedad Rural propia (Diario localidad B, 06/10/2008, p. 2) y la idea de los productores de otro pueblo vecino de crear una filial de la Federación Agraria (Diario localidad B, 06/10/2008, p. 3), el presidente ruralista los invita a participar: “hemos visto que los autoconvocados de los pueblos durante el período de protesta, han seguido en actividad, y nos gustaría invitarlos a que nombren delegados y participen en las reuniones de la Sociedad Rural” (Diario localidad B, 11/08/2008, p. 6). Estas iniciativas pueden pensarse como indicios de las tensiones y el dinamismo de las organizaciones agrarias de la localidad B. Como explica un productor de un pueblo vecino:
Al principio del conflicto venía gente de [pueblo C], luego nos dijeron los autoconvocados de [localidad B] que hacía falta más gente, por lo que comenzamos a reunirnos y organizamos para venir por turnos y rotarnos; ese contagio de participación que nos surgió a muchos, pensamos que lo teníamos que canalizar (Diario localidad B, 06/10/2008, p. 2).
De hecho, esta fluidez y “contagio” entre los autoconvocados también se observa en la variación de su autodenominación en las firmas de solicitadas y cartas de lectores.
En definitiva, si bien los autoconvocados se incorporan a la Sociedad Rural de la localidad B, fueron los grupos de autoconvocados quienes organizaron la protesta más allá de los repertorios tradicionales de los ruralistas, desbordando así el mapa institucional gremial local y generando modalidades de acción autónomas (Gras, 2010, 2011).
La hegemonía ruralista de la localidad A
Como explica Gras, en varias localidades bonaerenses se conformaron “grupos de Autoconvocados, que comenzaron a identificarse por el nombre de sus localidades y a establecer vínculos entre ellos a partir de la organización de asambleas” (2011, p. 51). Sin embargo, en la localidad A, a diferencia del desborde institucional de la localidad B, los productores agropecuarios en la rotonda conforman una comisión de enlace “integrada por dos miembros de la Sociedad Rural, tres productores independientes, dos de la Cooperativa [A], dos del rubro camioneros y representantes de dos acopiadoras que cada día se reúnen en asamblea para tratar las mociones que van surgiendo acerca de la mecánica del corte” (Diario localidad A, 31/03/2008, p. 2). Esta comisión es replicada con representantes de las mismas instituciones cada vez que se reinicia el conflicto. A diferencia de los autoconvocados de la localidad B, si bien la comisión de la rotonda de la localidad A se reúne periódicamente en asamblea para decidir las medidas de acción, las decisiones sobre a qué tipo de transporte impedir la circulación (cereal, ganado, alimentos) o sobre si levantar o no el corte, siempre se toman en sintonía con las decisiones de la Mesa de Enlace nacional. Así, según el presidente ruralista:
Desde la Sociedad Rural vamos a acatar el mandato propuesto por las cuatro entidades, intentamos seguir alineados a ellas y por eso pedimos la colaboración de los autoconvocados. (…) Tomaremos las resoluciones como lo veníamos haciendo en la protesta anterior, es decir, por asamblea y consenso de la Comisión de Enlace. Por parte de la Sociedad Rural, la idea es mantenernos unidos todos, que nadie se nos escape y haga algo por fuera de este círculo (Diario localidad A, 08/05/2008, p. 3).
Además, en los diferentes “cacerolazos” y “bocinazos” realizados por los “grupos autoconvocados” al interior de la ciudad se observa reiteradamente la autoridad ruralista en la organización de estas modalidades de protesta más allá del corte de ruta. Particularmente se destaca la figura del ruralista Mariano como organizador: “[Mariano] ordenó la protesta y señaló que todos debían seguir a una camioneta, que iban a marchar, a puro bocinazo” (Diario localidad A, 17/06/2008, p. 2). La portavoz de Mariano de los autoconvocados no le impide dejar de ser representante de la Sociedad Rural (era vocal, asume como vicepresidente durante el conflicto). De este modo, los ruralistas de la localidad A organizan y canalizan la protesta. Sin embargo, ello tampoco le impide sostener la idea de la manifestación espontánea de los autoconvocados:
Observé por primera vez en mis 41 años de vida a las cuatro entidades del campo unidas y convencidas de lo que estaban haciendo, apoyados por una inmensa masa de productores, familiares y comerciantes que salieron a la calle sin miedo a manifestarse para defender algo que sentían muy suyo y que no eran los 10 puntos de más de las retenciones sino defender un estilo de vida, al interior y que la plata quede en los pueblos (Mariano en Diario localidad A, 05/04/2008, p. 2).
En el marco de la redefinición de las fronteras internas del sector (Gras, 2011, p. 56), esta lectura del conflicto en términos de una manifestación espontánea de “la gente” (Vommaro, 2010), esto es, “una inmensa masa de productores, familiares y comerciantes”, se relaciona con la idea de la “familia del campo” que defiende “un estilo de vida, al interior y que la plata quede en los pueblos”, contribuyendo a producir al “campo” como actor político con una amplia base social y geográfica que puede hablar en nombre del “interior” del país (Gras, 2012, p. 477).
Además, a diferencia de los autoconvocados de la localidad B, que se reúnen en una institución no ruralista (y en donde el presidente ruralista es invitado), los productores de la localidad A se reúnen en la Sociedad Rural en diferentes momentos del conflicto para canalizar las acciones “de una manera orgánica” (Diario localidad A, 21/04/2008, p. 11), “para canalizar la impotencia” (Diario localidad A, 05/07/2008, p. 28), para organizar el viaje al “supermartes” en la capital (Diario localidad A, 12/07/2008, p. 28) o para festejar el rechazo del proyecto de retenciones (Diario localidad A, 19/07/2008, pp. 2-3). Asimismo, las solicitadas en contra del gobierno nacional son firmadas por “la Comisión de Enlace de [Localidad A]” (integrada, entre otros, por los ruralistas Norberto y Mariano y el autoconvocado Juan) (Diario localidad A, 21/04/2008, p. 11) o conjuntamente por la “Sociedad Rural de [localidad A]” y “Productores Autoconvocados de [localidad A]” (Diario localidad A, 21/06/2008, p. 3). En este sentido, la relación mimética (o redes relacionales) entre autoconvocados y ruralistas de la localidad A es tal que las acciones de los “productores autoconvocados” se componen de ruralistas y autoconvocados, con el caso paradigmático de multiposicionalidad de Mariano “productor autoconvocado y dirigente rural” (Diario localidad A, 26/04/2008, p. 2). Así, en el festejo en el predio de la Sociedad Rural por el rechazo del proyecto de ley, los primeros oradores son el presidente y el vice, y luego son presentados los autoconvocados por el presidente ruralista:
Por ahí en algunos lugares no fue tan buena la armonía de alguna de las entidades con los autoconvocados, no porque pensaban en cosas diferentes, sino porque llegaron a desacuerdos en determinados momentos y sabemos que todos vivimos momentos muy feos y difíciles y de discusiones muy ásperas. Nosotros por suerte tuvimos aquí, a [Juan] y [Facundo] entre muchos de los que actuaron y dentro del movimiento logramos ponernos de acuerdo y funcionamos conjuntamente (Diario localidad A, 19/07/2008, p. 3).
Finalmente, luego del conflicto aquí también se producen reorganizaciones de los autoconvocados. En línea con las acciones de responsabilidad social empresaria para mejorar la vida de la comunidad que contribuye a transformarlos en actores locales (Gras, 2010, pp. 292-293), se crea Productores Agropecuarios Solidarios (PAS), una iniciativa surgida en las asambleas de la rotonda y que se propone “intervenciones puntuales en grupos de riesgo social y económico” (Diario localidad A, 27/09/2008, p. 7). En una carta de lectores firmada como PAS, un productor autoconvocado explica que son “un grupo de productores agropecuarios, vecinos de [localidad A], con el compromiso de trabajar por nuestra Comunidad a través de acciones que generen una visión responsable y solidaria de todos los problemas que atraviesa nuestra sociedad” (Diario localidad A, 29/11/2008, p. 9).
Las organizaciones agrarias y los partidos locales
En la localidad A, el debate nacional por las retenciones se produce a la par del debate local por el aumento de las tasas municipales. La Sociedad Rural y la oposición del Concejo Deliberante se oponen al aumento “desmesurado” propuesto por al gobierno municipal. Aunque finalmente el intendente consigue el aumento de tasas, aquí interesa resaltar la relación entre las organizaciones agrarias y los partidos políticos locales. En este marco, Unión PRO, con las firmas de Hernán y Mariano, publica una nota de lectores en repudio al aumento de las tasas municipales (Diario localidad A, 13/03/2008, p. 28), y en una reunión de Unión PRO ambos dirigentes solicitan que el intendente y el gobernador “se comprometan con el campo” (Diario localidad A, 17/03/2008, p. 8). Luego, Mariano vuelve a solicitar el apoyo del intendente mediante una carta de lectores, pero esta vez como “productor agropecuario” (Diario localidad A, 20/03/2008, p. 5). En esta línea, cuando inicia el primer corte de ruta de la localidad A, Unión PRO vuelve a publicar una carta de lectores en contra de las retenciones (Diario localidad A, 27/03/2008, p. 8). En mayo, durante la segunda etapa del conflicto, se publica una carta de lectores de la “Mesa Directiva del PRO [Localidad A]” en apoyo al sector agropecuario, pero sin firmas individuales (Diario localidad A, 05/05/2008, p. 24). Finalmente, después del rechazo del proyecto de retenciones en el Congreso, “[Fernando] y [Hernán] del PRO fueron recibidos en la Sociedad Rural por su vicepresidente, [Mariano]” (Diario localidad A, 28/07/2008, p. 12).
Esta serie de publicaciones es relevante por varios motivos. Por un lado, se evidencia la multiposicionalidad (Boltanski, 1973) como indicio de las fronteras difusas (Sawicki, 2011) entre las organizaciones: Mariano integrante de Unión PRO será luego portavoz de los ruralistas como vicepresidente de la Sociedad Rural y, a su vez, de los autoconvocados en la comisión de productores de la rotonda. Por otro lado, se especifica el conflicto de 2008 a partir del debate local: más allá del debate nacional, las organizaciones agrarias intervienen en el debate local sobre las tasas municipales. Así, luego del rechazo del proyecto de ley en el Congreso y en el marco del conflicto ganadero, los ruralistas de la localidad A producen una serie de acciones para presionar el rechazo de un nuevo aumento de tasas municipales: se reúnen con los concejales opositores (Diario localidad A, 18/09/2008, p. 9) y publican solicitadas alineando el aumento municipal con las políticas kirchneristas (Diario localidad A, 20/09/2008, p. 9).
Por el contrario, en la localidad B los debates nacional y local no se solapan (las tasas municipales se habían aprobado en enero), y las relaciones entre el oficialismo y los ruralistas son más fluidas: el intendente pertenece a la Coalición Cívica y apoya a los productores agropecuarios, el hermano del presidente ruralista es “participante de la mesa de productores y a la vez de la Coalición Cívica” (Diario localidad B, 14/07/2008, p. 2) y durante la etapa legislativa del conflicto los productores autoconvocados organizan una charla con una diputada nacional de la Coalición Cívica (Diario localidad B, 30/06/2008, p. 8).
Conclusiones:
En este trabajo se realizó un análisis de las organizaciones agrarias de dos localidades del sudoeste bonaerense en el marco del conflicto de 2008, haciendo énfasis en sus portavoces, sus repertorios de protesta y sus relaciones con otros actores. Ante todo, si bien los productores y autoconvocados de estas localidades también se relacionan con los grupos CREA, en línea con la sociabilidad en asociaciones profesionales de los protagonistas del conflicto (Gras, 2010, 2011), a partir de esta aproximación desde la prensa gráfica local se entiende que en estas localidades las organizaciones agrarias protagonistas del conflicto de 2008 no solo fueron los grupos de autoconvocados, sino también las sociedades rurales locales pertenecientes a CARBAP a nivel regional y CRA a nivel nacional, que se conforman como “entidades de defensa y negociación de intereses sectoriales” (Gras, 2012, p. 462), pero también, como se desprende del análisis a nivel local, con repertorios de acción que no se limitan a la tradicional gimnasia corporativa, y con límites porosos con el campo político (Bourdieu, 1981), mostrando indicios de entrecruzamiento de redes relacionales (Sawicki, 2011) con los partidos políticos: en la localidad B con la Coalición Cívica y en la localidad A con el PRO.
Ahora bien, aunque las organizaciones agrarias (ruralistas y autoconvocados) desplegaron una serie de repertorios de protesta hacia el interior de las ciudades y de intervenciones como actores políticos de las comunidades locales, en línea con la construcción de hegemonía de las asociaciones profesionales (Gras y Hernández, 2016) que no se limita a la gimnasia corporativa de las entidades tradicionales (Gras, 2012, p. 476), el epicentro de la protesta estuvo en los cortes de ruta en las rotondas, con distintos modos de organización en ambas localidades.
En la localidad B los autoconvocados desbordaron el mapa institucional gremial local y tomaron decisiones sobre los cortes de ruta desconociendo decisiones de la Mesa de Enlace. En línea con el análisis de Gras (2010, 2011), el mapa institucional gremial no canalizó unívocamente el descontento y los autoconvocados no se alinearon completamente con las entidades del sector (Gras, 2010, p. 281), sino que justamente, al validar las decisiones de la Mesa de Enlace “desde abajo” en las asambleas, sus acciones legitimaban el reclamo y, a la vez, presionaban sobre la Mesa de Enlace (Gras, 2010, p. 297), incluyendo “un significativo grado de autonomía local en relación con las modalidades de la acción” (Gras, 2010, p. 305).
En cambio, en la localidad A se conformó una comisión de enlace entre ruralistas y autoconvocados que, si bien realizaban asambleas en la rotonda para decidir las medidas de acción, estas siempre iban en sintonía con las decisiones de la Mesa de Enlace. En este sentido, los ruralistas de la localidad A organizaron y canalizaron la protesta, incluso en acciones colectivas por fuera de los cortes de ruta en la rotonda, como los “cacerolazos” y “bocinazos”. Por ello, aquí no son dos figuras significativas, la Mesa de Enlace y los autoconvocados (Gras, 2011, p. 49), sino tres, ya que los ruralistas locales se diferencian y relacionan con ambos. Esta hegemonía ruralista de la localidad A habla de un contorno (Sawicki, 2011) que desfigura los límites entre ruralistas y autoconvocados, justamente por la capacidad ruralista local de canalizar y organizar la protesta de las organizaciones agrarias.
En tal sentido el interrogante abierto es: ¿por qué en la localidad A los ruralistas se convirtieron en portavoces de los autoconvocados y en la localidad B se vieron desbordados por los autoconvocados? A modo de hipótesis, aunque en ambas localidades la sociabilidad se vincula con el “campo”, la distinción de la hegemonía ruralista de la localidad A –atravesada igualmente por la hegemonía del agronegocio (Gras y Hernández, 2016)–, que implica considerar un mundo social de pertenencia (Vommaro, 2017) que se relaciona con el horizonte de sentido del “campo” en la producción sociopolítica de las clases altas locales, no solo se comprende al considerar las diferencias socioeconómicas ilustradas en la introducción, sino también al considerar la larga tradición de instituciones ligadas a la reproducción de las clases altas locales (de principio de siglo XX), que implicaría indagar la objetivación de formas de decir y hacer en instituciones permanentes socialmente reconocidas (Bourdieu, 1981) y los modos en que tiene lugar el intercambio de dones (Bourdieu, 2015[1980]). Por el contrario, la Sociedad Rural de la localidad B se crea pasada la mitad del siglo y podría indagarse la sociabilidad de las organizaciones agrarias más ligada a la presencia de asociaciones profesionales (Gras, 2012, pp. 462-463). Ello no implicaría diferencias sustanciales entre ambas localidades, sino matices analíticos en los modos de (re)producción social del sudoeste bonaerense.
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Palabras clave:
Organizaciones agrarias, conflicto de 2008, sudoeste bonaerense.
Resumen de la Ponencia:
El estatuto democrático que recae sobre el Estado Mexicano es puesto en cuestión por la reproducción de la violencia generalizada a través de las desapariciones forzadas, los desplazamientos forzados, ejecuciones extrajudiciales y los feminicidios, sólo por citar las expresiones más exacerbadas. El marco de los tres primeros casos se relaciona con la guerra contra el crimen organizado y la estrategia de seguridad desplegada durante el sexenio de 2006–2012 (y los dos sexenios posteriores), a diferencia de la incidencia de los feminicidios, cuya aparición data de la década de los noventa del siglo pasado, iniciada fundamentalmente en la fronteriza Ciudad Juárez. Probablemente, el colofón para que, sin importar la temporalidad, no se ponga punto final se refiere a la impunidad que refleja parálisis, ineficacia e ineficiencia de las instituciones del Estado. Esto a pesar de que ha habido, a lo largo del periodo estudiado (2006-2022), diversas iniciativas gubernamentales para atajar y tratar de resolver este flagelo que lastima a la sociedad mexicana. A partir de esta situación queremos problematizar este fenómeno en el marco de lo que entendemos por democracia y cómo es que estas problemáticas de violencia afectan el funcionamiento de este tipo de régimen. En este sentido, entendemos por democracia no sólo aquella que disfruta de elecciones periódicas, legales, legítimas y universales, y en donde se da un Estado de Derecho, sino que además el régimen promueve el bienestar humano, la libertad individual (y de grupos o colectivos), la seguridad e integridad de la población, la equidad, la igualdad social, la deliberación pública y la resolución pacífica de los conflictos (Tilly, 2010: 38), es decir, concebimos una democracia sustantiva. Siendo así, ésta se ha visto enormemente dañada en México por el surgimiento de una violencia desenfrenada que trastoca la tranquilidad, la paz, la integridad y la vida misma de millones de personas a lo largo y ancho del territorio nacional. Referencia Tilly, Charles (2010). Democracia. Madrid: Ediciones Akal.Resumen de la Ponencia:
Cabe señalar que aunque el tema propuesto originalmente para el Congreso ALAS México 2022 era: “¿Existe en México un proceso histórico que inicia con los movimientos sociales de 1968 y culmina con el proceso electoral de 2018?”, decidí, para la publicación, presentar sólo una parte de dicha investigación; la cual aborda el tema: “Los jóvenes punks mexicanos y sus formas organizativas después del levantamiento del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional en 1994.”, toda vez que, al estarse aún desarrollando la investigación, no me era posible presentar un resumen viable y, sobre todo, conclusiones aceptables para ser publicadas.
Introducción:
En la segunda mitad de la década de los noventa se observó un proceso de convergencia y acompañamiento entre el recién aparecido Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y los jóvenes punks de las zonas marginales de México; particularmente de la Ciudad de México y su Zona Metropolitana. El fenómeno señalado se originó a raíz del levantamiento armado del EZLN, el 1 de enero de 1994 en Chiapas, estado suroriental del país latinoamericano. Dicho movimiento, conformado mayoritariamente por indígenas mayas de aquella entidad, sacudió la vida del país, redefiniendo las relaciones de poder en toda la geografía política y social. (Gilly, 1997, p. 24)Dicho cambio también afectó las formas de participación, pues modificó el discurso político e hizo evidente el desgaste de las estructuras políticas tradicionales (partidos políticos, sindicatos y organizaciones sociales ortodoxas) (Vázquez y Vommaro, 2008:, p. 490), como estaba sucediendo en esos momentos en toda la geografía latinoamericana (Regalado, 2006, p. 228). Aquel levantamiento logró la simpatía de amplios sectores de la población, muchos de los cuales no tenían experiencia de participación política, pues habían sido marginados de las estructuras políticas tradicionales; entre estos grupos encontramos a los jóvenes punks de las zonas marginadas de México. (Velázquez, 2016, p. 44).Entender ¿cómo? y ¿por qué? sucedió aquel proceso de convergencia entre indígenas organizados en un ejercito levantado en armas y cientos de jóvenes reunidos en grupos o pandillas representado sus barrios, es el eje central de esta investigación. Sobre todo, porque se intenta entender el fenómeno más allá del contexto de precarizacion provocado por las medidas neoliberales en todo el mundo y, en particular en la región. (Trejo, 2012, p. 99). En este sentido, se apuntará a estudiar el fenómeno desde la convergencia de la condición de subalternidad y marginalidad, así como de nuevos movimientos y actores sociales.
Desarrollo:
Definiciones y precisiones.En esta investigación entendemos a los jóvenes como un grupo social bien diferenciado y activo a partir de la segunda mitad del siglo XX, sobre todo en occidente (Feixa, 1999, p. 41), y que más allá de identificarse por un rango de edad determinado, lo hace desde una perspectiva generacional (Vázquez y Vommaro, 2008, p. 492). Dicha enunciación nos sirve para entender la situación de los jóvenes autoidentificados como punks en México, pues cumplen con tal caracterización; sin embargo, comprender la particularidad de estos jóvenes implica, más allá de escuchar música punk y entender el proceso histórico del cual surge esté fenómeno musical, analizar cómo un fenómeno social y cultural europeo y norteamericano (Marcus, 2005, p. 30) se asimila con tanta rapidez entre los jóvenes latinoamericanos y, en particular, mexicanos, hasta lograr un mimetismo casi sincrético. (Feixa, 1998, pp. 107-108).En este punto, vale recuperar las reflexiones que comparte Rossana Reguillo (2000a) en el sentido de cuestionar los modos en los cuales se ha abordado el tema de la culturas juveniles en el campo de la cultura, toda vez que el punk es una de las distintas culturas que se aborda desde la generalización homogénea, como si todxs lxs jóvenes fueran iguales y tuvieran el mismo comportamiento (p. 103). En este sentido también se manifiesta Maritza Urteaga (2019), al señalar que la aparición de lo joven como sujeto social tiene mas de un siglo, pero lo que entendemos hoy en día por “joven” o “juventud” dista mucho de lo que se entendías en aquellos años; por lo cual, es necesario siempre considerar la evolución de los conceptos y entender al sujeto en su contexto. (p. 60). Tema que Sandra Souto Kustrín (2018) aborda desde la evolución historiográfica. (p. 16)Los actores abordados en la investigación tienen su punto de contacto o convergencia dentro de los movimientos sociales; entendiendo como movimientos sociales a una diversidad de de actores que se organizan en torno a una problemática en colectivo que chocaría con los intereses de otras personas; en donde, generalmente, los gobiernos son los destinatarios de dichas peticiones o árbitros de tales disputas (Tilly y Wood, 2001, p. 21); aunque estos autores tratan de hacerlo desde fuera del Estado (Gramsci, 2000, p. 182) y desde la vida cotidiana (Vanegeim, 1998, p. 19), por lo cual, se pueden identificar como movimientos sociales autónomos, desde una óptica territorial (Almeyra, 2004, p. 71) y no institucional (Vázquez y Vommaro, 2008, p. 492).El elemento autónomo, ademas, resuelve la dicotomía rural-urbano que suele acompañar a la definición tradicional del termino; sobre todo porque la organización neozapatista es en definitiva rural y los colectivos de jóvenes punks son un fenómeno urbano. Por otro lado, se podría dudar que los jóvenes punks conforman un movimiento, como si son los miembros del EZLN, pero quienes han tejido redes de solidaridad en la marginalidad de las ciudades mexicas así lo consideran (Comunidad Punk, 2008, p. 1); por lo cual, en la investigación utilizamos dicha caracterización para describirlos. Por último, es importante entender desde donde se encuentran y convergen los actores señalados en la investigación. Si bien se comentó en el párrafo anterior que los actores convergen en un espacio mixto, tanto rural como urbano, como movimientos sociales, también es importante entender que lo hacen desde un espacio de exclusión y rechazo, por lo cual definir la situación como marginal o desde de la marginalidad social es imperativo (Delfino, 2012, p. 19) y, como ya la habíamos comentado con anterioridad, reformando a Gramsci, autónomo y subalterno (Gramsci, 2000, p 179); pues si bien han sido excluidos, estos se organizan y resisten para transformar su realidad.
Antecedentes históricos (Punks por todo el mundo).Comenta Greil Marcus (2005) que el hecho de que Malcolm McLaren se tomara en serio los desplantes de un chico, casi adolescente, que se hacia llamar Johnny Rotten y le construyera una imagen de “póster viviente” con la vestimenta que encontró en la tienda de ropa que regenteaba en el centro de Londres, cambió la historia de la escena musical y, posiblemente, el de la juventud occidental del último cuarto del siglo XX (p. 38). Como sea, se sabe que, en términos musicales, la aparición de Sex Pistols no fue la primera manifestación musical de punk-rock, pues ya antes Los Saicos, en el Perú de 1964, habían tocado la histórica canción “Demolición” y un grupo llamado Death lo había hecho en Detroit a inicios de los años 70. (Howlett y Covino, 2012)Ya fuera que la palabra punk haya sido una invención atinada proveniente del ingenio de los publicistas Malcolm McLaren y Vivienne Westwood; ya sea que haya sido el impulso de una parte de la juventud estadounidense e inglesa a mediados de los sesentas, lo que es una realidad es su insubordinación a las normas establecidas por las generaciones que les anteceden. El punk nació asociado con lo subterráneo, lo sucio, lo marginal, lo sórdido. Esa fue la manera como los jóvenes de una generación querían verse identificados frente a una sociedad consumista, hipócrita y sumamente conservadora. (Marcus, 2005, p. 42)El punk nace de un espíritu contestatario contra lo establecido. En aquella generación está más que viva la frase de Roaul Veneigem (1998) “No queremos un mundo en el que la garantía de no morir de hambre equivalga al riesgo de morir de aburrimiento”. (p. 8). Bandas de música de toque electrizante cambiaron para siempre la escena musical a la que estaba acostumbrada la audiencia, y con esta forma tan peculiar de tocar y trasmitir sus mensajes, dieron origen al movimiento musical punk y a todos sus derivados y asociaciones. (Lydon, 2007, p. 8)La música surge como una manera de transmitir la sensación de hastío prevaleciente en el cotidiano caótico de las urbes occidentales. Mientras el capitalismo entra en una de sus peores crisis después de su “época dorada” de pos guerra, los jóvenes marginales amanecen con una nueva realidad: desempleo, inflación, falta de libertades democráticas, desintegración social. (Gilly, 2002, p. 65). No es fortuito que el primer grito cohesionador punk, como nos lo recuerda Greil Marcus, haya sido aquel alarido de Johnny Rotten: “No hay futuro!”. Este parecía ser el concepto que una parte de la juventud inglesa tenía de la vida, y este fenómeno o estado de animo no tardó en expandirse por todo el mundo con su disco Anarchy in the UK. (Marcus, 2005, p. 13)Para los jóvenes punks, provenientes en su gran mayoría de las clases subalternas, el enojo contra el mundo era total, el no futuro tendía hacia la autodestrucción… Pasarían algunos años más para que el punk volviera a la senda del do it yourself, (hazlo por ti mismo, a tu manera) con mayor politización y fuerza. A partir de varias experiencias alrededor del mundo, los punks se van consolidando como un movimiento en el que sus integrantes se saben participes de un proceso global. Es así como surgen múltiples expresiones de una experiencia punk transformada en movimiento internacional, las cuales intentan autodefinirse para potenciar su alcance e influencia política. Aquella anarquía de aparador pregonada por The Sex Pistols se convierte en una mas consistente, ideológicamente hablando, y por ella hablan grupos como Crass y un movimiento underground articulado en varias partes del mundo. (Comunidad Punk, 1997, p. 1)
Levantamiento zapatista y los punks en la Ciudad de México.Ya sea que el punk se iniciara en Londres o en New York City (en el legendario CBGB donde tocaron, antes de los Sex Pistols entre otros: New York Dolls, y Ramones), lo cierto es que con la aparición del punk se dio voz a un sector de la juventud que no había tenido la oportunidad de expresar su frustración después de la derrota de los movimientos del 68 y la consecuente reestructuración del capital desde el neoliberalismo (Anderson, 2003, p. 11). Aún así, el punk inició como un proceso europeo y estadounidense; es decir, del centro a la periferia y, en ese sentido, siguió formando parte de ls procesos de “domesticación” cultural, pues fueron las clases medias acomodadas quienes tenían acceso a la música Rock and Roll y, posteriormente, al Punk Rock (Agustin, 2017, p. 144); es decir, aunque el punk comunicaba un discurso contestatario, agresivo y rebelde, no reflejaba las condiciones de marginalidad y represión por el cual atravesaba la juventud mexicana.Es hasta la década de los 80 que el punk se recupera en los barrios marginales de las grandes ciudades latinoamericanas y, poco a poco, se va convirtiendo en parte de la cultura popular. (Feixa, 1998, p. 156). En México el punk se afianzó en las zonas marginales de la Ciudad de México y en su Zona Metropolitana; también lo hizo en ciudades fronterizas como Tijuana y Mexicali y en otras urbes importantes como Guadalajara y Monterrey. (Comunidad Punk, 2008, p. 6). En la voz de los punks de aquella primera época, las primeras referencias y acordes que llamaron a los punks, fueron los del punk proveniente del Estado Español y el país Vasco, porque comentaban acerca de la marginalidad, la represión social y estatal, la cerrazón de la familia; en fin, que la sociedad estaba podrida y los jóvenes “No eran nada”. (Comunidad Punk, 2001, p.1)Entre un proceso dinámico de marginalidad, toma de consciencia y organización los punks mexicanos hacen contacto con el EZLN, pues los primeros se levantan en armas y le dan vos a “todos los sin voz” (Documento del EZLN recuperado en Comunidad Punk, 2003, p. 13). Después del 1 de enero los jóvenes punks de inmediato se sienten identificados con el neozapatismo, por su discurso, sus planteamientos de autogestión y autonomía, por ser parte de ls marginados de la historia y por plantear un “mundo en el que quepan muchos mundos” (Zenk, 2008, 30). Desde ese momento los jóvenes punks acompañaron las iniciativas del EZLN y, en el proceso, forjaron su identidad como Comunidad Punk; tejieron redes de solidaridad de alcance nacional e internacional, con otros punks y otros movimientos sociales. (Comunidad Punk, 2003b, p. 2).En sus inicios el punk fue un impulso musical y estético emanado del estado de animo de una parte de la población, esta primera manifestación se fue transformando en sus motivaciones y objetivos, pasando de ser una forma de vida indisciplinada, la cual rondaba los ámbitos de la delincuencia y la degradación (Falcón, 2008, p 11), hasta convertirse en un movimiento articulado que pugnaba por una transformación social y se sumaba a otras rebeliones para protestar en contra de un sistema asfixiante y excluyente. (Comunidad Punk, 1996, p. 1).
Comunidad Punk como colectivo y otras experiencias.En México surgen fanzines, revistas independientes, tocadas organizadas por los mismos punks –Francisco Valle, el Iti, asegura que al movimiento punk se le debe la primera tocada plebeya en el Zócalo de la Ciudad de México-. Se da vida al Tianguis Cultural del Chopo (lugar de encuentro de punks con otras expresiones juveniles), surgen bandas de música representativas de los punks mexicas: YAPS, Rebel´d Punk, Síndrome del Punk, Atoxxico, MELI, Vómito Nuclear, Masacre 68, que proliferan en un ambiente donde está en pleno apogeo el fenómeno de las bandas juveniles: Los Panchitos, Los Mierdas Punk, Los Rotos, Los PND (Punk Not Death), el MPN (Movimiento Punk de Neza) y las BUN (Bandas Unidas de Neza). (Detor y Hernández, 2011: 38).A finales de los años ochenta y principios de los noventa el punk dio un vuelco, convirtiéndose en un fenómeno social con aspiraciones claras y objetivos a largo plazo. Si bien aún no se ha llegado a contar con un programa y plan de acción en común, los punks han estado trabajando en este sentido, fundando experiencias como la Internacional Anarkopunk, creada en 2002 en la ciudad de Toluca, Mexico, y tratando de encontrarse un par de ocasiones más en encuentros internacionales y múltiples encuentros regionales y nacionales. Particularmente en México, los jóvenes punks dieron un giro y llenaron de mayor sentido su rebeldía, al vincularse con movimientos sociales en resistencia, que van desde el movimiento urbano popular hasta el zapatismo. (Comunidad Punk, 2002, p. 2). También los punks han participado y convocado acciones en contra de políticas impositivas en distintos partes del mundo y han fortalecido su posición en el movimiento anarquista internacional y el hacktivismo. (Chiwy, 2012, 10).Para los jóvenes punks articulados, por ejemplo, en las Juventudes Antiautoritarias Revolucionarias (JAR), el levantamiento zapatista fue el corolario de un proceso organizativo que se venía gestando desde la tragedia del sismo del 19 de septiembre de 1985, el cual devastó la Ciudad de México. Como muchas personas en la Ciudad de México -conocido como Distrito Federal en ese momento- los punks de distintas latitudes de esa ciudad y, sobre todo, de su zona metropolitana, salieron a auxiliar a quienes habían perdido sus casas, a un familiar o a quienes estaban en shock por la enorme destrucción causada por el sismo. Como muchos otros y otras, los punks se fueron conociendo en el proceso de apoyo y se articularon con otros movimientos sociales (Monsiváis, 2001, p. 19), sobre todo con el incipiente movimiento urbano popular y, con quienes serían “como sus hijos” o ellas su madres, según lo cuentan algunxs de quienes vivieron ese proceso: Las costureras (Comunidad Punk, 2008, p. 3. Las mexica punks)Las costureras fueron un grupo de mujeres dedicadas a la costura industrial afectadas por el sismo de 1985 en el Distrito Federal, quienes se quedaron sin trabajo porque el lugar donde laboraban se vino abajo y muchas de ellas quedaron atrapadas en ese sitio. Larga fue su lucha por recuperar su fuente de trabajo, exigir compensaciones para su compañerxs desaparecidas y castigo a los culpables de las negligencias que provocaron el colapso del lugar y la imposibilidad de salir del mismo. En ese proceso lxs jóvenes punks se acercaron a las costureras y aprendieron el proceso de autogestion y, en general, toma de consciencia política desde espacios autónomos e independientes. (Garcia-Zapata, 2008, p. 32).Poco a poco fueron siendo “parte de algo”, aprendiendo a organizarse con otros colectivos y formando parte del incipiente movimiento urbano popular (Monsiváis, 1987, p. 237). En eso años aprendieron a reconocerse como punks, a saberse marginados y entender que estaban por todos lados, en casi todas las ciudades; fueron años de aprendizaje y crecimiento político; iniciando con la creación de colectivos punks locales, luego ampliando las redes de solidaridad a otros territorios o zonas y, finalmente, coincidiendo con el EZLN. Mi primer colectivo se llamó “liberación autónoma”. Participamos en las protestas de 1992 por los 500 años de opresión por la conquista de América. También participamos en la Radio Pirata que coordinaba Marco Rascón, en Insurgentes y Reforma. No estábamos de acuerdo con él, pero siempre tuvimos libertad para decir lo que queríamos. Al mismo tiempo trabajábamos en una ocupación de los Panchos Villa en Iztapalapa. Buscábamos espacios de participación en todas partes.Siempre marchábamos el 2 de octubre recordando la masacre de 1968. Para la marcha de 1993 nos juntamos con otros colectivos: Acción Libertaria, del Estado de México, y Contra lo Establecido, de San Bernabé, juntos decidimos llamarnos Juventud Antiautoritaria Revolucionaria (JAR). Poco tiempo después fue el levantamiento de los zapatistas. Primero los apoyamos por su ímpetu rebelde, luego nos dimos cuenta que tenían un planteamiento autónomo y vimos que podíamos coincidir con ellos en muchos aspectos. Eramos tantos punks que en la Convención Nacional Democrática de 1994 que el sub tuvo que mencionarnos. Fue la primera vez que un movimiento social de alto perfil se fijaba en nosotros. (García-Zapata, 2008, p. 30).
El relato describe y sintetiza con claridad el proceso por el cual transitaron los punks mexicanos en un corto tiempo; mismo que se podría describir de la siguiente manera: autoidentificación, organización autónoma y convergencia con diferentes movimientos sociales; entre ellos el movimiento aglutinador que resultó ser el EZLN. En este sentido, varios procesos protagonizados por la juventud latinoamericana se observaron en distintos países de la región; similares en complejidad e “intensidad”, reflejan un tiempo de grandes transformaciones en todo el mundo; como lo comenta Sergio Rodríguez Lazcano (2010, desde la reestructuración del capital, el neoliberalismo y el papel del EZLN, en México (p. 69), y desde la experiencia argentina, a finales de los años noventa (Vázquez y Vommaro, 2008, p. 486).La participación de los jóvenes en el Movimiento de los Trabajadores Desocupados (MTDs) es un reflejo de la situación de crisis política desencadenada por la caída del bloque soviético y la proliferación del neoliberalismo en todo el mundo. Ante la “desaparición” de las utopias revolucionarias y el desgaste de las estructuras políticas tradicionales, los jóvenes, tachados de apáticos y nihilistas, buscan y construyen nuevos espacios de militancia, formas de organización autónoma y estrategias de autogestión política (Vázquez y Vommaro, 2008, p. 493). Miriam Krieger (2017), refiere que se da una “recuperación” de “la política” a inicios del siglo XX, sobre todo porque aumenta el interés de los jóvenes por “lo político”, detonando distintos ciclos de participación juvenil en la argentina (p. 71). Politización juvenil que tiene su sustento en las primeras incursiones de los jóvenes y las jóvenes de la Argentina en los MTDs autónomos y de organizaciones independientes como Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio (H.I.J.O.S) (Vázquez y Vommaro, 2008, p. 494). Es decir, el fenómeno de participación política de las y los jóvenes de la Argentina en colectivos y organizaciones autónomos, creación de procesos de convergencia y construcción de redes sociales autogestivas es similar al que sucedió entre los jóvenes mexicanos, particularmente autodefinidos como punks, y el EZLN.Por otro lado, Laura Kropff (2011) documenta como jóvenes mapuche incursionan en las organizaciones y espacios autónomos de los poblados argentinos de Barriloche, Río Negro, Neuquén y Chubut (p. 78). Dicho participación política es de relevancia para la presente investigación, porque los jóvenes mapuche referidos en se autoidentifican como punks o metaleros, y se organizan autónomamente desde dicha condición. Estos jóvenes, excluidos de las “bondades” de la modernidad capitalista y, mas recientemente, de las promesas del capitalismo, comparten con los jóvenes punks mexicanos su condición de marginalidad y subalternidad. (p. 71).Como lo describe Kropff, la situación de los jóvenes argentinos mapuche se explica desde su gusto por la música contestataria punk, pero también por un proceso de perdida de identidad y desterritorialización a la que se han visto sometidos desde hace mucho tiempo, pero que se agravó en los últimas décadas por las políticas neoliberales que se han descrito en la presente investigación. Este es el espacio de convergencia que pueden tener los jóvenes punks mapuches y mexicanos, y desde ahí construyen una politicidad contestataria, subalterna y autónoma: la música punk les dio la oportunidad de organizarse y reconocerse entre iguales, además de brindarles argumentos ideológicos desde las canciones y los discursos, y el contexto de explotación capitalista y marginación histórica las condiciones para el ímpetu rebelde. Sin embargo, no podemos dejar de lado que dichas similitudes y convergencias tienen limitantes. La primera, Laura Kropff la describe dentro de la aboriginalidad; es decir, “una construcción de alteridad caracterizada por interpelaciones etnizadas y racializadas que se basa en la presunción de autoctonía de sujetos colectivos” (p. 80); es decir, la pertenencia a una comunidad originaria de los jóvenes mapuches, lo que les da esa condición de etnicidad que los jóvenes punks mexicanos no tienen, pues son abrumadoramente mestizos -característica que si comparten con el EZLN. Segundo, la dualidad campo/ciudad que caracteriza a los jóvenes punks mapuches no es condición de los jóvenes mexicanos; pues provienen de un contexto netamente urbano, y la condición de campo/ciudad caracteriza a sus padres, no a ellos. Por otro lado, a parte de compartir la condición de marginados y subalternos, lo hacen desde el punk, siendo jóvenes y, es necesario recalcarlo, como activistas autónomos, autogestivos y libertarios. Estos elementos hacen posible la convergencia de estos jóvenes en redes de solidaridad más amplias, regionales, continentales e internacionales, como los encuentros punks internacionales o las iniciativas “intergalácticas” convocadas por el EZLN.
Conclusiones:
La crisis económica de los años setenta, en comparación con la relativa bonanza que aún se vivía en la década anterior, provocó una enorme inconformidad y desencanto entre grandes sectores de las sociedades occidentales, incluidos los jóvenes. Sumado a lo anterior, en la represión como respuesta gubernamental a los movimientos de protesta de los sesenta, particularmente los del 68: los jóvenes vieron clausurada la posibilidad de participación política por vías pacificas y, sin llegar a la opción armada –a la que sí recurrieron muchos jóvenes de todo el mundo, optaron por una actitud de confrontación y abierta rebeldía.Entonces, el desencanto provocado por la crisis económica, la respuesta autoritaria a las reivindicaciones democráticas y la insatisfacción frente a un sistema mundo promotor del consumo y las guerras, el cual se legitimaba desde una supuesta superioridad moral civilizadora, deslegitimaron las formas de dominación, desgastadas de por sí por el crack del 29 y la primera y segunda guerra mundiales. Es decir, la crisis de dominación en la que había caído el sistema liberal dejaba claro que el capitalismo tendía a destruirse a si mismo y, con esa dinámica, ponía en riesgo a toda la humanidad: el énfasis de la protesta no estaba ya en querer crear un mundo diferente, sino destruir desde su base una sociedad inocua y represiva.Fue necesario que los punks se vincularan conscientemente a los movimientos sociales, que volvieran a sus raíces para que se convirtieran en un movimiento contracultural y antisistémico. En algún momento del camino hubo conciencia del mercadeo del que eran objeto por parte del sistema, el cual se estaba apropiando de sus símbolos y aspiraciones; fue entonces que vincularon sus luchas con los procesos estructurales de protesta y se politizarse aún más. Ante la posibilidad de ser confundidos con modas intrascendentes y oportunista, creadas por el mercado, los punks se vieron en la necesidad de tomar consciencia de su marginalidad y su historia subalterna, voltear a ver su pasado y revisitar las calles que los vieron crecer.Las condiciones de marginalidad y exclusión en las cuales crecieron los jóvenes punks a finales de los años 90 en América Latina los obligaron a organizarse, cuestionar sus condiciones de marginalidad y exclusión, a la vez que ampliaron sus horizonte de acción y fueron construyendo una red de alianzas y solidaridades que los llevaron a confluir en espacios de convergencia urbanos y, posteriormente, en territorio zapatista. En los primeros momentos del levantamiento del EZLN y durante varios años más, los jóvenes punks mexicanos los acompañaron en sus iniciativas y en ese proceso fueron conociendo más como ellos que, en otros países, construían movimientos juveniles basados en la horizontalidad y la autonomía. Creo que una parte considerables de los jóvenes punks de aquellos años tenía clara la actitud que Veneigem (1998) sintetizó en la frase: “Los que hablan de revolución y de lucha de clases sin referirse explícitamente a la vida cotidiana, sin comprender lo que hay de subversivo en el amor y de positivo en el rechazo de las obligaciones, tienen un cadáver en la boca” (p. 19). En ese sentido, creo que han intentado moverse a un ritmo distinto al elaborado por la filigrana del poder y darse el tiempo para vivir a su manera. O, como lo comenta Rossana Reguillo (2000b), construir una subjetividad diferente, desde modos colectivos de gestión, desde lo cotidiano. (p. 5)
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Palabras clave:
Movimientos Sociales, 1968, Levantamiento Zapatista (EZLN), Jóvenes.
Resumen de la Ponencia:
Después de 30 años de haber firmado el fin al conflicto armado por la vía política negó ciada, en El Salvador se ha generado un fuerte debate acerca de cuales son las principales características que actualmente definen la realidad sociopolítica del país. Con los resultados electorales de febrero de 2019, en El Salvador se ha configurado una nueva realidad política y social, la decadencia de los proyectos políticos y electorales tradicionales, ha generado una especie de incertidumbre en la población que al final se ha orientado a buscar alternativas electorales que se presentan como “nuevos proyectos” “sin ninguna vinculación con los proyectos políticos del pasado” y que se ofrecen como los nuevos políticos, y pertenecientes a una generación con una mejor visión de desarrollo económico y social.A partir de junio de 2019 a la fecha, las actuales estructuras políticas y económicas que concentran el poder del Estado han ido concentrando y hegemonizando su esfera de control de todo el aparato institucional, controlan el órgano ejecutivo, las decisiones del congreso y en los últimos meses han tomado el control de todo el sistema judicial y de la fiscalía y los aparatos de seguridad pública y el ejército. Con base a lo anterior, se han configurado todos los rasgos de un régimen autoritario el cual concentra en manos del presidente de la república todas las determinaciones de las distintas instituciones del Estado, impulsando todo un proceso sistemático de persecución y encarcelamiento de opositores, cerrando espacios de participación ciudadana, de opinión pública, de periodismo científico y de investigación, tratando con ello de generar una visión única, hegemónica del Estado.Estas nuevas estructuras de regímenes autoritarios, caracterizadas por lideres jóvenes “millenial” que se presentan como las nuevas generaciones de políticos, sin vinculación con los actores tradicionales, abre un debate importante para las ciencias políticas y la sociología en particular, en el sentido de la forma teórica y epistemológica para comprender estas nuevas realidades que están trastocando las viejas concepciones para el estudio del Estado, la democracia, el poder político, etc. El abordaje teórico y metodológico para la construcción de la presente ponencia atraviesa por tres momentos fundamentales: en primer lugar, comprender desde la teoría de las ciencias sociales y políticas las nuevas dinámicas surgidas con estos nuevos proyectos emergentes con fuerte componente autoritario, en segundo lugar, identificar los mecanismos implementados desde el Estado autoritario para desarticular las expresiones de la diversidad de actores sociales y políticos, en particular el de los movimientos sociales, y finalmente, analizar y evidenciar con datos y fuentes de investigación empírica los retrocesos generados en materia de derechos humanos y democracia.Resumen de la Ponencia:
La crisis de hegemonía del Estado neoliberal tuvo su origen en su carácter estructuralmente neooligárquico, cuya representación política fue exclusivamente orientada en pos de los intereses de las burguesías trasnacionales y financieras, excluyendo de ella al grueso de las clases subalternas.
Ese carácter neooligárquico hizo proclive al Estado neoliberal a múltiples crisis políticas coyunturales y a impugnaciones de los movimientos subalternos en distintas ocasiones, hasta que, en 2006 se abrió una crisis de hegemonía que, provocaría el declive de la legitimidad y de la autoridad del Estado neoliberal, ante lo cual, el movimiento subalterno habría de organizar un nuevo bloque de poder, capaz de disputar la conducción estatal.
El punto más álgido de aquella crisis de hegemonía se dio en 2018, con la arrasadora victoria de la izquierda en las elecciones presidenciales y parlamentarias, abriendo un nuevo ciclo de disputa que se mantiene abierto hasta el día de hoy.
Introducción:
En México, la hegemonía del Estado neoliberal implicó fuertes conflictividades entorno a la representación política, teniendo en este eje una de sus debilidades estructurales más serias debido a su carácter constitutivamente neooligárquico, desnacionalizante y de extrema subordinación, lo que le envolvió en conflictos constantes de legitimidad, representación y autoridad. El Estado neoliberal no pudo desplegar una hegemonía estable y se enfrentó recurrentemente a fuertes conflictos para sobrellevar la conducción universal de la comunidad, negándose a abrir su proyecto para incorporar a otras clases distintas a la suya.
El Estado neoliberal terminó de horadar las mediaciones construidas a lo largo del siglo XX por el Estado nacional-desarrollista, debido a la extrema concentración del poder político y al encumbramiento de un proyecto que puso en marcha un saqueo desmesurado de los recursos naturales y energéticos, con los capitales trasnacionales y financieros como principales beneficiados, excluyendo al grueso de la población del funcionamiento de la democracia mexicana y también de las ganancias del patrón de reproducción del capital, provocando una profundización de la pobreza y una generalización de la precarización de las condiciones de vida mientras el bloque dominante disfrutaba de los beneficios del saqueo.
La capacidad de representación general del bloque neoliberal mexicano fue recurrentemente débil, provocando una hegemonía enfrentada a constantes impugnaciones de otras clases excluidas de su proyecto. La dificultosa y débil capacidad de representación política nacional es lo que se ubica como una explicación central para entender la crisis de hegemonía del Estado neoliberal mexicano.
Desarrollo:
El papel de la neooligarquización de la representación política en la crisis de hegemonía del Estado neoliberal mexicano
Desde la concepción gramsciana, las crisis de hegemonía son crisis de autoridad del Estado en su conjunto, en la que los dirigentes dejan de representar al resto de la comunidad, dando lugar a una oposición entre ambos.
“En cierto punto de su vida histórica los grupos sociales se separan de sus partidos tradicionales, o sea que los partidos tradicionales en aquella determinada forma organizativa, con aquellos determinados hombres que los constituyen, los representan y los dirigentes no son ya reconocidos como su expresión por su clase o fracción de clase. Cuando estas crisis tienen lugar, la situación inmediata se vuelve delicada y peligrosa, porque el campo queda abierto a soluciones de fuerza, a la actividad de potencias oscuras representadas por los hombres providenciales o carismáticos. ¿Cómo se crean estas situaciones de oposición entre representantes y representados, que del terreno de los partidos (organizaciones de partido en sentido estricto, campo electoral-parlamentario, organización periodística) se refleja en todo el organismo estatal, reforzando la posición relativa del poder de la burocracia (civil y militar), de la alta finanza, de la Iglesia y en general de todos los organismos relativamente independientes de las fluctuaciones de la opinión pública? En cada país el proceso es distinto, si bien el contenido es el mismo. Y el contenido es la crisis de hegemonía de la clase dirigente, que se produce ya sea porque la clase dirigente ha fracasado en alguna gran empresa política para la que ha solicitado o impuesto con la fuerza el consenso de las grandes masas (como la guerra) o porque vastas masas (especialmente de campesinos y de los pequeño burgueses intelectuales) han pasado de golpe de la pasividad política a una cierta actividad y plantean reivindicaciones que en su conjunto no orgánico constituyen una revolución. Se habla de ‘crisis de autoridad’ y esto precisamente es la crisis de hegemonía, o crisis del Estado en su conjunto” (Gramsci, 1984, cuaderno 13, nota 23).
En México, bajo la hegemonía del Estado neoliberal, la representación política y la articulación de consensos generales se dieron de manera acotada, por el carácter neooligárquico, desnacionalizante y particularmente excluyente de su proyecto, lo que suscitó recurrentes impugnaciones subalternas y crisis políticas coyunturales (1988, 1994, 2006, 2014, 2018), que en su conjunto fueron gestando una crisis de hegemonía mayor, de larga duración, que el bloque dominante fue sorteando a través de estrategias represivas y propaganda ideológico-cultural.
A lo interno del país, la hegemonía neoliberal, se sostuvo debido a que, en términos culturales se desarrolló sobre el auge de una ideología de consumismo exacerbado, individualismo meritocrático y endeudamiento como sinónimo de estatus clasista, constituyendo un ambiente de despolitización generalizada y una posición de pasividad y conservadurismo por parte de las capas medias urbanas.
Aunque la cultura individualista, consumista y meritocrática de la globalización capitalista fue uno de los pilares más importantes de legitimidad y arraigo de la hegemonía neoliberal, al pasar de los años, esos elementos se fueron haciendo insuficientes para mantener la gobernabilidad política. El carácter neooligárquico, excluyente y desnacionalizante del Estado neoliberal, conllevó una constante debilidad estructural en términos de representación política. El bloque dominante actuó siempre de manera instrumental en beneficio del gran capital trasnacional y financiero, negándose a generar una representación política más amplia que abarcara a sectores de las clases dominadas.
Si en el siglo XX, la hegemonía del Estado mexicano tuvo la capacidad de hacer pasar al desarrollo capitalista industrializador como interés general de la nación, en el siglo XXI, el Estado neoliberal no tuvo la misma iniciativa. Por hallarse anclada a la fuerza cultural del capitalismo trasnacional y representando exclusivamente los intereses de las burguesías trasnacionales y financieras, la hegemonía neoliberal no construyó consensos nacionales duraderos.
De la relación de subalternidad de la sociedad bajo el autoritarismo nacionalista del Estado del siglo XX, se pasó a una subalternidad autoritaria e instrumentalista del Estado frente al proyecto empresarial del siglo XXI. Durante el auge del Estado nacional-desarrollista, el presidencialismo estatal fue un modo de desarrollar una conducción política autoritaria hacia adentro, que aunque reproducía la dependencia económica, se mantenía con cierta autonomía relativa respecto de los países extranjeros. En el régimen neoliberal el presidencialismo subsistió pero como institución al servicio de la conducción del capital trasnacional financiero, menguando las antiguas bases sociales del presidencialismo del Estado nacional-desarrollista.
Las clases subalternas, profundamente desarticuladas, golpeadas y desorganizadas por el embate neoliberal, dejaron de tener órganos de mediación con el Estado y pasaron a incorporarse a los grandes mercados de informalización laboral, sin posibilidades para la organización política. El Estado neoliberal fue anulando los consensos desarrollados por el nacionalismo del siglo XX, lo que le llevó a perder la apariencia de representación general, asumiendo la representación instrumental de la burguesía bajo el auspicio de un proyecto gerencial. La propuesta de consumo e individualización[1], sirvió para excluir a la sociedad de la toma de decisiones, aislándola de la política, aunque esta se rebeló en distintos episodios de impugnación subalterna.
En 1988, ante la imposición de la candidatura. Neoliberal de Carlos Salinas de Gortari, se suscitó una nueva alianza de grupos nacionalistas que salieron del PRI y partidos socialistas que lanzó una candidatura propia neocardenista. En las elecciones se impuso un fraude electoral y eso provocó una masiva movilización impugnadora, que, aunque se vio incapacitada para impedir la llegada de Salinas, articuló un nuevo partido de izquierda institucional opositora al régimen neoliberal.
En 1994, ante la crisis económica, el gobierno zedillista devaluó la moneda, aumentó la deuda externa, realizó un gran rescate bancario con cargo al erario público y arreció el programa de privatizaciones, consolidando la representación exlusivamente empresarial del Estado neoliberal y cargándole a las masas el peso del rescate bancario. Tanto la persistencia del conflicto indígena en Chiapas como sus demandas impugnadoras al neoliberalismo, inspiraron movilizaciones populares que clamaron por el fin de la guerra, haciendo que el papel de la representación del Estado se viera cuestionado.
No bastaron las reformas electorales ni las concesiones a los otros partidos (cuando se cedió al PAN y al PRD diversas gubernaturas) que estableció el zedillismo, la presión fue tan fuerte que el bloque dominante tuvo que flexbilizar la conducción y transitar a una rotación en el partido gobernante, bajo el orquestamiento de la gran burguesía trasnacional y financiera.
Partiendo desde esa reflexión se puede apreciar que en los últimos años del siglo XX, las clases subalternas no tuvieron una posición pasiva en todo momento, desarrollaron movimientos de impugnación, aunque se vieron imposibilitados para disputar la conducción estatal. El bloque dominante reaccionó proponiendo la supuesta “transición a la democracia”, con tal de conservar el poder y asegurar la continuidad neoliberal. Sin embargo, la alternancia de 2000 no fue una “transición democrática”, sino un proceso de apertura a la competencia multipartidista, que perpetuó la exclusión neooligárquica de las clases subalternas de la conducción estatal.
A poco de iniciar su gobierno, Fox se negó a desmontar las estructuras estatales del priísmo y prefirió consolidar el PRIAN como “partido del orden mexicano” (Oliver, 2016, pág. 67), que, paradójicamente, a pesar de ser una ampliación multipartidista, se cerró aún más en términos de la canalización de las demandas sociales[2] y se autoestableció como un partido unificado al servicio de las burguesías trasnacionales y financieras. La política de Vicente Fox se concentró en profundizar la ideología de empresarialización e individualización de la sociedad, fomentando al máximo la lógica de consumo y endeudamiento, a la par de recrudecer la política económica de privatización, dedesnacionalización económica y de subordinación ante EUA.
Bajo el gobierno de Fox, tuvo lugar un proceso de frustración social, el gobierno foxista demostró no tener la capacidad de representación popular que se quiso hacer ver, pues se dio la flagrante continuidad del proyecto neoliberal. Con el intento de gravar el Impuesto sobre el Valor Agregado (IVA) a alimentos y medicinas y las privatizaciones de carreteras, ingenios azucareros y aeronáuticas se evidenció la continuidad neooligárquica del bloque neoliberal.
Las esperanzas populares de “transición democrática” se disolvieron y las miradas entonces se enfocaron en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador en la Ciudad de México, quien desarrolló un amplio programa de apoyos sociales a adultos mayores, madres solteras y estudiantes que ayudó a la población a paliar los estragos de las políticas económicas neoliberales foxistas y que abrió un boquete de posibilidad de redistribución del ingreso a contrapelo de la doctrina tecnócrata.
En 2005, las multitudinarias protestas y concentraciones contra el desafuero de AMLO en la Ciudad de México y las movilizaciones contra el fraude electoral del año siguiente dieron nacimiento a un movimiento de masas que repudió la imposición antidemocrática, manifestando con ello, la falta de representación política de la conducción estatal.
El año 2006 marcó un punto de inflexión pues con la irrupción en el escenario nacional del movimiento obradorista y con las revueltas populares en Oaxaca y Atenco, cuajó un nuevo ciclo de movilización subalterna que se mantuvo constante y que, en el caso del obradorismo, dio pie a una incursión de las masas en el escenario de la disputa institucional de la conducción estatal.
El obradorismo llamó a la construcción de un “gobierno legítimo” para hacer sombra al gobierno de Calderón, y a la organización de comités ciudadanos cuya principal tarea fue romper el “cerco informativo”. Ese movimiento de ampliación de las bases de la izquierda electoral marcó el inicio de la conformación de un nuevo poder que señaló la ilegitimidad del nuevo gobierno, y por consiguiente, de la neooligarquización de la representación política neoliberal.
Para resolver la crisis política de 2006, Felipe Calderón pactó la Iniciativa Mérida, y de la mano de los estrategas de EUA instaló un estado de shock represivo que desplegó al ejército en todo el territorio nacional e inició una “guerra contra el narcotráfico” que paralizó a la sociedad. La guerra y el estado de shock sirvieron como salida autoritaria para neutralizar militarmente la ilegitimidad que cargaba nuevamente el Estado neoliberal.
El sexenio de Calderón se tradujo en un período crítico para el bloque neoliberal. A pesar de que la alianza entre el PRI y el PAN fue central para sostener a Calderón, ni uno ni otro partido pudieron proponer una nueva ruta que proveyera de mayor estabilidad hegemónica al Estado neoliberal, ni siquiera intentaron aparentar ser correas de representación general, solo reprodujeron su papel de instrumentos de representación de las clases dominantes[3] y apostaron por la violencia con el fin de garantizar al gobernabilidad.
Frente a ese panorama y de cara a las elecciones de 2012, el bloque neoliberal se negó a plantear una reconfiguración del Estado y se empeñó en continuar por el camino de la gobernabilidad autoritaria, volviendo al PRI, para abrir una válvula de escape que aligerara la crisis de hegemonía que se venía acumulando.
A pesar de que, con el movimiento #YoSoy132 hubo importantes brotes de resistencia; y de que, con el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) se sostuvo el respaldo a Andrés Manuel López Obrador, el grueso de la sociedad mexicana se encontraba agotada, empobrecida, precarizada, despojada de organización y desarticulada por la guerra, por lo que no pudo plantear un camino alternativo. Grandes sectores de las clases subalternas cedieron ante la frustración y desesperanza y se decantaron por vender o intercambiar su voto o sencillamente por votar por “el viejo conocido”, esperando que así volviera un poco de la vieja estabilidad desarrollista del siglo XX.
La compra de votos en las elecciones fue efectiva y también lo fue el Pacto Por México (PPM) que además del PRIAN, incorporó al PRD luego de la salida de López Obrador y el encumbramiento de la corriente afín al bloque neoliberal. Sin embargo, la creación del PPM y el regreso del PRI a la presidencia no significó la recuperación del proyecto nacionalista, porque la llegada a la presidencia no fue para desarrollar un proyecto nacional de desarrollo como lo fue antaño, sino para ponerse al servicio de la hegemonía del capital trasnacional financiero.
La ideología nacionalista fue uno de los principales ejes de articulación de la hegemonía del Estado nacional-desarrollista del siglo XX, sin ese eje, el corporativismo, el clientelismo y el presidencialismo se redujeron a ser formas de control político de contención, pero perdiendo su utilidad de mediación y legitimación del Estado. No se buscó incorporar subordinadamente a las masas al proyecto del Estado, solo contener el descontento para ganar tiempo y apresurar el saqueo. El proyecto de retorno del PRI a la presidencia mantuvo la exclusión de la sociedad de la representación política de manera neooligárquica.
A pesar de que el bloque neoliberal inyectó grandes sumas de dinero a propaganda en los grandes medios de comunicación (Badillo, 2019) y se respaldó en el proyecto cultural de consumo individualizado como eje de contención del descontento, con todo y eso no se pudo evitar la continuidad del declive hegemónico del Estado neoliberal. La desesperación del gobierno del PRI para mantener la gobernabilidad devino en mero control político, que lejos de estabilizar la situación nacional, aceleró un proceso de rebelión, impugnación y movilización popular que a su vez ahondó todavía más la crisis hegemónica que el Estado neoliberal venía arrastrando.
Las movilizaciones de 2014 y 2015 en donde se exigió la aparición de los 43 estudiantes desaparecidos de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, colocaron con la frase “Fue el Estado”, un gran debate sobre el grado de descomposición estatal y de los pactos de impunidad entre los distintos partidos del Pacto Por México y de las fuerzas policiaco-militares locales y federales. La movilización popular acabó con la luna de miel del relato de gobernabilidad del regreso del PRI.
Las protestas de 2014 hicieron presente una crítica profunda al modo de articulación del Estado, explicitando que no existía una conexión de representación política con la generalidad de la sociedad. A pesar de su despliegue y fuerte arraigo, los sentidos comunes de la cultura de consumo, individualismo, meritocracia y aspiracionismo, no fueron suficientes como método de contención de la crisis de autoridad, representación y legitimidad del Estado neoliberal.
Cuando se dieron a conocer los escándalos de la fastuosa mansión de Angélica Rivera, esposa del presidente y se empezaron a sentir los efectos de la privatización del petróleo con el aumento de los precios de las gasolinas, el descontento se aceleró. El del PRI era un gobierno antipopular, corrupto y degradado, incapaz de expresar a la sociedad en su conjunto.
La presunción de que la vuelta del PRI al gobierno federal traería la recomposición de las mediaciones de gobernabilidad quedó en el suelo. La crisis desarrollada no fue una crisis política coyuntural, sino una crisis de hegemonía de un Estado que ya no era comprendido como representación general de la sociedad, sino como representación particularizada de una oligarquía cerrada de burguesías trasnacionales y financieras. Ya no era visualizado como un Estado nacional general, sino como un Estado instrumentalizado, orientado a la privatización, al desfalco del erario público y al saqueo en manos del capital trasnacional, dado a las concesiones entre compadres, políticos y empresarios del más alto rango en la administración pública.
El PRI no planteó una reconstrucción nacional del Estado, sino la continuación del proyecto neooligárquico privatizador para beneficio del capital trasnacional a costa del empobrecimiento de las mayorías. Durante el sexenio de Peña Nieto se arreció la iniciativa privatizadora del petróleo y la electricidad con la reforma energética de 2013, redactada desde el despacho de Hillary Clinton -entonces secretaria de estado de Estados Unidos- (Villamil, 2015), lo que provocó alzas desmedidas en los precios de las gasolinas al final de su gobierno. Eso y el escándalo de la casa blanca de su esposa, que desnudaba la suntuosidad de los privilegios adquiridos gracias a la estrecha relación con los grandes empresarios, contrastaron con una situación de extrema precarización y pobreza alarmantemente generalizada en la mayoría de la población.
En 2012, año de la llegada de Peña Nieto a la presidencia existían 53.3 millones de personas en situación de pobreza y para 2014, ya eran 55.3 millones, es decir, la mitad de la población. Mientras tanto, Carlos Slim se encontraba entre las personas más ricas del mundo: el Estado neoliberal se mostraba como un Estado neooligárquico.
La hegemonía del Estado neoliberal era una hegemonía débil porque no había una capacidad de representación de los intereses generales bajo la lógica neooligárquica del bloque dominante, cuyo proyecto de Estado se sustentó en hacerle funcionar como una sociedad anónima de capital variable, una empresa que redituara los negocios de los actores dominantes bajo la noción de lucro a expensas del erario público sin recato. Su institucionalidad se había organizado instrumentalmente, oligárquicamente, salvaguardando exclusivamente los intereses del bloque dominante, sin intentar aparentar representar los intereses de las clases subalternas.
En ese sentido, es importante recuperar el planteamiento de Gramsci respecto al problema de la representación:
Los partidos nacen y se constituyen en organización para dirigir la situación en momentos históricamente vitales para su clase; pero no siempre saben adaptarse a las nuevas tareas y a las nuevas épocas, no siempre saben desarrollarse según se van desarrollando las relaciones totales de fuerza (y por lo tanto la posición relativa de sus clases) en el país determinado o en el campo internacional. Al analizar estos desarrollos de los partidos hay que distinguir: el grupo social; la masa del partido; la burocracia y el estado mayor del partido. La burocracia es la fuerza consuetudinaria y conservadora más peligrosa; si esta acaba por constituir un grupo solidario, que se apoya en sí mismo y se siente independiente de la masa, el partido acaba por volverse anacrónico, y en los momentos de crisis aguda queda vacío de su contenido social y queda como apoyado en el aire.” (Gramsci, cuaderno 13, nota 23)
El regreso del PRI a la presidencia cumplió con el objetivo de recuperar mecanismos de control para reforzar la gobernabilidad autoritaria, sin embargo, lo hizo sin proponer mediaciones de representación, reproduciendo la política de pauperización de las grandes masas bajo una política neooligárquica. El partido del orden agrupado en el Pacto Por México reunió a la burocracia conservadora que se creyó independiente de las masas y que planteó no representar nada más que a los intereses de la oligarquía económica, quedando apoyada “en el aire”, convirtiéndose en un “partido anacrónico”, rebasado por las demandas de clases subalternas que de plano no se sintieron representadas en ese proyecto de Estado.
Las elecciones presidenciales de 2018 dieron cuenta de un hartazgo acumulado de la sociedad, que rebasó su límite de tolerancia, solo que esta vez el bloque dominante se encontraba debilitado por el avance de la crisis de hegemonía y por la descomposición de sus propias alianzas internas.
Durante la campaña electoral, el partido del orden se desgajó. La carta fuerte del gobierno peñista fue José Antonio Meade, exsecretario de hacienda y de energía durante el gobierno de Felipe Calderón y secretario de hacienda, de desarrollo social y de relaciones exteriores de Peña Nieto. Meade fue la viva expresión del PRIAN, hecho que hundió la candidatura.
Por su parte, el candidato del PAN, Ricardo Anaya impuso al interior de su propio partido, rompiendo consensos y provocando la salida intempestiva de la corriente de Felipe Calderón, que lanzó a su propia candidata, Margarita Zavala. Aunque Anaya hizo múltiples intentos de reavivar su campaña con mecanismos de demagogia discursiva, no logró remontar en las simpatías, pues era un personaje de alcurnia que había vivido su infancia en EUA, que no representaba al grueso de una población precarizada, y que al confrontarse en un pleito con Peña Nieto, terminó siendo involucrado públicamente en un conflicto de lavado de dinero. Anaya finalmente quedó en segundo lugar y reconoció su derrota la misma noche de la elección.
A poco de iniciar la campaña, Margarita Zavala, esposa del expresidente Felipe Calderón y candidata independiente, fue presionada por distintos empresarios y terminó declinando en favor de Ricardo Anaya. Lo mismo se intentó con José Antonio Meade, sin lograr persuadirlo, pues Peña Nieto se encontraba bastante distanciado del candidato panista.
El relato del “viejo conocido” llegó a su fin y amplias capas optaron por un cambio, encontrando en la izquierda una opción de representación. Andrés Manuel López Obrador, el actor que se posicionó desde 2006 como el opositor al bloque neoliberal ganó finalmente la presidencia de la república, gracias al movimiento subalterno que se había organizado para disputar la conducción estatal durante todos esos años. Su propuesta de regeneración nacional tocó la necesidad de recomponer las mediaciones nacionales afectadas por el proyecto neoliberal desnacionalizante y canalizó el descontento popular.
La candidatura de AMLO suscitó el apoyo de las clases populares obreras y campesinas; de diversos estratos de las capas medias precarizadas, flexibilizadas y empobrecidas, hartas del modo corrupto de gobernar y sin posibilidades de ascenso de clase; e incluso de algunas fracciones de las burguesías mexicanas, descontentas por la distribución desigual de la tajada del pastel, en beneficio de los allegados a los grupos políticos dirigentes del bloque neoliberal[4].
La noche de la elección, Meade y Anaya reconocieron su derrota y los cómputos anunciaron la victoria de López Obrador con el 53.19% de los votos, equivalente a 30 millones 113 mil sufragios (INE, 2018), la mayor votación de la historia. El triunfo de AMLO fue acompañado por una victoria contundente de mayoría parlamentaria de Morena en las cámaras de diputados y senadores y en numerosos gobiernos municipales y locales.
El 1º de diciembre, al tomar protesta, AMLO declaró el fin del neoliberalismo (López Obrador, 2018) como política pública e hizo un llamado a desarrollar una 4ª transformación del país, tomando como referentes los tres grandes paradigmas de la historia nacional (la independencia de 1821, la reforma de 1857 y la revolución de 1910).
La crisis de hegemonía del Estado neoliberal no se tradujo, sin embargo, en el derrocamiento per se del Estado neoliberal ni en la constitución de una nueva forma de Estado, aunque esa intención se ha manifestado desde 2018, con el despliege de un conjunto de programas sociales con carácter universal para la disminución de la pobreza y la desigualdad con miras a la inclusión de masas precarizadas al proyecto de Estado. Aún es temprano para adelantar si eso ha significado el fin del Estado neoliberal.
[1] Durante la alternancia presidencial entre el PRI y el PAN, Fox planteó que la sociedad misma debía calcar el modo de vida empresarial como eje de articulación, asegurando que lo importante era la pequeña propiedad de un “changarro” o negocio individual, lo que no solo acentuó la individualización atomizada, sino también la informalización de la mano de obra y la autoexplotación.
[2] El PRIAN actuó unificadamente en múltiples operativos de represión a movimientos sociales en Atenco, Oaxaca, Michoacán y Coahuila, sumando fuerzas policiales y paramilitares federales y locales, como confesó Enrique Peña Nieto en la Universidad Iberoamericana el 11 de mayo de 2012.
[3] El PRD por su parte, durante ese sexenio se enfrentó a una crisis interna que dividió a sus tribus entre los afines al obradorismo y los que propusieron una relación más tersa con el gobierno de facto para garantizar la estabilidad gobernante. Ganaron los segundos con el triunfo cuestionado de Jesús Ortega en 2008 y ahí inició su propio proceso de tambaleo que fue dificultando su capacidad de mediación en la relación Estado-sociedad hasta que finalmente López Obrador renunció y dio inicio a la creación de un partido propio que aglutinara al movimiento que había cultivado desde 2006 y que tuvo por nombre Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA).
[4]La burguesía mexicana también se había visto presionada ante la magnitud de la crisis y algunos de sus integrantes cambiaron de barco a última hora bajo el llamado de Alfonso Romo y Tatiana Clouthier, dos personajes cercanos a la burguesía de Nuevo León que se incorporaron a la campaña de AMLO.
Conclusiones:
La crisis de hegemonía del Estado neoliberal mexicano se suscitó debido a su carácter estructural neooligárquico, que, al estar enfocado a favorecer exclusivamente a las burguesías trasnacionales y financieras, excluyó de la representación política a las clases subalternas, a quienes se les cargó el costo del giro neoliberal.
Fueron las clases subalternas quienes cargaron los grandes rescates financieros, las privatizaciones, las transferencias de valor a partir de sus impuestos, la pulverización de los salarios mínimos, el aniquilamiento de las conquistas laborales y la guerra interna contra el narcotráfico. Esas clases subalternas se rebelaron en numerosos movimientos de impugnación a lo largo del ciclo del Estado neoliberal, comenzando en 1988 con el movimiento neocardenista y continuando con el levantamiento neozapatista de 1994, sin embargo, dichas primeras impugnaciones no lograron el declive del Estado neoliberal, debido a la imposibilidad para hacerse de la conducción estatal.
La hegemonía del Estado neoliberal se erigió sobre una irradiación cultural de la globalización capitalista de principios de la década de los 90s, que difundió valores como el consumo individual, la meritocracia del esfuerzo o la riqueza como horizontes civilizatorios a los cuales aspirar y a través de los cuales se podría alcanzar la felicidad. Esa cosmovisión cultural se arraigó fuertemente en la diversidad de las clases sociales mexicanas, generando un ambiente de competencia interna y diluyendo la organización política, sin embargo, con el paso del tiempo, esa cosmovisión cultural resultó insuficiente frente a la descomposición de la representación política.
Con la reestructuración estatal de principios del siglo XXI, las mediaciones del Estado nacional-desarrollista del siglo XX se desgastaron, pues se agotó el discurso de inclusión general de todas las clases sociales dentro de la unidad nacional. Mediaciones como el corporativismo, el clientelismo o el presidencialismo subsistieron, sin embargo, ante la ausencia de una inclusión nacional de la diversidad clasista, el Estado neoliberal adoptó una forma neooligárquica y excluyente, lo que fue mermando su capacidad de representación política, de mediación entre Estado y Sociedad civil y restringió su legitimidad social.
El Estado neoliberal desplegó una representación exclusiva de las burguesías trasnacionales y financieras, lo que paulatinamente fue articulando la conducción estatal bajo una orientación autoritaria y represiva, lo que se expresó sobretodo luego del fraude de 2006, con el deterioro de la legitimidad del Estado y la guerra de shock de Felipe Calderón.
Esa situación de degradación de la legitimidad y de ruptura de la relación de representación política provocó una descomposición estatal que gestó la crisis de hegemonía del Estado neoliberal. La autoridad estatal entró en período de intenso declive y las clases subalternas excluidas de la conducción estatal incrementaron las impugnaciones comenzadas en 1988.
El movimiento contra el fraude electoral y por la democratización nacional de 2006 dio pie al inicio de un ciclo de movilización sociopolítica antineoliberal que se planteó seriamente a disputa de la conducción estatal, construyendo un nuevo bloque de poder a partir de una alianza entre algunos sectores de las clases subalternas, una izquierda institucional y sectores de la burguesía descontenta, lo que habría de construir un nuevo partido, el Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), que irrumpió en el sistema de partidos en las elecciones intermedias de 2015.
La constitución de un nuevo movimiento sociopolítico antineoliberal alcanzó su punto álgido en 2018, con la llegada de MORENA a la presidencia y con la victoria de la mayoría en las cámaras del poder legislativo. Sin embargo, a pesar de esas victorias, eso no quiere decir el fin del Estad neoliberal. Llegar a la presidencia y a la mayoría legislativa no ha implicado per se, la desarticulación del Estado neoliberal ni el fin de sus crisis de hegemonía, al contrario, ha implicado la apertura de un nuevo ciclo de disputa que aún sigue vigente.
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Palabras clave:
crisis de hegemonía, Estado neoliberal, representación política
Resumen de la Ponencia:
La investigación, es un estudio de caso del “motín” ocurrido en la Unidad n°1 en noviembre de 2007, en relación a la responsabilidad del Estado. Teniendo en cuenta las violaciones a los derechos humanos, el tratamiento del caso por parte de la justicia provincial y debatiendo la responsabilidad estatal de muertes en contexto de encierro y más aun muertes traumáticas como en este caso. En el “motín”, ocurrido en la Unidad n°1 de Santiago del Estero Argentina, en noviembre de 2007, fallecieron al menos 39 internos, los cuales habitaban el pabellón 2. Si bien, oficialmente el incendio que terminó con las vidas de estas personas, se enmarca en un contexto de amotinamiento e intento de fuga, los familiares y sobrevivientes sostienen que no existió tal acontecimiento. Sino, una protesta por violaciones a los derechos humanos de forma sistemática y vejaciones a los familiares durante las visitas. Por lo ocurrido, fueron condenados en 2015 tres agentes penitenciarios y absueltos seis. La Cámara del Crimen de Tercera Nominación sentenció a Carlos José Salomón a cinco años de cárcel; a Mariano Arturo Cuellar a cuatro y a Manuel Ocampo a tres, además de inhabilitarlos para ejercer cargos públicos por 10, 7 y 5 años, respectivamente. Por otra parte, el tribunal integrado por los camaristas José Luis Guzmán, Federico López Alzogaray y Elida Suárez de Bravo condenó al Estado provincial a pagar una indemnización de 130.000 pesos a familiares de una de las víctimas, Carlos Oscar Bustamante, y 230.000 pesos a los padres de los hermanos Oscar y Eduardo Orellana, que murieron quemados. Se lleva a cabo un análisis desde la perspectiva subnacional, teniendo en cuenta el contexto de reconfiguración de la política provincial. El motín, ocurrió a solo tres años de la intervención federal en 2004, que incluyó al sistema penitenciario y un año después del ingreso del régimen zamorista al poder en 2005. En este sentido, debatir sobre la responsabilidad estatal en muertes en contexto de encierro, resulta un ejercicio relevante, en tanto que podríamos decir existe una deuda con respecto a pensar estás muertes en marcos de Estados democráticos. Como método, se emplea el análisis documental de medios de comunicación y del juicio, reflexionando sobre los fundamentos de la sentencia, la tipificación y el desdibujamiento de la responsabilidad estatal. También, se tendrá en cuenta el testimonio de los familiares, sobrevivientes y profesionales que trabajaron en los años previos y durante el motín.Resumen de la Ponencia:
Planteamiento y objetivo. En México la desaparición forzada es un proceso relacionado con el Estado porque puede iniciar como una detención policial o militar. Se trata de una consecuencia de políticas inicialmente ligadas a la presunta guerra contra el narcotráfico. En esta ponencia se analizan los testimonios de estudiantes universitarios que, bajo diferentes argumentos, fueron privados de su libertad y amenazados de muerte y desaparición forzada por policías de la Ciudad de México y del Estado de México en actos extrajudiciales. Método. Estudio cualitativo basado en entrevistas con seis estudiantes de educación superior que fueron privados ilegalmente de su libertad por policías del Estado de México o de la Ciudad de México. Discusión. Todos los casos dan cuenta de faltas periciales al debido proceso y revelan la producción social de la criminalización y sobre todo el riesgo de desaparición como una amenaza inherente a la condición social de ser joven y estudiante. Conclusiones. Los jóvenes que han sobrevivido a las detenciones ilegales juegan un papel decisivo para aportar evidencia explicativa respecto a la magnitud de la desaparición forzada, quizá la crisis humanitaria más grave en México en materia de violaciones a Derechos Humanos.