Resumen de la Ponencia:
A partir de los hallazgos de la investigación realizada durante el periodo 2017-2019 para la tesis “Malabares para llegar a fin de mes. Deuda, finanzas y trabajos en cinco hogares asalariados precarios en la CDMX” (Gallardo Kishi, 2020) la presente ponencia busca reflexionar sobre la génesis de una subjetividad deudora en los hogares asalariados formales precarios en la CDMX y la masificación del endeudamiento en un contexto de Economía de la deuda así como de la colectivización de estas deudas como una estrategia basada en redes e indispensable para “llegar a fin de mes”.El trabajo de campo comprendió el seguimiento durante un año de cinco hogares en la CDMX compuestos por un total de 17 personas que tuvieran un gasto común adicional al pago de servicios y que estuvieran integrados por lo menos por un miembro asalariado formal que recurriera al endeudamiento. A lo largo de un año visité los hogares aproximadamente cada dos meses; en cada visita realicé entrevistas familiares e individuales en las que ahondé sobre su historia de vida, historial laboral, trabajos no remunerados, ingresos, gastos, deudas, ahorros, redes y favores, prestando especial atención a la gestión del dinero y los malabares que efectuaban para “llegar a fin de mes”.En la investigación fue evidente la relación directa que existe entre entrar al mundo salarial y entrar al mundo de la deuda bancaria. Ya que en todos los casos las personas obtuvieron su primera tarjeta de crédito bancaria al comenzar un trabajo asalariado con ingresos regulares. Pero la relación no es únicamente temporal, las exigencias propias del mercado laboral formal (en términos de formación, capacitación, presentación, consumo) sumado a la pérdida de derechos laborales, privatización del acceso a la salud y la educación así como la pérdida del poder adquisitivo, han hecho del crédito bancario algo necesario para acceder y mantenerse en el mundo asalariado formal. Este proceso de bancarización y masificación del endeudamiento de los hogares asalariados formales en México, propio de una Economía de la deuda, viene de la mano de discursos de educación financiera que articulan un mandato a ser no sólo trabajador (como adjetivo, como sustantivo y como una ética) sino también a ser gestor y administrador, a ser un buen sujeto financiero, un buen sujeto deudor. Pese a que la educación financiera ha logrado introyectarse en los horizontes y prácticas financieras de los hogares, éstos distan mucho de ser y actuar como “homo economicus”. En las decisiones financieras de los interlocutores, lejos de estar motivados por su propio interés, predomina una lógica colectiva de reciprocidad y apoyo mutuo tanto al interior del hogar como fuera de éste. Las muchas formas que toma la colectivización de la deuda son ejemplos de esto.
Introducción:
A partir de los hallazgos de la investigación realizada durante el periodo 2017-2019 para mi tesis “Malabares para llegar a fin de mes. Deuda, finanzas y trabajos en cinco hogares asalariados precarios en la CDMX” (Gallardo Kishi, 2020) la presente ponencia busca reflexionar sobre la génesis de una subjetividad deudora en los hogares asalariados formales precarios en la CDMX (con quienes realice la investigación) y la masificación del endeudamiento en un contexto de Economía de la deuda. Pero también de la colectivización de estas deudas como una estrategia basada en redes e indispensable para “llegar a fin de mes”.
El trabajo de campo comprendió el seguimiento durante un año de cinco hogares pluripersonales en la CDMX compuestos por un total de 17 personas que tuvieran un gasto común adicional al pago de servicios y que estuvieran integrados por lo menos por un miembro asalariado formal que recurriera al endeudamiento. A lo largo de un año visité los hogares aproximadamente cada dos meses; en cada visita realicé observación, entrevistas familiares e individuales en las que ahondé sobre su historia de vida, trayectorias laboral, trabajos no remunerados, ingresos, gastos, deudas, ahorros, redes y favores, prestando especial atención a la gestión del dinero y los malabares que efectuaban para “llegar a fin de mes”.
Durante dos meses, los interlocutores llevaron un registro puntual de todas sus transacciones en unas “chequeras” que les facilité, las cuales me permitieron conocer con bastante precisión los gastos, ingresos y transferencias de los sujetos
Los interlocutores son en su mayoría personas asalariadas que desempeñan trabajos como secretaria, empleada bancaria, supervisor, chofer de una empresa, becarios, etc. Son en su mayoría oficinistas con jornada laboral de ocho a diez horas, con trayectorias laborales fluctuantes pero con periodos prolongados de estabilidad sostenidos en buena medida gracias a sus redes y líneas de crédito. En todos los casos, hablamos de hogares que cuentan con amplísimas líneas de crédito (incluso superiores a sus ingresos anuales), múltiples tarjetas de crédito y mucha familiaridad con el endeudamiento.
Cómo se construye un sujeto deudor? Si bien existen muchas modalidades de la deuda, siguiendo a Lazzarato parece que la tarjeta de crédito es el medio más simple de transformar a su portador en deudor permanente, 'hombre endeudado' de por vida (Lazzarato 2013, 23)
Desarrollo:
GÉNESIS DEL SUJETO DEUDOR. En la investigación fue evidente la relación directa que existe entre entrar al mundo salarial formal y entrar al mundo de la deuda bancaria. Ya que en todos los casos las personas obtuvieron su primera tarjeta de crédito bancaria al comenzar un trabajo asalariado formal con ingresos regulares.
a. Cuando me dieron la cuenta de nómina la asesor del banco me dijo'oye no quieres una tarjeta de crédito'. Nunca me espere que me dieran la oro, porque la oro creo que tienes que ganar mínimo 25,000 pesos o algo así [...] (Marcela, Hogar 5, junio 2018).
Pero la relación trabajo formal-crédito bancario no es únicamente temporal, las exigencias propias del mercado laboral formal (en términos de formación, capacitación, presentación, consumo) sumado a la pérdida de derechos laborales, privatización del acceso a la salud y la educación así como la pérdida del poder adquisitivo, han hecho del crédito bancario algo necesario para acceder y mantenerse en el mundo asalariado formal. Los hogares se endeudan para pagar educación preuniversitaria o gastos de salud, adquirir bienes (vehículo para transporte, electrodomésticos, ropa), así́ como para gastos “cotidianos” como son comprar la despensa y pagar servicios, elementos sin los cuales difícilmente lograrían acceder al empleo formal.
A partir de esta primera tarjeta de crédito bancario los hogares han incrementado exponencialmente sus “recursos financieros”. Accede a créditos a nómina, agiotistas, crédito con tiendas departamentales, por servicios, etc. podría disponer en un sólo día, sin necesidad de mayor trámite, de hasta 145,000 pesos.¡Estamos hablando de personas con líneas de crédito superiores a sus ingresos anuales! Queda claro que para ellos endeudarse no es la búsqueda incansable de posibles acreedores sino por el contrario, la constante tensión para restringir sus deudas. Este proceso de bancarización y masificación del endeudamiento de los hogares asalariados formales en México, propio de una Economía de la deuda, viene de la mano de discursos de educación financiera que articulan un mandato a ser no sólo trabajador (como adjetivo, como sustantivo y como una ética) sino también a ser gestor y administrador, a ser un buen sujeto financiero, un buen sujeto deudor.
Algunos de las máximas promovidas por la educación financiera que se han introyectado en los horizontes de lo deseable y a las decisiones financieras de los hogares en cuestión son:
1. la prioridad es pagar la deuda: Devenir un buen deudor es antes que nada reordenar las prioridades de pago y en general de vida. Durante el malabareo para llegar a fin de mes, uno debe asignar el monto y realizar los pagos a la deuda antes que cualquier cosa, incluso cuando eso suponga “quedarse sin nada”.2. buscar ingresos complementarios para poder abonar más: es este punto va quedando claro en qué sentido comprometerse a pagar (adquirir una deuda) es también un compromiso a trabajar más y buscar ingresos complementarios. Es en este sentido que siguiendo a Gago y Cavallero (2019) sostengo que la obligación preexistente de la deuda contribuye a intensificar la explotación laboral y flexibilizar las condiciones de trabajo al orillar a los sujetos a obtener segundos, terceros o cuartos ingresos aun cuando se tiene un trabajo formal de tiempo completo. Contraer una deuda (y responder a ella) te exige trabajar de formas e intensidades que de otra forma no harías y en muchos casos adoptar una actitud emprendedora (véase Perez-roa y Gómez Contreras3. pagar siempre más del mínimo: Ser totalero es un deseo compartido por los interlocutores, en la mayoría de los casos irrealizables. Pese a no ser totaleros, todos sostienen con certeza que uno
debe siempre pagar más del mínimo a riesgo de que su deuda devenga inmanejable.4. evitar gastos “despilfarradores” y dar “tarjetazos”: Aprender a ser buen deudor es aprender a mesurarte aun cuando el mundo te insista en lo contrario. 5. realizar un presupuesto y anticipar gastos: La vida debe ser reordenada al pago de la deuda y al plan financiero que ésta instaura. Se exige una gran organización a nivel hogar, anticiparse a gastos y fluctuaciones futuras para crear un “balanceado” presupuesto y acatarse a él.6. colocarse candados rigurosos a las ofertas crediticias: Dado que los hogares disponen de una amplísima oferta crediticia, su experiencia como deudores, lejos de ser una búsqueda constante de nuevos acreedores consiste en un conflicto interno y familiar por autolimitar sus líneas de crédito y responder a los compromisos de pago de deuda.
Todos los puntos anteriores son deseos y representaciones muy presentes en las dinámicas financieras de los hogares en cuestión y aun cuando en buena parte de las ocasiones los hogares no logran cumplir a cabalidad todos estos puntos, o aún realizándolos no logran escapar de la tiranía de la deuda, su plan y horizonte financiero es guiado por estos principios y en su cotidianidad despliegan estrategias complejas a costa de sacrificios personales (en muchos casos feminizados) con tal de intentar ser un buen sujeto financiero.
Y mientras que convertirse en deudor es cosa de unos minutos, dejar de serlo es una misión cercana a lo imposible. Todos los hogares comentaron haber intentado clausurar una línea de crédito pero haber frustrado su intento por dificultades que les ponía el banco o tienda banco para lograrlo.
Los hogares en cuestión comparten una gran convicción por pagar sus deudas y consideran inmoral e incorrecto dejar de hacerlo. Su ferviente motivación a pagar se encuentra en parte en la necesidad de mantener un buen historial crediticio pero sobre todo en una obligación moral sustentada en la legitimidad que confieren a las deudas.
Conclusiones:
Mi investigación se centro en hogares asalariados formales en la CDMX, sujetos entre comillas privilegiados y encontré que necesitan profundamente de la deuda para llegar a fin de mes. Caffentzis (2018) entiende por Economía de la deuda a una “economía que requiere que la mayoría de los trabajadores tengan que endeudarse sólo para reproducirse”
En las decisiones financieras de los interlocutores, lejos de estar motivados por su propio interés, predomina una lógica colectiva de reciprocidad y apoyo mutuo tanto al interior del hogar como fuera de éste. Las muchas formas que toma la colectivización de la deuda son ejemplos excepcionales de esto. Registre numerosísimos ejemplos en los que las deudas fueron gestionadas de forma colectiva tanto al interior del hogar como con redes más amplías, lo que me obligó a abandonar el imaginario de un individuo deudor aislado y en su lugar, pasar a reconocer las múltiples formas de responder colectivamente a una deuda.
Pese a que la educación financiera y la bancarización ha logrado introyectarse en los horizontes y prácticas financieras de los hogares en cuestión, éstos distan mucho de ser y actuar como “homo economicus” y consumidores trabajadores y/o deudores perfectamente “racionales” en este sentido economicista. Hablo de una subjetividad deudora no para copiar y pegar un sujeto abstracto en un análisis social y producir narrativas generalizadoras sino para señalar una serie de representaciones que están configurando las estrategias económicas de los sujetos y sus prácticas financieras.
Bibliografía:
Caffentzis, George. 2018. Los límites del capital. Deuda, moneda y lucha de clases. Buenos Aires: Tinta Limón y Fundación Rosa Luxemburgo.
Gago, Verónica, y Luci Cavallero. 2019. Una lectura feminista de la deuda. ¡Vivas, libres y desendeudas nos queremos!Buenos Aires: Fundación Rosa Luxemburgo.
Gallardo Kishi, Verónica Sayuri. 2020. «Malabares para llegar a fin de mes. Deuda, finanzas y trabajos en cinco hogares asalariados precarios en la CDMX». ENAH.
Lazzarato, Maurizio. 2013. La fábrica del hombre endeudado. Ensayo sobre la condición neoliberal. Traducido por Horacio Pons. Buenos Aires: Amorrortu editores.
Perez-roa, Lorena, y Matías Gómez Contreras. 2019. «Deuda temporalidad y moralidad: Proceso de subjetivación de parejas jóvenes profesionales». Psicoperspectivas 18 (3).
Palabras clave:
subjetividad deudora, financiarización, endeudamiento, sujeto deudor, asalariados, crédito bancario