Resumen de la Ponencia:
Las ciudades implican una forma de organización específica donde
incorporamos formas de hacer, ser y sentir en la urbe, definidas también por nuestras posiciones sociales, que nos permiten significar al espacio y a nosotras mismas. En la diversidad de condiciones que nos atraviesan como sujetos sociales, las mujeres nos situamos en la ciudad de manera distinta a otros grupos, y nuestra vivencia está marcada en gran medida, por la violencia experimentada en los espacios públicos durante nuestra movilidad cotidiana. Esta violencia, suscitada de diversas formas, nos lleva a
sentir y actuar en la ciudad, a partir de la percepción de alerta. Varias teóricas sobre la urbe han expuesto que es un espacio masculinizado (Pérez y Gregorio, 2020) construido por y para hombres, donde nuestra experiencia está marcada por la dominación masculina. Mi propuesta es que esta forma de dominación en la ciudad, se expresa en el uso, autopercepción y significación de nuestros cuerpos tras una agresión, tanto desde la vulnerabilidad, como desde las resistencias. ¿Qué nos hace ser conscientes de nuestro cuerpo, identificarlo como propio? ¿Cómo se cambia o fortalece una mirada sobre él después de una agresión en nuestro transitar? para muchas, un tocamiento, una mirada lasciva, una vulneración de cualquier tipo, deja una especie de marca invisible, material y emocional en el cuerpo, que permanece y que no sólo modifica nuestra forma de vivir en la ciudad, sino también lleva a (re)pensar nuestro cuerpo y nuestra relación con él.Puede referirse como una especie de memoria corporal o un centro que conecta la dimensión de lo físico con las emociones y con la consciencia de nuestro cuerpo. Con base en esto, mi intención es señalar algunos ejes reflexivos en torno a la
forma en que las mujeres significamos y sentimos el cuerpo en condiciones como las señaladas, partiendo de miradas teóricas que reconocen a éste como capaz de ser dotado de sentido pero también, en un papel activo, de construirlo (Mora, 2008), entendiendo que una reflexión de la corporalidad no puede separar la materialidad de lo simbólico, ni dejar de lado el tacto y lo sensorial, conectado a las emociones. En la movilidad urbana de las mujeres, una agresión al cuerpo puede llevarnos a sentipensarnos corporal, emocional y reflexivamente, de otras maneras. Más que enfocar un resultado acabado, trato de sentar bases teóricas que permitan mirar esto de manera analítica. Mora, A. (2008) “Prácticas, representaciones y experiencias: propuestas teórico-metodológicas en investigaciones socio-antropológicas sobre el cuerpo.” en
Memoria Académica . La plata, Argentina. Pp. 1-22. Pérez Sanz, P. y Gregorio Gil C. (2020)
El derecho a la ciudad desde la etnografía feminista: politizar emociones y resistencias en el espacio urbano. En Revista INVI Vol. 35, Num. 99. Santiago. Pp. 1-33