Resumen de la Ponencia:
En un contexto marcado por la pandemia generada ante el SARS CoV 2, en el que la información de calidad resulta indispensable para la ciudadanía, el presente texto tiene por objeto plantear, de modo introductorio, una reflexión sobre las condiciones de posibilidad del trabajo de los periodistas de la ciudad de Olavarría. Como punto de partida, se recuperan una serie de testimonios de trabajadores locales en dos paneles de debate con estudiantes de Periodismo, realizados por el Observatorio de Medios, Ciudadanía y Democracia (FACSO UNICEN) en 2019 y 2020. Sobre la base de estos datos, se analizan los sentidos y condiciones del trabajo de los periodistas, a partir del relato de su propia experiencia. El trabajo utiliza un marco conceptual específico, que permite abordar las principales transformaciones en el mundo laboral, a partir del paso de la sociedad salarial en el capitalismo industrial a la sociedad pos salarial en el capitalismo financiero (Castel, 2012; Merklen, 2013; Sennet, 2000). Los resultados dan cuenta de: las principales características del trabajo de los periodistas en Olavarría, con énfasis en la precarización y polivalencia que los profesionales deben asumir (Rost y Liuzzi, 2012); un análisis del impacto de las transformaciones propias de la sociedad pos salarial en las tareas, responsabilidades y posibilidades de los trabajadores; y un análisis de los relatos de los periodistas respecto al presente y futuro de su profesión, desde los conceptos “activación” y “riesgo” propuestos por Sennet (2000). La investigación permite discutir con aquellas concepciones que sostienen que los méritos individuales son más importantes que las condiciones situadas de posibilidad de los periodistas para formarse y desempeñarse de manera digna y con sus derechos laborales reconocidos. De la misma manera, problematiza desde una perspectiva crítica la promoción del periodismo emprendedor y freelance como garantía de éxito para quien quiera desempeñarse en la profesión.
Introducción:
El presente texto tiene por objeto plantear, de modo introductorio, una reflexión sobre las condiciones de posibilidad del trabajo de los periodistas de la ciudad de Olavarría. Como punto de partida, recupero una serie de testimonios de trabajadores locales en un panel- debate con estudiantes de Periodismo, realizado por el Observatorio de Medios, Ciudadanía y Democracia (FACSO UNICEN) en 2019. A partir de estos datos, me propongo indagar en los sentidos que articulan su percepción de la experiencia laboral.
Las preguntas que guían este trabajo son las siguientes: ¿Cuáles son las condiciones de trabajo del periodismo en Olavarría y su vinculación con los procesos neoliberales que se han implementado políticamente en el país? ¿Cómo impacta el paso de la sociedad salarial a la sociedad pos salarial (Castel, 2012) en la construcción de la subjetividad de los periodistas de la ciudad de Olavarría? ¿Que significados y valores aparecen como respuesta a la resignación/ aceptación de condiciones de precariedad laboral? y ¿Cual es la relación con los espacios y tiempos de trabajo, en relación con la afirmación de la sociedad pos-salarial: “nada a largo plazo”?
Cada una de estas preguntas se desarrollan en un subtítulo específico. El primero de ellos “El ejercicio del periodismo en Olavarría” da cuenta de las condiciones laborales en las que se ejerce la profesión y como el proceso de restauración neoliberal que encabezó Mauricio Macri precarizó, aún más, la experiencia de los periodistas.
El segundo apartado se titula: “De la sociedad salarial a la sociedad pos- salarial: los cambios en el mundo del trabajo” y está centrado en recuperar los principales aportes de Castel (2012) para pensar la realidad de los periodistas, a partir de sus intervenciones en la Jornada de Debate y algunas dimensiones que nos permiten indagar en la construcción de la subjetividad de los mismos.
En el tercer subtítulo: “La vocación por la profesión: aceptación y resignación en la construcción de subjetividades” me propongo pensar como los relatos de los periodistas se centran en la vocación como una manera de contrarrestar los obstáculos presentes en la profesión.
Desarrollo:
El ejercicio del periodismo en Olavarría
Para los periodistas, el actual proceso de convergencia mediática impulsado por fuertes innovaciones tecnológicas en los ámbitos de la producción noticiosa, implica el riesgo latente de la flexibilización de las condiciones de su trabajo, que ahora debe asumir la polivalencia respecto a las tareas en la redacción, las temáticas que aborda y las empresas periodísticas para las cuales trabaja (Rost y Liuzzi, 2012). En los medios del interior de la Provincia de Buenos Aires, y en particular en las ciudades de la región centro: Olavarría, Azul, Tandil y Bolívar, la situación es compleja: las empresas exigen a los periodistas producir noticias para publicar en diferentes medios (diario, radio, televisión, web) adaptadas a diferentes soportes (computadora, radio, televisión, tabletas digitales y teléfonos inteligentes) y que se favorezcan comunidades en distintas plataformas (redes sociales, blogs, entre otras) (Rost y Bergero, 2016). Esto implica que el periodista debe utilizar diferentes tecnologías para producir noticias, pero además: registrar fotografías y videos, hacer coberturas noticiosas en tiempo real e interactuar con los usuarios.
Parto de las condiciones materiales de la experiencia laboral actual en la ciudad de Olavarría qué tiene que ver con la precarización de los trabajadores de prensa que se traduce en: condiciones flexibles de contratación; alta competencia por conseguir y mantener un puesto de trabajo; pocas posibilidades de ascenso; dificultades en el cumplimiento de los derechos laborales básicos (salario, aguinaldo, prestación social, sindicalización); críticas de la comunidad lectora (vecinos) hacia la tarea de los periodistas; escasa capacitación y posibilidad de crecimiento profesional; pocos desafíos profesionales que obliguen a trabajar en proyectos enriquecedores para la formación de los periodistas; desarrollo de múltiples tareas con espacios y tiempos flexibles; falta de inversión en infraestructura básica (los periodistas ponen sus celulares o autos para ir a cubrir los acontecimientos); censura o autocensura bajo las presiones de los dueños de los medios que hacen valer sus vínculos políticos y empresariales; relación con la fuente compleja (por su escasez y por el grado de cercanía de los periodistas a las mismas); entre otras.
En el año 2019, se realizó la Jornada de Periodismo, Investigación y Democracia, organizada por el Observatorio de Medios, Ciudadanía y Democracia de la Facultad de Ciencias Sociales (UNICEN). En la misma se propuso un panel integrado por cinco periodistas de la ciudad de Olavarría: “Periodista 1” trabaja en un multimedios, específicamente en la radio y el canal de televisión del mismo, “Periodista 2” trabaja en la producción y conducción de un programa de radio y cargando notas en el sitio web de la misma, “Periodista 3” trabaja como coordinadora de programación en una radio universitaria, “Periodista 4” trabaja en un medio nativo digital de información general, al igual que “Periodista 5”, quien además es dueño del medio. A continuación transcribo algunas expresiones de los periodistas en el panel respecto al eje precariedad laboral.
Precariedad laboral, polivalencia y condicionantes de la actividad: una preocupación concreta tiene que ver con la remuneración por las tareas realizadas: “Hoy el salario de un periodista está por debajo de la línea de la pobreza y en todos los medios hay problemas con el pago de salarios y con las paritarias” (Periodista 5) que además se ve agravada por la dificultad en llevar adelante reclamos contras las mismas empresas periodísticas que vulneran sus derechos: “No tenemos forma de decirlo desde el lugar donde trabajamos pero sí a través desde las redes sociales” (Periodista 1). Además, la informalidad del sector, que se sostiene en gran parte con formatos de becas, pasantías, periodistas monotributistas o directamente la búsqueda de publicidad como remuneración. Los periodistas que participaron del panel, que tienen empleo registrado, señalaron con preocupación que “muchas veces los recursos son propios” (Periodista 4), en referencia a que ponen a disposición elementos indispensables para el trabajo: celulares, computadoras, el auto. Por otra parte, quienes se encuentran en relación de dependencia, manifiestan que trabajan más de las horas estipuladas por el convenio colectivo y además deben estar a disposición cuándo los hechos ocurren y necesitan cobertura: “los mensajes se reciben a toda hora y eso te marca el desarrollo de la jornada” (Periodista 4). En cuanto a la polivalencia, y tal como señalaban tempranamente Rost y Liuzzi (2012), existe respecto a las tareas en la redacción, las temáticas que se abordan y los medios en los cuales es necesario trabajar para garantizar la supervivencia. Respecto a la primera, relacionada con la multiplicidad de tareas que deben realizar los periodistas, señalan: “Hoy tenemos que grabar, des grabar, sacar fotos, filmar, editar, hacer un montón de cosas (...) Nosotros escribimos 25 notas y cubrimos 10 o 12 eventos por día” (Periodista 5), otro periodista complementa: “me toca producir la nota, hacerla en el aire, editarla, transcribirla, subirla a una página web y después volver a emitirla (...) lo ideal iba a ser que yo no iba a tener que hacer todo eso a la misma vez” (Periodista 2). Por otra parte, en cuanto a los temas o secciones en las que deben trabajar y los medios para los cuales deben desempeñarse, todos dejan en claro que “hay que estar preparados” para hacer notas sobre cualquier tema y salir en radio, gráfica, televisión o web cuando se los requiera. Finalmente, me parece importante destacar cuales, a criterio de los periodistas, son los mayores condicionantes de su actividad, en este sentido señalan: “la pauta condiciona” (Periodista 5) y aclaran: “No solamente el estado o los políticos son los que se enojan por los títulos” (Periodista 2). En este sentido, se vuelve necesario “Tenemos que aprender muchas veces a decir, sin decir" (Periodista 2), es decir, sortear los condicionantes de quienes anuncian y los intereses del medio para los cuales trabajan. Incluso agregan: “eduquemos a la audiencia, que entiendan lo que queremos decir” (Periodista 2). Esta idea de educar y sortear las presiones persigue además el objetivo de resguardarse de las críticas, una cuestión que sensibiliza a los periodistas y los preocupa, en este sentido sostienen: “Cuando hay que criticar, o cuestionar, se lo critica o cuestiona al periodista, al tipo que labura en estas condiciones en las que ya hemos hablado todos y se deja de lado al tipo que da la orden que es el dueño de los medios” (Periodista 5).
Este contexto en el cual los periodistas ejercen su trabajo, se agravó en los últimos cuatro años de restauración neoliberal en Argentina, conducida por el gobierno de Mauricio Macri. En el periodismo olavarriense, en particular, se materializó un riesgo constante en la profesión que son los despidos. Al igual que ocurrió en todo el país, en Olavarría hubo recorte de las plantas profesionales, por despidos o por reducción de horas y salarios, lo que obligó a muchos jóvenes profesionales a emigrar del multimedios de la ciudad (El Popular Medios) a otras redacciones que resultaron como un emergente de la crisis. En menos de dos años, el principal medio de comunicación de la ciudad expulsó de manera indirecta (precarizando las condiciones de trabajo) a cinco de sus periodistas más importantes (dentro de los cuales se encontraban, por ejemplo, quienes cubrían las secciones policiales y política).
Otro fenómeno inédito para la ciudad fue el avance de empresarios locales que decidieron tener sus propios medios de comunicación. En un caso comprando un diario nativo digital que estaba en decadencia (Infoeme.com) y, en otro caso, fundando un nuevo canal de televisión que se transmite por vía digital (Verte.tv). En ambos casos, fueron estos empresarios quienes absorbieron el “éxodo” de periodistas del multimedios “El popular”. Sin embargo, pese a la oportunidad laboral, en el testimonio de los periodistas se evidencia la dificultad de trabajar para jefes que piensan en la actividad sólo desde una lógica de rentabilidad e influencia política.
De la sociedad salarial a la sociedad pos- salarial: los cambios en el mundo del trabajo
En “El ascenso de las incertidumbres. Trabajo, protecciones, estatuto del individuo” (2012), el sociólogo Robert Castel se propone comprender las transformaciones en el régimen capitalista, a partir de la crisis del petróleo en 1973. Este acontecimiento marca el inicio de la crisis permanente, sin posibilidad de solución a mediano plazo, que puso en evidencia su carácter transformador de los modos de organización política, social y económica, que sin detenerse, continúa hasta hoy. Es decir, más que de una crisis aislada, se trata de un cambio en los modos de “producir e intercambiar y los modos de regulación que se habían impuesto bajo el capitalismo industrial” (Castel, 2012, p. 16).
El autor plantea el paso de un capitalismo industrial a un capitalismo post industrial, que marca el recorrido de una sociedad salarial a una sociedad pos salarial. En la primera etapa, que va desde el fin de la Segunda Guerra Mundial hasta mediados de la década de 1970, hubo una gestión regulada de las desigualdades sociales (Castel, 2012), en particular porque los diferentes sectores de la sociedad tenían parámetros para compararse entre sí y no aspiraban a pertenecer a un estrato por fuera de sus posibilidades, sí, en cambio, “acercarse a la categoría del estrato superior y alejarse de la del estrato que se encuentra por debajo de ella” (Castel, 2012, p. 19). Esto posibilitó que cada grupo social exija la “distribución de los beneficios” del crecimiento económico, de manera gradual y soportando desigualdades inmediatas en pos de beneficios a futuro. Este “compromiso social” de la mejora a futuro de las condiciones de la población permitió evitar acciones revolucionarias y disruptivas que pusiera fin a los regímenes políticos establecidos. Ahora bien, para que esta posibilidad de movilidad social ascendente fuera realizable, en el capitalismo industrial, fue necesario que se fortalecieran lazos de identidad y organización colectiva de los trabajadores, cuya máxima expresión fueron los sindicatos. También, que la consideración del Estado como “árbitro neutro entre los interlocutores sociales” y con la fuerza de dar “carácter legal y obligatorio a los equilibrios negociados entre los intereses del capital y los del trabajo” (Castel, 2012, p. 23). Estos dos actores, los sindicatos y el Estado, serán claves para comprender la situación del periodismo en Olavarría, como veremos en los próximos apartados.
A partir de mediados de la década de 1970 comienza a gestarse una descolectivización del trabajo, y una individualización de las tareas, que ahora exigen flexibilidad de conocimientos, tiempos y espacios. Surgen los trabajos por proyectos, con profesionales que pueden o no volver a ser convocados para trabajar juntos. La responsabilidad de la tayectoria laboral corre a cuenta del trabajador y su capacidad, empeño y recursos para adaptarse a un mercado que promueve la flexibilización laboral y la precarización de los derechos conquistados en décadas anteriores. Cómo recuperé en la primera parte de este trabajo, son los propios periodistas quienes ponen en palabras los embates de la flexibilización laboral propia de la sociedad pos salarial: “nuestro salario está por debajo de la línea de la pobreza”; “Hoy tenemos que hacer un montón de tareas”; “Los mensajes se reciben a toda hora”.
Este contexto me parece valioso recuperar lo que Castel define como individuos por exceso e individuos por defecto. Siendo los primeros quienes disponen los recursos y bienes para valerse por sí mismos y, los segundos quienes “carecen de los soportes necesarios para poder afirmar un mínimo de independencia social” (Castel, 2012, p. 27). Nos preguntamos, siguiendo al autor: ¿Qué clase de individuos son los periodistas?
En el ámbito del periodismo, particularmente en la ciudad de Olavarría, ingresan cada año a la Facultad de Ciencias Sociales aproximadamente medio centenar de estudiantes con el objetivo de ser comunicadores o periodistas. De quienes avanzan en la carrera, solo algunos logran recibirse antes de ser “cooptados” por los medios de comunicación de la localidad, que con formatos de pasantías y contratos precarios ofrecen una salida laboral rápida. La contrapartida de este acceso fácil al mercado de trabajo es el desprecio por los derechos laborales, que culminan con el abandono de las carreras universitarias de gran parte de los estudiantes avanzados, algo que a los medios de comunicación les interesa particularmente por sus beneficios económicos.
Desde el punto de vista de los estudiantes que ya consiguieron trabajo, la carrera universitaria es un esfuerzo que les demanda tiempo que ya no tienen (por las largas jornadas que deben cumplir en las redacciones) y por otra parte, pierde sentido el abordaje teórico de aquello que en la práctica aprenden día a día. Desde el punto de vista de los medios de comunicación, la zona “gris” de pasantías y contratos laborales que no son controladas ni por la Facultad ni por Organizaciones gremiales, les permite tener mano de obra barata durante varios años. Es decir, la difuminación de las organizaciones colectivas y el retiro del Estado (características de la sociedad pos salarial), posibilitan que un estudiante pase de cinco a seis años trabajando en un medio sin ser reconocidos sus derechos laborales, ni pasar a planta permanente y en una situación de incertidumbre entre el futuro en el medio y el pasado en la Facultad. También para los medios de comunicación esta lógica les permite negociar a la baja mejores condiciones para sus trabajadores de planta permanente (perseguidos bajo la amenaza de que pueden ser reemplazados por jóvenes de la facultad), no pagar lo que corresponde por título universitario y formar a “imagen y semejanza” del medio a los jóvenes estudiantes que llegan a la redacción.
Con una matrícula compuesta principalmente por estudiantes de estratos medios- bajos de la sociedad, los trabajadores del periodismo en la ciudad de Olavarría se acerca a la definición de Castel de “individuos por defecto”, dado que no poseen los recursos para abrir sus propios medios de comunicación, viajar a la Capital del país a trabajar, hiper especializarse con cursos extra curriculares o postular a empleos que no sean geográficamente cercanos. Al mismo tiempo contraen una deuda simbólica con las empresas que les ofrecen, tempranamente, una puerta de entrada al mercado laboral con la promesa de brindarles experiencia en el oficio y que, luego de alguna semanas de adaptación, terminan por ocuparles gran parte de sus horas del día haciendo casi imposible la continuidad de sus estudios.
De alguna manera estos estudiantes universitarios “eternos” (que hoy componen la nueva generación de periodistas profesionales en Olavarría) son beneficiarios, no del Estado, sino de los privados que precarizan su situación laboral a cambio de la promesa de pasar a “planta permanente” algún día. En el mientras, la institución educativa es apenas una observadora no participante de la precarización de sus estudiantes, más dispuesta a demostrar que es posible trabajar de lo que se estudia que a garantizar la graduación con opción de empleo digno, luego de la misma. Por otra parte, al no haber organismos colegiados de comunicadores o periodistas, esta situación es un limbo, de la cual los sindicatos no se hacen cargo de esta flexibilización laboral encubierta. Finalmente, y un dato para nada menor, es el círculo de complicidad entre las empresas periodísticas que logra que se normalice esta situación, dado que no hay medio privado en la ciudad que valore a los graduados postulando empleos para ellos, tampoco interrumpiendo o limitando las pasantías. Por este motivo y paradójicamente tienen más posibilidades de trabajar en los medios de comunicación quienes aún no se recibieron de la Facultad.
La vocación por la profesión: aceptación y resignación en la construcción de subjetividades
En la primera parte de este trabajo describí algunas condiciones laborales de los periodistas en la ciudad de Olavarría. También mencioné el recorrido que hacen los estudiantes para insertarse en un mercado de trabajo que excluye a gran parte de los aspirantes a periodistas, y le hace pagar un precio caro a quienes lo logran, sacrificando muchas veces su propias carreras universitarias. Esto no es menor, dado que el título universitario es la esperanza de un futuro mejor y el “pasaporte” para encontrar trabajo, aun cuando la situación sea de crisis permanente, como ya vimos en el marco de la sociedad pos salarial.
¿Por qué los jóvenes están dispuestos a posponer o abandonar sus carreras universitarias para ser periodistas? Para Richard Sennett (1998) “la disposición a arriesgar ya no es el territorio exclusivo de los capitalistas de riesgo o de individuos sumamente temerarios. El riesgo tiende a volverse una necesidad diaria sostenida por las masas” (p. 82). Para complementar esta afirmación, podría sostener que para la nueva generación de periodistas es razonable el riesgo de no tener estudios universitarios a cambio de encontrar trabajo, y aún más, el de ocupar una plaza vacante en la redacción de un medio, que podría ser ocupada por otro estudiante, siempre y cuando esté dispuesto también a arriesgar su carrera universitaria.
Esta es, sin dudas, una paradoja propia de la mutación del sistema capitalista que vivimos como sociedad. Si, como sostiene Merklen (2013), en el industrialismo se implementaron las primeras formas de seguro de desempleo fue porque se consideraba que los riesgos de no tener trabajos eran inherentes a una economía de mercado. En la actualidad:
Se acusa a quien pierde su trabajo de no haberse preparado para tal eventualidad, de no haberse formado, de no haber previsto lo que se venía, de no aceptar cambiar de domicilio, de no ahorrar. Se lo acusa, sobre todo, de esperar que la sociedad venga a socorrerlo, haciendo pesar las consecuencias de su falta de previsión sobre las espaldas ajenas. Se opera así una inflexión en la problemática del riesgo, pasando de una lógica de “protección social” a una lógica “aseguradora” en la que se impele a todo el mundo a prepararse ante las contingencias y proteger a la comunidad de las imprevisibles consecuencias de sus actividades” (Merklen, 2013, p. 49)
En otras palabras, el costo de no encontrar trabajo, sea como estudiante o graduado de periodismo, será responsabilidad de los jóvenes y en un mercado laboral que premia el ingreso temprano a las redacciones y castiga a quienes ya son graduados, tiene lógica aceptar las primeras oportunidades. Si bien podemos analizar las consecuencias de esta inserción temprana y precaria al periodismo, es una oportunidad para preguntarnos: ¿qué debates estamos dando al interior de la universidad sobre las posibilidades reales de nuestros estudiantes de insertarse en el mercado laboral? ¿Cuánta responsabilidad asumimos, en tanto institución formativa, sobre los graduados que no encuentran trabajo? ¿Será que, como afirma Merklen, la Universidad asumió la lógica “aseguradora” desligandose de la responsabilidad para con sus graduados? La reflexión del autor es de ayuda para pensar esta cuestión:
“Del lado del trabajo, el debilitamiento de la norma clásica del empleo implica un angostamiento de los horizontes temporales y un aumento de la incertidumbre. Del lado de las instituciones, tanto en el ámbito de las políticas sociales como en el de otros dispositivos como la justicia penal, el Estado requiere cada vez más que las personas sean responsables de sus propias trayectorias biográficas” (Merklen, 2013, p. 51).
Esta es la “responsabilidad” que asumen los periodistas en la ciudad de Olavarría, aceptando en varias ocasiones la precarización de sus experiencias cotidianas para poder ejercer aquello para lo que se formaron y/o eligieron. Como contrapartida, emergen significados y valores asociados a la pasión por la profesión como un punto central en la construcción de la subjetividad, en particular asociada a la idea de “vocación”.
El término “vocación” tiene su origen en el latín como vocatio, y representa la idea (comúnmente relacionada con la religión) de un llamado a seguir o un camino a emprender, pudiendo ser este espiritual y/o profesional. Si lo pensamos en términos de Merklen (2013) “vocación” podría traducirse en individuación o activación, es decir, en asumir individualmente la responsabilidad de los logros o fracasos laborales.
Una de las ideas que aparece con mayor fuerza en los periodistas locales es la de “vocación”, entendida como una predisposición natural o pre-formativa hacia la profesión. En la palabra vocación se guardan aspectos positivos como cierto talento innato para las tareas y el prestigio de ser el “elegido” o “uno entre muchos” que puede desempeñarse en estas tareas, así como también cierta distinción en la comunidad respecto de quienes pueden o no ser periodistas (en crisis últimamente con las propuestas de periodismo ciudadano y el crecimiento de las redes sociales como fuente de información). También en la palabra vocación se guardan resignaciones (económicas, laborales, de crecimiento profesional y formación), expectativas incumplidas respecto a los imaginarios que crecieron en la universidad y que se transformaron en una cruda realidad en las redacciones y los obstáculos propios de la profesión: críticas, enemistades, presión y estrés laboral.
Cuando en la Jornada realizada en la Facultad de Ciencias Sociales se le preguntó a los periodistas por qué elegían su profesión, respondieron, por ejemplo: “cuando a través de una nota periodística vos logras que una persona tenga mejor calidad de vida, se le cambie la vida, ya está todo lo demás” (Periodista 1); “Que vengan y te agradezcan [por una nota], te olvidas un poquito de todo lo que hablamos antes [condiciones de precarización] y decís, sí, apuesto por esto. Soy una persona agradecida y orgullosa de poder laburar de lo que me gusta, con todo lo que ello conlleva” (Periodista 4).
Estos significados y valores, asociados a la vocación y al servicio a la comunidad, contrarestan los obstáculos propios de la actividad, le dan un sentido a la tarea y a los esfuerzos emprendidos, amortiguan la “corrosión del carácter” (siguiendo a Sennet, 1998) que se da en el cotidiano por la incertidumbre que genera, por ejemplo, no saber si el sueldo estará depositado a fin de mes, si el aguinaldo será reconocido, si la nota podrá ir completa o recibirá modificaciones, si en las redes sociales habrá críticas por una información no chequeada, entre otras situaciones. A diferencia de los panaderos de Boston, que Sennett (1998) utiliza para dar cuenta de la tecnificación de las actividades profesionales y el posterior vacío de sentido que genera en los empleados no sentir que su conocimiento y experiencia puedan ser puestos en valor, los periodistas de la ciudad de Olavarría consideran que sus conocimientos son cruciales en la actualidad y en los tiempos que vendrán. Sobre el futuro, avizoran:
Los que generan los contenidos son los periodistas, y no se que va a pasar con los medios de acá a cinco, diez o veinte años, no tengo ni idea que va a pasar, pero seguramente en esa transformación que va a a haber, que se está dando, siempre se va a necesitar un periodista o un comunicador, alguien que genere un contenido para poder volcarlo en, no se que plataforma vendrá. Siempre se va a necesitar, lo que tenemos que tener es la inteligencia y la capacidad de ver que es lo que nos está pasando alrededor, ir mirando como se van transformando las cosas. (Periodista 5)
Esta confianza en la necesidad del periodismo, con posibilidad de abarcar la información local y escrito por seres humanos, se complementa con la idea de que los “nuevos formatos y plataformas” todavía no son necesarios, o que explorar nuevas fuentes de ingreso será tarea para los que recién se inician. Pese a las condiciones de precariedad laboral en los medios tradicionales (que son los únicos con posibilidades reales de sostener plantas de empleados en la actualidad), en los periodistas olavarrienses hay un deseo de estabilidad, la meta es “estar en blanco”, inscribirse en una institución en la cual desarrollar su oficio y permanecer allí el mayor tiempo posible. Los significados asociados a la actividad se centran en el valor que tienen sus conocimientos y la importancia de su tarea para la comunidad. Periodista se “es”, es decir, no es una profesión en la que uno pueda estar “de paso”, implica una idea de enfrentar la adversidad (condiciones laborales) y sobreponerse (actitudes individuales) para no dejar de informar a la comunidad.
Conclusiones:
En conclusión, por lo antes expuesto, la situación del periodismo en la ciudad intermedia de Olavarría (Buenos Aires, Argentina) puede ser pensada en términos de tensiones dicotómicas: entre la vocación y la precarización laboral; entre la rutina estricta y la flexibilización alentada por el home office; entre el reconocimiento de la formación universitaria y el emprendedurismo cuentapropista; entre las certezas de reconocer al periodismo como un aporte vital para las democracias y la incertidumbre de proyectos de vida que son difíciles de sostener en condiciones de precariedad y explotación laboral.
Bibliografía:
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Palabras clave:
Prácticas periodísticas; Condiciones laborales; Sociedad pos salarial.