Resumen de la Ponencia:
Este trabajo, reune una serie de reflexiones acerca de los retos por los que atraviesan hoy las universidades en México y América Latina, respecto a un tema crucial como lo es el de la función social de la universidad y su vinculación con el entorno.
A la luz de los cambios que ha habido en distintos momentos históricos respecto a dichas funciones, se analizan las resignificaciones que han tenido en el tiempo, desde la Reforma de Córdoba de 1918 hasta la actualidad, en particular en el marco de la crisis del COVID 19 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Dentro de la complejidad de la situación de esta pandemia, en todos los países de América Latina y el Caribe y a nivel mundial, se han desarrollado ajustes a las agendas nacionales muy profundos en todos los ámbitos, económico, político y social, que han llevado y llevarán a cambios que afectarán los temas prioritarios a resolver y reorientarán las políticas públicas y educativas de casi todos los países en relación con los ODS de la Agenda 2030.
Si bien no existe consenso sobre la magnitud de la duración que tendrá la pandemia ni la magnitud de sus efectos sobre la economía mundial en general y para cada país en particular, así como sobre la calidad de vida e intereses de la sociedad, esta nueva etapa nos lleva a buscar alternativas y caminos de vinculación de las universidades con todos los actores y sectores más significativos para el desarrollo de los ODS de la Agenda 2030.
Lo anterior significa que debemos acoger el COVID 19 como un detonador de cambio, y todo esto nos interpela tanto a los tomadores de decisiones como académicos y estudiantes a tener una mirada prospectiva que nos permita transitar hacia un escenario más equitativo e inclusivo en vista a un cambio del desarrollo social, político y económico en nuestros países.
Introducción:
Desde hace décadas que, en los círculos académicos e instituciones internacionales, se habla y discute de las funciones sociales de la universidad. Derivado de ello, a los conceptos de vinculación, responsabilidad social, pertinencia y calidad, se le han atribuido significados muy diversos según contextos históricos y culturales.
De ahí, que en este trabajo se traten de sistematizar las distintas re significaciones, que ha tenido en el tiempo el concepto de la función social de la universidad, desde la Reforma de Córdoba del 1918 a la actualidad y cómo estos cambios de significado, han estado mediados por diversos imaginarios y determinados contextos históricos y sociales. Esta perspectiva nos permite comprender los diferentes imaginarios que operan en la actualidad respecto a los retos y oportunidades que tienen las universidades en América Latina y el Caribe (ALC) en el marco de los ODS de la Agenda 2030.
Para ello, se considerarán algunos rasgos e imaginarios construidos en relación a la función de la universidad en distintos contextos y su evolución en el tiempo por parte de diferentes generaciones y como efecto de diversos acontecimientos históricos. (Sirinelli, 1987).
En primer lugar, presentaremos los imaginarios que se construyeron acerca de la función social de la universidad en la Reforma de 1918, resultado del movimiento de Córdoba. En un segundo apartado, analizaremos como este imaginario se fue alejando de su concepción original en distintos momentos históricos, mediado por los nuevos paradigmas trazados por el Banco Mundial (BM) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en el marco del modelo neoliberal a partir de la década de los 90. En un tercer apartado analizaremos las nuevas resignificaciones que ha tenido y tiene en la actualidad, el concepto de función social, vinculación y pertinencia a partir de las crisis económicas, políticas y sociales, posteriormente, en el cuarto apartado, estudiaremos los retos y estrategias de las universidades ante el marco de los ODS y el COVID 19. Por último, se destacan algunas conclusiones.
Para analizar esta evolución se tomarán como marco de referencia los conceptos de pertinencia, responsabilidad social y vinculación, para por esta vía evidenciar los retos y tensiones que surgen en la resignificación de la función social de la universidad recuperando el peso simbólico que dicho concepto tuvo en el pasado en comparación con las condiciones actuales.
Es por todos conocido como los temas de la pertinencia social y la vinculación de la universidad con la sociedad han sido (y lo continúan siendo) motivos de intensos debates al interior de la universidad y por parte de distintos organismos nacionales e internacionales, tanto en Latinoamérica como a nivel mundial, expresados a partir de diferentes imaginarios sociales (Baczko, 1984) los que han tenido y tienen como uno de sus ejes fundamentales el cuestionamiento a las actividades de vinculación, que se fundamenta, por un lado, por la pérdida de la autonomía en manos de intereses de mercado, empresarios y consecuencia de las respuestas de las mismas a las demandas del neoliberalismo (Manzo, 2011), y por el otro lado, los retos que las universidades tienen en la coyuntura actual a partir de la crisis económica y sanitaria con la sociedad (CLACSO, UDUAL, CEPAL, UNESCO, entre otras)[1].
Como se señaló en la Conferencia Regional de Educación Superior (CRES, 2018, pag.17)
[…] en estas circunstancias, la universidad requiere nuevas fórmulas de gestión que concilien las exigencias de libertad académica con la responsabilidad social, la autonomía política con la rendición de cuentas, el uso y la distribución legítima de los recursos públicos con el desarrollo de procesos que permitan a sus comunidades y sociedades conocer con mayor precisión cuáles son sus resultados, sus logros y déficits. Todo ello replantea la función social de la ciencia y los conocimientos como garantes de la sostenibilidad, la paz, la democracia y la convivencia humana, así como el papel estratégico de la Educación Superior en el desarrollo sostenible de América Latina y el Caribe”.
En ese sentido el gran cambio es que, en el pasado, la tradición reformista se legitimaba fundamentalmente en una lógica disciplinaria y corporativa. En la actualidad, su desarrollo requiere la concertación de un nuevo pacto social, en el que están implicados un conjunto de actores sociales y políticos (Landinelli, 2014, UNESCO (2022).
[1] CLACSO (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales), UDUAL (Unión de Universidades de América Latina y el Caribe, CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe), UNESCO (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Cultura y la Ciencia.)
Desarrollo:
1. Orígenes y desarrollo de la función social universitaria
El movimiento de la Reforma de Córdoba de 1918 fue el primer cuestionamiento serio a la universidad tradicional, el cual tuvo una relevancia y proyección para todo el continente, pues no fue hasta ese entonces, que la unión universidad-sociedad, se habían desarrollado sin dificultades en el devenir histórico, pues esta respondía a las necesidades de las clases dominantes. Como opina Steger (1971) … “fue el primer cuestionamiento de la “Universidad de licenciados”; separó a las Universidades del Estado, las hizo responsables de sí mismas y las forzó a entrar en una relación interdependiente con la sociedad” . En esos años, con la situación social de Córdoba, Argentina comenzó a tener un incremento de los sectores medios y empezaban a exigir un papel en la sociedad y por lo tanto, demandaban que se les educara de una manera diferente al período anterior, ya que se había privilegiado a las élites, fue a partir de ese entonces que las clases medias veían a la universidad como “el canal capaz de permitir su ascenso político y social” (Tunnermann, 2008, p. 41).
Los jóvenes se expresaron y criticaron a la universidad antigua a través del Manifiesto Limiar de 1918, refiriéndose a la universidad como promotora del estancamiento en cuanto a formación y movilidad económica de las clases sociales no privilegiadas por el clericalismo.
Pero este movimiento no se dio por generación espontánea, sino que surgió como respuesta a una nueva situación social (Tunnermann, 2008) que derivaba de diversos movimientos de agitación social, como la Primera Guerra Mundial, la entrada del capitalismo como sistema regente de la sociedad de esa época, la creciente urbanización, así como el nuevo protagonismo de las clases medias (Salazar, 1968).
El movimiento también podría explicarse por la influencia o por el peso que tuvo dicha generación en el desarrollo de la reforma por la autonomía de 1918, el cual fue llamado, “generación de 1918 o “generación del Centenario” (Tünnermann, 2008, p. 42). Aquí el concepto de generación se plantea como los “grupos de individuos marcados a partir de un gran acontecimiento o evento social” (Sirinelli, 1987.
Puede decirse que esas circunstancias se generaron, en ese entonces, en la mayoría de los países latinoamericanos, movimientos reformistas, como fue el caso de Uruguay, Chile, Argentina, Perú, México, Cuba, entre otros, como efecto del movimiento de Córdoba de 1918 (Silva y Sonntag, 1971).
Aunque la mayor motivación del movimiento fue, por un lado, el poder lograr el acceso a la educación superior de las clases medias, que estaban incrementándose en ese entonces en Argentina, esto los llevó a tener un nuevo papel en la sociedad. Por otro lado, dicha reforma buscaba subsanar también aspectos como la docencia de calidad, la libertad de cátedra, la participación del estudiante en los consejos universitarios, legalización de la facultad del estudiante para proponer quejas o reclamos de un profesor y gratuidad de la enseñanza. En este sentido mediante la libertad de cátedra “se creaban cátedras paralelas a las oficiales, permitiendo al estudiante optar entre ellas” (Tunnermann, 2008, p. 92).
La autonomía, el cogobierno, y las funciones sociales de la universidad, fueron las conquistas más importantes de la Reforma de 1918 en Córdoba y que trascendieron a otros países y que sigue trascendiendo a lo largo de la historia. El cogobierno implicó la participación de los profesores, estudiantes y graduados, siendo esta una manera de institucionalizar la autoridad auténticamente universitaria, no como producto de una imposición, sino de la participación de los tres actores en la toma de decisiones (Del Mazo, 1955) Por tales razones, la reforma de la Universidad en Córdoba sigue representando un caso emblemático en la medida que esta iniciativa ha contribuido a dar un perfil específico a las universidades con aspiración a la independencia intelectual y su papel en la sociedad (Tünnermann, 2008).
De esta manera, el movimiento añadió una función a la universidad en el sentido de vincularla más estrechamente con la sociedad y sus problemas, que le sirvió e hiciera participar al pueblo en ella y tuvo como consecuencia un desdibujamiento de los aspectos técnicos y elitistas y a cambio, comenzó a tener una función más ciudadana y social. En ese entonces, se incorporó la extensión y difusión universitaria como funciones principales para poder hacer llegar el conocimiento más allá de la universidad y como una forma de crear conciencia y politización de sus estudiantes hacia el entorno. Este concepto de hacer más del estudiante y más social a la universidad, apunta a una función de la universidad de carácter más social, en el sentido de responder a las exigencias de la colectividad y de una cultura integral, esto con la necesidad de contemplar todos sus valores y no solamente los técnicos, causa por cuya razón la Reforma quería hacer más social a la universidad (Cossio, 1930).
Por todo ello, la Reforma de Córdoba representó y representa aún hoy, un punto nodal en el desarrollo de otras reformas en la universidad latinoamericana, concebido como un fenómeno continuo hasta nuestros días, destinado a estructurar un esquema universitario adecuado a las necesidades sociales reales del continente.
2. Cambios y resignificaciones de la función social de la universidad
En las últimas décadas, las universidades han experimentado a nivel mundial una serie de cambios, enfrentado nuevos retos en cuanto a su función en la sociedad. En este contexto, una actividad que además de estar cada vez más presente implica importantes desafíos es la de la vinculación, universidad-sociedad para la transferencia del conocimiento en beneficio de distintos sectores sociales. Al respecto es necesario reconocer una complejidad creciente de las relaciones entre los principales actores involucrados en la misma: las universidades, las empresas, el sector social y el gobierno. El hecho de que la universidad ya no tiene el monopolio exclusivo del conocimiento como lo tenía en décadas pasadas, sino que intervienen otros actores y otros contextos sociales y políticos en la construcción del mismo, hace que sus funciones vayan teniendo nuevas resignificaciones en el tiempo.
Si bien, la vinculación social de la universidad con el entorno, ha representado una aspiración permanente de los universitarios latinoamericanos, tal como lo establece Tunnermann (2008), sin embargo, en la actualidad dicha vinculación no es entendida exactamente con el mismo significado y alcance que en el pasado. El concepto de función social, y vinculación al estar sujeto a una constante construcción y mediación de diferentes imaginarios, según las distintas circunstancias sociales e históricas, ha sufrido cambios, a pesar de que el que hoy tenga se herede del legado de la Reforma de 1918 respecto a la función social de la universidad y se siga transmitiendo de generación en generación.
Por lo tanto, el peso de los imaginarios construidos en torno al papel de la universidad y la función del académico y el estudiante como agentes de cambio, se ha ido recreando de tal manera, que si bien ha trascendido la concepción que se le dio en el período de la Reforma de Córdoba de 1918 hasta nuestros días, con el transcurso del tiempo, los colectivos académicos si bien preservaron ese imaginario, el de una universidad que integraba las funciones académicas con las sociales y que, al cabo de los años, continuó revitalizando esta mística en un pensamiento social crítico, hasta comienzos de la década de los 80, a partir de los 90 y en la actualidad ha pasado por nuevas metamorfosis que ha dado origen a diferentes concepciones acerca de sus funciones con la sociedad. García (2007, p. 129) podemos considerar que:
A partir de los 90, el significado tradicional de la función social se ha ido desdibujando y en paralelo, construyendo otros significados, lo cual está implicando cada vez un mayor reto en la negociación y delimitación del concepto de función social y cabría la posibilidad de cuestionarse ¿qué implicaciones tendría el concepto de función social ante los cambios planteados a partir de los 90, con la consolidación del modelo neoliberal, su actual crisis y su distancia con el significado original? así mismo en la actualidad, cabría plantearse ¿qué mediaciones e imaginarios intervienen en la definición del concepto de la función social hoy, ante el fenómeno de globalización, la sociedad del conocimiento los ODS y el COVID 19?
En los 90, en el marco de la globalización hay que observar que nos encontramos con una nueva condición socio-histórica bajo el contexto de la sociedad del conocimiento. Esto significó que nos enfrentáramos a nuevas condiciones sociales que provocan cambios en las formas de organización y transferencia del conocimiento. En función de este proceso la universidad tiene un lugar protagónico, que si bien no es hegemónico, en cuanto comparte la producción y transferencia del conocimiento con otros actores, tiene determinantes institucionales de comportamiento que le exigen cumplir la actividad de producción de conocimiento bajo lógicas distintas que de la de otros sectores y de otros tiempos. La universidad está sometida a los criterios dominantes de excelencia y rendición de cuentas en cada disciplina científica, de manera tal que el reconocimiento académico termina siendo fijado por las tendencias de moda emergentes en el ámbito nacional e internacional del campo disciplinar respectivo. Resultado de la agenda neoliberal, las universidades y la educación latinoamericana han transitado y aún en algunos casos todavía transitan, hacia un esquema de financiamiento que apuntó a la privatización de las mismas, además de la implantación de mecanismos de evaluación de la calidad educativa en el marco de formar capital humano, a partir de las recomendaciones de algunos organismos internacionales, como la OCDE y el BM. Ibarra(1993)
Respecto a este tema, en la actualidad existen grandes críticas al peso que tuvo y tiene hoy en día en la agenda planteada por parte de algunos organismos internacionales para la educación superior esta lógica de la evaluación de la producción científica y académica de las comunidades con base a productos en términos cuantitativos, dejando muchas veces de lado los alcances que dicho conocimiento pueda aportar a la innovación científica y social. Así mismo estos organismos han promovido desde los noventa del siglo pasado la vinculación de las universidades con las empresas, desde la perspectiva de impulsar la actividad innovadora de las empresas como factor de competitividad e impulsor de sus ganancias, lo que ha implicado un objetivo tras intereses privados.
Sin embargo, a pesar de esas características y roles asumidos por parte de las universidades en ese período (en el marco del neoliberalismo en América Latina), las universidades tienen una larga historia de vinculación con los sectores sociales y productivos, motivada por el objetivo de que esta relación promueva el desarrollo económico y social de las comunidades con las que se relacionan. Esto representa una perspectiva distinta para dicha vinculación en la medida en que está formulada desde la perspectiva del interés público resultante de las funciones sociales de las universidades. Esto ha impulsado a diversas agrupaciones en América Latina, como es el caso de la CRES, UDUAL y la Red Universidad Empresa ALCUE, quienes desde el año 2013 han planteado nuevos desafíos en la vinculación con la sociedad.
3. Nuevos retos internacionales y sus efectos en las funciones de la universidad en diferentes escenarios
En la actualidad se plantea que el fenómeno del desarrollo reciente de la producción del conocimiento estaría marcado por la creación de una interacción más comprensiva de la universidad con el entorno social, ello para abordar las nuevas demandas desde una perspectiva sistémica que incluya la problemática de la relación con la producción en el marco del conjunto de necesidades sociales. En ello también estaría influyendo el cambio de paradigma sobre el conocimiento, desde los enfoques cientificistas hacia visiones más complejas que incluyen también otros modos del conocer, no limitado solo al que realizan los científicos, sino también diversos actores sociales en su experiencia de vida.
En la segunda mitad de la década de los noventa, si bien la UNESCO adquirió un protagonismo diferente al de otros organismos internacionales, como el adquirido por el BM y la OCDE, ya que estos organismos estuvieron más orientados por un enfoque neoliberal, cuyos temas de la agenda fueron: aseguramiento de la calidad, rendición de cuentas, evaluación, pertinencia, vinculación con el sector productivo, y financiamiento. La UNESCO, en cambio enfatizó dimensiones tales como equidad, vinculación con el entorno, responsabilidad social, pertinencia, importancia del financiamiento público a la educación superior, internacionalización con cooperación y el valor cultural y social del conocimiento.
La UNESCO define la pertinencia social desde la óptica del papel que desempeña la enseñanza superior como sistema y por cada una de sus instituciones con respecto a la sociedad, y desde lo que la sociedad espera de la educación superior. Desde la Declaración de la Conferencia Regional de la Educación Superior en América Latina y el Caribe (2009), se refrenda el papel de las Instituciones de Educación Superior (IES) y la relación con sus contextos: las instituciones de Educación Superior deben avanzar en la configuración de una relación más activa con sus contextos. La calidad está vinculada a la pertinencia y responsabilidad con el desarrollo sostenible de la sociedad. Ello exige impulsar un modelo académico caracterizado por la indagación de los problemas en sus contextos.
Por todo ello, un aspecto relevante que derivó de la idea tradicional de la función social de las universidades, fue que pasó de ser una defensa de una práctica individualista y disciplinar o auto referida, a otra de carácter más dinámico y orientada a dar respuesta a las demandas sociales con un sentido de presencia mayor de la universidad en la vida social y científica, “ella debe construir puentes de comunicación de doble vía con la sociedad en la que está inmersa” (Tünnermann, 2008, p. 27).
Por lo tanto, el concepto de autonomía no debe estar peleado con el concepto de vinculación de la universidad con la sociedad. Sino que, es necesario evolucionar del concepto de autonomía tradicional del desarrollo de una ciencia y de una institución auto referida, a otro más dinámico, de vinculación de la universidad con la sociedad, ya que la universidad no puede continuar en su aislamiento en una torre de marfil y debe desarrollar relaciones con el entorno del cual forma parte. Resultado de todo esto, cobran importancia los conceptos de pertinencia y de responsabilidad social, referidos con las múltiples relaciones entre la universidad y el entorno.
En ese sentido la III Conferencia Regional de Educación Superior en América Latina y el Caribe en el año 2018, en su análisis del rol de las universidades de cara a los desafíos sociales de América Latina y el Caribe planteó: “que la educación superior es cocreadora del conocimiento e innovación, haciendo de estos, como saberes articulados a prácticas sociales, herramientas de independencia intelectual, transformación social y estructuras políticas más justas, equitativas, solidarias y sobre todo subsidiarias de valores compartidos autóctonos” (CRES, 2018, pag.16)
Indudablemente todo el enfoque de la III Conferencia tuvo un significado mas amplio de la proyección social y vinculación social de la universidad con el entorno social.
Se plantea con mayor énfasis de como la responsabilidad social de las Universidades exige una nueva relación con la sociedad y postula una transformación innovadora de la educación superior. La CRES, en el año 2018, planteó el papel fundamental de las universidades públicas de cara a los desafíos sociales de ALC y la región ya que constituyen los espacios privilegiados de construcción de conocimiento sobre un amplio conjunto de preocupaciones y demandas sociales. “Las IES, deben establecer vínculos más estrechos con los que contextos a los que pertenecen de forma tal que sean más pertinentes y responsables con la sociedad. Deben participar del avance social, de la generación de riqueza, de una cultura de paz, de integración y de identificación social, de la lucha contra el hambre y la pobreza. (CRES, 2018. Pag17)
Es decir que se amplía y resinifica el concepto de la función social de la ciencia y los conocimientos para garantizar la sostenibilidad, la paz, preservar la diversidad cultural, la democracia, la convivencia humana y la reproducción de la vida. Estos amplios y exigentes desafíos hacen que las IES, se conviertan en organizaciones estratégicas para el desarrollo de los países de América Latina y el Caribe.
4. Retos y estrategias de las universidades ante el marco de la pandemia
A partir de los cambios generados por el COVID 19 se observan una serie de reconfiguraciones del quehacer de la universidad, resultado de la crisis sanitaria en distintos campos del conocimiento, salud, educación, entre otros, todas las universidades están dando un gran apoyo a sus comunidades y a la población orientadas fundamentalmente en el campo de la salud y en la educación.
En la educación, como consecuencia de la interrupción de las clases presenciales, se realizaron un conjunto de acciones por parte de los gobiernos y autoridades educativas y comunidades académicas a nivel local, regional y nacional para el mantenimiento de cierta continuidad de los cursos y se recurrió al uso de tecnologías virtuales para sustituir la presencialidad. Pero a pesar de las buenas prácticas, se están ampliando las desigualdades y las brechas digitales en los sistemas educativos que ya existían en la población desde años precedentes. Se ha hecho, seguramente, todo lo que se podría hacer desde nuestros espacios y trincheras, sin embargo, los efectos sociales de la pandemia han sido mucho más profundos y serios que el esfuerzo que se ha realizado. Los problemas de la conectividad virtual, por carencia de equipos tecnológicos en profesores y alumnos, han dificultado alcanzar los objetivos deseados.
Recientes estudios de la CEPAL (2022) plantean que antes de que empezara la pandemia había datos muy elocuentes y alarmantes de la situación de los sistemas educativos, por ejemplo, que más de 200 millones de niños no asistían a la escuela y que al término del 2030 solo un 60% de la población de ese rango podría estar terminando la educación superior.
En dicho estudio se plantea que la región enfrenta una crisis social prolongada y agudizada por un contexto de incertidumbre en el tercer año de la pandemia, con un impacto silenciosos y devastador en la educación y que este organismo la define como una crisis silenciosa, que ha ampliado las brechas ya existentes antes de la pandemia, y que pusieron en riesgo el aumento del abandono escolar.
“Esta crisis silenciosa” ha puesto en evidencia que los sistemas educativos, no estaban preparados para enfrentar estos cambios, lo que agudizó las desigualdades educativas existentes antes de la pandemia.” CEPAL (2022) págs. 16 a18.
El COVID 19 vino a agudizar las diferencias, hizo más evidentes los problemas y agravó la situación actual. Además, la situación de muchos sectores de la población, fundamentalmente los jóvenes, se ha visto agravada su posición debido al aislamiento, y estrategias para las cuales ni docentes ni estudiantes estaban formados.
Según los Aportes de la Segunda Reunión del Diálogo Virtual con Rectores de Universidades Líderes de América Latina, celebrada en mayo del 2020, se planteó como un diagnóstico:
En el caso de las universidades donde ya había un camino recorrido en los procesos de digitalización, se pudo dar una respuesta satisfactoria ante esta coyuntura, mientras que en las universidades donde no había experiencias preliminares en teleeducación se han identificado grandes dificultades para responder con inmediatez a la creación de una plataforma tecnológica efectiva, viendo comprometidos algunos sistemas educativos y la formación de miles de estudiantes. La forma acelerada que se debió adoptar como consecuencia de las medidas de distanciamiento social impuestas por la pandemia generó ventajas y desventajas y riesgos al sector académico Vicentine(2020)
En ese sentido estos datos nos deben llevar a reconfigurar el quehacer de la universidad y de los colectivos académicos, con el fin de realizar diagnósticos y elaborar estrategias de desarrollo sostenible, que puedan incidir en la implementación de políticas públicas que contribuyan a resolver problemas de inequidad, deserción y rezago educativo, además de los temas de la salud y el cambio climático.
Esto lleva en la coyuntura actual, a las IES a orientarse hacia otras demandas del entorno que no han sido totalmente formuladas pero que, deben explicitarse en su proceso de vinculación con la sociedad, como pueden ser los ODS de la Agenda 2030, es decir, dar respuesta a las necesidades actuales de la crisis humanitaria provocada por el COVID 19.
Conclusiones:
Si consideramos que, en ese momento, la generación del movimiento de Córdoba construyó utopías e imaginarios sociales respecto al papel que cumplirían los distintos proyectos sociales, educativos y culturales de intelectuales, y que los mismos intentaban dar cumplimiento a las demandas sociales de la Reforma de 1918, es indudable que dicho legado cobre hoy gran significado, al recuperar en la memoria colectiva la necesidad de que el conocimiento generado en las universidades debe ser un conocimiento abierto y responder a las necesidades sociales. En consecuencia, se plantea la necesidad de que las universidades contribuyan a este ejercicio colectivo, brindando medios para la comunicación de la ciencia con la necesidad de mejorar los mecanismos de transmisión de los resultados de la innovación del conocimiento. Todo ello para ampliar las posibilidades de empoderamiento de la ciencia por parte de sectores más amplios de la población, para la aplicación de la misma, a la solución de los problemas más críticos de la sociedad en la coyuntura actual.
Los desafíos en el contexto actual y los ODS, debieran ser las funciones de la universidad en el marco de la globalización y la sociedad del conocimiento, por un lado, así como también, en paralelo con dar respuesta a esta gran crisis civilizatoria que nos ha tocado vivir como es el cambio climático, las migraciones y la pandemia del COVID 19, es indudable que el tema de la función social de la universidad como la pertinencia y la responsabilidad social cobre un nuevo significado. Nos plantean nuevos retos a las universidades públicas en la medida que crecen las demandas sociales, por lo cual el conocimiento científico y la socialización del mismo no estarán ya tan auto referenciados, como en décadas pasadas, sino que por el contrario, deben estar en función de las demandas externas de diferentes sectores sociales.
Al respecto, nuestra hipótesis es que la autonomía y función social de la universidad en el momento actual no representa el intento de uno u otro paradigma ortodoxo e inamovible, como se debatió y debate en algunas corrientes de pensamiento, sino un sincretismo entre la mística del movimiento de Reforma del 1918 y las resignificaciones más actuales planteadas por algunos colectivos académicos (CRES 2018, CLACSO y UDUAL) a partir del contexto de la crisis socioeconómica mundial agravada por la pandémica de COVID 19. Para ello habría que reorientar aquellas lógicas de producción y socialización de saberes que se habían y han instalado en las universidades y colectivos académicos, que se asocian generalmente y prioritariamente con la productividad y con el rendimiento laboral, con el fin de acreditar en algunos rankings internacionales y en el que muchos saberes e innovaciones del conocimiento más relevante resultan excluidos de estos procesos.
Por último, quisiéramos plantear que el fin de este trabajo tienen la intención de sistematizar un conjunto de reflexiones acerca de los escenarios contemporáneos y los desafíos futuros de la sociedad y de la universidad, que inviten y contribuyan a repensar las políticas públicas en educación, así como las prácticas de los colectivos académicos para la creación de una sociedad más justa e inclusiva.
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Palabras clave:
Universidad, vinculación, pertinencia, ODS