Resumen de la Ponencia:
En México, el análisis de las estrategias de prevención del delito puede circunscribirse como una subdivisión de la sociología de la violencia, propuesta teórica de autores como Briceño (2016) y de investigadores latinoamericanos en temas de seguridad ciudadana como Estrada (2014), Buvinic (2008) y Dammert (2005). Estos enfoques teóricos se utilizan para analizar que en los últimos quince años la ciudad de Acapulco de Juárez ha sido objeto de la implantación de diversos programas de prevención del delito, así como la creación de dependencias gubernamentales con el objetivo de disminuir los índices de violencia. No obstante, el problema persiste llevando a esta ciudad a considerarla como uno de los municipios prioritarios en la agenda de seguridad del gobierno federal. El objetivo de este trabajo es describir la estrategia de prevención del delito del municipio de Acapulco, los aciertos y errores que lo han situado entre los más inseguros de la república mexicana. La metodología a seguir es la interpretación de estadísticas delictivas, análisis hemerográfico e investigaciones sobre seguridad pública de actores como gobierno, empresarios y asociaciones civiles. Se sostiene que desde hace casi dos décadas la política pública municipal de prevención del delito no ha sido eficaz para solucionar el problema de la violencia. Los principales hallazgos son que las estrategias y programas de prevención del delito del gobierno municipal son una extrapolación de las acciones a nivel federal ya que que a nivel local existe opacidad e ineficiencia para tratar de solucionar este problema.Resumen de la Ponencia:
Es una (casi-)tautología que la violencia organizada es producida por organizaciones violentas, ¿pero cómo y con qué variaciones? ¿Qué tienen en común los ejercitos, las organizaciones paramilitares, las mafias, y otras organizaciones armadas? Para abordar esas preguntas, elaboro un marco conceptual original, en el cual las organizaciones armadas son definidas como aquellas que se especializan en reunir combatientes, armas y blancos en “paquetes” susceptibles de ser reproducidos de manera más o menos contínua. Esbozo una tipología que distingue entre organizaciones militantes, penales, y de deporte sangriento, en función de la composición de esos “paquetes”. Luego, describo los procesos históricos que llevaron efectivamente a la diferenciación institucional de estas tres estructuras, dentro de un campo organizacional común, a través de una relectura crítica de Weber, Elias, y Foucault. Por último, analizo el modo en que este esquema conceptual nos permite realizar una cartografía más sistemática del campo de la violencia organizada, evitando varios sesgos habituales en la literatura (en particular el sesgo hacia las organizaciones militantes estatales y no estatales).Resumen de la Ponencia:
As penitenciárias sempre foram vistas como um lugar inóspito, com péssimas condições de vida, mas que serviriam, a princípio, apenas como ambientes de passagem para os condenados que aguardavam o martírio físico. No entanto, com o decorrer dos anos, este se tornou a principal forma de punição, como lugares em que, na teoria, o apenado seria ressocializado. Ideia essa que hoje se vê pouco aplicada diante das falhas sistêmicas e da permanência da desestruturação desses lugares. Com base nisso, investigou-se por obras bibliográficas, legislação vigente no país e dados gráficos sobre a ineficiência de tais institutos em punir mulheres que fazem o transporte de drogas para o presídio. Diante do descompasso que se apresenta a punição aplicada e ato cometido por essas figuras, há um prejuízo social maior em deixá-las presas. Isso justifica a atual evolução jurisprudencial que ocorre no país, na tentativa de corrigir esses problemas específico das mulheres com a aplicação de penas alternativas.Palavras chaves: Mulheres "pontes", Sistema penitenciário, evolução jurisprudencial;Resumen de la Ponencia:
O Sistema de Definição e Gerenciamento de Metas para os Indicadores Estratégicos de Criminalidade do Rio de Janeiro (SIM) é um programa de gestão por resultados que, através de incentivos financeiros pelo atingimento de metas, busca orientar os esforços policiais para a redução do volume de delitos. O programa é objeto de pesquisa que, desde 2016, desenvolvemos sobre as consequências da ordem econômica neoliberal na política de segurança do Estado do Rio de Janeiro. Neste propósito, temos examinado as estratégias de gestão de negócios que fundamentaram a reforma do Estado brasileiro. Discutimos, então, sobre o total quality management (TQM), em ANPOCS 2016; sobre o empowerment, em ALAS 2017; sobre o Downsizing, em ALAS 2019, e sobre a Reengenharia, no PDPP 2022. As etapas faltantes à conclusão deste empreendimento investigativo são o exame do que podemos considerar como sendo dois aspectos táticos que se desdobram da estratégia do TQM, a saber: o performance-related-pay (PRP) e o value-for-money (VfM). É sobre esta última prática que objetivamos, aqui, discorrer. Tomando-a como categoria analítica, extraída do mesmo objeto de análise, isto é, o programa SIM, buscamos, a partir da técnica do estudo de caso, responder à seguinte questão-problema: quais as limitações à adoção do VfM e suas consequências à qualidade da oferta do serviço público de segurança fluminense?Resumen de la Ponencia:
Un corpus significativo de investigaciones internacionales han estudiado las relaciones entre las instituciones policiales y los jóvenes. Estas han puesto énfasis en las relaciones conflictivas entre estos actores. Sin embargo, en su gran mayoría, estos estudios se basan en el análisis de experiencias sujetas a lo que se han denominado modelos policiales tradicionales. Estas instituciones tienen como fin el resguardo del orden público, donde la seguridad es una responsabilidad exclusiva del Estado y la ciudadanía no participan en las políticas de seguridad. Sin embargo, en las últimas décadas han surgido experiencias policiales basadas en modelos novedosos de policiamiento. Estas últimas experiencias tienen por objetivo garantizar los derechos y libertades de las personas, y la ciudadanía no solo participa de las políticas de seguridad, sino que aparece como corresponsable de las mismas. Pero ¿Qué sucede cuando se trata de modelos policiales de proximidad? ¿Estos modelos de policías de proximidad tienen en cuenta la presencia de un vecino joven, de una ciudadanía joven? ¿Cómo se caracteriza a los jóvenes y en qué circunstancias? La presente investigación se propone contribuir al conocimiento de este último tipo de modelos policiales y sus relaciones con los jóvenes, a partir del análisis de una experiencia particular, pero de las más importantes y pioneras en México, como es la policía municipal de Nezahualcóyotl en el Estado de México. Algunas de las preguntas que orientan el trabajo son: ¿Cómo están presentes los jóvenes en los documentos y discursos de la policía municipal de Nezahualcóyotl? ¿Qué acciones específicas se dirigen a este sector de la población? ¿Cuáles son las concepciones de juventud que predominan en estos documentos y discursos? ¿Cómo intervienen otras condiciones, además de la edad, como la clase social, el género o cuestiones étnico-raciales de la población joven en los discursos de este modelo policial? Para responder estas preguntas, la investigación se basó principalmente en el análisis de los escritos orientadores de esta experiencia de policía de proximidad en el municipio de Nezahualcóyotl (legislación, programas de formación, informes de sus desempeños en subsidios federales, entre otros documentos producidos por la misma policía municipal). Además, se realizaron entrevistas con especialistas que asesoraron esta institución, con policías pertenecientes a distintos agrupamientos, mandos medios y funcionarios de la Dirección General de Seguridad Ciudadana de Nezahualcóyotl.Resumen de la Ponencia:
Por reconhecer a importância que a emergência da narrativa sobre adolescentes envolvidos em facções representa para a execução das medidas socioeducativas, este artigo, de caráter exploratório, busca semear reflexões que auxiliem a analisar qual o caráter da vinculação existente entre os adolescentes e os grupos criminosos denominados facções, bem como as funções simbólicas que esses discursos adquirem para os socioeducandos.Para o desenvolvimento deste estudo, foram utilizados dados qualitativos oriundos de três grupos de discussão com adolescentes em cumprimento de medida socioeducativa de internação. Ademais, com o objetivo de aprofundar questões que surgiram durante as discussões em grupo, também foram realizadas entrevistas abertas com aqueles que demonstraram abertura para tratar do tema após o término dos grupos de discussão. Ao todo, 28 socioeducandos do sexo masculino e com idade entre 15 e 20 anos participaram do estudo. Foram realizados dois grupos de discussão em uma unidade de internação localizada no interior do Rio Grande do Norte e um outro em uma unidade situada na região metropolitana de Natal, capital do estado. Cada grupo contou com a presença de dois pesquisadores e com cerca de 8 a 10 adolescentes. Optou-se por simular um bingo para fomentar as discussões. Desse modo, cada adolescente recebeu uma cartela com imagens que faziam menção a temas como “liberdade”, “audiência”, “visita íntima”, “amizade/inimizade”, “alimentação”, “revista vexatória”, “educação” etc.A partir disso, essas imagens eram sorteadas por um pesquisador, que provocava os socioeducandos que tivessem a mesma imagem em suas cartelas a se pronunciarem. Apenas aqueles que possuíssem a imagem equivalente marcavam ponto, mas todos os adolescentes poderiam se pronunciar a respeito do tema. A imagem “amizade/inimizade” foi aquela utilizada para mediar as discussões sobre o envolvimento com facções criminosas e tais discussões compuseram o conjunto de dados que foram utilizados no presente artigo.Desse modo, os momentos de diálogo com os socioeducandos possibilitaram identificar os significados atribuídos por eles às facções e, com isso, foi possível a construção de três modelos típicos-ideais, a saber: a vinculação discursiva, a vinculação territorial e a vinculação efetiva. Esses modelos, construídos a partir dos elementos que os pesquisadores julgaram mais relevantes para a compreensão do fenômeno em análise, assumem a função de organizar o multifacetado espectro de vinculações possíveis entre os adolescentes em cumprimento de medida socioeducativa e os grupos criminosos denominados facções, de modo a possibilitar a análise de tais relações em sua complexidade, sem que se recaia em perspectivas simplistas ou deterministas.Resumen de la Ponencia:
Este trabalho se propõe a aprofundar a pesquisa acerca da falência do projeto de segurança pública evidenciando a necessidade de entender a origem e conceituação deste termo para além de uma literalidade sitiada, revelando seus reais objetivos e entranhas. Para tal, se apoia nas proposições de BATISTA (2013) que estabelece a necessidade de aprofundar radicalmente a crítica ao poder punitivo a fim de que não estejamos eternamente presos à nossa autocolonização. Se distanciar de uma abordagem que encara a segurança pública como terreno a construir cenários sociais pacíficos e a consolidar um sentimento subjetivo da coletividade, em que a crítica se limita à sua forma dispositiva enquanto gestão, é essencial para o entendermos como campo constitutivo de um projeto político. Dentro de uma sociedade marcada pela luta de classes, a segurança pública se compõe de um sentimento subjetivo e a ansiedade de uma insegurança social substanciados em um ideal de estagnação burguês que não compreende a complexidade da vida e a tensão constante dentro da sociedade de classes. A manutenção de uma sociedade estratificada, em uma lógica neoliberal, se desenvolve em um laissez-faire dissimulado ao se assumir liberal no topo e paternalista na base. O que seria duas faces radicalmente diferentes nas duas extremidades da hierarquia social: “um rosto simpático e gentil para as classes média e alta e uma cara medonha e carrancuda para classe baixa”. (WACQUANT, 2012 p. 37)Para manter o seu desenvolvimento e garantir a ordem neoliberal, através da neutralização das massas populares, utiliza-se de um sistema penal proativo pautado no controle punitivo, na vigilância e no ideário poliacialesco. A mistura de um Estado penal máximo e um Estado social mínimo é a combinação impecável que sustenta o projeto político neoliberal.Assim, a segurança pública se direciona ao silenciamento e controle daqueles que não servem à ordem do capital, através de um sistema penal maximizado, revelando-se um fim constitutivo composto de “um fetiche criminal para a metáfora encobridora das conflitividades sociais” (BATISTA, 2018). Desse modo, a relevância de atentar-se ao que consubstancia o mote deste trabalho, se mostra primordial à mudança paradigmática: uma política de segurança aos direitos. Este trabalho reforça a denúncia de que a segurança pública enquanto componente da perspectiva neoliberal evidencia o suposto paradoxo da falência de um projeto, na verdade, configurar o seu sucesso. Enquanto elemento vital de um projeto político, não há o que se reformar aquilo que cumpre exatamente o que fora constituído para ser. Portanto, ao fincarmos a ideia de segurança pública como fruto engendrado do neoliberalismo impassível de cura, a busca para refutar a barbárie que a compõe se direciona ao prisma de uma política de segurança aos direitos.Resumen de la Ponencia:
O ensaio que tencionamos, aqui, desenvolver objetiva examinar a consolidação do discurso da segurança pública. Processo que se iniciou nos anos de 1990, no contexto da reengenharia do serviço público estadual, quando então se desenvolveram, entre outras ações para o setor segurança, os Conselhos Comunitários (instância propositiva, composta de cidadãos e autoridades públicas, civis e militares, das polícias fluminenses). A instituição Conselho Comunitário de Segurança é o objeto de nossa investigação que, referenciada teórica e metodologicamente em “A ordem do discurso” de Michel Foucault (1996), toma como categoria de análise seu conceito de discurso (2007), a saber: práticas que seguem regras e que formam sistematicamente os objetos de que falam. Neste sentido, buscaremos investigar, tanto os procedimentos que definem a qualificação e os atributos dos indivíduos que falam, as circunstâncias de pronunciamentos e a eficácia suposta das palavras sobre o público (rituais da palavra) quanto a forma de distribuição geral dos discursos, com os saberes e os poderes que eles trazem consigo (apropriação social do discurso). Com isto pretendemos responder a uma questão-problema trivial: o que é segurança pública segundo o discurso dos CCS ou, dito de outro modo, qual é discurso de segurança sustentado pelos CCS?
Introducción:
No Brasil, por cerca de 20 anos, contados do fim da ditadura civil-militar, a sociedade civil organizada discutiu e os governos estaduais ensaiaram modelos de serviço público de segurança adequados ao Estado democrático de direito, alternando-se em perspectivas, ora garantistas, ora punitivistas. Esta dinâmica foi tratada pelos meios de comunicação em termos de “Direitos Humanos” versus “segurança pública”.
No final dos anos de 1990, uma equipe, integrada por pesquisadores e policiais, enfrentou o desafio de formular, para o Estado do Rio de Janeiro, um projeto de política segurança que superasse a dicotomia: efetividade policial (cujas estratégias derivam da lógica de guerra, segundo a qual o desrespeito aos direitos de populações vulneráveis é um efeito colateral do combate ao inimigo) versus primado dos direitos humanos (a partir do que os direitos dessas populações passam a ser objeto central da política de segurança).
Neste contexto, experimentava-se, simultaneamente, a substituição de uma institucionalidade autoritária por outra democrática; e a reestruturação produtiva das organizações, públicas e privadas.
A política formulada por eles refletia os fenômenos da redemocratização e do neoliberalismo, em termos: das Áreas Integradas de Segurança Pública (AISP), das Delegacias Legais, do Instituto de Segurança Pública RIOSEGURANÇA (ISP), o Grupamento Especial de Policiamento de Estádios e o Grupamento Especial de Policiamento em Áreas Turísticas); e das instâncias de interlocução com o cidadão, como a Ouvidoria, o Conselho de Segurança do Estado do Rio de Janeiro e os Conselhos Comunitários de Segurança.
Criados, em 1999, os Conselhos Comunitários de Segurança (CCS) são foros de participação social de natureza consultiva, propositiva e voluntária, onde interagem as autoridades locais de segurança pública (Delegados Titulares das Delegacias Distritais da Polícia Civil e Comandantes dos Batalhões de Polícia Militar), como membros natos e a sociedade civil, por meio de participantes avulsos e de outros eleitos para a direção desse foro (membros efetivos).
Suas reuniões ordinárias são mensais e, em regra, presenciais. A fala é o veículo principal de comunicação das demandas de seus participantes. Isto faz com que a dinâmica de distribuição, controle e circulação da fala se torne elemento central para a compreensão de dois aspectos da política segurança – (i) a relação entre sociedade civil e agentes de segurança no nível local e (ii), o reflexo desta relação na fixação das diretrizes da política de segurança – que se pode resumir a uma única questão-problema: qual o discurso dos CCS sobre a segurança no Estado do Rio de Janeiro, ou melhor, de quais práticas se constitui o discurso da segurança nos CCS?
Neste sentido, os CCS constituem um objeto de estudo analisável a partir da categoria “discurso”. O que nos remete à técnica interpretativa da Análise do Discurso a qual nos induz a eleição de “A Ordem do Discurso”, de Michel Foucault, nossa principal referência Teórica.
Os sistemas de coerção do discurso a que se refere Foucault definem (i) o que se deve dizer (função de exclusão), (ii) o que não se deve dizer (função de limitação) e (iii) quem deve dizer (função de rarefação do sujeito).
Por função de exclusão, considera aqueles procedimentos que definem sujeitos e objetos autorizados e as formas e circunstâncias permitidas para a produção do discurso. E são de três tipos: (1) interdição do discurso, isto é, proibição de enunciar um discurso por coisa (i) da circunstância em que se inscreve, (ii) da censura ao objeto do discurso e (iii) dos predicados do sujeito que fala (ibidem, 1996, p.9); (2) segregação da loucura, caracterizada como a estigmatização do discurso contra-hegemônico;; (3) vontade de verdade, também designada vontade de saber, que se caracteriza como uma manifestação da luta pelo poder na forma da produção de uma verdade que se sobrepõe a todas as outras formas de conhecimento.
O autor considera como função de limitação o conjunto de procedimentos internos de restrição do discurso, que tem por objetivo controlar as dimensões do acontecimento e acaso, ou seja, o imprevisto. São de três tipos: (i) princípio do comentário, caracterizado como a produção de um texto que se referencia a outro, sobre o qual quer-se apoiar ou superar seu valor; (ii) princípio do autor, definido como princípio de agrupamento do discurso, como unidade e origem de suas significações (ibidem, 1996, p. 26), não se confunde com o indivíduo falante ou o redator; respeita a autoridade (prestígio) da fonte (indivíduo ou grupo) produtor do texto; (iii) princípio da disciplina, encerra um sistema anônimo, caracterizado pela organização de um conjunto de saberes sobre um determinado objeto que define as regras e o horizonte teórico, os quais devem ser observados para a produção de novas proposições verdadeiras.
Por fim, concebe a função de rarefação dos sujeitos como uma forma de controle do discurso que se realiza mediante um conjunto de regras que tem como objetivo limitar o acesso ao discurso a um certo número de indivíduos.
As funções de rarefação dos sujeitos, a que também denomina sujeição do discurso são: (i) rituais da palavra, considerados procedimentos que exercem o controle dos participantes por meio da definição dos papéis a serem desempenhados, dos comportamentos e circunstâncias a serem observados, da qualificação exigida e da linguagem a ser utilizada, é considerada a forma mais superficial e visível dessa categoria de controle do discurso. exigência de identificação; (ii) sociedades de discurso, constituídos como grupos de indivíduos que mantêm, entre si, o controle do discurso por meio da manutenção de um conjunto de regras secretas para a sua produção, distribuição e consumo; (iii) doutrina, caracterizada como um conjunto de discursos compartilhados por um grupo de indivíduos que, em decorrência da adesão às mesmas verdades e regras, estabelecem entre si uma ligação e identidade, diferenciando-os daqueles que não pertencem ao grupo doutrinário - a doutrina realiza o que Foucault denomina de uma “dupla sujeição”, a submissão dos sujeitos que falam aos discursos e a vinculação dos discursos aos indivíduos do grupo doutrinário; e (iv) apropriação social do discurso, designada como a apropriação coletiva dos discursos, realizada pelo sistema de educação, pela mídia, pelo marketing e outros instrumentos políticos que têm a função de manter ou modificar os discursos que devem ser transmitidos coletivamente, distribuindo os poderes e saberes que trazem consigo. Neste procedimento, argumenta Foucault, não há isonomia, mas distribuição e apropriações desiguais dos discursos, de acordo com os limites marcados pelas distâncias, oposições e lutas sociais.
O objetivo deste ensaio é analisar dois específicos procedimentos do que Foucault designa rarefação dos sujeitos; a saber: (i) rituais da palavra e (ii) a apropriação social do discurso. O faremos a partir (1) da observação participante em reuniões dos CCS da Área Integrada de Segurança Pública (AISP) que compatibiliza os limites geográficos de atuação, do 22º BPM e da 21ª Delegacia Legal (bairros de: Benfica, Bonsucesso, Higienópolis, Manguinhos, Maré e Ramos); e da AISP 23 que composta do 23º BPM e das 11ª, 14ª e 15ª Delegacias Legal (bairros de: Ipanema, Jardim Botânico, Lagoa, Leblon, Rocinha, São Conrado e Vidigal). A escolha destas AISP se deu em função de contraste das condições de vida das duas comunidades e a média do IDH de seus bairros.
Desarrollo:
Os espaços de reunião observados foram: o campus do Centro Universitário Augusto Mota (UNISUAM), no bairro de Bonsucesso, AISP 22; e o Clube Monte Líbano, no bairro da Lagoa, AISP 23. Os encontros tiveram duração superior a duas horas, na AISP 22 e superior a três horas na AISP 23. Todos agendados para o horário da manhã, em dia útil.
O rito das reuniões variou bastante entre os dois CCS. Na AISP 22, a reunião de 13/07/2022 começou com 30 minutos de atraso e as autoridades de segurança chegaram alguns minutos após. Um membro efetivo fez a leitura minuciosa da ata da reunião anterior. A presidente solicitou aos 26 presentes que se identificassem; para o que um microfone foi disponibilizado. Às 11h00min, após as apresentações, a fala foi aberta ao público, com a advertência quanto ao limite de 4 minutos por orador e a necessidade de identificação – nome e vinculação institucional. O encontro foi encerrado às 12h21min.
A reunião de 10/08/2022, na mesma AISP 22, foi iniciada sem a presidenta daquele CCS que se atrasou, por uma hora, em razão de operação policial em Manguinhos. Motivo, talvez, para o quórum reduzido em relação à anterior, contando, ao todo, 17 participantes.
Após a distribuição de cartilhas sobre prevenção de violência contra a mulher, produzida pela FIOCRUZ em parceria com o CCS, deu-se início à leitura da ata, enquanto dois policiais militares fotografavam e filmavam a todos. Após reproduzir o registro do pedido intervenção das Forças Armadas nas comunidades da AISP 22, formulado por um participante, o orador manifestou repúdio, dizendo: "somos apartidários, mas aqui respeitamos os poderes constituídos das polícias”. O subcomandante do 22º BPM informou sobre a criação de um gabinete itinerante para ouvir a comunidade in loco. Só então a palavra foi cedida ao público.
A reunião da AISP 23, em 28/07/2022, começou às 10h00min. Próximo à entrada do auditório estavam posicionadas duas mesas, e sobre elas, 3 documentos: uma lista de presença com nomes impressos de participantes regulares; uma segunda lista de presença com nomes de autoridades policiais e de órgãos públicos; e uma ficha temática de três folhas para inscrição para uso da palavra.
A presidente pediu aos membros da mesa que se apresentassem de modo breve. Após o que, ela própria, fez um curto balanço de sua gestão. Um participante indagou a presidente sobre a leitura da ata da reunião anterior. Ao que esta respondeu que a ata se encontrava disponível à porta do auditório. Outros participantes reclamaram do pouco tempo de fala reservado ao público.
Os membros natos realizaram um balanço de suas medidas de segurança, começando pelo Comandante do 23º BPM, seguido pelos Delegados de Polícia e, depois, pelos representantes dos órgãos públicos municipais. Após, foi franqueada a palavra aos demais presentes, no auditório, por ordem de inscrição.
As reuniões de ambos os CCS não contam com uma pauta. Sendo o único tópico recorrente, a prestação de contas feita, na AISP 23, pelas autoridades públicas quanto às contramedidas às demandas que lhes foram submetidas em reuniões anteriores. Nesta AISP, o participante, antes da reunião, se inscreve para a fala; e tem a palavra conforme seja anunciado, por um membro efetivo, seu nome e o tema de sua exposição. Contrastando com o procedimento adotado nas reuniões da AISP 22, em que os participantes solicitam a palavra para expor um assunto ou contraditar o expositor, em uma dinâmica própria ao debate.
A tabela abaixo coteja os ritos de realização das reuniões dos dois CCS com o roteiro de reunião preconizado pelo art. 37 do Decreto nº 47.651/21 que regulamenta estes Conselhos.
Figura 1
Pauta-padrão das reuniões dos Conselhos Comunitários de Segurança
Contrastam, também, entre um e outro CCS, os conteúdos dos debates. Na reunião de 13/07, na AISP 22, um senhor, apresentado pela presidência como o “nosso decano” relatou ser morador da região, havia 80 anos e que se encontrava proibido de dizer representar o Conjunto Habitacional Esperança, da Maré. “Ordem lá de cima”, justificou, referindo-se, possivelmente, aos grupos criminosos que ali atuam. Afirmou ser um dos fundadores daquele CCS e que, no início, “as reuniões enchiam”, porque um Policial Militar entrava em contato com a Associação de Moradores, convidando-os.
Uma moradora de Manguinhos, idosa, destacando-se pela simplicidade de suas roupas e linguagem corporal agitada, repetia angustiada que nada melhorava e reclamou a presença de representantes do Programa Cidade Integrada e do Governador. Sua fala foi abafada pelas interjeições, risos e reclamações dos demais participantes; e endossada pela presidenta do Conselho que destacou o risco que a falta de manutenção da sinalização e iluminação públicas oferecem aos moradores. A discussão foi rematada por outro participante que disse: “o Estado conserta, vagabundo vai lá e rouba [os cabos de sinalização e iluminação]”.
Uma segunda moradora de Manguinhos, também idosa, acompanhada de seu marido deficiente visual, pontuou que a falta de iluminação pública e o desrespeito dos motoristas à sinalização, em razão do medo da violência, põe em risco a vida dos moradores. E sobre os confrontos entre policiais e criminosos comentou: “num dia, ficamos com o nervo abalado, no outro, temos que trabalhar”.
Os ânimos se exaltaram e o senhor que primeiro havia feito uso da palavra diz: “ali tem que ficar escuro, que é por onde passa o bonde (grupo de delinquentes)”, propondo como solução a instalação de um quebra-molas para dificultar o deslocamento dos criminosos.
A sugestão de que os problemas ali relatados pelos moradores da Maré se resumiam às atividades criminosas na área, irritou a presidente do Conselho que contraditou: “estamos falando de 99% dos moradores e se o bonde quiser [passar], vai dar um jeito”. Atribuindo o crime de furto a usuários de crack acresceu: “conserta-se o sinal pela manhã e rouba-se à noite”. E rematou: “não é a polícia que vai resolver, nem a saúde, mas o conjunto da Segurança Pública”.
Moradores representantes de condomínios do bairro de Higienópolis e Bonsucesso dirigiram a fala ao comandante do 22º BPM. Comentaram a existência de grupos de Whatsapp sobre segurança do bairro, forneceram informações sobre a dinâmica criminal e informaram que, sendo alguns deles policiais, eventualmente informam diretamente aos “colegas” nas viaturas sobre os casos e atitudes suspeitas que consideram merecer atenção e intervenção da polícia. Ainda, indagaram ao comandante sobre a possibilidade de implantação do Programa Presente, em Higienópolis. Por fim, elogiaram o comandante pelo planejamento da segurança dos bairros e sugeriram sua inclusão nos grupos de Whatsapp.
O comandante do 22º BPM explicou que tem solicitado mais recursos à Secretaria de Estado em razão da carência de efetivo e viaturas em sua unidade; que seu planejamento obedece ao movimento da mancha criminal, baseada nas estatísticas oficiais, o que implica a priorização momentânea de uma localidade em detrimento de outra que se torna, então, mais vulnerável à criminalidade. Convidou os moradores a visitarem o Batalhão e solicitou que fosse incluído nos grupos Whatsapp de cada bairro.
A presidente do Conselho reforçou a necessidade do registro de ocorrência, a partir do qual a polícia realiza seu planejamento.
Um participante que disse ter sido, um dia, candidato a cargo eletivo, fez a seguinte argumentação:
Temos que nos atentar na escolha dos representantes. Pra mim, temos hoje um Congresso acovardado. Pra mim, a polícia hoje não é mais polícia, é soldado de guerra. O 22º [Batalhão] tem medo de atingir pessoas inocentes, e o meliante está protegido com a população. É 1%, todos com fuzil. Quem tinha que entrar [na comunidade] é a Marinha, Forças Armadas, porque é arma de guerra.
Um representante da ONG Redes da Maré contra-argumentou que a comunidade conta 140 mil moradores e que, caso 1% desta população possuísse fuzis, a cidade pararia. Informou sobre o aumento de problemas de convivialidade na comunidade, como a prática a prática de guerra de pedras entre as crianças, havendo depredação de escolas, além de brigas constantes entre vendedores ambulantes. Explicou que a ONG vêm realizando intervenções artísticas e urbanísticas no território, com o qual desmentem a máxima de que apenas advogados atuam no tema da segurança. Reclamou da falta de policiamento naquela localidade. Propôs visitar o 22º BPM para apresentar o trabalho realizado pelo Redes da Maré e tentar estreitar laços entre as duas instituições. Solicitou o contato do Comandante.
Adiante, outro participante perguntou se o aumento do crime não estaria associado à decisão do Supremo Tribunal Federal de restringir as operações nas favelas e de colocar o “Big Brother” (câmeras) nos uniformes dos policiais.
O representante da ONG Viva Rio fez registrar a presença de uma mulher que acompanhava a reunião. Tratava-se de uma mãe que havia perdido um filho durante uma operação policial. A criança, voltando da escola, foi alvejada por um tiro de fuzil. À época, a imagem desta mãe segurando o uniforme escolar do filho perfurada e manchada de sangue estampou as manchetes dos jornais. Sua participação na reunião, no entanto, foi silenciosa.
A autocensura imposta por esta mulher era comum, de uma forma ou outra, a todos os demais participantes moradores das comunidades pobres ali presentes. Estes não teciam comentários sobre a qualidade da oferta dos serviços policiais, suas demandas eram dirigidas a outros órgãos que ali não se faziam presentes: serviço de iluminação, coleta de lixo e outras demandas de ordenamento e conservação pública de responsabilidade municipal.
Perto do fim da reunião, chegaram os representantes do Programa Cidade Integrada, e as falas passaram a se dirigir a eles. Um representante da FIOCRUZ demandou maior transparência e diálogo dos gestores do Programa com a sociedade civil, afirmando que as iniciativas não vêm atendendo às necessidades do público.
A reunião do dia 10/08/022 foi antecedida pela distribuição de cartilhas sobre prevenção de violência contra a mulher, produzida pela FIOCRUZ em parceria com o CCS. Aberta a sessão, procedeu-se à leitura da ata, ocasião em que dois policiais militares fotografaram e filmaram.
Ato contínuo, o leitor da ata, na qualidade de morador do bairro Leopoldina, discorreu sobre prováveis rotas utilizadas por criminosos em fuga, demandas dos comerciantes e ausência de área de lazer para moradores; e reforçou a necessidade do registro de ocorrência, pois segundo afirmou: “para combater a mancha [criminal], só com dados”.
Uma moradora da Maré relatou a demanda dos mais velhos por psicólogos; o aumento da violência entre as crianças das comunidades; e o aumento no consumo de álcool e outras drogas pelos adolescentes, que estariam se isolando e não procurando mais ajuda. E afirmou que as escolas não estariam dando o apoio adequado a essas crianças e adolescentes. Ao que o subcomandante do 22º BPM aventou a possibilidade das escolas solicitarem à SEPM o serviço do PROERD.
Representante da LAMSA divulgou processo seletivo de projetos de esporte, educação e meio ambiente, para comunidades do entorno da Linha Amarela, a serem financiados pela empresa.
A presidente do CCS chegou com uma hora de atraso, devido a uma operação policial. Relatou que os equipamentos de assistência social que atendiam aos moradores de de Manguinhos foram transferidos para Bonsucesso, sem prévio comunicado.
Moradores de Nova Holanda, Parque Proletário, Penha e Manguinhos demandaram ao CCS solução para os problemas de furtos praticados por usuários de drogas cujas cenas de uso se localizam nesses mesmos bairros. Defenderam, contudo, a existência dos serviços de abrigamento e o direito da população em situação de rua de permanecer nas vias públicas. Atribuíram à conjuntura econômica o agravamento do quadro descrito.
Aparentemente ansiosa, a Coordenadora da UPA Manguinhos iniciou sua fala informando que a unidade de saúde realiza mais de 300 atendimentos diários e que, quando há vítima por PAF (Perfuração por Arma de Fogo), esta é encaminhada a um hospital de referência, já que a UPA não conta com leitos. Acresceu que o protocolo da UPA é, nestes casos, informar imediatamente a UPP Manguinhos. Feitos estes esclarecimentos, relatou que policiais militares teriam entrado na unidade de saúde procurando por uma vítima, supostamente, um criminoso baleado por integrantes da corporação. Os profissionais de saúde entraram em pânico, pacientes desestabilizaram-se e, ao fim, um dos médicos pediu demissão. Os policiais militares teriam revirado lençóis e vasculhado em todos os cantos da unidade. Ao final, dirigindo-se ao subcomandante, questionou: “O que houve? Qual é a orientação? Isso é o protocolo?”
Pressionado, o subcomandante se furtou de responder diretamente a questão, e argumentou que “a experiência demonstrou a necessidade de realizar a verificação”.
Inconformada, a Coordenadora repetiu a pergunta, “Mas isso é o protocolo?", elevando o tom. O silêncio do subcomandante é interrompido pelo comandante da UPP de Manguinhos, que, referindo-se ao episódio narrado, respondeu enfaticamente “se é do tráfico, tem que verificar”. Segundo o comandante da UPP, os policiais haviam sido informados que a vítima baleada se tratava de uma pessoa com mandado de prisão, o que justificaria a incursão policial na unidade de saúde.
Percebendo o escalonamento da tensão, a Assistente Social – que, mais tarde, teria confidenciado ao pesquisador que ela mesma teria feito o convite à Coordenadora – pôs-se a intermediar a discussão, e em tom sereno, repetiu a pergunta da Coordenadora, dirigindo-se ao subcomandante: “O que ela gostaria de saber, comandante, é se este é o protocolo de ação da polícia”.
Irritado com a insistência, o subcomandante, com rispidez, justificou que “se a polícia não agir, o criminoso pode colocar a segurança da população em risco, fazendo vocês de refém, levando pro alto do morro. Fazemos isso pra preservar a vida de vocês.”
Aflita, a Coordenadora da UPP explicou que já teria havido episódios de troca de tiros entre policiais e criminosos dentro da UPP; e que o medo dos funcionários e pacientes é de um novo confronto, pondo a vida de todos em risco.
Percebendo a irredutibilidade do comandante, a Assistente Social propôs continuar a mediação da demanda entre a UPA e as polícias após o término da reunião.
Seguiram-se mais duas falas sobre furtos de água e energia; e foi encerrada a reunião.
Na reunião de 28/07/2022, do CCS da AISP 23, o comandante do 23º BPM expôs a ações adotadas e seus reflexos na estatística criminal – enfatizando a redução percentual dos roubos. Discorreu sobre formas de prevenção a crimes e sobre a Patrulha Maria da Penha, oferecendo o contato dos responsáveis por ela, em sua unidade. Por fim, advertiu aos presentes sobre a contratação de serviços de terceirizados, relembrando o duplo homicídio ocorrido no bairro de Botafogo.
O representante de uma das Delegacias de Polícia explicou a diferença da natureza do serviço das duas polícias e reportou as principais investigações em curso. Encerrou fornecendo o número de telefone da Delegacia. Ao que uma moradora retrucou, dizendo que “toca-toca [o telefone] e ninguém atende”.
A subprefeita da Zona Sul listou as ações realizadas por sua administração: obras, ações de fiscalização de posturas, manutenção de equipamentos públicos (especialmente, as praças) e retirada de cabines abandonadas em São Conrado, que vinham sendo utilizadas por ambulantes e moradores de rua. Logo depois, a representante da Secretaria Municipal de Assistência Social explicou que o órgão realiza o acolhimento dos moradores de rua 24 horas por dia, com o apoio da COMLURB que faz o recolhimento do material dessas pessoas.
Os policiais responsáveis pelas Operações Lagoa Presente e Ipanema Presente fizeram um breve relato das principais ocorrências criminais. Sendo, na Lagoa, o (i) tráfico de drogas; e (ii) roubos e furtos praticados por “menores” usuários da linha de ônibus 476 (Méier/Leblon), moradores de rua e criminosos se passando por entregadores do Ifood (segundo o policial, um destes, inclusive, teria atirado contra uma guarnição). Em Ipanema, a policial responsável pela Operação elencou como balanço de sua atuação as apreensões de objetos cortantes e identificação de mandados de prisão por roubo e furto entre moradores de rua, e a prisão de um vendedor ambulante, com mandado de prisão aberto por estupro.
"Percebemos que os moradores de rua não gostam de ser constantemente abordados. Agem como nossos filhos. Quando pedimos para saírem do local, acordam, dizem que vão sair e, assim que damos as costas, voltam a dormir"; com orgulho, o policial da Operação Leblon Presente explicou que repetiam a abordagem até que se sentissem incomodados e desistissem de permanecer. E rematou: “sempre abordamos de maneira cortês, uma abordagem cidadã. Oferecemos o serviço de assistência social da base”. Os responsáveis pelas Operações Ipanema e Lagoa Presente, e da da UPP Rocinha disponibilizaram seus contatos aos moradores.
A delegada da 11ª DP (Rocinha) pontuou a diminuição dos registros de violência doméstica e familiar contra a mulher (Lei Maria da Penha), propondo ações de incentivo ao aumento de denúncias. Comentou, ainda, o grande número de furtos em sua circunscrição, e o resultado da investigação desse tipo de crime, com a identificação do receptador.
O tema dos moradores de rua foi retomado pela Coordenadora de Assistência Social do município, que fez uma distinção entre pessoas em situação de rua e pedintes, responsabilizando os donativos feitos pela "classe média” pela existência e permanência daqueles nas ruas.
Os moradores intercalaram cobranças às autoridades com elogios às contramedidas policiais e dos demais órgãos de serviço público, ali presentes. Um mesmo morador agradeceu à concessionária pela limpeza dos rios da Zona Sul ao mesmo tempo que interpelou o comandante do batalhão sobre a localização das viaturas, antes estacionadas em pontos por ele identificados.
Uma terceira moradora de Ipanema, preocupada com a desvalorização do seu imóvel e com o isolamento que, segundo ela, era provocado pela deterioração do entorno, relatou que:
De junho pra cá, alguém me falou que liberaram o tráfico [de drogas] em Ipanema. Toda noite fazem fezes na [rua] Barão da Torre. Tem gente que não vai mais nem na minha casa … toda noite tem carro com vidro quebrado. … tem cracudos morando ali”.
Para os moradores, os usuários de drogas vinham se constituindo como problema crescente mais grave que a dos moradores de rua: “Eu não sei de onde aparece tanto usuário”, afirmou um representante de uma associação de moradores que, em seguida, agradeceu à polícia pelo “trabalho de perturbar” os moradores de rua e pelas apreensões de motos e terminou sua fala dizendo “Queremos que se comece a agir antes que aconteça uma tragédia com o usuário [de drogas]”.
Por fim, alguns participantes constataram a redução do número de policiais nas delegacias, e dirigindo-se às autoridades presentes, perguntaram sobre a posição do governo sobre a falta de efetivo, tema sobre o qual não obtiveram resposta, apenas a confirmação, em tom de lamentação, dos policiais presentes.
Dado o avançar da hora, o pesquisador teve que se ausentar antes do término da reunião, que já havia extrapolado em mais de uma hora o horário previsto para seu encerramento.
Conclusiones:
As reuniões, dos CCS observados, nos evidencia – por sua dinâmica de distribuição, controle e circulação da fala – o modo de apropriação social do discurso da segurança, naqueles foros. Esta dinâmica também evidencia a verticalidade da relação entre sociedade civil e agentes de segurança. Encontrando-se as polícias (no meio desta escala) em posição de ouvir dos participantes do CCS da AISP 23 (situados no topo) como querem sejam as coisas; e dizer para os participantes da AISP 22 (situados na base) como as coisas serão.
As falas dos participantes revelam, na AISP 22, polarização entre defensores da ordem pública a qualquer custo e defensores da ordem pública sob o império da lei; ao passo que na AISP 23, chamam a atenção menos pela unanimidade do clamor pela preservação da ordem pública; e mais pela omissão unânime de indicativo do como realizá-la – se a qualquer custo ou sob o império da lei.
As discussões dos CCS, como um todo, não interferem na formulação da política de segurança; porém, no modo como suas medidas são executadas, em cada AISP. A eficácia das palavras em produzir o mínimo consenso depende da realização satisfatória de práticas perspicazes de seleção dos participantes (rarefação do sujeito) como, por exemplo: o agendamento de encontros exclusivamente em dias úteis e quase sempre em horário comercial, o que garante a frequência de profissionais autônomos, empresários e idosos sem atividade laboral; enquanto dificulta a presença assalariados e estudantes. O registro da imagem (quando moradores de localidades controladas por criminosos); o local de reunião, a linguagem verbal e vestual são também fatores de eventual constrangimento, senão estigmatização, especialmente dos mais desprovidos – como foi o caso da senhora que, na AISP 22, reclamou a ação do programa Cidade Integrada.
A estes rituais da palavra que definem a qualificação do sujeito falante (quem fala) e o discurso eficaz (o que se fala), se somam os que definem as circunstâncias de pronunciamento (quando e como se fala). São, por exemplo, a advertência sobre a neutralidade política do CCS; a exigência de inscrição prévia do nome e tema do orador; a mediação, dos membros efetivos, de conflitos ocasionais. Tratando-se, então, de formas de limitação dos perigos da materialidade de discursos como aquele pronunciado pela Coordenadora da UPA, na reunião do CCS da mesma AISP 22.
A rigor, conforme Foucault, o objeto em disputa é sempre um mesmo e único: o poder. Porém, amiúde, essa disputa pelo poder se dá em razão de objetos outros mais específicos. Depreendendo-se no caso dos CCS tratar-se de uma disputa pela liberdade – de desfrutar de um modo de vida, como na AISP 23 ou de estar eximido do jugo, seja de paramilitares, ou das forças policiais, ou dos traficantes de entorpecentes, como no caso da AISP 22.
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Resolução SESEG nº 1.213 de 31 de julho de 2018. (2018, 31 de julho). Dispõe sobre a transformação do Grupamento Especial de Policiamento de Estádios (GEPE), na estrutura da Polícia Militar do Estado do Rio de Janeiro. Governo do Estado do Rio de Janeiro. Diário Oficial do Estado do Rio de Janeiro.
Palabras clave:
Análise do Discurso, Conselhos Comunitários, Gestão da Segurança
Resumen de la Ponencia:
A partir de la década del 90 diversas jurisdicciones de América Latina y el Caribe fueron adoptando una serie de modelos de policiamiento en el marco de procesos de pacificación, democratización y reformas a las instituciones estatales. En efecto, el policiamiento comunitario, policiamiento por cuadrantes, hotspot policing, policiamiento orientado por los resultados (“predictivo”) gradualmente se radicaron como modelos de innovación y/o modernización “alternativos”, deseables y necesarios gobernar sobre la cuestión policial y criminal en los países de la región. A pesar de que estos programas tengan orígenes, temas, vocabularios, actores similares, la literatura especializada se ha enfocado en describirlos de manera aislada en lugar de estudiarlos en sus conexiones.En esta dirección, la presente propuesta de trabajo busca problematizar estos modelos policiales a partir de las miradas críticas de la Criminología del Sur. Se procura introducir los temas, debates y enfoques que la bibliografía especializada ha realizado acerca de la difusión “norte-sur” de políticas policiales, caracterizar los modelos mencionados y, a su vez, tensionar concepciones binarias en torno a “innovación/tradición”, “alteridad/dominante”, “estados desarrollados/estados fallidos” que movilizan estos discursos expertos. Se trata de un trabajo de documentación bibliográfica que revisa críticamente las producciones realizadas tanto en el norte y sur global sobre la “transferencia”, “difusión” de modelos policiales. Este ejercicio es fundamental realizar por cuanto la criminología latinoamericana se ha centrado excesivamente en comprender los procesos por los cuales se implementan determinadas experiencias de policiamiento y sus “fallas”. Sin embargo hasta la fecha no se han realizado trabajos que hablen nuestra lengua poniendo el acento en redes, vinculaciones, discursos de legitimación con los cuales busca institucionalizarse un poder policial “alternativo” e “innovador” al dominante en nuestras realidades regionales. Por último, esta ponencia se produce en el marco de una beca doctoral financiada por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina (CONICET).Resumen de la Ponencia:
El origen epistemológico de esta ponencia se deriva del trabajo de grado para optar al título de sociología de la Universidad Santo Tomas, titulada Los liderazgos sociales en Colombia entre la resistencia para la Paz y una política de muerte, en el que se indaga por los liderazgos sociales más vulnerados desde la firma del acuerdo de Paz en Colombia entre el Estado y la guerrilla de las Farc-Ep el 16 de noviembre de 2016. En la cual se aborda el tema desde la teoría del liderazgo y de la democracia, entendiendo el liderazgo social como una acción social ejercida por un individuo quien representa los intereses colectivos o luchas sociales en pro de la defensa y protección de los DDHH de su comunidad. El rol que adquieren estos individuos en la construcción de una paz estable y duradera es de vital importancia, aún más en la construcción de un verdadero sistema democrático participativo, entendiendo como la capacidad de agendar en la agenda pública reivindicaciones concretas y representatividad en espacios de decisión. Son estas vidas las que quedan desnudas, por ejercer esa labor de construir tejido social a nivel territorial por medio de la representación de las luchas colectivas por diferentes actores, tanto estatales y al margen de la ley. La presente ponencia toma el enfoque territorial para analizar tres hechos de violencia, con concurrencia en el país, las masacres, líderes sociales asesinados y firmantes del acuerdo del acuerdo de paz entre el estado colombiano y la guerrilla de las FARC-EP asesinados, con ello determinar cuáles son los territorios o departamentos con las cifras más altas, para ello analizar su realidad bajo la teoría del necro poder, apoyándome en las ideas de Foucault, Mbembe, Agamben, Deleuze & Guattari, y así analizar si en estas zonas de Colombia se han convertido en regímenes sub-nacionales no democráticos, en los que desde hace siete años vienen implementando una política de muerte. Las mal llamadas zonas rojas son en verdad departamentos en constante “estado de excepción” y donde el Estado ha tomado una simbiosis entre la legalidad e ilegalidad en su actuar, generando las condiciones para que durante años las cifras de los hechos de violencia vayan en aumento. En los cuales se han establecido mecanismo de control de la población civil a través del miedo, en los que construyen una serie de imaginarios de exclusión sobre el espacio habitado, por ello se parte de la premisa que en la cotidianidad hay una coerción sobre la libertad y el ejercicio de la ciudadanía, haciendo inexistentes espacios para la democracia.
Introducción:
El presente artículo se centra en un análisis histórico hermenéutico sobre la situación que afrontan ciertos departamentos en Colombia, los cuales desde hace unos años atrás vienen manteniendo unas cifras alarmantes en cuanto a la vulneración de derechos humanos como el derecho a la vida y a la participación política entre otros. Son estas zonas “departamentos”, en los cuales se desarrollan dispositivos de necropoder haciendo de estos territorios, territorios del horror en los que el miedo y el terror han sido los instrumentos por los cuales se mantienen en un estado de excepción constante y las vidas de los que habitan estos territorios, parecieran estar desnudas ante el nuevo leviatán que se levanta en sus territorios.
¿Cuáles son estos territorios?, ¿Cómo se producen dispositivos de necropoder?, ¿Cómo afectan estos hechos de violencia simbólica y selectiva la construcción del tejido social?, ¿El desarrollo endógeno y capital social oportunidades en este nuevo gobierno? Es tarea del sociólogo desvelar las realidades que se ocultan en nuestras sociedades, por ello es importante analizar la situación a la que han sido expuestos durante siete años consecutivos las 14.329.207 personas que habitan estos seis departamentos en Colombia en los cuales se han desplegados estos dispositivos de necropoder de una manera continua durante siete años.
Partiendo de un momento coyuntural como lo fue la firma del Acuerdo de Paz entre el Estado Colombiano y la guerrilla de las FARC –EP, el 26 de noviembre, con el objetivo de Construir una Paz Estable y Duradera, el cual puso fin a la confrontación armada con este grupo subversivo que llevaba ya más de 60 años. EL ACUERDO FINAL para la TERMINACIÓN DEL CONFLICTO & LA CONSTRUCCIÓN DE UNA PAZ ESTABLE Y DURADERA. Se consolida bajo una agenda de seis puntos los cuales abarcan, 1 Una Reforma Rural integral,2 La Participación política y apertura democrática, 3 Fin del conflicto, 4 Solución al problema de drogas, 5 Acuerdo sobre las víctimas del conflicto: sistema integral de Verdad, Justicia, Reparación y no Repetición; 6 por último la Implementación, verificación y refrendación. Estos puntos marcan la ruta para la construcción de una sociedad justa y democrática que se propone construir una paz estable y duradera. Una oportunidad para construir un mejor país de la mano de este grupo subversivo con el cual el Estado colombiano había fracasado en tres ocasiones su rendición y reincorporación a la vida civil.
Con la firma de este Acuerdo de Paz, se silenciaron aproximadamente 13.000 fusiles y hubo una disminución de enfrentamientos armados y correlativamente disminuyeron las cifras de heridos y muertos por combates armados. Aunque no exista un acuerdo perfecto la firma de este Acuerdo de Paz, en Colombia, marca un momento coyuntural en el país en términos de apertura democrática y la construcción una paz estable y duradera por medio de un Estado garante de la soberanía de sus territorios.
La firma de este acuerdo estuvo marcada por la polarización y la desinformación, en una breve historiografía, existió un primer acuerdo que fue firmado el 26 de noviembre en Cartagena, pero que luego sería sometido a un plebiscito el 2 octubre del mismo año, con una campaña de desinformación y estigmatización basada en un discurso de ideología género sobre algunos puntos del Acuerdo de Paz, ganó el NO con un 62,60%, por lo cual tuvo que ser modificado, la firma oficial se realiza el 24 de noviembre de 2016 en el Teatro Colón de Bogotá. Esguerra C. (2017) por medio de un análisis de discurso analiza como la campaña del NO, estuvo marcada por un discurso de “ideología de género”, una ideología de contrapoder en contienda con la constitución y estructura de la familia y la relación binaria hetero-patriarcal hombre–mujer de una sociedad católica como la colombiana; este discurso creado por la campaña por el NO es un ejemplo de cómo indicara la autora “la “ficcionalización del enemigo” (Mbembe, 2011, 21-24), por ponerlo en términos necropolíticos, y del modo en que la existencia del Otro puede llegar a ser percibida como una amenaza a las vidas “legítimas”.”(p. 4).
La firma del Acuerdo de Paz, logró disminuir las cifras de víctimas que dejaba la confrontación armada con este grupo subversivo, en donde la población civil ha sido históricamente la más afectada y sobre la que recaen los dispositivos de necropoder que buscan regular la vida por medio de la muerte. Un dispositivo de necropoder se refiere “Al poder de dar muerte con tecnologías de explotación y destrucción de cuerpos tales como la masacre, el feminicidio, la ejecución, la esclavitud, el comercio sexual y la desaparición forzada, así como los dispositivos legal administrativos que ordenan y sistematizan los efectos o las causas de las políticas de muerte (Estévez, A.2018.p. 10).
Según Mbembe (2011), una técnica necropolitica es entendida como el poder soberano de dejar vivir o dejar morir a cierta población en determinados territorios; en el caso colombiano según datos de organizaciones no gubernamentales como INDEPAZ, Somos Defensores, los cuales en sus bases de datos e informes indican que desde la firma del Acuerdo de Paz han ocurrido aproximadamente 300 masacres dejando 1,173 víctimas a lo largo de estos siete años, en los que se refiere al asesinato selectivo desde la firma del Acuerdo de Paz han sido asesinados 950 líderes sociales y han sido asesinados 330 firmantes del acuerdo; estos dispositivos de necropoder han ocasionados en estos siete años la perdida 2,453 personas irónicamente desde la firma de un Acuerdo de Paz.
¿Cuáles son los departamentos en Colombia que desde el 2016 al 2022 han mantenido las cifras más altas en ocurrencia de dispositivos necropolíticos como las masacres y el asesinato selectivo? ¿En qué departamentos de Colombia se vulnero más la vida de los líderes sociales y firmantes del Acuerdo de Paz?, para responder estos cuestionamientos y dejar más interrogantes que certezas este artículo se encuentra dividido en tres secciones. En la primera se parte desde un análisis conceptual del territorio como espacio humanizado, sobre el cual se despliega y se reproducen los dispositivos de necropoder, dando origen a territorios en un estado de Excepción constante.
El segundo apartado se exponen los datos que se han recolectado desde el 2016 al 2022 realizando un análisis de las bases de datos e informes de organizaciones no gubernamentales como INDEPAZ, Somos Defensores, para determinar cuáles fueron los departamentos con una mayor tasa de ocurrencia de dispositivos de necropoder como las masacres y el asesinato selectivo de líderes sociales y firmantes del acuerdo de paz en los últimos siete años.
En la tercera sección se busca identificar las oportunidades que emergen en estos territorios que han sido afectados por estos dispositivos necropolíticos, elementos como nuevas visiones de desarrollo, el fortalecimiento del capital social de las diferentes territorialidades y campos de lucha como un elemento fundamental para construcción de tejido social, la implementación de los puntos del Acuerdo de Paz como ruta para la construcción de una Paz estable y duradera. Y el nuevo cambio de gobierno con una política encaminada en la protección de la vida genera grandes expectativas se espera que ahora sean departamentos de la vida llenos de oportunidades y con la esperanza de un mejor mañana para sus habitantes.
Desarrollo:
Territorio como espacio humanizado
El territorio es un concepto teórico y metodológico que ha sido abordado por diferentes ciencias, es por ello que autores como Luis Llanos (Llanos, L. 2010), Ángelo S. y Martinelli (2011) analizan la constitución epistemológica del concepto de territorio. Por su parte Orihuela, M. (2019), analiza siete posibles enfoques desde donde se puede abordar el concepto de territorio, en este artículo el autor analiza la transversalidad del concepto de Territorio en diferentes campos de conocimiento. Esta diversidad de enfoques y definiciones implica que a la hora de dar una definición precisa se complejiza; su transdisciplinariedad ha hecho que este se explique y describa en una apretada síntesis como el desenvolviendo espacial de las relaciones sociales que establecen los seres humanos en los ámbitos cultural, social, político, o económico, haciendo de este un espacio humanizado en un determinado lugar geográfico donde se produce la vida social.
El territorio se nos presenta como un contenedor en el que se desarrolla y se reproduce la vida social en un determinado espacio geográfico; retomando Orihuela M. (2019), plantea que para entender cómo se hace concreto el concepto de territorio se debe iniciar por entender que este está compuesto por cuatro elementos fundamentales interrelaciones entre sí; una matriz biofísica, una o más territorialidades, un sujetos o colectivo y un tiempo-espacio sobre el cual se produce la vida humana. La confluencia de estos elementos hace de este espacio un espacio humanizado, el cual es adaptado y manteniéndose en un estado autopoiético en el que se reproduce la vida social.
Autores como Béatiz Cruz. (2010), Edier Bustos (2015) y Luis Herrera & Lucia Montero (2020), analizan las diferentes territorialidades a las que puede cohabitar un determinado territorio. A su vez Giuseppe, D. & Governa, F. (2005) plantea que las territorialidades no son solamente el resultado del comportamiento humano sobre un territorio, “sino que es el proceso de construcción de tal comportamiento, el conjunto de las prácticas y de los conocimientos de los hombres en relación a la realidad material, la suma de las relaciones mantenidas de un agente con el territorio y con los demás agentes”. (p. 45).
Como indicaría Idrobo (2020) sobre el territorio:
“aunque diversas ciencias, ponen de manifiesto la centralidad ontológica, política y epistémica del territorio, no solo como marco del que emergen nuevas prácticas y consideraciones sobre los problemas socioterritoriales, sino como el espacio donde la vida con-crece (se hace concreta, real) en una constante interrelación de humanos, no humanos y naturaleza.”
Este espacio donde la vida co-crece se hace concreta, donde la superestructura pasa de ser superestructura a ser una estructura estructurante. El territorio cobrará significado en “las prácticas y los sentidos simbólicos que los seres humanos desarrollan en la sociedad en su íntima relación con la naturaleza, algunas de las cuales cambian de manera fugaz, pero otras se conservan adheridas en el tiempo y el espacio de una sociedad”. (Llanos, L. 2010. p. 208).
El territorio es entonces un espacio humanizado donde se producen las sociedades a través de sus prácticas y connotaciones simbólicas que crean un vínculo identitario con este lugar y sobre las cuales se construyen territorialidades; “por el territorio se van a desplazar las acciones de tipo político, social, económico, o cultural, pero estas relaciones reproducen también una condición de apropiación, de dominio, de explotación.” (Llanos, L. 2010. p. 213). Es también este mismo territorio por donde se despliegan dispositivos de necropoder, fundados en un Poder-Saber, que busca controlar la vida por medio de la muerte.
¿Qué es la Necropolítica?
En el caso colombiano, haciendo un símil con la biología la necrosis es la muerte de células o la descomposición de un tejido que compone un órgano, ya sea por una afectación interna o externa, que impide el flujo de sangre hacia la parte afectada provocando una descomposición del tejido; en un análisis contemporáneo podemos pensar que existen territorios en Colombia en los cuales se han desplegados técnicas necropolíticas que están afectando la construcción del tejido social que componen las diferentes territorialidades que cohabitan en un territorio. Las masacres como dispositivo de terror, el asesinato selectivo de líderes sociales y firmantes del Acuerdo de Paz; ha ocasionado una necrosis a nivel territorial es decir un daño a la construcción de tejido social de estos territorios en los últimos siete años.
Haciendo unas breves síntesis sobre el Nacimiento de la biopolítica, Foucault (2010) explica cómo a Finales del siglo XVIII e inicio del XIX, como en las sociedades occidentales emerge un nuevo arte de gobernar, un arte liberal de gobernar que pone su centralidad en la organización y regulación de la vida social, en concreto podemos decir que inicia una politización de diferentes aspectos de la vida humana, esta politización de la vida en términos de biopoder como el conjunto de mecanismos por medio de los cuales aquellos que, en la especie humana, constituyen rasgos biológicos fundamentales podrá ser parte de una política, una estrategia política, una estrategia general de poder, que permita homogeneizar las conductas y regular la vida de las sociedades.
Como indica Antonio Fuentes Diaz (2012) retomando a Foucault (2010) el biopoder emerge por la constitución de un nuevo campo de intervención sobre la población; sobre los que recaen estos dispositivos de biopoder que se constituyen como un Poder-Saber hegemónico, este nuevo arte de gobernar produce la libertad, pero al mismo tiempo crea una serie de mecanismos que tiene una dicotomía entre Producción-Destrucción de la vida (pg. 87). Bajo este análisis dicotómico la biopolítica o bien es positiva o bien resulta negativa, la biopolítica niega la vida o incrementa su desarrollo; la violenta la excluye o la protege y la reproduce; este nuevo biopoder que se concreta en nuevos dispositivos de control y regulación de la vida.
Mbembe (2011), parte de la hipótesis de que la expresión última de la soberanía reside ampliamente en el poder y la capacidad de decidir quién puede vivir y quien debe de morir en un Estado. Autores como Bento, (2018), Estévez A. (2018) indagan por la constitución y puntos de confluencias de los binomios epistemológicos que generan la biopolítica y la necropolítica; la primera en un poder de hacer morir o dejar vivir y la segunda en un poder de hacer vivir o dejar morir. Es importante analizar cómo está posicionada la vida en cada uno de estos binomios.
Para Achille Mbembe La Necropolítica se expresa en “La innovación en las tecnologías del asesinato no solo aspiran a civilizar las formas de matar; sino que tiene como objetivo identificar un gran número de víctimas en un periodo de tiempo relativamente breve” (Mbembe, 2011. pg. 27). Para Villalobos & Ramírez (2019) la necropolítica se refiere:
“…al poder de dar muerte con tecnologías de explotación y destrucción de cuerpos tales como la masacre, el feminicidio, la ejecución, la esclavitud, el comercio sexual y la desaparición forzada, así como los dispositivos legal administrativos que ordenan y sistematizan y naturalizan los efectos y las causas de las políticas de muerte. (Villalobos & Ramírez, 2019. p. 23).
Las necropolíticas son un modo específico de ejercicio del poder gubernamental centrado en la administración de la muerte en determinados territorios bajo dispositivos como las masacres y los asesinatos selectivos, las producciones de estos dispositivos se apoyan en la naturalización y tolerancia de estos hechos, dando como resultado territorios en un estado de excepción constante como forma de gobierno. Estévez (2018.) al analizar a Mbembe sobre la necropolitica, concluye que este concepto surge para analizar la situación de las relaciones de poder en el tercer mundo, donde la violencia criminal y del Estado revelan que el objetivo es la regulación de la vida, por medio de la muerte. Autores como Ávila (2018), Talavera (2015), Preussler y Bermúdez (2018) y Estévez, A. (2020), confluyen en sus análisis en dar un rol importante a esta nueva gubernamentalidad de los Estados modernos en el control y gestión de la vida en determinados territorios. Esta regulación de la vida deja a los habitantes de estos territorios indefensos llevando una vida desnuda, en términos de Agamben & Rodríguez (2017).
Cómo se reproducen estas medidas de necropoder en los territorios
En concordancia como los autores citados y Mbembe, existan zonas dentro del Estado Nación que se encuentran en un Estado de Excepción; en concordancia con las fuentes no es necesario que se declare un estado de exención para que se desplieguen sobre estos depósitos de necropoder de una manera constante. Son estas zonas donde la muerte es la que reina por medio de dispositivos de necropoder; a estas mal llamadas rojas, autores como Bento (2017) se refieren a Zonas de Desechabilidad, por su parte Estévez, (2018) Bolsones de Pobreza, en las que por medio del abandono e inseguridad se permite la reproducción de diferentes mecanismos de necropoder.
Por su parte Blanco Zúñiga, A., & Arrieta Palis, J. (2019), entienden que a partir de la presencia diferenciada del Estado se producen estas zonas del horror que el caso Colombia son los departamentos que durante los últimos siete años han tenido una mayor tasa de ocurrencia de dispositivos de necropoder como las masacres y el asesinato selectivo. De acuerdo a lo planteado por Duque J. (2014) las crisis profundas que atraviesan algunos Estados se basan en tres dimensiones:
La primera de ella es cuando el Estado como el conjunto de burocracias no es capaces de cumplir sus funciones de manera eficiente, la segunda que las leyes no son efectivas, lo que hace referencia a la incapacidad del Estado para hacer valer las leyes en cada lugar de su espacio territorial y por último en los debates de cuál es el deber ser de las pretensiones de los organismos estatales, orientadas normalmente en algún concepto de bien público. Esto trae consigo una diferenciación en el relacionamiento entre individuos, en la medida que hay una presencia diferenciada del Estado que no se garantiza un acceso a la justicia, además de la configuración de actores que hagan el papel de para Estados en las zonas periféricas donde no existe la institucionalidad, lo que trae consigo una incapacidad de participación ciudadana, por ende, un proceso de exclusión e inequidad en el acceso al sistema político, negando la pluralidad de un Estado democrático.
La presencia diferenciada del Estado da como resultado la existencia de regímenes subancioanales no democráticos, autores como Giraudy (2011) y Pino (2018; 2017), analizan como en el plano subnacional existen territorios menos democráticos o en términos de los autores regímenes subnacionales no democráticos (RSND), en los que, por dinámicas como la ausencia institucional, y la coalescencia de fenómenos como las masacres, el asesinato selectivo, el narcotráfico, la minería ilegal. En estos territorios emergen dispositivos de control territorial como los Gobiernos Privados Indirectos, tal como lo resalta Mbembe (2011)., estas estructuras de control se forjan en territorios donde confluyen fenómenos como el narcotráfico, la minería ilegal entre otras formas de violencia estructural, la emergencia de estas estructuras de control social deriva en lo que autores como Gamba (2013) y Gibson E. (2006) denominan autoritarismos subnacionales y democracias restringidas.
La coalescencia de fenómenos que derivan de la presencia diferenciada del Estado, como los son gobiernos privados indirectos, como una nueva forma de estructuración de control territorial convirtiendo territorios en regímenes subnacionales no democráticos, las masacres, el asesinato selectivo, son dispositivos de necropoder que se han venido desplegando en Colombia de una manera continua sobre los mismos territorios durante siete años consecutivos, ¿al caso fue una política de muerte?
ENCUADRE METODOLÓGICO
Este análisis parte de un momento coyuntural en Colombia como lo fue la firma del Acuerdo de Paz en el 2016, para el análisis territorial de los departamentos en Colombia con una mayor tasa de ocurrencia de dispositivos de necropoder como las masacres y el asesinato selectivo de líderes sociales y firmantes del acuerdo de paz desde el 2016 al 2022. Se realiza una recolección y cuantificación de la ocurrencia de estos dispositivos de necropoder en Colombia desde el 2016 al 2022. Para obtención de los datos se recurre a fuentes secundarias como las bases de datos e informes de organizaciones no gubernamentales como IDEPAZ y Somos Defensores, dado que en la actualidad a nivel institucional no se cuenta con una base de datos que reflejen la realidad de estos hechos, por el contrario, en informes institucionales se hace uso de los datos de estas organizaciones, que se nutren de las diferentes organizaciones sindicales y comunales que habitan estos territorios.
Las masacres como dispositivos de terror que busca enviar un mensaje de sumisión generalizada a nivel local, donde el terror y el miedo quedan insertados en la memoria del tejido social de las diferentes territorialidades que habitan estos territorios. El asesinato selectivo como dispositivo de necropoder, en el cual bajo un seguimiento y calculo racional de la cotidianidad de la vida de la futura víctima, esta es ejecutada en el transcurrir de su cotidianidad este dispositivo de necropoder recaen sobre los líderes sociales y firmantes del acuerdo de paz, las coalescencias de estos dispositivos generan una afectación directa del tejido social de estos territorios.
Para la cuantificación de la ocurrencia de estos dispositivos de necropoder que se han desplegado con una mayor frecuencia sobre seis departamentos durante siete años consecutivos en Colombia. Este se realiza en dos momentos, el primero con una revisión de los informes anuales de Somos Defensores desde el 2016 al 2019, de los cuales se sustraen los datos de los primeros cuatro años en relación a los dispositivos de necropoder ya nombrados, junto a los departamentos con una mayor tasa de ocurrencia; en un segundo momento se realiza un análisis de las bases de datos de INDEPAZ, desde el 2020 al 2022, y sustraen los mismo datos, para luego consolidar un registro histórico de estos tres dispositivos de necropoder.
A partir de la consolidación y sistematización de estos datos en una matriz general estructurada por los departamentos con el mayor número de ocurrencia de dispositivos de necropoder y la cual se pretende seguir alimentos con el análisis de más dispositivos de necropoder, se construye la siguiente tabla que consolida y expone la situación a la que han sido expuestos estos departamentos durante siete años consecutivos dejando una triste cifra de 1.610 víctimas y el deterioro del tejido social que se produce en estos territorios a consecuencia del despliegue de estos dispositivos de necropoder irónicamente después de la firma del Acuerdo de Paz.
De acuerdo a la siguiente tabla, los departamentos con una mayor tasa de ocurrencia de dispositivos de necropoder como las masacres y el asesinato selectivo de líderes sociales y firmantes del acuerdo de Paz, en Colombia desde el 2016 al 2022:
Fuente: Elaboración Propia con datos de organizaciones como IDEPAZ (2022), Somos Defensores.
Oportunidades y Desarrollo del capital social de los territorios
No hay que desligar lo micro de lo macro la política nacional con la geopolítica en nuestros análisis, en la actualidad varios sistemas políticos de América Latina están transitando por caminos trazados por gobiernos de izquierda progresista. Y Colombia no es la excepción, con una histórica votación por primera vez en este sistema político es elegido un gobierno progresista. Con este nuevo gobierno el cual está comprometido con el cuidado y la protección de la vida como el mayor baluarte que puede tener un Estado Moderno el cual es un sano y óptimo capital social que se compone de las múltiple territoriales que cohabitan su territorio del cual se supone es soberano, la implementación de los seis puntos del Acuerdo de Paz hacen pensar que el panorama va a ser diferentes durante los próximos cuatro años a nivel persona esperamos que estos territorios sean ahora territorios de la vida y no de la muerte.
La implementación de los seis puntos del Acuerdo de Paz como una hoja de ruta para la construcción de una sociedad justa y democrática, y el rol que adquieren los firmantes para lograr su implementación es de vital importancia para la consolidación de un Estado social de derecho en Colombia representado en forma de República unitaria, descentralizada, democrática participativa y pluralista fundada en el respeto de la dignidad humana. El capital social expresado en el poder de agencia de los diferentes campos de liderazgo social que existen en Colombia son también una oportunidad para el fortalecimiento de una manera rizomática del tejido social, ya que son los representantes de las comunidades y grupos que han sido históricamente vulnerados en Colombia.
A partir de la diversidad de fauna y flora y las múltiples territorialidades que componen el territorio de un Estado pluricultural, como el colombiano, son también ejes de transformación y resistencia local desde nuevas visiones de desarrollo que busquen la reivindicación de los territorios y las víctimas, dotar a la matriz biofísica de derechos, desde campo del liderazgo ambiental es un ejemplo de las oportunidades de transformación local desde el liderazgo, pues como hemos argumentado es el territorio sobre el cual se despliegan estos dispositivos necropoder y la disputa por el control de sus recursos y su extracción han transforma de manera negativa la matriz biofísica y a sus habitantes.
Conclusiones:
Conclusiones y asunto pendientes
A modo de conclusión se reafirma que en la actualidad la presencia diferencia del Estado ha derivado en la existencia de territorios que se encuentran en un estado de excepción, ya que sobre estos se despliegan dispositivos de necropoder que busca el control de la vida por medio de la muerte. En Colombia la confluencia de estos dispositivos de necropoder, volviendo al símil la necrosis estas afectaciones se dan a nivel territorial, es decir dispositivos de necropoder destinados a subyugar y eliminar las diferentes territorialidades que habitan los territorios, en los que el Estado ha forjado las condiciones perfectas para que emerjan estructuras criminales de control social a nivel territorial que junto al Estado y quizás de manera articulada han sometido a los habitantes de estos territorios a estos dispositivos de necropoder.
Como segunda conclusión se busca reconocer la importancia que adquiere el capital social de estos territorios y su compromiso con la construcción de Paz y el establecimiento de una sociedad justa y democrática, ya que aún con el horror de estos dispositivos en estos territorios emergen resistencias que buscan y continúa luchando de una manera resiliente, pero la reivindicación de los derechos de sus comunidades, como es el caso de los diferentes campos de liderazgo social como desde el liderazgo comunitario, ambiental, de víctimas entre otras campos de luchas que han forjado estas comunidades vulneradas históricamente.
Más que asuntos pendientes, podrían llegar a ser futuras investigación las cuales proponemos: operacionalizar los conceptos de Necropolítica, justicia socio ambiental y violencia de género, como un triada en la cual se podrían hallar cuestiones muy interesantes en términos de necropoder y otros tipos de violencia tales como racial, de género y ambiental. Una segunda línea de análisis puede llegar a ser, cómo el discurso de desarrollo da apertura para el ingreso de las industrias extractivas en los territorios con la promesa de generación de empleos e ingresos y mejoramiento de la calidad de vida de las comunidades. Este tipo de proyectos han ocasionado presiones por actores paraestatales que han configurado el fenómeno de amenaza, desplazamiento y muerte de los líderes comunales, para la consolidación de los intereses económicos de esta industria, subsumiendo las vidas que habitan estos territorios al poder del capital.
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Palabras clave:
Territorio, Necropoder, Masacres, Asesinato selectivo.
Resumen de la Ponencia:
El tema es el autoritarismo y sus derivaciones en América Latina: de la represión a la dominación simbólica en los discursos sobre seguridad y violencia, en la era de las conflictividades. Intentaremos reconstruir sociológicamente los pasos que dan cuenta del fenómeno de la violencia y del crimen, abordando especialmente las configuraciones culturales de la violencia y del conflicto social y político. A partir del estudio de diversos gobiernos que han seguido el modelo del desarrollo incluyente en América Latina, delineamos y debatimos lo que, a nuestro entender, configuran las paradojas de la seguridad ciudadana. Concretamente, abordamos los casos de Argentina, Brasil, México y Uruguay Observamos que la consolidación de una autoridad restrictiva y represiva ha sido una constante del ejercicio del poder penal y policial en Latinoamérica. Asimismo, no podemos dejar de lado otras expresiones de violencia que emergen de formas de dominación simbólica o mediática. Autoritarismos arbitrarios, que se instauran como expresiones legítimas de acción social, en las cuales se gestan ámbitos de animadversión social que terminan legitimando el status-quo de una institucionalidad gubernamental conservadora y represiva. La experiencia de investigación del equipo de trabajo nos ha permitido identificar y afirmar la existencia de una paradoja entre políticas de desarrollo social incluyentes y políticas de seguridad con orientación represiva, aún en gobiernos de signo progresista. Esta constatación se hizo deconstruyendo los distintos significados de la noción de seguridad de la cual partimos Por lo demás, ante el fenómeno de los desaparecidos y el feminicidio, en México, Argentina, Brasil, Uruguay, crece la inquietud acerca de las prácticas de necro-política. Hay un pensamiento de orientación punitiva y conservadora que acentuó las tendencias a la criminalización y recrudecimiento del castigo de los más vulnerables ante la ley. En esta investigación damos cuenta del impacto de estos discursos en los medios de comunicación, observando las diferencias que constituyen las dos esferas de este vínculo. Para hacer la consulta a los editoriales definimos palabras-claves: Criminalidad, Democracia, Derechos humanos, Desaparecidos, Feminicidio, Inseguridad, Justicia, Juventud, Policía, Seguridad, Violencia, Impunidad, Delincuente e Inseguridad. Demostramos por un lado la faceta de esta relación en que la misma puede manifestarse como un interés consistente entre la naturaleza del tipo de gobierno de centro izquierda, articulando expresiones populares, demandas sociales y movilizaciones populistas de la seguridad en tanto caudal electoral y ello muy especialmente en lo que hace a la atención de las demandas de los sectores de clase media. Sin embargo, es posible observar la presencia de programas y políticas que terminan formulando una alternativa teórica y un ejercicio de democracia radical en el campo de la seguridad ciudadana en América Latina.Resumen de la Ponencia:
Uno de los principales problemas que ha afectado a América Latina y que en la actualidad ha ido en aumento es la seguridad pública. La confianza en las instituciones políticas se ha ido perdiendo en la región, la policía no es la excepción. A eso se suma el hecho de que varias organizaciones policiacas enfrentan problemas de corrupción, baja profesionalización, insuficiencia de elementos, acusaciones de violaciones a los derechos humanos, mal equipamiento, etc. Uno de los grandes debates que hoy se discuten en los foros internacionales son las reformas a las policías a nivel internacional.La importancia de una reforma en la policía, radica también en que es una de las instituciones más próxima a los ciudadanos en cuanto a seguridad se refiere, al ser la responsable del orden público. Además de los paradigmas teóricos de la policías: modelo francés y modelo anglosajón, centralizado o descentralizado existen en la práctica policías que han servido de modelos a los países de América Latina, por ejemplo, Carbinieri di Italia, la Guardia Civil Española o la Gendarmería Francesa.En el siglo XX aparecen varios movimientos reformistas respecto a las policías, sus estrategias, estructuras y funciones. En esta investigación hablaremos de las reformas a Carabineros de Chile y a la Guardia Nacional en México.Las revoluciones liberales impulsaron el cambio de policías represoras, como se les identificaba a todas aquellas que servían al antiguo régimen, por policías de corte más democrático que respetaran los derechos que enarbolaron las luchas revolucionarias generando cambios importantes. Uno de los logros más importantes de las revoluciones liberales fue crear separar las policía de los ejércitos para poder garantizar el respeto a los derechos de los ciudadanos.En los años recientes América Latina se ha enfrentado a una serie de estallidos sociales que han cuestionado los protocolos de uso de la fuerza de las policías y están exigiendo una. redefinición de modelos.En el caso de Chile y de Colombia sus policías ante los movimientos sociales han abusado de la fuerza y han sido cuestionados por los organismos internacionales por la violación a los derechos humanos cometidas por sus policías.Otro factor que ha impulsado la discusión sobre la necesidad de una reforma policíaca es el incremento del crimen organizado, en este caso tenemos el ejemplo de México. Este país ha tenido que utilizar al ejército para combatir al narcotráfico.Resumen de la Ponencia:
A palavra do policial, tanto civil quanto militar, possui um peso significativo no decorrer do processo penal brasileiro, influenciando a definição da sentença pelo juiz (JESUS, 2016; 2020). Seja através da conclusão retirada no inquérito policial (SILVA, 2014; OLIVEIRA, 2016; NICODEMOS, 2017), ou através dos depoimentos policiais durante o processo penal (JESUS, 2016; 2020), a verdade policial e a crença na boa-fé do funcionário público são determinantes na decisão judicial. Há uma dinâmica de poder em voga pela qual a palavra do policial é dada como verdade (FOUCAULT, 2013) enquanto outros interlocutores, como testemunhas e acusados, não possuem a mesma credibilidade. Em casos de denúncia de tortura dos policiais por parte dos acusados, a palavra do policial possui maior relevância do que a própria denúncia dos acusados, de modo que diversos atos de violência policial descabida podem ser ignorados (JESUS, 2020). Pensando no papel do policial civil investigador e delegado, e na dinâmica de poderes que envolve o discurso policial, essa pesquisa se debruça no entendimento dos saberes e discursos policiais e na dinâmica de poder que isto envolve, como também nas consequências de tal feito. Tendo como referencial teórico os estudos de Foucault sobre saberes e discursos, a presente pesquisa tem como objetivo analisar os estudos já existentes sobre discurso e saber policial. Através desta revisão bibliográfica crítica será possível verificar o estado da arte do tema na sociologia brasileira e, em um desenvolvimento posterior da pesquisa, analisar discursos de policiais civis da cidade de São Paulo. O objeto a ser, posteriormente, investigado no discurso policial é a presença da raça. Seguindo a linha foucaultina de estudos de discursos (FOUCAULT, 2020), compreendendo seu estudo como também o estudo das condições sociais em que está inserido, a análise dos discursos de policiais civis da cidade de São Paulo acerca da raça pode nos oferecer um panorama maior sobre os conflitos e a realidade existente dessa profissão em um contexto brasileiro de racismo latente. A relação entre polícia e racismo é mais investigada com enfoque na polícia militar que realiza o policiamento ostensivo e por isso está mais envolvida nos casos de violência e mortes de civis (SINHORETTO et.al, 2014; SCHLITTLER, 2016). Todavia, é de suma importância o entendimento da relação do racismo com a polícia civil, visto que o produto de seu trabalho possui sumária importância na decisão judicial. Há alguns trabalhos nesta direção, apontando para o trabalho do policial civil e conflitos étnicos-raciais e a intenção dessa pesquisa é realizar essa investigação através dos discursos de policiais civis da cidade de São Paulo (MEDEIROS, 2017).Resumen de la Ponencia:
El conflicto armado en Colombia es una problemática que ha afectado a los diferentes territorios del país. En consecuencia, los Grupos Armados y Organizados Al Margen de la Ley y la Fuerza Pública han desembocado en un fenómeno denominado configuración territorial. Este fenómeno establece la incidencia de los distintos actores que conviven en un mismo territorio a partir de sus dinámicas de poder. Especialmente Tumaco[VE1] ha representado la fuente de financiación para guerrillas y paramilitares a través de la siembra de cultivos ilícitos, la explotación de recursos naturales a gran escala, entre otras actividades ilegales. Sumado a esto, al ser el segundo puerto marítimo más importante se convirtió en un lugar estratégico para actividades como las mencionadas anteriormente. Para el años 2002-2006 el conflicto armado se intensificó en este territorio debido a la implementación de la política de Seguridad Democrática, estructurada por Álvaro Uribe Vélez, quien en ese momento se desempeñó como presidente del país. Por lo tanto, esto significó un cambio radical en las dinámicas que desarrollaban las comunidades negras en su territorio hasta tal punto de ser desplazadas. Por lo anterior, la presente investigación tiene como propósito analizar la configuración territorial en el municipio del Tumaco-Nariño como consecuencia del conflicto armado entre los años 2002-2006. Específicamente desde el accionar de las Comunidades Negras y las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Para su desarrollo se utilizó el paradigma cualitativo. En cuanto al enfoque y método se utilizó el hermenéutico. Finalmente, como técnica de recolección de información se utilizó el análisis documental a partir del periódico el Diario del Sur, de circulación regional y la Revista Noche y Niebla, de circulación nacional. El propósito de escoger estas fuentes surge de la necesidad de darle voz a aquellas organizaciones sociales no gubernamentales que sistematizaron diferentes hechos de violencia y que fueron exiliadas, amenazadas y silenciadas. Palabras clave: Colombia, configuración territorial, conflicto armado, territorio.Resumen de la Ponencia:
O objetivo desta comunicação é apresentar e discutir o ponto de vista de policiais militares do Rio de Janeiro sobre um sistema de rotulações que possibilita acionar uma distribuição seletiva de vigilância e punição sobre os sujeitos e seus espaços de permanência e circulação pela cidade. Trata-se de um desdobramento da pesquisa em andamento que analisa aspectos da construção social da categoria “envolvido-com” o crime. Examina-se, por um lado, a cartografia que orienta os fazeres policiais nos chamados territórios instáveis, expostos as disputas entre domínios armados e destes com a polícia, explorando as táticas discursivas e as manobras de sentido nas narrativas policiais sobre os significados do envolvimento com o crime. Por outro, a produção destas formas de policiamento como o modo de governo da esquina no qual o policial, o streetcorner politician, conjuga a seletividade da escolha de seu campo de vigilância com a prática de desigualar desiguais. Tem-se, com isso, um modo de policiar que se abre a autonomização e apropriação pessoalizada do “poder de polícia” e que se traduz na constituição de um tipo de governança policial que controla para saber e sabe para negociar no mercado ilícito. Evidencia-se um modo de governar pessoas, territórios, seus bens e suas interações que produz e faz uso de alfândegas itinerantes. Estas formas de policiar estimulam a emergência de governos autônomos, um tipo de perversão da polícia (pública e estatal) DE (afirmação do) BEM em um polícia (particular e miliciana) DOS (negócios que exploram) BENS nos territórios populares. Nesse contexto, o policial se torna uma empresa de si, ao operar como regulador das atividades legais e ilegais, formais e informais, legitimas e ilegítimas em espaços periféricos. Dentro dessa lógica, o (des)envolver-se policial implica uma delicada gestão como agente de regulação, seja quando resiste às oportunidades no mercado ilegal, seja quando “milicia” fazendo parte ou montando sua própria concessionária de prestação ilegal e informal de serviços essenciais. Implica em caminhar na corda bamba da convivência, conveniência e conivência com lado criminoso e bandido da vida. Basta estar do lado de favelado, passar perto da boca para ser visto como funcionário, sócio ou até mesmo patrão no mercado de ilícitos. Para problematizar os significados e sentidos contidos nos discursos policiais, adotou-se o referencial da antropologia cultural. Foram realizadas entrevistas com 15 policiais militares de ambos os sexos e dois grupos focais, ao longo dos anos 2017/19 e, ainda, conversas por meio das redes sociais e de chamadas de vídeo durante 2020 e 2021. O acesso aos participantes foi possível graças a pesquisas anteriores desenvolvidas há mais de vinte anos por uma das autoras deste artigo e, ainda, o diálogo com os policiais alunos do Bacharelado de segurança pública da Universidade Federal Fluminense/Brasil
Introducción:
Falar de polícia é falar do exercício de governo estatal ou não, público ou privado, legal ou ilegal, de fluxos de pessoas, bens e serviços. É situar uma expressão de governo itinerante e pervasiva, distribuído nas entradas, encruzilhadas e saídas dos grupos sociais. Um dispositivo móvel de gestão para produzir controles também móveis sobre as temporalidades e as territorialidades dos sujeitos. Um meio potencial e concreto de força para afirmar as distintas formas de cidadania e os contornos, inclusivos ou não, do status quo do pacto político-legal.
O artigo situa a filosofia das correições, a sociologia da decepção e a criminologia da desconfiança policiais e suas afetações na rotina policial militar. Registram-se suas performances no espaço público cujo propósito seria o de restaurar a ordem moral dos moradores dos territórios e áreas conflagradas. Ilustram uma saga de Sísifo para salvar, na medida do possível, alguns de seu próprio destino de ser “envolvido” nas malhas da perdição. Explicita-se a construção da autoridade heroica, destinada a ganhar a vida na hora da morte. A lutar contra o perigo virtual e constante de inimigos da boa ordem e da cidadania sacrificial. Enfatiza-se a visão paradoxal e desencantada dos sujeitos-homens-policiais que se dedicam a expressar seu pessimismo melancólico do policiar com poucas oportunidades de glória. A disputa de moralidades distintas, analisadas no decorrer do texto, inclui a narrativa da defesa de princípios morais que consideram violados por aqueles que fazem por merecer o rótulo de bandido ou criminosos.
Para compreender o pensar policial e os padrões atuais de policiamento, desenvolvemos uma moldura teórica na qual tem especial relevância o sintagma “envolvido-com-o-crime” mobilizado como uma forma de rotulação, vigilância e controle sobre e entre os grupos sociais, em especial àqueles subalternizados (Cecchetto, Muniz e Monteiro, 2018).
A pesquisa com policiais está em curso desde 2017. Ocorreu em favelas do Rio de Janeiro. Realizamos conversas informais, entrevistas e grupos focais com praças da PM e guardas municipais de sexo, gênero e cores diversos. Ressalte-se a presença mais expressiva de homens entre os entrevistados que, dada a clivagem institucional de gênero, tem a hegemonia nas atividades de policiamento[1].
O trabalho de campo seguiu a errática própria do mundo citadino policial até na sua folga. O acesso aos policiais se fez nos meios dos seus caminhos, entre deslocamentos intermitentes na região metropolitana. Uma metodologia em flashes do real, propositalmente à deriva e atravessado por interrupções sucessivas por conta da pandemia da COVID.
[1] Apesar da crescente presença das mulheres na patrulha ostensiva, parte expressiva das PMFEM está nas atividades internas da PM.
Desarrollo:
Filosofia correcional, sociologia da decepção e criminologia policial.
Policiar é um modo itinerante de conhecer para controlar. Um modo ambulante de classificar para rotular os sujeitos e seus mundos. Um modo andarilho de produzir obediências às regras de um jogo social com qualquer cidadania. Um modo volante de distribuição de coerções, com recurso potencial e concreto de força, para sustentar o status quo. Um dispositivo móvel de vigília e de regulação sobre uma realidade dinâmica, em movimento: a cidade, seus fluxos de ideias, memórias, imagens, pessoas, reputações, serviços, coisas e mercadorias. Uma tecnologia de governo à distância e em escala sobre deslocamentos de populações diversas em territórios distintos.
Policiar é conservar o “estado das coisas dentro da normalidade”. É transitar pelos locais para “manter a ordem” de cima sobre as ordens plurais de dentro e ao lado dos grupos sociais. É circular entre os sujeitos para contê-los em seus “devidos lugares” físicos, sociais e simbólicos. Acredita-se que “cada sociedade tem a polícia que merece”. Credita-se à polícia a sociedade que ela fez por merecer.
Os periféricos fardados e “paisanos” do pó da periferia vieram e para os lados contrários e em confronto por lá merecem voltar. Espera-se que o “policia” e o “favelado”, vindos de baixo e de longe, devam, como entregadores de serviços, pegar só a poeira das ruas da Zona Sul no seu trabalho de delivery. A ordem do dia para os PM é circular para manter a paz do lado cosmopolita do Rio. A ordem dos PM para os outros periféricos é circular só quando cumprem tarefas. Nem polícia, nem favelado devem ali “ficar de bobeira” depois do serviço feito.
Um cara na esquina, duas da manhã, olhando de um lado pro outro: filho, ele tá de sacanagem, ele tá envolvido com o tráfico. (Cabo PM).
Policiar para os praças vai do aquém ao além da lei para garantir “cobertura ostensiva” sobre o que acreditam ser a “moral da sociedade”, patrulhando o cumprimento dos seus “bons costumes”. É exercer governo, ao seu modo e segundo suas regras particulares, nos territórios populares sob arrendamento dos domínios armados e onde o “Estado não vai”.
O lema “servir e proteger”, bradado pelos “bravos guerreiros” é um fardo, uma “obrigação do ofício” superior ao dever profissional. Uma missão vivida como sina, uma vocação predestinada a perseguir um ideal “que nem todos podem entender na luta contra o mal”[1].
Vai lá, pega os seus melhores homens, homens de confiança, homens de combate, e vá preparado pra trocar tiro’. (G.F. Praças[2])
Cápsulas pelo caminho, marcas de tiro nas paredes, manchas escuras no chão formam os rastros de combates na favela. Como não ver? Projeteis, buracos de bala, sangue e combustível retratam indícios de confrontos em “áreas conflagradas” pela polícia ou com sua participação. Como antever? A produção da insegurança como projeto de poder, isto é, do regime do medo em suas práticas de exceção, fazem dos executores da política do “tiro, porrada e bomba” reféns do medo que disseminam, vítimas dos combates que travam e estrangeiros em seu próprio território de atuação (Muniz e Cecchetto, 2021).
Pelo acionamento da narrativa do medo que estrutura o campo discursivo da segurança no Rio de Janeiro, revalida-se uma procuração em aberto para policiar, abrindo uma exceção a mais na exigência democrática de limitação, especialização, desconcentração, descentralização e pluralização do poder de polícia. Experimentam a insegurança nas “áreas de risco”[3] por eles também fabricadas, seus front diários de batalha. Tornam-se, especialmente nas “comunidades carentes”, mas fartas de operação policial, zumbis-de-patrulhamento a vagarem sem alvos definidos e sob a mira dos olhares indistintos por detrás das portas que descem, das janelas que batem, dos portões que cerram à sua progressão pelos “territórios instáveis”, hostis à sua presença, e formas de ação.
O suplício que fortalece as fortes emoções e o sacrifício que revigora a razão missionária são dramatizados pelos PM por meio de provérbios edificantes que colocam a régua do destemor e da superação no alto, por sobre eles e acima do resto de nós, os ricos e pobres mortais policiados. Assim se pode suportar as suas vivências cruas de uma realidade que se revela cruel. “Vencedores vencem as dores” do ofício de salvar de si mesmos os desenganados, irrecuperáveis e perdidos na vida social. Não se faz por menos. O preço a ser pago é salgado: a vida eliminável de matáveis, a “vida perdida do inocente”, a “vida honrosa de um combatente”. Guerreiros sentem medo, mas se forjam como combatentes nas batalhas porque seguem adiante apoiando-se na máxima moral de que “a coragem não é a ausência de medo, é agir apesar do medo”.
No Rio dos PM, tantos são os medos de quem “dá medo” e faz deste a base temerosa de sua autoridade, a fonte do respeito temerário. Medo da “judiação” de dentro do sistema, do Estado nas suas manobras burocráticas para fazer covardias com o “desvalorizado servidor militar”.
Os praças PM acreditam que são injustiçados porque “fazem justiça” certa mesmo que com ações erradas, um sentenciamento certeiro feito por decisões tortuosas. Acreditam-se em prontidão para se defenderem da reputação enxovalhada de uma corporação incompreendida pela sua atuação em defesa da sociedade.
O dever-ser-heroico dos PM, sintetiza sua filosofia moral aprendida nas ruas, as “escolas da vida”. De sua visão de mundo emerge uma filosofia desencantada com os seres humanos que, mesmo falhando como “humanos direitos”, insistiriam em “manter o privilégio de ter direito aos direitos humanos”.
A filosofia moral dos PM prescreve as bases de um dever-saber-policial consolidado em uma sociologia da decepção com “esta sociedade que está aí”. Seu mito de origem habita o senso comum popular-policial e atravessa as visões conservadoras das camadas médias e das elites: “Portugal mandou a escória de prostitutas, assassinos e ladrões, e estes degenerados se misturaram com índios lascivos e africanos libidinosos para povoarem o Brasil”, sentencia o discurso da lei e da ordem. Esta origem colonial justifica seguirmos desiguais e disciplinados por controles tutelares exercidos por autoridades firmes e fortes, acima de nós e com “carta branca para agir”.
A sociológica policial instrumentaliza uma criminologia persecutória e corretora dos envolvimentos com o crime. Ela preconiza que se é da essência da alma humana “mentir e esconder algo da polícia”, há que confiar nas impressões das aparências e seus jogos de raça, gênero, orientação sexual, classe social, moradia, consumo etc.
Compleição física, roupa que está vestindo, cor de pele – a verdade é essa. Existe um estigma proposital na nossa classe. Aprendi com o mais antigo e passo pro mais moderno”. (G.F. Praças)
Há uma geografia de prestígio estruturado pela hierarquia que opõe bairros da zona sul e da zona norte no Rio de Janeiro[4]. Esse mapa de distinção de lugares e de “gente distinta” é um sensor classificatório que orienta as práticas dos PM nas ruas. Serve como um GPS moral do que se deve e se pode fazer em cada local e com cada sujeito, intuindo a “condição econômica” e a “colocação do indivíduo” no mercado de capitais social, político e cultural:
Na favela não tem capital simbólico. Na Zona. Sul tem que ter cuidado. Se houver o conflito que há na favela você tem que dar o tratamento legal. (Cabo PM)
Não há viagem classificatória perdida. A polícia sempre acha o que procura porque é ela que, ali nas esquinas-da-vida-cotidiana, controla categorizando os sujeitos sociais: “envolvido”, “mulher de bandido”, “semente do mal”, “paisano”, “Mike”[5]. Colisões tensas e até violentas que são carregadas de estigmas, dogmas, preconceitos que categorizam territórios, personagens e vinculações e que circulam na corporação, do alto ao baixo.
Tem-se um saber-fazer-presentista que constrói um tutorial sobre como identificar os envolvidos e seus graus de envolvimento distinguindo, no vivido imediato dos acontecimentos, os diversos tons de preto, os distintos tons de pobre, os variados tons de adequação ao padrão socioeconômico esperado. Ter do bom e do melhor dentro casa e jogar no corpo algum material de primeira estão fora do padrão desejado para o morador de favela e, por extensão metonímica, para os demais periféricos como os próprios policiais. Seu consumo deve atender as necessidades básicas de um estado disciplinar de sobrevivência para manter um estado conformado de sujeição. Consumo restrito ao indispensável corresponde a um acesso limitado aos bens de distinção e aos jogos de aparência que possibilitam mobilidades para dentro e no além do mundo da favela, deslocamentos entre estilos de vida. Estes se abrem para novos sentidos de pertencimento a outras realidades sociais e econômicas. Os modos do morador dos espaços populares deveriam reproduzir o mundo do pobre-esforçado que “luta muito para ter as coisas direito”. Mas as suas modas ambicionam mais que a linha branca de eletrodomésticos: vai-se de consumidor a cidadão que também paga seus impostos na cidade commodity (Harvey, 2014), das mercadorias políticas de Misse (2014) e dos impostos informais dos domínios armados de Muniz e Proença Jr (2007).
Seus modos e modas soam como uma ostentação provocativa que afronta as cercas do status quo mantidas pelos policiais em cada localidade. Elevados ao exagero, os espaços populares têm no dispêndio “acima da sua condição” com gestos, falas, trejeitos e objetos a exuberância de sua parte maldita (Bataille, 2013). A despesa “acima das posses”, é o lugar de subversão da ordem econômica excludente para ter as coisas e experimentar o conforto e a mobilidade da gente de bens no isolamento social, sem sair da favela, e no confinamento presentista, frente a escassez do amanhã. Dádiva é dívida, dívida é crédito, crédito é contrato (Graeber, 2016).
Policiar os perigos e incertezas, exige sagacidade para captar os detalhes, habilidade descrita como o feeling policial: “bater o olho e sentir algo suspeito”.
Se tu entras em uma casa e na cozinha tem ar-condicionado grande chance, 95%, dessa casa de ser de um vagabundo.. (G.F. Praças)
As construções narrativas de casos, pessoas, lugares, objetos e fenômenos são vinculadas a uma cronologia representada como plausível que fornece as minúcias sobre o que está acontecendo e um grau de explicação sobre o seus porque. Faz-se render a naturalização da hierarquia e a desigualdade social.
Tem-se um manual classificatório policial saído do acervo popular de receituários informais partilhados entre os sujeitos precarizados que vivem em “áreas deterioradas”, alvos privilegiados da vigilância policial. Isto se agrava quando a polícia, a política em armas, se torna armas da política da guerra contra o inimigo interno.
O saber-ser-filosófico, o dever-saber-sociológico e o saber-fazer-criminológico dos PM se articulam ungidos pela luta sagrada e fatalista contra o mal em seus modos de contágio do espírito pela política, lugar de privação da verdade, e de sedução da carne pelo mercado, lugar de provação das virtudes (Muniz,1999). Dos males da corrosão moral da sociedade, a paz do arrego é ponderada como um mal menor que produz o bem para o morador de favela e uns bens para certos policiais como uma contraprestação pela manutenção criminosa da ordem local. A rigidez draconiana da classificação e julgamento dos envolvimentos favelados tem como contraface um relativismo-total-flex apoiado numa moral contábil e numa ética utilitária sobre o envolvimento policiais.
Não vai morrer criança, não vai morrer polícia, não vai morrer morador”. “Eu tô falando de ajustes locais, imediatos, a ponta da linha, os ajustes imediatos. Tem que dar conta disso agora, tá cheio de criança, festa agora, natal. Vai ter troca de tiros, a bala vai voar, vai morrer velhinha, vai morrer criança. Vai ter paz no arrego? Então pega o arrego (Tenente PM)
Sorria ninguém precisa morrer! O negócio da polícia é negociar, administrar conflitos para sustentar a ordem da ocasião, interpretando a lei em benefício da sua manutenção provisória até o próximo conflito, provocado, espontâneo ou latente. Isto consiste em conciliar, a cada ocorrência, o mundo da lei com as leis dos mundos do asfalto, da favela. Isto corresponde a contornar, atravessar ou rasgar as normas legais para poder cumpri-las fazendo valer as regras locais do jogo. Esta é a virtude de quem está na fronteira entre realidades sociais. Esta é a fortuna de quem escolta as entradas e saídas dos grupos sociais. Pode-se escolher, bem ou mal, se morre morador, se morre polícia, quem mata ou deixa morrer.
A violência policial parece trazer “mais problemas para comunidade, para a polícia, para o governo e para o pessoal dos direitos humanos” que a corrupção policial. Violência e corrupção policiais não são situadas, na narrativa policial, como faces de uma mesma moeda: a autonomização predatória do poder de polícia. Uma e outra são vistas como traços pessoais, dissociados e independentes que apontam para variações de personalidades profissionais distintas. Uma e outra desfrutam de fontes de legitimidade quando conveniente e de mantos de legalidade quando oportuno, configurando mandatos policiais informais com chancelas morais e institucionais. Se matar (quem merece) em nome da lei tem mais méritos morais, arregar em nome da ordem tem maiores rendimentos político-econômicos: negociam-se vidas de uma “gente sem CPF” para que o CNPJ do crime não possa parar, nem na pandemia da COVID.
Pergunta a mãe da criança que morreu de bala perdida: prefere que o policial pegue a “prata” para não ter um tiroteio ou a tua filha morta? Aqui embaixo no mundo real, onde as coisas estão acontecendo, é melhor que haja o arrego e ninguém morra é melhor, é o que eu penso.
Na odisseia policial há um periculoso inimigo que estaria lá, dentro de todos nós, corroendo a ordem idealizada como uniforme e harmônica. O grande vilão a ser combatido pelos centuriões-da-PM é o próprio conflito, suas naturezas e expressões. Este é visto como negativo porque se manifesta no confronto de paixões, intenções e interesses na arena pública da cidade.
Policiar torna-se, aqui, um confronto épico contra o conflito que, para Simmel, institui a nossa vida em comum e, paradoxalmente, ameaçaria, na moral devota dos PMs, o comum das nossas vidas por constituir o pior de nós mesmos: a existência da diferença que questiona a imposição de um sentido único sobre o social.
(G.F. Praças)
Todo dia os Sisifos-do-policiamento acreditam reabrir o mesmo caminho para seguirem, solitários e incompreendidos, com sua marcha civilizatória. Uma marcha que faz o relógio evolutivo andar para trás na vida dos envolvidos com o crime, reincidentes, ou para frente na história de quem se esforçou e escapou das cercas do envolvimento, sejam eles policiais ou não. Assiste-se a um regime policial de produção e disputa por uma narrativa de verdade sobre o mundo que se faz policiado.
Eles [moradores da periferia] têm muita dificuldade, muito grande, em aceitar a presença policial. (G.F. Praças)
O modo PM de conhecer é um amálgama de distintas teorias sobre o indivíduo e a sociedade. Manobra com uma natureza humana comum caracterizada por um sujeito moral e psicológico universal que desliza suas explicações do aspecto mais singular ao atributo mais geral dos sujeitos e suas realidades sociais (Muniz, 2012).
Este é um saber-prescritivo-da salvação de nós mesmos. Sua filosofia moral faz uso de um messianismo correcional curativo. Haveria uma missão catequista para os “PMs vocacionados” - “dar segurança à sociedade”-, que exige sacrifícios compulsórios para eles e voluntários para todos.
Polícia foi criada para marretar, pra tirar direitos, pra garantir o desmando da Coroa contra os direitos constitucionais. Por isso essa resistência do povo da comunidade com a gente”. (G.F. Praças)
“Soltar o dedo”, “sentar a mão”, ir “na base da violência” seria a única língua que a periferia abusada seria capaz de entender. O polícia, de lá também, sabe disso. A violência é um tipo de pedagogia adequada às favelas que mostra abuso de poder, mas com deferência e interesse de quem ensina para quem recebe a heterodoxa lição: “fazemos um favor”.
“Escrachar-e-dar-dura” são legitimados pelo poder de defender a sociedade. O stop-and-frisk carioca é mais que um procedimento. É um modo de ser citadino e fazer a cidade: uma moral cívica policial. Liberar a liberdade para o alto em favor dos “cidadãos-dos-bens”, obstruir a liberdade para baixo em defesa dos “cidadãos-de-bem”: defesa da “liberdade de cada um”, ancorada nos ‘valores tradicionais’ do neoliberalismo popular.
Para o PM-sujeito-homem-de-bem há que exibir uma masculinidade ostentatória, heteronormativa, atestada por seus “companheiros-de-farda” e outros homólogos (Cecchetto, 2004).
Vivifica-se um saber ora cifrado com as palavras, ora proselitista nos seus sermões corretivos, morais e físicos. O apetite ordenador que envolve todos em sua suspeição, que nada fica de fora, gera ambiguidades, sobras do esforço classificatório que requerem sucessivos confinamentos dos sujeitos pelos rótulos.
Peguei a mulher cheirando no vaso, meti o pé na porta do banheiro dei um bico na tampa do vaso, joguei o pó fora. Ela foi pra casa, tomou banho, trocou de roupa e foi pra DP: assina aí, é teu. Abuso de autoridade. (G.F. Praças)
Rotular é preciso e policiar é impreciso. Requer superar indefinições classificatórias vindas dos imponderáveis sociais da vida. Se a “polícia é para quem precisa de polícia”, um saber do (des)envolvimento vigilante revela uma escolha produtiva. Voltar-se para quem a rotulação e suas gradações apresentem maiores rendimentos de controle: “quem tem um pé no crime” ou é portador de marcadores sociais da diferença vistos como desvantajosos.
O saber-dos-passaportes sociais do PM das ruas do Rio é um conhecer casuístico. Sua disposição reguladora, diante das múltiplas e simultâneas causas dos fenômenos humanos, apoia-se em uma moral evolucionária. Espera-se reduzir a complexidade social e generalizar-se por meio de uma sobredeterminação causal que estabelece estágios civilizatórios dos envolvimentos, tipos de envolvidos e seu horizonte de (des)envolvimento.
Ela anda com tanto ouro, vai chamar atenção, tem cara de "ganso". O relógio é caro, unha de gel, o cabelo é aplique 3D, tá gastando dinheiro. (G.F. Praças)
Os PM desfrutam de uma memória acumulativa para produção deste controle social ampliado. Nada deve escapar da sanha classificatória policial. Caiu na rede policial, envolvido está, envolvido foi ou envolvido será.
Vê-se a serventia da abordagem evolucionista linear para os empreendimentos policiais. Justifica as tutelas seletivas sob medida para cada sujeito, segundo a etapa evolutiva, crescente ou decrescente, colocadas pelas réguas do PM-da-esquina. Justifica os tratamentos distintos, com filtros sociais diferenciados, para protegerem os desiguais deles mesmos.
O saber dos PM-na-rua é um saber de propriedades normativas sobre a vida social e de oportunidades instrumentais sobre o que dela se pode extrair em proveito próprio. Este saber-empiricista, esculpido nas práticas de policiamento, mobiliza argumentos que tenham serventia operacional para uma narrativa legitimatória dos seus ditos e feitos em cada abordagem policial. Esta racionalidade PM-bricouleur combina os elementos do pensar determinista para agregar estatuto de verdade às suas rotulações nas manobras interativas entre policiais e policiados. O determinismo geográfico serve às tipificações morais dos lugares fundamentadas nos elementos naturais (clima, ambiente, etc.).
O determinismo biológico é acionado para tipificar as espécies morais de indivíduos por seus “traços naturais” como raça, gênero, geração etc. O feeling policial enquadra: “adolescentes pretinhos, pode abordar que é ladrão”. O determinismo cultural presta para rotular as realidades sociais como mundos refratários, fechados em si e excludentes.
As determinações biológicas dos indivíduos, culturais dos grupos sociais e geográficas do “meio natural” onde vivem se mesclam e são acionadas enquanto são úteis ao modo policial pragmático de conhecer, criar e fundamentar os controles itinerantes e seletivos em sua deriva pela cidade. Um enquadramento funcionalista se mostra rentável como uma engenharia dos saberes de rua que glorifica a ordem e vivifica uma ortopedia social para mantê-la. Nada mais inconveniente para um saber hierárquico e da ordem, que vincula o normal ao que é estável e permanente, do que as mudanças, os desencaixes, as desorganizações do mundo real.
O saber-ver-do-PM faz crer que é o olho do panóptico de Bentham que tudo vê. Afirma-se uma natureza calculista, competitiva, explicitando a ambição monopolista dos controles das ruas. Um saber-agir que se apropria do realismo político e do pragmatismo, ao estilo de Maquiavel, para se orientar em um mundo de envolvidos em conspirações entre si e contra a polícia.
Este é um saber-atuarial, que faz contas e faz de conta, dissimulando a sua contabilidade, sempre que oportuno, porque incide sobre o tempo presente, o agora-já de sua atuação, o imediato da performance dos outros. Oculta de todos que as soluções policiais são sempre finitas e provisórias, porque policiar produz controles sobre os mundos e não mudanças estruturais do mundo. Um saber que sabe que o seu controle não muda as vontades de quem quer se envolver. Apenas altera a chance de poder estar envolvido.
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Um saber que produz, espera e acumula o pior de nós mesmos, é um saber que desconfia e que se mantém em estado de alerta. Constitui-se como um saber-testemunha-ocular do que se reputa como indecente, humilhante, cínico, desumano etc. Um saber que se abre às sucessivas colisões com “o lado desagradável da vida” é um saber-pessimista, sempre “preparado para o pior” do seu mundo e dos nossos mundos possíveis. Sua sociologia nativa é a do desencanto. A desconfiança generalizada e a suspeita prévia fazem parte dos dispositivos de sociabilidade que alimentam um circuito de trocas assimétricas entre os PM entre si e deles com os envolvidos, moderadas pela expectativa latente de uso ilegal e ilegítimo de força potencial e concreta.
Assiste-se a um saber-desgostoso que, para sobreviver aos dissabores da vida e da profissão, às decepções com seres incorrigíveis, se justifica como um saber suspeitoso dos mesmos e de todos. Acredita estar em alerta contra outros de si e os mesmos dos outros.
Não tenho vida social, não saio à noite. Vou na casa de qualquer um de dia, bebo, mas de noite estou na minha casa, eu não confio na noite. (G.F. Praças)
Tem-se um dever-saber-fazer para intervir no imediato dos acontecimentos. Este saber, premido pela ocasião, construído e recapitulado a cada atendimento, superestima uma leitura contextual dos eventos e dos seus cursos. Se esta contextualização é frequente na retórica policial de rua, fica claro para os pragmáticos policiais que a norma opera como uma referência para o agir. Os desvios e as divergências em relação à sua execução não são exceções ou acidentes de percurso. Na rua, se “faz tudo diferente” porque a aplicação da norma, cuja execução é discricionária, envolve adequá-la ao mundo real constituído por moralidades entrecruzadas (Muniz e Albernaz, 2016).
O dever-saber-fazer que normatiza a “normalidade”, desenvolve uma memória prodigiosa capaz de armazenar uma coleção de pessoas, coisas, locais e situações. As estórias narradas por PM são epopeias que descrevem, com detalhes, os indivíduos, os seus nomes e vulgos, os lugares, a “mecânica dos eventos”. Através de analogias e extrapolações, conecta-se o desconhecido com o que já foi mapeado. Por esse percurso cognitivo, os PM entrevistados reduzem a variedade de possibilidades de compreensão a um conjunto finito de chaves interpretativas que orientem o seu decidir e agir. Este é um saber-pragmático que se move por um projeto de poder utilitário e finalístico: a produção de uma verdade a serviço da suspeição.
[1] Frase do Hino da PMERJ. : https://www.letras.mus.br/hinos-marchas-militares/546104/. Último acesso em 20/07/22.
[2] Grupo focal com praças PM.
[3] Uma apreciação da categoria político-policial “área de risco” no Rio de Janeiro e suas implicações encontra-se em Miranda, Muniz e Correa (2019).
[4] Sobre os espaços urbanos e as representações policiais da ordem e seus processos de negociação ver Caruso (2016).
[5] Papa Mike é a sigla PM.
Conclusiones:
Saber para controlar, controlar para saber.
Policiar corresponde à produção de uma verdade substantiva do envolvimento como método no Rio de Janeiro. Uma verdade saída das regras morais do senso comum, redefinida por um processo de particularização, que singulariza cada encontro com a polícia, para disciplinar as verdades situacionais trazidas pelos envolvidos. O saber-prático-do-PM, de natureza política e coercitiva, (re)afirma uma ordem, a sua vontade de conhecer para produzir controles, mesmo que difusos e indiretos. Sua função classificatória persecutória ambiciona controlar para saber, saber para controlar. Suspeita-se para conhecer e seguir desconfiando de quem foi, é ou será envolvido-com. Há uma instrumentalidade que responde a uma intenção cognitiva – vigiar para conhecer. Sua missão primeira é controlar para só, então, entender, incluindo e excluindo, de forma seletiva, os sujeitos, suas visões de mundo e suas práticas. O dever-ser-e-fazer-policial-carioca revela um apetite ilimitado de poder. Poder ordenar, poder rotular, poder tutorar, poder governar sem ser governado. Uma vontade, um saber, um poder, emancipados da sociedade e contra o Estado.
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Palabras clave:
Rotulação policial. Representações policiais. Moralidades. Práticas policiais. Periferia. Favelas. Envolvido-com.
Resumen de la Ponencia:
A presente comunicação busca apresentar uma reflexão sobre a instituição de regimes de medo e suas práticas de exceção nos territórios populares, no Rio de Janeiro, promovendo a precarização das cidadanias e sua naturalização legitimadora. Tem-se como recorte empírico as políticas de (in)segurança endereçadas ao conjunto de favelas da Maré, nos últimos 10 anos. Ao tomarmos como ponto de partida a Ação de Garantia da Lei e da Ordem (GLO), decretada em 2014, quando militares do Exército e da Marinha ocuparam as ruas da Maré (com aproximadamente 140 mil habitantes) por cerca de um ano, é possível afirmar, de lá para cá, que as atuações do Estado no quesito segurança estiveram focadas na realização de operações policiais pontuais com ocupações territoriais provisórias, as quais configuram o modus operandi do Estado governar nessa região. No entanto, em 2016, após 12h de duração de uma operação policial, com o uso de helicóptero como plataforma de tiro, ocorre um fato inédito – ONGs locais, seguidas de algumas associações de moradores e acompanhados pela Defensoria Pública do Estado do Rio de Janeiro, entram com um pedido liminar que resultou na interrupção da operação. Tem-se um contexto favorável a criação de uma Ação Civil Pública (ACP) que demandava um conjunto de exigências relacionadas ao respeito aos direitos dos moradores da Maré. Neste rol de demandas inclui-se a exigência de um plano de redução de danos para a realização das operações policiais no local, quando necessárias. O que vimos a partir dos dados coletados na pesquisa Espaços de Articulação entre Estado e Sociedade, desenvolvida entre os anos de 2016 e 2020, é que nos espaços periféricos, como no caso observado, implementam-se regimes de medo que promovem a insegurança pública como um projeto de poder que legitimam as práticas policiais de exceção como formas estruturantes de se lidar com o problema. A pesquisa permitiu observar como a população local, especialmente os jovens, manobra a escassez de direitos e a abundância de obrigações produzidas pelas políticas de insegurança. Permitiu ver, também, novas formas institucionais de lidar com a violência policial postas em operação pela Defensoria, Judiciário e Ministério Público na gestão do problema. Permitiu compreender as dinâmicas participativas das organizações civis presentes no território da Maré, muitas delas com visibilidade internacional. Veremos que a existência da Ação Civil Pública produziu efeitos concretos na realidade, reduzindo a letalidade das operações policiais por certo período, ainda que efetivamente estas não tenham sido interrompidas. Representou um instrumento político de pressão e constrangimento do executivo estadual, deu visibilidade ao problema da violência nas operações policiais, assim como pavimentou o caminho para a instalação da ADPF 635, conhecida como ADPF das Favelas, que tramita no Supremo Tribunal Federal (STF).Resumen de la Ponencia:
El propósito de la ponencia es analizar los efectos de subjetivación que han sido inducidos por las iniciativas gubernamentales vinculadas al dispositivo de prevención de delito en el marco del gobierno municipal de Rosario (Santa Fe, Argentina) desde comienzos de la década de 2000. La investigación apunta a detectar tendencias –emergentes de los enunciados de los documentos- que los dispositivos preventivos favorecen para constituir determinados/as tipos de sujetos/as -individuales y colectivos- y no otros/as; y las vinculaciones con las lógicas de politización en el escenario de las prácticas democráticas a nivel local. Con el fin de desglosar la serie de efectos de subjetivación, trabajaremos en dos puntos: por un lado, abordaremos el modo en que va moldeándose la constitución de los equipos de gestión del gobierno local y la coordinación con la comunidad, a través de la elaboración de iniciativas de intervención. Y por otro, pesquisaremos las dimensiones formativas - informativas y comunicacionales que desarrollan estos equipos, mediante el uso de técnicas pedagogizadoras.
Introducción:
La seguridad como fenómeno social, no debe pensarse al margen de la reflexión sobre las relaciones sociales, las vinculaciones y el establecimiento de los lazos sociales. Por ello, es necesario pensar la articulación de esas relaciones y enmarcarla en el problema de la (in)seguridad, los efectos de subjetivación y los modos de gobierno en este dominio. Para nuestro análisis, son clave las nociones de gobierno, entendida como las acciones tendientes a dirigir los comportamientos de individuos y poblaciones (Font, 1999) y de gubernamentalidad, como racionalidad que se forja en la mayor contigüidad posible con la práctica de gobernar (Foucault, 2007, p.17). Ambos conceptos son fundamentales para abordar el problema de cómo se establece límites al campo de las acciones posibles de individuos/as, que es, en definitiva, lo que está en juego en las relaciones de poder (Foucault, 2001, p. 253). Aquí, abordaremos los efectos de subjetivación que generan las tecnologías que van constituyendo el dispositivo de prevención del delito en el marco de la gubernamentalidad de la seguridad a través del análisis del caso de la gestión municipal de Rosario, Argentina desde comienzos de la década de 2000 hasta nuestro presente. En los primeros años del Siglo XXI, el temor al delito urbano menor, junto con diversas emociones ligadas a él (Kessler, 2011), impulsó un conjunto de iniciativas públicas y privadas inscriptas en el marco de esa gubernamentalidad, con el fin de prevenir de delitos y que tienen aún vigencia. Detenernos en este tema contribuye a comprender más acabadamente el arte de gobierno neoliberal. Tal como lo expresan Guattari y Rolnik: “la subjetividad está esencialmente fabricada y modelada en el registro de lo social” (2006, p. 46), por esto, resulta clave focalizar en los modos en que se desarrollan esos procesos de producción social, político, cultural y material. Con este marco, proponemos indagar cuáles son los efectos de subjetivación que ha producido la gubernamentalidad de la seguridad a través de sus iniciativas y saber qué modulaciones de las conductas se advierten en la constitución de los equipos de gestión gubernamentales y cuáles son las técnicas pedagogizadoras que se estimulan en la constitución de determinadas subjetividades. Para ello, partimos del análisis de ordenanzas, decretos, subprogramas y programas junto a entrevistas realizadas a funcionarios/as clave de la Secretaría de Control y Convivencia de la Municipalidad. El propósito es rastrear las conceptualizaciones que permiten sugerir modulaciones en el proceso de constitución de subjetividades. También, indagaremos en diversos componentes que se encuentren vinculados con la ‘producción de seguridad’ y prevención del delito, con el fin de reconocer la tendencia hacia la conformación de subjetividades.
Desarrollo:
Los efectos de subjetivación del dispositivo preventivo
Sin abonar a la idea de una subjetividad como receptáculo pasivo de impulsos exteriores que pugnarían por “interiorizarse” (Guattari y Rolnik, 2006), advertimos que esos impulsos
“intervienen en la sintagmática de la subjetividad inconsciente” y que se trata de “cierta manera de utilizar el lenguaje, de articularse con el modo de semiotización colectiva (sobre todo de los medios de comunicación de masas), […] una relación con el universo de circulación en la ciudad. Todos estos son elementos constitutivos de la subjetividad” (p. 49).
De modo que, el desenlace de todo dispositivo, resulta en la conformación de una serie de efectos de subjetivación dinámicos y provisorios, que pugnarán por encarnarse. Los modos en que los/as individuos/as se subjetivan no implica la adscripción mecánica ni definitiva a esos modos de subjetivación. Las corrientes diversas de flujos que pugnan por encarnarse son tan resistidas que se encuentran en cada intento propensas al fracaso, aceitando una dinámica que se reconfigura, a través de cada falla.
Ahora bien, entre los primeros componentes detectados, se encuentra la necesidad de constituir subjetividades que acepten que la (in)seguridad es un problema vinculado, casi únicamente, al delito urbano menor y, también, que coloquen su atención en el gobierno local y lo valoren como un eslabón clave para constituir un espacio público seguro. La (in)seguridad y ese tipo de delito –y no otros- son asimilados como un todo y como uno de los problemas más inquietantes que debieran ocupar las agendas de preocupaciones ciudadanas del municipio.
Como muestra de lo que se repite en sucesivas normativas, extraeremos lo enunciado en la Ordenanza N° 7.914. Esta norma crea el Subprograma Municipal de Alarmas Comunitarias en 2005, allí se encuentran algunas menciones que resultan significativas:
“es claro que sigue siendo primordial preocupación de los vecinos de Rosario la problemática de la seguridad y que la acción del gobierno provincial, debe ser acompañada por la Municipalidad y la comunidad, mediante una red operativa, que genere un sistema de colaboración y coordinación, basada en el principio de solidaridad comunitaria direccionada hacia la prevención del delito […] Que la problemática de la inseguridad, según relevamientos efectuados en la ciudad de Rosario en cuanto a lo que más preocupa a sus habitantes, se ubica en primer lugar, y esta preocupación justifica sobradamente que la Municipalidad de Rosario se involucre más aún en la resolución de la misma, destinando recursos humanos y dinerarios para afrontar la puesta en marcha de este Subprograma” (p.1, el subrayado es nuestro).
Como vemos, comienza a asomar la insistencia en que la preocupación por la (in)seguridad debe ser transformada en práctica político-participativa y esto debe constituirse en un disparador para que exista la voluntad de integrar espacios de decisión e incidencia dirigencial. La colaboración y la coordinación, tal cual se deja ver en el enunciado de esta norma, deben constituirse en principios básicos para que el sistema basado en la red operativa re-direccione la solidaridad comunitaria hacia la prevención del delito.
En el segundo eje, se encuentra una clara identificación del gobierno local como un eslabón institucional en el que le cabe un “rol relevante en la toma de decisiones a nivel territorial, velando por la integridad del espacio público” (2005, p.2). Y este último, a su vez, es valorizado como un
“ámbito esencial para la socialización de la vida urbana, y por ello se hace fundamental la presencia del Estado municipal en los mismos, poniendo énfasis en las acciones preventivas, interviniendo antes que el delito se produzca, reduciendo así los costos humanos y sociales de la inseguridad urbana y del sistema penal” (2005, p.3).
Entonces, puede advertirse que, la colocación de la integridad del espacio público en el centro de las preocupaciones, resulta coherente si se la vincula con las posibles intervenciones que tienen la pretensión de constituir una ciudad segura, y esto en la medida en que existe un convencimiento acerca de que esa (in)seguridad vinculada al delito urbano menor, erosiona la condición pública de la ciudad.
La centralidad que se le asigna al gobierno local permite visualizar el rol estratégico que se le otorga para encastrar las piezas del dispositivo de prevención. Estas piezas se dividen en dos grandes áreas: por un lado, se registran esfuerzos por darle entidad a un campo más general de elaboración de iniciativas de intervención locales en dos niveles: la constitución de equipos de gestión y la coordinación con la comunidad. Y por el otro, se reconoce un campo ligado a la formación-información y a la dimensión comunicacional. Aquí, es posible rastrear la constitución de subjetividades a través de las diversas prácticas que involucran formarse e informarse y, además, adquirir capacidades comunicacionales para difundir lo aprendido.
Las dimensiones formativas - informativas y comunicacionales a través de técnicas pedagogizadoras
Una de las manifestaciones más diáfanas que presenta el caso analizado, es el modo en que el gobierno local, a partir de la difusión de una ética pública, vela por pedagogizar en la autorresponsabilización de los/as sujetos. En esta dirección, resultó llamativa la mención que se hace en la Ordenanza N° 8.434 acerca del rol que debe cumplir el poder político, en el campo de la seguridad ciudadana y la prevención del delito, al establecer que una de sus “funciones fundamentales es precisar el marco conceptual en el que se llevarán a cabo las acciones de conducir, limitar y controlar” (p.4, el subrayado es nuestro).
El poder político del gobierno local debe realizar esfuerzos para liderar la denominación y, por tanto, tornar decible aquello que se va a controlar. La referencia a establecer un marco conceptual exhorta a quienes detentan el poder político a establecer las coordenadas de lo que debe hacerse e indica cómo conceptualizar esas acciones. Este marco conceptual está inserto en una ordenanza que la Organización de Naciones Unidas promueve con el afán de definir aquellas que considera Buenas Prácticas para la Seguridad Ciudadana. Esta y otras normativas oficiales abogan por el despliegue de la manera de constituir efectos de subjetivación ligados a la vigilancia, a la prudencia, al estímulo a ocupar lugares en el debate del presupuesto participativo, a formar parte del Consejo Económico y Social, etc.
En vinculación con la idea de pedagogizar, detectamos la necesidad de construir subjetividades que encuentren vital la necesidad de formarse e informarse sobre la prevención del delito y el autocuidado. Además de perseguir la modelación de una subjetividad ávida de respuestas inmediatas y de canales ágiles de comunicación. En este sentido, en el proyecto de ordenanza para crear el Programa Municipal de Seguridad Urbana, se instaba a conformar un Equipo de profesionales vinculados/as a la seguridad urbana, una de cuyas funciones era “elaborar material informativo y de difusión, campañas masivas de comunicación social tendientes a promover la generación comunitaria de seguridad urbana y la nueva prevención de la criminalidad” (Punto N° 4).
Asimismo, en la Ordenanza N° 7.914 se plantea emprender una “campaña educativa: se coordinará con las Escuelas de cada barrio, charlas y actividades informativas y de prevención, a cargo de personal municipal, sobre el funcionamiento del Subprograma”. Asimismo, esa subjetividad no estará solo ligada a la necesidad de adquirir técnicas, conocimientos, datos útiles, buenas prácticas; sino que también necesitará desarrollar capacidades comunicativas que permitan transmitir, difundir, convencer y aglutinar. Sumado a esto, conviene destacar el lugar que se le otorga a la institución escolar como un ámbito propicio para la coagulación de las propuestas ligadas a la temática de la (in)seguridad.
En los considerandos de la Ordenanza N° 8.434 de 2009, se establece, la publicación del Manual de Buenas Prácticas para la Seguridad Ciudadana, donde se sostiene que
“el tema de la inseguridad es realmente un asunto de Estado y que tenemos que emplear todos los dispositivos, policiales, de seguridad, el aparato judicial, fundamentalmente la educación, y todos aquellos elementos que nos permitan atacar este flagelo que hoy está lacerando y carcomiendo las estructuras democráticas” (p3. el subrayado es nuestro).
Para que estas ideas se encarnen en individuos y en grupos, debe principalmente establecerse la necesidad de formación a través de la educación y del consumo de información sobre los temas ligados a la (in) seguridad. En gran medida se parte del supuesto del desconocimiento en general acerca de las maneras de prevenir-se, por lo que en estos documentos se registra una pretensión de dar cabida a los saberes locales en la materia para educar y concientizar a través de diversas campañas que se suponen necesarias para la formación en Buenas Prácticas de seguridad ciudadana.
Otro esfuerzo en este mismo sentido, ha sido la Ordenanza N° 9.011 de 2012, a través de la cual se crea el Programa de Formación e Información en Seguridad Ciudadana ‘ROSARIO, CIUDAD SEGURA’. Entre los objetivos se plantean:
“desarrollar capacidades para que los ciudadanos interactúen entre sí y con sus representantes de manera eficaz para el tratamiento de la problemática de la inseguridad”; también se propone “desarrollar habilidades comunicativas y funcionales basadas en los conocimientos adquiridos en el marco del programa” y “participar en la construcción de nuevas relaciones de confianza recíproca entre las instituciones policiales y fuerzas de seguridad, y los actores no gubernamentales”. Por último, destacamos el objetivo que presentan como “colaborar en la producción de la nueva cultura en materia de seguridad urbana a través de la generación y difusión de nuevos lenguajes que permitan plantear y debatir socialmente las necesidades y demandas al respecto, en términos compatibles con el sistema democrático” (p. 2, el subrayado es nuestro).
Los/as destinatarios/as del programa son los/as integrantes de la Sociedad Civil con participación activa en ámbitos institucionales públicos y privados y con incidencia concreta en su área de inserción. Se requiere que sean influyentes en los campos en donde se desarrollan, que sean voces con cierto liderazgo capaces de articular alianzas futuras. Por lo tanto, si bien en esta normativa se explicita, como decisión política, la formación e información en materia de prevención del delito, son notables las alusiones a la difusión de los valores a través de los lazos que quienes participan han generado en sus ámbitos de desempeño para hacer extensiva la capacitación en esta materia.
Por último, con relación a esta ordenanza, nos resta marcar los núcleos de contenido que supone la puesta en funcionamiento de la formación: uno de ellos se concentra en las políticas participativas para la prevención y el tratamiento del delito, y hace hincapié en las políticas de proximidad: policía-vecindario. En otro, se plantea formar en tecnologías para la prevención del delito.
Con la sugerencia de acercamiento entre el vecindario y la policía, se apunta a tejer lazos de confianza entre las policías y quienes asistan a los cursos de formación. Esta pretensión de estimular acercamientos entre los/as vecinos/as y los/as agentes de policía produce un intercambio de saberes, de observaciones y de acervos que van influyendo mutuamente modos de enunciar, de sentir y de ser. Se va configurando una sensación de necesidad de la presencia policial en la vida cotidiana. Comienza a tornarse posible, con la habilitación que proporciona el intercambio, compartir pareceres, preocupaciones morales, sospechas, indignaciones y, si fuese necesario, enemigos comunes.
En suma, hallamos en el gobierno local una férrea apuesta por constituir subjetividades ‘politizadas’, con poder de incidencia que hagan llegar a los/as funcionarios/as públicos/as las voces vecinales. Es menester que esa subjetividad ejerza una ciudadanía vecinalista activa. Y que vaya tomando forma un modo de participación con un sentido político claro. Desde las iniciativas gubernamentales se solicita disponibilidad, disposición y compromiso por parte de aquellos/as que consideren que la situación de (in)seguridad reviste dimensiones de gravedad. Ahora bien, esta solicitud a comprometerse con la problemática está impregnada de valores democráticos y respetuosos de los procesos.
Las subjetividades son resultado de procesos que se despliegan a través del ejercicio del poder. Ahora bien, en este caso, hablamos de subjetividades ‘politizadas’ porque encontramos modos de constituir subjetividades que no tienen como horizonte necesariamente el ensimismamiento, el encierro, la reclusión en el ámbito privado o la soledad, sino más bien detectamos procesos de construcción de formas de ser, de pensar y de actuar que no abandonan la lógica común frente a otredades que consideran peligrosas. Con mayores o menores niveles de conciencia acerca de aquello que se defiende comunitariamente, del compromiso que se asume, del estilo de vida que se ostenta y de los enemigos que constituye, resulta probable que esas subjetividades no se reconozcan así mismas como politizadas. No obstante, esto no las convierte necesariamente en apolíticas pero sí marca algunas diferencias que es necesario establecer.
Aquí, con la utilización del término ‘politizadas’, pretendemos establecer un juego de enunciación que permita diferenciar a aquellas subjetividades politizadas que reconocemos en la tradición de la militancia de múltiples causas sociales, culturales y políticas que se canalizan a través de la participación en partidos políticos, en organizaciones sociales, en centros de estudiantes, en gremios o sindicatos, entre otros; y que se manifiestan a través de diversas prácticas de participación para defender, garantizar o ampliar la base de derechos sociales, económicos, políticos y culturales. La forma de poder que advertimos desplegarse en nuestro caso de estudio orquesta una modulación en los procesos de subjetivación que las torna politizadas en cierto sentido, aunque de modo diferente a lo que se entiende como politización tradicional.
Es notable, a partir del análisis del caso Rosario, que la preocupación por la (in)seguridad y por la prevención, debe transformarse en práctica política; debe salirse de los espacios domésticos, integrar e incidir en los espacios de decisión, para ejercer una transformación. En otras palabras, pasar de una experiencia personal a una experiencia política, asumiendo la profundidad que esto acarrea al poner en juego la carga emotiva que emerge de las acciones y de los sentimientos que se han vulnerado. Por lo tanto, no se trata de inducir a la reprivatización y a la individualización, sino al encauzamiento político -y si fuera posible- a la metamorfosis.
Se ha apuntado idealmente a construir subjetividades que no se encierren, que no permanezcan en soledad, que hallen el modo de unirse con otros/as, que se organicen por cuadra, que entretejan una red, que colaboren y coordinen con las instancias barriales o estatales, que a través de estas acciones potencien la sinergia y, sobre todo, que tengan la convicción cívica acerca de que la seguridad urbana es corresponsabilidad de los/as ciudadanos/as junto al Estado. En esta dirección resultó llamativa la siguiente alusión de la Ordenanza N° 8.434:
“[…] como promotores de la cultura de la participación y el compromiso, creemos […] que el poder político debe alentar a la sociedad civil a la colaboración y alentar su co-responsabilidad. Abrevamos en la convicción de que es a partir del Estado que se podrá reestructurar la relación Estado-Sociedad, con particular profundidad cuando la problemática atraviesa el tejido social de manera transversal, como es el caso de la problemática de la inseguridad” (p. 4).
Puede decirse que si el estímulo a la co-responsabilidad se inscribe en la lógica neoprudencialista, en el caso de Rosario, esa lógica se formularía en el marco de una redefinición del rol de la intervención estatal en el ámbito de la (in)seguridad: el Estado provee la trama en la que la Sociedad Civil actúa como co-responsable a través de la participación plural y activa.
Insistimos, más que impulsar desde las instancias estatales de gobierno local a la soledad, al individualismo y al encierro como prácticas que refuercen la reprivatización de la prevención, como podría suponerse; lo que se advierte en los documentos de las principales intervenciones sobre prevención del delito es que se busca converger esfuerzos en acciones conjuntas, comprometer en la participación, concientizar en la creación de una ‘nueva cultura’ de seguridad urbana, aglutinar las voluntades en un esfuerzo mancomunado que haga brotar la solidaridad comunitaria.
El arte de gobierno que vemos desplegarse, no apunta a despolitizar sino a constituir subjetividades politizadas a partir de tópicos muy distantes de la problematización de las desigualdades producidas por un régimen económico que concentra la riqueza. El foco ahora está puesto en aquellas cuestiones que convocan a la responsabilidad compartida entre Estado y Sociedad Civil, entre individuos e instituciones. En el caso del municipio de Rosario, esto se hace con las herramientas de la participación, de la organización, reclamando y activando la necesidad del compromiso, exigiendo que se respeten los procedimientos democráticos de acción y, como mencionamos, apelando a la solidaridad comunitaria.
No se hallan, en el análisis de los enunciados de los documentos, apelaciones al odio, a la venganza, a resentimientos o a sentimientos que infundan menosprecio, ni mucho menos apelaciones a asumir actitudes violentas. Hay una imponente pretensión de constituir un horizonte político de convivencia, que apunta a desplegar una utopía posible a través de una politización de la lógica securitaria y de una extensión de la perspectiva de la seguridad que permea los modos de hacer política. En otras palabras, se advierte una securitización de la vida pública.
Esta caracterización del modo de gobernar se relaciona con aquello que Foucault caracterizó como un 'naturalismo gubernamental' (2007, p. 81), en la medida en que se asumen los hechos en su superficie de emergencia y se los procesa como el devenir propio de una facticidad consistente consigo misma. Si bien una de las principales críticas que suele hacerse al arte de gobierno neoliberal es su capacidad para tornar despolitizadas la vida y las subjetividades; aquí notamos que los esfuerzos están ligados a politizar de otra manera, haciendo aparecer aquello que politiza como natural o como impuesto por la fuerza de lo real. Podría decirse entonces que, la dinámica gubernamental politiza despolitizando, constituye comunidades expulsando y se ocupa el espacio público con lógicas afines al refuerzo de los ámbitos privados.
Asimismo, este modo de gobernar/nos despierta expectativas, propone modos de pensar un futuro y una sociedad posible y apuesta por modos políticos de construir esa sociedad en el presente. Hay una necesidad de reubicar las coordenadas de fuerzas, recolocando de un mismo lado a quienes bregan por construir una sociedad donde primen las acciones colaborativas, participativas y comprometidas en construir un modelo social afín. Se busca hacer esfuerzos desde las intervenciones estatales para reunificar moralmente las voluntades dispersas, desorganizadas, a menudo anárquicas y enfadadas, solitarias frente a quienes generan ‘zozobra’, roban e impiden, de algún modo, ‘vivir en paz’. Al tiempo que se reencauzan voluntades y prácticas de ‘buena vecindad’ en pos de producir seguridad; se reubica, de ese lado, todo lo que pueda asimilarse con lógicas ‘civilizadas’, con tareas comprometidas, con modos de vivir moralmente buenos, es decir con lo que podría identificarse con modos afines a una manera democrática de asumir la existencia.
Reconocemos un largo e ininterrumpido proceso que ha pretendido instalar la actitud preventiva como vehiculizadora de procesos de politización con apelaciones constantes a la forma democrática de gobierno. Detectamos con insistencia la indicación de fortalecer los aspectos democráticos de la participación. Con la necesidad de prevención, se transmiten valores políticos afines a una ética democrática en la constitución de comunidades que persiguen objetivos, en algunas oportunidades, de tinte conservador; pero que no pueden ser formulados a viva voz.
La manera en que se entrama la democracia, la prevención del delito y la participación tiene mucho más que ver con reforzar las estrategias procedimentales de la democracia, que escoger líneas de acción que vulneren sus principios elementales. La sucesión de ideas y adjetivos con los que se enuncian la generación de condiciones para la seguridad, van desde la colaboración, la coordinación, la convergencia, la participación, la solidaridad comunitaria, la vinculación, la planificación, el compromiso, hasta la convicción cívica; pasando por la co-responsabilidad de los/as ciudadanos/as, la concientización, la articulación en red y la creación de conciencia de la necesidad de difusión
Todas estas sugerencias del modo de proceder hacia la prevención, desde el ámbito del gobierno local, se han ido constituyendo en un trabajo de muchos años, que se ha ido configurando como una estrategia gubernamental por goteo, desde una alianza programática entre los gobiernos locales con los propios/as ciudadanos/as, que refiere a constituir una subjetividad deseosa de vigilancia, de múltiples controles, de cuidados mutuos, de escarmiento, de castigo y, si fuese necesario, de crueldad. En otras palabras, la apelación hacia los métodos participativos, deliberativos, colaborativos, junto a la necesidad de vinculación, de solidaridad, de entretejer redes entre las instancias estatales de gobierno y las voluntades privadas; van entramando un lienzo social y político que podría colocar del mismo lado, la crueldad y la democracia.
Los múltiples esfuerzos realizados desde el gobierno de la seguridad, a través del dispositivo de prevención del delito, para lograr establecer subjetividades comprometidas con esta causa, establecen, de modo directo, lealtades con ciertos grupos de pares y, de modo indirecto, desprecio hacia otros colectivos, generalmente asociados con quienes son sospechados/as de cometer los delitos que alteran la tranquilidad del barrio: los jóvenes varones y pobres.
Conclusiones:
A partir del análisis de los documentos, notamos una insistente pretensión por construir lazos intersubjetivos, por ejemplo, entre quienes viven en el mismo barrio. El foco se coloca en la constitución de subjetividades individuales y, también, en la diagramación progresiva de subjetividades colectivas. El arte de gobierno neoliberal es sumamente activo al sugerir efectos de subjetivación que se encarnen en individualidades pero también en colectividades. Tal como plantean Laval y Dardot (2013), el neoliberalismo
“no es sólo destructor de reglas, de instituciones, de derechos, es también productor de cierto tipo de relaciones sociales, de ciertas maneras de vivir, de ciertas subjetividades. […] con el neoliberalismo lo que está en juego es la forma de nuestra existencia, o sea, el modo en que nos vemos llevados a comportarnos, a relacionarnos con los demás y con nosotros mismos” (p. 13-14).
En suma, el arte de gobierno neoliberal disputa en el terreno de la conformación de colectivos y nos habla con los adjetivos más representativos de la práctica democrática: se comunica en la lengua de la democracia.
Las subjetividades que adhieren a algunas de las formas del control y de la vigilancia, del escarmiento hasta sus formas extremas de apelación a la crueldad para defenderse, son subjetividades que emergen y que se van moldeando con los métodos más democráticos de la vida social y política y van reencauzando con esos mismos métodos sus valores y decisiones. Las sutilezas procedimentales de la democracia, a menudo, avalan dinámicas que pueden asumir formas mortíferas y, quizás, esos mecanismos que pregonan la participación, la convergencia y la necesidad de compromiso, son los que sostienen y proporcionan la militancia cívico- política que legitima, en casos extremos – poco habituales pero posibles-, la crueldad[1]. Es en el establecimiento de una membrana barrial comunitaria y empática con ella misma, alentada desde las instancias estatales de gobierno, en donde se pueden comenzar a rastrear las condiciones de posibilidad de modos de existencia de subjetividades politizadas en las formas más sutiles del control y, también, en las más crueles, como modo de defensa de la vida de algunos/as, los/as propios/as a la comunidad, “frente al odio y el deseo de punición hacia los grupos alterificados” (Barrionuevo y Torrano, 2019, p. 47).
[1]El 22 de marzo de 2014, en el barrio Azcuénaga de Rosario, un grupo de vecinos lincharon a David Moreira de 18 años. Luego de las golpizas, David tuvo traumatismo de cráneo y pérdida de masa encefálica, agonizó tres días y falleció. Según se estima a partir de la investigación, la golpiza duró quince min. seguidos.
Bibliografía:
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FONT, Enrique “Transformaciones en el gobierno de la Seguridad: Análisis Exploratorio de Conceptos y Tendencias. Su relevancia en la Argentina”. En SOZZO, Máximo Seguridad Urbana: Nuevos Problemas, Nuevos Enfoques, Santa Fe: Editorial UNL, 1999, págs.89-118.
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ORDENANZA N° 9.011 Creación Programa de Formación e información en seguridad ciudadana “Rosario, ciudad segura”. 2012. Consejo Municipal Rosario. Disponible en: https://www.rosario.gob.ar/normativa/ver/visualExterna.do?accion=verNormativa&idNormativa=88874. Acceso: 5 de marzo 2021.
ORDENANZA N° 7.914, Creación del Subprograma municipal de Alarmas comunitarias, 2005. Consejo Municipal Rosario. Disponible en: https://www.rosario.gob.ar/normativa/ver/visualExterna.do?accion=verNormativa&idNormativa=38819. Acceso: 5 de marzo de 2021
Palabras clave:
Efectos de subjetivación – dispositivo - prevención del delito – gubernamentalidad
Resumen de la Ponencia:
Se presentan los hallazgos del análisis de los registros de las sanciones por infracciones de los reglamentos gubernativos y de policía en el Municipio de Tampico en el periodo 2016-2021. La presente investigación permite reconocer la importancia del estudio de los registros de las infracciones, para evitar que los conflictos escalen a conductas delictivas o actos de violencia, propiciando la implementación de medidas para mejorar la convivencia cotidiana y mecanismos para prevenir conductas antisociales que puedan escalar a delitos, así como de la difusión de los hallazgos. Esto cobrará interés en los próximos años al establecerse los modelos de justicia cívica en el periodo 2021 - 2024 en los municipios del país. El objetivo de este trabajo fue analizar, sintetizar y categorizar la información disponible en registros de las infracciones de los reglamentos gubernativos y de policía en el Municipio de Tampico en el periodo 2016 -2020 y definir los patrones espaciales y sociodemográficos de los mismos. Se encontró, que el conocimiento que se genera del registro de las faltas administrativas está segmentado; existe poco conocimiento y se encuentra disperso por los usuarios. Además, se encontró que no existe homologación en el registro y utilidad de la información rec abada por parte de los operadores y tomadores de decisionesResumen de la Ponencia:
Según la Secretaría de Gobernación, del 1° de diciembre del 2018 al 30 de junio del 2021 el estado mexicano con mayor número de reportes de personas desaparecidas fue Jalisco. Aunado a esta situación, una experiencia personal que vivimos de cerca en enero del 2021 nos llevó a aprender de manera empírica el dolor y la herida que deja una desaparición, así como los obstáculos a los que se enfrentan familiares y amistades en la búsqueda por sus seres queridos. A través de revisión bibliográfica, entrevistas no estructuradas y conferencias en redes sociales con activistas, familiares, periodistas, académicos e investigadores forenses, buscamos entender el proceso de revictimización que sufren las víctimas de desaparición, a causa de la impunidad y deshumanización tanto por parte del poder público y la opinión pública. Según el Informe del Comité contra la Desaparición Forzada de la ONU, de las más de 95 mil desapariciones que se habían registrado en México, solo existían 36 sentencias. La presente ponencia resume las conclusiones de esta investigación cualitativa llevada a cabo para entender desde un enfoque diverso las causas profundas de esta problemática y las posibilidades que existen para contrarrestarla. Esperamos que con este artículo podamos sumarnos a las reflexiones colectivas en torno a este tema, tan urgente de visibilizar tanto en la agenda pública, como a nivel académico y mediático. Por nuestra amiga Wendy y por las más de 100 mil personas que faltan en México.
Introducción:
Domingo 10 de enero del 2021, 7:00 a. m. Suena el teléfono, lo escucho en el baño. Es una amiga de Vallarta. Contesto y exclama: “No te preocupes pero, ¿está Wendy contigo?”. Mi ceño se frunce: “¿Conmigo? No, ¿por?”.“Ayer salió de San Pancho en la mañana para Guadalajara y no llegó, sabemos cómo es Wendy que le gusta darse sus escapadas, pero su hermana y yo estamos preocupadas. Voy rumbo a Mascota, que es un pueblo donde Wen tiene un círculo de mujeres y allá no hay señal, tal vez por eso no contesta. Te llamo cuando llegue”. Comienzo a llamarle a más de nuestras amigas para ver si alguien sabe algo. Me pongo en contacto con su hermana y su hermano, quienes ya levantaron la denuncia por desaparición. No está en Mascota, se había quedado de ver ese domingo con una amiga en San Sebastián, pero ni rastro de ella ni de su camioneta. Empiezan a llover contactos: Fulanito que es experto en el tema, Sutanita que sabe qué proceso seguir, la abogada que te puede asesorar, el hacker que puede entrar al celular… Nos empezamos a mover. Ese mismo día ya estábamos mandando a imprimir carteles, viendo en Google Maps las posibles rutas por dónde empezar a buscar. De San Pancho a Guadalajara hay un tramo de 287 kilómetros. Esa noche fuimos tendencia nacional en Twitter: #TeBuscamosWendy. Al día siguiente comenzó la búsqueda y también las teorías. ¿Un accidente? ¿Un asesinato? ¿Un secuestro? ¿Tráfico de personas? Quienes estábamos en Guadalajara ayudamos a gestionar información y pegar carteles, mientras que quienes estaban en San Pancho y Vallarta comenzaron a ayudar a la fiscalía a conseguir videos de cámaras y otra información útil para su localización. Los días pasaron y la búsqueda continuó, seguimos esperando a nuestra amiga…
Esta ponencia surge como parte del movimiento que ha nacido a partir de la desaparición de nuestra amiga Wendy Sánchez Muñoz el 9 de enero del 2021. Desde entonces, hemos realizado distintas actividades para visibilizar el caso y exigir a las autoridades que respondan como las leyes y protocolos lo establecen. Exigencias que no se han atendido. Somos sus familiares y amistades, es la sociedad y las personas que se encuentran en la misma situación, quienes han empatizado con el caso, quienes le hemos dado seguimiento.
Hemos realizado murales en distintos puntos de la ciudad; centenas de ilustraciones por parte de diseñadores en todo el mundo; pláticas, conferencias, marchas, memoriales; apariciones en medios masivos de comunicación, dado un sinnúmero de entrevistas, entre otras actividades. En este proceso hemos sido testigos de la impunidad y revictimización hacia Wendy y sus familiares, y hemos conocido personas con historias similares qué contar, donde el patrón siempre es el mismo: las autoridades no responden y no priorizan el caso. Las autoridades no solo se han mostrado indiferentes, sino que se han visto rebasadas por un acumulado de casos que vuelven muy compleja la solución de este problema.
Según datos oficiales de la Secretaría de Gobernación, sin considerar la cifra negra de delitos no denunciados que puede ser del 90% (IIEG, 2022), hay más de 100 mil personas desaparecidas en México, de las cuales, más de 15 mil fueron desaparecidas en Jalisco, lo que lo convierte en el estado mexicano con mayor número de personas desaparecidas (Secretaría de Gobernación, 2022).
Esta ponencia nace tanto de la experiencia propia como a partir de conferencias y entrevistas con activistas, periodistas, familiares e investigadores de diferentes organizaciones y colectivos como: Zona Docs, Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de las Mujeres (CLADEM), Por amor a ellxs, Centro de Justicia para la Paz y el Desarrollo A.C. (CEPAD), Back Home, Comité de Análisis en Materia de Desapariciones de la Universidad de Guadalajara, Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses (IJCF); así como independientes.
Buscamos entender el proceso de revictimización que sufren las personas afectadas e implicadas ante las desapariciones, a causa de la impunidad y deshumanización, tanto por parte del poder público, los medios de comunicación y la sociedad en general. La presente ponencia resume las conclusiones y reflexiones a las que hemos llegado, con el fin de entender desde un enfoque transversal esta problemática, y aportar a las discusiones en torno a este tema desde una narrativa que busca humanizar a todas las personas afectadas por este crimen de lesa humanidad.
Entendemos por persona desaparecida, como indica en el artículo 4 de la Ley General en Materia de Desaparición Forzada de Personas, Desaparición Cometida por Particulares y del Sistema Nacional de Búsqueda de Personas (en lo sucesivo, LGMD), aquella cuyo “paradero se desconoce y se presuma, a partir de cualquier indicio, que su ausencia se relaciona con la comisión de un delito” (2017). El delito consiste según los artículos 27 y 34 de dicha Ley, en “privar de la libertad en cualquier forma a una persona, seguida de la abstención o negativa de reconocer dicha privación de la libertad o a proporcionar la información sobre la misma o su suerte, destino o paradero” (LGMD, 2017).
Por ejemplo, la Ley de Personas Desaparecidas del Estado de Jalisco (2021) cuenta con la Alerta Amber para niñas, niños y adolescentes, y el Protocolo Alba para niñas, adolescentes y mujeres; sin embargo, la desaparición de estos grupos tiene un incremento notable que se ha agudizado en el contexto de la pandemia (ONU, 2022). Además se establece, entre otras cosas, la importancia de la colaboración entre distintos niveles de gobierno (nacional-estatal-municipal) y entidades de gobierno, en especial la Fiscalía Especializada en Personas Desaparecidas (Fiscalía), la Comisión Nacional y Local de Búsqueda, la Comisión Nacional y Estatal de Víctimas y el Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses, responsable del Registro Nacional de Fosas y el Registro Nacional de Personas Fallecidas y No Identificadas en Jalisco. Colaboración que tampoco se da de manera eficiente.
Por otro lado, entendemos por revictimización las consecuencias psicológicas, sociales, jurídicas y económicas negativas que sufren las víctimas, los testigos y sujetos pasivos de un delito, involucrando la falta de comprensión acerca del sufrimiento que ha causado un hecho delictivo, donde se reexperimenta una nueva violación a sus derechos legítimos cuando los actores (policías, jueces, peritos, criminólogos, funcionarios de instituciones, servicios sociales, sanitarios, medios de comunicación y sociedad en general) intervienen con el fin de reparar la situación de la víctima (ECPAT Guatemala, 2010).
Desarrollo:
Implicaciones jurídicas
Según el Informe del Comité Contra la Desaparición Forzada de la ONU al 26 de noviembre del 2021, únicamente entre el 2% y el 6% de los casos de desaparición de personas habían sido judicializados, y solamente se habían emitido 36 sentencias a nivel nacional, de las 95, 121 personas reportadas como desaparecidas (ONU 2022). Como bien indica el informe, hay una impunidad casi absoluta (ONU, 2022).
Esto sucede por varios motivos. El principal es que el Estado no investiga o no encuentra culpables en la mayoría de los casos. Otra razón es que la desaparición de personas a menudo está ligada a otros crímenes como el asesinato, secuestro, trata de personas, trabajos forzados, etc. Por ello, en ocasiones cuando se logra capturar a las y los delincuentes, muchas veces son judicializados por estos cargos, y la desaparición queda como agravante (Te Buscamos Wendy, 2022a).
Al ser un crimen que se queda impune casi en su totalidad, cada vez son más actores quienes lo perpetúan. Ya que no solo es el Estado como en el caso de las desapariciones forzadas, o el crimen organizado como se suele pensar, ahora puede ser la pareja o expareja, un vecino o un empresario que se quiere deshacer de una periodista o activista que le está investigando, como bien lo menciona una investigadora de CLADEM en una entrevista anónima.
Ante una situación que va de mal en peor, el Estado no tiene la capacidad de responder como por ley debería, lo cual hace que sean las familias quienes se han vuelto expertas en investigación, en solicitudes al gobierno, en creación e implementación de leyes, etc. En el proceso, son frecuentemente revictimizadas por parte del Estado como cuenta Martha, madre buscadora del Colectivo por Amor a Ellxs:
Desde esa fecha (desaparición de su hijo Marco en 2015) ha sido un caminar tan doloroso y tan insufrible, tan desesperante; sufrir corajes, odios, impotencias. De ir a tocar a las instituciones, hacer todos los trámites pertinentes, y ver las negligencias, las fallas, la falta de voluntad de las autoridades para obtener resultados…
Hemos tenido contacto con familias de las regiones, recabamos sus opiniones y nos damos cuenta que todas nos topamos con las mismas situaciones de maltrato, de revictimización, eso es el pan nuestro de cada día para todas las familias que estamos buscando a nuestros seres queridos, es muy triste y es muy lamentable, a pesar de que aquí en la zona metropolitana tenemos todas las instituciones, sabemos que no hay resultados, sabemos que las autoridades no tienen la voluntad política para hacer la búsqueda, pero analizo y pienso, en Guadalajara estamos bien comparado a otras zonas de otros estados, por ejemplo, en el norte Tamaulipas…
El Señor Gobernador me dijo que el gobierno no era nuestro enemigo, que nuestro enemigo era el crimen organizado. Pues sí, pero desgraciadamente también tienen obligación como Estado de hacer las búsquedas. Y ponganle que no desaparezca a todos el gobierno, porque no, pero de que hay mucha complicidad entre el crimen organizado y el gobierno claro que la hay... la mayor parte de las investigaciones, tristemente me duele decirlo, la hacen las familias. Van y se arriesgan: preguntan con los malandrines, van con los de las plazas para sacarles información y luego vamos con el MP y le soltamos la información, porque ellos no hacen su trabajo como debe de ser. (Te Buscamos Wendy, 2022a).
Aunado a eso, tanto activistas como la ONU hablan de que hay una crisis forense, ya que hay más de 52 mil cuerpos sin reconocer y aún no se ha creado un registro nacional forense (ONU, 2022). Realizamos una entrevista a personal anónimo del IJCF, quien nos comentó cómo se vive está situación desde dentro:
Sí existe una problemática… en el tiempo que llevo laborando ahí me he dado cuenta que a pesar del aumento de la capacidad del personal, de los laboratorios, de las búsquedas exhaustivas que realizamos, no vemos el abasto a esa identificación o búsqueda de las personas desaparecidas... pienso que jamás es suficiente, cada día aumenta y aumenta es una crisis claramente...
Nosotros como área cubrimos todo Jalisco… a veces nosotros por estar analizando en laboratorio no podemos salir a búsqueda, o por salir a búsquedas no podemos analizar en laboratorio... Nosotros entendemos la parte humana de que la gente está en la búsqueda de sus familiares y quiere que todo sea rápido, pero a veces el rezago o cúmulo de trabajo, las horas laborales, las jornadas largas de trabajo son pesadas, esos son los principales retos que tenemos laboralmente. Que somos pocos para tanto trabajo...
A veces la capacidad de las áreas tiene muchísima demanda, entonces por eso es que es tardado todo este tipo de análisis. No creo que sea una incapacidad de pronta respuesta, sin embargo creo que es eso, que no es el suficiente personal, no se tiene ni el espacio suficiente para análisis, ni los equipos suficientes… A pesar de que tenemos laboratorios de vanguardia, han estado abriendo más áreas o creciéndolas, y aún así no es suficiente, aunque aumente la capacidad de infraestructura o contratación de personal, nunca vamos a la par, siempre vamos un paso atrás, aumentan y aumentan las desapariciones...
Ha habido mucho avance, yo pienso que también mucho apoyo por parte del Gobierno de Jalisco en está temática, a lo mejor la gente que está desde afuera no logra percibirlo, pero a mí me ha tocado por estar ahí ver que se le ha invertido… y también en la creación de protocolos ha habido mucho avance porque ha sido en favor de las familias de los desaparecidos y de los mismos desaparecidos.
Asimismo, nos comentó que no es una labor fácil ni rápida la que tienen, ya que deben hacer muchos estudios como medicina forense, odontología forense, antropología forense, criminalística forense, dactiloscopia, genética, psicología, lofoscopia, etc. para poder extraer información que les haga obtener perfiles biológicos genéticos de características individualizantes, para que las personas sean entregadas a sus familiares con el 100% de certeza.
Por último, menciona como un reto que las familias y colectivos acompañen al equipo de investigación forense ya que muchas veces no confían en ellos y por lo tanto retrasan la búsqueda.
Implicaciones psicológicas
La premisa en este apartado es que ante la desaparición de un familiar o persona cercana a una víctima de desaparición, la cotidianeidad cambia de manera radical (Te Buscamos Wendy, 2022b). Nos parece que se entiende por parte de la sociedad que el sufrimiento es real, porque si lo piensan en sus propias circunstancias es difícil imaginar que no les afecte. Sin embargo, los procesos de revictimización nos hacen sentir ajenos a dicha situación y nos van alejando de entender que no es un duelo “normal”.
El duelo tras una desaparición es más complejo que el de una muerte, es casi imposible aceptar que la otra persona ya no está por lo que las personas cercanas a la víctima se quedan en un limbo del que no pueden salir para comenzar a superarlo. Es decir, existe una pérdida, pero no es claro si esa persona ya murió o si sigue necesitando ayuda.
Así pues, las personas implicadas en dicho dolor, se ven afectadas no solo por la parte emocional de extrañar a dicha persona, sino que devienen afectaciones en casi todos los ámbitos de sus vidas. Nos parece pertinente mencionar los más alarmantes a continuación y exponerlos de manera separada.
Comenzando con lxs conocidos directos de las víctimas de desaparición, ante violación de Derechos Humanos, todo lo que pasa y sienten, todas las afectaciones, se vuelven normales y no debería ser así (Te Buscamos Wendy, 2022b). Como bien citó CEPAD a una miembro del colectivo Por Amor a Ellxs: “El tiempo pasa ante la situación de desaparición de una persona , pero, por otro lado, pareciera como el tiempo no existiera, es como si corrieran dos tiempos paralelos” (Te Buscamos Wendy, 2022b).
Lo primero que ocurre son crisis emocionales extremas ante la noticia, en este punto la autoridad debería brindar atención psicológica urgente, pero en la mayoría de los casos es nula o sumamente limitada (Te Buscamos Wendy, 2022b). Después viene un golpe de incertidumbre, frustración, enojo e impotencia y, en la mayoría de los casos, esto se traduce en tomar acción con los propios medios. De ahí deriva un estado de alerta permanente, alerta ante el miedo que se ha generado, pero también alerta constante por si se tienen indicios de la persona buscada: no querer salir de casa por si regresa, no descuidar el teléfono por si llama, etcétera. Ante esta situación, por lo general, los familiares reciben atención al menos por el contexto más cercano, y con ello un bombardeo de información que se traduce en estrés mental e incertidumbre.
Cabe mencionar que conforme pasa el tiempo, la mayoría de las personas que acompañaron a la familia al principio, comienzan a distanciarse, por lo que el duelo generalmente se vive en soledad. Esto incluye a familiares mismos, que en muchas ocasiones difieren sobre cómo procesar la situación y qué acciones tomar, lo que conlleva a una ruptura familiar, y con ello sentimientos de culpa.
Así se rompe por completo el proyecto de vida que ya se había establecido, pero también se rompen las creencias básicas que ya se tenían claras (Te Buscamos Wendy, 2022b). Vemos que esta situación estalla en un cúmulo de emociones, preguntas, información, trámites, etc. que se traducen en crisis de pánico y preocupación, así como de ansiedad. Consecuencias que en su mayoría, como mencionamos, no son atendidas por el Estado, y si no se tienen los medios económicos para atenderlas en lo privado, tan solo se dejan de lado y se termina somatizando en enfermedades crónicas como diabetes, presión alta y enfermedades de salud mental.
Implicaciones económicas
Nadie tiene en sus planes que suceda una desaparición. Es decir, nadie nos preparamos emocionalmente para este golpe y tampoco está dentro de nuestro presupuesto, y todo el dolor y esfuerzos por resolverlo se manifiestan, además de en lo emocional, de manera muy alarmante en el ámbito económico (Te Buscamos Wendy, 2022b).
Como comenta la Dra. Carmen Chinas del Comité de Análisis en Materia de Desapariciones de la UDG (Te Buscamos Wendy, 2022b) lo primero son los gastos de búsqueda que son muy costosos y que las familias tienen que asumir por completo, o casi en su totalidad, cuando, eso también tiene que ser cubierto por el Estado desde la Comisión de Víctimas, ya que son violencias estructurales que las autoridades deben priorizar en prevención, resolución y acompañamiento
Por ejemplo, el tiempo que se debe invertir en levantar las denuncias, asistir a las dependencias, pegar afiches, convocar a la sociedad para pedir ayuda, etcétera. También es dinero invertido en transporte, copias, impresiones, víveres, permisos, entre otros. Generalmente, si se desea continuar la búsqueda, esto deriva en perder o renunciar al empleo.
Aunque lo anterior ya es sumamente alarmante, se vuelve aún más complejo cuando la persona desaparecida era el sostén de la familia y estos no tienen los recursos económicos, mediáticos y/o de búsqueda, por lo que se ven en la necesidad de vender sus bienes, piden préstamos o invierten su patrimonio. Y, más allá, es todavía más grave cuando las personas que buscan a un familiar no viven en ciudades grandes (o sea la mayoría de la población), ya que se ven obligados a desplazarse de sus municipios con la esperanza de obtener mejor atención por parte de las autoridades. Por ello, de la noche a la mañana, los gastos aumentan, los ingresos disminuyen, y ni así, con todos estos esfuerzos y sacrificios, los familiares reciben un adecuado acompañamiento por parte del Estado (Te Buscamos Wendy, 2022b).
Todo este desgaste emocional, físico y económico se vuelve un ciclo que no acaba y termina por descargarse en somatización o a modo de enfermedades crónicas; diabetes, presión alta, enfermedades mentales que generan más gastos económicos, y mayor desgaste emocional y físico.
Implicaciones sociales
Si pensamos en todas las personas desaparecidas y sumamos el número de familiares y amigos que les buscamos, podemos imaginar la cantidad de sentimientos negativos y problemas económicos que se generan, lo que deja ver que las desapariciones impactan en muchos otros ámbitos de la sociedad más allá de la violencia e inseguridad.
Somos tantas personas a las que el Estado debió brindar atención hace años y solo siguen acumulando todos los pendientes a atender. Los problemas de salud mental y enfermedades crónicas aumentan, y no los previenen ni los atienden. No hay suficiente medicamento, no se prioriza y solo empeora, al igual que la realidad económica del país. Y así, cada quien con sus propios medios y como podemos, vamos resolviendo de manera individual los problemas emocionales, económicos y de justicia que nos aquejan, producto de una problemática estructural que no es nueva y que cada vez preocupa más.
Esto ha permeado en nuestra vida cotidiana y las dinámicas que vivimos en sociedad nos llevan a pensar día con día si regresaremos vivos a nuestra casa, o cómo si desaparecemos, al menos, nuestras familias sabrán dónde comenzar a buscarnos.
Queremos mantenernos muy enfáticos en que esto nos afecta y debería interesar como sociedad, pues, aunque no se tenga un caso cercano, nos hemos visto obligados a vivir en sociedad en función de ser potenciales víctimas. En una encuesta de Instagram realizada el 5 de agosto del 2022 preguntamos a los seguidores de la cuenta @tebuscamoswendy (quienes evidentemente cumplen con un perfil de cierta sensibilidad con la causa) cómo han modificado su rutina cotidiana a causa de las desapariciones y obtuvimos 108 respuestas. Todas son igualmente tristes de leer, aquí compartimos algunas:
-Al caminar sola tengo mucha ansiedad siempre.-No salgo sola, y procuro no salir de noche. -Deje de usar el transporte público o de plataforma.-No salgo para absolutamente nada que no sea primordial.-Ubicación a hermano siempre, gas pimienta, ropa holgada aunque haga calor, no sola después de 9 pm.-Me mudé a un pueblo menos inseguro que la CDMX.-Literalmente no salgo de casa, me da terror estar sola.-No salgo sin darle un abrazo a todos porque no sé si vuelva o ellos.-Dejar de salir a carretera sola.-Cuidar que no venga alguien detrás de mí, usar ropa ‘decente’, no confiar en las personas.-Cada que sale mi hijo le recuerdo que la gente desaparece, que sea precavido.-Antes salía sola siempre, tenía citas conmigo misma, ahora ni loca.-Ya no me atrevo a salir en mi bici ni a pie, todo lo hago en auto y ni así me siento segura.-Amo salir a correr y caminar mientras escucho música, dejé de hacerlo para estar alerta.-Le tengo que pedir a un roomie que me acompañe a pasear a mis perritos.-Bajé una app para poder ver en tiempo real dónde está mi papá, hermanas y esposo.
La insensibilidad por parte del Estado surge de una dinámica estructural de impunidad que paulatinamente ha generado una respuesta normalizante del delito por parte de la sociedad. Por un lado, se reproduce dicha normalización cuando alguien se muestra indiferente ante este riesgo latente. Como cuando somos conscientes de ello, y nos vemos obligadas a modificar nuestra vida cotidiana para sobrellevar la situación. Sin enfocarnos en cuál sea la razón de nuestro actuar, lo cierto es que de una u otra forma nos adaptamos a la dinámica a tiempo que la perpetuamos, y vivimos con miedo, paralizados, en una condición de supervivencia y alerta constante. Esto debería causarnos suficiente alerta y debemos reconocer que no es normal que vivamos de esta manera.
Conclusiones:
Esta ponencia surge como una forma de protesta. Creemos que es indispensable que este tema se hable y denuncie en todos los ámbitos posibles, y consideramos que es nuestro deber llevarlo a la academia. Es urgente que sea tomado como una prioridad y se atienda de manera integral tanto a nivel gobierno, administración pública y sociedad en general. Queremos recalcar que es una situación que nos envuelve a todos, ya que todos estamos expuestos, y resulta difícil hacer estrategias efectivas de prevención debido a que no hay una correcta investigación y seguimiento de esta problemática, además consideramos grave el hecho de que ni siquiera se cumpla con lo que ya establece la Ley en esta materia.
Cabe resaltar, que creemos que las recomendaciones de la ONU a México son muy adecuadas. En ellas se expone la urgencia de una estrategia integral ante esta problemática. En el informe se detallan las recomendaciones para la prevención y erradicación de las desapariciones, tales como erradicar la impunidad de manera estructural; abandonar el enfoque de militarización y garantizar el enfoque civil de la seguridad pública; visibilizar, informar y sensibilizar a la sociedad; así como desarrollar un programa de formación integral y capacitación a servidores públicos, de esta manera, eliminar los obstáculos en la persecución penal; y prestar la debida atención a las desapariciones de migrantes. Para fortalecer los procesos de búsqueda e investigación, el Estado tiene que brindar apoyo humano y financiero suficiente a la Comisión Nacional de Búsqueda y a las comisiones locales, y asegurar una efectiva coordinación de todas las instituciones involucradas en el proceso de búsqueda, investigación, reparación y acompañamiento a las víctimas (ONU, 2022). No obstante, y a pesar de este informe, el Estado sigue haciendo caso omiso a la tragedia humana y crisis forense que enfrenta el país.
A partir de esta ponencia, hemos concluido que esta situación es todavía mucho más compleja de lo que se percibe a simple vista, por la manera estructural en la que se han ido perpetuando un sinfín de violación a los derechos humanos a distintos actores involucrados en las desapariciones, durante muchos años. Y lo peor es que hay más de 100 mil historias como la de Wendy, simplemente sin una respuesta y que detonan en miles de situaciones hacia todos lados.
Para el día en que no se tuvo más noticia de Wendy, ya sabíamos que esta era una realidad en el país. Pero en esta ocasión, era el nombre de una amiga, una muy cercana. Sencillamente, el miedo y la inseguridad se han incrementado a partir de ese día. Y hemos dimensionado lo profundo de esta problemática.
Primero una publicación de Facebook buscándola y pidiendo información. Fue extraño, no lo creímos. Pero era cierto: Wendy desapareció el 9 de enero de 2021. Su familia no sabía de ella, no respondía, no llegó a su casa esa mañana para visitarlos como lo tenía planeado. Confirmó a las 7:00 a. m. que había salido de San Pancho rumbo a Guadalajara y al día de hoy no ha llegado a su casa. Desde ese nueve de enero, se comenzaron a realizar ilustraciones de ella, murales, publicaciones, rifas, marchas, entrevistas, notas periodísticas, videos, reportajes, incluso esta ponencia y realmente, en el proceso de búsqueda y reparación, de poco ha servido, pues el caso de Wendy no se ha esclarecido en absoluto.
Bibliografía:
Asociación para la Eliminación de la Prostitución, Pornografía, Turismo, Tráfico Sexual de Niñas, Niños y Adolescentes (ECPAT Guatemala). (2010). “Revictimización. Qué es y cómo prevenirla”. Consultado en: https://igm.gob.gt/wp-content/uploads/2017/09/Revictimizacion-que%CC%81-es-y-como-prevenirla.pdf a 1 de agosto del 2022.
Comité Contra la Desaparición Forzada de Naciones Unidas (ONU). (2022). “Informe del Comité contra la Desaparición Forzada sobre su visita a México en virtud del artículo 33 de la Convención”. Consultado en: https://hchr.org.mx/wp/wp-content/uploads/2022/04/Informe-de-visita-a-MX-del-Comite-contra-la-Desaparicion-Forzada-abril-2022.pdf a 1 de agosto del 2022.
Instituto de Información Estadística y Geografía de Jalisco (IIEG). (2022) “Cifra Negra del delito”. Consultado en: https://iieg.gob.mx/ns/?page_id=25219 a 1 de agosto del 2022.
Ley de Personas Desaparecidas del Estado de Jalisco (5 de marzo del 2021). Art. 8 y 66. Periódico Estatal del Estado de Jalisco.
Ley General en Materia de Desaparición Forzada de Personas, Desaparición Cometida por Particulares y del Sistema Nacional de Búsqueda de Personas (LGMD). (17 de noviembre de 2017.) Art. 27 y 34. Diario Oficial de la Federación, México.
Secretaría de Gobernación. (2022). “Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas”. Consultado en: https://versionpublicarnpdno.segob.gob.mx/Dashboard/Index a 1 de septiembre del 2022.
Te Buscamos Wendy [@tebuscamoswendy]. (10 de enero de 2022a). Hablemos de desapariciones ¿A quiénes afectan? ¿Cuál es el protocolo de reacción? Gracias a @zonadocs @darwinfranco1 @dalia_souzal @carolhsolis y @marthamorales519 [Video]. Instagram. https://www.instagram.com/p/CYksk1ZOTbt/
Te Buscamos Wendy [@tebuscamoswendy]. (11 de julio de 2022b). Desapariciones y Revictimización una charla muy necesaria con @mayrahdzf de @backhomemx, @doloreschinas de UDG, @annakarolinach @cepad_ac y @blncota Gracias por seguir compartiendo y dejen en los comentarios temas que crean importantes para tocar en otros en vivos. [Video]. Instagram. https://www.instagram.com/reel/Cf5QKsarfmF/
Palabras clave:
desapariciones, revictimización, deshumanización
Resumen de la Ponencia:
Não é novidade que as instituições militares são atores político importantes na América Latina. Recentemente, temos observado uma atuação crescente das Forças Armadas na política institucional no continente. Um representativo número de militares das Forças Armadas em cargos no executivo, legislativo e inclusive em alguns postos de assessoria judiciária são verificados na Venezuela, Peru, Colômbia, México, Equador e Brasil. Não se trata, entretanto, de um fenômeno novo, mas uma marca histórica da região. Nos últimos 30 anos, contudo, observamos um aumento da atuação de militares em operações de segurança interna. O emprego de militares em operações de “combate” ao tráfico de drogas deu aos militares uma “nova missão”: a gestão da segurança e da ordem interna. Nesse sentido, o presente trabalho busca, partindo de um referencial teórico construído sobre a interpretação da atuação política das Forças Armadas na América Latina historicamente; e da reflexão que tem sido construída no campo da sociologia acerca da militarização da segurança pública no continente, compreender de que forma essa atuação ocorre e como ela é percebida institucionalmente pelos atores envolvidos. Para tal, realizaremos uma análise – sob a luz do referencial supracitado – de operações militares dentro de território nacional, no âmbito da segurança pública interna, via dispositivos legais e/ou justificativas políticas adotadas para essa finalidade. Partindo da hipótese de que a atuação dos militares na segurança pública não é um caso isolado no continente, tomaremos o fato como um fenômeno sociológico e nos propomos, portanto, em tentar compreender de que forma e como ele ocorre nas diferentes manifestações nos países da América Latina. Com esse trabalho, buscamos contribuir para a compreensão da militarização da segurança pública e das relações civis-militares.Resumen de la Ponencia:
A construção moral de um espaço social é fator fundamental para que todos optem por práticas ou comportamentos não corruptos. A influência social afeta profundamente o modo como os indivíduos se comportam em todas as áreas da vida, incluindo a esfera pública. Diante disto, o objetivo deste estudo é avaliar a maturidade da transparência sobre contratações emergenciais no combate a COVID-19 nos municípios do Estado do Pará. A presente pesquisa se limitou a busca nos portais da transparência dos 144 municípios paraenses. A coleta de dados foi realizada no período de setembro de 2021 a fevereiro de 2022 sendo utilizado como referência uma escala de avaliação elaborada pela ONG Transparência Internacional que vai de 0 a 100. Os municípios mais transparentes são os que possuem uma nota mais próxima de 100. A corrupção não só prejudica o atendimento básico de saúde, mas impede os entes municipais de estimular a economia local e consequentemente atender as demandas existentes das famílias em situação de vulnerabilidade social. Como principal resultado este estudo identificou que os municípios paraenses possuem notas baixas quando avaliada a transparências das despesas no combate a COVID-19.Resumen de la Ponencia:
La presente exposición tiene el objetivo de proponer un enfoque de análisis de la corrupción que trate de reflexionar el auge de políticas nacionales anticorrupción en los últimos años en América Latina y su relación con conceptos como participación ciudadana, Estado de derecho democrático y sus instituciones. Asimismo, a partir de la discusión del papel del Estado democrático con la sociedad se propone un análisis de las instituciones que incluyan en su estudio las aspectos formales e informales.En síntesis, el objetivo del trabajo es situar el marco donde se insertan las políticas nacionales anticorrupción en América Latina, especialmente México y Chile para reflexionar las prácticas de corrupción dentro de la función pública.El presente enfoque se realizó a través de la lectura de autores como Guillermo O'Donnell, Michel Crozier, de manera que consideramos el auge de las políticas nacionales anticorrupción en América Latina como producto de diversas transformaciones democráticas que buscan establecer requisitos mínimos de competitividad, equidad y mecanismos de control institucional. Es decir, un Estado democrático, además, de garantizar derechos políticos básicos debe formalizar otros derechos insoslayables como la rendición de cuentas, la transparencia, y el acceso a la información. Mecanismos enfocados en disminuir las asimetrías que puedan afectar el desempeño institucional. Así desde un nivel normativo o formal tradicional, la corrupción se considera no solo opuesta a los valores y procedimientos formales en las instituciones, sino un problema institucional. De manera que dentro de las organizaciones gubernamentales la corrupción es visto como un problema procedimental basado en la poca aplicación de las normas por parte de los funcionarios públicos. Dejando de lado que en la práctica cotidiana, la corrupción es una forma de llegar acuerdos dentro de las organizaciones, lo que la sitúa como consecuencia del mal desempeño normativo democrático y no como su causa. De ahí la importancia de reflexionar el papel de la corrupción desde su relación con la democracia. El presente trabajo de investigación documental es parte de un proyecto que realizo como estudiante de doctorado del Posgrado de Estudios Latinoamericanos de la UNAM titulada “Prácticas de corrupción y la instauración de mecanismos de participación ciudadana anticorrupción en América Latina, una comparación entre el municipio de Quillota, región de Valparaíso Chile y el municipio de Zapotlán de Juárez Hidalgo, México”Resumen de la Ponencia:
En las últimas dos décadas, la ciudad de Iguala ha estado marcada por la violencia del crimen organizado. Debido a su posición geográfica, se ubica como un punto de conexión entre la Sierra de Guerrero, la Tierra Caliente, y los Estados de Morelos, México y Michoacán, siendo un territorio de vital importancia para las organizaciones que controlan la producción y tráfico de drogas hacia Estados Unidos y el resto de México. Desde la guerra contra el narcotráfico de Felipe Calderón iniciada en 2006 a la fecha, los principales actores de esta violencia han ido cambiando. Comenzando con una gran organización criminal que controlaba todo el estado, hasta llegar a grupos no tan consolidados que disputan un mismo territorio en busca de controlar no sólo la economía de las drogas, sino también la del cobro de cuotas. El año 2014 marcó para Iguala un parteaguas en su vida cotidiana. El asesinato de 6 personas y desaparición de 43 estudiantes normalistas la madrugada del 26 y 27 de septiembre, trajo consigo la incursión del Gobierno Federal y la captura de los principales líderes de Guerreros Unidos, organización que hasta entonces controlaba sin problemas la “plaza” de Iguala, lo que provocó su escisión en dos grupos: La Bandera y Gente Nueva. Esta situación fue aprovechada principalmente por su grupo rival Los Rojos, quienes comenzaron a operar en Iguala con facilidad gracias a que ya controlaban los municipios vecinos de Tepecoacuilco, Huitzuco y Eduardo Neri. Esto detonó una fuerte guerra entre las tres organizaciones por el control de la “plaza”, que se ha extendido por años hasta nuestros días, pasando por diferentes y a veces largas olas de violencia. En este contexto tan caótico y violento llegó a Iguala la pandemia por COVID-19 y con ello el confinamiento. Así, se plantea la casa como el único lugar seguro para salvaguardar nuestras vidas. En una ciudad marcada por la violencia, donde la muerte ya era algo cotidiano, ¿El confinamiento realmente podía significar más seguridad? Por lo anterior, este estudio se centra en caracterizar la violencia armada en Iguala durante la pandemia por COVID-19, a partir de diferenciar su comportamiento en dos espacios sociales opuestos: el público y el privado. Para lo cual se realizó un análisis cuantitativo-cualitativo sobre los ataques armados sucedidos desde dos años antes del inicio de la pandemia y de los dos años que lleva la misma, comparando ambos periodos de tiempo.Resumen de la Ponencia:
La presente ponencia tiene como objetivo analizar la corrupción en contextos de baja estatalidad en Chile desde una aproximación sociológica. La corrupción es un fenómeno que está presente en diferentes instituciones del país. La mayoría de los estudios se han centrado en estudiar las causas, prevalencia y los efectos de la corrupción a nivel nacional e internacional (Beeri & Navot, 2013; Meza & Perez-Chiques, 2020). Han predominado estudios transnacionales, los cuales mediante la construcción de indicadores analizan comparativamente la magnitud de la corrupción (Treisman, 2007). Esto deriva en una comprensión limitada del fenómeno que impide ver sus particularidades y variaciones en niveles más locales. Lo concreto es que la corrupción se manifiesta de diversas formas y en todos los contextos y ámbitos institucionales, por tanto, su existencia no puede ser atribuida solo a las altas esferas del poder político y económico (Mujica, 2005). El predominio de este enfoque ha tenido como efecto que los negocios y su relación con la política (y viceversa) sean los principales ámbitos de estudio. Dicha perspectiva tiende a invisibilizar la corrupción en otras esferas y espacios institucionales, como por ejemplo los niveles locales. En estos la corrupción adquiere características y dimensiones muy distintas a las económicas y se entremezcla con otros fenómenos tales como el clientelismo y el patronazgo (Autor, 2018; Autor, 2017). De ahí la relevancia de estudiar el fenómeno desde lo local (De Graaf, 2007). De esta manera, se entiende a la corrupción como un fenómeno social y relacional que permea las instituciones públicas transgrediendo el marco legal y alterando sus procedimientos formales. Se utilizó una metodología cualitativa con enfoque descriptivo. Se realizaron 32 entrevistas a actores relevantes del ámbito municipal (autoridades y funcionarios municipales) y local (stakeholders) en 13 comunas que presentan baja presencia estatal de la región de la Araucanía en Chile. Los resultados muestran la importancia que las redes y vínculos personales presentan en el modo de operar de la corrupción en contextos locales. Específicamente La evidencia aportada en este artículo indica que, independiente del nivel en el que esta se produzca, los contactos personales y las relaciones entre individuos sustentadas en la confianza son la base para su surgimiento. En los gobiernos locales particularmente, es muy difícil que estos actos se produzcan individualmente. En estos existen mecanismos de control administrativo y financiero, además de sanciones, que buscan prevenir la aparición de actos de corrupción, por tanto, se requiere de un mayor número de personas para burlar esos controles. En esto operan principios y normas sociales como la reciprocidad, la confianza, la lealtad, de modo que una relación que en un inicio puede ser puramente instrumental con el tiempo se transforma en una relación social.Resumen de la Ponencia:
Al aproximarnos al concepto de “Juega vivo”, rápidamente lo asociamos a la astucia, y más aún si hemos nacido en Panamá; sobre todo si al practicarlo hemos obtenido logros u otros beneficios. El objetivo de esta ponenecia es invitar a la reflexión de algunas realidades sociales que envuelven a las sociedades latinoamericanas con una expresión que denota oportunismo y corrupción, con o sin connotación política. La idea fundamental ilustrada en esta ocasión es el “juega vivo” desde su manifestación en el día a día, sus inicios y sus similitudes entre países del continente (Panama, Colombia, Venezuela, Perú, Argentina, Uruguay y Brasil) documentados en la literatura. Se considera también la incidencia del “Juega vivo” como sistema de corrupción general, su transformación de ideas a prácticas y finalmente elevado a la categoría de cultura, y se relaciona con la falta de valores y el detrimento de la educación en todos los niveles. Todos estos aspectos nos ayudan a comprender la extensión del “juega vivo” como fenómeno que, según la percepción del individuo, puede ser negativo o, por lo contrario, puede ser utilizado como un concepto que derive en prácticas positivas para generar el cambio y desarrollo humano del país.Resumen de la Ponencia:
O termo corrupção parece que está impregnado no consciente da sociedade brasileira, pois a mesma tem sido sistematicamente “bombardeada” há anos por diversas notícias que versam sobre o tema. Maurício Abdalla afirma que a corrupção não é um desvio na política que possa ser corrigido pelo lado moral, mas forma essencial e necessária de funcionamento do Estado no capitalismo e realça efeitos que pode produzir numa democracia em todos os níveis e poderes.Os interesses movidos por uma “pseudo” democracia vinculada aos discursos dos idealistas da época pós ditadura, foram plasmados (em parte) na Carta Magna hoje vigente. Contudo, a concretização de alguns dispositivos previstos na norma fundamental não ocorre por inúmeras razões, in casu pela corrupção sistêmica na Administração Pública. Esta prática, de certo modo, deve-se ao funcionamento do modelo implementado no território nacional por grupos estruturalmente e historicamente detentores de poder, como acentuado por Raimundo Faoro. Soma-se a isso o “jeitinho brasileiro”, ideia discutida numa perspectiva social-histórica[1] que indica traço marcante da personalidade do caráter nacional.[2] Luis Barroso enfatiza que “em sua essência, o jeitinho envolve uma pessoalização das relações, para o fim de criar regras particulares para si, flexibilizando ou quebrando normas sociais ou legais que deveriam se aplicar a todos.”[3]O tal “jeitinho” se engendra dentro da “confusão” que envolve a esfera pública com a privada, no sentido de que há uma pessoalização das relações que beneficiam o interlocutor, pois o mesmo acaba por criar regras que se tornam benéficas para si e que em situações cotidianas acarretam em atos de corrupção. Os atos de corrupção praticados na Administração Pública produzem severos prejuízos para os administrados, sendo certo que a não prestação de inúmeros serviços tem geram déficit para a concretização de direitos humanos, como por exemplo, no campo da saúde e educação. Para o desenvolvimento da pesquisa será utilizada a metodologia descritiva, bem como será empreendida revisão bibliográfica composta pelos principais autores da área e a apresentação de casos emblemáticos de corrupção na Administração Pública brasileira. O estudo terá caráter essencialmente qualitativo, com ênfase na observação e estudo documental. [1] HOLLANDA, Sergio Buarque de. Raízes do Brasil. Rio de Janeiro: José Olympio, 1991. DA MATTA, Roberto. Carnavais, malandros e heróis: para uma sociologia do dilema brasileiro. Rio de Janeiro: Rocco, 1997; https://maniadehistoria.wordpress.com/o-jeitinho-brasileiro/ Acesso em 29/04/2018.[2] Neste estudo não se tem a pretensão de alargar a ideia e construções teóricas sobre o “jeitinho brasileiro, contudo torna-se fundamental que a “cultura” do “jeitinho brasileiro” está intimamente ligada a práticas de corrupção, que foi sendo, infelizmente, “construída” ao longo do tempo no Estado brasileiro.[3]BARROSO, Luís Roberto. Ensaio sobre o Jeitinho brasileiro. Disponível em: https://www.conjur.com.br/dl/palestra-barroso-jeitinho-brasileiro.pdf, Acessado: 29/04/18Resumen de la Ponencia:
Esta ponencia es sintesis de la fase documental del proyecto de tesis para el Doctorado en Ciencias Sociales en la Fahce de la UNLP “Transición estratégica de la dominación en la Colombia post 1991” y que centra su atención en los cambios ocurridos en las relaciones de las fracciones históricas con las fracciones emergentes en las últimas décadas caracterizadas por la consolidacion de un regimen de acumulación convergente a un modelo de sistema político. En el plano específico de las estrategias de seguridad, la ponencia retoma la discusión propuesta desde 2020 -no solo en la coyuntura de la pandemia, sino en la contensión de la movilización social en Colombia- en perspectivas biopolíticas basadas en la adopción instrumental de las ideas sobre revolución molecular disipada (Deleuze-Guattari) y su difusión en la cúpula militar. Se problematiza la relación de este discurso, sus condiciones de producción, y de reconocimiento y la contextualización respecto fenómenos de vulneración de los derechos humanos, instrumentalización de las operaciones de seguridad, formación adversativa de las categorías ideologizadas de “primera linea”, “vándalo”, “enemigo interno”, “heroes de la patria”, y las repercusiones sobre la formación de identidad y memoria en relación con el conflicto armado y la transición pos acuerdo final de la Habana. Se trata de dar una aproximación comprensiva desde la psiquiatría social (basada en autores colombianos formados en el psicoanalisis tanto de corte freudiano como lacaniano) sobre la fracturas de “habitus desgarrados”, como el que deriva de la insolucionable escisión entre “obediencia debida” y “obediencia ciega”, y la imposibilidad absoluta de generar psicopatas robocops (es decir los cuerpos especializados en repeler la movlilización social mediante el monopolio del uso de la fuerza letal disuasiva) en tanto sujetos no aislables como “solamente grupo de choque acuertelado-en campaña” en tanto les es permitido construir y mantener lazos sociales de caracter familiar y parental. De la problematización se intenta recuperar respuestas a la necesaria transformación de la formación castrense y la producción socio cultural de las fuerzas de seguridad interior para un país latinoamericano.