Resumen de la Ponencia:
La presente investigación tiene por objetivo interpretar y definir la interculturalidad de la región de Tarapacá a través del contacto interdialectal que emerge de la interacción de distintos grupos hispanohablantes en el territorio. La hipótesis apunta a que es posible evidenciar la interculturalidad a partir del intercambio dialectal. La metodología es interpretativa, socio-lingüística y multimodal. Consiste en la realización de grupos focales, análisis de conversaciones, entrevistas y la aplicación de una encuesta a ciudadanos colombianos, venezolanos, peruanos, bolivianos, aymaras y chilenos residentes. Los resultados preliminares dan cuenta de una mezcla de dialectos, modismos y palabras producto de olas migratorias y el contacto cotidiano, reflejando una interculturalidad manifiesta y definible desde lo lingüístico. Las conclusiones sugieren el mantenimiento, traspaso y combinación de las expresiones lingüísticas propias de cada cultura y un uso habitual de las mismas entre personas de distinto origen habitando un territorio común, enfatizando o regulando su uso según distintos escenarios. Esto permitiría caracterizar a la región como intercultural.
Introducción:
La cultura es la manifestación de la herencia social e histórica de una sociedad, resultado de la suma de experiencias que se expresan a través de las costumbres, usos y creencias (Mintzel 1997, Rehaag 2006). La cultura puede ser explícita o implícita. La primera se relaciona con la lengua, música, arquitectura, vestimenta, etc.; la segunda se atribuye a las tradiciones, costumbres, ideologías, religión, etc. (Rehaag 2006). En ese sentido, la cultura explícita es más visible, de manera análoga a un “iceberg cultural” (Hall 1976).
Los contactos entre grupos humanos de diverso origen se han masificado en los últimos años producto de las migraciones a nivel global, lo que conlleva necesariamente al encuentro entre culturas, es decir, a la interculturalidad, cuya base se encuentra en la interacción, en el “proceso de entendimiento mutuo [con] un ‘otro’ o ‘extraño’, que al mismo tiempo implica un enfrentamiento con la cultura propia” ( Rehaag 2006: 4).
Numerosos estudios se han llevado a cabo en torno a la interculturalidad, especialmente respecto al análisis de factores políticos, sociológicos, antropológicos y educativos. Este último ámbito contempla, entre otros, aspectos relacionados con el lenguaje, pero restringidos casi exclusivamente al uso y enseñanza de lenguas originarias en el ámbito escolar (Walsh, 2005). En Chile, las investigaciones se han centrado en el contacto mapudungun-español y, en mucho menor grado, en aymara-español.
Se observa, pues, una limitación en la noción misma de interculturalidad, que no considera la presencia de otros grupos extranjeros especialmente relevantes en el contexto de las migraciones. Estas han sido parte de la historia de la región de Tarapacá, norte de Chile y, en las últimas décadas, se han caracterizado por su origen sudamericano.
La Región de Tarapacá posee una diversidad cultural distintiva; de hecho, la arqueología regional ha utilizado el concepto de multietnicidad para definir la compleja red de relaciones establecidas entre los primeros pueblos originarios (aymaras y quechuas) y tribales (afrodescendientes) que ocuparon los distintos pisos ecológicos de esta zona. Estas relaciones de interacción social originarias se complejizaron con la llegada de la población europea en el siglo XVI, estableciéndose una hibridación cultural que fue configurando un escenario transcultural. Esto es visible hasta el día de hoy en diversas manifestaciones culturales de la población regional, donde lo indígena y español están potentemente imbricados.
El norte de Chile, al ser un territorio de frontera, se debe concebir como espacio humano habitado por comunidades de variados grupos étnicos y colectivos de diversos países, con características particulares, que se traducen en un dinamismo cultural que se integra y constituye a través de un tejido de relaciones transfronterizas a distinto nivel (Tapia, 2015, 2012; Norambuena, 2002; 2004). Esta realidad determinada por el fenómeno de las migraciones y una alta presencia de población originaria aymara y afrodescendiente (Mondaca, Gairín y Muñoz, 2018), y la consecuente generación de un territorio culturalmente diverso, representa un escenario que abarca los distintos ámbitos de la vida regional transformándolos en espacios propicios para el desarrollo y aplicación de un enfoque intercultural.
En ese sentido, se parte de la hipótesis de que la presencia de distintos grupos culturales hace que exista también una diversidad lingüística que puede expresarse a través del contacto dialectal y en distintos contextos de uso de la vida cotidiana. Dichos usos se dan a partir de la interacción de los grupos en un territorio compartido, sostenida en el tiempo y determinada por la posición en el espacio (habitabilidad), el capital social (segmento, clase) y la cultura de origen. En este marco, la presencia evidente de interdialectismo indicaría la existencia de relaciones interculturales, la que, a su vez, podría definirse desde la manifestación lingüística de los propios grupos.
Con base en el planteamiento anterior, nos preguntamos: ¿qué características lingüísticas y dialectales presentan los distintos grupos culturales en la región de Tarapacá?, ¿cómo se expresa lingüísticamente la interculturalidad en la región? y ¿cómo el interdialectismo podría considerarse un reflejo de la interculturalidad presente en el territorio?
En términos de objetivos, la investigación busca interpretar y definir la interculturalidad de la región de Tarapacá (Chile) a través del contacto interdialectal que emerge de la interacción de distintos grupos culturales en el territorio. Para ello, se deben describir y evidenciar las expresiones interdialectales que se producen como consecuencia de la interacción de los distintos grupos culturales hispanohablantes en el territorio, junto con establecer e interpretar características dialectales a partir de la zona de habitabilidad, el capital social y la cultura de origen de los grupos sociales.
Desarrollo:
Antecedentes de contexto
Según el censo de 2017, en Chile un 12,8% de la población nacional (2.185.729) se declaró perteneciente a algún pueblo indígena, entre los cuales destacan los pueblos Mapuche (79,8%), Aymara (7,2%) y Diaguita (4,1%) (INE, 2018). En relación con las regiones, la pertenencia a pueblos originarios destaca en Arica y Parinacota (35,7%), Araucanía (34,3%), Aysén (28,7%), Los Lagos (28,2%), Los Ríos (25,6%), Tarapacá (24,9%) y Magallanes (23,1%). Concretamente en la región de Tarapacá, el informe de Diagnóstico de la Convención Regional-2017 (Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio) señala que para ese año, el 15,2% de la población se declara de origen indígena. De este porcentaje, el 85% reside en zonas urbanas y el 15% en zonas rurales (CASEN 2015).
Los procesos de migración internacional en Chile se han visto incrementados, especialmente en los últimos veinte años, pasando de 195.320 personas migrantes desde el censo del 2002 a 1.462.103 en 2020, según las estimaciones del Instituto Nacional de Estadísticas y el Departamento de Extranjería y Migración. Lo anterior equivale a haber aumentado de un 1,2% a un 7,5% de la población total en Chile (Servicio Jesuita a Migrantes, SJM, 2021). En relación con su origen, destaca Venezuela (30,7%), seguido de Perú (16,3%), Haití (12,5%), Colombia (11,4%) y Bolivia (8,5%). Cabe destacar que estas cifras corresponden exclusivamente a datos administrativos, es decir, personas extranjeras con permiso de residencia que hayan ingresado a Chile en 2017 y hayan permanecido hasta diciembre de 2020 (INE, 2021).
De acuerdo con el reporte de “Estimación de personas extranjeras residentes habituales en Chile al 31 de diciembre de 2020, desagregación regional y comunal” (INE-DEM), a nivel regional el mayor número de migrantes se concentra en la Región Metropolitana (61,9%), Antofagasta (7%) y Valparaíso (6,6%). Además, se señala que donde más se incrementó la población migrante extranjera en términos relativos fueron las regiones de Arica y Parinacota (7,9%) y Tarapacá (1,6%). Sin embargo, los datos recién mencionados no contemplan la proporción de extranjeros en relación con la población total de las regiones, lo cual arroja cifras muy diferentes: la región de Tarapacá es la que presenta mayor población migrante, con un 21%, seguido de Antofagasta (16,78%), Arica y Parinacota (13,30%) y la RM (12,73%) (Análisis propio en base a estadísticas del INE y SJM).
Considerando elementos históricos, la configuración del mundo colonial también fue afectada por los movimientos emancipatorios de América Latina. Estos trajeron consigo la conformación de las Repúblicas nacionales, reestructurando así el escenario migratorio, producto del nacimiento de los nuevos países. Los movimientos migratorios internos, gatillados por los cambios políticos y económicos del siglo XIX, unidos a la creciente inmigración extranjera, marcarán el tenor de este nuevo contexto sociocultural. Durante el siglo XIX, Tarapacá recibió una oleada de inmigrantes europeos (croatas, italianos, franceses, españoles, griegos, ingleses, alemanes) y orientales (chinos y japoneses) (Aguirre y Díaz, 2009); los que paulatinamente se fueron mezclando con los locales y se asentaron definitivamente en el territorio, siendo un aporte clave para el desarrollo de la región dada las diversas actividades económicas que desempeñaron.
Durante la segunda mitad del siglo XIX el escenario se tornó mucho más complejo, debido al conflicto de la Guerra del Pacífico, la disputa por del territorio se manifestó en la ocupación definitiva de la pampa salitrera y la ciudad de Iquique a manos de Chile. Para Perú, esto significó la salida de muchos coterráneos producto del llamado proceso de chilenización de la zona norte; mientras que, para el caso chileno, esto implicó el traslado de mucha población desde el sur del país y su concentración en las provincias recién anexadas, actividad fomentada por el Estado en diversas ocasiones.
Entrado el siglo XX, la región poseía ya un importante crisol de nacionalidades y poblaciones asentadas indiscutibles que se amalgamaban al amparo de la producción salitrera. En este contexto, el siguiente punto de inflexión importante en materia de migraciones se configuró a partir de los ciclos vinculados a la industria pesquera y el comercio determinado por la creación de la Zona Franca de Iquique (ZOFRI). Esto no sólo generó un polo de desarrollo económico, sino que se transformó también en un polo de atracción de población nacional y local, destacándose la migración translocal de la población originaria del interior de Iquique (Gundermann, 2001; Gundermann y González,2008). En conjunto, este fenómeno provocó el aumento del crecimiento demográfico y económico de la región.
Esta diversidad cultural y de poblaciones presente en la zona configurará la identidad regional durante mucho tiempo, manteniéndose hasta la década de los setenta sin perturbaciones migracionales. Posteriormente, fueron las oleadas transnacionales peruanas y bolivianas (principalmente) desarrolladas en los años ochenta y noventa, y luego, flujos de colombianos y venezolanos hasta la actualidad, las que vuelven a reconfigurar el escenario local. Se trataría de un fenómeno inserto ya en el contexto actual de globalización, donde además irrumpen nuevas formas de movilidad social y de inserción.
Elementos teóricos
Previamente se ha abordado la relevancia de los aspectos históricos en la configuración de la interculturalidad en la región de Tarapacá. En consideración de estos aspectos, y, en línea con un enfoque territorial, vale reiterar, que esta investigación busca contribuir en la descripción y análisis de la diversidad lingüística presente a través de las expresiones dialectales que emergen de la interacción oral cotidiana entre distintos grupos sociales y culturales: la población indígena local, migrantes extranjeros y la comunidad de habla nativa de la región urbana.
De relevancia para el desarrollo del estudio es la noción de dialecto, entendido este como una variedad regional o sociolectal propia de una determinada comunidad de habla, que comparte normas, valores, juicios y creencias respecto a una variedad lingüística (Moreno Fernández 1998). Recalcar, además, que si bien se han llevado a cabo investigaciones dialectológicas en Chile, estas carecen de un componente representativo en cuanto a diversidad de grupos sociales y más aún culturales (Wagner 1998, 2006).
Otros estudios han abordado rasgos de variación lingüística regional considerando factores como la edad y el sexo, pero solo desde los planos morfosintácticos y pragmático-discursivos en el habla urbana (Rivadeneira 2011). Poco se conoce, igualmente, sobre la variedad dialectal hablada en la zona norte, fuera de que su configuración pueda tener de base diversos orígenes geográficos –especialmente relacionados con la llegada masiva de migrantes nacionales y extranjeros durante el auge del periodo salitrero (Avilés 2017).
En síntesis, esta propuesta contiene un marco teórico interdisciplinario (en coherencia con la metodología) desde las ciencias sociales, la historia y la lingüística, áreas que nos permiten comprender y valorar el entramado intercultural de la región desde una perspectiva más integral.
Con el foco en los aspectos lingüísticos de la interculturalidad, abordaremos, por consiguiente, una serie de aspectos relacionados con la interacción entre hablantes de español que emplean diversos dialectos sociales y regionales en una comunidad de habla que, como hemos evidenciado, es históricamente diversa. Hablamos, entonces, del estudio del interdialectismo, entendiéndose como el intercambio de dialectos en un contexto de interculturalidad.
Aunque no existen hasta la fecha estudios que aborden la interculturalidad desde la perspectiva que aquí planteamos, retomamos la propuesta de Moreno Fernández (2009) en cuanto al análisis de la integración de grupos migrantes extranjeros en comunidades de habla de acogida, en distintos niveles. Igualmente, seguimos a Fernández-Mallat (2013) en torno a las nociones de convergencia y divergencia en su estudio sobre el contacto dialectal de migrantes andinos en San Pedro de Atacama. Por último, nos basamos en Rojas y Avilés (2013), que examinan las actitudes de hispanohablantes de Santiago hacia las variedades dialectales de migrantes extranjeros residentes en la capital del país.
Marco metodológico
La investigación opera bajo el interpretativismo, la sociolingüística y la interculturalidad. Se trata de un abordaje cultural con foco en formas dialectales hispanohablantes de grupos distintos que habitan el territorio e interactúan entre sí, constituyendo un interdialectismo y, con ello, una expresión de interculturalidad. Esta última busca ser explorada a partir del discurso y significados de los propios grupos participantes del estudio.
La exploración tiene un énfasis hermenéutico y fenomenológico. Se asume el desarrollo histórico-territorial como determinante de la construcción de sentidos y significados en las personas que habitan un presente (Denzin y Lincoln, 2012), el cual interpretan y reproducen bajo interacciones sociolingüísticas en un espacio delimitado (ciudad, provincia, región), dando insumos y contenidos al imaginario social y a los discursos público-privados. Bajo estas premisas, el estudio asume que existen múltiples realidades construidas mediante interacción y estructuradas a través del lenguaje, en este caso, que se estudian de forma holística e integrada, y de lo cual se busca su comprensión (Briones, 1996).
De esta forma, se orienta el trabajo de campo a las actividades cotidianas, de interacción, compartimento, comunicación, y más específicamente, al análisis de las conversaciones. Esto último, bajo al menos dos premisas: que la interacción se organiza estructuralmente (sociolingüística) y que esa interacción está moldeada por el contexto (histórico-territorial), a la vez que lo renueva (Heritage, 1985, en Flick 2007).
El estudio sostiene una apertura hacia un enfoque de trabajo intercultural (tal vez hasta matizado de decolonial) que vendría a rebatir y, por qué no, complementar la metodología propuesta hasta ahora. Esto es pertinente por cuanto participan de la pesquisa personas de diferentes nacionalidades, a la vez que etnias. Se trata de comunidades sudamericanas hispanohablantes que se conjugan e integran en un espacio territorial que intenta definirse desde ese intercambio y, al mismo tiempo, dar sentido a su historia cosmopolita.
Desde esta perspectiva, se establece un tipo de realidad social múltiple, construida, sincrética, indigenista y multicultural, mediada por procesos políticos de construcción y deconstrucción nacional e identitaria: el norte de Chile y, específicamente, la región de Tarapacá. Por otro lado, la relación sujeto-objeto se asume más bien desde un sujeto-sujeto, bajo un prisma de transversalidad y cooperación más allá de lo etnográfico, bajo principios dialógicos, relacionales, de transparencia y mutua correspondencia. En este sentido, los objetivos de la investigación se ven incididos por las acciones de conocer, reconocer, unificar e integrar.
Metodológicamente, este enfoque asume el pragmatismo y la funcionalidad de técnicas y estrategias apoyándose en procesos de triangulación para la validez y legitimidad del proceso, que pueden producirse en ámbitos diversos como la teoría, la recolección de datos, los criterios éticos y el análisis de la información. Esto se asume como una base del diseño metodológico puntual de esta investigación, que se considera multimodal y sociolingüístico.
En términos cualitativos, se procede de acuerdo con la sociolingüística y el interaccionismo simbólico, dado el foco en conversaciones y dialectos, además de la cultura, por cuanto se trata de grupos con distintas procedencias. Cuantitativamente, se requiere conocer datos demográficos estimados y variables actitudinales asociadas a la interculturalidad y el interdialectismo, las cuales serán abordadas con un instrumento mixto.
Existe un desafío metodológico especial en relación con el objeto de estudio y, sobre todo, por la ubicación del mismo, por cuanto emerge de la conversación entre las personas participantes, consideradas unidades de análisis, a la vez que coinvestigadores, lo que reporta en ellos un rol específico dentro del proceso para el registro y validación del dato: conversacional, auditivo, lingüístico, discursivo. Esto último obliga a contar con un plan de trabajo riguroso, claro y éticamente válido, que articule de buena forma los recursos tecnológicos con las evidencias auditivas y la interpretación de resultados.
La consideración de coinvestigadores para los participantes del estudio se sustenta también en el enfoque intercultural, aludiendo a la transversalidad de trabajo y convivencia entre investigadores e investigados para el logro de un proceso legítimo en el marco paradigmático. Aquí el participante no solo actúa como unidad de análisis e informante clave, sino además como productor de información (ubicación, registro) y como agente validador de la misma (devolución de resultados y participación en difusión).
La población del estudio está constituida por personas sudamericanas hispanohablantes con residencia en la región de Tarapacá: venezolanos, colombianos, peruanos, bolivianos, aymaras, chilenos, a quienes se considera como grupos culturales y de los cuales emergerá la muestra. Dado el tipo de diseño multimodal, existen dos instancias de muestreo distintas, pero complementarias: cualitativo y cuantitativo no probabilístico.
Cualitativamente, se considera un mapeo de las realidades culturales a pesquisar a efectos de identificar actores principales, eventos y situaciones de interacción, además de los lugares donde se desarrollan. Posteriormente, viene el proceso de toma de decisiones muestrales orientadas a seleccionar unidades de análisis, informantes clave, lugares, frecuencias, horarios, entre otros de relevancia (Sandoval C., 1996). El foco está en identificar instancias de interacción interdialectal y elementos sociolingüísticos que permitan identificar una estructura intercultural cotidiana. Se espera obtener un muestreo de personas, grupos, espacios, escenarios y momentos.
De forma específica, se aplica un muestreo completo definido de antemano y, a la vez, teórico, que acote la totalidad de casos posibles (grupos culturales), con la intención de seleccionar casos y grupos de casos (Flick, 2007). Estos últimos delimitados por la teoría en torno a interdialectismo y por el grado de interacción que pueden ofrecer. Es decir, un acercamiento a los casos bajo la premisa del propósito teórico que representan.
En esta etapa de reclutamiento y selección, de entre los informantes se consulta por una instancia de participación mayor definida por el rol de coinvestigador/a, el cual tendrá que realizar actividades y tareas específicas en el proceso de trabajo de campo, recolección e interpretación de datos, bajo pleno conocimiento, capacitación y voluntariedad. Los coinvestigadores se consideran como un muestreo de casos particularmente típicos (Flick, 2007) que constituyan una muestra de interdialectismo y, por ende, de interculturalidad.
El muestreo cuantitativo hace foco en el universo (N) que constituyen los grupos culturales hispanohablantes señalados. De ese número estimado se espera obtener una muestra no probabilística (n), es decir, que no representa estadísticamente al universo, pero donde tengan presencia cada uno de los grupos identificados y con los cuales se trabajará (Hernández Sampieri, 2014).
Respecto de recolección de datos, el trabajo de campo procede bajo las técnicas de análisis bibliográfico y documental, entrevistas, exploración de conversaciones, grupos focales y encuesta. Como análisis, se utiliza la estadística descriptiva para la información cuantitativa y el enfoque sociolingüístico, más la teoría fundamentada, para la información cualitativa.
La sociolingüística centra su interés en el análisis de la variación lingüística en relación con aspectos dialectales, sociolectales y estilísticos, como el estrato socioeconómico, origen geográfico, nivel de instrucción, edad, sexo/género, contexto de uso, etc. (Moreno Fernández, 1998). Esta disciplina parte del fundamento de que la lengua es una manifestación heterogénea y que está, por lo tanto, en constante movimiento y variación (Weinreich, Labov y Herzog, 1968).
La teoría fundamentada es una estrategia cualitativa de generación de resultados derivada de datos recopilados de forma sistemática y examinados a partir de etapas de codificación que consideran protocolos de análisis mediante preguntas analíticas, la construcción de esquemas (diagramas, mapas de categorías) e interpretación de los mismos (Strauss & Corbin, 2002). Se utiliza como apoyo tecnológico el software Atlas.ti.
Como criterios de calidad (Flick, 2014), se han asumido el uso de consentimientos informados en todos aquellos informantes considerados clave y coinvestigadores; la vigilancia epistemológica de la construcción de instrumentos, planificación del trabajo de campo, plan de análisis y presentación de resultados; el pilotaje de instrumentos previo a su aplicación oficial para efectos de evaluación de validez de los mismos; la triangulación y validación de datos con los casos y grupos de casos participantes del estudio; la devolución de resultados del proyecto a los grupos culturales participantes del mismo mediante un informe de investigación.
Resultados preliminares
Los resultados, preliminares aún, dan cuenta de algunos elementos puntuales que permiten, por un lado, acercarnos a confirmar la hipótesis y, por otro, alejarnos de la misma, dado cierto nivel secundario que se le da a la forma de hablar. Es decir, si bien se aprecia una mezcla dialectal en términos de habla, entonaciones, usos de expresiones léxicas y hábitos lingüísticos, los participantes no asignan a eso un rol central en el intercambio cultural (al menos no se observa por ahora), situando al habla por detrás de rasgos como la comida, costumbres, música y danza, por ejemplo.
Algunos datos de la encuesta aplicada a residentes extranjeros indican que los rasgos culturales que más se creen compartir con otros grupos latinoamericanos son: costumbres (65,2%), música (60,9%) y comida (56,5%). Un 17,4% señaló la forma de hablar o modismos. Por otra parte, de sus culturas de origen, lo que consideran más característico es la comida (69,6%), bailes o danzas (56,5%), música (47,9%), tradiciones (47,8%), humor (30,4%), forma de hablar (26,1%) y vestimenta (13%). Desde el punto de vista de la integración, esta diferencia hace patente la diversidad cultural, por tanto, el uso de expresiones dialectales chilenas implica sociabilidad e integración, y en definitiva, establecimiento de relaciones interculturales.
Asimismo, los aspectos culturales chilenos que más han generado problemas de adaptación son la comida (34,8%), la forma de ser o personalidad (34,8%) y la forma de hablar (13%). Esto nos lleva a pensar en que, si bien la forma de hablar es distinta, no genera mayores problemas, por lo tanto, permite una mayor y mejor integración y un establecimiento de relaciones intergrupales.
En relación a expresiones típicamente chilenas, tales como aquellas asociadas al uso de voseo (estai, hablai, eríh, queríh, teníh, podíh, por ejemplo), un 95,7% dice que las ha escuchado y un 78,3% señala que las ha escuchado en una conversación entre chilenos y extranjeros. De ellos, un 60,9% dice que no utiliza estas expresiones para hablar con un chileno, un 21,7% lo hace a veces y un 17,4% sí las utiliza. Asimismo, un 69,6% dice que no utiliza estas expresiones para dirigirse a otros hispanohablantes, un 26,1% lo hace a veces y un 4,3% sí las utiliza.
Ahora bien, bajo esta misma discusión de resultados preliminares. Un 39,1% cree que, en general, ha cambiado un poco su forma de hablar desde que reside en Tarapacá, un 30,4% dice que sí y otro 30,4% dice que no. En relación a lo anterior, un 55,6% dice que ha cambiado en el acento/entonación y un 16,7% en la manera en que interactúa con otras personas. Una minoría señala que han cambiado las palabras y la gramática.
Así también, un 45,5% dice que no sabe qué nacionalidad ha influido más en los cambios en su forma de hablar, un 36,4% dice que ha sido la chilena y un 18,2% la peruana. Ante la pregunta sobre qué etnia considera que ha influido más en los cambios en la forma de hablar, un 68,2% señala que no sabe, un 18,2% dice que los aymaras y un 9,1% los quechuas. Por último, un 56,5% señala que tal vez consideraría adoptar expresiones dialectales (modismos) chilenas, un 21,7% dice que sí y un 17,4% que no.
Conclusiones:
Pasando a conclusiones con base en las interrogantes de investigación, asumimos que los grupos hispanohablantes en la región de Tarapacá presentan características lingüísticas que mantienen de sus culturas de origen, las cuales se ven mediatizadas por expresiones de la realidad chilena, pero que no hacen perder las propias, sino más bien ampliar y enriquecer su vocabulario cotidiano formal e informal.
De esta forma, podemos acercarnos a la posibilidad de que sí existe una expresión lingüística de interculturalidad con base en una mezcla e integración de usos, expresiones lingüísticas y modismos por parte de los informantes extranjeros encuestados, pero que aún no se puede asegurar como una realidad patente y objetiva, por lo que la investigación debe seguir profundizando en la recolección de datos lingüísticos. De todos modos, se asume que cada vez más nos acercamos a un interdialectismo como reflejo de la interculturalidad del territorio.
Respecto de los objetivos, la interpretación de interculturalidad debe seguir la construcción de su objeto y recabar más datos para la reflexión. Ahora bien, creemos que sí se produce una aproximación al interdialectismo, incluso a veces de forma inconsciente en las personas, si bien aún no es posible asegurar que esto sea una evidencia de interculturalidad. Ahora bien, la identificación y clasificación de los grupos hispanohablantes con mayor presencia en la región se ha realizado sin problemas. Por otro lado, se debe avanzar en la descripción y comprensión de las expresiones lingüísticas dialectales y, al mismo tiempo, establecer cuáles de ellas se producen como consecuencia de la interacción entre los distintos grupos.
Por último, se asume que se requerirá más tiempo y trabajo para determinar e interpretar las características dialectales a partir de la zona de habitabilidad, el capital social y la cultura de origen de los grupos sociales participantes, así como para impulsar los resultados del estudio para la ejecución de proyectos educativos, sociales y de diseños metodológicos.
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Palabras clave:
Interdialectismo, interculturalidad, Tarapacá