Resumen de la Ponencia:
Esta ponencia parte de la experiencia de quien escribe, es el resultado del tejido de historias recolectadas en una comunidad de un pueblo originario en México, autonombrado en su lengua como ayuuk jääy y la historia de quien narra esta ponencia y que construyó el argumento con una mirada crítica y feminista desde América Latina y alrededor del trabajo que reproduce la vida comunalmente.[1]
Esta reflexión es una interpretación de una noción de poder que trastoca la que occidente introdujo en América Latina desde la conquista y la época colonial. Con la intención de colocar la visión comunal como propuesta subversiva al poder occidental que también es considerador colonial. A lo largo de la ponencia encontrarás algunas claves contextuales, antecedentes y los encuentros de la autora con el trabajo que reproduce la vida en la comunidad y la cosmovisión de este pueblo, expresado en la mayordomía. Asimismo, se comparten elementos teóricos que algunos intelectuales indígenas en México han aportado a los estudios de esto que lo que ellos nombran como poder comunal.
La convergencia de los aspectos anteriores conduce a la pregunta ¿Cuáles son las expresiones del trabajo que crea y sostiene el poder comunal y sus estructuras? Para responder se apela a una lectura crítica latinoamericana y para ilustrar la síntesis en este proceso, se recurre a algunos fragmentos de las narraciones que mujeres de la comunidad y a la autoetnografía desde una perspectiva feminista, que pretende rescatar el valor heurístico de los relatos locales y personales como fuente de conocimiento y verdad que invitan a descolonizar las Ciencias Sociales, al centrar su atención en aspectos que están más allá de la lógica capitalista y patriarcal, para interpretar la realidad.
Las reflexiones en esta ponencia colocan algunas claves del potencial subversivo del trabajo, del trabajo de servicio, del trabajo concreto que produce poder comunal, principalmente, el de las mujeres que es pilar en la descolonización.
[1] Comienzo la disertación ofreciendo una disculpa a las mujeres ayuuk y al ayuuk jääy si perciben a lo largo del documento un tono colonial, he intentado que esto sea un diálogo en donde yo también me exponga. Intento mostrar cómo me ha descolocado esta investigación de mi centro eurocéntrico colonial. Tal vez no lo logré del todo y mis luchas internas no salieron libradas completamente. Sin embargo, dejo manifiesto es que esta investigación me ha permitido mirarme, mirar y nombrar a través de la diferencia desde un intento no jerarquizado y con conciencia de que el poder siempre está en juego en una relación, que va y viene, y que no tiene que ser ni necesaria ni únicamente de dominación. También, les agradezco mucho su paciencia y su nobleza para compartir conmigo su esencia.
Introducción:
En el año 2013 en medio de una crisis personal, laboral y profesional tuve un momento creativo para armarme y disputar una nueva subjetividad, una más consciente, y encontré una más común cuando decidí hacer un voluntariado. Sin mucha claridad de lo que ocurriría, el 5 de enero de 2014 emprendí un viaje a la comunidad ayuuk de la que hablaré en los siguientes párrafos[1]. La noche de ese domingo, llegué a la terminal de autobuses en la Ciudad de México conocida como la TAPO (Terminal de Autobuses de Pasajeros de Oriente); solo de ahí podría tomar el autobús que me llevaría a María Lombardo de Caso en el estado de Oaxaca, en un viaje de aproximadamente 12 horas.
Por la mañana del 6 de enero de 2014 arribé a María Lombardo, pueblo conocido simplemente como Lombardo, de ahí tomé un transporte colectivo que en 40 minutos me llevó a una comunidad en la sierra mixe región baja, a un poblado Ayuuk[2]. La intención de este viaje fue una estancia de seis meses en el Instituto Superior Intercultural Ayuuk (ISIA)[3] en un voluntariado que consistió en realizar trabajo de docencia e investigación junto con el estudiantado y la subdirección de investigación y vinculación comunitaria. Tequio[4] intelectual, le llaman.
[1] Para mantener el anonimato de esta comunidad sólo me referiré a ella como comunidad o pueblo ayuuk.
[2] El ayuuk jääy, es un pueblo originario del estado de Oaxaca en México.
[3] Universidad en la región del bajo mixe que es parte del Sistema Universitario Jesuita (SUJ), cuyo modelo educativo tiene la intención de ser una formación profesional y humana “integral que fortalezca la práctica de valores y actitudes acordes a la propia cultura, para que sea posible que estas se concreten y manifiesten en la práctica cotidiana de la comunalidad, con actitudes que muestren solidaridad, equidad y respeto a otras manifestaciones lingüísticas y culturales” (Centro de Estudios Ayuuk–Universidad Indígena Intercultural, 2008: 16).
[4] Trabajo de servicio.
Desarrollo:
El ritual de hacer común: el trabajo en la mayordomía.
La comunidad me recibió con una fiesta: la mayordomía del Santo Rey. A la cual estábamos invitadas todas las personas del ISIA, desde las colaboradoras hasta las y los estudiantes. Eso para mí ya rompía el esquema de la Universidad tradicional y me introducía en una dinámica desconocida que llamaba mi atención por la vinculación tan estrecha de la institución con la comunidad.
En cuanto llegué a las oficinas del ISIA, en el centro de la comunidad a un costado de la agencia comunal, me instalaron en un espacio que era llamada la casa de los profesores. Me explicaron que en ese espacio es donde se hospedan las personas colaboradoras externas que van a impartir clases modalidad intensiva, características del esquema ISIA. Después de un descanso, regresé a las oficinas y junto a un colaborador emprendí camino hacia la casa del mayordomo, como le nombran a la persona a cargo de la festividad: la mayordomía.
Durante los escasos diez minutos que duró el recorrido hablamos del modelo educativo ISIA y se me hizo saber que el hacer comunidad, es uno de los pilares y que la propuesta deriva de reflexiones que el pueblo ayuuk realiza sobre el hacer común al cual ha llamado: comunalidad según me explicó el compañero jesuita que me recibió. Asimismo, me compartió que esta categoría estaba basada en el pensamiento, principalmente del intelectual ayuuk/mixe Floriberto Díaz y, también del intelectual zapoteco Jaime Martínez Luna, quien ha discutido en distintos foros esta propuesta intelectiva.
Hablar de lo común me abrió la puerta para compartirle algo de los hallazgos que había tenido en la investigación de maestría; la cual, un año atrás había defendido y en la que escribí sobre las formas comunes hña-hñu/otomíes en el Estado de México mediadas por el estado y las comparé con las formas comunes potenciadas por la autonomía que vivía el pueblo K’ich’e en Guatemala, en Totonicapán con sus Organización llamada Los 48 Cantones. En esta investigación denuncié lo que llamé “descomunitarización” del pueblo hña-hñu (otomí) en el Edo. Méx., a partir de la intervención del estado y por las relaciones clientelares y serviles impuestas por el PRI (Partido Revolucionario Institucional) que convierten a una parte en formas impostadas (o forzadas, o controladas, o uniformadas y fijadas por el estado) de lo común. Asimismo, me percaté que también en lo privado de cada unidad familiar o trama comunal, se disputa esta forma común propia del pueblo hña-hñu a partir del trabajo de las mujeres. Esta investigación previa me dejó reflexionando sobre el sentido de las formas comunes impostadas y las propias de cada pueblo.
En este tenor, comencé el diálogo con el mundo ayuuk. Al llegar a la casa de la familia que estaba organizando esta fiesta me di cuenta de que la casa estaba llena de personas que colaboraban para hacer posible tal celebración. Para ser una fiesta comunitaria de las “pequeñas”, estaban muchas personas ahí que además de disfrutar y gozar, también estaban trabajando.
Comencé a observar lo que a mí alrededor pasaba, a la luz del diálogo sobre hacer común, hacer comunidad o materializar la comunalidad. Pude darme cuenta de todo el trabajo que se requiere y que es organizado con meses de anticipación y desde los hogares o las casas de cada una de las personas que apoyan en las siete celebraciones menores (6 de enero “Santo Rey”; 19 de marzo día de San José; el 15 de mayo día de San Isidro Labrador; el 13 de junio San Antonio de Padua; 8 de diciembre la Virgen del Perpetuo Socorro, 12 de diciembre Virgen de Guadalupe; 18 de diciembre Virgen de la Soledad y 24 de diciembre nacimiento de Jesús) y las dos grandes, la Ascensión del Señor la principal festividad cuya fecha es a los cuarenta días posteriores a la Pascua, por lo que es variable y el 24 de junio, fiesta en honor de San Juan Bautista, de quien lleva el nombre el pueblo.
Desde ese momento, el hacer común del mundo ayuuk o la comunalidad, se convirtió en mi ocupación, pues encontré en estas formas sociales una fuente de poder: el comunal y una manera de disputar al capital y la forma de concreción social desde el trabajo.
El trabajo como clave política comunal.
En la experiencia del hacer común o la comunalidad, reconocí algunos elementos característicos y fundamentales en la lógica social colectiva, sobre todo, en los rituales de hacer común como las mayordomías. Me quedó claro que toda celebración implica un gozo y un trabajo, uno que además no es remunerado; pues este trabajo se hace por reciprocidad, un trabajo para todos, donde disfrutan compartiendo, trabajo de servicio le llaman. Por lo que, comencé a dilucidar sobre la categoría y la acción trabajo que configuran las relaciones cuya característica es la interdependencia[1]y que desde el marxismo es pensado como trabajo concreto que genera valores de uso.
Por un lado, por trabajo será entendido “el proceso de producción que integra tanto el acto productivo como el acto de consumo de lo producido, al interior de un sistema de capacidades y un sistema de necesidades” (Fuentes, 2015: 195) que genera relaciones y condiciona las estructuras y formas sociales, e incluso humanas (Engels, 1985). Por otro, el trabajo de servicio será asumido como “la relación social -fuerza de trabajo- que habilita la producción de lo que necesitamos para vivir y que tiene que ser pautado, organizado y reglamentado” (Tzul, 2015a:113) usualmente vía la asamblea. Es una figura política en la que se sintetiza la producción colectiva de las decisiones. El trabajo de servicio, en algunas regiones de Oaxaca en México tiene cinco expresiones, según Martínez Luna (2013):
El trabajo para la decisión -la asamblea-.El trabajo para la coordinación -el cargo-.El trabajo para la construcción -el tequio-.El trabajo para el goce -la fiesta/mayordomía-. Una forma de trabajo, la de las mujeres y la de los jóvenes. La mano vuelta. “Nuestro trabajo o servicio comunal no se llama tequio, se llama mano vuelta.” (Entrevista a Anita Garrido, 2017).
La pregunta que respondo en esta reflexión es ¿Cuáles son las expresiones del trabajo que crea y sostiene el poder comunal y sus estructuras? Para responder me centro en la versión de trabajo de las mujeres que es trabajo de reproducción de la vida (trabajo concreto que genera valores de uso) y que contiene características que lo convierten en el sostén de una forma de poder en los marcos de lo comunal con algunos elementos distintos a los del universo mental occidental o de la modernidad capitalista[2] (trabajo abstracto que genera valor valorizante).
Ahora bien, colocar la mirada en el trabajo de las mujeres, irremediablemente conduce a pensar en el trabajo cotidiano en el espacio íntimo/doméstico[3] y en trabajo de servicio que se despliega en lo comunitario: la mano vuelta en ambos se puede notar el rasgo de trabajo de reproducción de la vida[4].
Configuración de la comunalidad: la propuesta epistemológica.
Para desarrollar el argumento se apeló, por una parte, a la tradición feminista devenida del marxismo que va más allá de la categoría tradicional marxista de trabajo -el que sólo es visible en la fábrica y está realizado por varones-, abriendo esta categoría al trabajo de reproducción de la vida, con lo que se visibiliza el trabajo que se realiza fuera de la fábrica y que, sin embargo, sostiene el que se realiza dentro (Federici, 2013) y, por otra parte, a la propuesta de intelectuales de pueblos originarios que nombran y describen la categoría poder comunal, desde una visión propia definido a partir de la categoría comunalidad[5] según Martínez Luna, que implica justicia y normatividad comunal.
Para ilustrar la disertación sobre la relación entre el trabajo de reproducción de la vida (trabajo concreto) y la configuración del poder comunal, se presentan algunos fragmentos de las narraciones que mujeres de la comunidad compartieron en entrevistas a profundidad durante varios años (2014-2018). Esta reflexión es un diálogo con pertinencia cultural entre el mundo occidental de la investigadora y las experiencias y voces de las compañeras ayuuk que se acompañan de una autoetnografía[6] elaborada durante varias estancias a lo largo de cuatro años (2014-2018). Con la autoetnografía como metodología de investigación, se nos recuerda como investigadores que no existimos aislados, que vivimos interconectados a redes sociales y que cuando investigamos implicamos a otras personas y eso requiere una relación. La autoetnografía nos permite colocar la atención y reflexión sobre las tensiones y relaciones, abriendo los horizontes de las posibilidades metodológicas.
En esta ponencia únicamente pretendo dar cuenta de las tensiones que se presentan en el trabajo de servicio o comunitario: tequio y mano vuelta, en relación con el capitalismo, sus formas mercantilistas y patriarcales, por un lado y, por el otro, desde la inclusión diferenciada, entre el trabajo de servicio comunitario de varones y el de las mujeres (Tzul, 2015).
La diferencia es que con el trabajo de servicio que hacen los varones adquieren reconocimiento y autoridad, mientras el trabajo de las mujeres no está regulado por la institucionalidad comunal -sistema de cargos y asamblea- aunque sea este el que sostenga y reproduzca concretamente a la trama comunal.
Pues al menos pienso yo que si estás bien, sabes por qué, si a mí me mandaran a leñar es un trabajo que no lo voy a poder realizar ¿por qué?, porque es un trabajo pesado, y pues no, como ya estamos acostumbrados, no, a pensar o a mirar una mujer en la cocina, pues tampoco no lo veríamos bien ver a unos señores, no, haciendo la comida, cuando ya es así es en la mayordomía no hacen los tamales, pero sí sirviendo atole, sacando los tamales de la olla, porque pues sí es trabajo pesado porque llenan una cubetota y así lo van acarreando donde las señoras están repartiendo los tamales, ahí sí, ¿verdad? Ahí si entra el trabajo de los señores (Entrevista a Vásquez, 2017).
Por el contrario, el trabajo de mano vuelta de las mujeres no está simbolizado en el sistema de cargos, pero si en su cosmovisión. “Yo he ido a las fiestas porque es la forma de vida en comunidad. Si hay un difunto, vas y ayudas, vas, por propia cuenta o porque te invitan a elaborar los tamales, al velorio, la comida, al entierro.” (Entrevista a Manuel, 2016). “Y hay otras que preparan el agua, hay otras que se dedican a lavar los trastes, hay otras que se dedican a repartir comida, hay quien nada más está dirigiendo, o sea, todas ya tienen una responsabilidad.” (Entrevista a Vásquez, 2017). Las mujeres de esta comunidad me abrieron su intimidad al ver que me interesaba por trabajar con ellas en espacios menos visibles en el imaginario político de la comunalidad, como la cocina y, en general, el espacio íntimo/doméstico.
Mirar la comunalidad desde la cocina y el espacio íntimo/doméstico, me llevó a observar que el trabajo cotidiano de hombres y mujeres se ampliación en el comunitario con el tequio de varones y la mano vuelta de las mujeres. El problema está en los alcances que tiene este trabajo en las estructuras de poder comunal, la titularidad de la propiedad comunal, la asistencia a la asamblea, la entrega de los cargos, etc. Es decir, que el trabajo de varones si les coloca en estas estructuras y el trabajo de mujeres no.
A lo largo de las estancias de “trabajo de campo” comprendí que los varones, en su espacio de varones, tomaban decisiones y eran quienes con mayor facilidad tenían el reconocimiento comunitario en los espacios comunitarios. Al principio, desde mi mirada colonial, no dejaba de asumir que sólo había una forma machista en esas relaciones, pero no podía ver nada más. Esa mirada se fue transformando a lo largo de las visitas en las cuales intente diálogos con las compañeras, amigas, comadres y, hoy para mí, ya mis hermanas ayuuk y de otros pueblos. Algunas diferencias con la lectura de las compañeras sobre las razones de la violencia me condujeron a la discusión sobre la manera en que se veía el problema y en dónde estaba poniendo la atención, no negaban la violencia y me invitaban a colocar mi curiosidad en un lugar que me permitiera complejizar y abrir mi panorama para comprender lo que ellas perciben como violencias patriarcales, “machistas” como ellas las nombran.
Así me percaté que, la reflexión sobre el trabajo cotidiano de las mujeres debería estar a cargo del pensamiento de mujeres que estuvieran discutiendo las violencias sobre los cuerpos de mujeres y sobre el trabajo que realizan y el espacio que ocupan para producir en la modernidad capitalista; así abrí un diálogo con intelectuales feministas que estuvieran discutiendo teóricamente las violencias que ejercen sobre los cuerpos de mujeres que trabajan para producir la vida.
[1] “Se urde en el conjunto de actividades, trabajos y energías interconectadas en común para garantizar la reproducción simbólica, afectiva y material de la vida” (Navarro y Gutiérrez, 2018: 48)
[2] Por modernidad habría que entender el carácter peculiar de una forma histórica de totalización civilizatoria de la vida humana. Por capitalismo, una forma o modo de reproducción de la vida económica del ser humano: una manera de llevar a cabo aquel conjunto de sus actividades que está dedicado directa y preferentemente a la producción, circulación y consumo de los bienes producidos. Entre modernidad y capitalismo existen las relaciones que son propias entre una totalización completa e independiente y una parte de ella, dependiente suya, pero en condiciones de imponerle un sesgo especial a su trabajo de totalización. Este predominio de la dimensión económica de la vida (con su modo capitalista particular) en la constitución histórica de la modernidad es tal vez justamente la última gran afirmación de una especie de "materialismo histórico" espontáneo que ha caracterizado a la existencia social durante toda "la historia basada en la escasez". "Facultad" distintiva del ser humano ("animal expulsado del paraíso de la animalidad") es sin duda la de vivir su vida física como sustrato de una vida "meta-física" o política, para la cual lo prioritario reside en el dar sentido y forma a la convivencia colectiva. Se trata, sin embargo, de una "facultad" que sólo ha podido darse bajo la condición de respetar al trabajo productivo como la dimensión fundamental, posibilitante y delimitante, de su ejercicio. El trabajo productivo ha sido la pieza central de todos los proyectos de existencia humana. Dada la condición transhistórica de una escasez relativa de los bienes requeridos, es decir, de una "indiferencia" o incluso una "hostilidad" de lo Otro o lo no humano (la "Naturaleza"), ninguno de ellos pudo concebirse, hasta antes de la Revolución Industrial, de otra manera que como una estrategia diseñada para defender la existencia propia en un dominio siempre ajeno. Ni siquiera el "gasto improductivo" del más fabuloso de los dispendios narrados por las leyendas tradicionales alcanzó jamás a rebasar verdaderamente la medida de la imaginación permitida por las exigencias de la mera sobrevivencia al entendimiento humano. (Echeverría, 1995: 5-6)
[3] Entendido el espacio íntimo/doméstico como el punto de partida de la actividad humana de reproducción de la vida y de relanzamiento reiterado de los ciclos que ésta exige y que, por lo tanto, garantiza las condiciones para la capacidad autónoma de forma social, (Gutiérrez, Navarro y Linsalata, 2015) que se extiende, en su forma comunitaria a la hora de dar un servicio.
[4] “El trabajo reproductivo hace referencia al trabajo destinado a satisfacer las necesidades de la familia. A pesar de constituir una dimensión necesaria para la reproducción de la sociedad, su desarrollo ha quedado históricamente circunscrito al marco privado, primordialmente a la esfera doméstica, razón por la que también se define como «trabajo doméstico» o «familiar». El escenario fundamental para su desarrollo es el hogar, pero su espacio físico y simbólico no se reduce exclusivamente a este ámbito, e incluye actividades de gestión, relación, mantenimiento, cuidado, etcétera. Tanto la definición como la valoración del trabajo reproductivo se realizan de forma interdependiente y subordinada al trabajo productivo (producción de bienes y servicios), el único que social y económicamente ha recibido el reconocimiento de trabajo1. El eclipse del trabajo reproductivo frente al productivo parte de la diferenciación entre el valor de uso y el valor de cambio suscrito por la teoría económica, según la cual al trabajo destinado a cubrir las necesidades se le concede valor de uso, mientras que a los productos destinados al intercambio en el mercado se les reconoce un valor de cambio2. La perspectiva mercantil, que concede valor únicamente a las mercancías susceptibles de aportar valor de cambio, despoja de relevancia social al trabajo reproductivo, relegándolo a lo doméstico, no cuantificable como beneficio económico. La óptica del capital ha asimilado trabajo con empleo y ha impuesto una visión sesgada y reducida de la actividad económica. Así, el trabajo equivale a lo funcional, lo instrumental, lo productivo, lo que vale, y constituye un poderoso medio de normalización social y el principal referente para construir nuestra cotidianidad. Esta visión parcial ha sido contestada desde distintos sectores que defienden la necesidad de redefinir el trabajo, promoviendo una perspectiva basada en el dominio individual y colectivo del tiempo, en el fortalecimiento de nuevos modos de cooperación y de intercambio que generen relaciones y lazos de cohesión social más allá del salario4. Sólo desde la perspectiva del trabajo como elemento de cohesión social es posible impedir que las actividades reproductivas queden ocultas y sometidas a las productivas, desvalorizadas unas y magnificadas las otras. Sólo la redefinición de nociones como productividad y domesticidad puede elevar el trabajo reproductivo al rango de categoría económica y darle un lugar propio dentro de los indicadores de bienestar social y económico. Además de su carácter no remunerado e «invisible», otro de los rasgos característicos del trabajo reproductivo es que está realizado mayoritariamente por mujeres. Durante largo tiempo, esta asignación se ha justificado en la propia naturaleza femenina, dotada de una «virtud» para las tareas hogareñas, mientras que la naturaleza masculina estaría adaptada para suministrar y producir bienes y recursos.” Larrañaga, Isabel, Arregui, Begoña, & Arpal, Jesús. (2004). El trabajo reproductivo o doméstico. Gaceta Sanitaria, 18(Supl. 1), 31-37. Recuperado en 24 de enero de 2023, de http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0213-91112004000400007&lng=es&tlng=es..
[5] Que para Jaime Martínez Luna es un “proceso organizativo que se realiza en la acción de quienes reproducen su vida en lo comunal.” (Ruíz, 2021) (Disponible en: https://piedepagina.mx/el-pensador-jaime-martinez-luna-explica-la-importancia-de-la-comunalidad/#:~:text=Es%20una%20palabra%20que%20no,decir%2C%20el%20poder%20comunal%E2%80%9D.)
[6] Desde una perspectiva feminista, la autoetnografía busca rescatar el valor heurístico de los relatos locales y personales como fuente de conocimiento y verdad que invitan a descolonizar las Ciencias Sociales, al centrar su atención en aspectos que están más allá de la lógica capitalista y patriarcal para interpretar la realidad. Cabe destacar que la autoetnografía como fuente de recopilación de investigación es también parte de la propuesta del documento, pues da cuenta de lo que a la investigadora le ocurrió en el momento de convergencia de la propia experiencia con los testimonios de mujeres ayuuk. La autoetnografía es la “combinación característica de la autobiografía y la etnografía. Cuando se escribe una autobiografía, el autor escribe sobre experiencias pasadas, retrospectiva y selectivamente.” (Blanco, 2012: 21)
Conclusiones:
Así llegué a la disertación de una noción de trabajo desde la corresponsabilidad y autorregulación, desde el que se sostiene al poder comunal y es considerado trabajo de mujeres, el que acompaña el trabajo de servicio de varones: el tequio, el cargo y la asamblea, la defensa, la fiesta. Gladys Tzul, parafraseando a Chakravorty Spivak (2003), coloca a las mujeres en un papel estructural más que marginal en la reproducción de los entramados comunitarios y en el juego político del pueblo.
El trabajo comunitario o de servicio es donde las formas sociales de la “vida doméstica (la organiza el mundo de la reproducción) y sociedad política (la que organiza la vida pública) no se encuentran plenamente separadas […] En el mundo comunal más bien uno sustenta al otro y al mismo tiempo, se alimentan mutuamente” (Tzul, 2015: 133).
Por lo tanto, el trabajo concreto y cotidiano de las mujeres en el espacio íntimo/doméstico se despliega hacia lo comunitario y extraordinario y este tipo de trabajo, por sus características, recrea relaciones de interdependencia que, a su vez, construyen las condiciones para experimentar lo común, cuyos despliegues más evidentes son las expresiones del servicio de los varones: el tequio, el cargo, la mayordomía y la asamblea. Dicho de otro modo, a partir del trabajo concreto la comunidad gestiona la vida cotidiana por fuera, parcialmente, de los circuitos y bucles de intercambio pautados por la acumulación de capital, como es el tequio y la mano vuelta, produce común (con tequio cotidiano y reiterado para garantizar la reproducción material y simbólica). Este hacer común se realiza principalmente dentro de los márgenes del considerado espacio íntimo/doméstico, que se amplía constituyendo el espacio aquí denominado comunitario.
Bibliografía:
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Lista de personas entrevistadas
Entrevista a Garrido, 2017
Entrevista a Vásquez, 2017
Entrevista a Manuel, 2016
Palabras clave:
Trabajo, comunalidad, poder.
Resumen de la Ponencia:
Dentro del pensamiento social latinoamericano, la lectura y estudio de la producción teórica de autoría femenina ha sido minoritaria, hecho que ha limitado el conocimiento sobre temas y problemas de primer orden alcanzado en décadas pasadas y que mantiene vigencia al día de hoy.En esta ponencia, retomaremos la producción teórica de autoras críticas latinoamericanas como Vania Bambirra, Irma Balderas, Carla Ferreira y Verónica Gago, planteando la consciencia de género como el eslabón perdido hacia la emancipación social.La propuesta teórica de estas autoras parte de experiencias concretas latinoamericanas y puede articularse desde la perspectiva crítica del pensamiento social característico de la región.Bambirra, autora clásica de la teoría social latinoamericana, planteó que la condición específica de la mujer trabajadora en el capitalismo dependiente es un elemento primordial en la lucha por la emancipación social: además de la explotación de clase, están sometidas a la explotación de género.Balderas explicó cómo esta condición responde a la reconfiguración sexual del trabajo que implicó la fase imperialista del capitalismo en las diferentes regiones del mundo, enfatizando que el ingreso de las mujeres al mercado laboral constituye un proceso de valorización y acumulación de capital.Por su parte, Ferreira argumenta que el trabajo reproductivo (doméstico y de cuidados) no asalariado realizado históricamente por las mujeres, garantiza que la medida del valor de la fuerza de trabajo pueda ser reducida al mínimo de los bienes de subsistencia, para que el capital obtenga una partida mayor del fondo de consumo de la clase trabajadora.Tras todo este desarrollo teórico e histórico, Gago destaca la apuesta contra el capitalismo neoliberal en la que convergen las mujeres latinoamericanas del siglo XXI, amalgamando décadas de lucha por la emancipación social y planteando la revolución como acto presente de insubordinación desde la radicalidad y la masividad emergentes en América Latina.A partir de estas contribuciones teóricas desde autoras críticas latinoamericanas se plantea que no basta pensar los problemas de clase sino que es necesario desarrollar una consciencia respecto a los problemas de género para avanzar hacia la emancipación social, articulando la consciencia de clase y la consciencia de género en la lucha anticapitalista y antiimperialista.Resumen de la Ponencia:
Durante la Dictadura Militar (1973-1989) se origina un proceso de intervención y depuración de las Universidades chilenas. Dado que las Ciencias Sociales, y en especial la Sociología, representan un espacio de lucha, organización y politización, es necesario extirparlas para llevar a cabo las modificaciones al servicio de la construcción del nuevo modelo represivo. Es por este motivo que, en el caso del Departamento de Sociología de la Universidad de Chile, docentes, estudiantes y personal no académico son expulsados y perseguidos, a tal punto que, durante este periodo, esa unidad académica quedó reducida a su mínima expresión.En 1989, la clausurada Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile y el Departamento de Sociología son refundados, una tarea realizada fundamentalmente por sociólogos. No obstante, desde los primeros años de la posdictadura se fue gestando un proceso paralelo de disputa, donde los estudios de género irrumpen en las Universidades de la mano de las mujeres que habían desplegado el doble trabajo de acción y reflexión desde el feminismo y su interés por las problemática de los géneros durante dictadura en círculos informales y en organizaciones no gubernamentales. Se presentan los resultados de la reconstrucción histórica de la incorporación de los estudios de género en el Departamento de Sociología de la Universidad de Chile entre 1990 y 2011. Los datos son obtenidos mediante la realización de entrevistas semiestructuradas sobre relatos de vida y la revisión de documentos institucionales y son analizados en función de la teoría de los campos de Pierre Bourdieu desde la perspectiva de género para dar respuesta a cómo se configuró el campo de la sociología universitaria en la Universidad de Chile entre 1990 y 2011 y cómo ingresan en este espacio los estudios de género.Se sostiene que en proceso de refundación de la disciplina en la Universidad de Chile, las mujeres que ingresan a partir de la década de los noventa– algunas de ellas vinculadas al campo de acción feminista– promueven la creación de programas de estudios de género con el objeto de integrar la perspectiva de género como una categoría relevante para el análisis social y la transmisión de conocimiento. Dicha labor se concreta en la creación de un Centro Interdisciplinario de Estudios de Género (1991) y a la apertura de cátedras especializadas en género y feminismo, siendo de especial interés la fundación del Núcleo de Género y Sociedad Julieta Kirkwood (2007) y el lanzamiento de la revista Punto Género (2011) como respuesta ante el escaso desarrollo y análisis de las relaciones de género en Chile y en el Departamento y contribuyendo a su vez al desarrollo de las Ciencias Sociales y el estudio de los géneros en Latinoamérica.Resumen de la Ponencia:
La socióloga francesa Colette Guillaumin, téorica clave del “feminismo materialista francófono”, mostró a partir de los años 60 que la idea moderna de raza era el producto de relaciones de poder estructurales, y no una simple opinión resultando de diferencias naturales o reales entre grupos humanos. Trazó después un paralelo histórico entre relaciones sociales estructurales de sexo y aquellas de raza, subrayando como ambas se apoyan en la naturalización de la opresión, la creación de categorías arbitrarias; y afirmando que ambos son estructurados por la apropiación. Treinta años más tarde, María Lugones abrió la vía al feminismo decolonial de Abya Yala (Lugones, 2008). Alli, afirmó que el proceso colonial europeo creó e impuso el género moderno-colonial —colocando tanto el sexo como la raza al centro del “sistema-mundo moderno-colonial”. Se alejando así doblemente los análisis marxistas clásicos: la condición de posibilidad del desarrollo del capitalismo ya no es la “acumulación primitiva” por el acaparamiento de las riquezas del continente, sino que sería la organización racial y sexual del trabajo ; la periodización y el centro de gravedad del capitalismo pasan de la Europa de la revolución industrial del siglo XIX, a la colonización de Abya Yala, a partir del siglo XVI. He traducido tanto a Guillaumin como a Lugones (al español y al francés, respectivamente), habiendo conocido a ambas y trabajado hace tiempo en sus conceptualizaciones. También me encuentro personalmente transitando de la sociología a la filosofía, y desde hace mas de treinta años, vivo e intento contribuir a tender puentes intelectuales y políticos entre los dos continentes. Quisiera a través de esta contribución, rendir un merecido femenaje a estas dos grandes pensadoras, poniéndolas en diálogo, y situando esta lectura cruzada en la conversación crítica subyacente que ambas mantuvieron con Marx. Quisiera aportar a la propuesta decolonial de Lugones, algunas herramientas del materialismo francófono para profundizar el análisis histórico y global de como las relaciones sociales de sexo se han ido combinado dinámicamente con aquellas de raza y de clase, y completar la perspectiva de las materalistas francófonas con una discusión mucho más profunda de la raza que se ha desarrollado en Abya Yala. Esta comunicación se apoya en un articulo muy detallado que esta en imprenta para la revista canadiense Recherches sociologiques. Presentaré primero los elementos centrales de ambos análisis, así como sus diferencias, parcialmente ligadas a su anclaje disciplinar, punto de vista situado y contexto de reflexión. Propondré después algunas perspectivas de hibridación mutua. También subrayaré los aportes decisivos de varias teóricas, especialmente Autóctonas y Negras, del continente al debate. Este trabajo quiere contribuir a desarrollar las bases de un análisis feminista decolonial materialista.Resumen de la Ponencia:
La ponencia se propone explorar los aportes de los feminismos descoloniales a la propuesta de la colonialidad del poder, formulada por el sociólogo peruano, Aníbal Quijano. Para ello, recurriremos a los trabajos de Maria Lugones, Yuderkys Espinosa y Ochy Curiel, autoras que han contribuido desde sus perspectivas a esta discusión. Considero que el encuentro entre el feminismo y el pensamiento descolonial, permite problematizar una tesis propuesta por Aníbal Quijano, pero poco desarrollada en sus escritos: la co-constitución de la raza y el género como ideologías de la modernidad capitalista y colonial. Revisaremos de qué forma, cada una de las autoras contribuye a descolonizar el concepto de género, entendido desde el marco epistémico de la modernidad y por tanto, como una construcción eurocentrada, binaria y biologicista. Finalmente, recuperaremos los aportes que cada autora realiza al feminismo descolonial.Resumen de la Ponencia:
La presente ponencia presenta una discusión alrededor del concepto de civilización de muerte planteado por Grosfoguel (2016, 2018) en los que se sostiene que los procesos de colonialidad/modernidad que vive América Latina y otras sociedades del centro del sistema mundo son producto de una civilización de muerte. A partir del uso del concepto de violencia simbólica, formulado por Bourdieu en la Reproducción, lo que se plantea discutir, en diálogo con esta mirada de la colonialidad/modernidad es que: 1. La unidad de análisis más acorde con el estudio de la sociedad moderna y actual no es la de sistema mundo capitalista, ni la de desarrollo, Estado moderno, o sistema mundo capitalista moderno/racista/sexista/patriarcal/cristianocentrico, sino el de civilizaciones-mundo. 2. El proceso de modernidad colonialidad descrito por la red de-colonial en sus distintas corrientes es un proceso de macro violencia simbólica, en el que varias civilizaciones cristiano-céntricas se impusieron sobre la diversidad étnica y civilizatoria del mundo, la cual en su proceso de colonización y repoblamiento fueron generando una identidad afín a su propia civilización negando la identidad de las civilizaciones nativas o colonizadas. 3. La imposición civilizatoria no se ha logrado observar en su plenitud debido al carácter colonial de las ciencias sociales hegemónicas en las que se observa a la sociedad desde categorías eurocéntricas, sesgadas, que a su vez limita la auto observación de la propia colonialidad. 4. La categoría de civilización mundo permite hacer visible el carácter unitario, complementario, de lo que parecen procesos diversos, fragmentados e inconexos que hacen parte de la misma estructura social como la economía, la religión o la tecnología. 5. El estudio de las civilizaciones-mundo es una invitación para crear un espacio académico en el cual las distintas disciplinas de las ciencias sociales, incluso el resto de campos de saber se integren en su estudio, desde las ciencias exactas, pasando por la medicina, ingenierías y artes. Para finalizar el estudio de las civilizaciones-mundo posibilita la comprensión del mundo contemporáneo, sus características, dinámicas, conflictos, posibilidades de cambio y estabilidad.Resumen de la Ponencia:
O capitalismo mundial estabeleceu uma expansão monopólica imperialista de integração ao mercado mundial. Aqui, as relações entre nações serão baseadas no estágio em que se encontram o desenvolvimento de suas forças produtivas, a divisão internacional do trabalho e o comércio interno e externo. Como veremos, os países latino-americanos se situam no capitalismo dependente e subdesenvolvido dentro da ordem mundial, na qual subsiste uma unidade dialética entre o desenvolvimento e o subdesenvolvimento: os dois são qualitativamente diferenciados e ligados tanto pelo antagonismo como pela complementaridade. Nas últimas décadas, os países dependentes testemunharam uma maior entrada de capital estrangeiro na forma de investimento direto, um aumento da divisão e, sobretudo, uma maior dependência tecnológica. As políticas neoliberais, especialmente a desregulamentação e a abertura financeira, possibilitaram aumentar mais um mecanismo de transferência de valor dos países latino-americanos para os países centrais. Com isso, a transferência de valor ocorre de forma mais intensa a partir da repatriação de lucros, pagamento de juros e amortização de dividendos e pagamento de royalties. Dessa forma, as implicações verificadas nos países dependentes, sob o cenário neoliberal nas últimas décadas, confirmam a permanência da superexploração do trabalho e, sobretudo, um aprofundamento de sua própria dependência. Assim, torna-se necessário a retomada da Teoria Marxista da Dependência, tanto para um diagnóstico adequado da crise das políticas neoliberais, considerando que estas aprofundaram nossa condição de países capitalistas dependentes, quanto para apontar os caminhos para a superação da dependência.Resumen de la Ponencia:
Deseo compartir algunas coordenadas para discutir la forma en que la vulneración cobra relevancia para comprender y operar frente a problemáticas plurales y diversas que atraviesan el Abya-Yala. Pues el cuerpo extenso latinoamericano y caribeño, si bien no somos una unidad, podemos reconocernos a través de nuestras experiencias frente a la producción sistemática del daño. Ese que ha derivado en una crisis relacional y ambiental en nuestra región. Dado que tanto a nivel ecosistémico, como humano se ha vuelto insostenible la forma en que ciertos cuerpos son tratados de manera indigna, instrumental y utilitaria. Y que guarda relación con jerarquización y dicotomización para clasificar las corporalidades. Una matriz básica de opresión y violencia múltiple que se reconfigura y renueva, pero que María Lugones (2011) nos ayudó a comprender a través del sentido de colonialidad del género. El argumento colonial para clasificar y jerarquizar cuerpos tiene vida en la práctica, a través de la manera en que socialmente se enmarca y justifica ejercer violencia, herir, poseer y ulteriormente, prescindir de ciertos cuerpos con mayor soltura y sistematicidad que hacia otros. De ahí que considero que el daño social y ambiental es la condición de posibilidad para que se sostenga la economía y la política actual. Por ello no es viable mantener un marco referencial que omita las implicaciones simbólicas y materiales que comprometen la dignidad y la sostenibilidad de nuestras vidas. Ni tampoco uno que reniegue de las heridas que produce la economización de la vida. En tanto que las afectaciones no son colaterales, casualidades o externalidades. Para comprender mejor cómo funciona lo que he nombrado como economía política de la vulneración, he decidido colaborar con la comunidad de Ostula, así como el ecosistema ubicado en la Costa-Sierra nahua de Aquila, Michoacán. Al reconocer cómo se induce el daño social y ambiental en las comunidades y ecosistemas es viable comprender que, en el centro, está la vulneración como un problema público que trastoca las fibras sensibles que tenemos en común.Resumen de la Ponencia:
El hombre ha ido organizándose a través de los lazos parentales en diferentes grupos hasta llegar al tópico de civilización, con los retoques de la magia y religión influyentes en nuestras prácticas sociales, dando paso a diversos tipos, donde la ciencia como disciplina ha estado marginada, solo siendo la base para el fortalecimiento de las megápolis, dirigido por un panorama mágico-religioso, sobre ciencias como la economía, política y la sociedad, considerados como simples medios para solucionar sus problemas. Luego gracias a fuertes ideales de un estado moderno, alianzas geopolíticas y con las revoluciones industriales, se forma un nuevo sendero de completo dominio para la ciencia como la economía, que toma interés profundo para manejar a detalle el tema de la “escases”; ideologías como el liberalismo, comunismo y el anarquismo, toman total énfasis en cuestiones económicas muy por arriba de hechos políticos para consolidarse en el s. XX como un fin sagrado (incuestionable), por lo que la política, religión y la sociedad se acoplan a los cánones que la economía liberal plantea. Pero en plena era del conocimiento (XXI), dominada por diversos cambios y problemas globales, se requiere de suma urgencia ayudar a visualizar en cambiar el norte que la economía plantea (salvar los mercados), situado como eje hegemónico en la acción y reacción de los estados, para apostar por una política científica que de vida a un estado de derecho y/o ciudadano planetario.En mi País (Perú), aún hay prácticas gubernamentales que impulsan dictámenes políticos que nos mantienen divididos y en la miseria; si hay culpables señores, diría el sibarita, en el discurso del Politeama: “si la ignorancia de los gobernantes i la servidumbre de los gobernados fueron nuestros vencedores, acudamos a la ciencia… no hablo de esa ciencia que se hace polvo en las aulas universitarias retrogradas, hablo de la ciencia con ideas de radio gigantesco, que trasciende…”Por ende, se define que la política científica como una práctica de estrategias, que caminan al ritmo de avances tecnológicos, científicos, filosóficos, sin dejar atrás el paso sosegado de la sociedad; entendamos que su importancia radica en fortalecer y reactivar cuestiones fundamentales de todo ser humano con una nueva ciencia no positivista e ideologizada, para ocupar un rol importante en las nuevas decisiones, elaborándose un plan de acción política científica dispuesto a combatir los desafías propios de nuestra realidad.Se concluye que este aporte busca ayudar a visualizar la enorme importancia no solo de las ciencias duras, sino que las ciencias sociales también tienen grandes aportes al desarrollo de nuestras sociedades bajo diversos enfoques, que van encaminadas a través de las decisiones políticas; no es posible que sigamos permitiendo que todo sea igual, solo recordemos que la normalidad era el problema.Resumen de la Ponencia:
Lo que hago en esta ponencia es guiarme por el campo popular como problema y proyecto de investigación, para problematizar cómo actualmente la crítica a la explotación, y el cuestionamiento a la producción social de la alineación, como pensamiento político contrahegemónico está siendo abandonada como problema teórico en los espacios de la enseñanza aprendizaje. Cuestión que repercute en las instituciones y agrupaciones de la sociedad civil popular pues es una situación que obedece a los golpes sistémicos contra el pensamiento estratégico contrahegemónico, al cual quieren destruir por ser este el centro intelectual donde se decide cómo pensar el oponerse contra el proceso sistémico estructural. Considerando que para pensar el campo popular como conjunto de relaciones sociales centrales de la sociedad civil en el marco de un proyecto de investigación que se sustente en la teoría de la explotación y la teoría de la alienación, es necesario romper con las determinaciones cognitivas e intelectuales impuestas por la totalidad sistémica, responsable de la producción global de fuertes problemas sociales -como la miseria, la violencia endémica, la alienación, etc.-, en la presente ponencia expondré un conjunto de dimensiones necesarias para pensar la actualidad y los retos de la relación entre ciencia política latinoamericana y los procesos sociopolíticos populares. Entre las dimensiones de máxima importancia que orientan los proyectos de investigación emanados de pensar la ciencia política latinoamericana y los enfoques sobre problemas sociopolíticos populares están cinco de importancia trascendental. La primera dimension es la continuación de los estudios sobre los problemas históricos estructurales que orientan la línea del análisis de la explotación y de la producción de valor global, en las condiciones de un mundo social regido por una economía de mercado trasnacional que penetra la más mínima actividad social de la división del trabajo internacional. La segunda dimensión implica enfocarse en el estudio de las repercusiones directas de la explotación y de la producción de valor global en nuestras sociedades, que son los procesos de máxima responsabilidad de la producción de la alineación, pues entre sus instrumentos más eficaces hacen uso del narcotráfico y de la ignorancia como bandera radicalizada de la defensa de las estructuras de poder sistémico. La tercera dimensión que es necesario seguir pensando, es la composición orgánica de las clases sociales de las sociedades latinoamericanas, esto porque uno de los puntos más fuertes de la mentalidad postmoderna y hegemónica es la capacidad para eliminar el horizonte de las determinaciones económicas sociales de la producción del conocimiento, lo que repercute en la formación de educandos desorientados dentro de la estructura de la realidad, que piensan dentro de un razonamiento lógico desde una cognitualidad donde no hay contradicciones sociales, o procesos históricos compuestos por el antagonismo entre hegemonía y contrahegemonía.Resumen de la Ponencia:
O estudo sobre a realidade brasileira e as particularidades regionais tem sido cada vez mais emergente e necessário para o nosso tempo histórico. Considerada a trajetória desta imensa nação interrompida para “os de baixo”, profundamente desigual e que hoje se apresenta com traços agravantes no contexto da primeira grande pandemia no capitalismo contemporâneo, muitos analistas têm recorrido ao legado que nos foi deixado por referências do pensamento social brasileiro. Referimo-nos ao legado e às importantes obras científicas e/ou literárias de pensadores situados no bojo dos acontecimentos do século XX que se destacaram nos estudos sobre a formação social brasileira e latino-americana a partir de temas mais centrais, como herança escravocrata e colonial, questão agrária, questão étnico-racial, capitalismo dependente. Temos, portanto, como objetivo apresentar uma síntese das principais análises desenvolvidas no âmbito da pesquisa, cujo o título é o mesmo do presente resumo, como parte das iniciativas desenvolvidas no âmbito do Serviço Social brasileiro de identificar os traços centrais sobre a emergência e o desenvolvimento do capitalismo dependente e seus desdobramentos para a questão social, marcada profundamente por desigualdades regionais, ontem e hoje. Ressaltamos que o desenvolvimento da pesquisa demandou a delimitação bibliográfica a partir da perspectiva histórico-crítica centrada em dois eixos principais: Formação social brasileira e questão regional; Capitalismo dependente, questão social e sua dimensão regional. Entendemos que alguns autores, a exemplo de Florestan Fernandes, Octávio Ianni, Clovis Moura, Heleieth Saffioti e Francisco de Oliveira, são fundamentais para a pesquisa, atentando para suas contribuições, em gerações distintas, nos eixos acima dispostos. Já para a análise documental, priorizamos como material de referência os debates desenvolvidos nos últimos anos pela Associação Brasileira de Ensino e Pesquisa em Serviço Social, divulgados pelos canais e redes sociais oficiais da referida associação, a partir dos quais nos orientamos no processo de sistematização, atentando para a concepção de questão social, formação social e sua relação com o Serviço Social. Como resultados parciais, além do aprimoramento dos estudos sobre os fundamentos da questão social, a pesquisa nos permitiu melhor compreensão sobre a concepção que predomina no Serviço Social brasileiro em torno dos aspectos que particularizam a questão social na região. Isto considerando a relação estrutural entre capital e trabalho; o processo histórico de lutas de classes; e o reconhecimento e legitimidade dessa questão sob mediação do Estado. Dentre esses aspectos, destacam-se traços considerados centrais na formação social brasileira e regional que particularizam, no passado e no presente, o desenvolvimento do capitalismo e, consequentemente, a questão social, tais como a condição de dependência, o racismo estrutural e a generificação patriarcal.Resumen de la Ponencia:
A institucionalização da Sociologia Rural no começo do século XX atrelada ao meio acadêmico norte-americano, alinhou a disciplina inicialmente à tendência da modernização agrícola emergente no mundo ocidental. A preocupação dos primeiros pesquisadores com a disseminação dos novos métodos e tecnologias produtivas os fez nutrir um entusiasmo com a premissa de que através da modernização agrícola seriam superados os “atrasos” do mundo rural naquele período. Vislumbrava-se uma perspectiva homogênea na compressão das populações rurais, seus problemas e sua transformação mediante a incorporação de uma agricultura moderna e capitalista. Essa perspectiva negligenciou as especificidades das diversas populações rurais existentes nos continentes asiático, africano e latino-americano, que destoavam do ideal do camponês que se desenvolveu no continente europeu (e daquele que, em alguma medida, observou-se da porção norte do continente americano). Entre as décadas de 1960 e 1970 diversos sociólogos e pesquisadores latino-americanos passaram a desenvolver um pensamento sociológico rural particular partindo de reflexões sobre as condições socioculturais e políticas específicas do continente. Na transição entre os séculos XX/XXI, observamos nos estudos sobre as populações rurais e povos tradicionais latino-americanos a adesão de intelectuais a um repertório de conhecimentos e experiências desses povos para traçar novas perspectivas de compreensão sobre as problemáticas ambientais, produtivas e econômicas vivenciadas no continente. Este estudo objetiva lançar reflexões, a partir de uma revisão de literatura, sobre as diferentes perspectivas através das quais a Sociologia Rural se propôs a analisar as transformações na produção agrícola e no chamado “mundo rural”, sobretudo no contexto latino-americano. Propõe, em especial, delinear um olhar ao Sul sobre essas problemáticas para além das premissas analíticas eurocêntricas e norte-americanistas, buscando apoio nas reflexões de autoras e autores latino-americanos.
Introducción:
A geração pioneira no desenvolvimento da Sociologia (a partir da segunda metade do século XIX), além dos esforços na delimitação das próprias especificidades teórico-metodológicas da disciplina enquanto uma ciência em afirmação empenhou-se em investigar os desdobramentos da consolidação do capitalismo em sua feição industrial. Nas primeiras décadas do século XX, com a Sociologia já consolidada enquanto disciplina científica, observamos a ampliação de seus objetos e campos de investigação. Nesse processo, emergem interesses em investigar as implicações dos processos de modernização e industrialização em diversos âmbitos e formações sociais. Nos Estados Unidos, um contingente de sociólogos se empenhou em analisar as consequências dos processos apontados anteriormente para as populações rurais e suas dinâmicas sociais e produtivas, delineando assim o campo de estudos para uma Sociologia Rural. As reflexões propostas neste estudo não tratam estritamente de um resgate historiográfico e cronológico das diferentes vertentes da Sociologia Rural e suas ramificações. Esse empreendimento pode ser encontrado na obra de autores como Sevilla-Guzmán (2006) e Queiroz (1969), com os quais, estabelecemos diálogo neste trabalho. O percurso analítico aqui proposto leva-nos a refletir sobre os processos de estruturação da Sociologia Rural, suas principais abordagens de estudo e transformações analíticas, auxiliando-nos a compreender as interpretações produzidas pela disciplina frente ao processo de modernização agrícola, principalmente nos contextos locais onde ele se instala. Chamamos a atenção para seus desdobramentos nos países que foram dominados pelo empreendimento colonial, em particular, no contexto latino americano. Problematizamos seus efeitos e dialogamos com as perspectivas analíticas produzidas por autoras e autores desses países como via de lançar um olhar diferenciado sobre as problemáticas emergentes desses processos.
Para esse intento, este estudo parte de uma pesquisa bibliográfica que pretende identificar como o fenômeno da modernização agrícola foi analisado por diferentes correntes da Sociologia Rural. Pretendemos, assim, identificar quais foram os temas em destaque nos estudos, marcos teórico-metodológicos em desenvolvimento, e as transformações nas perspectivas analíticas sobre o meio rural, suas populações, seus aspectos socioculturais, bem como sobre as conflitualidades vivenciadas a partir das transformações produtivas.
Buscamos compreender o desenvolvimento da Sociologia Rural a partir de uma perspectiva ao Sul global, e para além do colonialismo intelectual eurocêntrico e norte-americanista deste fazer científico, culminando para a emergência de novas abordagens analíticas e aportes teórico-metodológicos de investigação. Nesse contexto, são propostas também reflexões sobre as estratégias e possibilidades de articulações entre o arcabouço teórico-metodológico da Sociologia Rural e a abordagem integradora da Agroecologia, através da dinâmica do diálogo de saberes (LEFF, 2002; 2012). Essa abordagem nos conduz por um caminho que potencializa o processo de afirmação de conhecimentos que foram relegados a uma posição marginal no que diz respeito ao manejo dos sistemas produtivos da agricultura moderna, tais como os conhecimentos dos povos do campo, indígenas, comunidades quilombolas, e das demais populações que estabeleceram relações íntimas com a natureza e a produção de subsistência como aspectos emblemáticos de suas dinâmicas vitais.
Desarrollo:
A Sociologia Rural frente ao processo de modernização agrícola
Ao longo da primeira metade do século XX, é possível observarmos transformações significativas nas dinâmicas agrícolas com o desenvolvimento de pesquisas científicas com sementes modificadas em laboratório e agroquímicos objetivando combater pragas, acelerar o crescimento das plantas e fertilizar os solos (Carneiro et al. 2015). Além desses aspectos bioquímicos, houveram significativos desenvolvimentos tecnológicos nos maquinários agrícolas que modificaram drasticamente os manejos produtivos. Esses movimentos de modernização na agricultura culminaram naquilo que se convencionou chamar a partir de meados daquele século de Revolução Verde. Acerca disso, Pereira (2012) nos mostra que: “(...) a Revolução Verde foi concebida como um pacote tecnológico – insumos químicos, sementes de laboratório, irrigação, mecanização, grandes extensões de terra – conjugado ao difusionismo tecnológico, bem como a uma base ideológica de valorização do progresso” (Pereira, 2012, p. 687).
Os entusiastas da modernização indicavam que através do desenvolvimento tecnológico e da produção agrícola em larga escala seria resolvido o problema da fome no mundo, debate em pauta no período pós-Segunda Guerra Mundial. Para esse processo foram ampliadas as fronteiras da produção, mobilizando pesquisas científicas, territórios, recursos naturais, força de trabalho e capital em uma escala transnacional.
Essas transformações nos processos produtivos deixaram um rastro danoso com impactos ambientais para os ecossistemas onde são desenvolvidas, além de consequências sociais, políticas, econômicas, culturais e sanitárias para as populações envolvidas nessa conjuntura. No campo ambiental, algumas das principais consequências dessas mudanças são elencadas por Altieri (2012), Caporal et al. (2011) e Carneiro et al. (2015): perda das variedades nativas, contaminação do solo e das bacias hidrográficas devido ao uso intensivo de agroquímicos, o desmatamento de áreas de matas nativas para o estabelecimento dos monocultivos, entre outras. Nos contextos, sociocultural, político, econômico e sanitário, destacam-se problemáticas como: contaminação dos trabalhadores rurais pelo manuseio contínuo e inadequado dos agrotóxicos, dependência dos referidos pacotes tecnológicos para a produção, perda do controle sobre as áreas férteis e produtivas, dificuldade de garantir a soberania e a segurança alimentar, além de intensos processos de migração do campo para as cidades devido à pauperização das condições de vida nos contextos rurais e substituição da força de trabalho humano pela mecanização da lavoura.
Os estudos de José de Souza Martins (2012), Maria Isaura Pereira de Queiroz (1969) e Eduardo Sevilla-Guzmán (2006), nos mostram que a Sociologia, desde o seu período clássico até o estabelecimento da primeira geração de pesquisadores da Sociologia Rural, havia estudado sobre os inúmeros processos de transformação no mundo rural com o advento da industrialização capitalista. No entanto, o meio rural, nesse processo analítico clássico, foi tratado como emblema do atraso a ser transformado pela modernização. Diante disso, para compreender as mudanças pelas quais o mundo rural passou enquanto campo de estudos da Sociologia é preciso uma reflexão sobre as próprias bases através das quais esse conhecimento científico foi construído.
Martins (2012) aponta que o papel assumido pela disciplina, em seus primeiros estudos, supunha as populações rurais como retardatárias ao desenvolvimento da economia, da história e, por conseguinte, do próprio capital. A Sociologia Rural lançou um olhar muito mais sobre a ocupação agrícola e a produtividade, do que sobre o rural como universo cultural, com suas dinâmicas de sociabilidade e de trabalho particulares. Nesse processo, ela deixou de contemplar os modos de ser e de viver no campo, bem como seus aspectos socioculturais e históricos específicos. Assumindo o discurso da modernização como estandarte, a Sociologia Rural não se mostrou, em um primeiro momento, tão atenta à compreensão dos aspectos destrutivos que caminhavam juntos com essas transformações no campo. Havia uma íntima relação entre as concepções analíticas da Sociologia Rural, emergente no começo do século XX, e o projeto de modernização do campo pautado na agricultura industrial, modelo hegemônico a ser difundido ao redor do mundo.
A abordagem da Sociologia da Vida Rural apresentou-se de forma pioneira nos principais centros de estudo e no pensamento sociológico agrário norte-americano no início do século XX[1]. Um dos fundamentos apontados por Queiroz (1969) sobre essa corrente é a identificação da necessidade de superar o "atraso" no mundo rural a partir do processo de modernização agrícola. Nesse contexto, vemos a perpetuação de um binômio antagônico que reafirma a associação entre rural e atraso, colocando-o em oposição ao urbano (e industrial), emblema do moderno. Enxerga-se, a partir dessa perspectiva, uma irreversibilidade das transformações pelas quais o meio rural passaria através de processos de mecanização da lavoura, além de novas e especializadas técnicas de trabalho, proporcionando assim uma homogeneização cada vez maior entre esses dois mundos (o rural e o urbano).
A primeira geração da Sociologia Rural norte-americana não desenvolveu reflexões em profundidade que levassem à compreensão das dinâmicas culturais que diferenciavam as diversas populações rurais dispersas ao redor do mundo, seus saberes, fazeres, aspirações e demais peculiaridades de seu manejo produtivo e organização geral da vida. Essas diferenças e particularidades na constituição dos diversos povos do campo figuravam como variáveis pouco importantes no bojo analítico dos primeiros sociólogos rurais norte-americanos.
Sevilla Guzmán (2006) reforça que os esquemas teóricos elaborados por essa corrente ignoraram justamente as problemáticas emergentes no meio rural em decorrência do processo de modernização. Dentre elas, podemos apontar o processo de desaparecimento das populações tradicionais que tiveram, historicamente, na atividade agrícola de subsistência ou na pequena atividade extrativista, suas atividades produtivas vitais. Observou-se a intensificação dos processos de privatização, mercantilização e cientifização da natureza, demandando transformações ambientais sem precedentes em diversos ecossistemas. Existiam ainda problemas relacionados à própria conjuntura histórica dos processos de exploração socioeconômica aos quais foram submetidos os camponeses europeus colonizadores do território norte-americano pelo próprio avanço modernizante no campo, que divergem, por exemplo, dos processos de ocupação, produção e particularidades socioculturais do meio rural na porção latino-americana do continente.
Diferente daquilo que observamos na tradição inicialmente desenvolvida nos Estados Unidos, a tradição francesa da Sociologia Rural, como podemos perceber através dos escritos de Mendras (1969), revela forte ímpeto em se debruçar sobre os aspectos teórico-metodológicos que deveriam nortear o curso das pesquisas desenvolvidas sobre as chamadas sociedades rurais. De início, ele parte de uma constatação basilar na qual aponta que o “meio rural” é um campo de investigação para várias Ciências Sociais e seu estudo não se constitui simplesmente a partir de uma disciplina autônoma e isolada. A Geografia, a História, a Economia Rural, a Etnologia, antes mesmo da Sociologia, já teciam estudos sobre diversos aspectos físicos, políticos, econômicos, entre tantos outros, que compõem as sociedades rurais. Ele reconhece a necessidade de uma análise interdisciplinar para compreender os diversos aspectos que constituem os modos de ser, viver e produzir no meio rural. O sociólogo rural deve estudar ele mesmo os aspectos da sociedade que dependem de sua especialidade e também integrar à sua pesquisa os elementos fornecidos por trabalhos desenvolvidos por pesquisadores de outras disciplinas.
Outro fundamento proposto por Mendras (1969) é que o sociólogo deve adaptar os métodos de pesquisa à estrutura da sociedade que ele se propõe a estudar. Temos aí a busca por um particularismo investigativo que escapou às abordagens iniciais desenvolvidas pela Sociologia Rural norte-americana. Segundo o autor, processos de mudança produtiva e social, desencadeados pelo advento da modernização ocorrem a partir de uma movediça zona marginal que se desloca continuamente. Não é um processo uníssono ou uniforme em todo o lugar. Assim, os limites da investigação não poderiam ser definidos a partir de um a priori, e sim a partir de um contexto in situ, particular para cada local onde se processa a pesquisa.
A vertente francesa descarta do bojo de suas análises tentativas de universalização nas classificações, buscando compreender as dinâmicas específicas que norteiam a existência de sociedades rurais particulares. Observando o caso específico do continente americano, vamos constatar que nele se instalou outro tipo de agente e de produção rural com o advento da colonização, voltada para a comercialização nas metrópoles, cujo aspecto norteador da produção era seu caráter econômico. Ademais, existiam no continente outros povos com modelos específicos de pequena produção agrícola ou extrativismo, orientados por relações particulares com a natureza, e, por conseguinte, com a própria produção, para os quais o aspecto econômico não seria central. Seguindo o fio analítico proposto por Mendras (1969), essas sociedades precisariam de um tipo específico de investigação, e não da simples submissão a um modelo universalizante para o seu enquadramento em uma “sociedade camponesa” geral.
A Sociologia Rural através de um olhar ao Sul
É possível perceber que, no contexto latino-americano, o período entre as décadas de 1950/60 marcou a emergência de várias correntes de pensamento sociológico crítico em diversos países do continente. Surgiram pensadores como Florestan Fernandes (Brasil), Pablo Gonzáles Casanova (México), René Zavaleta (Bolívia), Orlando Fals Borda (Colômbia), só para citar alguns, que delinearam as especificidades de um pensamento social latino-americano para além das premissas hegemônicas herdadas da Sociologia europeia. No tocante à produção latino-americana da Sociologia Rural não foi diferente. Podemos identificar essa manifestação através da publicação de dois dos textos pioneiros nos estudos sociológicos rurais no continente pelo colombiano Orlando Fals Borda: Campesinos de los Andes – estúdios sociológicos de saucío (1955)[2]; e El hombre e la tierra em Boyaca: bases sociológicas e históricas para uma reforma agrária (1957)[3]. Nesses textos, o autor procura refletir sobre as especificidades da população rural colombiana, suas dimensões simbólicas, socioculturais e históricas, além de problematizar a introdução da agricultura moderna nos contextos locais, partindo de um rigoroso exercício de compreensão sociológica.
Fals Borda (2015) aponta que, ao refletir sobre o caso de Boyacá, na Colômbia, observamos o exemplo típico de uma sociedade agrária em um momento crucial: o seu caminhar rumo ao chamado progresso e ao mundo tecnológico apressadamente. Esse processo proporcionaria mudanças sociais nunca antes experimentadas nos últimos 400 anos, promovendo a paulatina substituição daquilo que ele designa de vontade natural do grupo (wesenwille), por uma vontade racional (Kürwille). Em meio à percepção sobre os conflitos que se pronunciaram entre a força das tradições e o processo de modernização, o autor percebe instalar-se um inevitável processo de mudanças. Caberia, pois, estudar formas de compreender esse fenômeno e canalizá-lo de forma construtiva para as populações envolvidas e os diversos aspectos de suas dinâmicas vitais. Para esse intento, um dos emblemas da análise sociológica proposta pelo autor dizia respeito a observar os diferentes fatores que podem retardar ou acelerar esses processos de mudança a partir dos contextos locais.
Em um artigo intitulado Sete teses equivocadas sobre a América Latina, Rodolfo Stavenhagen (2014) aponta aspectos que nos ajudam a refletir sobre como a narrativa do desenvolvimento atrelada à perspectiva da homogeneização eurocêntrica da história deturpou e alijou as particularidades históricas e culturais dos povos com quem estabeleceram relações coloniais. Destacamos duas teses em particular para esta análise. Na segunda tese equivocada apresentada, o autor reflete sobre a premissa de que “O progresso na América Latina só se realizaria mediante a difusão de produtos do industrialismo nas zonas atrasadas, arcaicas e tradicionais” (Stavenhagen, 2014, p. 162). Ele constata que as novas formas de dominação que emergem a partir da virada do século XIX para o século XX, alinham-se aos interesses do capital industrial em expansão. O efeito da modernidade aqui aparece sob o discurso das benesses da industrialização e da urbanização dos territórios aliada a ela. Não é à toa que o estímulo às mudanças ocorre dos centros urbanos em direção às áreas rurais, naquele momento, vistas como emblema do arcaico e do atraso. Essa perspectiva é o que fundamenta os entusiastas da modernização agrícola através da difusão das chamadas novas técnicas e tecnologias produtivas como solução para o “atraso” das populações rurais. Ao apontar o difusionismo como porta de entrada na modernidade e no progresso através de técnicas, produtos e valores, essa abordagem esquece de compreender as contradições que esses processos fomentam nos contextos locais.
Uma das contradições que Stavenhagen (2014) indica em suas reflexões é que a difusão dos produtos e técnicas modernos, como emblema do desenvolvimento, não implica necessariamente um incremento em termos de bem-estar social dessas regiões. Ao contrário, esses processos provocam a destruição das bases produtivas locais, e modificam as relações desses grupos sociais com a terra e a natureza ao atravessá-las com as técnicas modernas. Nesse sentido, ao invés de produzir o progresso, o que se observa é um acirramento de um atraso social e pauperização concreta dessas regiões. Em países como os da América Latina, a produção do capital provoca uma descapitalização local, à medida que os insumos, a renda e o lucro gerados circulam em pequena proporção entre os contextos locais, e fluem majoritariamente para os mercados internacionais. O produtor deixa de produzir uma diversidade de insumos para sua subsistência e para a circulação local, passando a produzir para os mercados externos, para o abastecimento e a acumulação de capital de outros. Como exemplo dessa manifestação, podemos citar os empreendimentos vinculados ao agronegócio, grande estandarte da agricultura moderna, a partir do século XX, em terras latino-americanas. Grande parte das empresas nesses moldes são de capital estrangeiro e produzem em terras latino-americanas commodities, alimentos (em menor proporção) e capital para circulação nos mercados internacionais. Deixam nos contextos locais um rastro de mão de obra precarizada, trabalhadores adoecidos e territórios degradados, com reservas naturais comprometidas, tal como já enunciado anteriormente nesse trabalho.
O referido autor considera que o fluxo de capital, matérias primas, produtos alimentícios e mão de obra, todos oriundos das zonas atrasadas (e geralmente rurais), propicia o rápido desenvolvimento dos polos de crescimento (geralmente áreas urbanas e industriais), mediante a estagnação e o subdesenvolvimento das zonas provedoras desses recursos. Um tipo de relação semelhante ao que se estabeleceu com o advento da colonização, entre as colônias e as metrópoles, e que contemporaneamente se manifesta entre os países subdesenvolvidos ou em desenvolvimento, que fornecem os mais diversos produtos do setor primário (principalmente commodities agrícolas, minerais e energéticas), e favorecem o desenvolvimento contínuo dos países já desenvolvidos e seus polos industriais e tecnológicos.
A terceira tese equivocada problematizada pelo autor é aquela que indica que “A existência de zonas rurais atrasadas, tradicionais e arcaicas é um obstáculo para a formação do mercado interno e para o desenvolvimento do capitalismo nacional e progressista” (Stavenhagen, 2014, p. 163). Segundo ele, salvo raras exceções, não se constituiu na América Latina um capitalismo nacional e progressista, cuja efetivação necessitaria de uma série de ações e políticas orientadas para o desenvolvimento interno independente do país e, por conseguinte, de sua população. Destacamos aí uma chave analítica na relação entre o fluxo e a circulação interna da produção agrícola e o desenvolvimento de mercado interno. Essa articulação subsidiaria, tanto o consumo da população, como o fornecimento de gêneros primários para o desenvolvimento da industrialização nacional, ao invés de reforçar a estabelecida agricultura nos moldes da exportação e fornecimento de commodities para os mercados e indústrias internacionais. O autor aponta que o fortalecimento do mercado interno é um aspecto fundamental para propiciar uma maior equidade na distribuição de renda. Ao contrário disso, o que se observa é um acirramento nas desigualdades sociais e na concentração de renda, principalmente naqueles polos urbanos e “desenvolvidos” dos países latino-americanos. Os capitalistas dessas regiões reinvestem seu dinheiro em bancos internacionais e o fazem circular em investimentos a milhares de quilômetros de distância das fontes originárias de seus rendimentos.
A pretensa ideia do desenvolvimento e do progresso necessários, atrelados à modernidade, encobriu historicamente toda a sorte de opressões às quais foram submetidas as populações dos continentes africano e americano, por exemplo. Silvia Cusicanqui (2010) compreende que uma perspectiva antagônica ao colonialismo será realizada como história a partir da percepção da necessidade de derrotar aqueles que se esforçam em conservar o passado com todos os privilégios a ele associados. Uma premissa de ruptura com o passado cristalizado rumo à construção de novas narrativas que se distanciem daquela que aponta o sucesso do colonizador, da modernidade e do seu processo civilizatório sobre as populações subjugadas. Ainda sobre as possibilidades de ruptura com essa narrativa construída sobre o projeto desenvolvimentista colonizador, Enquique Dussel (2005) indica que um movimento importante a ser estabelecido é o reconhecimento da dignidade do outro, da sua cultura, do modo de viver, de sexo e gênero, como algo que foi negado pela experiência da modernidade ocidental. Assim, segundo o autor, a razão moderna poderia ser transcendida, não como negação da razão enquanto tal, mas como contraposição dessa perspectiva da razão eurocêntrica, cujo projeto desenvolvimentista esteve amparado na violência e usurpação dos outros povos, de suas culturas e de seus territórios (Dussel, 2005, p. 31).
No que concerne às possibilidades analíticas da Sociologia Rural que emergem tomando como ponto de partida as reflexões até aqui apresentadas, podemos nos amparar naquilo que Martins (2012) nos chama a atenção, para o fato de que é preciso que a Sociologia Rural dialogue com a História, a Geografia, a Literatura e, assinalamos mais, com os conhecimentos das populações que foram tratadas historicamente como "objetos investigação". Segundo Sevilla Guzmám (2002), não se trata somente de conhecer ou explicar, mas, sobretudo, de intervir e articular-se com o universo investigado para incidir criticamente no curso de suas transformações. Para tanto, é exigida uma postura diferente daquela comum aos primeiros sociólogos rurais, que se posicionaram na condição de pesquisador-sujeito-que-sabe em uma relação de antagonismo com pesquisado-objeto-que-ignora.
Para que haja essa ruptura, precisamos reconhecer que as populações rurais são muito mais do que simples instrumentos da produção agrícola. São autoras e consumadoras de modos de vida cujas experiências se apresentam como um forte referencial para compreensão das próprias contradições que existem dentro e fora do mundo rural. Em consonância a essa compreensão, Enrique Leff (2019) destaca que:
A lógica da unidade econômica rural e o estilo étnico próprio de uma cultura remetem a racionalidades sociais constituídas como sistemas complexos de ideologias-valores-práticas-comportamentos-ações, que são irredutíveis a uma lógica unificadora. (LEFF, 2019, p. 134)
É preciso colocar como variáveis desses processos analíticos a compreensão do ser e o viver no campo, as relações particulares com a terra/natureza, os tipos de espiritualidade, relações de solidariedade, dinâmicas alimentares, entre muitos outros elementos que constituem os diversos universos rurais.
No âmbito científico, as primeiras tentativas de pensar um modelo alternativo àquele proposto pelo paradigma da modernização agrícola surgiram ainda nas primeiras décadas do século XX. Gliessman, (2000) destaca que na década de 1930 começou-se a utilizar o termo Agroecologia para designar experiências de Agronomia a partir de uma perspectiva ecológica, com tentativas de desenvolvimento das chamadas "agriculturas alternativas"[4]. Ao longo das décadas seguintes, com a organização dos movimentos ambientalistas, as contribuições advindas da Geografia Agrária, da Sociologia e da Antropologia[5], e apoio de alguns setores da Agronomia, impulsionaram-se críticas às transformações produtivas e aos impactos socioambientais provenientes da Revolução Verde ao longo segunda metade do século XX. Essas múltiplas contribuições ampliaram o conceito de Agroecologia, indicando que ela se transformou em:
(...) uma constelação de conhecimentos, técnicas, saberes e práticas dispersas que respondem às condições ecológicas, econômicas, técnicas e culturais de cada geografia e de cada população. Estes saberes e estas práticas não se unificam em torno de uma ciência: as condições históricas de sua produção estão articuladas em diferentes níveis de produção teórica e de ação política, que abrem o caminho para a aplicação de seus métodos e para a implementação de suas propostas. (...) um campo de saberes práticos para uma agricultura mais sustentável, orientada ao bem comum e ao equilíbrio ecológico do planeta, e como uma ferramenta para a autosubsistência e a segurança alimentar das comunidades rurais. (Leff, 2002.p. 37)
Um dos aspectos centrais para a confluência dessas abordagens reside na possibilidade de existência de uma matriz comunitária, que insere o agricultor a partir de uma práxis intelectual e política, sua identidade local e rede de relações sociais, no delineamento não apenas dos processos produtivos, como também sobre as próprias relações do produtor com a natureza de forma mais abrangente. Essa matriz pressupõe propostas coletivas que transformam as formas de produção dependentes herdadas da Revolução Verde e seu modelo hegemônico (Sevilla-Guzmán, 2008).
Nesse sentido, podemos observar o fortalecimento de uma vertente no início do século XXI que, para além das construções científicas sobre a Agroecologia produzidas no século XX, parte, sobretudo, das experiências dos movimentos sociais do campo, suas estratégias produtivas e relações particulares com a natureza. Torres e Rosset (2012) destacam que nos últimos 20 anos a confluência de movimentos e organizações sociais rurais ao redor do mundo, cujas lutas desencadearam a estruturação de uma articulação global através de La Via Campesina, têm agregado e articulado aproximadamente 200 milhões de famílias ao redor do planeta, se consolidado como o maior movimento social atuante no globo. Uma das principais propostas encabeçadas pelo movimento é a de integrar, intercambiar e promover o encontro entre saberes e experiências sustentáveis de manejo da terra entre diversas culturas e populações envolvidas.
Essa Agroecologia que parte dessa articulação entre os movimentos sociais do campo e a ciência apresenta possibilidade de um exercício não apenas produtivo, mas também de conhecimento, que se nutre e produz uma série de saberes cujos pontos de partida estão vinculados às identidades pessoais, grupais e culturais que, diferente da razão instrumental da ciência moderna, buscam no encontro com o(s) outro(s), no mundo das experiências vivas, a sua razão de ser. Segundo Leff (2012), o saber que emerge a partir de uma perspectiva agroecológica, busca uma reapropriação do mundo a partir do ser, e no ser. Enquanto a ciência moderna fragmentou a produção do conhecimento em esferas nem sempre articuláveis, a Agroecologia reintegra os saberes. Esse empreendimento só é possível, pois traz consigo a força das lutas sociais pelo estabelecimento de relações particulares com a natureza, e a gestão dos modos de vida que se tecem a partir dessa relação. Essa articulação surge através de um dialogo de saberes. Segundo o autor:
A Agroecologia convoca a um diálogo de saberes e intercâmbio de experiências; a uma hibridação de ciências e técnicas, para potencializar as capacidades dos agricultores; a uma interdisciplinaridade, para articular os conhecimentos ecológicos e antropológicos, econômicos e tecnológicos, que confluem na dinâmica dos agroecossistemas. Estas ciências se amalgamam no caldeirão no qual se fundem saberes muito distintos para a construção de um novo paradigma produtivo. (LEFF, 2002. p. 42)
Ao observarmos, por exemplo, as experiências que surgem a partir do dialogo de saberes promovidos na ação de movimentos sociais, como nos mostram Torres e Rosset (2012), é possível perceber que essas articulações estão voltadas para o fomento de uma autonomia produtiva dos camponeses, não deixando de considerar as relações éticas entre os agentes envolvidos, e a sustentabilidade das relações que desenvolvem com a natureza. Os caminhos que se abrem para o novo paradigma de produção do conhecimento a partir da Agroecologia e do diálogo de saberes lançam um desafio para a própria ciência moderna.
Para a Sociologia Rural, há, nesse processo de articulação, a possibilidade de transformação nas suas próprias abordagens de estudo, ao estabelecer um diálogo com a matriz de conhecimentos da Agroecologia e os conhecimentos e as experiências produzidos pelas comunidades locais. Para a Agroecologia, o dialogo com a Sociologia Rural possibilita um aprofundamento na compreensão dos conflitos que atravessaram, ao longo dos anos, o meio rural, aspectos que incidiram sobre esses processos, seus desdobramentos e saídas analíticas para engendrar modelos produtivos sustentáveis. Para as populações rurais, esse diálogo proporciona a reemergência, a valorização e o fortalecimento de seus conhecimentos e estilos de vida como portadores de legitimidade para pensar as dimensões produtivas, socioculturais e econômicas dos contextos nos quais estão inseridas.
[1]O trabalho considerado como fundador da Sociologia Rural nos Estados Unidos é Constructive Rural Sociology (1913), de John M. Gillete. Além de ter sido o primeiro a utilizar o termo Rural Sociology, é o estudo que permite, juntamente com Rural Life (1918), de Charles J. Galpin, o estabelecimento do primeiro marco teórico da disciplina naquele país (Sevilla Guzmán, 2006).
[2]Sua dissertação de mestrado na universidade de Minesota, EUA. E que em 1961 ganharia a publicação no formato de livro.
[3]Fruto de sua tese de doutorado na Universidade da Flórida, EUA
[4]Modelos não dependentes dos pacotes tecnológicos e químicos. Uma agricultura ecológica que propunha a utilização de insumos naturais, uso racional dos recursos naturais, respeito às biodiversidades locais na hora de selecionar as áreas cultivadas, entre outros aspectos que confeririam um caráter bem menos danoso do que àquele proposto pela moderna agricultura de produção em larga escala.
[5]No estudo de sistemas tradicionais de produção – indígenas e camponeses – de países da periferia do capitalismo.
Conclusiones:
O percurso analítico aqui desenvolvido nos trouxe reflexões sobre as bases da produção do conhecimento sobre o rural, suas populações e dinâmicas produtivas. Pensar a partir de uma perspectiva alicerçada em aportes teórico-metodológicos que vão de encontro à dominação referencial norte-americanista e eurocêntrica apresenta-nos também possibilidades políticas de ruptura com a dominação intelectual na construção das narrativas científico-acadêmicas latino-americanas. Estas se apresentaram por muito tempo como expressão de uma dominação intelectual/histórica. Deslocar o lugar de onde partem as análises também é um componente fundamental para descolonizar as interpretações. Com isso, temos possibilidades concretas de que novas narrativas sejam produzidas sobre eventos historicamente cristalizados em nossas mentalidades, modos de enxergar e viver o próprio contexto sociopolítico no qual estamos inseridos.
Por fim, a proposição de uma Sociologia Rural que se articula a partir de uma abordagem agroecológica, tal como enunciado nos debates aqui propostos, nos conduz a um caminho onde a ciência não se apresenta como matriz dirigente na produção/legitimação dos conhecimentos sobre a alteridade, e abre espaço para um dialogo de saberes que se nutre e fomenta a visibilidade e ação dos múltiplos agentes que atuam nos diversos arranjos produtivos rurais.
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Palabras clave:
Sociologia Rural; Modernização Agrícola; Dialogo de Saberes
Resumen de la Ponencia:
Ao longo do tempo a literatura na América latina, inicialmente, com a colonização, revela conflitos de imaginários entre os povos, espaço e tempo. Nesse sentido, este trabalho pretende pensar o protagonista don Diego de Zama, da novela Zama de Antonio Di Benedetto (1956), como se constrói nessa perspectiva de ficção de anti-fundação da América Latina. Para tanto, Sommer (2004) será interessante para a discussão sob a perspectiva das novelas de ficção fundacionais da América Latina e as condições delineadas como um padrão de ser, fazer e pensar o mundo que tais novelas repetem ao contribuir para construção do pensamento latino-americano homogêneo. Ao percebermos que as novelas de ficção fundacionais romantizam e reverberam características comuns a construção de um imaginário sociocultural, constatamos, por outro lado, que em Zama há uma desconexão com realidades romantizadas. Nessa perspectiva, entrelaçada a conflitos, que contradizem imaginários romantizados das novelas de ficção fundacionais da América Latina, o argentino Di Benedetto (1956), elabora uma visão do período colonial em Zama (1956), como um mundo de incertezas. A romantização da vida será problematizada a partir da reflexão de ANDERSON (1983) a partir da questão da comunidade imaginada que o protagonista Diego de Zama também está atrelado, porém com uma consciência diferente. As provocações de PIZARRO (1987) sobre a literatura na América Latina será considerada para pensar o contexto da literatura latino-americana, uma vez que sempre esteve relacionada a camadas privilegiadas em sua difusão de realidades. Essa difusão de realidade em Zama remeterá ao estilo neobarroco visto em CALABRESE (2012). Em suma, há indícios de que Zama (1956) apresenta-se como uma narrativa importante para pensar a identidade do ser latino americano, sendo assim, provocar reflexão sobre a novela de ficção anti-fundacional parece ampliar um horizonte de possibilidades para pensar o passado, entender o presente e vislumbrar o futuro da América Latina, bem como seus desdobramentos socioculturais, uma vez que o escritor está situado em tempo e espaço dinâmicos.Resumen de la Ponencia:
Resumen
Si bien, el posmodernismo como filosofía y aplicado al arte se extrapoló a la política, a la sociedad y a la economía; el posmodernismo en la política se han usado los términos de izquierdismo y progresismo, para de esta manera no centrarse únicamente en el Estado, el poder o los partidos políticos, sino hablar de la justicia social, de la opresión, la búsqueda de la identidad, etc. y con ello buscar los intereses de grupo, los intereses comunes, la solución para las víctimas de toda injusticia social. Existe una coexistencia de la modernidad con la posmodernidad, porque lo nuevo (posmodernidad) ya está en lo viejo (modernidad). En n el caso de América Latina, tales conceptos y reflexiones se aplican, y a la vez se relacionan con el posneoliberalismo, gobiernos de “izquierda”, que específicamente se instalaron en algunos países de América Latina, y en cada uno de ellos con algunas características similares, pero también con características específicas de acuerdo a las circunstancias propias de sus sociedades.
Palabras clave: Posmodernismo. Posneoliberalismo, América Latina
GT-13 # 03020 Pormodernismo y Posneoliberalismo en América Latina,
Sala Dr. Ángel Bassols
Introducción:
Introducción
Los términos con los que coincide el posmodernismo y con los cuales se menciona dicha corriente, concepto y enfoque son: modernidad tardía, modernidad líquida, sociedad del riesgo, globalización, y capitalismo tardío; dicho en otras palabras designa un vasto número de movimiento artísticos, literarios, culturales, filosóficos, sociales, políticos y hasta económicos. Más adelante muchas de las ideas del posmodernismo se confunden, se entrelazan y se relacionan con el posneoliberalismo, concepto aplicado a los gobiernos progresivistas de algunos países de América Latina.
En el caso de América Latina, el posmodernismo se puede relacionar con el posneoliberalismo, pues los gobiernos de “izquierda” que se instalaron en algunos países de América Latina, con sus características y aplicaciones de acuerdo al contexto sociopolítico y económico de cada país donde se pusieron en práctica, con algunas características similares, pero también específicas de acuerdo a las circunstancias propias de sus sociedades.
La problemática fundamental se ubica en las expresiones de dichas tendencias que fueron reacciones a los cambios radicales que acarreó el neoliberalismo (fundamentalismo económico), que al apostarle al mercado como asignador de la distribución de la riqueza nacional se perdió de vista la redistribución social, trayendo como consecuencia los grandes males sociales o bien agravamiento de los mismos como mayor desigualdad social, pobreza, desempleo, problemas de salud, discriminación, racismo, etc. por lo cual, en varios países de América Latina se instauraron, por la vía democrática, gobiernos que inician sus políticas públicas distinguiéndose de los gobiernos y neoliberales, especialmente por las políticas públicas aplicadas durante sus gobiernos y tratando de separarse de las inducciones desde el exterior, especialmente de Estados Unidos, como el Consenso de Washington. A dichos gobiernos, que por su aplicación de políticas diferenciadoras, inclusivas y de sensibilidad social se le empezó a llamar regímenes progresistas latinoamericanos: Argentina, Brasil, Uruguay, Bolivia, Ecuador y Venezuela. En este contexto, es donde se ubica las características sociales del posmodernismo político y también del posneoliberalismo, aquí tratdas.
Las ideas que se expresan con respecto al posmodernismo, al posneoliberalismo son reflexiones del autor, basados en las aportaciones de un sin número de autores fundadores e intérpretes de los conceptos centrales de dichas tendencias (Lyotard, 1987) (Derrida, 1989) (Foucault,1994; pero que se intenta hacer coincidir con los gobiernos progresistas o progresivistas de América Latina, tomando en cuenta que la posmodernidad es lo que sigue a la modernidad (Ruíz Collado, 2011), o bien, lo nuevo de la modernidad, y el posneoliberalismo lo que trata de revertir al todavía neoliberalismo.
Más adelante muchas de las ideas del posmodernismo se confunden, se entrelazan y se relacionan con el posneoliberalismo, concepto aplicado a los gobiernos progresivistas de algunos países de América Latina y finalmente con las posdemocracias, que también tiene mucho del posmodernismo político; por lo que la finalidad de este artículo; los temas a tratar son: Posmodernismo y sus características; Posneoliberalismo y sus características, la vinculación del posmodernismos y posneoliberalismo con algunos gobiernos progresivistas en América Latina y terminar con algunas conclusiones.
Desarrollo:
Posmodernismo
Si bien el posmodernismo como filosofía y aplicado al arte se extrapoló a la política, a la sociedad y a la economía. El posmodernismo en la política con frecuencia se usan los términos de izquierdismo y progresismo, para de esta manera no centrarse únicamente en el Estado, el poder o los partidos políticos, sino hablar de la justicia social, de la opresión, la búsqueda de la identidad, etc. y con ello buscar los intereses de grupo, los intereses comunes, la solución para las víctimas de toda injusticia social. Existe una coexistencia de la modernidad con la posmodernidad, porque lo nuevo (posmodernidad) ya está en lo viejo (modernidad).
El posmodernismo (Posmodernidad, 2022), representa una respuesta a la crisis de la modernidad, cuya finalidad es describir y explicar la realidad tal como se entiende en el presente y se caracteriza por explicar el fracaso de las ideas modernas que vienen desde la ilustración, crítica a la razón ilustrada, y además pretende encontrar su razón en la consideración de más realismo. Defiende lo híbrido, la cultura popular, la descentralización de los saberes y la ciencia, por lo que no se admiten los grandes relatos que tienden al universalismo, propios de la modernidad. También el posmodernismo es un movimiento cultural y artístico, literario y filosófico, y no se trata como un movimiento homogéneo sino con varias aristas y presentaciones; con frecuencia se utiliza posmodernidad y posmodernismo como sinónimos, pero el posmodernismo es aquello que se opone a la modernismo; y el concepto de modernidad designa un determinado período cronológico que abarca los últimos cinco siglos, por lo cual posmodernidad es después de la modernidad, y posmodernismo al conjunto de expresiones políticas, de valores, económicos, culturales después del modernismo.
El posmodernismo encuentra su espacio temporal de desarrollo en la guerra fría; por esto se desenvuelve en los 40 años del siglo XX y continúa hasta nuestros días. Ciertos fenómenos político-sociales y económicos encuadran al posmodernismo: Los disturbios raciales en Estados Unidos, la China maoísta, la Primavera de Praga en Checoslovaquia, o el mayo francés de 1968, la guerra de Vietnam. Además en los años setenta debido a la revolución conservadora de Margaret Thatcher en Inglaterra y Ronald Reagan en Estados Unidos y en la década de los años noventa el colapso de la Unión Soviética, y a partir de ahí la aparición del neoliberalismo, que le da más peso al mercado y todo ello como elemento contradictorios, como lo veremos en el posmodernismo. (Cfr. Anderson, 2000). De igual manera, el posmodernismos es una reacción a la derechización de la política, de la sociedad y de la economía, al neoconservadurismo, al fundamentalismo de todo tipo. y es anti-socialismo.
La economía y la sociedad en el neoliberalismo se dirigen a la terciarización como prioridad de la producción y de consumo. La tecnociencia y la tecnocracia como productos de la tecnología que supera a la razón de la modernidad, por esto la realidad es medida lingüísticamente (Cfr. Vásquez, 2006).
Existe una dominación de las empresas transnacionales, pues se flexibilizan los mercados por parte del mismo Estado. El consumismo adquiere nuevas formas; la apertura del Estado-nación da paso a la globalización que no sólo va a ser económica sino cubre a todas las esferas de actividades en el mundo; el Estado y los gobiernos ya no son exclusivamente políticos, sino tienden a ser Estado empresarial; las sociedades capitalista se pretende modernizarla en aras del mercado que al fin y al cabo se torna en una tiranía del mercado y se deja de lado las necesidades y demandas sociales de la sociedad.
En la vida importa el presente y su inmediatez que adquieren relevancia; y por el achicamiento de las distancias por el internet, el face, el twiter, porque importa la imagen, la apariencia, la mercadotecnia; la tecnología uniforma y contradictoriamente libera porque los ciudadanos tratan de libremente expresar sus pensamientos y voluntades , inclusive hasta el extremo mediante la redes sociales; la educación en los valores de convivencia, produce el autismo social y se desfasa el valor de la comunicación de la valoración del “otro”; por esto se da paso al multiculturalismo, al feminismo y a la preferencias sexuales y diferencias de género.
Como el capitalismo de nuestros días provoca consumo, negocios, lucro, codicia y desregulación en lugar de bienestar social; la tecnología informática se apresura para el control e implementación de medidas favorables al mercado, al individuo, pero también para no profundizar en el pensar. El capitalismo salvaje, radical, globalizador hegemónico y sin fronteras es el centro del cuestionamiento del posmodernismo, y en el capitalismo transnacionalizado; también se puede decir, que es la filosofía crítica del capitalismo.
El posmodernismo metodológicamente conduce a la deconstrucción pero no para mejorar sino para fragmentar la realidad, con la simulación y la falta de reflexión. Importa la parte no el todo, y en todo caso se toma la parte por el todo. Comparte un mundo común a pesar de las diferencias, esto es, lo plural, es decir, la multiplicidad de razones y visiones del mundo; de aquí las diferencias y el relativismo que provoca que no exista una sola ideología.
La realidad concreta es la que da pie al relativismo, y no una razón única ni verdad única. La realidad artificial (virtual) da pie a diferentes, muchas y varias realidades nuevas; los medios de comunicación son diversos y por ello no dan nuevos conocimientos, se apoya la pluralidad. Aparece una pregunta ¿el posmodernismos significa el fin de la ideologías?, puesto que cada individuo tiene su propio pensamiento y no hay una ideología común.
Posneoliberalismo y sus características
Conviene saber de antemano ¿Cuáles serían groso modo las características del neoliberalismo?: liberación de los mercados, flexibilización laboral, economía de riesgo, altos niveles de rentabilidad, especulación financiera, terciarización de la economía, alejamiento de la cuestión social, concertación de la riqueza nacional, ascenso de la iniciativa privada al beneficio financiero estatal, ascenso de la tecnocracia a los gobiernos, derechización de los partidos políticos, involucramiento de las instituciones sociales en el circuito financiero en el juego especulativo; en resumen, se creó un capitalismo de saqueo, y en todo ello tuvo su soporte en el Estado; le apuesta a las libertades en favor del sector privado, acotando la intervención del Estado, con políticas favorables al capital versus trabajo; aumento de las tasas de interés, aumento de impuestos al consumo; menos gasto público, que significa menor intervención del Estado; privatización de los activos estatales y de los servicios públicos. En la apertura de las fronteras nacionales se privilegió la inversión de las empresas transnacionales, sobre todo de Estados Unidos. El mercado libre fue un engaño, porque estaba condicionado por el Estado, pero eso si favorable a las élites nacionales y transnacionales (Cfr. Máxima, 2019 y Zegada, 2016).
En la realidad concreta, algunos obiernos de “izquierda” se instalaron en algunos países de América Latina, y en cada uno de ellos con algunas características similares, pero también con características específicas de acuerdo a las circunstancias propias de sus sociedades para construir políticas más dirigidas a resolver los graves problemas sociales causados por la puesta en vigor del neoliberalismo y la aceptación del Consenso de Washington; rechazan la intromisión de las hegemonías; Se inician distinguiéndose de los gobiernos liberales y neoliberales, especialmente por las políticas públicas aplicadas durante sus gobiernos y tratando de separarse de las inducciones de políticas económicas realizadas desde el exterior, especialmente de Estados Unidos, como el Consenso de Washington. A dichos gobiernos, que por su naturaleza de aplicación de sus políticas diferenciadoras, inclusivas y de sensibilidad social se le empezó a llamar regímenes progresistas latinoamericanos: Argentina, Brasil, Uruguay, Bolivia, Ecuador y Venezuela. En este contexto donde se ubica el posneoliberalismo (Cfr.Elias, 2006).
Existen una serie de términos que se asocian al neoliberalismo: Proteccionismo nacional de exportación, corporativismo, eliminación del Estado (anarcocapitalismo), monetarismo neoclásico, socioliberalismo, reducción mínimo de poderes estatales (minarquismo).
La relación del neoliberalismo con el posmodernismo se puede ubicar con la siguientes características: el egoísmo como virtud individual, y esta virtud es considerada como condición natural de la humanidad; la competitividad, donde el más apto gana, todo proyecto comunitario basado en la equidad y justicia quedan desplazados, aunque contradictoriamente, el posmodernismo y posneoliberalismo buscan la justicia y la equidad.
El neoliberlismo acepta la mono-cultura, como sifuera algo universal, en cambio la posmodernidad acepta la pluricultura. Sin embargo, en tanto el posneoliberalismo con sus características es una transición ideológica y política, pero contradictoriamente, mantiene una serie de valores que van de la mano del neoliberalismo que en términos generales expresa lo siguiente: el individuo busca su interés personal y propio, la eficacia en la competencia y del mercado nacional, en donde la autorealización individual se privilegia más que en la realización social. En el neoliberalismo se alza el espíritu emprendedor y la competencia, situación que se asemeja al posmodernismo.
Por lo contrario, el posneoliberalismo, como podría pensarse aparece como una oposición contraria, aunque fueron gobiernos en contra del neoliberalismo, lo cual relativamente es verdadero, sin embargo, para poder subsistir como gobierno y regímenes políticos no rompen del todo con el Consenso de Washington, sino continúa con los cambios institucionales y sociales hacia aquellos sectores económicos: extractivismo, servicios ambientales, agrocombustibles, la multimodalidad del transporte, con la diferencia que habría un control del Estado, por lo que el posneoliberalismo es un proceso político que continúa con cambios institucionales y sociales para garantizar el capitalismo tardío; en otras palabras, tanto el neoliberalismo como el posneoberalismo cumplen con la tarea de la acumulación capitalista con diferente estrategia, porque al fin tanto uno como otro tienen de común el contexto capitalista en el que se desenvuelven.
El futuro postcapitalista del posneoliberalismo es una serie de acciones versus populismo de izquierda no democrático. Más que anticapitalismo o creación de un socialismo, se busca un equilibrio y un nuevo pacto social; denuncia de la corrupción y cambio de élites; y como bien se ha dicho sus características son el extractivismo simulado, pero que a su vez obstaculiza e desarrollo progresista, por ejemplo en Bolivia. Es un intento de pasar de un modelo a otro, por ejemplo del primario exportador a otro como el manufacturero; se procura una política de redistribución, pero sin abandono de la explotación de la naturaleza, lo que constituye una serie de contradicciones, además la transferencia estatal se dirige a las políticas sociales e infraestructura social; se eliminan ciertas formas del modo de producción capitalista hacia otro menos capitalista; se da un proceso de inclusión y distribución de la renta nacional. Se busca la felicidad social como estrategia colectiva; y la misiones de asesoría extranjera (Cuba) especialmente en lo electoral, en lo educativo, especialmente en Bolivia y Venezuela.
Las instituciones se vuelcan inestables por su acciones de inmediatez y no de largo plazo; financiadas por el recurso financiero estatal para combatir la pobreza, la salud y el atraso educativo. En síntesis en el posneoliberalismo existe una relación entre la ilusión desarrollista y la ilusión comunitaria; de igual manera en los tres países de esta tendencia (Venezuela, Bolivia y Ecuador) los créditos blandos son un instrumento de integración social; aunque algunas políticas públicas sociales estaban ligadas a los precios internacionales de las materias primas.
El discurso del posneoliberalismo supera con mucho las realizaciones llevadas a cabo, podrían convertirse en una transición del neoliberalismo , y poner las bases de un equilibro entre el capitalismo salvaje y la democracia igualitaria.
¿Qué logros han obtenido los gobiernos posneoliberales de América Latina, especialmente en lo que se refiere a la democracia social y a l solución de los problemas sociales, los cuales fueron efecto de la puesta en vigor de las diferentes formas de operar el neoliberalismo? Se redujeron algunos grados de la pobreza, de la indigencia a través de programas socializantes y el asistencialismo a los sectores menos favorecido, acceso a la salud universal, reivindicación de los derechos de los pueblos originarios y confrontación con movimientos antiextractivista con pueblos organizados indígenas; se ligó políticamente al pluripartidismo y se privilegió el mercado nacional y estableció una sociedad pluricultural; aunque para poder llevar a cabo sus programas se tuvo que subir al modelo neoliberal, y no se logró superar el Consenso de Washington; y en el comercio exterior se buscó la diversificación comercial. Se buscaron otras formas de integración, como búsqueda de relaciones con países de empatía política; se critican las hegemonías en cualquiera de sus formas, se crean centros de estudio crítico para buscar alternativas.; nuevas formas de conducir las políticas exteriores. Internamente se dio una confrontación con la prensa orgánica y los medios de oposición; se busca crecimiento del consumismo de los sectores de clase media.
El posneoliberalismo no estuvo exento de contradicciones, y la más importantes fueron no poder superar la hegemonía capitalista y las políticas asistencialistas de corte capitalista financiero; en síntesis la idea central entre el neoliberalismo y posneoliberalismo es la diferencia entre el desarrollo capitalista de uno y el desarrollo progresivismo del otro.
Relación entre posmodernismos y posneoliberalismo en algunos gobiernos progresivistas en América Latina
Los ensayos de Frank Gaudichaud, Jeffery Weber y Massimo Modonosi (2019) analizan que los Gobiernos progesistas, latinoamericanos del siglo XXI, permiten establecer con claridad la íntima relación entre posmodernismo y posneoliberalismo en los gobiernos progresistas, como ellos les llaman, y que también se les conoce como gobiernos progresivistas.
En el primer quinquenio del 2000 se produjo en América Latina una oleada de derrotas electorales de los antes “invencibles” partidarios del neoliberalismo y la correspondiente apertura de uno de los más grandes procesos de recambio relativo de los grupos dirigentes que ha visto la historia de la región. Venezuela, Brasil, Argentina, Bolivia, Uruguay, Ecuador, Nicaragua y El Salvador, en una breve secuencia que se aceleró entre 2002 y 2006, pasaron a ser gobernados por partidos y presidentes que se declaraban antineoliberales. Así, en la primera década del siglo XXI, se contaron tantos gobiernos de tinte progresista como no se veían desde los años treinta y cuarenta del siglo anterior (Gaudichaud, 2019)[1]
(…).los gobiernos que se proclamaron posneoliberales e incluso revolucionarios, fueron evaluados con esta vara tanto desde su derecha como su izquierda y, en ambos casos, por ir demasiado lejos o por quedarse cortos respecto de las proclamas y las aspiraciones (Gaudichard, 2019).
No hay que olvidar que la denominación posneoliberalismo apareció a mediados de la década de los noventa y se volvió punto de agregación en el encuentro en defensa de la humanidad y contra el neoliberalismo, convocado por el Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en Chiapas en 1996, que sintonizó un campo de luchas populares que, de allí en adelante, serán llamadas antineoliberales. A lo largo de esta misma década, en torno a la tensión neoliberalismo-antineoliberalismo, es decir, de la caracterización crítica del neoliberalismo y la gestación del antineoliberalismo como opción antagonista y alternativa, se fue re-estructurando un campo intelectual de izquierda, rescatando y prolongando la tradición del pensamiento crítico latinoamericano (Ibidem).
No deja de ser significativo que precisamente en el contexto de un nuevo ascenso y una nueva oportunidad de cristalización de una alternativa en la frontera entre el antineoliberalismo y el anticapitalismo–, afloraron divisiones que, en cierta medida, evocan aquellas añejas fracturas gestadas entre los años sesenta y setenta aunque otras sean claramente hijas de nuevos clivajes –como, por ejemplo, el ecoterritorial, el autonomista y el poscolonial– o del retorno renovado de antiguas cuestiones como la indígena y la campesina que habían sido subsumidas y proletarizadas en el altar del sujeto histórico obrero destinado a realizar el socialismo en nombre de la humanidad en su conjunto, y que en este artículo le hemos llamado el posneoliberalismo.
Los argumentos a favor del giro posneoliberal han circulado ampliamente ya que corresponden al discurso elaborado y difundido por los distintos gobiernos de la región bajo los rubros de revolución bolivariana, socialismo del XXI, socialismo comunitario, revolución ciudadana, proceso de cambio, progresismo o simplemente chavismo, kirchnerismo, evismo, lulismo, correismo y orteguismo. Al mismo tiempo es útil destacar y revisar aquellas lecturas que buscan sintonizarlos y, por lo tanto, dar definiciones positivas a escala latinoamericana del llamado “cambio de época” (Gaudichaud, 2019).
De la cuestión nacional se deprende la cuestión popular, es decir la de la justicia social que es el otro pilar del discurso posneoliberal, esgrimiendo un argumento clásico: no hay desarrollo posible sin no se resuelve la dependencia. Tanto la cuestión nacional como la social, según el planteamiento progresista, deben ser atacadas a través de la intervención estatal, contrario a lo que pregonaba en los hechos el neoliberlaismo, en defensa de la soberanía y en pos de la redistribución de la riqueza (Gaudichaud, 2019).
Como ejemplo de posneoliberalismo, podemos mencionar: En el gobierno de Argentina con los esposos Kichsner la lucha antineoliberal se expandió en dos frente,s en el interno en contra de los terratenientes de la soya, en el frente externo en contra del Fondo Monetario Internacional por razón de la deuda externa. En el caso de Brasil, de igual manera en el frente interno la lucha en favor de las capas populares más necesitadas y su defensa de la soberanía medioambiental y en el externo, con sus nuevas alianzas internacionales a través de los BRIC´s. En el caso de Bolivia, su lucha por el rescate de los recursos naturales, especialmente el gas; la inclusión de los movimientos indígenas y en el exterior su lucha en contra de las inversiones extranjeras superextrativistas.
Ahora bien, sin ser simplista, el posmodernismo y sus expresiones analizados en la primera parte de este artículo, lo podemos observar en los gobiernos progresistas o progesivistas de América Latina tanto en la parte discursiva como en la práctica de sus políticas públicas de algunos de los gobiernos del Cono Sur de América Latina, ya sea al interior de sus naciones tendientes más a lo social: así por ejemplo el rechazo al pensamiento único de la globalización neoliberal, la particularidad de los sectores sociales a los que proteger, la reivindicación de la justicia social, lo cual se ve con claridad durante la vigencia de los gobiernos de Argentina, Brasil. Uruguay, Ecuador, Bolivia, Venezuela, etc. En el ámbito externo sus políticas exteriores fueron, sino de confrontación, con Estados Unidos, con el imperio, tampoco fueron antisistémicas, si presentaron rasgos de buscar autonomía, autodeterminación y limitar la dependencia (Cfr. Fundación Global Democracia y Desarrollo, 2022 y Aportes Andinos, 2011).
Con relación al posmodernismo podemos afirmar, que el posmodernismo es una reacción a la derechización de la política, de la sociedad y de la economía, al neoconservadurismo, es anti-socialismo y al fundamentalismo de todo tipo, y en este sentido, la relación entre posmodernismo, posneoliberalismo y gobiernos progresisivistas de América Latina se evidencia en esas políticas asumidas.
Sin embargo, no podemos cerrar los ojos, que contrario sensu se sostiene también que los gobiernos “progresistas” con la puesta en marcha de su política económica, han mostrado la verdadera intención de su proyecto político, que no ha consistido en superar el neoliberalismo y mucho menos el capitalismo; y si bien, se han desarrollado políticas sociales que “beneficiaron” a algunos sectores poblacionales empobrecidos (Sierra, 2011).
[1]Estos gobiernos lograron instalar cierto grado de hegemonía que les permitió sostenerse por un ciclo temporal sorprendentemente largo –que varía entre 10 y casi 20 años de gobierno- que incluyó tres procesos constituyentes, varias re-elecciones presidenciales, logrando inclusive sostener el recambio del titular del ejecutivo al interior del mismo partido (salvo el de Bolivia y Nicaragua). Sin embargo, el llamado “fin de ciclo”– que se manifestó en la derrota electoral en Argentina en 2015, el golpe institucional en Brasil 2016, la negativa plebiscitaria a la reelección de Evo Morales en Bolivia ese mismo año, la apretada victoria de Lenin Moreno en 2017 y su casi inmediato enfrentamiento con Rafael Correa en Ecuador, y que se presenta en forma explosiva tanto en la crisis venezolana desde 2014 como en la del “orteguismo” en Nicaragua en 2018.
Conclusiones:
Conclusiones
Un realidad se impone a los gobiernos progresistas en América Latina, hoy que observamos una crisis de los sistemas electorales, de los partidos políticos, como es la pérdida de su credibilidad, se banaliza el debate público, la mercadotecnia política convierte en espectáculo, aunque otra distinción de la llamada posdemocracia (Sánchez, 2009 y Crouch, 2004) es la existencia del pluripartidismo y la separación de los partidos de masas, además coalición de partidos heterogéneos, partidos de Estado, de empresas, de la sociedad civil para poder solucionar problemas globales; existen intereses de empresas cuya conveniencia se materializa en los gobiernos elegidos; existe un alejamiento de los asuntos políticos por parte de los ciudadanos, se limita la participación pública.
Existe una contradicción: el universalismo de la democracia liberal y regímenes representativos con respecto al posmodernismo, pues el desarrollo no se ha universalizado, por lo que podría permanecer como un valor realizable en el posmodernismo, el posneolibearlismo, porque en estas tendencias el Estado de derecho y los derechos humanos son esenciales. Las migraciones de nuestros días, son consecuencias del colapso de Estado de bienestar, además existe un ascenso de las derechas en varias partes del mundo, y en Europa asciende la xenobia. En la vuelta de gobiernos de derecha contraviniendo a los gobiernos progresistas en América Latina, empiezan a recrearse de nueva cuenta las alianzas entre el Estado-nación con las transnacionales y las organizaciones tecnocráticas financieras como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM). En el fin de las dictaduras en América del Sur, llegaron democracias directas y participativas, un elemento coincidente con el posneoliberalismo, por lo que las izquierdas en el mundo, se adaptaron al neoliberalismo y otras al keynesianismo.El engaño, el fraude como posverdades en la posdemocracia, como ya se dijo a través de la manipulación, tiene un rumbo contrario de la democracia.
En el posmodernismo político y en el posneoliberalismo, que cuyos contenidos fueron analizados; con tintes nacionalistas echan culpas y responsabilidades por el deterioro social a los de atrás, a los de adentro y a los de afuera; así con dosis de mentiras y odios en contra de los medios de comunicación que no les son afines; se vuelven con frecuencia más autoritarios que los gobiernos del neoliberalismo; aunque básicamente también, es una democracia versus neoliberalismo transnacional; maneja; la austeridad después de las crisis que se presentan.
Los temas aquí planteados son complejos en su tratamiento, pero en un esfuerzo también como conclusión se puede llegar a lo que podría suceder o ya está sucediendo en América Latina. A pesar del reconocimiento de los derechos sociales y políticos, sin embargo el nivel democrático en las sociedades ha tendido a bajar; cada vez más existe menos participación colectiva; la globalización neoliberal ha provocado que la clase trabajadora se ha diseminado, por lo cual ha disminuido su participación. Por esto, no cabe duda que América Latina vive un péndulo entre neoliberalismo, posneoliberalismo y posmodernismo, tal como fue tratado en el contenido de este artículo, y actualmente se observa en la realidad de la región, puesto que se van gobiernos progresistas y vuelven gobiernos más favorables al liberalismo de mercado y otra vez gobiernos progresistas y así sucesivamente, y hoy la polarización, los golpes de Estado blandos, los golpes a la democracia son ciertas evidencias.
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Palabras clave:
Palabras clave: Posmodernismo, Posneoliberalismo, América Latina
Resumen de la Ponencia:
En la actualidad, la discusión sociológica sobre el tiempo ha suscitado especial interés, entre los distintos autores y autoras que se interrogan sobre el modo en que se conecta temporalidad(es) y sociedad, en este trabajo presto atención al Sociólogo y Filósofo Alemán Hartmut Rosa, quién es el principal exponente de la Teoría de la Aceleración Social, una puesta en práctica al proyecto de la Fenomenología Crítica. En este trabajo contribuyo a la discusión y debate en teoría sociológica, sosteniendo una perspectiva crítica a pasajes de Rosa, lo cual se sustenta en una revisión conceptual y sistematización de autores. Sostengo, como argumento principal, que a la hora de situar la Teoría de la Aceleración Social en América Latina, existen a lo menos dos limitantes: la primera refiere a su concepción de la “política” como un espacio que llamaremos “víctima de la aceleración”; y la segunda, a su priorización del diálogo y el acuerdo por sobre el conflicto como mecanismo virtuoso de transformación social. Para dar contenido a estas afirmaciones, se realiza: i) una breve lectura crítica de la teoría de la aceleración social; y ii) se exponen algunos enfoques que desde América Latina, proponen comprender históricamente la transformación social en el sub-continente desde la lógica del conflicto. En efecto, sostengo y relevo al momento de conflicto como parte de cualquier proceso de cambio sociopolítico en América Latina. A modo de conclusión se plantea el concepto de “conflicto resonante” como una forma de vincular algunos de los valiosos argumentos de Hartmut Rosa, con una comprensión de la tensión social como mecanismo productivo de transformación social.Resumen de la Ponencia:
El presente estudio aborda el tema del pensamiento sociológico de Genaro Salinas Quiroga, como uno de los representantes de la llamada sociología de lo local, en este caso de la Ciudad de Monterrey, con el propósito de analizar su producción teórica referida a la sociología y al análisis de la situación social de la localidad. La hipótesis subyacente en el estudio se centra en la idea de que la sociología que se difunde en Monterrey, sobre todo en procesos de enseñanza se enfoca en reproducir sintéticamente las teorías sociológicas generales formalizadas en contenidos didácticos, dejando de lado el estudio de la sociedad local y dejando a la sociología con la imagen de una disciplina abstracta con explicaciones, si bien científicas, con poca aplicación. La metodología que se usa en este estudio consiste en el análisis de la producción sociológica del autor señalado, su comparación con la producción sociológica proveniente de Europa y de Estados Unidos para ubicarlos en el contexto social de la época, además de su intención para convertirla en contenido de enseñanza.Los resultados obtenidos muestran que la sociología de Genaro Salinas Quiroga se dedica a sistematizar la obra de autores reconocidos en su época dentro de la teoría sociológica y que no realiza análisis de la sociedad local. Su aportación fundamental sería como difusión y enseñanza de la sociología en Monterrey. La discusión más importante estaría centrada en la posibilidad de transferir los principios teóricos fundamentales en el análisis de la sociedad local.Resumen de la Ponencia:
Las masas y las multitudes (y otros conceptos aledaños) han ocupado siempre un lugar relevante en las teorizaciones sociales y sociológicas latinoamericanas. Esto ha sido así ya desde el siglo XIX, es decir, mucho antes de que la sociología alcanzara en nuestra región los niveles de institucionalización que ha alcanzado aproximadamente en las últimas 6 o 7 décadas y que, por caso, nos permitieron estudiar sociología como carrera principal, o asistir a los congresos de ALAS. Pero, más allá de la permanente omnipresencia de estos conceptos en nuestros repertorios teóricos (la cual quizás haya decaído un tanto recién en las últimas décadas), en diferentes momentos históricos ellos se han llenado de contenidos muy diversos, se han articulado de diferentes modos con otros conceptos, y se han revestido de significaciones políticas extremadamente heterogéneas. La presente ponencia, de modo sucinto, panorámico y a la vez programático de una línea de investigación que ya se ha iniciado y que se proyecta hacia los próximos años, explorará algunos de estos cambios conceptuales en las masas y las multitudes a través de la historia de la sociología latinoamericana. Se pondrá el mayor énfasis en el análisis de producciones teóricas que han tenido lugar entre los años ‘50 y ‘80 del pasado siglo, en los cuales estos conceptos tuvieron su mayor despliegue. Al final, se extraerán algunas conclusiones a los fines de calibrar la eventual potencialidad de sus usos actuales para el análisis social y político de nuestra región.Resumen de la Ponencia:
Ya se cumplieron más de 90 años desde que Mariátegui nos dejara físicamente. Sin embargo, su pensamiento sigue vivo y sujeto a múltiples interpretaciones. Ello precisamente porque representa un campo fecundo para reflexionar sobre diversas temáticas que el Amauta fue abordando a lo largo de su breve, pero fecunda vida intelectual y militante. Entre los tantos temas sobre los cuales se ha producido una recuperación de la obra del pensador peruano, podemos destacar la problemática de la decolonialidad o más específicamente, lo que se ha conocido posteriormente como pensamiento decolonial.Sin duda, unos de los pensadores que mejor desarrolló esta vertiente del pensamiento decolonial de Mariátegui fue su compatriota Aníbal Quijano para quien las impresiones del Amauta respecto de la existencia de relaciones o vínculos de superioridad/subordinación establecidas en la construcción de la nacionalidad peruana, contribuyen conceptualmente a aquello que posteriormente vendría a ser teorizado como la colonialidad del poder. En este sentido, el presente trabajo busca recuperar la obra de Mariátegui a la luz de una lectura realizada posteriormente por Aníbal Quijano y otros pensadores adscritos al llamado Programa de Investigación Modernidad/Colonialidad, especialmente en los subsidios que Mariátegui entrega para pensar en las modalidades jerarquizadas de relaciones en torno al poder, el saber y el ser. En todo caso, es necesario recalcar que dichas categorías no se encuentran del todo formuladas en la obra del Amauta, sino que ellas fueron elaboradas por Quijano a partir de los escritos del Amauta, en los cuales se rescata su crítica a la hegemonía ejercida por el pensamiento de matriz eurocéntrica, arrojando muchas luces sobre aquello que puede ser sintetizado como la búsqueda de una modernidad alternativa y que después conoceríamos bajo la denominación de pensamiento decolonial, con todas sus estimulantes aristas y desdoblamientos.Resumen de la Ponencia:
El trabajo pretende exponer la propuesta posdoctoral dirigida a abordar la exacerbación de la crisis civilizatoria y la colonialidad de la naturaleza durante la pandemia, a partir del refuerzo del extractivismo en la región de Latinoamérica y el Caribe bajo el amparo de gobiernos mediante el relajamiento de legislaciones ambientales con la justificante de la recuperación económica. Junto a ello, el aumento del deterioro ambiental, los conflictos eco territoriales, la criminalización y asesinatos de líderes y lideresas ambientales, por citar algunos. Por todo ello, el proyecto presentado aportará elementos para enriquecer los debates sobre los impactos de la pandemia en la región, desde miradas críticas y descoloniales, que relacionan pandemia, extractivismo, crisis civilizatoria y colonialidad de la naturaleza. Contando con dos salidas principales, primero abordar de forma general la relación entre crisis civilizatoria y colonialidad de la naturaleza tomando como eje articulador el extractivismo, y segundo exponer el refuerzo de la crisis civilizatoria y la colonialidad de la naturaleza, a partir del refuerzo del auge del extractivismo en la región latinoamericana y caribeña en tiempos de pandemia. Palabras clave: crisis civilizatoria, colonialidad de la naturaleza, estrabismo, pandemia.
Introducción:
El estadillo de la pandemia, dentro del sistema-mundo moderno capitalista y colonial potenció la crisis sistémica existente a estados inimaginables de perturbaciones. Al poner al desnudo –según Vargas, 2021- las enormes carencias, supremacías y desigualdades operantes dentro del sistema neoliberal. Lo cual, junto con la mirada a sus causas, llevó a asumirla no solo como una crisis sanitaria y epidemiológica, sino como síntoma de la crisis civilizatoria, donde se entrecruzan los análisis del sistema del capital y la colonialidad, con impactos diferenciados en regiones, grupos poblacionales, composición etaria, de género, de etnia, de raza, así como un continuo deterioro del estado ambiental marcado por la crisis climática en curso.
Las respuestas frente a la emergencia sanitaria y epidemiológica generada por la covid-19, marcada por restricciones laborales, de movilidad y digitales, desde las cuarentenas establecidas gubernamental, evidenciaron con mayor nitidez la crisis del modelo neoliberal con sus respuestas fallidas marcadas por el colapso del sistema de salud, la vulneración del empleo formal e informal, el desigual acceso a la educación debido a la digitalización de los procesos, el aumento de la violencia de género, el acceso a las vacunas, la inaccesibilidad de grupos poblacionales a las ayudas estatales. Todo ello dentro de un escenario de crisis económica profundizada, afianzamiento del control biopolítico y reforzamiento de lógicas extractivas que impactaron negativamente en la sostenibilidad de la vida.
El escenario crítico que afloró, si bien impacto en la producción y reproducción de la vida, sirvió de acicate para la consolidación de mecanismos legales desde el plano gubernamental en pos de flexibilizar procesos apropiación y expropiación de territorios, y con ello de sus bienes comunes, en detrimento del derecho de los pueblos a su autodeterminación y soberanía. En este sentido la región de Latinoamérica fue un escenario propicio para el fortalecimiento de dichas prácticas, a partir del refuerzo del extractivismo, reconocido por los gobiernos de la región como una actividad esencial para la salida de la crisis económica generada por la pandemia.
Las miradas a estos procesos estuvieron permeadas, no solo por análisis cualitativos sobre los impactos de la pandemia, sino también sobre las causas que le dieron origen, devalando así, los entresijos de la dominación ejercida por el sistema del capital y la colonialidad de la naturaleza que afloran dentro de la irracionalidad descarnada del sujeto moderno que coloniza la finitud de bienes comunes naturales en su entelequia de infinitud dentro de lógicas expansivas y de acumulación.
En este sentido el siguiente artículo aborda los impactos de la pandemia en la región de América Latina y el Caribe, así como los debates que se potenciaron al colocarla como síntoma de la crisis civilizatoria y la colonialidad vigente. Todo ello dentro de procesos extractivos que se profundizaron durante los dos años transcurridos. Además de aclarar que el siguiente texto responde a la propuesta de proyecto posdoctoral Crisis civilizatoria y colonialidad de la naturaleza en América Latina y el Caribe: un acercamiento desde el extractivismo en pandemia, aprobada por la Dirección General de Asuntos del Personal Académico, de la UNAM, para el periodo de agosto de 2022 a julio de 2023.
Desarrollo:
Contexto Pandémico en la Región de América Latina y el Caribe
América Latina y el Caribe altamente impactados por la pandemia, con un 30% de las muertes en todo el mundo, a pesar de tener solamente el 8,4% de la población mundial, experimentó a inicios de la pandemia la mayor contracción económica en los últimos 120 años. Lo cual implicó sumar a la pobreza a 22 millones de personas, con un efecto importante en niñas y niños, así como personas en condiciones de vulnerabilidad, como trabajadores informales, mujeres y jóvenes, migrantes y personas con discapacidad (CEPAL-OPS, 2021).
Según datos de la OIT para el 2020 se perdió el 8,8% del total de horas de trabajo, el equivalente a las horas trabajadas en un año por 255 millones de trabajadores a tiempo completo. A su vez, ocurrió un crecimiento de la informalidad en el empleo, situación que afecta a dos tercios de las trabajadoras y los trabajadores del mundo. Las políticas durante la pandemia –como afirma Gambina (2021:3)- favorecieron la ofensiva del Capital contra el Trabajo, la Naturaleza y la Sociedad.
En cuanto al trabajo, la creciente digitalización y la tecnología asociada a internet como vías para mantener el trabajo y la adecuación, excluyó a millones de pobres sin “accesibilidad” a equipos, energía o a condiciones de vida adecuadas para el trabajo remoto o a distancia; tanto como a mujeres, a quienes el “tele-trabajo” condenó con mayor tiempo de trabajo gratuito dedicado a “los cuidados” de la familia (Gambina, 2021).
Los efectos de la crisis provocada por la pandemia en el mercado de trabajo fueron mucho mayores que en crisis anteriores, tanto en lo que respecta a la pérdida en los niveles de ocupación y la caída en la participación laboral, como en lo relativo a los aumentos en la tasa de desocupación. El impacto fue mayor en el empleo femenino y en los grupos más vulnerables. Entre 2019 y 2020, el nivel de ocupación se redujo casi 25 millones de personas, cerca de 13 millones de las cuales son mujeres (CEPAL-OPS, 2021).
Entre los impactos en la naturaleza destaca un peor estado ambiental difícil de revertir –tal como indica la CEPAL (2021. En Giraldo, 2021:23)- donde, si bien hubo mejoras temporales en la calidad del aire y reducción de la emisiones de gases de efecto invernadero, las emisiones aumentarían 5% este año, a la par que en 11 países de la región se observa una caída de 35% en el presupuesto o gasto de protección ambiental durante el periodo 2019-2020. Ello fue de la mano de la expansiva extractivista, como se analizara más adelante.
Dentro de este escenario se retoma el canje de deuda externa por naturaleza fomentado por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional, como mecanismo para la apropiación/expropiación de los territorios, y sus bienes comunes tangibles e intangibles. Mediante este canje países altamente desarrollados compran por precios muy bajos los títulos de deuda, los cuales tienen que ser donados a las ONGs, convirtiéndose estas en acreedoras del gobierno deudor. Ello ha posibilitado la intervención y manejo de grandes extensiones (comunidades, áreas de reservas, biodiversidad, bosques, agua) por ONGMA y capital transnacional en alianza con el Estado. (Islas, 2013. En Morejón, 2019).Este mecanismo se refuerza a raíz del recrudecimiento de la crisis generada por la covid-19, siendo un tema de debate dentro de la COP26, celebrada en Glasgow, donde los presidentes de Argentina y Colombia pidieron canjes de deuda por naturaleza (Soutar y Koop, 2021).
Otro impacto importante es la tendencia a la disminución de bosque regional -según la Cepal (2021)-, se explica principalmente por la disminución experimentada en los grandes países boscosos en los últimos 30 años. Brasil alberga 53.3% de los bosques de toda la región, y en los últimos 30 años ha perdido 92,3 millones de hectáreas de bosque, en tanto que Bolivia perdió 7 millones, Argentina 6,6 millones, Colombia 5,8 millones y Paraguay otros 9,4 millones de hectáreas. Aunque tienen menor superficie, las tasas de variación negativa de cobertura boscosa han sido muy acentuadas en Nicaragua (30,3%), Guatemala (26,9%), Paraguay (25,7%) y Honduras (22,3%).
En el ámbito social la pobreza y, especialmente, la pobreza extrema que afectaba en mayor medida a la población más joven, sobre todo a niñas, niños y adolescentes de hasta 14 años, para el 2020 había afectado al 51,3% de esta población, es decir, a más de 91 millones de niñas, niños y adolescentes (CEPAL, 2021b). A ello se le agrega una relación directamente proporcional con los índices de morbilidad y mortalidad en la región, que se tradujo en un aumento de contagios y muertes en personas y grupos en condiciones de hacinamiento, patologías de base, vulnerabilidad socioeconómica, comunidades rurales e indígenas (CEPAL-OPS, 2021).
La heterogeneidad de la región, de gran abundancia de bienes comunes, pero a su vez, generadora de desigualdad, pobreza y expoliación marcadas por la asunción del neoliberalismo, y con ello la intensiva privatización y recortes de prioridades sociales como la educación, la salud, la sanidad o el acceso al agua, experimentó, durante la pandemia, la saturación de los servicios de salud y de la atención en general. De acuerdo con los datos recabados por la OMS (2021) la mediana de servicios interrumpidos para los países de ingreso medio-bajo y bajo fue del 67%, mientras que entre los países de ingreso alto dicha mediana se situó en el 34%.
También es significativo referir el avance lento y desigual de los procesos de vacunación. En promedio, en América Latina y el Caribe se registra una cobertura de vacunación de un 30% de la población con esquema completo. Si bien países como Chile y el Uruguay se encuentran cercanos al 70%, la mayoría de los países aún no alcanzan el objetivo original de cobertura mínima del 20% (CEPAL-OPS, 2021).
Frente al despliegue del virus por la región, sus múltiples implicaciones en los diversos estratos sociales y las respuestas desde los Estados y de diferentes grupos poblacionales estuvieron dirigidas a contener la propagación del contagio, ya sea desde medidas cuarentenales impuestas como desde el fortalecimiento del tejido comunal. Ello se vio permeado por estrategias económicas erigidas sobre fundamentos políticos y legales para salir de la crisis estructural profundizada. En este sentido, sin bien la pandemia paralizó numerosas actividades con implicaciones directas para el empleo formal e informal, o en sentido general la producción y reproducción de la vida, a su vez se potenció la actividad extractiva, comprendida como actividad fundamental para la recuperación económica. Junto a ello la profundización de lógicas de exclusión, despojo y criminalización en los territorios implicados.
El influjo del extractivismo durante la pandemia
La región, considera como la más desigual del planeta, no solo tomando en cuenta la distribución de ingresos, sino también la generación y apropiación de excedente, desde un análisis que incluye, además de las clases sociales, a los pares categóricos, como raza, etnia, territorio y género dentro de la evolución histórica que toma como punto de inicio la colonización (Pérez, 2014), experimentó durante el contexto de la covid-19 un aumento en un 41% del número de millonarios comparando marzo del 2020 a marzo del 2021 (López-Calva, 2021).
Ello deriva en una extrema concentración de la riqueza, la tierra y el ingreso, destacándose que el 12% de esta generación de riquezas –según Oxfam 2016- es aportada por las empresas extractivas. Si bien la pandemia de la covid-19 impacto negativamente en el crecimiento de las ganancias de las empresas extractivas – hidrocarburos y minería- para el 2020, ya para el primer trimestre del 2021 se alcanzó una utilidad de 3,1 billones restableciendo la exportación en un 47%. Situación similar tuvo el agronegocio, donde la soya tuvo un incremento de precio en un 60% y el azúcar en un 27%, gracias al crecimiento de la demanda y la baja producción a nivel mundial.[1]
No obstante a este crecimiento, las empresas extractivas mineras pidieron a los gobiernos flexibilizar los procedimientos relativos a las consultas indígenas y las licencias ambientales a fin de moderar los riesgos a la producción y atraer nuevas inversiones. (Mongue, 2020). Tal es el caso de Ecuador que expidió el Decreto Presidencial 151 del 2021, que impulsa un Plan de Acción en dirección opuesta a las Consultas Populares, con el objetivo de fortalecer las capacidades de la política pública minera para generar un ambiente de negocios propicio a la inversión, priorizando los controles ambientales ex post, y optimice los tiempos para entregar las licencias ambientales. El cual con “urgencia administrativa” pretende entregar más de tres mil concesiones mineras que cubren dos millones de hectáreas en el país, posibilitando la participación de inversionistas privados en la Empresa Minera Nacional, así como al capital transnacional minero (Isch y Zambrano, 2021:49).
Otra estrategia de las elites empresariales durante la pandemia fue apostar por la caridad, mediante la donar insumos médicos a hospitales y productos alimenticios de sus empresas al gobierno, así como el lanzamiento de campañas de información como #JuntosSaldremosAdelante del Comité Coordinador de Asociaciones Agrícolas, Comerciales, Industriales y Financieras (CACIF) en Guatemala. Ello con el objetivo negociar acuerdos tripartidos entre Estado, empresas y trabajadores, para poder hacer valer sus demandas. Las cuales van desde reformas estructurales y políticas de austeridad, como por ejemplo la reducción de los salarios del sector público o la venta de empresas públicas, en Costa Rica; como potenciar la cooperación económica en los organismos financieros, lo que probablemente aumentará la deuda pública en n Honduras, Guatemala y Nicaragua (Cárdenas; Robles-Rivera; Martínez- Vallejo, 2020).
La conservación y exacerbación de privilegios por empresas extractivas, mostró otro cariz, este fue el impacto generado en los territorios de pueblos indígenas, y de los (as) campesinos (as), a partir de la invasión legal de las empresas extractivas, promovida por los gobiernos de la región, bajo la excusa de una reactivación económica. A la vez, que los defensores ambientales son más vulnerables, ya que se encuentran en una sola ubicación, se suspendieron los juicios y las audiencias se realizan a puertas cerradas. Adicionándole a ello las limitaciones a la libertad de expresión y a la manifestación, lo que impide acciones de protesta, así como el incremento de la vigilancia y la intimidación de los (as) defensores (as) (XI Foro de la Tierra ALC, 2020).
Ello trajo que para el periodo 2019/2020, el último reporte de la Comisión Pastoral de la Tierra presentara un número récord de conflictos en el campo, por agua y por la minería. Los conflictos contra rancheros, madereros, y grileiros de tierra, aliados políticos de Bolsonaro, han crecido 48%, y atingido 81.225 familias que víctimas de invasión, deforestación, acaparamiento de tierras, entre las cuales, 72% son indígenas. El pasado año, mientras la pandemia asolaba la vida, la gran minería internacional promovió más de 350 conflictos, victimizando a 56.292 familias (Milanez, 2021:22).
El contexto generado por la pandemia sirvió de acicate para la conservación de privilegios, violando regulaciones ambientales, desde el relajamiento de medidas instauradas por los gobiernos. Así como la negociación de nuevos privilegios desde su accionar “caritativo”. De ahí que –como refiere Oxfam 2016- la extrema concentración de riqueza va de la mano de la extrema concentración de poder. Lo cual hace posible que las élites políticas y económicas moldeen las políticas y las leyes en su propio beneficio tanto individual como de grupo.
Dicha concentración, se extiende a la propiedad de la tierra, con una apuesta al monocultivo con alta dependencia al uso de agroquímicos y semillas transgénicas, así como la consolidación de un modelo agroexportador. Los renglones fundamentales –según Oxfam (2016)- son el azúcar, soja y café, con lo que abastece más del 50% de las exportaciones globales de esos productos. Sin embargo esto genera grandes ganancias para el capital, crean poco empleo, y son ecológicamente insostenibles. Ello se debe a la concentración del agronegocio por Monsanto, DuPont y Syngenta, que controlan el 55% del mercado de semillas dependientes de agrotóxicos, mercado manejado en un 51% por tres compañías: Syngenta, BASF y Bayer (ETC Group, 2017b. En Sotiru; Tamagno; Melón 2021:51).
La producción primaria de cultivos industriales como trigo, maíz, soya u otros cereales, tuvo una cosecha récord. Según FAO-Cepal 2020 sus ingresos para la presente temporada, comenzaron a regresar al nivel de junio 2019. La pandemia, en este sector, tuvo un impacto significativo en el empleo informal -prevalente entre mujeres, indígenas, migrantes, jóvenes y niños- que representa un 79,2% en la región. Los cuales además de padecer mayor inseguridad laboral, tuvieron mayor riesgo de contagio, ya que no se les aplicó las mismas medidas preventivas (equipamiento de protección personal, por ejemplo) que corren para los trabajadores formales.
La rápida mirada al contexto que arroja la pandemia, desvela que los procesos de desestatalización con el advenimiento del neoliberalismo, que implicaron mayor desigualdad, pobreza, exclusión, aunado a la privatización, mercantilización de la vida, y refuerzo de la matriz productiva extractivista, se vean intensificados por la covid-19. Panorama que arroja una gran devastación ambiental, marcada por el aumento de procesos de despojo, criminalización y asesinato de líderes y lideresas ambientales, dentro de una gran ofensiva extractiva que acarreó el aumento de conflictos ecoterritoriales, a partir del relajamiento de legislaciones ambientales y militarización de regiones claves para empresas extractivas.
Traspasando el contexto regional: Miradas críticas a la génesis de la pandemia
La urdimbre de problemáticas generaron miradas críticas, dentro de las que destacan dos reflexiones, primero la comprensión de la pandemia como un síntoma de la enunciada crisis ambiental devenida civilizatoria en los albores del siglo XXI, recogidas en Pandemia al Sur (2020). Segundo, como resultado del mantenimiento y profundización de lógicas de colonialidad heredadas por siglos en la configuración del sistema mundo capitalista moderno colonial, especialmente cuando se definen los horizontes de progreso y desarrollo siguiendo las premisas de los designios globales (Quijano, 2000; Escobar, 1996. En Corredor, 2020:164).
Tanto la crisis civilizatoria, que alude al modelo económico, tecnológico y cultural que depreda a la naturaleza y niega culturas alternas; como la colonialidad, específicamente de la naturaleza, que pone el énfasis en la existencia de un patrón de poder colonial aún vigente sobre la naturaleza (Cajigas-Rotundo, 2007:60), convirtiéndola en un espacio subalterno, que puede ser explotado, arrasado, reconfigurado, según las necesidades de los regímenes de acumulación vigentes (Alimonda, 2011: 22), se vuelven explosivas durante la pandemia, reconociéndose no solo como síntoma y resultado respectivamente, sino también desde su potenciación y refuerzo.
En este sentido los debates en cuanto a sus causas y modos de enfrentarla recurrieron a la multiplicidad de análisis, unos centrados en el descubrimiento y control del patógeno desde miradas virólogas, epidemiológicas y de contención sanitaria. Otros, desde la incisión crítica en el tejido social que implicó un acercamiento al sistema del capital como relación humana enajenada que destruye sus propias condiciones de vida al racionalizarse la irracionalidad económica dentro de la operatividad del sistema (Morejón, 2019), que emerge y se consolida de conjunto a un patrón de dominación moderno/colonial.
Desde este segundo abordaje, el prolifero debate en la región de Latinoamérica llevó a enunciar la pandemia como síntoma de la crisis civilizatoria manifiesta en (Morejón, 2019a):
• Control sobre la diversidad de prácticas sociales en sus múltiples dimensiones –tecno-científica, agrícola, cultural, industrial- hacia formas homogéneas de producción de plusvalor.
• Capitalización de la naturaleza que se expresa en la integración de todo elemento externo a la composición orgánica del capital. Dentro de este proceso la naturaleza es comprendida como materia prima extendiéndose el dominio del sistema a: los cascos polares, el suelo del fondo de los océanos, el espacio exterior y los nanoespacios de los genes de las plantas, los animales y los seres humanos (Altvater, 2009).
• Apropiación/expropiación de conocimientos ancestrales, bienes comunes mediante la privatización y el patentamiento legal de la vida. Conocido como segundo cercamiento.
• Rol violento de establecimiento del poder del sistema del capital a escala global, mediante la ubicación de bases militares en zonas de alto extractivismo, así como criminalización y asesinato de líderes y lideresas ambientales.
• Incremento y reforzamiento de conflictos ecoterritoriales generados por la triada Capital-Estado-Territorio a partir del influjo de las trasnacionales, la privatización del Estado, refuerzo de la matriz extractivista, y la implementación de políticas ambientales que se instauran como mecanismos legales para justificar el despojo.
• Sobreexplotación de la capacidad de carga del planeta en un 50 por ciento, develado por los indicadores tipo índice de huella ecológica, que mide el impacto –lo que extrae y devuelve en forma de desechos- per cápita del ser humano sobre el planeta.
• Incremento de la exclusión, desigualdad y pobreza generados por la dinámica intrínseca de la lógica del capital -estrategias del mercado total, cálculo de utilidad, políticas a favor de las trasnacionales- que incrementan las elevadas cifras de marginados del sistema social.
• Problemas ecológicos que se intensifican por los efectos del cambio climático de génesis antrópica.
• Enverdecimiento del sistema del capital mediante un marco legal que se establece en pos del desarrollo sostenible y la economía ambiental y verde para justificar la recolonización de la naturaleza bajo el lema del enfrentamiento al cambio ambiental global.
• Violencia cultural, epistémica, racial, étnica, de género, hacia cuerpos y territorios que no entran dentro de las lógicas del sistema-mundo capitalista, moderno y colonial.
La pandemia como síntoma del orden civilizatorio naturalizado, que incurre en procesos de despojo para la necesaria acumulación del capital, se vio complementado por debates sobre la profundización de la colonialidad entendida como la “(…) producción de una trama de subjetividad a través de una colonización de lo imaginario que perdura hasta el presente, y hace que la cultura moderna europea se erija como sinónimo de cultura y civilización universal (Bautista, 2012: 36)”. La cual –según Quijano, 2007- ha probado ser más profunda y duradera que el colonialismo.
La colonialidad, como colonización del imaginario de los dominados que inicia con la conquista de América en el siglo XVI, implica dominio y supremacía del pensamiento eurocéntrico, que se impone a través de una clasificación racial/étnica de la población del mundo, como piedra angular del patrón de poder. Desde donde se naturaliza la occidentalización dentro de las múltiples relaciones entre los sujetos, sus subjetividades, y para con la naturaleza (Quijano, 1992, 2007).
Ello implica, no solo discriminación por raza, etnia o clase, sino que trae la subvaloración de seres humanos, cosmovisiones y conocimientos no occidentales. Así como la discriminación, sojuzgamiento, y el lugar dado a la mujer de color dentro de opresiones coloniales. Lo cual lleva a la colonización del ser, el saber, y de género, a partir de subjetividades moldeadas dentro de lógicas modernas/occidentales/civilizatorias, aunando a ello no solo el control de cuerpos, sino también la producción de conocimientos e instrumentalización de la naturaleza bajo las exigencias del sistema-mundo moderno capitalista y colonial.
En este sentido la colonialidad se extiende hacia la naturaleza. La cual -según Cajigas-Rotundo, 2007- alude a visibilizar las asimetrías de poder presentes en las relaciones económicas, sociales, culturales, subjetivas, epistémicas y políticas entre los centros y las periferias del sistema mundo moderno, capitalista y colonial que posibilita la subordinación de la naturaleza en el marco del capitalismo verde.
La existencia de dicho patrón de poder colonial sobre la naturaleza, - al decir de Alimonda, 2011: 22- instala como pensamiento hegemónico global y ante las elites dominantes de la región su subsunción según las necesidades los regímenes de acumulación vigentes, al convertirla en un espacio subalterno que puede ser explotado, arrasado y reconfigurado. Lo cual provocó impactos, tanto en la flora, fauna, sus habitantes humanos, la biodiversidad de sus ecosistemas, como en su configuración territorial, tomando en cuenta la dinámica sociocultural que articula significativamente esos ecosistemas y paisaje.
En este sentido la pandemia aflora como la irracionalidad racionalizada que preconiza dentro del progreso y sus bondades mediante un sinfín de estratagemas legales, morales, políticas, sociales, culturales y económicas que apuestan a mantener a la naturaleza como espacio subalterno a ser arrasado y reconfigurado por los regímenes de acumulación vigentes.
En la intersección de los debates sobre el sistema del capital y la colonialidad de la naturaleza se pone al desnudo la crisis sistémica dentro de la cual se despliega y opera el virus, profundizándose así las desigualdades preexistentes (Aguirre 2021. En Sotiru, 2021: 73). En este sentido al aterrizar estos acercamientos a procesos concretos se visibilizan los vínculos entre pandemia, economía capitalista, y el modelo extractivista (Villula, 2021. En Sotiru, 2021) que pone énfasis en la destrucción de territorios rurales por parte del agronegocio, como sistema diseñado para la acumulación de capital, y no para la producción de alimentos encaminados a la alimentación. Por lo que al chocar con los límites físicos del planeta genera tensiones, entre las que destaca el desplazamiento de personas que continúan con sus costumbres de consumir y comercializar especies.
Ello concomita con la conexión existente entre la proliferación del coronavirus y el modelo de agricultura y ganadería industrial dependiente de agrotóxicos, antibióticos, transgénicos y la crianza intensiva en condiciones de hacinamiento. Lo cual posibilita el salto del virus desde un animal hacia personas que lo consumían para alimentarse o lo manipulaban dentro de las granjas. También mediante su comercialización en los mercados o por el desplazamiento de animales silvestres debido la expansión del agronegocio (Wallace, 2020. En Gandarrilla, 2021) (Ribeiro, 2020; Verzeñassi, 2020; Aizen, 2020. En Sotiru; Tamagno; Melón (2021:52).
Desde estas reflexiones la pandemia no puede escindirse del cambio ambiental global y la forma de producción actual de alimentos (Pengue, 2021. En Soturi, 2021), destacando la lógica expansiva del agronegocio, donde se estima, que un 40% de las nuevas tierras que se van a agregar hasta el año 2030 van a provenir de América Latina. Lo cual implicaría que millones de hectáreas, que hoy son reservorios de agrobiodiversidad, pasen a formar parte de los territorios explotados por el modelo agroindustrial extractivista. Ello aúna con la mirada aportada desde el pensamiento complejo (Aguirre, 2021. En Soturi, 2021) que establece las conexiones entre pandemia, producción de alimentos, y pensamiento lineal, al instaurar la lógica del mercado costo-beneficio y exacerbar la producción-consumo desde la premisa que todo es mercantilizable, sin detenerse en las consecuencias ambientales, poniendo en jaque la continuidad de la vida.
Las conexiones entre sistema del capital y colonialidad de la naturaleza, que operan dentro y, a su vez, dan origen a un mundo con desigualdades estructurales, profundizadas con el neoliberalismo, ponen de relieve procesos y lógicas productivas extractivas de larga data que acarrearon una gran devastación ambiental y con ello el surgimiento de la pandemia provocada por el Sars Cov-2. Lo cual fue posible, no solo por la exacerbación de una “economía de rapiña” que propició un ritmo acelerado de destrucción de los bienes comunes (Castro Herrera, 2002) que se remonta –según Vitale (1976)- al siglo XVI, con la colonización y los grandes desequilibrios ecológicos. Sino también, a acciones que provienen del poder y la legalidad para afianzar el sistema del capital (Duchrow y Hinkelammert, 2003. En Morejón, 2019), aunado a la exacerbación de la cultura moderna europea como sinónimo de civilización que hace que la colonialidad perdure al colonialismo.
[1] Toro, Jonathan. Valor de exportaciones de la región creció 8,9% durante el primer trimestre de 2021. Consultado 12 de octubre de 2022. https://www.larepublica.co.
Conclusiones:
Aportes de los debates críticos: A modo de conclusión
Poner sobre la cuerda de análisis las implicaciones de la pandemia en la región implica visibilizar las marcadas desigualdades existentes. Las cuales se profundizan y potencian por el recrudecimiento de la crisis neoliberal y sus políticas de austeridad. Así como por el influjo del extractivismo que potencia el control de los bienes comunes en tiempos de cuarentena y solicita beneficios a partir de contribuciones para amortiguar las condiciones existentes.
Ello aúna que los debates sobre los vínculos entre pandemia, extractivismo, crisis civilizatoria, y colonialidad de la naturaleza, establecen una mirada contrahegemónica frente al discurso hegemónico que perpetúa la dominación estructural del modelo neoliberal. El cual –según Hackeo Cultural (2020:72-73)- Invisibiliza las razones estructurales de la crisis, al no tomar en cuenta que sus impactos dependen de vulnerabilidades preexistentes del sistema. Reproduce un discurso de guerra, que ataca al virus, pero no sus causas profundas relacionadas con el modelo de sociedad instaurado por el capitalismo neoliberal. Justifica la militarización, a través del despliegue de tropas en comunidades con conflictos históricos de tierras y megaproyectos extractivos. Impera un discurso economicista, que no muestra al sistema económico como la enfermedad, debido al crecimiento infinito en un planeta finito. Promete regresar a la normalidad, que fortalece la idea de que el statu quo es estar sanos y culpan al virus de la crisis social y económica, con el fin de mantener vigente el sistema.
Desde estos sentidos críticos la pandemia se inscribe y percibe no como “un fenómeno enteramente natural o biológico, sino que el brote se inscribe en dinámicas históricas, geopolíticas, ecológicas y culturales que activan lógicas de virulencia y letalidad variable, según sean las fortalezas del espacio medioambiental y el metabolismo social en que inscriban su historia los cuerpos humanos (Gandarilla, 2021: 26)”. Ello a su vez coloca sobre la cuerda de debate la necesaria trasformación del sistema del capital y de lógicas modernas. Lo cual pasa por revisiones profundas y críticas del antropocentrismo, de la mercantilización de la vida dentro de lógicas extractivas, de la reivindicación de los cuidados y revisión de sus cargas unilaterales, de la revalorización del tejido comunal en la defensa y sostenimiento de la vida sobre bases agroecológicas, solidarias y de ecodependencia. Así como la necesaria reconstrucción de lo público –como señala Bringel, 2020: 185- desde la necesaria ponderación de la salud pública, gratuita y universal y la financiación pública para investigaciones socialmente relevantes.
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Palabras clave:
crisis civilizatoria, colonialidad de la naturaleza, extractivismo, pandemia
Resumen de la Ponencia:
Uno de los méritos casi indiscutibles que se le reconoce al discurso poscolonial es haber revitalizado la tradición del ensayo latinoamericano. Sin embargo, cierta crítica le atribuye una carencia fundamental relacionada con un déficit de teorización en el ámbito de la sociología. El argumento es que la revitalización en cuestión versa sobre obstáculos de la tradición que históricamente han apartado a la reflexión de una elaboración teórica orientada por criterios más sistemáticos. Así, el replanteamiento de tópicos clásicos como la preocupación por la identidad cultural y la autenticidad, el tratamiento de la especificidad histórico-cultural, la crítica al eurocentrismo, por mencionar algunos, dificultarían la posibilidad de arribar a una “sociología científica”. La pregunta es ¿en qué consiste dicho estatuto de cientificidad? ¿Qué relación guarda con la elaboración de teoría social? El propósito de nuestro trabajo es radicalizar esta discusión sobre la base de dos premisas: (1) argumentamos que el “regreso al pasado” del discurso poscolonial expresa las problemáticas fundamentales a las que se ha enfrentado el intento de desarrollar un pensamiento sobre (y en) América Latina y (2) no renunciamos a la pretensión de universidad de la razón. El primer punto remite a una sociología de nuestro modo de pensar, siguiendo la propuesta de una “filosofía de la filosofía” en el sentido de Gaos; el segundo, implica ingresar al nivel de fundamentación epistemológica en que se edifican las teorías sociales.Resumen de la Ponencia:
En esta ponencia partimos de una necesaria revisión de los conceptos y las teorías de referencia tradicionalmente utilizadas como “clásicas” en la enseñanza de la sociología de las organizaciones considerando que, como afirma Boaventura de Sousa (2008) que las teorías y los conceptos que utilizamos fueron elaborados en el siglo en cuatro o cinco países. La aproximación a las formas organizativas que nos planteamos presentar vuelve imprescindible iniciar la reflexión desde la perspectiva de la decolonialidad que introduce la idea de que toda obra producida en el marco discursivo de la modernidad (incluida ella misma) debe comprenderse en el marco de la colonialidad como aspecto constitutivo de la misma. Dicho en otras palabras, el proyecto de la modernidad implícito en la sociología de las organizaciones, debe entenderse junto con la colonialidad que produce, presupone, oculta y le subyace. Esto implica poner en cuestionamiento las afirmaciones que dan origen y sustento al saber que se ha construido alrededor de las organizaciones ya que las referencias al modelo de organización remiten a la forma de producción (eficiencia-eficacia) mientras que toda noción de modernidad y organización está basada en el enfoque weberiano relaciona directamente el concepto de racionalidad y en formas de organización burocrática. Más aun, incluso las perspectivas críticas provienen de esos mismo horizontes culturales que no hacen sino afianzar, ampliándolos, los conceptos que se sostienen como verdades universales desde la modernidad/colonial. Podrá verse que el pensar organizativo está sujeto por el discurso de la modernidad en dos aspectos: por el lugar de la enunciación geohistórico (Estados Unidos y algunos países de Europa) y por los objetos a partir de los cuales dicha enunciación se articula (empresas o instituciones). A partir de ello, en este trabajo se exponen, primeramente, los elementos constituyentes de lo que identificamos como el carácter de modernidad/colonial en las teorías que componen el campo de la sociología de la organización. Y se desarrolla lo anterior haciendo énfasis de las áreas temáticas que se privilegian en los análisis propios de las teorías: producción, comportamiento y racionalidad. Con ello empezaremos a desmodernizar la teoría de la organización para pensar más allá de “los regímenes de economía, guerra, colonialidad, explotación de la naturaleza y las personas, y el fascismo social que la modernidad ha ocasionado en su encarnación imperial global” (Escobar, 2005:30) para crear una verdadera teoría “infinitamente más compleja que las de cualquier técnica o practica racionalmente concebida […] con el que no puede encontrarse un sentido” (Castoriadis 2013:122).Resumen de la Ponencia:
O trabalho tem como objetivo construir um diálogo entre duas correntes do pensamento crítico latino-americano: o marxismo e a decolonialidade. A complementaridade existente entre essas duas teorias se dará a partir do uso da interseccionalidade enquanto ferramenta analítica: a necessidade de se desenvolver uma teoria revolucionária latino-americana que compreenda as categorias de classe, raça e gênero na América Latina permitirá esse movimento de aproximação entre marxismo e decolonialidade. Esta pesquisa irá abordar a análise marxista a partir da sua compreensão da realidade periférica da América Latina como uma região de capitalismo dependente, a partir de uma análise materialista histórica e dialética proveniente da Teoria Marxista da Dependência, com foco no conceito de superexploração do trabalho. O pensamento decolonial promoverá o entendimento acerca da heterogeneidade estrutural do poder na região latino-americana, a partir do conceito de colonialidade do poder de Aníbal Quijano. Uma vez explicitadas suas contribuições teóricas, identificaremos que um diálogo entre ambas teorias já pode ser visto a partir dos estudos interseccionais de Lélia Gonzalez que, juntando a teoria com a prática, conseguiu desenvolver um pensamento crítico e emancipatório que abarcou a realidade múltipla e interseccional que o sujeito latino-americano experiencia.Resumen de la Ponencia:
O presente artigo analisa a educação e a interculturalidade a partir da perspectiva contra hegemônica. Para tanto, objetiva-se analisar as teorias decoloniais e as epistemologias do Sul, historicamente subalternizadas e excluídas na construção do conhecimento e no currículo escolar, em detrimento da legitimação dos saberes produzidos no Norte global (Ocidente). A ideia de civilização unilateral, então defendida pelos ocidentais com base na classificação de raça, considera o Ocidente e suas culturas superiores às demais. Seguindo essa lógica, todos os conhecimentos e culturas produzidos fora do Ocidente eram caracterizados como inferiores e/ou não civilizados. Com propósito de compreender as lutas contra a colonialidade na educação, estabelecemos o diálogo com a concepção crítica, antirracista e feminista de bell hooks (2013), a pedagogia libertária de Paulo Freire (2019) e a análise da colonialidade do ser, do saber e do poder de Aníbal Quijano (2005), como forma de entender o processo de colonialidade no modelo educacional vigente na contemporaneidade. Dialogamos ainda com a perspectiva da interculturalidade crítica de Catherine Walsh (2009) e com as experiências pedagógicas insubmissas e dos movimentos sociais de Jorge Rincón (2015). Considerando que todo modelo educacional é constituído com base numa intencionalidade, a educação pode tanto ser utilizada pela classe dominante para oprimir, dominar, explorar e/ou reproduzir seus valores, quanto pode servir à autonomia, para libertar, emancipar e formar pessoas com consciências libertárias através de ações e reflexões críticas sobre a realidade sociopolítica, econômica e cultural em que vivem e participam. No que diz respeito ao procedimento metodológico, o trabalho foi desenvolvido com uma abordagem qualitativa, tendo como material de análise livros, teses, dissertações, monografias e artigos científicos sobre a temática da educação e a interculturalidade na perspectiva crítica e decolonial. Este trabalho é composto de dois tópicos além da introdução e das considerações finais, sendo eles “Educação libertária na perspectiva de Freire e bell hooks” e, na sequência, “Movimentos Sociais: Educação, Multiculturalismo e Interculturalidade Crítica”. Por fim, ressaltamos a importância urgente dos estudos decoloniais na formação inicial, nas universidades, na pós-graduação e na formação continuada das/dos profissionais da educação básica, corroborando a construção de práticas pedagógicas e teorias para uma educação antirracista, antissexista, decolonial e anticapitalista.
Introducción:
A educação é um dos pilares para a construção de uma sociedade livre, justa, democrática e paritária. É por meio da educação que milhares de pessoas espalhadas por toda parte do mundo almejam alcançar a equidade na contemporaneidade. No entanto, segundo Apple (1982), a educação é uma área de constantes lutas políticas e ideológicas, um campo de enfrentamento e de resistência. Assim, não pode ser compreendida de forma neutra, porque está sempre a serviço da ideologia de uma classe dominante, que exerce o seu controle por meio de políticas pedagógicas a seu favor; a educação, em outras palavras, também pode ser instrumento de reprodução das lógicas mais opressivas da sociedade.
Ao analisarmos a educação a partir da conjuntura sociopolítica da sociedade “moderna”, particularmente do Brasil, compreendemos que os níveis de violência, intolerância, racismo, xenofobia, homofobia e sexismo que assolam as relações cotidianas no espaço educacional estão intimamente atreladas aos reflexos do descaso no contexto educacional.
Nesse sentido, este artigo versará sobre obras de pensadores e pensadoras da Educação por meio das teorias decoloniais e da pedagogia libertária, tendo como principais referenciais Paulo Freire (Pedagogia do Oprimido); Jorge Enrique García Rincón (Educação Própria, Educação Libertadora ou Pedagogia da Desobediência nas Comunidades Afro do Pacífico Sul Colombiano)[1]; Catherine Walsh (Interculturalidade crítica e pedagogia decolonial: in-surgir, re-existir e re-viver); Eduardo Restrepo e Axel Rojas (Inflexão decolonial: fontes, conceitos e questões)[2]; Aníbal Quijano (Colonialidade do poder, Eurocentrismo e América Latina); e bell hooks[3] (Ensinando a Transgredir: a educação como prática da liberdade).
Além dessas referências, também dialogamos com outras autoras e autores que escreveram sobre as temáticas da diferença, diversidade e desigualdade, com propósito de termos uma compreensão macro sobre as temáticas abordadas. O presente artigo foi produzido com base na abordagem qualitativa, tendo as obras supracitadas como principais objetos de análise. O trabalho foi dividido em dois tópicos além da introdução e das considerações finais, sendo eles “Educação libertária na perspectiva de Freire e bell hooks” e, na sequência, “Movimentos Sociais: Educação, Multiculturalismo e Interculturalidade Crítica”.
[1] As traduções que aqui constam foram feitas pelos próprios autores deste artigo.
[2] As traduções que aqui constam foram feitas pelos próprios autores deste artigo.
[3] A decisão de se tornar uma pesquisadora independente fez com que a autora adotasse o nome de sua avó, e uma das características dessa pesquisa independente é o fato da autora escrever seu nome em letras minúsculas. Decisão tomada também por uma posição política, no sentido de dar mais ênfase ao seu trabalho do que ao seu nome, para valorizar mais suas ideias que sua personalidade.
Desarrollo:
Educação libertária na perspectiva de Freire e bell hooks
Segundo Freire (2019), qualquer sistema educacional é constituído com base numa intencionalidade, e por isso a educação pode ser utilizada pela classe dominante tanto para oprimir, dominar, e explorar, quanto para reproduzir seus valores. No entanto, a educação pode servir também à autonomia, para libertar, emancipar e formar pessoas com consciências libertárias através de ações e reflexões críticas sobre a realidade social em que vivem e participam.
Nesse sentido, Freire (2019, p. 41) salientou que “a luta pela humanização, pelo trabalho livre, pela afirmação de homens e mulheres como pessoas e como seres para si não teria significação” senão por meio de uma educação libertária e inclusiva, que garanta a todas as pessoas participantes os mesmos direitos da fala, de ir e vir de forma igualitária, sem distinção de raça, etnia, nacionalidade, classe, gênero, religião, orientação sexual ou convenção social e filosófica.
Para bell[4] hooks (2013), a educação como prática libertária é um ato contra-hegemônico, uma forma de resistência às estratégias de colonização e dominação branca, européia, ocidental, racista e sexista. Em sua obra também é notável a diferença entre educar para libertar e educar para dominar. Para chegar a tal afirmação a autora faz uma contextualização histórica, mostrando como a pedagogia crítica foi de extrema importância para a formação da consciência crítica dos jovens de classe baixa oriundos das periferias do Sul dos Estados Unidos na época da segregação racial, onde existiam escolas para negros/as e escolas para brancos/as.
Ainda, ao longo da sua trajetória estudantil na escola segregada, bell hooks (2013) considerava a sala de aula como um lugar para descobertas, um lugar de libertação e afirmação de sua identidade e valores sociais, porque havia um contato maior entre estudantes e professores negros no sentido de uma educação com práticas libertárias. Isso difere do período pós-abolição, em que a prática de segregação racial nas escolas foi proibida e estudantes negros e brancos passaram a frequentar as mesmas escolas. Assim, é importante evidenciar que as escolas inter-raciais iam ao encontro das lutas por igualdade racial nos EUA; no entanto, mais uma vez, quem se deslocou para as escolas que antes eram apenas da população branca foi a população negra, que se viu novamente desterritorializada, sem suas referências.
Com este advento, esperava-se melhorias na educação ofertada para a população negra. Entretanto, depois da abolição da segregação, bell hooks deixa de perceber a escola como um lugar prazeroso, pois a sala de aula se transformou em lugar de dominação, de obediência e de silenciamento das vozes dos/as estudantes negros/as e das mulheres feministas. Não havia professores negros — somente professores brancos lecionavam nessas escolas mistas/inter-raciais; esses professores passavam conteúdos estereotipados, lições racistas que reforçavam o negativo em relação à população negra, para assim a manter no seu “devido lugar”, reiterando uma hierarquia racial (HOOKS, 2013).
A compreensão dessas diferenças entre a educação como prática libertária e educação como prática de dominação enfatizada por bell hooks em seu livro Ensinando a transgredir: a educação como prática da liberdade é fundamental para a compreensão da realidade contemporânea e o cotidiano de estudantes negras e negros dentro de uma sala de aula racializada. Além disso, bell hooks (2013) descortina em sua obra que a universidade também se tornou um lugar que reforça os estereótipos, bem como práticas racistas de dominação epistemológica, tal como infere o pensador Boaventura de Sousa Santos (2017) em seu escrito sobre o pensamento abissal. Nele, o autor aborda a dominação que o Norte global detém sobre o Sul global no campo do saber. Desta forma, nos perguntamos: o que fazer para que o Sul saia dessa encruzilhada de dominação epistemológica perpetrada pelo Norte? bell hooks (2013) infere que
A educação como prática da liberdade é um jeito de ensinar que qualquer um pode aprender. Esse processo de aprendizado é mais fácil para aqueles professores que também creem que sua vocação tem um aspecto sagrado; que creem que nosso trabalho não é o de simplesmente partilhar informação, mas sim o de participar do crescimento intelectual e espiritual dos nossos alunos. Ensinar de um jeito que respeite e proteja as almas de nossos alunos é essencial para criar as condições necessárias para que o aprendizado possa começar do modo mais profundo e mais íntimo (HOOKS, 2013, p. 25).
Como observado na citação acima, um dos caminhos para mudar o quadro de dominação epistêmica apontado pela autora parte justamente de um ensino diferenciado, ou seja, da necessidade de implementar a educação como prática libertária, ideia essa fortemente influenciada e conceitualizada por Paulo Freire.
Na obra de bell hooks fica nítido o quanto a teoria de Freire foi fundamental e potencializou a busca da autora por uma educação como prática libertária. Além disso, os escritos de Freire proporcionaram à autora uma compreensão muito maior em relação à educação que ela teve na infância nas escolas ainda segregadas. Isso se deu, especialmente, quando bell hooks começou a nomear os acontecimentos, sentimentos e processos que vivenciava à sua volta, e que a perpassavam enquanto mulher, negra, professora, escritora e pesquisadora.
Portanto, quando Freire fala de uma educação para a autonomia e de uma educação libertária, bell hooks, a partir desses marcos, tende a olhar para a sua trajetória e percebe nas escolas segregadas a potência que os professores negros tinham em relação a uma educação antirracista. O olhar atento sobre sua trajetória histórica marcada pela violência racial e de gênero, sexista e altamente classista acabaram constituindo um dos principais alicerces para a criação de uma consciência crítica e de lutas antirracistas em defesa do feminismo negro na sociedade estadunidense.
Apesar do olhar antirracista ser visceral na abordagem de bell hooks, a autora também fez duras críticas ao feminismo enquanto uma categoria de discurso feita e ouvida só por e entre homens brancos e mulheres brancas, ressaltando a importância de falar sobre a experiência diaspórica e ancestral feminina negra. Para bell hooks, a falta de “disposição de abordar o ensino a partir de um ponto de vista que inclua uma consciência de raça, sexo e classe social tem suas raízes, muitas vezes, no medo de que a sala de aula se torne incontrolável, que as emoções e paixões não sejam mais represadas” (HOOKS, 2013, p. 55).
Além de a escola da educação básica e a universidade terem marcado a trajetória de bell hooks (2013) como espaços e instituições de reprodução e legitimação dos valores dominantes, na pós-graduação a autora se depara com um ambiente entediante, que não a representava, assim como não representava a sua história. Era um espaço que, segundo ela, não permitia que as pessoas da classe baixa falassem/pensassem/construíssem conhecimentos a partir das suas trajetórias socioculturais, de suas experiências, ainda mais sendo ela uma mulher negra e de periferia. Lembramos que embora bell hooks (2013) fale do contexto estadunidense do século XX, é possível constatar essa postura na base curricular de muitos cursos de graduação e pós-graduação no Brasil e no mundo — o que de certa maneira configura aquilo que Quijano (2005) denominou de colonialidade do saber e do poder. Nessa senda, como forma de protesto para acabar com essa postura na base curricular, Freire (2019) aponta que:
Nosso objetivo é chamar a atenção dos verdadeiros humanistas para o fato de que eles não podem, na busca da libertação, servir-se da concepção “bancária”, sob pena de se contradizerem em sua busca. Assim como também não pode esta concepção tornar-se legado da sociedade opressora à sociedade revolucionária (FREIRE, 2019, p. 92–93).
De um lado temos a denúncia de Paulo Freire (2019) sobre a necessária desconstrução da educação elitista, sexista, racista, dominante e colonial, que atualmente se configura como hegemônica, construída e perpetuada a partir do processo de colonialidade do saber e do poder. Do outro, temos bell hooks (2013) compartilhando conosco seus processos e vivências enquanto estudante com pensamento crítico, na construção de sua trajetória política, social e profissional, atuando enquanto professora, pesquisadora, escritora e militante nas questões de gênero, classe e raça. bell hooks nos traz grandes aprendizados, possibilidades críticas, dicas, sugestões e exemplos de como construir uma educação transgressora e libertária para o entusiasmo e prazer na transformação de cada um de nós e da sociedade de um modo geral.
Do mesmo modo, Jorge Enrique García Rincón, em seu artigo intitulado Educação Própria, Educação Libertadora ou Pedagogia da Desobediência nas Comunidades Afro do Pacífico Sul Colombiano, traz uma abordagem processual sobre o impacto da prática da pedagogia libertária, utilizada pelas professoras e professores da comunidade Afro-Colombiana, como forma de resistir à prática de homogeneização da educação nos territórios da Colômbia. Rincón enfatiza as dificuldades e possibilidades que as Comunidades Afro-Colombianas enfrentavam para constituir uma educação própria, que valoriza o desenvolvimento das suas identidades culturais, sociais e raciais, diferentemente daquilo que foi instituído pelo Estado Colombiano como oficial, e que ensinava mais sobre as epopeias do Ocidente do que sobre a cultura dos povos nativos, ou seja, dos povos indígenas e Afro-Colombiano.
Para elucidar melhor esse processo, Rincón (2015) fez uma analogia histórica sobre o processo colonial escravista na Colômbia, demonstrando como as ideias colonizadoras ainda são reproduzidas na sociedade contemporânea, principalmente por uma parcela das elites nacionais, que utilizam discursos racistas e xenofóbicos para caracterizar e classificar as populações afrodescendentes como pessoas inferiores em relação aos brancos e seus descendentes. Perante esta situação, conforme Silva (2019), a escola não deveria estar isenta desses debates, uma vez que
[...] repensar a normatividade da branquitude tão presente no imaginário da instituição torna-se uma tarefa, além de necessária, primordial. A manutenção do status da tradição por ela sustentado reforça a ideia do mérito, conforme visto. Ademais os mecanismos utilizados pela escola encerram por legitimar no campo das interações entre jovens negros(as) e brancos(as) a existência dessa normatividade. Muito se tem discutido a respeito das desigualdades sociorraciais e do efeito do racismo nos últimos anos. Contudo, ainda hoje, podemos perceber que essa discussão, na maioria das vezes, está circunscrita, em última instância, à responsabilização do indivíduo (SILVA, 2019, p. 214).
Ademais, Rincón (2015) ressaltou que os Afro-Colombianos, além de serem subestimados pelo regime colonial, eram desprovidos da cidadania (direitos civis, políticos e sociais) nos períodos escravistas, porque eram considerados como sujeitos que não pertenciam à raça pura (branca). Dessa forma, “[...] a colonialidade como categoria de dominação não apenas impediu o acesso da população negra à educação, mas também negou a capacidade de construção de conhecimentos pelas comunidades, e suas formas de saberes foram deslegitimadas e invisibilizadas” (RINCÓN, 2015, p. 74).
A fim de inverter esse quadro, professores e professoras que atuaram nas escolas comunitárias Afro-Colombianas tiveram contato com a pedagogia libertária de Freire e com as teorias decoloniais da educação. Isso fez com que adotassem um sistema de ensino diferenciado, que passou a ser chamado de pedagogia da desobediência. A pedagogia da desobediência é uma forma de resistência contra a prática neocolonialista do Estado em relação às populações negras e pobres. Ademais, a pedagogia libertária utilizada de forma transgressora pelas(os) professoras(es) possibilitou uma nova percepção sobre os estudantes, que passaram a ser considerados sujeitos ativos, com potencial para transformação da realidade social (FREIRE, 2019; HOOKS, 2013; RINCÓN, 2015). Tal como aponta Rincón (2015):
Ter clareza conceitual é muito importante para o desempenho dos professores em geral, mas especialmente para um professor da diáspora africana, pois sua formação universitária padronizada os colocou na posição de repetidores de noções oficiais, em muitos casos em sério prejuízo de seu próprio povo. Analisar e problematizar os conceitos básicos que circulam nos discursos educacionais atuais com o objetivo de identificar sua origem e os interesses daqueles que os promovem (RINCÓN, 2015, p. 82).
A pedagogia da desobediência e/ou a pedagogia libertadora foram constituídas a partir de uma abordagem social, política e cultural, com propósito de resgatar os valores da comunidade e dos povos tradicionais, diferentemente das instituições escolares ocidentalizadas, nas quais o ensino está sob orientação da lógica do discurso da meritocracia e de reprodução da ideologia dominante. Os professores e as professoras que lecionam nas comunidades Afro-Colombianas desenvolveram uma relação afetiva e culturalista com a comunidade, com base na valorização da identidade, tradições culturais e ancestrais afrodescendentes (RINCÓN, 2015).
O modelo do ensino dessas abordagens pedagógicas é baseado na ideia de Freire do diálogo como prática da liberdade. Dessa maneira, o professor “não apenas se apropria de seu papel como educador, mas também como parte da tradição, cultura e pensamento decolonial. Sua tarefa é criar cenários de debate dentro da comunidade como uma estratégia para a identificação e o desenvolvimento de interesses coletivos” (RINCÓN, 2015 p. 84).No entanto, o caminho percorrido pela sociedade, pela educação escolar formal e, principalmente, pelos movimentos sociais tem nos provocado e nos convocado constantemente a desobedecer e/ou a transgredir o modelo hegemônico, bem como a questionar os conhecimentos (re)produzidos nos currículos escolares e a função social da escola e da universidade.
Contudo, ainda urgem as seguintes inquietações: de onde vieram os conhecimentos que foram colocados nos currículos? Quem realizou a seleção? Para quê e a quem servem esses conhecimentos? Esses são alguns dos questionamentos postos especialmente por movimentos sociais às escolas e às universidades.
Uma das formas de se contrapor a esses conhecimentos ocidentais impostos às populações do Sul perpassa justamente a criação de projetos educacionais com base nas políticas e/ou práticas decoloniais, libertadoras e de resistência, como esse das comunidades Afro-Colombianas analizadas por Rincón (2015). Tais projetos são construídos pela, com e para a comunidade, a partir de estratégias, práticas e pedagogias transgressoras, insubmissas, rebeldes, desobedientes aos documentos oficiais que reforçam a colonialidade e a desumanização das pessoas e coletivos das classes baixas (RESTREPO E ROJAS, 2010; RINCÓN, 2015; WALSH, 2009). Tudo isso atrelado a um projeto multicultural e intercultural, integrador e emancipatório, tal como veremos a seguir.
Movimentos Sociais: Educação, Multiculturalismo e Interculturalidade Crítica
Os movimentos sociais populares no Brasil, na América Latina (e quiçá em diferentes partes do mundo) têm muitas inspirações nos estudos e reflexões de Paulo Freire, intelectual conhecido por acreditar na educação como ferramenta para a emancipação e transformação da realidade dos sujeitos oprimidos. Nesse sentido, Catherine Walsh (2009) traz alguns questionamentos e aprendizados sobre o papel da educação na complexa conjuntura em que vivemos e pensamos, utilizando o conceito de interculturalidade crítica como contraste e como possibilidade de construção de uma pedagogia decolonial, que se opõe radicalmente à manutenção da matriz colonial nos saberes e fazeres, e nas relações e estruturas sociais.
Partindo disso, é importante frisar e reafirmar que a colonização foi um dos principais responsáveis pela transformação global da sociedade, e também pelas mazelas do capitalismo social moderno, iniciado com a invasão da América Latina e depois se expandindo por todos os continentes (QUIJANO, 2005).
Catherine Walsh (2009), em seu artigo intitulado Interculturalidade Crítica e Pedagogia Decolonial: in-surgir, re-existir e re-viver, busca compreender a colonialidade do poder na sociedade moderna através da lógica do multiculturalismo neoliberal, em relação à interculturalidade de corte funcional de matriz colonial. O discurso da interculturalidade, segundo a autora, foi problematizado a partir da perspectiva crítica da pedagogia decolonial, pautado no questionamento, transformação, intervenção, ação e criação de estratégias opostas à lógica de colonialidade e do capitalismo neoliberal em que estamos inseridos. Catherine Walsh (2009) também ressaltou que as pessoas são educadas para aceitar a lógica ocidental de dominação e do eurocentrismo como algo natural e hegemônico, a partir da qual todas as sociedades deveriam se constituir, e aqueles que se contrapõem às práticas de colonialidade e de exploração (da pessoa pela pessoa) muitas vezes são vítimas de perseguições e/ou silenciamento.
Nessa perspectiva, a autora recorre ao conceito de raça como elemento primordial para constituição e classificação das sociedades na América — que continua sendo reforçado até os dias atuais através da colonialidade do poder que diferencia e estabelece uma hierarquia racial — o mesmo conceito analisado por Quijano (2005) em sua ilustração acerca da suposta superioridade ‘natural’ expressa “numa operação mental de fundamental importância para todo o padrão de poder mundial, principalmente com respeito às relações intersubjetivas” (QUIJANO, 2000, p. 210 apud WALSH, 2009, p. 14). Esse conceito também foi utilizado na caracterização binária entre colonizador e colonizado para justificar e legitimar práticas de dominação e exclusão dos outros (os colonizados), sobretudo a partir das seguintes classificações sociais:
[...] oriente-ocidente, primitivo-civilizado, irracional-racional, mágico/mítico-científico e tradicional-moderno justificam a superioridade e a inferioridade — razão e não razão, humanização e desumanização (colonialidade do ser) — e pressupõem o eurocentrismo como perspectiva hegemônica (colonialidade do saber) (WALSH, 2009, p. 15).
Essas foram e ainda são algumas das estratégias racistas e xenofóbicas criadas ao longo do processo da dominação colonial, ainda utilizadas para legitimar ações e práticas da colonialidade do poder sobre países em desenvolvimento, principalmente da América Latina e da África.
Segundo Quijano (2005), a classificação social por meio da categoria racial não é algo recente da sociedade moderna, ao contrário, é uma prática antiga e colonial que iniciou antes do século XV, e que foi globalmente expandida pelo capitalismo e suas teorias de classificação dos países.
Partindo deste pressuposto, Catherine Walsh (2009) conceituou a prática racial de classificação das pessoas como a desumanização racial da modernidade, salientando que as pessoas foram desprovidas das suas histórias, culturas, tradições e religião por conta desta prática. Ainda, a autora considera que “a dupla modernidade-colonialidade historicamente funcionou a partir de padrões de poder fundados na exclusão, negação e subordinação e controle dentro do sistema/mundo capitalista, hoje se esconde atrás de um discurso (neo)liberal multiculturalista”. (WALSH, 2009, p. 5). Com base na criação dos projetos e políticas de “inclusão”, do consumo e da globalização do capitalismo econômico como forma de esconder as diferenças raciais criadas pelo Ocidente, como diria a socióloga e professora Avtar Brah, “a ‘raça’ ainda atua como um marcador aparentemente inerradicável de diferença na relação social” (BRAH, 1996, p. 331) entre as pessoas.
Diante disso, ao contrário do que quer a lógica de colonialidade do poder, é importante enfatizar que já foram criadas teorias críticas com propósito de desvendar algumas narrativas falsamente construídas pelos colonizadores ocidentais sobre os povos colonizados. A interculturalidade crítica foi parte deste processo pedagógico por meio das reflexões e críticas acerca das práticas de hierarquização racial, subalternização, inferiorização e colonialidade do poder. Segundo Catherine Walsh (2009), a pedagogia crítica procura dialogar com
[...] os antecedentes críticos-políticos, ao mesmo tempo em que partem das lutas e práxis de orientação decolonial. Pedagogias que enfrentam o que Rafael Bautista (2009) colocou como “o mito racista que inaugura a modernidade [...] e o monólogo da razão moderno-ocidental”; pedagogias que se esforcem para transgredir, deslocar e incidir na negação ontológica, epistémica e cosmogónico-espiritual que foi – e é - estratégia, fim e resultado do poder da colonialidade; isto é, “pedagogia(s) de-colonial(ais) (WALSH, 2009, p. 27).
Por isso, é importante enfatizar que a teoria crítica possibilitou grandes avanços, sobretudo no que diz respeito às produções das literaturas contra-hegemônica e de resgate aos valores historicamente ocultados pelo processo de dominação colonial. Portanto, alguns autores(as) como bell hooks (2013), Freire (1997), Catherine Walsh (2009), Restrepo e Rojas (2010) consideram a decolonialidade como um processo de luta, de ruptura e de resistência contra as práticas de colonialidade do ser e do conhecimento, a favor das práticas culturais dos que foram submetidos às práticas colonialistas ocidentais.
Os conhecimentos colonizados, os “[...] seres, territórios e populações são epistêmica, ontológica e socialmente inferiorizados pelo olhar colonialista. São lugares e experiências que se constituem como exteriores à modernidade (não-moderna), numa lógica de negatividade (de inferiorização)” (RESTREPO; ROJAS, 2010, p. 132). As práticas de negação da história e de classificação dos povos colonizados como desprovidos dos conhecimentos foram historicamente utilizadas como mecanismo para classificar produções oriundas dos países colonizados como inferiores em relação aos que foram produzidos nos países do Norte global (EUA e Europa), sejam elas acadêmicas, políticas, sociais ou culturais.
É o eco da “diferença como relação social” que reverbera quando legados da escravidão, do colonialismo ou do imperialismo são invocados; ou quando a atenção se volta para a “nova” divisão internacional do trabalho e o posicionamento diferencial de diferentes grupos dentro de seus sistemas de produção, troca e consumo, em contínua evolução, que resultam em desigualdades massivas dentro e entre várias partes do globo (BRAH, 1996, p. 363).
Por isso, as teorias decoloniais adotaram como um dos principais pontos de partida dos seus estudos o questionamento da superioridade europeia, bem como da dominação de poder que o Norte global detém sobre o Sul global, como forma de resgatar histórias, culturas, tradições e saberes tradicionais dos povos colonizados para somar aos debates atuais dentro das Ciências Sociais e Humanas. Segundo Catherine Walsh (2009), perante aos desafios atuais é de extrema importância
[...] uma perspectiva crítica da interculturalidade, que se encontra enlaçada com uma pedagogia e práxis orientadas ao questionamento, transformação, intervenção, ação e criação de condições radicalmente distintas de sociedade, humanidade, conhecimento e vida; isto é, projetos de interculturalidade, pedagogia e práxis que assumem a perspectiva da decolonialidade (WALSH, 2009, p. 13-14).
Portanto, os projetos de interculturalidade crítica e decolonialidade se contrapõem à lógica dos mecanismos de controle do trabalho e da produção global da sociedade. Tais mecanismos são perpetrados pela colonialidade do poder (QUIJANO, 2005) e pelo capitalismo oriundo do processo histórico da exploração de mão de obra escravizada, em que também se verifica a colonialidade do poder como determinante para a “distribuição geográfica de cada uma das formas integradas no capitalismo mundial” (Ibidem, p. 120). “Em outras palavras, determinou a geografia social do capitalismo: o capital, na relação social de controle do trabalho assalariado” (Ibid.) e de monopólio dos recursos oriundos dos países não hegemônicos, principalmente do Sul global.
[4] Para não cair no apagamento epistemológico, ao longo deste trabalho as autoras citadas serão referenciadas com nomes e sobrenomes, por ser entendido que, na maioria dos casos, os sobrenomes referem-se ao masculino. Por isso, decidimos adotar essa estratégia como forma de dar mais visibilidade às autoras citadas no texto.
Conclusiones:
Conforme observado ao longo do texto, é necessário traçar novos caminhos para a educação, pensando num projeto intercultural e decolonial. A ideia de civilização unilateral pregada pelo Ocidente com base na codificação da raça foi o principal conceito utilizado para caracterização do outro como inferior e/ou não civilizado, em detrimento da superioridade da cultura e do povo europeu. Esse foi o ponto de partida para a hierarquização dos povos a partir da ideia do estado de natureza.
Contudo, vimos que atualmente é cada vez mais notável o poder de dominação epistêmica que os países colonizadores detêm sobre os países colonizados. Desta feita, urge a necessidade de colocar em prática as várias vertentes dos estudos sobre a modernidade e a colonialidade, no sentido de nos contrapormos a todas as práticas de dominação perpetradas pelo Ocidente.
Compreendemos que nossas principais ferramentas para combater essas práticas de dominação se encontram nas pesquisas, investigações, componentes curriculares, temáticas de estudos, projetos educacionais, vivências e organização com os movimentos sociais que reflitam sobre a dominação epistemológica dentro de uma perspectiva intercultural e decolonial, no sentido de ajudar a quebrar o paradigma estabelecido. Assim, ressaltamos a urgência da inclusão dos estudos decoloniais na formação inicial, nas universidades, na pós-graduação e na formação continuada das/dos profissionais da educação básica, contribuindo para a construção de práticas e teorias pedagógicas para uma educação antirracista, antissexista e decolonial.
E como bem nos traz Mignolo (2007), o giro decolonial como abertura e liberdade de pensar, de viver, de ser, e como ruptura com as retóricas da modernidade e com o imaginário imperial e colonial que habitam o nosso ser e o nosso saber, também atua como mecanismo de constituição de uma sociedade mais igualitária, livre para todas e todos.
Também Catherine Walsh, dialogando com Freire e Fanon, nos convoca ao “[...] pensar e agir pedagógicos fundamentados na humanização e descolonização; isto é, no re-existir e re-viver como processos de re-criação” (WALSH, 2009, p. 37-38), que só serão possíveis com a construção de pedagogias que estimulem a luta e a transformação social, e que construam outros caminhos.
Em suma, foram esses alguns dos elementos que pudemos constatar e contrastar em relação à dominação cultural, epistemológica, do poder e do ser do Norte sobre o Sul. Embora acreditemos que nossa narrativa não seja tão nova no seio do mundo acadêmico, ainda assim defendemos que as mudanças são urgentes e devem começar imediatamente. Os desafios acerca do debate para a quebra da dominação dos conhecimentos ocidentais anunciam a necessidade e o começo de outras práticas, no sentido de traçarmos um futuro melhor para a nossa sociedade.
Sendo assim, por meio das nossas abordagens inferimos que as práticas e as teorias pedagógicas decoloniais, antirracistas e feministas nas universidades, assim como na educação básica, têm sidos subalternizadas — fato preocupante, pois, apesar da libertação do jugo colonial, ainda somos colonizados mentalmente na pós-colonialidade, respondendo às epistemologias e às formas curriculares advindas do Ocidente sem grandes questionamentos.
Tal como outras pensadoras e pensadores que se preocupam com o futuro da educação no Sul, este artigo procurou contribuir para o debate da decolonização do saber. Para tanto, apresentamos no âmago da discussão o papel fundamental de autoras e autores decoloniais na contraposição à dominação existente. Com isso, proporcionamos uma leitura consistente de perspectivas críticas à epistemologia moderna, visando alterar as epistemologias dominantes e confrontá-las enquanto paradigmas estabelecidos pelo Ocidente com raízes coloniais.
AGRADECIMENTOS
Os autores gostariam de agradecer o Centro de Assessoria de Publicação Acadêmica (CAPA – www.capa.ufpr.br) da Universidade Federal do Paraná (UFPR) pela revisão de língua portuguesa.
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Palabras clave:
Educação. Decolonialidade. Interculturalidade.
Resumen de la Ponencia:
A GEOGRAFIA DECOLONIAL NA PORÇÃO SUL DA AMÉRICA: Uma realidade ou ausência. Diomario da Silva Junior[1] Vinicius de Luna Chagas Costa[2]Palavras-chave: geografia, decolonialidade, pensamento crítico A relevância deste trabalho está em buscar entender a existência de uma linha de convergência entre a produção do conhecimento geográfico latino-americano e o brasileiro tendo como referência a proposta epistêmica dos decoloniais. Ciente que os brasileiros são também categorizados como latinos, porém em função da colonização portuguesa e com idioma português que hegemonizou a comunicação dentro do seu território, os afastou da troca de saberes e da produção de conhecimento com os países de colonização espanhola. Desde o final da década de 90, do século XX a corrente do pensamento modernidade/colonialidade vem questionando as formas de colonialidade: do Poder, do Ser e do Saber na América Latina, investigamos com esse trabalho como a ação/pensamento da geografia é impactada a partir do Giro Decolonial, segundo Nelson Maldonado Torres (2005). A produção da geografia brasileira e latino-americana, apresenta em suas bases epistêmicas a visão eurocentrada, condição representada pelos teóricos que são utilizados na composição dos programas nas universidades. Entendemos ser a opção decolonial, capaz de sulear os geógrafos ao abordar com um olhar insurgente os acontecimentos dentro do espaço vivido, assim como nos propõem SANTOS ( 2019 ). Diante do exposto, analisaremos como os trabalhos apresentados nos congressos realizados - no âmbito continental – EGAL e em relação ao nacional, quando pensamos no Brasil - Fala Professor (AGB), refletem a questão decolonial.Em nossas reflexões, tomamos como referência teórica WALSH (2007), QUIJANO (2005), MIGNOLO (2020), em relação a decolonialidade. Utilizamos Santos (2013, 2021), no entendimento da função do geógrafo no mundo subalterno.Buscamos assim, investigar como a geografia contemporânea latino-americana apresenta um pensamento outro. [1] Professor da rede pública e privada da cidade do Rio de Janeiro/Brasil, doutorando em Educação da Universidade Federal Rural do Rio de Janeiro - UFRRJ[2] Professor da rede pública e privada da cidade do Rio de Janeiro/Brasil, doutorando em Educação da Universidade Federal Fluminense - UFFResumen de la Ponencia:
En diversas experiencias de lucha en América Latina contra el patrón de poder moderno-colonial capitalista y eurocentrado van emergiendo procesos que conllevan otras formas de relacionalidad, en donde están presentes relaciones de solidaridad y reciprocidad entre los humanos y con la Madre Tierra. Relaciones que van resignificando las prácticas socioeconómicas, entre ellas la producción y el consumo, y específicamente el consumo alimentario, orientadas por otro horizonte de sentido histórico. Es el caso de la lucha indígena en el Cauca, Colombia, que articula las luchas histórico-políticas y territoriales, que se orientan a la reproducción de la vida, no del capital, teniendo como horizonte lograr la autonomía territorial, política y alimentaria, donde el consumo alimentario se concibe como un proceso no sólo económico, sino también socio-cultural, identitario y sobre todo político, contra la dominación y la explotación, vinculado a diversas estrategias para resistir y revertir la colonialidad del poder.Resumen de la Ponencia:
En las últimas dos décadas ha podido constatarse un creciente interés por el estructuralismo latinoamericano. Sin embargo, esta recuperación todavía se encuentra en proceso de desarrollo y muchos aspectos permanecen inexplorados al menos en su adecuada profundidad. En este contexto, el trabajo parte de observar cierta vacancia en el análisis de las influencias teóricas que la sociología del desarrollo y la modernización tuvo sobre las ideas y observaciones que caracterizaron al pensamiento económico estructuralista en América Latina. En particular, las investigaciones dedicadas a esclarecer las influencias teóricas que ayudaron a dar forma a la célebre perspectiva con sus orígenes en la CEPAL, se basaron en un recorte disciplinar que tuvo la desventaja de dejar fuera al universo conceptual de la sociología del desarrollo (o de la modernización) cuya influencia fue más o menos evidente, aunque no se haya hecho todavía un balance exhaustivo sobre la manera en que se produjo y su profundidad. Puesto de un modo más específico, las teorías de la modernización de América Latina, bajo la influencia del pensamiento socio económico weberiano, cuya recepción se consolida en las décadas de 1950 y 1960 (en buena media bajo tamiz que le imprimió su reconstrucción parsoniana en el período de postguerra) (Escobar & Ribes, 2020; Laiz, 2012; Laiz & Weisz, 2015), tendió puentes evidentes con el estructuralismo, aunque no necesariamente son claras la conexiones conceptuales y sus implicancias.Ante esta caracterización el trabajo se traza tres objetivos específicos. Por un lado, mostrar cómo la recuperación y reconstrucción de las ideas estructuralistas, ha perdido de vista la influencia de la sociología del desarrollo o la modernización, restringiendo su mirada al campo disciplinar de la teoría económica. En segundo lugar, se muestra cómo las ideas básicas de la sociología del desarrollo o la modernización en América Latina se conectan explícita, institucional y teóricamente con el pensamiento estructuralista. Se muestra cómo particularmente es la teoría de la estructuración social (que tiene sus orígenes en la sociología de la modernización) la que constituye una pieza clave del análisis económico estructuralista. Finalmente, se evalúan las limitaciones que enfrentó esta corriente sociológica al momento conceptualizar lo moderno y su modulación latinoamericana y cómo dichas limitaciones se trasladaron al seno del pensamiento económico estructuralista. En particular se argumenta que tendió a predominar una interpretación de lo moderno, anclada en un horizonte histórico de secularización ya realizado en los países centrales, captado a través de uno de sus emergentes principales como lo fue el espectacular desarrollo tecnocientífico. Ello colocó a América Latina en una sociedad en eterna transición y obturó la posibilidad de componer una teoría de ésta como una modulación específica de la modernidad no asimilable a la vía de los países noroccidentales.Resumen de la Ponencia:
A pesquisa analisa por um lado, a dinâmica deste processo a partir da categoria “ padrão de reprodução do capital” , levando em consideração aspectos socioeconômicos e políticos em face das relações contraditórias que se estabelecem e observando o lugar que ocupa o Brasil e Bolívia na divisão social do trabalho internacional. E por outro, tem como desafio entender as relações sociais de trabalho no século XXI: a terceirização, o uso de aplicativos, o GPS, automação dos serviços e robotização nas fábricas criaram uma massa de desempregados permanentes ou subempregados intermitentes: uma “massa sobrante”, uma população que está sendo descartada pela autonomização total do processo econômico. Trata-se de uma análise, a partir da tradição marxista, desde a elaboração de Marx em O Capital acerca daqueles sujeitos identificados como os subproletários, “caracterizada pelo máximo tempo de serviço e mínino de sálario”, e a partir dos estudos da Teoria Marxista da Dependência, marco do debate conceitual latino-americano sobre a super-exploração do trabalho desenvolivda por Ruy Mauro Marini. Deste modo, o estudo proposto parte do seguinte problema: é possível afirmar que entre sociedades capitalistas dependente, como no caso do Brasil e Bolívia, se esbalece condições de dependência e superexploração? Assim, podemos afirmar que o capitalismo latino-americano configurou uma determinada relação econômica subimperialista no contexto regional Brasil-Bolívia a partir das novas relações de precarização do trabalho. A análise é parte da pesquisa em andamento dos estudos pós-doutorado no Programa de História Econômica da Universidade de São Paulo - USP, e sua relavânia reside na necessidade de interpretar processos sociais, históricos e econômicos na América do Sul, e dinâmica do capital em escala mundial numa perspectiva desigual e combinada na América Latina.Resumen de la Ponencia:
O ensaio busca destacar a importância do tema do subdesenvolvimento como debate político na América Latina e, no Brasil, também como bandeira de lutas de Leonel Brizola (1922-2004) no período de 1945-1964. Apoiando-se em discursos e conferências proferidos pelo líder trabalhista brasileiro em 1947 e 1961, procuramos demonstrar como o tema do subdesenvolvimento, que aparecia nos discursos pelo debate sobre a pobreza e as condições de vida era mobilizador do debate político da América Latina e mobilizado por diversos e amplos setores sociais interessados em construir um discurso que pudesse se colocar de modo hegemônico na sociedade e no Estado. Neste espectro, Brizola nasceu politicamente tendo o combate ao subdesenvolvimento como bandeira e assim permaneceram até 1964, no caso brasileiro, quando os acontecimentos políticos do período interromperam a democracia, o mesmo se passando na América Latina em tempos diferentes, com a instalação de ditaduras em diversos países como Argentina, Uruguai, Paraguai, Chile e outros. Brizola, que foi uma importante liderança política brasileira no período, adotava a superação da dependência da América Latina dos países centrais, mais especificamente dos EUA, como bandeira de lutas, construindo uma plataforma política baseada na denúncia da pobreza e das péssimas condições de vida dos trabalhadores como consequências do subdesenvolvimento latino-americano, a quem atribuía responsabilidade por drenar os frutos do trabalho para os países centrais, traduzindo politicamente os conceitos construídos pela CEPAL de termos de troca, substituição de importações, dependência e outros, os quais ele dominava e eram tanto norteadores de suas intervenções como também a própria denúncia política em si, reforçando a hipótese de que o subdesenvolvimento e as condições de vida eram o principal debate político latino-americano para amplos setores da sociedade de então. É o que procuraremos demonstrar ao longo do trabalho.
Introducción:
O presente ensaio busca destacar o tema do subdesenvolvimento, uma das principais bandeiras de lutas de Leonel Brizola e que, em nosso ver, também era o tema central do debate político do período entre 1930-1945, ora aparecendo sobre a forma das “condições de vida”, ora como “espoliação”, como preferia o líder trabalhista gaúcho, mas sempre norteando a atuação política de amplos setores daquele período histórico.
Ao longo de sua trajetória, o tema da emancipação nacional acompanhou a luta política de Brizola até o fim de sua vida. Neste trabalho, veremos somente três passagens, uma de 1947, de quando ainda era deputado e outras duas, mais conhecidas, de 1961, já depois dos eventos da Campanha da Legalidade e, portanto, em uma posição mais radicalizada da luta política no Brasil.
Em todos os casos, o que une as passagens é o domínio que Brizola tinha destes conceitos e como eles eram tanto norteadores de suas intervenções como também a própria denúncia política em si, reforçando nossa hipótese de que o subdesenvolvimento e as condições de vida eram o principal debate político do período para amplos setores da sociedade de então. É o que procuraremos demonstrar ao longo do trabalho.
Ensaios, no entanto, são um modelo de trabalho científico que tem por finalidade apontar grandes panoramas de ideias, formular problemas, sem, contudo, esgotar o assunto, mais deixando questões em aberto do que as resolvendo e este não foge à regra. Em termos metodológicos, nossa intenção foi a iniciar o debate, abrir espaços para que pesquisas outras possam se aprofundar tanto sobre Brizola quanto sobre o desenvolvimentismo, que é praticamente uma linhagem política brasileira. Neste sentido, nos apropriando da definição de Barrington Moore Jr (1983), o presente ensaio se assemelha a um “mapa em grande escala”, que busca localizar o debate em uma teia de acontecimentos maior, abrindo caminho para outras pesquisas detalharem melhor o terreno que aqui exploraremos panoramicamente.
Daí a escolha dos três discursos aqui utilizados para explorar a visão de Brizola sobre o tema: todos versam sobre a questão das condições de vida, ainda que em momentos e com profundidades diferentes, nos ajudando a ver como tais ideias evoluíram junto com a atuação do líder gaúcho.
Por fim, importante destacarmos que, ainda que não tenham sido citados diretamente, os trabalhos de Brigadão e Ribeiro (2015), Marco Antonio Medeiros Silva (2015), Gilberto Vasconcelos (2005) foram consultados e, portanto, referenciados, pois são fontes importantes para se compreender o pensamento e a atuação de Brizola, entre muitos outros dignos de destaque.
Feita esta introdução, passemos ao estudo do objeto em si deste ensaio.
Desarrollo:
Brizola e as condições de vida: um projeto de nação para superar o subdesenvolvimento
Diversos e importantes analistas do pensamento e da atuação política de Brizola, além do farto material colecionado sobre seus discursos e intervenções, nos permitem acessar a obra política do líder trabalhista por diversos ângulos. Nossa intenção é enfatizar o debate sobre a pobreza e as condições de vida e como elas se articulam no discurso de Brizola , em muito porque era uma bandeira do PTB que ele próprio ajudou a elaborar, em partes porque a carestia era a “questão política” nacional naqueles tempos.
Octávio Ianni (1989) entende que, após a Revolução de 1930, o proletariado, que até então era tratado como uma “questão de polícia”, passa a ser encarado de outra forma, que o próprio Vargas resumiu na expressão “questão política”. Isso porque, no processo de formação e consolidação do capitalismo industrial tornou-se imperativo a inclusão da classe operária na dinâmica capitalista, na medida em que nela se concentrava a força produtiva necessária para impulsionar a indústria.
E é esta ideologia da “paz social”, da harmonia e da parceria entre capital e trabalho que moldará o pensamento e a ação de Estados e industriais nas relações com o proletariado, seja através da legislação trabalhista, do reconhecimento dos sindicatos e, principalmente, do salário-mínimo. Não sendo mais possível ignorar as desigualdades e a luta entre as classes desiguais, reforçar o modelo de parceria pacífica era fundamental para a consolidação do capitalismo industrial brasileiro.
No mesmo diapasão, Ângela Maria de Castro Gomes (1978), aponta que a Revolução de 1930 foi um marco na medida em que inaugurou uma nova era nas relações capitalistas, com o modelo industrial de acumulação ganhando a dianteira em relação à agricultura, reorganizando, também, a linha argumentativa e de ação da burguesia industrial na busca de seus interesses. A questão das condições de vida e seu enfrentamento já faziam parte, segundo a autora, da preocupação dos formuladores das teses políticas da Aliança Liberal, constando inclusive de seu manifesto, no entanto abordadas por um viés de naturalidade, de consequência da expansão capitalista. Após a chegada ao poder, fez-se necessário incorporar a parcela excluída da sociedade no nascente projeto hegemônico. (GOMES, 1978, p. 311).
Como se vê, portanto, as condições de vida e o subdesenvolvimento eram questões políticas correntes no Brasil daqueles tempos, iniciando os debates nos anos 1930 e seguindo pelas décadas seguintes, em muito pela atuação de Brizola e do PTB.
Sobre a formação do PTB e sua importância política para a formação de suas lideranças, Cánepa (2005) afirma que, desde sua fundação e ao longo do período de 1945-1964, o PTB do Rio Grande do Sul enraizou-se socialmente, a partir de lideranças como Jango, Brizola e outros, o que teria sido decisivo para que o partido no Rio Grande do Sul fosse a sessão mais destacada, incorporando as questões nacionais dentro das regionais.
Ainda, Miguel Bodea (1992) entende que Brizola não era um líder “populista”, mas uma liderança que, tal como o trabalhismo, transcendia sua formação partidária e eleitoral para se colocar como uma força social, indo além de sua liderança – e sua liderança indo além das questões políticas regionais (BODEA, 1992, p. 179). Em importante diálogo teórico com o conceito de populismo, que aqui trataremos apenas de passagem, o autor entende que a liderança de Brizola não se deu pela ligação direta com as massas, mas sim baseado em uma estrutura partidária forte e organizada que permitiu a Brizola se identificar e ser identificado com a própria ideologia trabalhista.
Por sua vez, Roberto Bitencourt da Silva (2011) entende que Brizola, Jango e outros políticos riograndenses do PTB tinham uma concepção partidária que, para além da representação das demandas políticas, incluía uma doutrinação política das massas aos valores e ideias por eles defendidas. O autor afirma que, até o golpe militar de 1964, o PTB e suas lideranças sempre mantiveram a defesa da ideia de reformas, ainda que cada uma de suas lideranças fizesse tal enfrentamento a seu modo e estilo: Jango com uma estratégia parlamentar, Brizola buscando a democracia direta (SILVA, 2011, p. 190-191).
Bodea (1992) credita ao positivismo e sua incorporação e adaptação pela ideologia trabalhista por meio de Brizola e de outras lideranças trabalhistas gaúchas é que abre espaço para que o tema das condições de vida do proletariado se torne uma questão política, sendo agregado aos discursos e análises políticas do período.
Sobre esta questão, Jorge Ferreira (2016), em importante obra (FREIRE e FERREIRA, 2016) – cujas análises vão ao encontro de parte dos argumentos que aqui lançamos no tocante às questão da bandeira do subdesenvolvimento, ainda que os autores caminhem mais pela atuação política de Brizola, enquanto nossa hipótese é mais voltada a reforçar o desenvolvimentismo como questão política chave do período e como uma das bandeiras do líder gaúcho – aponta que Brizola estava antenado com as teorias mais recentes daqueles tempos sobre as razões do subdesenvolvimento latino-americano, associando a pobreza dos países latinos com a exploração estrangeira dos grandes centros.
Liderando a ala mais radical do PTB, para Brizola o Brasil era um país dotado de riquezas, mas com um povo pobre (FERREIRA, 2016, p. 27), pois estaria estruturado de modo a produzir e a enviar suas riquezas para os grandes centros, atrasando, quando não impedindo, nosso desenvolvimento. Adotando a luta contra a espoliação, o modo como se referia aos mecanismos promotores do subdesenvolvimento, Brizola entendia que somente um projeto de reformas - as “reformas de base” - que alterasse as estruturas sociais e econômicas nacionais, fazendo romper com a exploração externa.
Colocada a questão do ponto de vista teórico, vejamos nos discursos do próprio Brizola como estes temas acima relacionados aparecem em suas intervenções políticas.
Combater o subdesenvolvimento: a bandeira de Brizola
Separamos para este ensaio três discursos, feitos em tempos e circunstâncias diferentes por Brizola, procurando evidenciar seus argumentos em relação aos temas aqui relacionados: condições de vida, pobreza, subdesenvolvimento. O primeiro deles, de 1947, de quanto ainda era Deputado Estadual pelo Rio Grande do Sul, em uma situação política tensa, mas ainda distante da radicalização dos anos 1960, o líder trabalhista já alinhavava os conceitos que acabariam por moldar a própria atuação do PTB enquanto partido.
Os outros dois, mais famosos, são conferências feitas a jovens da Escola Júlio de Castilho e para a Junta Acadêmica Regional do Oeste Paulista e Norte Paranaense, ambas em 1961 e depois dos eventos da Campanha da Legalidade e já apresentam argumentos mais consolidados e radicalizados, tendo como centro as reformas de base em debate naquele período e que eram o centro do programa do PTB, como vimos acima nas contribuições de Cánepa (2005), Bodea (1992) e Ferreira (2016).
A mensagem do discurso proferido na Assembleia Legislativa do Rio Grande do Sul em 1947, período de Assembleia Constituinte Estadual, é clara: não se pode falar em democracia se o povo vive na miséria.
Todos os estudiosos de nossos problemas sociais são unânimes em ressaltar o baixo padrão de vida, as dificuldades e a ignorância, em que se debatem as classes mais empobrecidas. Essas classes, Sr. Presidente, englobadas, constituem a imensa maioria do povo brasileiro, o que se pode constatar pela simples verificação do ridículo coeficiente médio de nosso poder aquisitivo. Ou então, se atentarmos para as nossas condições de saúde e para o analfabetismo, fácil é concluir que, dos nossos tão cantados 45 milhões de habitantes, possivelmente, em condições plenas para o trabalho, talvez nem sequer 3 milhões nos restem. E, então, Sr. Presidente, como deveremos encarar o conceito de democracia, numa sociedade de tal natureza? Apenas nos reservamos em dizer que toda a política não orientada para o reerguimento da grande massa do povo brasileiro, do pauperismo em que vive, portanto, orientada para as questões sociais, não é política da maioria e, portanto, não pode ser democrática.” (BRIZOLA, 1947, apud BRAGA et al, 2004, p. 343).
É digno de registro, ainda que o tema esteja contido na citação acima, a constatação de Brizola de que a conciliação trabalho-estudo dependia de “favoritismos” dos patrões, pois não havia regulamentação legal que permitisse aos jovens equacionar trabalho e estudo em condições que lhes fossem favoráveis, ficando tais arranjos na dependência “(...) da maior ou menor magnanimidade dos chefes de serviço”, ainda que a maioria dos jovens compusessem a classe trabalhadora, portanto, eram obrigados a trabalhar, ainda que em detrimento de sua própria formação. O resultado, a seu ver, seria a conversão de toda uma geração de jovens em pessoas “sem espírito de iniciativa”, como que roubadas da energia da juventude, toda consumida pelo trabalho. (BRIZOLA, 1947, apud BRAGA, ANO, p. 346 e seguintes). E encerra a reflexão com a pergunta final:
É justo, humanamente justo, patrioticamente justo, que somente a minoria, filhos da fortuna, cercados de todas as garantias, possa realizar as suas aspirações, e os filhos da pobreza somente o consigam, à custa de sua própria saúde, ou então, inexoravelmente, morram na ignorância? Esta pergunta, há longos anos temos repetido. Não será com essas bases que iremos edificar um regime de igual oportunidade, como constitui a democracia. (BRIZOLA, 1947, apud BRAGA et al, 2004, p.347)
As transcrições acima apontam para a hipótese de que as condições de vida eram uma questão política, na medida em que refletia a consciência de parte das lideranças políticas do período de que a pobreza e a baixa produtividade da economia nacional, as péssimas condições de trabalho, de saúde, de moradia, enfim, o conjunto da obra da miséria nacional não só era um impeditivo para nosso desenvolvimento, como também era uma questão geradora de tensões políticas e sociais que não podia mais ser ignorada.
Em outra passagem importante, que se deu anos depois da intervenção na Assembleia Legislativa gaúcha e depois da campanha da Legalidade – portanto, em um ambiente já mais radicalizado – Brizola (1961, apud BRAGA, 2004, p. 510), então governador do Rio Grande do Sul, proferiu uma conferência no Auditório do Colégio Júlio de Castilhos, em 20 de outubro de 1961, com o tema “Subdesenvolvimento e processo espoliativo – atraso, pobreza, marginalização”.
O título já aponta uma mudança em relação ao argumento anterior: se no discurso de 1946 a discussão aparece como “condições de vida” e em perspectiva genérica, em 1961, amadurecida a questão do subdesenvolvimento e dos efeitos da dependência econômica, o tema já aparece em sua roupagem política: subdesenvolvimento, atraso, pobreza, processo espoliativo, elementos causadores da carestia nacional, o problema nacional prioritário.
Depois de iniciar a conferência ressaltando a importância da juventude de se inteirar das questões políticas mais urgentes e de colocar-se em neutralidade em relação à guerra fria, entendendo que o Brasil tinha problemas seus e que mereciam maior atenção do que as disputas entre os polos de então, Brizola apresenta o tema sobre o qual irá discorrer na palestra: a pobreza:
Este é um imenso país, um dos maiores do mundo em território, senhor das maiores reservas naturais de que o mundo ainda dispõe, abrigando a maior população latina do mundo. Infelizmente, entretanto, também em pobreza e atraso alcançamos o superlativo: somos dos povos mais pobres do mundo. (BRIZOLA, 1961, apud BRAGA, 2004, p. 512)
Brizola constata e reforça o efeito mais nefasto do subdesenvolvimento nacional: o Brasil era um país rico que tinha um dos povos mais pobres do mundo, com o trabalho mais mal pago, analfabeto, miserável, que vivia em péssimas condições sanitárias e de moradia, faminto, despossuído. Mesmo tendo condições de abrigar parte importante da população mundial, não conseguíamos abrigar nem o povo aqui vivente, oprimidos economicamente pelas seguidas crises econômicas que empurrava o povo para a base da pirâmide social sem condições de emergir (BRIZOLA, 1961, apud BRAGA, 2004, p. 512).
Depois de discorrer sobre a importância, a seu ver, de pensar os problemas brasileiros sem se deixar levar pelas disputas políticas da guerra fria, ou seja, sem defender o liberalismo e nem o marxismo como solução para as questões nacionais, o líder trabalhista se propõe a utilizar mecanismos do socialismo, especialmente a função social da propriedade, justiça nas relações de trabalho, condenar o colonialismo e outros, que ele entendia serem “cristãos”, citando para reforçar esta posição a encíclica Mater et Magistra, de João XXIII, para combater a pobreza.
A partir de sua experiência como governador, estudando a situação econômica do Rio Grande do Sul, constatou que no Estado, não obstante se produzisse sempre mais, a vida do povo não melhorava em igual proporção, mas o contrário: o trabalhador só se empobrecia. Constatou também que se tratava de um problema nacional e, em limites mais amplos, da própria América Latina.
(...) Imaginemos o nosso país como se fosse uma grande represa de que a barragem se encontre com seu eixo passando pelo Rio Grande e São Paulo. As áreas dependentes desta barragem estão parcialmente inundadas e aqui, junto à barragem, um sistema de bombas funciona sem parar. (...) Junto à represa a região centro-econômica do Brasil – São Paulo e Rio, a parte mais profunda, onde maior é a reserva de águas. Naturalmente todos os córregos, todos os rios deste país correm para a imensa represa. Todas as chuvas que porventura se precipitarem, para lá se escoarão. E lá estão as bombas, trabalhando incessantemente. Sugando incessantemente. (BRIZOLA, 1961, apud BRAGA, 2004, p. 515)
Direto ao ponto e sem mais metáforas, Brizola expõe a tese: o modelo produtivo brasileiro e da América Latina foi construído para manter a dependência econômica dos países periféricos em relação aos centrais. E, sem “terracear” e “entupir os canais”, não haverá como alterar tal situação:
Meus jovens amigos – vamos resumir: disse-lhes isto para significar que, no meu entender, a estrutura econômico-política de nosso País está orientada no sentido do processo espoliativo. Vou além – e atentem bem para esta afirmação, que considero fundamental: nossa estrutura interna é consequência, é modelada, foi sendo criada insensivelmente para servir ao processo espoliativo internacional, é função do processo espoliativo assim como o fundo da represa foi sendo modelada num complexo de canais para servir ao abastecimento das bombas. Isto nos leva a uma segunda conclusão, ainda mais importante: enganam-se os que imaginam que conseguiremos vencer o círculo vicioso da miséria, realizar reformas de base, alterar nossa estrutura econômico-política interna sem tocar no processo espoliativo. (BRIZOLA, 1961, apud BRAGA, 2004, p. 516/517)
Constatado o problema, falta a solução, não sem antes o alerta de que enfrentar as estruturas do capitalismo mundial requer preparo político, na medida em que os países centrais não aceitarão de bom grado renunciar a estruturas que lhes garantiam a riqueza que faltava aos demais povos do mundo. Na visão de Brizola, o caminho eram as reformas estruturais que pudessem reverter o processo espoliativo sem se descuidar da reação que se seguiria das nações centrais, pois as grandes corporações teriam sobreposto seus interesses inclusive a seus países de origem, que não mediriam esforços, inclusive contando com apoio de políticos ingênuos e corruptos, para manter intactos seus negócios:
Eis o motivo pelo qual firmamos a impressão de que aquela grande nação, a federação de Jefferson e Hamilton, em lugar de ser, hoje, uma federação política, é mais na prática uma federação de corporações econômicas e financeiras. Aí está porque considero ingenuidade sonharmos com reformas, sem nos precavermos contra a reação. Para fazê-las, teremos de estancar o processo espoliativo. Ao prejudicá-lo, teremos atraído contra nós seu poderio – o poderio destas corporações econômicas que, a princípio envolvendo políticos ingênuos e corruptos do Brasil, terminará envolvendo políticos ou corruptos do mundo inteiro. (BRIZOLA, 1961, apud BRAGA, 2004, p. 518)
Uma última passagem da conferência conecta ainda mais os argumentos que procuramos demonstrar acerca de como o tema do subdesenvolvimento era presente no debate político nacional – e em prismas variados. Relatando toda a sorte de ataques que sofreu por parte das grandes corporações e de seus aliados internos, que o acusavam de ser “comunista” por conta de suas ações enquanto governador, Brizola apresenta um argumento já defendido anteriormente por outras lideranças políticas: a de que a pobreza era o principal fator de “promoção" do comunismo no Brasil e na América Latina.
A grande diferença entre nós e os que nos acusam está em que eles querem combater o comunismo com a polícia, com a violência, com a ilegalidade, com o desrespeito à Constituição e, portanto, com o terrorismo e com a mentira. Querem a implantação do atestado ideológico e querem, principalmente, através destas campanhas odientas, envolver e inutilizar todos os que apontam seus privilégios e querem um Brasil novo e livre. E nós entendemos que a melhor maneira de combater o comunismo está em resolver os problemas que nos afligem. (BRIZOLA, 1961, apud BRAGA, 2004, p. 521)
Insta esclarecer, a despeito da expressão “combater o comunismo”, que pode denotar um viés diferente do que o apresentado na conferência e nas próprias ideias de Brizola, que não era incomum que se abordasse a questão política da pobreza por um prisma não revolucionário ou mesmo não classista, seja pela força da ideia de “união” entre as classes, ou porque era uma forma de se defender da pecha de “comunista”, que em um ambiente polarizado como o de então poria fim ao debate antes dele começar – talvez ambas. Associam suas críticas ao mercado e ao liberalismo desregulado mais a uma posição “anticristã” do que propriamente a uma condição inerente ao próprio capitalismo. Era a doutrina da “paz social”, já aqui debatida pela obra de Angela Maria de Castro Gomes (1979)
Ainda, a incorporação do positivismo no trabalhismo, de acordo com Bodea (1992), também nos ajuda a compreender por que parte das lideranças políticas do período acreditavam na conciliação entre as classes para fazer avançar a questão social, tendo o Estado como mediador dos conflitos, que deveriam ser resolvidos de forma “racional”, com compromissos entre as classes e não antagonismo. O Estado, então, passaria a ser o instrumento de construção das políticas sociais e as classes deveriam buscar sua mediação, usando da racionalidade cientifica e não da disputa política para dirimir seus conflitos.
Em outra conferência proferida no mesmo ano, desta feita para jovens da Junta Acadêmica Regional do Oeste Paulista e Norte Paranaense, em Presidente Prudente/SP, em 25 de novembro de 1961, Brizola retoma o assunto do subdesenvolvimento, conclamando os jovens ouvintes a se levantarem contra a “espoliação” que “marginalizava e brutalizava” o povo, ressaltando sua visão de que a pobreza, o efeito mais nefasto do subdesenvolvimento, era o principal problema nacional:
Muito mais dramático é verificar que, se persistir o quadro atual, tenderá a crescer em razão do próprio crescimento da pobreza nacional o desperdício de vidas humanas que hoje ocorre em nosso País, com nítidas características de hecatombe nacional. Já se disse que o homem é a maior riqueza de uma nação. Que perspectiva poderemos ter, porém, se a nossa estrutura econômica e social continuar sendo o que hoje é: um atentado frontal contra os direitos do homem brasileiro à vida e à própria dignidade?! (BRIZOLA, apud BRAGA, 2004, p. 529)
Espoliação e pobreza, no raciocínio do líder trabalhista, são causa e consequência do subdesenvolvimento: quanto maior a espoliação, maior a pobreza, maior a miséria que o povo está inserido, maior a dependência econômica em relação aos países centrais.
Em outra passagem da conferência, Brizola expõe seu entendimento sobre o que seria o “processo espoliativo” que, já vimos anteriormente, é a forma como ele entende se dar o movimento de dependência e subdesenvolvimento dos países periféricos, especialmente dos da América Latina, cuja situação ele entender ser “semicolonial”. O mais importante a se notar das passagens é o modo como Brizola se apropria dos conceitos de subdesenvolvimento, dependência e outros sem a roupagem acadêmica na qual foram forjados, mas com a experiência e o sentimento político da importância de tais temas que reforçam o entendimento de que o debate sobre o desenvolvimento era, antes de tudo, um debate político, mobilizador de parcelas da sociedade.
Mas o que significa processo espoliativo? É um complexo de relações: umas perceptíveis, outras invisíveis. Ele pressupõe no país em que atua, a existência de uma estrutura econômico-social modelada à sua imagem. Nas nações como o Brasil a estrutura interna é dualista, isto é, ao lado de uma economia moderna, em contato com o exterior, subsiste, em larga escala, uma economia semifeudal que aprofunda suas raízes aos capilares do organismo nacional. Esse dualismo é um dos traços característicos de todas as sociedades subdesenvolvidas, submetidas ao processo espoliativo. Uma complementa a outra. E como age o processo espoliativo? Ele opera da seguinte forma: através da penetração de certo tipo de capital estrangeiro adquire o controle próprio ou remoto da faixa econômica mais desenvolvida. Como, porém, nesses países subdesenvolvidos os empresários industriais e comerciais, os empresários das grandes empresas e os proprietários de bancos, são também proprietários rurais e, em tais países, a sociedade rural típica é a latifundiária, temos que o capital estrangeiro embutido nas grandes empresas modernas é também um fator decisivo na manutenção do latifúndio. (BRIZOLA, apud BRAGA, 2004, p. 533)
Reforçando seus conhecimentos sobre conceitos complexos como depreciação dos termos de troca, dependência econômica e outros, Brizola segue na linha de que as reformas “de base” precisam se chocar com os interesses do capital externo, pois “(...) não se pode tocar na estrutura interna de um país subdesenvolvido sem afetar os interesses do processo espoliativo”, não havendo mais tempo a perder para tomar logo as medidas necessárias ao desenvolvimento, pois não seria mais possível “(...) aguardar com resignação, soluções de maturação a longo prazo” em termos de desenvolvimento (BRIZOLA, apud BRAGA, 2004, p. 534), provavelmente aqui, se referindo à tese de ROSTOW (1961) sobre o desenvolvimento econômico ser uma etapa temporal a ser alcançada pelos países periféricos e não construída por eles.
As constantes menções à América Latina como região explorada e aos EUA como explorador também nos ajudam a visualizar que Brizola tinha em mente os conceitos de divisão internacional do trabalho, de imperialismo e, principalmente, de como as nações centrais operavam para manter este status quo no qual seus lucros estariam assegurados acima de qualquer outra demanda.
Parece óbvio destacar no líder trabalhista o conhecimento de conceitos que eram muito debatidos nos anos 1950 e 1960 no Brasil, mas esta é exatamente a questão que queremos ressaltar: protagonista do debate político daquele período, Brizola mobilizava os conceitos que eram debatidos socialmente e aos quais ele ajudou a construir e consolidar politicamente, buscando aprofundar a contradição então latente entre executar ou não um projeto nacional-desenvolvimentista.
Ao contrário de muitas visões que argumentam que nosso desenvolvimento político e social deu-se por meio de um eterno arranjo conservador entre elites, ver Brizola trabalhando politicamente estes conceitos, um debate que se iniciou nos anos 1930 e ganhou corpo até se converter na causa do golpe militar de 1964, demonstra, a nosso ver, que não só havia uma luta política na sociedade como ela se dava entre termos ou não um projeto de desenvolvimento que rompesse com as amarras que nos mantinham na condição “semicolonial” a qual denunciava.
Uma última passagem, de um longo debate no Congresso Nacional envolvendo a questão da espoliação, demonstra bem o quanto o tema era caro a Brizola e ao debate político nacional de então:
Concluo então as minhas palavras para dizer a este Congresso que, com a sua vontade ou contra a sua vontade, com as resistências ou sem as resistências das maiorias reacionárias e insensíveis que aqui tem assento, as reformas vão sair e o nosso País vai se libertar da espoliação internacional. Se os governantes e legisladores, os responsáveis pelos nossos destinos, continuarem indiferentes, insensíveis, como até agora, comprometidos, - porque não dizer? – com esse quadro de desgraça, de espoliação e de domínio estrangeiro, então, inexoravelmente, como está escrito na Carta de Vargas, o nosso povo há de fazer tudo isso em nome dos seus destinos, dos destinos eternos da nacionalidade, pelas suas próprias mãos e iniciativas e eu, como milhões, estarei ao seu lado. (BRIZOLA, apud BRAGA, 2004, p. 613).
Ao longo de tantas passagens, procuramos demonstrar o quanto o tema do subdesenvolvimento ganhou corpo na política nacional, mobilizando os debates políticos do período. O fato de Brizola, uma das mais destacadas lideranças políticas de então, ter encampado não só o discurso, mas tê-lo convertido em sua bandeira de lutas e de atuação, só reforça nossa hipótese de que as condições de vida, da carestia e dos caminhos para o desenvolvimento brasileiro por meio da execução de um projeto nacional de desenvolvimento era o centro da política nacional, envolvendo diversos setores.
Conclusiones:
Procuramos demonstrar que a questão do subdesenvolvimento foi o centro do debate político nacional do “século” 1930-1964, sendo a bandeira de lutas sobre a qual se ergue o PTB e suas lideranças, que continuaram o legado varguista da promoção do desenvolvimento nacional até a Ditadura. E nesta caminhada, Brizola teve papel fundamental.
O nacional-desenvolvimentismo era um tema amplo, que mobilizava diferentes setores sociais e que congregou parte importante da luta política nacional do período. Mas esta constatação não diminui a importância do líder trabalhista gaúcho, a eleva: em um ambiente radicalizado, Brizola conseguia transportar para a massa entendimentos complexos sobre as razões pelas quais tudo lhes faltava, um feito cujos precedentes mais imediatos só encontramos no primeiro dos líderes trabalhistas gaúchos, Getúlio Vargas.
Em seu último discurso em vida, Brizola afirmou (apud Braga, 2004, p. 612): “Estamos cumprindo a missão que nosso grande chefe inspirador, Getúlio Vargas - o maior de todos os brasileiros, porque foi simples, humilde e sábio –delegou”. Essa foi a vida do líder trabalhista: levar a bandeira da emancipação nacional adiante.
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Palabras clave:
Brizola. Condições de vida. Subdesenvolvimento
Resumen de la Ponencia:
En este trabajo nos interesa reflexionar a partir de la categoría de Superexplotación del trabajo, propuesta por Marx y desarrollada por Ruy Mauro Marini en su Teoría de la Dependencia, cómo se ha precarizado la condición de vida y trabajo de las trabajadoras migrantes mexicanas en Estados Unidos.Actualmente las mujeres representan cerca de la mitad de la población migrante mexicana. Hemos estudiado cómo se han modificado las ramas productivas en que laboran desde la crisis de 2008 a la fecha; este cambio ha significado una profundización de la situación de superexplotación del trabajo de estas mujeres migrantes, la cual se establece de manera continua y sistemática durante el período neoliberal y se profundiza con la crisis económica mundial del 2007 y con la actual crisis pandémica. Desde ahí nos interesa reflexionar sobre los impactos que tiene en la subjetividad de las mujeres migrantes la superexplotación que viven y las violencias a las que están expuestas en el punto de partida, el tránsito y el punto de llegada de su proceso migratorio. Por último, queremos enfatizar las resistencias y luchas que establecen estas mujeres trabajadoras, a través de diversas organizaciones que se construyen desde la propia necesidad de defenderse de la violencia cotidiana en los espacios de reproducción, los de movimiento y los espacios laborales.Resumen de la Ponencia:
O problema das ideias, formas e instituições “transplantadas” tem sido um dos mais recorrentes em trabalhos de intelectuais, escritores e artistas latino-americanos dos mais variados espectros políticos. Quiçá, a sensação de desajuste entre ideias e realidade seja uma das marcas da vida intelectual de sociedades historicamente periféricas, nas quais os modelos e padrões estrangeiros – especialmente da Europa Ocidental e dos Estados Unidos – foram (e são) referências a serem seguidas. No caso do Brasil, o debate sobre cópia e originalidade tem sido frequentemente acionado para pensar o país e alguns de seus persistentes dilemas. Tendo em vista esse quadro de debates, no qual podemos inscrever o problema da dependência cultural, a comunicação buscará recortar alguns ensaios de Silviano Santiago (1936-) e de Roberto Schwarz (1938-) que problematizam essa temática. Trata-se de dois dos críticos culturais mais importantes do Brasil, cujas formulações teóricas, desde a década de 1970, dialogam com temas caros postos no pensamento e na teoria social brasileira e latino-americana. Colocando os ensaios de Santiago e de Schwarz lado a lado, o desafio analítico é o de perceber como a condição periférica da cultura brasileira (e latino-americana) é teorizada por ambos. A hipótese é a de que, mesmo trilhando caminhos na crítica cultural significativamente diferentes, já que Santiago é mais próximo do pós-estruturalismo enquanto Schwarz possui uma visada marxista, ambos pensam o local e o universal, o moderno e o periférico de modo articulado, sem que a periferia seja vista como simples receptáculo do centro, e sem desconsiderar as assimetrias e hierarquias que existem entre países centrais e periféricos. Desdobrando essa hipótese, a sugestão é a de que os trabalhos dos críticos têm rendimentos teórico-metodológicos para os debates contemporâneos nas ciências sociais sobre o lugar das periferias e das margens para se pensar e produzir teoria social.Resumen de la Ponencia:
El marxismo se ha desarrollado desde diferentes miradas en América Latina, dos de sus líneas fundamentales constituyen fuentes importantes en la investigación contemporánea, ellos son: 1) la lectura de Bolívar Echeverría, que a partir de una particular apropiación de la crítica de la economía política de Marx despliega un análisis macrosocial de la cultura y de la particularidad de la modernidad capitalista y 2) la teoría marxista de la dependencia, que realiza una crítica general de cuestiones tales como la división internacional del trabajo, la transferencia de valor, etc. y estudia sus impactos en la superexplotación de la fuerza de trabajo en el ámbito regional. La primera lectura se realiza desde la larga duración del desarrollo capitalista, mientras que la otra se concentra en momentos claves de articulación de América Latina a la economía mundial capitalista en escala ampliada. No obstante, más allá de los diversos grados de abstracción, este trabajo considera que existen coincidencias centrales en torno a la apropiación de la teoría marxiana del valor y respecto a las conclusiones acerca de la explotación de la fuerza de trabajo. Además de ello, ambas interpretaciones poseen una riqueza teórica poco explorada en el ámbito de la crítica de la economía política sobre formas económicas y políticas pasibles de seguir contribuyendo en la explicación del capitalismo latinoamericano en sus diversas dimensiones. De ahí que este trabajo tenga por objetivo central tejer los posibles puentes teóricos entre ambas miradas.