Resumen de la Ponencia:
El arribo del COVID-19 en el mundo contemporáneo ha favorecido la implementación de medidas excepcionales, las cuales, a pesar de ser violatorias de derechos humanos, se han convertido en la regla que rige gran parte del orbe. La paradójica institucionalización de la anomia en el derecho se ha materializado en aquellas normas y decisiones políticas, administrativas o judiciales que, buscando salvaguardar la vida humana, terminan por menoscabarla o destruirla. La exacerbación de prácticas necropolíticas, orientadas hacia un hacer morir y dejar morir, ha propiciado, por una parte, la indistinción entre un estado constitucional y un estado de excepción y, por otro lado, ha generado la transmutación de democracias en necrocracias, tornando indistinguibles las metrópolis de las necrópolis. En este sentido, la relación entre el poder soberano y la vida humana en el mundo contemporáneo se ha erigido sobre el menoscabo o vulneración de los derechos humanos, los cuales, en el marco del actual desarrollo neuro-tecnológico, requieren ampliarse para garantizar la protección tanto de las personas como de la mente de las personas. Es decir, con el arribo de las neurociencias han emergido proyectos de índole militar que pretenden ampliar el uso de la neuro-tecnología para buscar instaurar una inédita modalidad de guerra, la cual es definida como guerra cognitiva. Por lo que, a las guerras por tierra, por mar, por aire, en el espacio y en el ciberespacio, habrá que considerar una modalidad de guerra en el campo cognitivo, la cual pretende menoscabar o vulnerar el binomio mente-cerebro. Por último, esta propuesta es resultado de una investigación documental, fundamentada en la teoría del estado de excepción de Giorgio Agamben, así como en los términos estado de excepción, necrocracia, necropolítica y guerra cognitiva.