Resumen de la Ponencia:
Cuando se decretó en México el inicio del confinamiento y la suspensión de las clases presenciales motivado por la pandemia de COVID-19 se pensó que dicho confinamiento sería muy corto. Sin embargo, han transcurrido casi 2 años, tiempo que millones de jóvenes han tenido que permanecer en casa desarrollando las actividades que normalmente se desarrollaban en sus centros escolares. Mientras otros sectores productivos fueron poco a poco regresando a la “normalidad”, el sector estudiantil tuvo que permanecer en casa. Por lo tanto, millones de estudiantes tuvieron que ajustar sus rutinas escolares, afectivas, laborales y familiares con distintos efectos en sus propios desempeños escolares, en su salud emocional y también en sus quehaceres domésticos y en sus relaciones familiares. La ponencia se construye con las narrativas que un grupo de 28 estudiantes escribieron en un ejercicio de autobiografía mientras llevaban más de un año sin asistir a sus clases presenciales. En sus testimonios se recupera la tensión, el miedo, la incertidumbre derivado por la pandemia y también los conflictos familiares derivados por una convivencia que se experimentó por largos días, semanas y meses de encierro.
Introducción:
A los pocos meses de haber iniciado la suspensión de las clases presenciales en el estado de San Luis Potosí y en particular entre los estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), me di a la tarea instrumentar varias acciones que me permitieran documentar las estrategias, acciones, problemas que se habían presentado entre un grupo de estudiantes a lo largo de un año de confinamiento. Una de esas estrategias fue la de solicitar a jóvenes que se dieran a la tarea de escribir un texto en donde se recuperaran aquellos eventos que, desde su punto de vista habían, marcado su experiencia con la pandemia y todo lo que se había derivado a partir del confinamiento. Al respecto me interesó que los jóvenes escribieran su experiencia de estar confinados en casa y que suspendieran una buena parte de sus actividades presenciales. En particular, la pregunta que sirvió de guía para la investigación fue la siguiente: ¿cómo un grupo de jóvenes universitarios vivieron la experiencia del confinamiento y todo lo que ello representó y significó en sus vidas personales, familiares y escolares?
Los 29[1] textos que se lograron recuperar entre un grupo de jóvenes retratan diferentes problemáticas a las que se han tenido que enfrentar a lo largo de este periodo, estos problemas no solamente están relacionados con el hecho de tomar clases a la distancia y lo complejo que ha sido esta nueva experiencia para la mayoría de ellos, también se hace presente los conflictos que se han generado entre los miembros de la familia por una convivencia en condiciones anormales.
Lo importante fue darles voz a los jóvenes, lo que implicó una libertad plena, para que desde una perspectiva propia, individual e irrepetible expresaran sus experiencias: así, sin filtro, sin afectaciones (que son propias en los actores de teatro), sin censura; acaso a veces totalmente racional y estructurada; otras veces mediante el fluir de la conciencia; en ciertos casos, sin una moralidad por mostrar desnuda el alma, por verter miedos, anhelos y frustraciones; en la mayoría de los casos, porque lo que escriben sea una especie de catarsis, un grito de hartazgo ante las imposiciones familiares, escolares o sociales. Los testimonios pueden tener nombre y apellidos, un género (masculino o femenino), un horario en el que fueron concebidos y realizados; son también evidencia del entorno familiar en el que fueron escritos; el medio para hacer justos reclamos, platicar algo que les corroe las entrañas o simplemente mostrar que existen, a pesar de todo, aun cuando hayan experimentado la muerte con alguien cercano. En todo caso son expresiones e impresiones auténticas, en las que destaca cuando hacen referencia a su nueva posición como alumnos frente a una pantalla, a la relación con sus profesores, a la imposibilidad de conocer y reconocerse frente a sus pares, a la falta de empatía por parte de los adultos -progenitores y docentes- y también a todo lo que van descubriendo de sí, como una gran revelación.
[1] Del total de 29 testimonios que se lograron generar 23 (79.4%) de ellos correspondieron a mujeres y los 6 (20.6%) restantes, son testimonios de hombres. Lo anterior está en sintonía con lo que sucede en las aulas universitarias, ya que al menos en la Facultad de Ciencias Sociales y Humanidades de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí, en los años recientes han sido mayoritariamente alumnas quienes son las que se ha inscrito en las carreras que se ofertan en la facultad. Por lo tanto, tenemos en su mayoría experiencias de compañeras estudiantes.
Desarrollo:
La pandemia escrita por los jóvenes y la construcción de nuevas agendas entre los investigadores de las juventudes
Es importante destacar el interés que hay entre diferentes instituciones académicas e investigadores de las juventudes por generar información sobre lo que sucedió entre este y otros sectores de la población en el contexto de la pandemia. Al respecto destacó tres proyectos en este sentido. Uno fue la convocatoria que emitió la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) en su sede México, para el primer concurso de ensayo: Reflexiones desde el encierro. Las juventudes frente a la pandemia. Como resultado de este ejercicio, se generó una publicación[1] con el mismo titulo del evento y que presenta los seis ensayos ganadores, tres de ellos fueron los que recibieron primero, segundo y tercer lugar y los tres ensayos restantes recibieron mención honorífica. Los seis ensayos, nos presentan las distintas realidades vividas desde la perspectiva juvenil y que representan testimonios invaluables sobre los efectos del primer año de la crisis sanitaria desencadenada por el COVID-19.
El segundo fue una convocatoria emitida por el Consejo Mexicano de Ciencias Sociales (COMECSO) y un grupo de instituciones de educación superior. Esta convocatoria tuvo por título: En dicha convocatoria se podía leer lo siguiente: Para dar cuenta de estos fenómenos hemos tomado la iniciativa de crear un Blog de testimonios-acción con el título La comunidad y la pandemia al que se invita a publicar textos cortos sobre sus efectos en los rubros abajo listados de manera indicativa, no limitativa. Se podrán incluir testimonios, vivencias, relatos, instantáneas, material audiovisual propio, otras expresiones culturales y humanísticas, memorias, reseñas de textos alusivos que muestren lo que hemos vivido en este periodo y que nos permita imaginar colectivamente formas de mitigar los daños y de recuperarnos.
https://www.comecso.com/convocatorias/comunidad-y-la-pandemia.
El tercer caso es la propuesta titulada: Adolescentes y pandemia en México. Experiencias, sentimientos y voces adolescentes. Los responsables del proyecto señalan lo siguiente: En el proyecto participaron 59 estudiantes de educación media superior, Municipio de Nezahualcóyotl, y consistió en desarrollar una investigación sobre la experiencia de la pandemia por los adolescentes. Para ello y a través de reuniones virtuales recibieron el acompañamiento de los coordinadores y una breve formación en los pasos y actividades a seguir para realizar una investigación en ciencias sociales. A partir de ello, se definieron 3 actividades: a) construir las preguntas de investigación de interés y las técnicas de investigación que se utilizarían para obtener información; b) aplicar esas técnicas (entrevistas, encuestas, fotografías, etc.) y recopilar la información obtenida; c) diseñar y elaborar un producto en el cual expresaran los resultados obtenidos en su investigación. Los productos generados fueron videos, series fotográficas, podcast, música (rap), dibujos y diarios (https://www.clacso.org/actividad/adolescentes-y-pandemia-en-mexico-experiencias-sentimientos-y-voces-adolescentes-2/).
El punto en común entre estos tres proyectos y el que se desarrolló desde San Luis Potosí, del que más adelante se presentan algunos resultados, es que colocan en el centro a los jóvenes y no sólo se les perciben como cifrás o parte de las estadísticas de una pandemia como la que la humanidad ha enfrentado, sino que son percibidos como actores que construyen ellos mismos sus respuestas y sus proyectos con sus recursos y con sus limitaciones. Lo anterior se podrá corroborar con los casos que se presentaran más adelante en este mismo texto y que nos presentan los escenarios en los que ha trasnscurrido el día a día de un grupo de jóvenes universitarios. Los alcances y resultados de estas investigaciones demuestran la importancia que tienen las agendas de los jóvenes en los intereses de las instituciones educativas y de investigación, para seguir generando conocimientos que puedan, en su conjunto, construir proyectos de políticas públicas para avanzar y brindar soluciones a los viejos y nuevos problemas de las juventudes en México y en otras países de América Latina, mismos que se han incrementado con el arribo de la pandemia y sus distintos efectos colaterales.
Narrativas de 29 jóvenes universitarios potosinos durante el confinamiento
Como ya se señaló en otra parte del texto, el ejercicio de escritura de las múltiples experiencias cotidianas de los jóvenes durante largos meses de encierro se tradujo en muchas respuestas y muchas reacciones entre los jóvenes y sus núcleos de amigos, compañeros de escuela, y familiares. Los textos[2] que fueron generados por los jóvenes nos permitió conocer otros mundos que también resultaron ser de gran importancia para ellos y que de otra forma no hubiese sido posible reconocer. Algunos de los temas que se lograron identificar en los testimonios fueron los siguientes:
Estados de ánimo de los jóvenes durante el confinamiento:
“Con cada día que pasaba, me comencé a aburrir de vivir lo mismo todos los días: escuchando música mientras miraba otras cosas, estando en mi cuarto como ermitaña. Lo único que se me ocurrió fue descargar este juego de PC llamado League of Legends, pues había visto gameplays y cinemáticas, por lo que me llamó la atención”.
“No he desarrollado depresión, afortunadamente, pero aquellos pensamientos de desprecio hacia mí misma aumentaron, y hacía años que no me sentía de esta manera. Solía tener muchas crisis similares, pero las olvidaba al estar en la escuela o cosas así; aunque si me pongo a pensarlo, nunca se fueron. Ansío tener clases presenciales, para conocer a mis compañeros y para que me dé el sol que me hace algo de falta.”
“Estaba muy fastidiada del encierro”
“Cansancio, tristeza, agobio, incertidumbre, reflexión, autoconocimiento, gratitud, felicidad, conciencia, crecimiento. Tengo días buenos, tengo días malos. A veces me levanto y siento la motivación de continuar e intentar que no me afecte todas las cosas que no puedo controlar; otras veces sólo me gustaría estar acostada en mi cama, esperando renacer en una roca para mi próxima vida”.
“Diciembre del 2020. En este mes acabaría mi primer semestre en línea y mi primer semestre en la universidad, celebraría mi primera navidad encerrada lo cual fue algo raro porque no hubo abrazos ni reunión con la familia sólo estaba en casa mi papá y mi hermana, lo cual me regalaron de navidad la colección de Harry Potter y una camiseta, también fue lo mismo con el año nuevo ocurrió lo mismo todos en casa y aburridos”.
“Recibí la noticia de que había reprobado una materia. En mi situación de irregularidad me estresé más e ingería con mayor frecuencia detergente en polvo. Dejé de realizar actividades físicas como caminata y me recluí en mi habitación, aumenté de peso y me dediqué totalmente a aprender sobre Corea; abandoné la comunicación con mis amigxs, abandoné la lectura y dejé de lado el estudio para mi examen de regularización programado para el 19 de julio.
“Y esto me lleva a otra cosa: he llorado un chingo el último año. Viví durante 20 años en una casa donde se aplicaba la de The Cure y los niños no lloraban porque mi papá se enojaba; sólo exceptuando las veces que se murieron mi abuela, cuando tenía 17, y mis perros, a los 6 y a los 19. Pero ahora puedo hacerlo y puedo cantar a las dos de la mañana y hablar por teléfono y decir que me está llevando la cola, otra vez, y eso me ha llevado a conocerme a mí mismo y a darme cuenta que ya no soy el mismo que era cuando esto empezó”.
“Siento un cansancio total que me hacen acostarme en cualquier lugar de la casa para conciliar mi pesado sueño. En las mañanas las clases y en la tarde el trabajo, hacían que me sintiera sin ganas de algo.”
“Estuve muy triste por mucho tiempo durante vacaciones y sobre todo sin ver a mis amigos ni mis profesores que tanto quería, no sentí que ya me había graduado de la preparatoria, sin sentido, ni gloria”.
“Puedo decir que este año de cuarentena no fue del todo malo, si hubo muchas cosas malas que, si me deprimieron un poco, como haber perdido mis prácticas profesionales o no haber tenido mi graduación. Pero la verdad hice algunas cosas buenas como tener nuevas amistades a la distancia, que a mi parecer creo que fue lo mejor de mi cuarentena y eso sumándole también la adopción de mi perrita”.
“Vi a algunos de mis compañeros hasta mediados de junio porque nos citaron en un lugar para las fotografías del certificado, pudimos conversar un rato ya que no nos permitían estar mucho tiempo ahí, algunos se sentían muy tristes por el hecho de que no tendríamos graduación y porque ya habían comprado sus trajes o vestidos; las pocas veces que salí de casa, fueron para asistir a cursos de la iglesia en donde impartían diferentes materias para el examen de admisión”.
“Y con esto se empieza otra, la preparación para la entrada a la universidad, mucha incertidumbre que me causo inseguridad por la forma en que se va soltando y modificando la dinámica, en lo personal me costo muchísimo estudiar, lo deje un poco para último momento, me ocasiono mucho estrés pero al final llego el día de ir a presentar el examen a la facultad, el primer momento en el que me enfrento a ver tantas personas, claramente con el protocolo de seguridad pero aún así es sorprendente encontrarme con tantas personas y siendo San Luis la ciudad pequeña que es, no reconocer a nadie”,
“Regresé al gimnasio, cosa que es un pilar en mi vida, me ayuda mucho con mi ansiedad, mi estabilidad emocional y mental, y esta salida aunque es corta cambio para mejor la situación en la que me encontraba, ahora que hago mención de este tema sensible que es la ansiedad, se volvió algo muy fuerte en mi vida, especialmente direccionado a mis clases, las participaciones, exposiciones me empezaron a causar mucho conflicto, y es un poco molesto el cómo antes me parecía tan normal convivir, justo ahora el pensamiento de hablar en clase no me pone en la mejor situación, pido una disculpa por no ser la versión más participativa de mi, pero estoy trabajando en ello”.
“Cuando terminó el semestre me sentí aliviada, no estaba tan cansada de la escuela, pero ya me había empezado a fastidiar”.
“Empieza el segundo semestre completamente en línea y me harte en los primeros días. En realidad, ya estaba cansada del semestre pasado, pero en este nuevo semestre, mi cuerpo y mi salud mental dijeron “basta” y me desconecte de mis responsabilidades por un buen tiempo. Me gustaban los temas que veíamos, pero ya no tenia ganas de entrar a clase, estaba bastante cansada todo el tiempo, me sentía desmotivada y sin ganas de hacer nada”.
“Puedo decir que estoy harta del semestre en línea”.
“No poder salir, ni convivir como estaba acostumbrada, ha sido un martirio. Llevo sin bailar en clases desde el año pasado, llevo sin salir a fiestas desde el año pasado, en realidad, llevo sin relacionarme con un mundo físico desde el año pasado. Esto no sólo ha mermado mi salud física y mental, sino que también me ha afectado mucho en las habilidades sociales que tenía”.
“Pase de emanar una vibra zen a llorar de la nada, podía estar comiendo y sin motivo o razón derramaba lágrimas al igual que el convivir con mi papá se volvía cada vez más difícil, pero sobre todo extrañaba a mi “tita”.
“Hay veces que me miro al espejo y no puedo reconocerme. Estoy pálida y delgada, cada vez resalta más el color de las ojeras, consecuencia del insomnio. Estoy consciente de que mi mente se deteriora y mi cuerpo poco a poco también se marchita. Anhelo mucho dormir por las noches, he intentado ejercitarme mucho para así poder estar cansada, y lo estoy. Mi mente y mi cuerpo ya están agotados, pero no puedo dormir. Paso las horas de la noche dando vueltas en la cama, rodeada de oscuridad y la tristeza que me asfixia. Me cubro con las mantas, grito y lloro desesperadamente porque no sé cómo detener esto. A veces lloro hasta por fin conciliar el sueño y otras veces, mientras pienso en qué debo cambiar, en qué tés relajantes buscar y cuántas veces debo meditar para descansar, suena la alarma y todo se repite de nuevo. Estoy tan agotada durante el día que a veces no me puedo levantar, mi cuerpo se siente pesado, oprimido, como si una fuerza invisible me abrazara hacia abajo. Esto también ocurre cuando es hora de comer. Mis brazos se sienten como el plomo y lloro de desesperación al no poder levantar el tenedor. Si esto no sucede, entonces las náuseas no me dejan probar bocado”.
“Las horas se funden con el pesado calor de mi habitación, veo como sucede mientras estoy tirada en el piso, rodeada de las mismas cuatro asfixiantes paredes, muchas veces se siente como si estuviera muerta. Estoy cansada”.
Impactos del encierro en el estado de animo entre los jóvenes:
Las experiencias de los jóvenes nos muestran que situación de las juventudes potosinas no ha resultado estar alejada de lo que se ha sido experimentado por las juventudes en otros países; por ejemplo, los resultados de la “Encuesta de Percepción y Actitudes de la Población. Impacto de la pandemia COVID-19 y las medidas adoptadas por el gobierno sobre la vida cotidiana”, aplicada por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF /Argentina), en este ejercicio se destacó que un 50.5% de los jóvenes del país afirmó estar deprimido, angustiado o asustado por la pandemia de coronavirus covid-19. Además, el 44% piensa que ellos o sus familias se van a contagiar.[3]
Los trastornos en la salud mental y también la salud física han sido también escenarios en los que los jóvenes han lidiado con la pandemia, tal vez no viéndose en situaciones de gravedad por contagios de COVID-19, pero si en aspectos derivados por lo incomodo que podía ser pasar largas horas del día frente a una pantalla de un dispositivo electrónico y lo anterior se agravaba aún más cuando el lugar de estudio eran espacios reducidos de las propias casa-habitación; ya que hay que recordar que los jóvenes tuvieron que compartir espacios físicos de la casa y dispositivos electrónicos con otros miembros de la familia. Cancelar de un día para otro la convivencia social de los jóvenes en sus espacios cotidianos (escuelas, parques, cines, teatros, antros), y con sus pares (compañeros de escuelas, compañeros de trabajo, novios, amigos), resultó ser un detonador de innegables crisis emocionales para cada uno de los jóvenes. También estas narrativas son bastante parecidas a las que otros investigadores y otras instituciones han logrado documentar[4]. Ciertamente los jóvenes contagiados y fallecidos por COVID-19 no resultaron ser tan numerosos como si lo fueron otros grupos de edad, pero los daños a la salud emocional que ha dejado meses de encierro sin poder asistir a la escuela y compartir muchas otras actividades con sus pares, eso si ha dejado innegables secuelas, lo que hace necesaria una acción estrategia de acompañamiento y/o tratamiento no sólo académico; sino también un acompañamiento emocional y afectivo. Los jóvenes han enfrentado muchos duelos, y éstos no sólo se refiere a la muerte de algún pariente, o conocido. Los duelos han sido experimentados por haber tenido que romper con sus planes y sus proyectos por culpa de un encierro que llegó de un día para otro y que obligó a cancelar muchos proyectos y actividades que se habían planeado con anticipación (fiestas de fin de cursos, viajes de movilidad estudiantil, prácticas de campo y otras actividades importantes para los jóvenes).
La rutina en el cuarto:
“Mi cuarto siempre ha sido mi refugio, donde puedo ser y hacer con la tranquilidad de que nadie me va a juzgar porque los únicos ojos que me ven son los míos en el reflejo de los espejos. Los espejos de mi cuarto han sido testigo de los cambios emocionales y físicos que tuve que vivir a lo largo del encierro; noches de llanto y crisis de ansiedad por no poder lidiar con las situaciones familiares, no saber hacer una tarea con un profesor que no responde los mensajes, o bien, por el pánico momentáneo causado después de cortarme el pelo en un intento de sentirme mejor conmigo misma”.
“Cada mañana tengo que tender mi cama para tener mi refugio listo para cuando salga de mi horario escolar, me quito la playera vieja y raída que uso para dormir y me intento vestir con algo que me cubra lo suficiente como para poder prender mi cámara y no sentirme avergonzada ante mis compañeros. Si no hago estas dos cosas, siento que la frontera entre mi salón de clases y mi refugio se borra por completo, cosa que jamás pasaría de estar en mis queridas aulas frías y poco ventiladas de la universidad”.
“En mi vida escolar el examen se había visto pospuesto y cuando por fin fue posible entrar a la licenciatura lo hice, pero dejé de percibirla como una universidad, no había compañeros, las paredes de mi cuarto se convirtieron en mi aula y todo lo que me entusiasmaba de por fin poder entrar a mi carrera soñada no existía más. Sinceramente todo el camino ha sido duro, antes de la pandemia siempre me había percibido como un mujer quitada de pena, a la cual se le facilitaba socializar en cualquier ámbito, pero estando detrás de una pantalla el solo hecho de prender el micrófono para emitir una opinión sobre las lecturas me ha causado una guerra interna, como el levantarme a las 7 para sentarme en el escritorio que se encuentra justo aun lado de mi cama me ha parecido un castigo”.
“Mi primera dificultad fue con la de no contar con un espacio adecuado ya que no tengo escritorio y el comedor ya estaba siendo utilizado por mi padre. Me adapté colocando mi laptop en mi cajonera sobre unos libros y poniéndola de frente a mi cama, donde me siento. Tengo una tabla de madera que me sirve para apoyar mis libretas y tomar apuntes, pero creo que este hábito me está generando una mala postura y dolores de espalda. Por ello a veces decido apagar la cámara y acostarme, pero muchas veces eso hace que termine dormida”.
“Por supuesto que hay ventajas de tomar las clases a distancia, como no tener que levantarse temprano, solo arreglarse de la cintura para arriba y ahorrar dinero en gasolina y transporte, así como poder conversar con los compañeros por medio de whatsapp u otras aplicaciones en plena clase. Sin embargo, creo que estas ventajas nos han traído también malos hábitos. Muchos nos levantamos de la cama 5 minutos antes de que comience una clase y creo que por ello no es extraño ver a nuestros compañeros peinándose o preparándose el desayuno. También hay otros que deciden tomar un baño o ponerse a hacer el aseo. Esto último yo lo he hecho mucho. Pongo mi celular en el bolsillo de mis pantalones y escucho la clase con audífonos, como si se tratara de un podcast”.
Cuando la casa se volvió aula, centro de trabajo y otras muchas cosas más:
La vida escolar, pero también la vida social y el entretenimiento se llevó a la casa, pero para muchos de los casos que aquí se presentan la recamara se transformó en el lugar en donde se intentaba tomar clases y hacer muchas otras actividades. Sin duda, ello generó ajustes en la manera en la que se experimentaba la vida y por supuesto generó cambios en sus estados de ánimo. Acostumbrados a convivir personalmente con sus amigos, con sus compañeros de clase, sus docentes y sus parejas, todo esto se tuvo que modificar. La socialización se da por largos meses por medio de un teléfono celular o un equipo de computo. Desde los cuartos de recamara o desde otros espacios del hogar, se intenta llevar una nueva experiencia de vida. No hay duda de que para los jóvenes la interacción presencial y ocupar espacios públicos para realizar esa interacción es algo crucial en la construcción de su identidad y en la reafirmación de lo roles al interior del grupo en el que se desenvuelven. Por lo tanto; es clave que instituciones de salud pública y las propias instituciones educativas puedan tener conocimiento de la existencia de este tipo de experiencias, contadas por los propios jóvenes, para que de manera colaborativa se construyan proyectos de atención y de acompañamiento de la población juvenil, pero también de aquella población adulta con la que cotidianamente conviven; ya que ambos grupos de población han pasado mucho tiempo junto; pero al parecer esta convivencia no siempre resultó en las mejores interacciones que nos podamos imaginar. Al respecto en otro trabajo de mi autoría, (Rivera, 2022), he podido documentar que una buena parte de los conflictos que los jóvenes padecieron durante el largo periodo de encierro, se tuvieron con sus hermanos, con sus papás y mamás, con otros parientes que llegaron a la casa. La larga convivencia en un mismo espacio generó roces, malos entendidos y muchos conflictos.
[1] La publicación es la siguiente: Tavera, Fellonosa, Ligia -coordinadora- (2022). Reflexiones desde el encierro: las juventudes frente a la pandemia. México: FLACSO México.
[2] Los fragmentos que se utilizan en esta parte del trabajo fueron recuperados de los textos que fueron redactados por los jóvenes.
[3] Ver: https://www.unicef.org/argentina/media/8056/file/Covid19-EncuestaRapida-InformeEducacion.pdf
[4] Ver los testimonios incluidos en el texto: Tavera, Fellonosa, Ligia -coordinadora- (2022). Reflexiones desde el encierro: las juventudes frente a la pandemia. México: FLACSO México.
Conclusiones:
Lo que nos muestran las experiencias que aquí se han presentado, es la necesidad por parte de las instituciones educativas, de poner en el centro de la reflexión no sólo el desempeño académico de sus estudiantes durante este largo periodo de confinamiento, si no que también será clave el seguimiento y el apoyo que les brinde a los mismos estudiantes sobre su salud mental y emocional. Se vuelve urgente la construcción de diagnósticos participativos entre autoridades, docentes, padres de familia y las juventudes, para tener resultados y miradas integrales sobre lo acontecido durante el periodo del confinamiento y con ello tener proyectos de atención a la salud, a lo emocional, a lo que no se aprendió en las aulas y también en documentar las experiencias de resiliencia y de éxito para los jóvenes, ya que no
todo han sido experiencias negativas para los jóvenes. Pienso en el aprendizaje que han hecho los propios jóvenes de las bondades de la virtualidad para poder desarrollar muchas otras actividades y no sólo limitar la virtualidad a los escenarios de la diversión y el ocio; sino también ampliarlo ahora para la construcción de escenarios para hacer investigación, de conectarse con otros jóvenes y compartir información de su interés; contactar a investigadores y activistas en cualquier parte del mundo. Además, sus experiencias serán parte de esos testimonios que queden como un resultado de cómo un acontecimiento como la pandemia vino a transformar la vida y el rumbo de la humanidad; pero también vino a darle nuevos rumbos a la vida de estos 29 jóvenes, pero también la de millones en otros países y en otras regiones. Se vuelve necesario generar datos locales y luego siguiendo la tradición de los estudios antropológicos, desarrollar estudios comparativos; para ver si lo que sucedió en la vida de los jóvenes potosinos encuentra similitudes o diferencias con lo que vivieron otros jóvenes en otros estados del país; en otros países y en otros continentes. Esa es la meta en el mediano plazo. Finalmente, ante la falta de una política educativa que atienda la salud mental de los alumnos, los testimonios que aquí se han presentado resultan ser un material invaluable como objeto de estudio para diferentes especialistas vinculados con la docencia: psicólogos, pedagogos, sociólogos, entre otros. La importancia no radicará entonces en los aprendizajes o en recuperar el tiempo perdido, sino en ver la salud integral de los alumnos: como individuo mente-cuerpo, como ente social, para después pensar en el individuo como alumno.
Bibliografía:
Rivera, González José Guadalupe (2022). “Quédate en casa”: un análisis de la experiencia del confinamiento en casa entre estudiantes del nivel superior en San Luis Potosí, México. Rutas de campo (6), 89-107.
Tavera, Fellonosa, Ligia -coordinadora- (2022). Reflexiones desde el encierro: las juventudes frente a la pandemia. México: FLACSO México.
Fuentes de internet:
https://www.clacso.org/actividad/adolescentes-y-pandemia-en-mexico-experiencias-sentimientos-y-voces-adolescentes-2/
https://www.comecso.com/convocatorias/comunidad-y-la-pandemia.
https://www.unicef.org/argentina/media/8056/file/Covid19-EncuestaRapida-InformeEducacion.pdf
Palabras clave:
Juventudes, confinamiento, pandemia