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GT_20- Sociología de la Niñez, Juventud y Envejecimiento
Enfermedad y cuidados en la vejez
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Cuando el lugar más inseguro se vuelve tu única opción: ¿Cómo han enfrentado la pandemia COVID-19 los asilos en la ciudad de Hermosillo, Sonora?
La pandemia de COVID-19 ha afectado gravemente a los adultos mayores, quienes han constituido, según los expertos, al grupo más afectado en el mundo por esta enfermedad. En México la desprotección social, económica, laboral y bajo el análisis de las comorbilidades presentes en las personas adultas mayores conforman los principales factores de riesgo y alta mortalidad de la enfermedad COVID-19 (Vega. et al, 2020). Sumado a esto, y lo que representa para esta investigación el tema central, algunos investigadores destacan que las personas que viven en asilos u otros centros de cuidados a largo plazo se encuentran en los grupos de alto riesgo a contraer la enfermedad COVID-19. (Bermúdez, Gaitán, Aguilera, 2020)Frente a la condición de vulnerabilidad que viven los adultos mayores en México, sumado a la susceptibilidad frente al COVID-19, es importante investigar las medidas que han tomado los asilos y casas hogares para enfrentar la pandemia y con ello lograr un diagnóstico que sirva para alguna intervención social en esta área. Basado en la pregunta de investigación ¿Cómo han enfrentado la pandemia COVID-19 los asilos de la ciudad de Hermosillo, Sonora? que tiene como argumento central que los asilos en la ciudad enfrentaron dificultades económicas y de salud frente a la pandemia, provocando con esto una mayor dificultad para el correcto seguimiento de medidas sanitarias, se realizó una investigación de tipo cualitativo con un enfoque descriptivo donde se hizo uso de la entrevista semiestructurada a los directivos de los asilos, algunos trabajadores que trabajaron durante el confinamiento y a adultos mayores que se encuentran en facultad de ser entrevistados. Esta investigación aportó un margen claro acerca de la realidad que vivieron los asilos durante la pandemia por COVID-19 en la ciudad de Hermosillo que se pretende exponer junto con las estrategias de intervención social que se están llevando a cabo para su mejoramiento para que puedan, todos aquellos interesados, ponerlo en práctica en diferentes asilos. Siendo los adultos mayores la población de más riesgo frente al COVID-19, es de gran importancia conocer como enfrentan esta pandemia los espacios que les albergan a aquellos que, por distintas situaciones, no cuentan con un lugar para vivir ni con personas que les cuiden y atiendan, aumentando aún más su vulnerabilidad y riesgo frente a la pandemia. Todo con el fin de la creación de estrategias sólidas para intervención social que mejoren las condiciones en las que estas instituciones enfrentan la nueva normalidad y así resguardar la salud de nuestros adultos mayores
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Experiencias de adultos mayores durante la pandemia del COVID 19
Sandra Treviño-Siller1
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Rodrigo Tepox Bruno
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Ana Karen Pérez Jiménez
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Dolores González Hernández
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Antecedentes: En marzo del 2020 la OMS decretó la pandemia del COVID-19. Los primeros datos indicaban que los adultos mayores presentaban mayor vulnerabilidad. Se observó que las consecuencias de la pandemia eran diferentes según las determinantes estructurales y sociales. En México se han desarrollado escasos estudios sobre la experiencia de esta población durante la pandemia y la mayoría han sido de tipo cuantitativo.Diseño y método: Estudio cualitativo y exploratorio y cualitativo, desde una perspectiva fenomenológica, enfocado en explorar las vivencias y sentimientos de adultos mayores. La información se recopiló mediante entrevistas semiestructuradas realizadas a distancia, la mayoría. Se realizó un análisis de contenido y se agrupó la información en categorías.Resultados: Se realizaron 27 entrevistas, 23 con mujeres, el promedio de edad fue de 71 años. La mayoría estaba casada y 10 eran viudas. Todxs tuvieron acceso a educación académica formal y sus ingresos económicos eran estables. La mayoría vivían acompañados por familiares y tenían casa propia y cuentan con todos los servicios básicos. Todxs tienen acceso a seguridad medica ya sea IMSS o ISSSTE y también a servicios privados.Al inicio de la pandemia la experiencia fue sorpresiva y preocupante. Algunos estuvieron bien al principio, pero con el paso del tiempo, el encierro les incomodó. Lo más difícil de la pandemia fue distanciarse de amigos y familiares. También fue muy impactante ver las muertes causadas por el COVID-19. Todos los entrevistados usaron el teléfono para comunicarse con sus familiares y aprendieron a usar redes sociales, y a hacer videollamadas. Los que vivían cerca de sus familiares los veían por la reja o por la puerta.Entre los cambios reportados mencionaron el dejar de ver a los amigos, dejar de salir de casa, la pérdida de la libertad, cambios en los hábitos y estilos de vida, suspensión de actividades, adaptarse a la realidad virtual y al uso de mascarilla y precaución de todo lo que provenía de la calle. El mayor reto para la mayoría de los entrevistados fue el llamado encierro, que generó sentimientos de frustración, incertidumbre y enojo. Algunos consideraron que una de las mayores dificultades era sentir que la pandemia estaba lejos de terminarse y es destacable que algunos sentían que probablemente no les tocaría ver el fin.La vacunación fue bien recibida por todos los participantes, aunque algunos reportaron fallas en la organización, principalmente poca información, largas filas y largos tiempos de espera.Conclusión: La pandemia por COVID-19 ha representado una barrera para los adultos mayores, no sólo porque la letalidad de la enfermedad es mayor en ese grupo, sino porque son más vulnerables a las repercusiones sociales, económicas y psicológicas que conlleva el distanciamiento social, esto generó mayores problemas para ellos.
#00914 |
Consumos problemáticos en personas adultas mayores.Un aporte desde el paradigma de curso de vida en tiempos de pandemia.
María Florencia Baglione1
1 - FLACSO/ CONICET/ Universidad Nacional de Luján.
Los consumos problemáticos -vinculados a sustancias legales e ilegales- siempre existieron, pero desde la instauración de las lógicas de consumo como nuevo ordenador social, estos se han diversificado e incrementado. En este escenario, varios de ellos tienen como objetivo sobrellevar un determinado padecimiento, llegando a incidir negativamente en la salud física y/o psíquica del sujeto, y sus relaciones sociales. No obstante, esta problemática suele ser asociada mayormente a los jóvenes y adultos, invisibilizando el hecho de que estos comportamientos pueden hacerse presentes e incidir negativamente en las personas adultas mayores.
Actualmente, esta cuestión está tomando mayor relevancia dado que la pandemia por Covid-19 y las medidas preventivas de aislamiento y distanciamiento -de una red socio afectiva y/o un tratamiento- han generado una serie de consecuencias emocionales y psicosociales en toda la población, derivados principalmente de la discontinuidad en las pautas habituales de interacción social y el cambio de hábitos (Gallegos et al., 2020; Pascale, 2020). En este sentido, resulta probable que emerjan conductas vinculadas al consumo, como una forma de evitar el displacer y/o como medio para sobrellevar sentimientos negativos.
Cabe considerar que, abordar los consumos problemáticos en profundidad implica pensarlos y analizarlos desde una perspectiva integral, cuyo eje es conocer “el sujeto, su entorno y su historia, los vínculos, las redes con las que cuenta y el contexto en el cual está inserto” (Gómez Di Vicenzo y Cagide, 2018, p. 31). Para ello, el paradigma del curso de vida se constituye es una herramienta útil que posibilita comprender las particularidades que adquiere este tipo de comportamientos a lo largo de toda la existencia.
La metodología propuesta es de tipo cualitativa y el diseño de la investigación descriptivo-exploratorio. De esta forma, se llevó a cabo cuatro reconstrucciones bibliográficas, cuya finalidad fue la comprensión en profundidad de los consumos problemáticos durante la vejez. Los resultados dan cuenta que las redes sociales inciden en los consumos, y en varios momentos de las trayectorias se constituyeron en pilares centrales para sobrellevar recaídas, reducir e incluso cesar estos comportamientos. Sin embargo, el contexto socio sanitario y el consecuente distanciamiento físico de estos apoyos, ha generado un impacto negativo en los entrevistados, e incluso dado lugar a nuevos consumos.
Introducción:
Cuando la cuestión de los consumos y sus diversas consecuencias fueron percibidas y comprendidas como un problema de índole público, los distintos gobiernos y organizaciones internacionales comenzaron a instaurar una serie de normativas que permitieran regular estos comportamientos en la sociedad. En el caso de Argentina, desde 1974 hasta 2010 estas herramientas normativas se encontraron delineadas por dos paradigmas: el abstencionista-prohibicionista, basado en una política de tolerancia cero y enfoque punitivo; y, la reducción de daños, donde se asocia la adicción con una enfermedad, apareciendo en escena los tratamientos y cursos de prevención como una alternativa viable a la penalización. Ambas miradas se encuentran centradas en la ilegalidad, asentando una serie de estigmatizaciones queasocian sectores marginados y/o situación de vulnerabilidad social con las drogas y la delincuencia.
Es a partir de 2014 con la sanción de la Ley N°26.934 –Plan Integral para el Abordaje de los Consumos Problemáticos- que se hace hincapié en la necesidad de abandonar la mirada reduccionista y de criminalización fomentada desde 1974. Esto implica dejar de considerarlo como un problema individual que requiere de un tratamiento aislado y focalizado sólo en la “adicción”; sino comprender que nos posicionamos frente a un sujeto de derecho, con una historia de vida, que está inserto en un determinado contexto y forma parte de un entramado de relaciones y vínculos (Gómez Di Vicenzo y Cagide, 2018). No obstante, y a pesar de los avances en materia normativa, esta perspectiva de derechos continúa conviviendo con tendencias históricas que promueven la focalización, punición, exclusión y estigmatización de aquellas personas que atraviesan una situación de consumos. Es a raíz de ello que, se sigue asociado este tipo de comportamientos con jóvenes y pobres.
Esta última cuestión puede observarse en los datos relevados y publicados por la Secretaría de Políticas Integrales de Drogas de la Nación Argentina (Sedronar), que desde 2004 ha llevado a cabo relevamientos centrados en las personas de entre 14 y 65 años. A continuación, se exponen los principales datos que dan cuenta de las estadísticas de consumo de las personas mayores de 60 años (Tabla 1).
Tabla 1: Consumos problemáticos en mayores de 60 años
Fuente: INDEC (2019); OAD (2018) y OAD (2017).
Como se observa en los últimos relevamientos realizados, el énfasis está centrado en las sustancias químicas, obviando el hecho de que los consumos problemáticos hacen referencia a todo comportamiento que “afecta negativamente en forma crónica, la salud física o psíquica del sujeto y/o las relaciones sociales” y eso incluye a los consumos no químicos (Ley n°26.934, 2014, art.2). A su vez, el meollo de la cuestión sigue siendo la población de jóvenes y adultos jóvenes, cuando en realidad estos comportamientos no distinguen entre clase, género ni franja etaria. En este sentido, continuar con esta tendencia, sólo promoverá la invisibilización de las personas adultas mayores; sector que se encuentra en constante aumento.
Argentina se encuentra entre uno de los cuatro países más envejecidos de Latinoamérica; según el Censo 2010, un 10,2% de la población tiene 65 años y más; además, una de las características que presenta es la feminización de sus componentes, a causa de los mayores niveles de sobremortalidad masculina (INDEC, 2012). Cabe aclarar que, las zonas donde vive el mayor porcentaje de personas mayores de 60 años son: Ciudad Autónoma de Buenos Aires con un 15,7% y, en segundo lugar, la provincia de Buenos Aires con un 11,5%.
De esta forma, los cambios llevados a cabo en la estructura poblacional y su tendencia creciente, han instaurado una serie de preocupaciones en torno al soporte económico social, al área de salud y enfermedades vinculadas a la edad, el esquema de pensiones y la inclusión económica y social de las personas adultas mayores (Torres, 2006). Esta situación promovió la sanción de diversos instrumentos jurídicos –como la Ley N° 27.360, que ratifica la Convención Interamericana sobre Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores-; no obstante, este reconocimiento formal de los derechos no es suficiente para cambiar la situación de desventaja de las personas mayores, puesto que los Estados/las instituciones aún no se han adaptado a la nueva composición por edades de la población, ni en términos estructurales ni ideológicos, y continúan promoviendo situaciones de vulneración de derechos (González Ollino et al,. 2021).
Los consumos problemáticos son una de las áreas que requiere de una visibilización y abordaje particular. Es con base a ello que, el objetivo del presente trabajo es conocer y analizar los cambios asociados al consumo problemático en el curso de vida de las personas de 60 años y más, otorgando énfasis a la pandemia por Covid-19.
Desarrollo:
Estrategias metodológicas:
Con la finalidad de cumplimentar el objetivo propuesto, se llevó a cabo una investigación cualitativa longitudinal, cuyo diseño es exploratorio-descriptivo. De esta manera, se optó por emplear un estudio de casos que posibilitó abordar, profundizar y comparar las particularidades que adquieren los consumos problemáticos durante la vejez. Para ello, la muestra fue seleccionada en función de los siguientes criterios: A) Personas de 60 años y más, B) Género: varones y mujeres, C) que haya o estén atravesando un consumo problemático y D) Residentes del Área Metropolitana de Buenos Aires[1]. La técnica seleccionada para llevar a cabo la recolección de datos fue la entrevista en profundidad, que posibilitó reconstruir las historias de vida de los entrevistados, otorgando énfasis a la propia perspectiva de sus experiencias y vivencias.
El trabajo de campo, fue realizado en dos instancias, por medio de encuentros presenciales y virtuales[2]: por un lado, se llevó a cabo un primer encuentro situado desde febrero hasta abril del 2020; mientras que el segundo encuentro se concretó desde junio a agosto del 2022. En este sentido, el carácter longitudinal permitió observar cambios y/o continuidades en relación a las trayectorias familiares, laborales, de salud y de sus respectivos consumos; como así también, indagar en el cómo las personas se adaptaron (y adaptan) a los cambios que generó la pandemia Covid-19 (Caïs et al., 2014).
Para situar el contexto en el cual se han desarrollado las entrevistas, se describen a continuación las principales características sociodemográficas (Ver tabla 2); cabe aclarar que para respetar la confidencialidad y el anonimato de los participantes serán identificados mediante seudónimos. La muestra de personas mayores de este estudio corresponde a las cohortes que nacieron entre 1949 y 1960.
Tabla 2: Datos sociodemográficos
Fuente: Elaboración propia, con base en los datos de la investigación
En relación al estado civil y el tipo de hogar, Carolina, Lorena y José se encuentran separados, con la salvedad de que este último está en pareja desde hace 15 años y convive desde marzo del 2020 con ella. Mientras que, María se encuentra casada y vive con su esposo, pero su residencia actual colinda con la de su hija y sus tres nietos. En los casos de Carolina y Lorena, ellas son las únicas que viven con alguno de sus hijos y nietos.
En lo que respecta a la cobertura previsional y/u ocupación se desprende que María es la única que se encuentra jubilada, pero continúa realizando actividades laborales en el comercio de su hija. Por el contrario, el resto de las participantes continúa desempeñándose como auxiliares en instituciones educativas y José como docente en el nivel primario. Cabe aclarar que, en cuanto al nivel de instrucción alcanzado, María y José culminaron sus estudios secundarios y continuaron su formación en terciarios y cursos de formación para oficios; no obstante, Carolina y Lorena se insertaron de manera temprana en el mercado laboral, dejando inconcluso los estudios correspondientes al nivel secundario.
Una vez concretados los encuentros se llevó a cabo la descripción y transcripción correspondiente, lo que posibilitó comparar constantemente las distintas trayectorias de consumo (enmarcándolo en la propia biografía) e identificar puntos en común y/o divergencias. Sin embargo, y debido a los últimos acontecimientos vivenciados, se considera importante poder dar cuenta de los efectos de la pandemia Covid-19. De esta manera, se elaboró una matriz de datos que clasifique el tipo de consumo (químico/no químico), la edad de inicio (iniciación temprana/tardía) y la prevalencia/frecuencia del consumo (a lo largo de su trayectoria y sí hubo períodos de interrupción, recaídas y/o cese). A su vez, se buscó identificar la incidencia de las redes de apoyo social (primaria, secundario y formales) en esos momentos puntuales.
De esta manera, se presentan a continuación los primeros resultados obtenidos.
Curso de vida y consumos problemáticos en personas adultas mayores
A partir de la reconstrucción y análisis de las trayectorias vitales, se observó que los consumos de los entrevistados se encontraron enmarcados en un determinado contexto que promueve su inicio y progresión. En este sentido, la sociedad de consumo se constituye en un factor común, cuyas lógicas promueven el uso de bienes y servicios como el medio para alcanzar la “felicidad” e incluso evitar el malestar. Cabe destacar que los entrevistados pertenecen a cohorte de entre 1949 y 1960, y es – según Carioso (2008)- que entre 1960 y 1970 se produce un considerable aumento del consumo en general, lo cual relaciona al uso de la publicidad como principal mecanismo para incentivar este tipo de comportamientos en la población.
Vinculado a ello, María (71 años) manifiesta que antes “no había todas las propagandas que hay hoy en día… te hace mal fumar, todo eso no existía, todo el mundo fumaba… los pibes, las pibas… que se yo, era de cancherear”. Esta cuestión se encuentra relacionado al hecho de que los adolescentes, al ser percibidos como compradores potenciales, eran objeto de las estrategias de marketing, que producen un impacto sobre la cultura y el estilo de vida de los jóvenes (Mosella, 2000; p,92). Es por ello, que no resulta casualidad que en las tres entrevistadas el consumo de cigarrillos se corresponda con una iniciación temprana (15 y 16 años).
En el caso de José (66 años), su consumo estuvo asociado a sustancias ilegales e inicio es previo a la vejez -después de los 30 años- “a diferencia de otra gente que conocí que pasó toda su vida con el consumo… me agarró medio tarde”. La diferencia está centrada en la condición de legalidad, ya que el mismo no era promovido en espacios públicos, pero ello no implica que estuviera por fuera de las lógicas de consumo. Es decir, apelar a las alteraciones que produce en el organismo como forma de diversión y/o placer.
“En un momento me ayudo, para una etapa fue… poner entre, vamos a decirlo así… entre el dolor y yo, un espacio… pero, ese espacio empezó con las relaciones, con la afectividad, con algunas obligaciones con esto de no poder descansar (…) es un palo que no te recomiendo (ríe) ni para divertirse porque ahora está de moda la diversión “si consumo los fines de semana” (…) y creo que acá el tema es que esta popularizado un montón de cuestiones que parecían muy piolas y son las puertas hacia el fracaso… sin ningún tipo de atenuar” (José, 66 años).
Los comportamientos vinculados a los juegos de azar comenzaron después de los 50 años y fueron iniciados en conjunto con otro (cuñada y hermana) quienes proporcionaron el conocimiento básico para desenvolverse en esos espacios. Si bien, en un primer momento, este tipo de salidas fueron sociales, con el transcurrir del tiempo las entrevistadas comenzaron a asistir a estos establecimientos de manera individual, ya que sentían cierto atractivo por esas actividades y no lo percibían como algo que impactara negativamente en su salud.
“Es un cable a tierra, vos vas al bingo y te olvidás del mundo… de todo; yo miro al celular por sí hay algún mensaje, pero después, puedo estar seis, siete u ocho horas en el bingo... si gano, gano (…) ponele, adicta adicta al bingo me hice después de terminar con el gaucho (el gran amor de su vida) hasta que estuvo él no jugaba” (…) yo gasto mi plata que la laburo yo (…) vivo cada día como si fuera el último” (Lorena, 66 años).
Este tipo de establecimientos están diseñados según los parámetros de las lógicas de consumo, ya que se presentan como actividades recreativas que pueden distraer del cotidiano y sentimientos negativos. Es decir, que su objetivo es que la persona pierda la noción del tiempo y que durante su estadía se encuentre entretenida; es por ello que suelen ofrecer distintas actividades y servicios como show/espectáculos, comidas y bebidas. De esta manera, la persona se va involucrando en un ciclo de apuestas cuya idea central es alcanzar la felicidad mediante la obtención de un premio; deseo que va generando un mayor involucramiento (Brieva, 2006).
Si bien, el contexto en el cual inician y se desarrollan estos comportamientos se constituye en un factor que debe considerarse, resulta menester comprender que las personas no crecen y viven de manera aislada, sino que se encuentran en constante contacto con un otro. En este sentido, se observó que los consumos de los cuatro entrevistados (su inicio, progresión, interrupción y/o cese) estuvo relacionado al principio de “vidas interconectadas” (Elder, 1989, p.9). Ello se debe a que, la conducta se encuentra moldeada por los procesos de socialización de los cuales los sujetos forman parte a lo largo de toda su trayectoria (García Roche et al., 2008).
En el caso de las entrevistadas, se observa que los vínculos familiares y de amistad que sostenían durante su adolescencia, aprobaban y promovían este tipo de comportamientos.
“Vos sabes que no sé cómo empecé a fumar, sé que un hombre que salía con mi mamá fumaba y de ahí empezamos a fumar con mis hermanos… quedó el hábito, no sé qué es lo que nos motivó en ese momento, la verdad no me acuerdo. A su vez, empezó mi mamá a fumar, junto con nosotros” (Carolina, 61 años).
Por el contrario, José (66 años) sostiene que durante su adolescencia no se involucró con este tipo de acciones dado que se encontraba centrado en la realización de actividades deportivas: “tuve una vida de deportista, entrenaba en la semana y competía (…) Hice vida de deportista al 100%... cuando dejé de ser deportista, igual jugaba al torneo de la provincia de Buenos Aires” Además, afirma que “apenas me recibí de profesor, empecé a entrenar jugadores”. Siguiendo los aportes de Húescar et al., (2011), el entrevistado es un ejemplo de como la realización de actividades lúdicas-recreativas y la organización del tiempo es un factor de protección. No obstante, esto no implica una garantía de que un adolescente no se relacione a un consumo en particular, ya que debe considerarse otras cuestiones como las posibilidades y limitaciones presentes en ese momento.
En lo que respecta a la adultez, se observa que las parejas de todos los entrevistados se constituyeron en factores que estuvieron relacionados al consumo, ya sea directa o indirectamente. En el caso de las mujeres, sus respectivas parejas eran fumadoras activas; pero ello no fue un factor determinante dado que el comportamiento continuo independientemente de separaciones y/o que ellos cesaran su consumo.
“A veces tengo miedo, porque tengo la experiencia de mi hermano, él murió de cáncer de pulmón por el cigarrillo (…) soy consciente de que estás más propensa a que te pase algo (…) mi marido dejó de fumar y engordó como 15 kilos, yo no quiero engordar… así que déjame así (…) dijo que no fumaba más, y así fue… pero eso porque tiene fuerza de voluntad, yo no la tengo… por ahí en otro momento, ahora no puedo (María, 71 años).
José (66 años) afirma que relación con la madre de sus hijos era “tóxica” lo que generaba situaciones de estrés y ansiedad; los cuales sobrellevo por medio del acompañamiento de redes formales. En ese momento, se encontraba iniciando un tratamiento para cesar su consumo, acompañado por el Instituto Posadas y Narcóticos Anónimos; quienes se constituyeron en una fuente de apoyo para sobrellevar esa “separación tumultuosa”.
“En principio estaba haciendo un tratamiento de toxicología en el Instituto Posadas, con un terapeuta… y el terapeuta fue el que me propuso que vaya a los grupos (…) me puso como condición. Bueno ahí empecé… fue un gran alivio porque (…) poder hablar naturalmente de lo que me estaba pasando sin que me juzguen, porque todos estaban pasando por esa situación, fue un gran alivio. Si bien, este proceso conllevó años y varios cambios, afirma que “pese a todo eso, genere una relación muy buena con mis chicos, siempre cuide la familia”.
Cabe aclarar que los hijos fueron un factor de protección que se presentó en común, momentos de embarazo, lactancia y crianza; principalmente por el hecho de preservar su cuidado y no exponerlos a situación complejas y/o sustancias que podrían repercutir en la salud de los niños. Con el transcurrir de los años, la mayoría de ellos fue migrando del hogar; pero, ello no implico que dejaran de actuar como una fuente de apoyo ante situaciones en las que eran requeridos, sólo dejaron de estar presente las restricciones que se auto imponían para con el cuidado de sus hijos. Con el transcurrir del tiempo estos vínculos se van modificando e incluso se incorporan otros de carácter salutógeno como la consolidación de una pareja y la llegada de los nietos
“Martina (hija) me ayudó bastante en mi recuperación (…) mi recaída, el episodio que desencadenó la situación fue el fallecimiento de mi mamá (…) tuve esa reacción de aislarme y retrotraerme en la comunicación y recurrí a algo que, si bien ya habían pasado años… esta cosa de la cabeza que te engaña, de que está todo bien y que vas a poder hacer con éxito, (…) la zafe por poquito… y bueno Martina me acompaño bastante, también mi compañera actual… mucho” (José 66 años).
Esto permite dar cuenta de que a medida que transcurre el proceso de envejecimiento, las personas optan por conservar aquellas relaciones más significativas o incorporar nuevas, teniendo como eje central sus necesidades. Los nietos y el rol asumido como abuelo/a, fue al que se le otorgo mayor énfasis, sobre todo en el caso de las mujeres ya que se dedican a su cuidado. Esto implicó que durante la presencia de sus nietos las entrevistadas limitaran su consumo como una de las medidas de cuidados para con ellos.
“Cuando ellos (sus nietos) vienen no. Cuando ellos están no, yo no fumo hasta que no se van… y si fumo así, ponele después de comer y todo, cuando me voy afuera me fumo un cigarrillo, pero si yo estoy con ellos acá no fumo, fumo cuando ellos se van” (Carolina, 60 años).
Si bien, se pudo observar ciertos vínculos que incidieron positivamente en el consumo de los entrevistados (reducción y/o cese), también se hicieron presentes aquellos que continuaron incentivándolo; sin embargo, esto dependió de la decisión/postura tomada por cada entrevistado. En el caso de Lorena (66 años), quién había dejado de fumar tras la realización de una promesa, comenta que en el momento en el que fallece su madre, su hermana le dijo “toma fúmate uno, y dije que no, no puedo fumar…lo tengo que mantener firme (…) yo prometí por la vida de él, y para mí las promesas son promesas. Yo siempre prometo por algo o no te juego a la quiniela o no voy al bingo… yo siempre prometo por algo”.
Como se pudo observar, el acompañamiento regular de la familia y de profesionales fue percibido como un factor clave en la reducción y/o cese de su consumo. Empero, resulta necesario indagar que es lo que ocurre cuando estos la frecuencia y forma de relacionarse con el otro se ven modificadas.
En este sentido, el advenimiento de la pandemia por Covid-19 y las medidas empleadas han generado cambios en la dinámica que caracterizaba la relación con los otros. Los entrevistados hacen referencia a las vivencias de los últimos dos años de manera sectorizada, ya que sintieron que su cotidiano era modificado en base a la rigurosidad/flexibilidad de las medidas adoptadas por el Gobierno Nacional. Si bien, se parte de entender que el aislamiento y distanciamiento social obligatorio fueron indispensables para reducir la circulación del virus en la población, también generaron ciertas pérdidas: la muerte de un ser querido/conocido, el cese de las reuniones familiares y actividades diarias.
“Yo sufrí mucho la pandemia (…) me paso algo feo en la pandemia (la muerte de una hija) entonces no puedo hablar de eso sin llorar (…) y realmente trato de evitar el tema. Si tengo que hablar de la pandemia, para mí fue una cagada por triplicado” (Lorena, 66 años).
“Yo estoy acostumbrada, por lo menos una vez a la semana voy al centro, me voy a pasear, me voy así… y bueno, en ese tiempo no pude hacerlo; tampoco pude ir a Buenos Aires, estuve como un año y pico (…) sin ver a Daniela (su hija)” (María, 71 años).
Resulta importante destacar el hecho de que ninguno de los entrevistados estuvo solo durante esta etapa, lo cual contribuyo a sobrellevar los sentimientos negativos y la restructuración del cotidiano. Primeramente, se enfatizó en los convivientes ya que fueron quienes acompañaron y proporcionar el apoyo requerido por los entrevistados; asimismo, se destaca el contar con ciertos recursos materiales, lo que permitió encarar de una mejor manera estos meses.
“Esta pareja está pensada para que cada uno viva en su casa, la pandemia fue con total exclusividad (…) yo siempre me levante más o menos… no es que no tenía que hacer y no me levantaba, más o menos mantuvimos (…) una pauta habitual, que vamos a hacer, tenes que tratar de generarte algunos movimientos dentro del aislamiento (…) después yo dije “che, vamos a salir a hacer alguna compra algo de eso”, nos poníamos de acuerdo, teníamos un horario para los mayores, porque somos mayores, los dos… entonces sabíamos que si íbamos temprano al supermercado no había nadie, esto de empezar a salir” (José, 66 años).
En relación a aquellas personas con las que no convivían se destaca la implementación de video llamadas, llamadas y/o mensajes; incluso después de los primeros meses del 2020 comenzaron a implementarse las visitas “cuidadas”, lo cual consistía en el uso de barbijos y limitar el contacto físico.
En lo que respecta a las sustancias químicas, no se percibieron cambios en la frecuencia de consumo; tanto Carolina (61 años) como María (71 años) continuaron sosteniendo un contacto presencial con los nietos que vivían más próximos a su residencia, por lo cual se mantuvieron los cuidados en su presencia. En el caso de José (66 años) y Lorena (66 años), ellos habían cesado su consumo previo a la pandemia, y durante la misma sostuvieron su decisión, acompañados por sus convivientes; sin embargo, también tomaron relevancia los grupos de acompañamiento formales sostenidos desde la virtualidad.
En relación a los comportamientos vinculados a los juegos de azar llevados a cabo en establecimientos, se vieron mermados durante año y medio por las medidas socio sanitarias empleadas; esta situación generó que Lorena (66 años) y María (71 años) recurrieran a otras alternativas como los juegos online. En este sentido comenzaron a ser usuarias de aplicaciones disponibles para teléfonos celulares, como así también aquellos que se patrocinaban mediante redes sociales, por ejemplo, el bingo virtual. La diferencia entre las diferentes ofertas fue que sólo en estos últimos implicaban el uso de dinero. Tras la flexibilización de las medidas y la reapertura de los establecimientos, estos comportamientos vuelven a incorporarse de manera progresiva, pero se sostiene la modalidad virtual como una alternativa viable para no salir del hogar.
[1] Entendida como la zona urbana común que conforman la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y los municipios de la Provincia de Buenos Aires.
[2] A partir del 20 de marzo del 2020 y debido al advenimiento de la pandemia Covid -19 y las medidas socio sanitarias adoptadas por el Gobierno Nacional, el trabajo de campo planificado se vio obligado a restructurarse bajo las posibilidades y limitaciones que el contexto acarreaba. De esta manera, la utilización de la video llamada por WhatsApp permitió salvaguardar las distancias físicas y concretar los objetivos de investigación propuestos. Durante el 2022, esta modalidad posibilitó concretar encuentros que no eran posibles por motivos de salud y/o mudanza.
Conclusiones:
A modo de síntesis, resulta pertinente destacar la importancia de adoptar una perspectiva integral en conjunto con el paradigma de curso de vida, ya que esto posibilita abandonar una mirada reduccionista centrada en el comportamiento y su condición de legalidad. Es decir que, resulta necesario comprender la existencia de otros factores que inciden en los consumos.
Es a partir de esta propuesta que se pudo dar cuenta de cómo el contexto y las redes sociales pueden ejercer cierta influencia a la hora de promover este tipo de comportamientos, como una forma de sobrellevar sentimientos negativos. A su vez, se observó en los cuatro entrevistados la presencia de factores de protección, asociados a los hijos y nietos, con quienes compartían tiempo a través de las tareas de cuidado. Sin embargo, cabe aclarar que, la pandemia se ha constituido en un punto de inflexión dentro de las trayectorias, dado que implicó un cambio radical en la forma de vivir y de relacionarnos con los otros. A pesar de las características inéditas de la situación socio sanitaria, las conductas vinculadas a las sustancias químicas no se vieron modificadas. Ello se relaciona a la presencia de redes de apoyo, ya sea físicamente –convivientes- como por medio del uso de las TIC; como así también, incidió el hecho de contar con los recursos materiales para sobrellevar los desafíos que el contexto acarreaba. Por el contrario, los comportamientos vinculados a los juegos de azar en bingos y/o casinos se vieron cesado como consecuencia directa del aislamiento; sin embargo, las propuestas de juegos online aparecen como una alternativa viable ante el aburrimiento. Estas conductas continúan presentes tras la flexibilización de las medidas y la apertura de los establecimientos.
El advenimiento de la pandemia ha generado distintas consecuencias, entre ellas, los problemas de salud mental de la población que, a su vez se encuentran relacionados al cambio en la frecuencia y significados de los consumos (OAD, 2021). Durante este tiempo, se han adoptados comportamientos –químicos y no químicos- como una forma de sobrellevar la situación de encierro y distanciamiento. Cabe aclarar que, las personas mayores fueron catalogadas como grupo de riesgo lo cual generó que las medidas de prevención sean reforzadas para con este sector; y consecuentemente, alejados de una red socio afectiva.
Actualmente, no hay estudios que aborden la situación de consumos en personas mayores durante contexto de pandemia, es por ello que resulta necesario elaborar y profundizar investigaciones que posibiliten ahondar sobre las características que adquieren los consumos dentro de las personas adultas mayores, partiendo desde una perspectiva integral. Esto, implica no abocarse solamente a las sustancias químicas, sino que resulta necesario conocer la historia del sujeto, su trayectoria y los vínculos con los que cuenta; situando a la persona y su consumo dentro del contexto social, histórico, cultural y económico en el que se desarrolla. Sólo así, se podrá comenzar a elaborar estrategias de intervención y acompañamiento interdisciplinarias e intersectoriales en tiempos de pos pandemia.
Bibliografía:
Brieva, J. (2006). Ludopatía: el otro lado del juego. Revista Índice, 19(9), 9-11. http://revistaindice.com/numero19/p9.pdf
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Palabras clave:
Personas adultas mayores, consumos problemáticos y pandemia.
#01390 |
Investigar en residencias de personas mayores: las posibilidades del proyecto SOLAS en Latinoamérica
Juan Manuel García-González1
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Ana Lara Merchán
1
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Elisa Ramírez Muñoz
1
Introducción. La soledad no deseada es un grave problema de salud pública a nivel global. La pandemia de COVID-19, con las restricciones que ha conllevado, ha agravado problemas estructurales y coyunturales relacionados con el sentimiento de soledad, siendo las personas mayores institucionalizadas en centros residenciales uno de los colectivos más damnificados. Desde la Sociología y la Demografía, el estudio de la soledad en este grupo de población se ha trabajado escasamente, por lo que es un reto global necesario, especialmente relevante en las sociedades en proceso de envejecimiento, como las latinoamericanas, de modo que se puedan adelantar a posibles problemas que ya están surgiendo en otras partes del mundo.Objetivo. Este trabajo presenta un protocolo metodológico para investigaciones de salud en personas mayores que viven en residencias geriátricas a partir de la experiencia de un proyecto sobre soledad en España: el proyecto SOLAS. Los objetivos del proyecto son tres: a) estimar la prevalencia de soledad no deseada y aislamiento social, b) conocer la concepción de la soledad de las personas que viven residencias, y c) analizar las interrelaciones entre soledad y salud emocional, física y mental.Metodología. En el proyecto SOLAS se adopta un diseño ecológico que se realiza en Andalucía (España) con trabajo de campo presencial en residencias de mayores seleccionadas con muestreo intencional y cuotas de titularidad, tamaño y hábitat. Se entrevista a tres colectivos: residentes, personal técnico y personal gestor. Este trabajo se centra en el protocolo para personas residentes. Se emplean dos técnicas de recogida de datos. Primero, con un cuestionario estandarizado se mide la prevalencia de soledad no deseada, apoyo social percibido, riesgo de aislamiento, salud y condicionantes de salud. Segundo, con una entrevista abierta se observan los discursos relacionados con la cotidianeidad de la vida en la residencia, la concepción de la soledad y las estrategias para afrontarla. Para los otros dos grupos se realizan entrevistas abiertas que indagan en las medidas y prácticas implementadas para aliviar el sentimiento de soledad por parte de administración y geriátricos.Relevancia para el contexto latinoamericano. Las sociedades en Latinoamérica se encuentran en un estadio de la transición demográfica que conlleva una disminución de la fecundidad, un aumento de la longevidad y un progresivo proceso de envejecimiento y, consecuentemente, un aumento de las personas mayores, susceptibles de vivir en residencias en la etapa final de vida. Este trabajo pretende mostrar un protocolo que permita el estudio de esas personas, ya sea con estudios locales o con estudios comparativos.
#02917 |
Un deber cumplido: emociones y tareas significadas por cuidadores de personas mayores
Paola Carmina Gutiérrez Cuéllar1
1 - Instituto Investigaciones Sociales, Universidad Aut+onoma de Baja California.
En este trabajo analiza una de las dimensiones del concepto de cuidado que forma parte del alcance del bienestar de las personas a lo largo de la vida. Bajo la teoría de los cuidados como una actividad que pretende el bienestar de los otros y puede implicar ayudas, apoyos, recursos o tiempos compartidos, la investigación ha explorado la dimensión emocional y psicológica que se pone en funcionamiento cuando se cuida de otros. Las preguntas que guían son: ¿Como se sienten los cuidadores de personas mayores?, ¿Como se significan las actividades de cuidarlos?. Con la información de entrevistas semiestructuradas hechas a cuidadores de personas mayores en sus hogares, se propone explorar y analizar las inversiones emocionales que implica el cuidado que algunos autores desatacan como la parte no monetarizada de esta actividad, y que se suma a las contribuciones sociales del Cuidado como actividad social, diferente de las actividades domésticas. Esta diferencia, no había sido contabilizada hasta que la teoría de género mostró cuanto aportan las tareas domésticas y de cuidados que están a cargo de las mujeres, a la economía de las naciones. La evidencia recabada muestra que, en el caso de los cuidados de las personas mayores también están en manos de mujeres mayoritariamente. Que son el medio de dignificar a las personas mayores ya que después de haber vivido con plena funcionalidad ahora necesitan de otros, y esos cuidados muchas veces significan una reciprocidad para los familiares que se hacen cargo de ellos. Por supuesto, también surgen los costos psicológicos para los cuidadores y la división de la carga de cuidado que permite el desarrollo de una mejor tarea que minimiza, la desesperación, sufrimiento y dolor de la actividad de cuidar. Con este estudio esploratorio, que se llevó a cabo en la frontera norte de México, en el estado de Baja California, se pretende contribuir al conocimiento de las diversidades de los cuidados y sus significados.
#03128 |
De “coisa da idade” à doença de Alzheimer: diagnóstico e cuidado a partir de narrativas de familiares de uma cidade brasileira
Cristian Saraiva Paiva1
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Marto Pinheiro Junior
1
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Yuri Patrick Marrocos
1
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Juliana Fontes de Almeida
1
Situada no contexto de uma investigação mais ampla sobre sujeitos, saberes e contextos culturais relacionados à doença de Alzheimer (DA) no Brasil, a presente proposta tem por objetivo principal discutir impasses subjetivos nos modos de vivenciar a doença através de um olhar sobre os discursos sociais acerca do diagnóstico e do tratamento daquela enfermidade. Observa-se, desde as últimas décadas do século XX, a generalização do diagnóstico de DA para lidar com as patologias relacionadas a perda de memória, lesões cerebrais e senilidade. Do diagnóstico como portador de doença de Alzheimer ao tratamento medicamentoso, das estratégias de cuidados (em redes familiares e através de cuidadores e das associações de apoio) às discussões científicas, a mnemotécnica na contemporaneidade tem sido ditada pela difusão neurocientífica e pela razão médica. Esses agenciamentos da doença tendem a produzir efeitos de objetivação e "desistência subjetiva" (Le Breton, 2017). Interessa-nos, assim, dialogar com a noção lebretoniana de "desaparecimento de si" para pensar esses vetores de subjetivação ligados à experimentação da DA. Elegemos, em nossa pesquisa, o referencial teórico-analítico constituído pelo diálogo entre etnografias e pesquisas no campo das ciências sociais com a psicanálise, buscando apreender os efeitos de subjetivação do diagnóstico e do discurso social sobre a doença de Alzheimer. Trazemos, enquanto material empírico, narrativas da doença, constituídas através de entrevistas com parentes e cuidadoras/es, realizadas na cidade de Fortaleza, situada no nordeste do Brasil. A partir de um tratamento analítico inicial desse material, algumas dimensões destacam-se nos relatos: a incorporação de linguagens e práticas médicas no cotidiano das famílias; a distribuição desigual das práticas de cuidado, onde se revelam importantes negociações de gênero e geração; reconfigurações identitárias vividas na experiência da perda da memória, na alteração do comportamento do doente, desntre outras, e que se configuram como experiências indutoras de sofrimento psíquico, com a mobilização de estratégias defensivas para lidar com a redução biomédica do doente de Alzheimer; a “privatização” do cuidado da doença pelas famílias, dada a quase inexistência de politicas públicas de saúde no Brasil voltadas a essa enfermidade que, a despeito da generalização do diagnóstico, permanece como doença negligenciada. Esta pesquisa conta com o apoio do CNPq/Brasil.
#03661 |
Adultos mayores y asilos: espacio vivido e interacciones sociales.
La subjetividad y el espacio vivido -que se inserta en diversos territorios- están determinantemente vinculados y las estructuras simbólicas, físicas, las prácticas y los imaginarios sociales en los cuales se insertan son parte esencial para que la reproducción de las condiciones que permiten la vida cotidiana pueda desplegarse día con día (Lindón, 2006, p. 15). Asimismo, es importante señalar que, si bien el territorio es objetivo, accesible y asequible a una gran gama de sujetos y actores sociales, son sus particularidades subjetivas las que determinan la forma en que viven los espacios de acuerdo con características de género, de edad, de clase social y, no menos importante, por su grado de salud y de autonomía tanto decisional así como física en las actividades de la vida cotidiana en el caso de las personas adultas mayores. El envejecimiento demográfico también ha implicado el aumento en la demanda de servicios de cuidados de largo plazo, pero se tienen pocas evidencias de las implicaciones a nivel subjetivo tratándose de las personas adultas mayores residentes en esas instituciones.El objetivo de la presente ponencia es analizar la relación que tiene el vivir dentro de un espacio como lo es una residencia de cuidados de largo plazo para personas adultas mayores y algunas de las implicaciones a nivel subjetivo que las personas pueden experimentar a partir de la noción de “habitar”. En la primera parte se hace un breve recorrido sobre la subjetividad y su relación con el espacio de acuerdo con aportes teóricos tales como los de Heidegger, Giglia, Vega, Bourdieu y Giddens; en la segunda parte se analizan y muestran relatos de personas adultas mayores que residen en 4 instituciones de cuidados de largo plazo -asilos, casas hogar o residencias geriátricas-, de la Zona Metropolitana de Guadalajara, con énfasis en la experiencia del cambio de residencia, las causas del cambio, las formas de interacción entre residentes y las formas de vivir y apropiarse del espacio por parte de las personas adultas mayores; finalmente, se exponen algunas conclusiones acerca de la diversidad de causas e implicaciones en el cambio de residencia de adultos mayores y cuáles pueden ser algunas de las líneas de abordaje del tema como objeto de estudio.
#04467 |
Salud mental en personas mayores chilenas que viven con dependencia severa. Un aporte para reestructurar la institucionalidad post Pandemia Covid-19
Chile no cuenta con datos sistematizados, estudios ni literatura específica sobre la salud mental de personas mayores con dependencia severa, ni menos de las quienes viven en establecimientos de larga estadía, por tanto, se desconocen el perfil y las necesidades de este grupo. Esto puede ser un factor de riesgo que impacte en la calidad técnica de la atención, aumentando la posibilidad de homogeneizar las intervenciones, de realizar errores diagnósticos y se transforma en un obstáculo para un abordaje integral e intersectorial, aumentado así el agravamiento de cuadros y la difiducltad de generar estrategias de prevención, a la vez puede aumentar la sobrecarga tanto de los equipos de cuidados como de los familiares.El presente estudio, tuvo como objetivo analizar los documentos técnicos publicados por la OMS en relación a temas gerontológicos, de dependencia y de salud mental, estos se compararon con aquellos provenientes del Ministerio de Salud, SENAMA y Ministerio de Desarrollo Social y Familia, organismos públicos chilenos relacionados a políticas de personas mayores. La metodología utilizada, fue la revisión bibliográfica histórica y sistemática de documentos oficiales y orientaciones técnicas de organismos internacionales y nacionales. Los principales resultados muestran la invisibilización del abordaje de la salud mental de las personas mayores que viven con dependencia y más aún de quienes son residentes de establecimientos de larga estadía, pese a indicaciones de organismos internacionales, que promueven indagar y generar propuestas para este grupo, pensando que la institucionalización es un factor de riesgo para un empeoramiento de la salud mental. Lo anterior, se ve reflejado en las escasas o nulas las Políticas Públicas, Orientaciones Técnicas, Programas y Servicios chilenos que hagan referencia o que orienten estrategias de abordaje de la salud mental de este grupo. Una de las consecuencias de esta doble invisibilización es que no se está garantizando entre otros, el derecho a la salud y de los cuidados a largo plazo, impactando así negativamente en la dignidad e integridad física y mental de la persona mayor.