Resumen de la Ponencia:
El concepto de libertad en los trabajadores de aplicaciones.
Hacia una sociología comprensiva
The concept of freedom in application workers.
Towards a comprehensive sociology
O conceito de liberdade em trabalhadores de aplicativos.
Para uma sociologia compreensiva
Ariel Dottori[1]
Esteban Vernik[2]
Resumen
Cierto “sentido común sociológico” sugiere, para expresarlo de un modo general, que los actores sociales no comprenden el mundo. Desde el positivismo, los hechos sociales se encuentran por fuera de la conciencia de los individuos y únicamente los cientistas sociales son capaces de explicarlos; desde cierto marxismo ingenuo, los sujetos se encuentran alienados y no logran captar las verdades del mundo. Contrarios a estas tradiciones, argumentaremos a favor de la racionalidad de los actores a la hora de interpretar y operar en el mundo. Complementaremos nuestra propuesta teórica con el análisis de ciertas creencias defendidas por los trabajadores de plataformas –principalmente, la noción de libertad.
Retomar
Certo “senso comum sociológico” sugere, para dizer de uma forma geral, que os atores sociais não compreendem o mundo. Do positivismo, os fatos sociais estão fora da consciência dos indivíduos e somente os cientistas sociais são capazes de explicá-los; A partir de um certo marxismo ingênuo, os sujeitos são alienados e não conseguem apreender as verdades do mundo. Na contramão dessas tradições, argumentaremos em favor da racionalidade dos atores na hora de interpretar e operar no mundo. Complementaremos nossa proposta teórica com a análise de certas crenças defendidas pelos trabalhadores da plataforma - principalmente, a noção de liberdade.
Abstract
Some "sociological common sense" suggests, to put it generally, that social actors do not understand the world. From positivism, social facts are outside the consciousness of individuals and only social scientists are capable of explaining them; from a certain naive Marxism, the subjects are alienated and fail to grasp the truths of the world. Contrary to these traditions, we will argue in favor of the rationality of the actors when interpreting and operating in the world. We will complement our theoretical proposal with the analysis of certain beliefs defended by platform workers -mainly, the notion of freedom.
Ponencia presentada en el grupo de trabajo 17: Trabajo y Restructuración Productiva.
[1] Doctor en Filosofía, Universidad Nacional de La plata, Argentina; arieldottori@gmail.com; Instituto de Investigaciones Gino Germani – Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, Uriburu 950, 6to. Piso, CABA, Argentina.
[2] Doctor en Ciencia Social, El Colegio de México; estebanjvernik@gmail.com; Instituto de Investigaciones Gino Germani – Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, Uriburu 950, 6to. Piso, CABA, Argentina.
Introducción:
Toda crisis genera malestares, pero también y en igual medida, oportunidades. La historia del capitalismo es una clara demostración de ello. El capitalismo ha tenido la capacidad de reconfigurarse a través de los años y salir airoso de las distintas crisis por las que ha atravesado. Ese es uno de los motivos por el cual el capitalismo se nos presenta, prima facie, como invencible, como un modelo que, según Mark Fisher (2016) opera como una “atmósfera“ cultural que impide pensar o siquiera imaginar un mundo no-capitalista. El “realismo político“ del que Fisher habla, esto es, “(...) la idea muy difundida de que el capitalismo no solo es el único sistema económico viable, sino que es imposible incluso imaginarle una alternativa” (2016: 22), ha sido posible debido a las múltiples transformaciones en la producción de mercancías e insumos culturales y simbólicos. El fenómeno de los trabajadores de plataformas se inscribe en una reciente transformación del sistema productivo; se trata de una serie de cambios microscópicos e imperceptibles pero no por ello menos sustanciales y radicales. Esta situación paradojal se visibilizó en el verano de 2016 en la ciudad de Londres, gracias a una huelga de trabajadores de la empresa Deliveroo que se movilizaron para conquistar una serie de mejoras laborales, las cuales no se reducían exclusivamente a una mejora salarial (Callum Cant, 2020: VII-X). Básicamente, estos trabajadores buscaban ser reconocidos institucionalmente como trabajadores. Una de las características más sobresalientes del capitalismo de plataformas es que se evidencia una resignificación del mundo del trabajo; estamos en presencia de una transformación en el vínculo entre el empleador o capitalista y el trabajador. Tanto Deliveroo como nuestras empresas del ámbito local (la República Argentina), PedidosYa y Rappi, se rehúsan a asumir que tienen empleados. A todos aquellos que se dedican a realizar las tareas de delivery se los denomina “intermediarios“ o “tenderos“. Existe una clara intencionalidad de fomentar una cierta idea de emprendedurismo o cuentapropismo que exime a la empresa de toda responsabilidad para con aquellos que les permiten generar valor. A la par de estas situaciones de injusticia social, este tipo de trabajos de plataformas de reparto se ha incrementado fuertemente en nuestro país, pero ciertamente no solo se trata de un trabajo “posible”, es decir, un trabajo que no requiere formación académica alguna o una vasta experiencia laboral, sino que también es un trabajo “deseable”, puesto que los trabajadores en cuestión dan cuenta de ciertos conceptos que, históricamente, se encontraban disociados del mundo laboral; tal es el caso, por ejemplo, de la recurrencia al concepto libertad.
Desarrollo:
Realidad y apariencia
No todos los enunciados sobre el mundo son, digamos, transparentes. Según Karl Marx, si no hubiera diferencia entre la realidad y la apariencia, no habría necesidad de la ciencia. En reiterados pasajes de El Capital (2000), Marx se enorgullece de que sus análisis tengan la capacidad de contradecir las observaciones superficiales. Siguiendo a Gerald Cohen (2015), vamos a clarificar esta distinción entre la realidad y la apariencia de la realidad.
El aire que respiramos tiene la apariencia de ser una sustancia simple, elemental; sin embargo, la química revela que está compuesto por distintas sustancias que el olfato humano no es capaz de detectar ni distinguir. Ninguna nariz -aunque su portador se haya formado en la ciencia química- tiene la capacidad de distinguir que mientras está ingresando nitrógeno por la fosa nasal derecha, ingresa un menor caudal de oxígeno, argón y dióxido de carbono por la fosa nasal izquierda. Y no solo no sería capaz de expresar esa situación, si lo hiciera, sería poco probable que el resto de la comunidad de hablantes tomara sus enunciados como válidos. Lo mismo sucede con la rotación de nuestro planeta Tierra; si alguien afirmara que logra captar la rotación y la traslación de la Tierra, se lo tomaría por disparatado. Estos casos tienen analogías con el modo en que funciona el capitalismo. Dado que los trabajadores no perciben todo el valor de lo que producen, y que lo único que crea valor es la fuerza de trabajo -y no la inversión de capital-, los trabajadores no obtienen una retribución por todo el trabajo que han realizado. A pesar de los teoremas, el trabajador asalariado parece percibir una paga justa por cada unidad de tiempo que emplea. En realidad, tal como sugiere la teoría del plusvalor, el trabajador recibe solo una compensación por una fracción de su tiempo. Los economistas que se detienen en las apariencias, tienden a imputar al propio capital la facultad de crear ganancia. Ahora bien, tal como sucede con el ejemplo del aire que respiramos y del movimiento de la Tierra, Cohen sostiene lo siguiente
(...) tampoco las nociones de que el trabajo humano es plenamente recompensado y de que cada unidad de capital participa en la creación de ganancia provienen de una errónea percepción de los mecanismos capitalistas (2015: 361).
El punto nodal es que los rasgos reales de una sociedad no son visibles en su superficie y no están abiertos a una observación inmediata. Pero comprender las apariencias y los espejismos, no implica que podamos dejar de verlos. Es verdad que existe un abismo entre las apariencias y la realidad, pero ello se capta cuando, y solo cuando, la explicación de un estado de cosas tiene la capacidad de cuestionar y falsear la descripción que es natural dar de ella, si y solo si, se carece de una explicación. No tener la capacidad de canalizar por nuestra nariz el nitrógeno y el argón; no tener enormes telescopios en los ojos que nos impiden captar movimientos mínimos, nos permite sobrevivir. En la naturaleza, ese abismo entre apariencia y realidad es beneficioso. No captar los abismos entre realidad y apariencia, también beneficia al capitalismo; si los trabajadores se supieran explotados, no querrían trabajar, y si los inversores bienintencionados supieran que no crean valor y explotan a otros seres humanos, no querrían invertir. Marx deseaba establecer un orden social en el que las cosas sean lo que parecen ser, pero en tanto y en cuando vivamos en la sociedad de clases, las ciencias sociales tienen una razón de ser: develar apariencias. Eso es muy distinto a asumir que los hablantes no comprenden el mundo, aquí simplemente sostenemos que es verdadero que existe un conjunto de enunciados que transcurren a otro nivel, que no resultan evidentes para todos los hablantes, incluyendo a los sociólogos.
Capitalismo de plataformas y libertad
En los Términos y Condiciones de una de la empresas de reparto con más presencia en nuestro país, Pedidos Ya, se afirma que la empresa “no produce, provee, vende, expande ni es agente, ni en general ningún tipo de comercializador de los Bienes exhibidos; por lo anterior, la relación de compraventa es entre el Usuario y el Oferente“ (Legales 8, Pedidos Ya). A ver si entendemos; se trata de una empresa que no produce, ni provee, ni es agente, ni comercializador. Ahora bien, como sabemos, el proceso económico se constituye en torno a, i) la producción; ii) la distribución; iii) la comercialización; y iv) el consumo. Este tipo de empresas, sin embargo, no producen bienes, tampoco los comercializan, ni consumen. Prima facie, se insertan en el proceso productivo como distribuidores pero… hay un “pero“. Distribuyen pero no se responsabilizan por la distribución. En sus Términos y Condiciones, sostienen: “Asimismo, el Usuario reconoce que es el único responsable por la correcta consignación de las direcciones de entrega y recogida de los Pedidos, eximiendo de responsabilidad a la empresa Pedidos Ya y a los repartidores por cualquier error o negligencia.“ Pero, ¿cómo es posible que una empresa de distribución no se responsabilice por la distribución? La respuesta es que no son una empresa de distribución sino que se autodefinen como meros “intermediarios“. Meros intermediarios sin responsabilidades ni empleados. En los Términos y Condiciones de otra de las empresas de reparto, Rappi, se sostiene que,
La Plataforma únicamente constituye un mecanismo de intermediación entre Rappitenderos, y Consumidores. Asimismo, Ud. reconoce que RAPPI no presta servicios de cadetería, mensajería, transporte ni logística. Bajo ninguna circunstancia los Rappitenderos serán considerados empleados de RAPPI ni de ninguno de sus afiliados. Los Rappitenderos prestan el Servicio de Cadetería por cuenta y riesgo propios y liberan a RAPPI de cualquier responsabilidad que pudiera surgir durante la prestación del mismo. (Legal, Rappi).
Si Marx consideraba que la burguesía se enriquece sin trabajar, este tipo de empresas se constituyen como el máximo exponente del empresario parasitario; un tipo de empresario que no invierte capital, no crea valor, no tiene empleados, no paga salarios pero, así y todo, maximiza beneficios. Se trata de un nuevo modo de insertarse en el esquema económico, una modalidad sin precedentes en la historia del modo de producción capitalista.
Las curiosidades de este tipo de empresas, no concluyen aquí. Hay una apelación superlativa a un concepto clave para la teoría social y política; nos referimos al concepto libertad. El capitalismo de plataformas se presenta como un trabajo de nuevo tipo que ofrece mayores libertades. Al trabajador se lo define como un “tendero“, un “Rappitendero“, por ejemplo. Por definición, un tendero es un propietario o encargado. En los términos legales de la empresa Rappi se afirma;
El Rappitendero dispone de libertad total y absoluta para determinar el día, hora y lugar en el que está dispuesto a prestar el Servicio de Cadetería. De este modo, el Rappitendero determinará en forma personal e inconsulta con RAPPI en qué momento decide conectarse a la Plataforma para prestar el Servicio de Cadetería así como las zonas u horarios donde realizará dicho servicio. Ello implica que el Rappitendero no está sujeto a ingresar a la Plataforma y/o a aceptar determinados Servicios de Cadetería dentro de plazo alguno (…) (Legal, Rappi, los destacados me corresponden).
Para captar el problema de la libertad, haremos una digresión teórica preliminar. Un rasgo aparente del capitalismo es que nos ofrece una forma de vida en la cual reina la libertad. ¿Por qué? Porque solo podemos pensar en la libertad cuando podemos elegir. Se encuentra fuertemente instalada la creencia de que en el capitalismo, y solo en el capitalismo, podemos vivir en libertad. Podemos elegir qué ropa usar, si cenamos verduras o carne asada, si un sábado por la noche asistimos al cine o al teatro y cosas por el estilo. En el caso que aquí nos convoca, los trabajadores de Pedidos Ya y Rappi, por ejemplo, sostienen que trabajar en esas empresas les ofrece “libertades“. Estos trabajadores pueden elegir a qué hora comenzar a trabajar, por cuánto tiempo y en qué zona. “Este trabajo nos ofrece libertad“ recitan los trabajadores entrevistados. Ahora bien, ¿es posible que un trabajador pueda vivir en libertad en un mundo capitalista?, ¿cuál es el alcance del concepto “libertad“?, ¿la libertad de consumo implica libertad en la toma de decisiones?
Proletariado y libertad
El proletariado posee dos características sobresalientes: i) es propietario de su fuerza de trabajo; y ii) no es propietario de los medios de producción que utiliza. Dicho en otros términos, el trabajador es un productor subordinado.[1] ¿Cuál es la raíz de su subordinación? La no propiedad de los medios que necesita para producir; esa no propiedad no solo aplica para el tiempo presente, t; también es prospectiva para el tiempo futuro t1. Esto significa que el trabajador no solo no dispone hoy de los medios con los que produce sino que tampoco dispondrá mañana. Nunca dispondrá de ellos porque no será capaz de comprarlos con su salario jamás.
Habiendo hecho esta aclaración precedente, ¿cómo interpretar el caso de los trabajadores de plataformas? Se trata de un conjunto de trabajadores que son propietarios de su fuerza de trabajo. Son dueños de vendérsela a quien prefieran. No solo eso, además poseen otras “libertades”, y por libertad entendemos aquí, cierta capacidad de tomar decisiones. Este tipo de trabajadores eligen cuándo trabajar, si lo hacen por la mañana, por la tarde o por la noche. Cumplen entonces con el primero de los requisitos que debe cumplir todo proletario, son propietarios de su fuerza de trabajo. Veamos la segunda característica, la propiedad de los medios de producción. Todo lo que necesitan estos trabajadores se reduce a tres objetos o capitales: i) una aplicación descargada en sus teléfonos móviles; ii) un medio de locomoción -pueden movilizarse en motos, bicicletas, autos o incluso caminando-; y iii) una mochila refrigerante. Los trabajadores de aplicaciones son propietarios de los tres medios que necesitan para producir. La aplicación se descarga en forma gratuita; las compañías no prestan ni arrendan los medios de locomoción, los trabajadores son los propietarios de los medios de locomoción; las empresas les venden a los trabajadores las mochilas refrigerantes. Los trabajadores de reparto son propietarios de los medios con los que producen. Eso explica muchas cosas, en primer lugar, explica que no se sientan proletarios y eso es correcto porque el concepto “proletario” no los define -no cumplen con el segundo requisito-; en segundo lugar, explica por qué se sienten a gusto auto-definiéndose como emprendedores de sí mismos, asumiendo que son “empresarios”. Esto último no es correcto, por eso el concepto empresario se encuentra entrecomillado. Aquí la ideología hace su trabajo. Es verdad que no son proletarios, pero de eso no se sigue que sean empresarios. Las empresas son las encargadas de infundir esa creencia. Tal como sugeríamos más arriba, la ideología consiste en una cierta distorsión intencional sobre (al menos) un aspecto del mundo social; es cierto que los trabajadores de aplicaciones son propietarios de gran parte de los medios de producción (medios de locomoción, mochilas refrigerantes y teléfonos celulares), pero hay algo que no poseen. Ese “algo” es el algoritmo. Es decir, son propietarios de los objetos tangibles, físicos, de los objetos que resultan evidentes “a simple vista”, pero existe otra parte que posibilita la generación del valor del cual la empresa se apropia, y eso Otro que se esconde, que permanece en un estado intangible es el algoritmo. Los trabajadores de aplicaciones son propietarios de (casi) todo: no son propietarios de la plataforma que programa la estructura de negocios. Sobre ello no deciden; se trata del componente que está presente pero permanece inadvertido. Cuando sugeríamos que ciertos enunciados sobre el mundo permanecen inadvertidos, nos referíamos a este tipo de situaciones.
Pero nada de esto es casual, existe un enorme esfuerzo, una intencionalidad específica por parte de la empresa por construir una serie de representaciones defendidas por los trabajadores. La empresa Pedidos Ya, por ejemplo, denomina a los repartidores como “oferentes”, y los define del siguiente modo,
Se refiere a agentes externos y/o terceros ajenos a Pedidos Ya, que previamente han contratado con Pedidos Ya sus servicios de intermediación, aportando la información de todos los Bienes que se exhiben a través de nuestro Portal (precio, características, y en general todos sus características objetivas). Estos, en su calidad exclusiva de productor, proveedor y/o emprendedor, son directamente encargados de cumplir con todas las características objetivas del producto y/o servicio publicado en el Portal. (Definiciones, Términos y Condiciones generales. Pedidos Ya. Los destacados me corresponden).
Es evidente el esfuerzo de la compañía por no conceptualizar a sus empleados como tales, se refiere a ellos en términos de agentes externos, terceros ajenos, proveedores y emprendedores. Hablan de los trabajadores en términos de “productores” pero si tomamos en consideración los conceptos asociados, resulta evidente que por productor entienden lo que los economistas neoclásicos entienden: capitalistas, inversores. Ese es el ejercicio ideológico que las empresas ponen en marcha, si no son proletarios entonces son “auto-emprendedores”, “empresarios de si”, “Yo S.A.” (Bröckling, 2015). Esa es una mala manera de razonar y se constituye a partir de una falacia lógica, non sequitur. Del hecho de que no sean X no se sigue que sean Y. Del hecho de que no sean proletarios -también nosotros así lo consideramos- no se sigue que sean empresarios.
A continuación nos centraremos en una cuestión más bien técnica, que atraviesa tanto a la teoría social clásica como así también a la contemporánea pero que encuentra sus raíces en la filosofía alemana del S. XIX, nos referimos a la diferencia entre explicar y comprender.
Comprensión y explicación
La interpretación es indisociable del anclaje en el mundo, por eso para Heidegger la historia del ser es la historia del ser arrojado al mundo (Dasein). El mismo movimiento se observa en la obra tardía del otro gran filósofo del siglo XX, Ludwig Wittgenstein. Si bien lo hemos trabajado en otro lugar con mayor detalle (Dottori, 2022), aquí simplemente nos referiremos a la sugerencia de Wittgenstein acerca de la comprensión de enunciados. Como es sabido, a partir de la década de 1940 Wittgenstein se encargó de ampliar el principio del contexto de Gottlob Frege. Para Frege, la unidad mínima de significado no son las palabras -como creía la filosofía escolástica- sino la oración elemental. El concepto “fuego“, por ejemplo, solo puede ser captado si se lo integra en un contexto general del tipo, “El departamento de mi vecino se está prendiendo fuego“. Especialmente después del Tractatus (2012), Wittgenstein va a sugerir que las oraciones elementales solo se comprenden si se las integra a una unidad predicativa mayor; los enunciados forman parte de un juego de lenguaje y ellos ocurren, a su vez, dentro de una estructura aún más general, es decir, dentro de una forma de vida. Cuando hablamos, entonces, hacemosalgo más; eso que hacemos es el mundo social. Esta manera de comprender los predicados y las acciones de los hablantes, resuelve una serie de problemas que poseen relevancia sociológica.
Defender una posición comprensivista en sociología, implica la tarea de tomarse seriamente los enunciados de los actores porque la captación de lenguaje (o la lingüisticidad en términos de Hans-Georg Gadamer) es indisociable de la tarea hermenéutica. Así, Gadamer sostiene,
La forma lingüística y el contenido transmitido no pueden separarse de la experiencia hermenéutica. Si cada lengua es una acepción del mundo, no lo es tanto en su calidad de representante de un determinado tipo de lengua (que es como considera la lengua el lingüista), sino en virtud de aquello que se ha hablado y transmitido en ella (2006: 529).
Entonces, si la existencia del mundo se encuentra constituida lingüísticamente, la tarea del sociólogo será la de construir buenas razones que defiendan la interpretación que los actores defienden. A ello, aquí, lo llamamos comprender. En las entrevistas que hemos confeccionado, muchos repartidores sostienen que son “libres“ en sus trabajos; las razones son variadas, pueden elegir el horario en que se conectan a la aplicación, en qué zonas trabajar, si lo hacen por la mañana o por la madrugada y cosas por el estilo. Muchos otros repartidores, por el contrario, sostienen exactamente lo contrario: en este tipo de trabajo “no son libres“. También tienen buenas razones para creer en esa falta de libertad, deben trabajar durante un mínimo de diez o doce horas si pretenden obtener un salario razonable, no pueden rechazar una cierta cantidad de pedidos, tampoco pueden no conectarse a la aplicación por una cierta cantidad de días y cosas por el estilo. Así las cosas, a la hora de interpretar las creencias de los actores, es decir, si decidimos no rechazar a la primera persona del presente indicativo y le otorgamos validez a los estados intencionales de los actores, ¿qué enunciado tomamos por verdadero?, ¿los trabajadores de aplicaciones son libres o no lo son? Esta decisión no resulta trivial pues como la lógica formal nos enseña, no podemos predicar la verdad sobre p, y a la vez, la falsedad de p. El enunciado p^¬p no tiene sentido; no puede ser captado porque no es posible asignarle un valor veritativo. Decir que “El gato está sobre el felpudo y no está sobre el felpudo“ no tiene sentido; tampoco se puede comprender que los repartidores digan que el trabajo los hace libres y que no los hace libres.
Este tipo de situaciones se resuelven si aplicamos la referencia pragmática del Wittgenstein tardío (2008). Cuando intentamos comprender que un repartidor sostiene que el trabajo de aplicación le otorga libertad, debemos captar muchos otros enunciados y acciones porque tanto los enunciados como las acciones no flotan en el aire, forman parte de una inmensa y compleja red de enunciados y acciones; para comprender “algo“ hay que comprender “mucho“ -por ello, el trabajo etnográfico no es ocioso-. Por ejemplo, una entrevistada llamada Carla, madre soltera, sostiene insistentemente que ser Rappitendera le otorga libertad; ahora bien, ¿cuáles son las buenas razones para captar que un trabajador que se encuentra forzado a pedalear durante doce horas, realizando una tarea que se encuentra dentro de los límites de la animalidad (un siglo y medio atrás quienes transportaban mercaderías de un punto a otro eran los caballos) por un salario magro y en plena informalidad laboral, asuma así y todo, que es libre? Y Carla así lo sostiene porque, cuando su hija amanece con fiebre, puede conectarse a la aplicación no a las 8 am sino a las 14 pm; tampoco debe soportar los abusos de su anterior jefe (era empleada en una panadería) quien la agredía a diario. También puede parar en un parque entre un pedido y otro y tomar un refresco durante una tarde de verano. Por todas estas razones Carla sostiene, y tiene buenas razones para hacerlo, que es libre en su trabajo. No comprender las reglas que operan en un jego de lenguaje particular y que forman parte de una situación histórica y cultural particular -una forma de vida-, impide captar las razones de los actores. Una conclusión natural de los sociólogos que no saben comprender es asumir que los actores tienen bajos niveles de racionalidad, pero quienes son poco razonables son esos investigadores y sus prejuicios.
[1] Los economistas neoclásicos conceptualizan a los trabajadores, en términos de consumidores; a los capitalistas como productores. Esa terminología genera una serie de indeterminaciones que no analizaremos en el presente trabajo. Agregamos el calificativo “subordinado”, al hablar de los productores con el objetivo de despejar ambigüedades.
Conclusiones:
Estos trabajadores de nuevo tipo se enmarcan y han surgido gracias al proceso de globalización. Prima facie, entendemos por globalización, la creciente interconectividad de los vínculos comunicacionales y comerciales; no asumimos que se trata un pretendido “fin de la historia“, ni el fin de los “grandes relatos“ (Francis Fukuyama, 2015). Asumir que los ciudadanos en la actualidad únicamente quieren cambiar de automóvil y comprar televisores cada vez más grandes, es un gran relato y además, una trivialidad. Además, es falso. Los seres humanos pensamos e imaginamos lo que podría ser y todavía no ha sucedido. La inventiva humana no finaliza por el decreto de un puñado de teóricos que defienden los intereses del establishment. Pero lo central para el presente trabajo es identificar a la globalización con la flexibilidad laboral, es decir, con la precarización del trabajador y con la eliminación de las regulaciones para contratar y despedir a los trabajadores por parte de las empresas (públicas o privadas). El caso de los trabajadores de aplicaciones de reparto es un claro exponente. Ni siquiera son considerados por las empresas como sus empleados; son meros “agentes externos“ sobre los cuales la empresa se desentiende por completo, sin pagar cargas sociales de ningún tipo. Estas prácticas laborales, ubicadas en la agenda “neo-liberal“ han creado el “precariado“ a escala global; se trata de millones de trabajadores cuyas vivencias no poseen un anclaje laboral o financiero estable.
El caso de los trabajadores de plataformas y la recurrencia al concepto de libertad ha sido un modelo que nos ha permitido comprender que las creencias, deseos e intenciones sostenidas y defendidas por los actores deben ser tomadas con total seriedad por parte del observador. Se trata de las razones que motivan la acción de los sujetos en cuestión. Ningún trabajo sociológico debiera tomarse por serio si se ubica “de espaldas” al modo en que los actores captan el mundo; proceder de ese modo es el camino hacia la simplicidad teórica: si los actores interpretan el mundo de un modo distinto al del teórico, entonces se sigue que los actores no entienden el mundo, pero si por el contrario –y tal como hemos sugerido- ponemos en práctica el principio de caridad e intentamos defender las razones del Otro y si, además, ubicamos los enunciados en el contexto general de una red de creencias, deseos e intenciones sostenidas en una cultura específica, en un tiempo y en un espacio particular (a ello denominamos, principio de contexto), la marcha hacia una sociología hermenéutica o comprensiva está asegurada. Por supuesto, comprenderlo todo no implica defenderlo todo. Los sociólogos ponemos de manifiesto aquello que no resulta evidente y esa no es una tarea menor; precisamente esa es la utilidad de la reflexión sociológica.
Bibliografía:
Bröckling, Ulrich (2015). El self emprendedor. Sociología de una forma de subjetivación. Colombia: Universidad Alberto Hurtado. Cant, Callum (2020). Riding for Deliveroo. Resistance in the New Economy. Cambridge: Polity Press.Cohen, Gerald A. (2015). La teoría de la historia de Karl Marx. Una defensa. Buenos Aires: Siglo XXI editores.Dottori, Ariel (2022). La sociología analítica. Hacia una teoría terapéutica del mundo social. Buenos Aires: Prometeo. Fisher, Mark (2016). Realismo capitalista. ¿No hay alternativa? Buenos Aires: Caja Negra. Fukuyama, Francis (2015). El fin de la historia y el último hombre. Buenos Aires: Planeta. Gadamer, Hans-Georg (2006). Verdad y Método I. Salamanca: Sígueme.Marx, Karl (2000). El Capital. Tomo I. Volúmen I. El proceso de producción del capital. Buenos Aires: Siglo XXI editores. Standing, Guy (2011). A Precariat Charter. From denizens to citizens. Londres: Bloomsbury Academic. (2014). The Precariat. Londres: Bloomsbury Academic. Wittgenstein, Ludwig (2008). Investigaciones filosóficas. Barcelona: Crítica. (2012). Tractatus logico-philosophicus. Madrid: Alianza.
Páginas web
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Palabras clave
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Palavras chave
Racionalidade, compreensão, liberdade, trabalhadores da plataforma
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Rationality, understanding, freedom, platform workers