La presente ponencia surge de una investigación desarrollada en el marco del Seminario de Realidad Nacional de la Licenciatura de Sociología en UNAH-VS. El objetivo es analizar a partir de fuentes nacionales e internacionales las muertes violentas de mujeres y femicidios en Honduras en el periodo comprendido entre 2009 a 2021. La temporalidad del estudio es seleccionada debido al contexto del golpe de Estado en el año 2009, lo que alteró las relaciones de poder en las instituciones estatales, trayendo consigo la vulnerabilidad de los derechos humanos, en especial los de las mujeres. Para el desarrollo de la investigación se utilizó la perspectiva de género y los postulados centrales de la teoría para estudiar la problemática, resaltando el análisis de género explicado por Marcela Lagarde (1996) como el detractor del orden patriarcal, que contiene de manera explícita una crítica a los aspectos opresivos y enajenantes que se llevan a cabo en una sociedad basada en patrones culturales preestablecidos que promueven la desigualdad, la violencia, y la injusticia de las personas basadas en el género. El estudio posee una metodología cualitativa de corte longitudinal, siendo un tipo de estudio descriptivo, cuyos datos fueron obtenidos mediante las técnicas de revisión bibliográfica, que consiste en revisar, recopilar y analizar información; a su vez, el análisis de bases de datos proporcionados por los organismos nacionales e internacionales obtenidos de fuentes impresas y electrónicas como documentos publicados por organismos oficiales e instituciones públicas o privadas, publicaciones en línea (boletines, revistas, informes), libros y documentos audiovisuales. De los hallazgos presentados resalta el aumento de muerte violentas de mujeres en Honduras en la última década, según el Centro de Derechos de Mujeres “CDM” (2019), el pico más alto de femicidios fue en el 2013, con 636 casos. En los últimos años, la tasa de femicidios ha disminuido considerablemente, sin embargo, las cifras siguen siendo significativas, de acuerdo con el Observatorio Nacional de la Violencia del IUDPAS (2021) para el año 2021 cada 17 horas con 36 minutos muere una mujer de manera homicida en Honduras.
Introducción:
I. Introducción
1.1 Descripción del problema
Históricamente, la violencia de género ha sido el principal obstáculo para alcanzar la equidad de género y reducir las desigualdades sociales entre hombres y mujeres. De los tipos de violencia de género, es natural que sean los femicidios o feminicidios los más violentos que atentan contra los derechos humanos internacionalmente aceptados, sobre todo, que los feminicidios son uno de los hechos que más evidencia la posición de opresión y dominación que han sufrido las mujeres sobre los hombres. De acuerdo a Cabezas (2020) “los últimos datos conocidos a nivel mundial, de 2017, dicen que 3 de cada 5 mujeres asesinadas lo fueron a manos de su pareja, expareja o algún miembro de su familia. África es el continente con mayor tasa de feminicidio, seguido de América” (párr.5).
El panorama para América Latina es muy similar, de acuerdo al Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe, se afirma que solo para el año 2019 hubo un total de 4,640 feminicidios y femicidios en la región. “Las más altas tasas de feminicidio por cada 100, 000 mujeres se observan en el caso de Honduras (6,2), El Salvador (3,3), República Dominicana (2,7) y el Estado Plurinacional de Bolivia (2,1)” (OIG, 2019, párr. 3) Lo que representa para Honduras en ese mismo año un total de 299 feminicidios o femicidios, según datos del Observatorio.
El escrito recopiló información sobre la situación de la violencia de género en Honduras, ya que se ha observado un aumento de la misma en los últimos años, debido al golpe de Estado de 2009, que alteró las relaciones de poder político, económico y social. Es importante destacar que, el análisis de género es una herramienta de la teoría de género que persigue como meta eliminar las barreras que impiden a hombres y mujeres tener una vida plena y disfrutar de los derechos sociales en igualdad (Fernández Pérez, 2011). Se hace hincapié en la perspectiva de género, desde una perspectiva feminista, que va más allá de la esfera política-ideológica, ya que esta permite mejorar el desarrollo científico, tecnológico, urbano, etc.; y mejorar las condiciones de vida de la mujer, en general.
1.2 Objetivos
Objetivo General
Comprender la situación de violencia de género hacia la mujer con relación a la política de seguridad del Estado de Honduras durante el período de 2009 a 2021, desde la perspectiva de género.
Objetivos Específicos
Entender la tendencia de las muertes violentas y femicidios mediante la revisión y reflexión de datos e información documental referida al período del estudio. Analizar el rol que ha desempeñado el Estado frente a la problemática de muertes violentas de mujeres entre los años 2009 a 2021.
Desarrollo:
II. Marco teórico/marco conceptual
2.2 Perspectiva de género
Este enfoque teórico tiene una amplia variedad de postulados, como ser, la antropología, la psicología, la biología, etc. En consecuencia, este apartado se centrará en explicar la perspectiva de género desde el análisis feminista de la rama sociológica.
2.2.1 Postulados de las diferencias de género
La literatura de esta corriente está formada por trabajos teóricos funcionalistas, fenomenológicos y etnometodológicos. El estudio analiza dos variables, el sexo y el género, que se estudian por separado; la temática central es que los hombres y las mujeres tienen configuraciones físicas y mentales distintas (Madoo Lengermann & Niebrugge-Brantley, 1997, p. 367).
2.2.2 Postulados de la desigualdad de género
Plantean cuatro elementos centrales para estudiar la desigualdad de género: primero, la desigualdad se encuentra en diversos aspectos de la vida, como la política, la economía, la cultura y lo social, donde la mujer se ve más afectada que el hombre; segundo, la desigualdad entre el hombre y la mujer tiene origen en la organización de la sociedad, la cual está sujeta al orden patriarcal; tercero, esta problemática provoca que la mujer no pueda tener una vida plena, por la desigualdad de género, le cuesta alcanzar la autorrealización, y, en cuarto lugar, es posible un cambio en la estructura social, en la que tanto hombres como mujeres tengan un ambiente saludable y justo (Madoo Lengermann & Niebrugge-Brantley, 1997, p. 372).
Esta perspectiva analiza la temática desde dos ópticas:
El feminismo liberal
Expone que el principal factor que incita la desigualdad de género es el sexismo, el cual contiene prejuicios y prácticas discriminatorias contra las mujeres, además posee creencias dadas por sentadas sobre las diferencias “naturales” entre hombres y mujeres que explican sus diferentes destinos sociales (Madoo Lengermann & Niebrugge-Brantley, 1997).
El feminismo marxista
Está compuesta por postulado de Marx y Engels, específicamente de la obra Los orígenes de la familia, la propiedad privada y el Estado (1884), también cuenta análisis de la protesta social feminista, mediante esta fusión teórica sus postulados se concentran en estudiar la desigualdad entre géneros. La tesis central de la corriente es que la desigualdad nace en la organización del sistema capitalista, quien vela por otorgarle poder, status, y posibilidades de autorrealización a los hombres de la clase dominante (burguesía), de igual forma le da autoridad y poder a los hombres dominados (proletarios) pero sin capacidad de tener una autorrealización plena; mientras que, las mujeres burguesas y mujeres proletarias como amas de casa, esposas y madres; pero quien sufre más de esta marginación es la mujer proletaria, puesto que, además de ser madre y esposa, debe trabajar, generando una doble explotación. (Madoo Lengermann & Niebrugge-Brantley, 1997).
2.2.3 Postulados de la opresión de género
Señala que las mujeres están en una situación de discriminación, ya que son utilizadas, controladas, sometidas y oprimidas por el dominio del patriarcado en la estructura y la organización de la sociedad (Madoo Lengermann & Niebrugge-Brantley, 1997).
Esta teoría cuenta con cuatro corrientes:
Teoría feminista psicoanalítica:
Sus raíces teóricas se encuentran en los estudios de Sigmund Freud y Jacques Lacan (Macionis & Plummer, 2011); estos autores no cuestionaban la opresión que padecían las mujeres; Freud consideraba que las mujeres eran seres humanos de segundo orden, cuya naturaleza psíquica básica solo les permitía llevar una vida inferior a la de los hombres. Por eso, las feministas psicoanalíticas propusieron un proceso de reestructuración de la teoría, en la que reconocieron la opresión que sufre la mujer, también señalaron la existencia de un sistema que beneficia a los hombres, el patriarcado, el cual les permite subordinar a las mujeres (Madoo Lengermann & Niebrugge-Brantley, 1997).
Esta visión encuentra que el problema persiste porque la mujer tiene miedo de la muerte y al entorno social y económico en el que se desarrolla la formación de la personalidad de las y los niños. Por lo que recomienda una reestructuración en las prácticas de crianza de estos, e iniciar una masiva reconstrucción de la cultura sobre la muerte, con el fin de acabar con la opresión que sufren las mujeres (Madoo Lengermann & Niebrugge-Brantley, 1997).
El feminismo radical
Expone que la opresión de la mujer se debe a la instauración del sistema patriarcal en la estructura social, provocando que el hombre domine a la mujer, convirtiéndola en un objeto de subordinación. (Madoo Lengermann & Niebrugge-Brantley, 1997). Asimismo, recalcan, que “el patriarcado constituye la estructura más importante de desigualdad social y la que menos se percibe como tal” (Madoo Lengermann & Niebrugge-Brantley, 1997, p. 384)”.
Según Macionis & Plummer (2011), el feminismo radical sostiene que la opresión hacia la mujer no se terminará con una revolución, sino mediante la erradicación del término género, lo cual, permitirá alcanzar la igualdad. Por otra parte, Madoo Lengermann y Niebrugge-Brantley (1997 argumentan que las radicales proponen destruir el patriarcado con una reconstrucción básica de la conciencia de las mujeres; en un mundo en el que cada mujer se acepte a sí misma y se respete, y en el que se reconozca y valore la fuerza que tienen las mujeres, rechazando los patrones del patriarcado que las hacen sentir marginadas y dependientes.
El feminismo socialista
La corriente socialista surge de algunas feministas marxistas que, siguiendo el materialismo histórico, adaptaron el análisis marxista y el radical para crear un cuerpo teórico que tuviera una síntesis literaria y un método adecuado para abordar el problema de la desigualdad de género. A partir de esta unificación, el análisis se divide en dos vertientes: en primer lugar, estudiar la opresión de clase y género de la mujer, con el objetivo de identificar las distintas experiencias de subordinación que sufren las mujeres en el patriarcado capitalista; y, en segundo lugar, describir y explicar las otras variantes de la opresión de la mujer, como ser, en la etnia, edad, preferencia sexual, etc. (Madoo Lengermann & Niebrugge-Brantley, 1997).
El feminismo socialista plantea eliminar el patriarcado capitalista; es fundamental una revolución socialista que permita la formación de una economía centralizada que sea capaz de satisfacer las necesidades de la sociedad (Macionis & Plummer, 2011).
El feminismo de la tercera ola
El feminismo de la tercera ola o también conocido como el movimiento de mujeres, surge como una corriente crítica a la literatura sobre la mujer en la década de los años 60 y 80 del siglo XX, estas teóricas destacan que la mayoría de los estudios redujeron el concepto de mujer a una categoría genérica de estratificación (Madoo Lengermann & Niebrugge-Brantley, 1997).
2.2. Marco conceptual
2.2.1 Generalidades
Es importante resaltar que el marco conceptual no solo es la definición de conceptos, sino que en este se identifica la importancia que los conceptos y enfoques teóricos tienen para la investigación. En este apartado hace referencia a las acepciones de violencia de género, femicidios y feminicidios, organismos e instituciones internaciones y nacionales, cuyas primeras tres serán abordadas bajo un enfoque crítico-social debido a la naturaleza de los mismos y por los fines de la investigación.
2.2.2 Género
El término género ha sido utilizados desde el XVIII, pero en las ciencias sociales tomo relevancia hasta la mitad del siglo XX (Comisión Nacional de los Derechos Humanos, 2019). A partir de la década de 1970, comenzó a recibir atención debido al debate generado por las teorías y políticas feministas. Estas últimas se opusieron a la práctica sexista y androcéntrica de la sociedad y la academia occidental (Pérez Villalobos & Romo Avilés, 2012), desde entonces, varios académicos y académicas comenzaron a usar la terminología de género en sus investigaciones, tal como Robert Stoller, psiquiatra y psicoanalista, lo hizo en su libro Sexo y género en 1968; en 1972 Ann Oakley, socióloga feminista, escribió “Sexo, género y sociedad”, obra que introdujo el término género en las ciencias sociales; etc. (Comisión Nacional de los Derechos Humanos, 2019).
La literatura de género ha sido un gran avance para la comunidad científica y la lucha que han emprendido el feminismo, puesto que, antes y aun en la actualidad, este término es asociado/confundido con el concepto sexo, que está relacionado con la anatomía del ser humano, el cual distingue los componentes biológicos, como ser: la composición cromática, los órganos reproductores, los genitales externos, los genitales internos, el componente hormonal y las características sexuales (Comisión Nacional de los Derechos Humanos, 2019), mientras que el género, son “todas aquellas prácticas, valores, costumbres y tareas que la sociedad, y no la naturaleza, le ha asignado de forma distinta a cada uno de los sexos” (Comisión Nacional de los Derechos Humanos, 2019, p. 9).
De acuerdo con Macionis & Plummer (2011) el género se refiere los aspectos sociales adscritos a las diferencias sexuales, el cual se encuentra impregnado en toda vida social y posee una fuerte influencia sobre la visión que tenemos de nosotros mismos, en las relaciones interpersonales, y en el entorno en que nos desarrollamos (pp. 334 - 335). De igual modo, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (2019) conceptualiza al género como una “construcción social, histórica y cultural de lo que se supone implica ser mujer o ser hombre en un contexto cultural y momento histórico determinado” (p. 10).
Otros componentes que integran al término género son tres: la identidad de género, que es “al estado psicológico en que se encuentra una persona cuando dice «soy un hombre» o «soy una mujer»”; el rol de género (concepto acuñado por John Money), se refiere al aprendizaje y puesta en práctica de las prácticas sociales asociadas a un determinado género, y por último, la representación de género, es la manera en que el individuo expresa su masculinidad o feminidad (Macionis & Plummer, 2011, pp. 335 - 336).
Por lo tanto, el género es un término que abarca diversos elementos sociales, culturales, políticos e ideológicos que determinan los patrones de conducta que deben seguir mujeres y hombres en una sociedad. Pese a ello, esta amplitud del concepto demuestra que ciertos patrones son superiores a otros, tal es el caso del género femenino versus al masculino, el cual el primero es normalmente catalogado como “frágil”, mientras que el segundo es percibido como “fuerte”. Esta problemática ha dejado consecuencias muy graves para las mujeres, como discriminación, abusos físicos, mentales y sexuales, feminicidios, etc.
2.2.3 Violencia de género
La violencia contra la mujer es un fenómeno social, cultural, político y económico que ha estado presente en la historia del ser humano, desde sus orígenes. Esta desigualdad histórica se respalda del orden social predominante, mejor conocido como el patriarcado. El orden patriarcal es un sistema que justifica la dominación del hombre sobre la mujer por una supuesta inferioridad biológica en ella, esto es respaldado por su trayectoria histórica en las distintas aristas de la sociedad, que se encargan de reforzar y mantener el orden social a través de patrones sociales, culturales económicos, religiosos y políticas que definen a la mujer como una categoría de subordinación (Comisión Nacional de los Derechos Humanos, 2019).
Este sistema se derivan otros elementos que fortalece dicha envergadura:
1. Androcentrismo: “es un enfoque unilateral que considera la perspectiva masculina como medida de todas las cosas y generaliza esos resultados como verdades universales para hombres y para mujeres” (Fernández Darraz, 2017, p. 362).
2. Sexismo: se refiere a la creencia de que el sexo propio es, por definición, superior (Macionis & Plummer, 2011, p. 338).
3. Misoginia: es el odio, rechazo, aversión y desprecio hacia la mujer y, en general, hacia todo lo relacionado con lo femenino que se manifiesta en actos violentos y crueles contra ella por el hecho de ser mujer (Comisión Nacional de los Derechos Humanos, 2019, p. 20).
El movimiento feminista tiene como objetivo luchar para erradicar las desigualdades económicas, culturales, políticas y sociales que derivan de las diferencias sexuales que sustentan la opresión, la subordinación y la explotación de las mujeres como grupo (Comisión Nacional de los Derechos Humanos, 2019). A partir de este movimiento se han llevado a cabo diversas iniciativas para denunciar y condenar todo acto de violencia que la mujer reciba por el sistema patriarcal, según la CEDAW, esta problemática se define como cualquier acto de violencia contra la mujer que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico. (ONU & ACNUDH, 2020).
La violencia contra la mujer es una problemática que se da en cualquier momento de la vida cotidiana de las niñas y mujeres en el mundo, hay varios tipos de la misma, UAbierta UChile (2020) señala algunos tipos:
Violencia simbólica: desvalorización, invisibilización, objetivación. Violencia psicológica: en las relaciones afectivas y laborales. Violencia económica: esta puede suceder en la familia como en el ámbito públicoViolencia física: consiste en causar o intentar hacer daños a una persona, por ejemplo, la violencia doméstica. Violencia sexual: parte de cualquier acto de índole sexual ejercida hacia otra persona en contra de su voluntad. Dentro de esta categoría cabe: el acoso sexual, la violación, la trata de personas, etc.Femicidio/feminicidio: es el homicidio de una mujer/niña por parte de un hombre.
El tipo de violencia que será analizada en el estudio es femicidio, cabe resaltar, que existen debates conceptuales entre usar el término femicidio o feminicidio. A continuación, se describirán las categorías de análisis,
2.2.4 Femicidio y feminicidio
Fue Diana Russelen en 1976 que construyó el término de femicidio ante el Tribunal Internacional de Crímenes Contra Mujeres, modificándose el concepto a través del tiempo. Junto a Hill Radford, describió este hecho como el asesinato misógino de mujeres realizado por hombres, motivado por desprecio, placer, odio o sentido de propiedad 2014 (CDM, 2014).
El código penal en Honduras, fue modificado en el año 2013, estableciendo que el delito de femicidio es aquel en el que “el o los hombres que den muerte a una mujer por razones de género, con odio y desprecio por su condición de mujer y se castigará con una pena de treinta (30) a cuarenta (40) años de reclusión” (BID, 2019, pág. 4). Aunque en esta investigación, queda por fuera de su alcance el marco legal y jurídico en torno al femicidio, es importante destacar que en el nuevo Código Penal vigente en Honduras desde el año 2020, se redujo la condena para este delito, pasando a ser entre veinte (20) a veinticinco (25) años.
Por otra parte, el feminicidio/femicidio se da por razón de género, la cual tiene implicación política que trasciende al asesinato de una mujer; personas expertas concuerdan en que esto ha permitido desnudar la inoperancia del Estado en materia de seguridad para las mujeres, ya que hay femicidio cuando el Estado democrático no garantiza la seguridad de las mujeres en sus espacios de vivir diario, sea cual sea (CDM, 2014).
Algunas autoras feministas argumentan que existe una diferencia marcada entre lo que es femicidio y feminicidio. Marcela Lagarde (2005), realizó un análisis a la teoría feminista, específicamente a la obra “The politics of woman killing” de Diana Russell y Jill Radford, a partir de ello, Lagarde expone que el “femicidio es una voz homóloga a homicidio y solo significa asesinato de mujeres” (p. 8). Formuló el término feminicidio, “conjunto de delitos de lesa humanidad que contienen los crímenes, los secuestros y las desapariciones de niñas y mujeres en un cuadro de colapso institucional. Este fundamento es respaldado por otras autoras de índole latinoamericana, como ser, Julia Monárrez (2005), resalta que el femicidio proviene de toda política derivada de la muerte de mujeres, tolerada por el Estado (OACNUDH, 2014, p. 15). En definitiva, las dos autoras añaden una dimensión relevante que el femicidio deja a un lado, que es papel del Estado ante la violencia contra la mujer, por tanto, el feminicidio es un concepto más amplio para analizar la temática de la violencia de género.
Por otro lado, la doctora en trabajo social Izabel Solyszko Gomes (2013), en su ensayo sobre femicidio y feminicidio, realiza una recopilación teórica de las múltiples definiciones con las que se han referido a ambos conceptos, en este sentido, lo más importante a destacar sería que aun habiendo diferencias semánticas y concepciones teóricas diferentes, existe una mayor preocupación por la visibilidad y politización del fenómeno, es decir, el hecho de asesinato hacia las mujeres está por encima de diferencias conceptuales y requiere mayor esfuerzo y empeño el tratar de eliminar sus formas, que los debates en torno a diferencias conceptuales.
III. Metodología
La investigación se realizó desde un enfoque cualitativo bajo un corte longitudinal, puesto que, se pretendía utilizar el método de la investigación documental, que se basa en seleccionar y recopilar información de un tema específico, en este caso, muertes violentas de mujeres y femicidios en Honduras, a través de la lectura de noticias, documentos, libros, artículos de revistas académicas, ensayos, tesis, boletines de organismos oficiales, elementos audiovisuales, etc.; como bien expone Arias (2011) “es un proceso basado en la búsqueda, recuperación, análisis, crítica e interpretación de datos secundarios, es decir, los obtenidos y registrados por otros investigadores en fuentes documentales: impresas, audiovisuales o electrónicas”.
En cuanto al nivel del estudio, es a nivel descriptivo, que según Arias (2011), “consiste en la caracterización de un hecho, fenómeno, individuo o grupo, con el fin de establecer su estructura o comportamiento” (p. 24). Por lo tanto, esta investigación busca concretar la caracterización de la problemática del femicidio en la sociedad hondureña en los últimos 12 años.
IV. Presentación de resultados
4.1 Muertes violentas y femicidios
4.1.1 Cifras y datos
Se observa que la problemática de las muertes violentas y femicidios en Honduras de los últimos 11 años tiene una alta incidencia, específicamente en el año 2013 con 636 muertes, debido a que, dicho año ha sido uno de los más violentos para el país con aproximadamente 6,431 muertes violentas (Secretaría de Seguridad de Honduras, 2019) acompañado con campañas electorales y preparativos para cambio de gobierno. También es pertinente destacar que, pese a la disminución de los decesos, este fenómeno sigue afectado a la sociedad hondureña, puesto que, la media de las muertes violentas en el periodo de los años 2009 al 2021 es 448 casos.
Gráfico no.2
Elaboración propia, cifras obtenidas de ONV
El gráfico muestra los dos departamentos con mayor influencia, los cuales contienen las dos ciudades más importantes del país, como ser, la capital, Tegucigalpa y la ciudad industrial, San Pedro Sula, en conjunto ambas ciudades poseen 2,106,300 (Oficina de Información Diplomática del Ministerio de Asuntos Exteriores, 2022). Por otra parte, el departamento con más casos de muertes violentas y femicidios es Cortés, desde el año 2012 con 204 hasta el 2017 con 116 muertes, fue hasta el 2020 que el departamento de Francisco Morazán aumentó los casos con 88 decesos.
En cuanto a los grupos etarios de muertes violentas y femicidios, cabe destacar que entre los años 2010 a 2021 el rango de edad con mayores casos es de 20 a 24 años para el 2010, 2013, 2014, 2015, 2017 y 2020 seguido de 25 a 29 años para el 2011, 2012, 2016 y 2019. Para el año 2018 el grupo de edad con mayor cantidad de casos fue de 15-19 años y en el 2021 fue de 30 a 59 años, representando un 37,7 % del total de casos para ese tiempo, de acuerdo con el Observatorio Nacional de Violencia (2021).
4.2 Rol del Estado
4.2.1 Debilidad institucional
En relación con el mecanismo de muertes, desde el año 2008 hasta el 2019, en Honduras, un total de 3898 mujeres murieron a causa de un arma de fuego, lo que representa el 71.4 % de todas las muertes violentas y femicidios en Honduras hasta el año 2019. De acuerdo con el ONV (2019) la entrada en vigencia del decreto No. 101-2018 referente a la ley de Control de armas de fuego, municiones, explosivos y materiales relacionados, es un importante avance para el país y se espera que su cumplimiento permita combatir el uso ilegal de las mismas. Los últimos datos del 2021 referente a las muertes violentas y femicidios en el país muestran que, de los 292 casos, el 66.4 % de los casos fue con arma de fuego y el 16.4 % con arma blanca.
De las muertes violentas de mujeres y femicidios registradas en la temporalidad del estudio, el lugar con mayor cantidad de casos para todos los años fue la calle o la vía pública, liderando los porcentajes desde 36. 8 % para el año 2010 y el 63.4 % para el 2013. Esto evidencia la debilidad estatal en materia de seguridad pública, puesto que estos no son espacios seguros para las mujeres. El FOSDEH en 2019 publicó un estudio en el que establece “el paulatino incremento del presupuesto en el área de Seguridad, llegando a 6,583.5 millones de Lempiras, mientras en Defensa 7,958.6 millones de Lempiras” (Martínez, Luisa Lazo, Emma Velásquez, Díaz, & Contreras, 2021, p. 19). Lo anterior, contrasta negativamente con la inseguridad del país porque la Seguridad y la Defensa son los rubros donde más se invierte el gasto público del mismo.
Durante el periodo en el que el Partido Nacional estuvo en el poder (2009 – 2021), se realizaron una serie de modificaciones a la legislación con el objetivo de proteger a las y los funcionarios públicos corruptos (as) que pertenecían o estaban aliados a dicho partido político. Un ejemplo ilustrativo de este suceso fue la aprobación de un nuevo Código Penal que está lleno de bajas condenas a temas de interés nacional, como son, el crimen organizado, los delitos contra la vida, y los delitos de violencia contra la mujer. Como consecuencia, estas medidas han perjudicado los derechos de las mujeres y niñas hondureñas, para ilustrar mejor, en el Código Penal de 1983 la condena por femicidio era de 30 a 40 años de reclusión, mientras que el Código Penal vigente la pena es entre 20 a 25 años. (WOLA & IUDPAS, 2020).
Como bien se ha descrito y analizado anteriormente, el asunto de las muertes violentas y femicidios en Honduras es un problema que persiste por varias razones, en este caso, por la falta de aplicación de justicia. Según el CDM (2021) de 1892 femicidios registrados en el periodo del año 2014 – 2019, solamente 118 casos fueron ingresados a los Juzgados de Letras de lo Penal a nivel nacional, asimismo destaca que de estos casos, 80 recibieron sentencias, de las cuales 25 terminaron con sentencia condenatoria; 17 con sobre seguimiento; 34 con apertura a juicio; 1 en conciliación entre las partes, y 3 sin especificar, lo que significa que la mayoría de los femicidas no reciben un castigo judicial, dejando en claro la ineficiencia de las autoridades estatales para manejar la temática.
Conclusiones:
Es importante destacar y resaltar el vacío estadístico en el año 2009 sobre asuntos específicos de las muertes violentas y femicidios, como ser, el grupo etario con mayor cantidad de casos, el lugar de las muertes, el tipo o mecanismo de arma que se utilizó, y la distribución geográfica de los casos. Esto puede adjudicarse al golpe de Estado de ese año. Desde entonces, se agudizaron los casos de muertes violentas y femicidios en el país, siendo un claro ejemplo el año 2013, que posee la mayor cantidad de casos. En los años que abarca el estudio se realizaron una serie de reformas a la normativa jurídica en torno a los delitos de violencia contra la mujer, con reducciones de pena, dando pie a que los hombres que cometen estos actos no reciban castigo y gocen en muchas ocasiones de libertad y dejando en claro que en Honduras predomina y están impregnadas las prácticas patriarcales en quienes ejercen funciones públicas.
En Honduras carece de estudios o investigaciones que aborden la temática desde un enfoque cualitativo, consideramos que esto influye a que se reduzcan las víctimas a números y, de igual forma, trae como consecuencia que en el imaginario colectivo esté normalizada la violencia contra la mujer, frente a la falta de sensibilización y empatía que impera en la sociedad hondureña.
Por ende, es fundamental elaborar estudios desde la perspectiva de género para la formulación de políticas públicas, leyes y marcos normativos integrales que contribuyan a la reducción de esta y todas las modalidades de violencia de género en el país.
En la actualidad, desde la perspectiva de género existe un debate sobre la terminología para definir las muertes violentas de las mujeres. Por un lado, se denomina femicidio a la muerte de una mujer por parte de un hombre y, por otro lado, está el feminicidio, que tiene una connotación política y engloba el papel que desempeña el Estado ante las muertes violentas de las mujeres. Este tema aporta otra visión sobre el problema; no obstante, el estudio realizado no ofrece la posibilidad de comprender con mayor detalle dichos debates teóricos.
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Palabras clave:
Femicidios, violencia de género, Honduras
#03930 |
La división heterocis-sexual del trabajo político-militante. Reflexiones sociologicas sobre la violencia politica patriarcal.
Cuando la violencia patriarcal irrumpe la escena política en modo de silenciamiento; moralización; reinterpretación del discurso; acoso sexual y hasta el feminicidio político, construye un entramado complejo de alianzas, pactos y actos de patriz exlcuyente que se dirimen sobre los cuerpos-historia de las mujeres, lesbianas, trans y disidencias en su condición de sujetas políticas y nos convoca con urgencia a una lectura más aguda sobre las estructuras que subyacen este tipo de violencia.Uno de los pilares que consideramos sustancial para tal estructura, es la división heterocis-sexual del trabajo político-militante.Si bien esta división presenta un continuum lógico con la división sexual del trabajo productivo clásico planteado por los estudios feministas materialistas, entendemos que en la contienda política asume características particulares.Dicha categoría aplicada a los espacios políticos mixtos, exhibe dos esferas fundamentales: por un lado, la que llamamos esfera estratégica que tiene como característica prioritaria la concentración de las tareas más visibles y reconocidas socialmente como “tareas políticas” y por otro, la esfera de la no política, donde se condensan las tareas de sostenimiento;operatividad; cuidado y dinamización, las cuales no ostentan de reconocimiento público ni son consideradas como tareas políticas per se. Si bien entre ambas encontramos un amplio abanico de tareas militantes intemedias, todas ellas están profundamente marcadas y configuradas a partir de las relaciones socio-sexuales; la clase social y los dispositivos de racialización.Hemos dado cuerpo teórico a estas reflexiones-malestares mediante y con los generosos relatos de mujeres, lesbianas y trans que acuerparon violencias en el interior de sus organizaciones políticas mixtas de Mendoza, Argentina .Procuramos aquí, aportar dialógicamente a la sociología feminista y a la memoria política colectiva disidente.
#04179 |
La importancia de la red de promotoras comunitarias contra la violencia de género para promover acciones de transformación social.
Paula Viviana Soza Rossi1
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Adriana Beatríz Rodríguez Durán
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En este trabajo, nos interesa compartir algunas reflexiones sobre una experiencia de investigación-acción-participativa (IAP) en el marco del Área de género de una organización social y de un proyecto de extensión universitaria orientado a la formación de promotoras comunitarias contra la violencia de género, integrantes del Movimiento de Justicia y Libertad (M JyL) en el Gran La Plata, provincia de Buenos Aires, Argentina[1]. Conscientes de la gravedad de la temática y de la necesidad de un abordaje interdisciplinar, buscando incidir en la transformación política de sus condiciones estructurales, diseñamos variados espacios de formación donde se intentó atender a un movimiento simultáneo entre un momento introspectivo para entender y elaborar las propias situaciones de discriminación y violencia; y un momento propiamente formativo e intersubjetivo incorporando herramientas de formación para acompañar a otras mujeres, destinado a la acción comunitaria.Nuestra propuesta fue fortalecer y profesionalizar el rol de las promotoras comunitarias a partir de instancias de formación orientadas a: la disminución del umbral de tolerancia hacia la violencia (Femenías, 2008: 46-49), la prevención, la detección temprana, las intervenciones situadas y el trabajo en red entre los diferentes espacios de la organización social, incluyendo la perspectiva hacia la promoción de la salud y el bienestar social. Desde una perspectiva de la interseccionalidad entre clase, raza, género y sexualidad para nuestras prácticas de formación de este grupo de promotoras comunitarias, algunos de los interrogantes que nos acompañan en esta sistematización de la experiencia son: ¿Qué conceptualizaciones sobre la violencia van decantando en las promotoras y en nosotras como formadoras? ¿Cómo definimos el bienestar social? ¿Qué concepto de autonomía podemos inscribir desde la red comunitaria? ¿Qué estrategias alternativas a la violencia vamos situando como posibles ante la situación de pandemia? ¿Cómo se articula la violencia de género con necesidades neoliberales y patriarcales? (Falquet, 2017) ¿Qué tipo de feminismo vamos construyendo en conjunto? [1] Movimiento Justicia y Libertad. En adelante M J y L. La organización social co-partícipe “Movimiento Justicia y Libertad” extiende su anclaje territorial en toda la periferia platense y en la localidad de Berisso. En particular desarrolla sus actividades en los siguientes barrios: Olmos, Los Hornos, Altos de San Lorenzo, Melchor Romero, San Carlos, Villa Elvira, Futuro, donde viven y trabajan las promotoras comunitarias.
#04312 |
Experiencias resilientes de mujeres víctimas del conflicto armado y su contribución a la construcción de Paz en el Distrito Especial de San Andrés de Tumaco, en el periodo 2012 – 2019.
LIZET JOHANNA SANTACRUZ PINZA1
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LUZ DARIS BASTIDAS NARVAÉZ
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Tumaco es uno de los territorios donde el conflicto armado y la violencia se han ensañado con la población, ocasionando que muchas mujeres sean víctimas de hechos violentos, pues la condición de género ha jugado un papel importante a la hora de victimizar a las mujeres. Mediante el análisis cualitativo de las categorías de resiliencia, mujer víctima, conflicto armado y construcción de paz, se aborda la incidencia de las experiencias resilientes de las mujeres víctimas del conflicto armado en la construcción de paz territorial en el Distrito Especial de San Andrés de Tumaco. Con esta investigación buscamos examinar las experiencias resilientes de mujeres víctimas del conflicto armado en Tumaco y su contribución a la construcción de paz en este territorio. El estudio se centró en las experiencias resilientes de cinco mujeres, las cuales fueron víctimas de violencia en el marco del conflicto armado. A partir de sus relatos, se muestra cómo se dieron sus procesos de resiliencia utilizando sus voces para hacer catarsis (purificación – limpieza) y para exteriorizar sus emociones y sus sentires durante este proceso tan doloroso, permitiendo una sanación del alma y con ello contribuir a la construcción de paz en Tumaco.
#04446 |
Violencia, cultura del buen trato y feminismos rurales en la Frontera sur de México
En esta ponencia se reflexiona sobre violencia, cultura del buen trato y feminismos rurales, enfocando el municipio de Tenosique en el estado de Tabasco, vergel donde se cruzan añejas violencias estructurales y nuevas violencias y despojo asociados al impulso de megaproyectos públicos y privados, a la expansión de monocultivos como palma de aceite y a la violación sistemática de derechos humanos de migrantes de diversos países que arriban a México desde Centroamérica. Ante la intersección de tantas violencias, diversos núcleos de mujeres rurales, están impulsando procesos, reflexiones y acciones de defensa para contrarrestarlas y para generar otra manera de relación humana que ponga por delante la vida y el buen trato. Los procesos protagonizados por mujeres adoptan la figura de “comunidades de aprendizaje local” (CAL) y se impulsan en la Rivera, la planicie y la sierra de ese municipio fronterizo. Llama la atención que la respuesta ante las violencias sea la “cultura del buen trato” y la defensa de derechos humanos, que se tratan de impulsar con la población rural, con la que transita por el corredor migratorio y con la que toma aliento en “La 72”, Casa -Refugio con la que se solidarizan las CAL. Las acciones y articulaciones de las Comunidades de Aprendizaje se dan en un marco de diálogo con algunos feminismos, y en esa interacción van produciéndose cambios culturales y políticos profundos al tiempo en que emergen “feminismos rurales” en contextos fronterizos.
#04588 |
Orígenes sociales y manifestaciones del sufrimiento en un grupo de mujeres bolivianas migrantes y sobrevivientes de violencia
La presente investigación se desarrolla alrededor de la temática del sufrimiento, los orígenes sociales y las maneras en que éste se manifiesta según las vivencias interseccionales de un grupo de mujeres bolivianas migrantes (migración interna) y sobrevivientes de violencia de Tarija. Se realiza con el propósito de contribuir al análisis, el diseño y la puesta en práctica de las acciones del Equipo de Comunicación Alternativa con Mujeres (ECAM), organización especializada en la defensa de los derechos de las mujeres de esta zona.El interés por estudiar este tema radica en que, a nivel de América Latina, distintos organismos internacionales han situado a esta población entre los primeros puestos de víctimas de violencia. La OPS (2013) ubicó a Bolivia, en el primer lugar de violencia física y en segundo lugar en cuanto a violencia sexual. Asimismo, ONU Mujeres (2013) coloca a Bolivia como el segundo país en América Latina en casos de violencia sexual.Partiendo del contexto social, se destaca que el sufrimiento y la violencia que experimentan las mujeres en Bolivia es una problemática que merece una mayor atención e intervención.Para este fin, desde la metodología cualitativa se escogió la implementación de entrevistas a profundidad como herramienta para la recolección de la información. Ante el contexto pandémico, las entrevistas se aplicaron por medio de la plataforma Zoom, herramienta que permitió la realización de esta investigación de índole internacional. Se desarrollaron 5 entrevistas a profundidad a mujeres seleccionadas por el ECAM que quisieran relatar sus experiencias de sufrimiento. La presente investigación se realizó en el año 2021 en un plazo de 8 meses.Asimismo, se establecen teorías que sustentan la construcción del objeto de estudio, tales como la teoría de la interseccionalidad, teoría del racismo, teoría de la colonialidad del poder.A partir de las entrevistas, se resaltan cuatro categorías que destacamos afectan en las experiencias de sufrimiento, que se encuentran atravesadas por una serie de instituciones como: la familiar, la educativa, la religiosa, entre otras. Los principales cuatro ejes temáticos constituyen: sufrimiento, orígenes sociales del sufrimiento, patriarcado, y racismo.El análisis de los resultados se estructura en apartados los cuales permiten comprender de manera más detallada el fenómeno social, respondiendo a preguntas tales como: ¿Cómo experimentan el sufrimiento? ¿Qué instituciones han formado parte de las vivencias del sufrimiento de estas mujeres? entre otras. Esta sección es el fuerte de la investigación y se estructura en 4 capítulos principales:Capítulo 1 “Siempre puede ser peor”: la desvalorización del sufrimiento propioCapítulo 2 El fruto del sufrimiento individual que se alimenta de las raíces colectivasCapítulo 3 Cuando se sufre tanto, que hasta el valor se pierdeCapítulo 4 La conceptualización de “mejorar la raza”: las personas blancas y la otredad