Resumen de la Ponencia:
El escenario, marcado por la rápida evolución del virus Sar-Cov2, demandó aunar esfuerzos estatales, institucionales, no estatales y de movimientos políticos y de masa en pro de la salud y el cuidado de la población. Es decir, se hizo necesario interrelacionar la compleja red de la organización social del cuidado, con vistas a una mejor conciliación entre lo productivo y lo reproductivo, lo público y lo privado, lo formal y lo informal y entre lo remunerado y lo no remunerado.Cuba encaró este desafío con un conjunto de medidas integrales e intersectoriales donde la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), como parte de la sociedad civil, tuvo un rol significativo teniendo en cuenta la afectación específica que la contingencia planteaba a las mujeres y sus familias. Pero, ¿cómo se implicó la FMC en el Plan de Medidas contra la COVID-19? ¿qué papel jugó el voluntariado social de la organización femenina cubana en el cuidado de las personas en tiempos de COVID-19? La propuesta realiza un breve recorrido que expone el accionar de las Brigadistas Sanitarias de la organización femenina a lo largo de 60 años. Pone especial énfasis en las acciones desplegadas en las comunidades por el voluntariado social femenino con vistas al desarrollo e implementación de iniciativas y programas de acompañamiento, atención y orientación a personas y familias en situación de vulnerabilidad. De igual forma, rescata las alianzas establecidas por la FMC para el apoyo a los servicios públicos y de colaboración para paliar los daños colaterales que trajo consigo esta situación pandémica. En última instancia, se hace un breve análisis de las políticas públicas cometidas por el Estado cubano y sus implicaciones para la igualdad social y de género con lo que se abren algunas interrogantes que pudieran servir de base para próximas implementaciones o estrategias de acción. En sentido general, el estudio permitió demostrar que, en tiempos de crisis y cuando el país lo ha necesitado, el aporte de las Brigadistas Sanitarias y el voluntariado social femenino ha estado siempre presente a través de su labor sistemática en barrios y comunidades. Principios de solidaridad, participación, gratuidad y voluntariedad guiaron la labor de la FMC en los momentos de contingencia. Sin embargo, mostró que el gran reto está en la consolidación de acciones específicas que rompan con los patrones culturales tradicionales del sistema patriarcal que responsabilizan exclusivamente a las mujeres con los cuidados de la vida y que, a su vez, estas intervenciones aseguren una corresponsabilidad social y de género que permita el mejoramiento de la calidad de vida de hombres y mujeres y un mejor aprovechamiento del potencial cuidador de todas las personas y actores sociales.Resumen de la Ponencia:
Las medidas de confinamiento adoptadas en el mundo para combatir la pandemia de COVID-19 se acompañaron de un aumento en los índices de violencia contra mujeres y niñas. Para quienes quedarse en casa no implicó estar a salvo sino quedar a merced de sus agresores. Los episodios de violencia machista en los hogares se multiplicaron en el contexto pandémico, pues según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, durante marzo de 2020, 254 mujeres fueron víctimas de homicidio doloso y 76 de feminicidio; las llamadas de emergencia por incidentes de violencia contra la mujer, abuso sexual, acoso u hostigamiento sexual, violación, violencia de pareja y violencia familiar se incrementaron marcadamente en relación con el mes de febrero, llegando a las 115 mil 614 llamadas de auxilio.Para dar seguimiento a esta situación que se evidenció durante la pandemia se llevó a cabo desde la Hemeroteca Nacional de México la elaboración de una colección de referencias hemerográficas alojada en un sistema de recuperación de referencias elaborado por académicos de la misma institución denominado Sistema de Índices de la Hemeroteca Nacional, SIHENA. Las fuentes hemerográficas son un recurso insoslayable para cubrir necesidades informativas en diversos ámbitos de la vida social, desde la vida cotidiana hasta las tareas de investigación de las Ciencias Sociales y las Humanidades por lo que este sistema se inserta oportunamente como parte de los servicios que ofrece la Hemeroteca Nacional de México y cuyo potencial a mediano y largo plazo es desde ahora visible por lo que consideramos que ALAS es un espacio pertinente para darlo a conocer. SIHENA es un recurso digital en línea que pone a disposición de los usuarios colecciones hemerográficas que condensan en fichas sistematizadas y en índices analíticos una amplia gama de contenidos sobre la realidad nacional, pues considera lo que se vierte en las periódicas seleccionadas para que los diversos usuarios ubiquen las fuentes con una brújula que les permita acercarse a ellas.En consonancia con lo anterior se planteó elaborar una hemerografía temática sobre la pandemia desde que el 11 de marzo de 2020 la Organización Mundial de la Salud declaró como pandemia a la enfermedad COVID-19, causada por una nueva cepa de coronavirus, cuyo impacto para ese momento ya alcanzaba niveles de emergencia sanitaria al haber contaminado a más de 125 mil personas alrededor del mundo y cobrado más de 4 mil vidas en 118 países, además de China, donde se originó esta nueva cepa denominada SARS-CoV-2.Frente a esta emergencia y bajo un enfoque académico y selectivo se emprendió un proyecto desafiante y emergente que combinó las mejores prácticas de los servicios documentales con el análisis de prensa, y que puede ser consultada aquí: https://sihena.iib.unam.mx/index.php/Detail/Collection/Show/collection_id/26.Resumen de la Ponencia:
Resumen Es importante estudiar la participación de las mujeres como de empresarias ante la situación de la pandemia, para determinar el grado de afectación que sufrieron las empresarias, si es consecuencia del paro temporal, parcial o bien si responde a una nueva forma de estructuración del orden económico y social ante la pandemia. De la misma manera en que hay casos de mujeres trabajadoras que se desempeñan en el mercado laboral, sin abandonar su rol de responsables del hogar; se encuentran mujeres que se convierten de trabajadoras o amas de casa a empresarias. Dentro del conjunto de aspectos asociados al desempeño de la actividad empresarial femenina, me ocupo concretamente de la forma en que estas mujeres desarrollan la idea de crear una empresa, lo que implica conocer y analizar las razones por las cuales estas mujeres incursionan en esta actividad. En este trabajo se parte de una visión integral de la actividad económica femenina, examinando de forma específica el trabajo de las empresarias, lo que me interesa es no caer en la trampa del análisis estadístico a partir del cual se reconoce una problemática, es importante descubrir las cuestiones de subjetividad y los sistemas simbólicos, encontrando las razones que llevan a estas mujeres a incursionar en este tipo de actividad, en los conflictos y contradicciones que enfrentan al iniciar y desarrollar su propio negocio y cómo enfrentaron la crisis económica relacionada con la pandemia covid-19. Colocando a las posiciones de género y trabajo como mecanismos decisivos para explicar las formas y grados en que se desarrollan este grupo de mujeres. De la misma manera en que hay casos de mujeres trabajadoras que se desempeñan en el mercado laboral, sin abandonar su rol de responsables del hogar; se encuentran mujeres que se convierten de trabajadoras o amas de casa a empresarias. Dentro del conjunto de aspectos asociados al desempeño de la actividad empresarial femenina, me ocupo concretamente de la forma en que estas mujeres desarrollan la idea de crear una empresa, lo que implica conocer y analizar las razones por las cuales estas mujeres incursionan en esta actividad. El análisis de esta forma de participación laboral tiene implicaciones profundas para la comprensión de las actividades que desempeñan las mujeres, de sus experiencias particulares en el mercado de trabajo y de las demandas que el propio mercado de trabajo les impone. Es dentro de este grupo de preocupaciones donde se inscribe esta propuesta.
Introducción:
Frente a la historia compleja del concepto trabajo, es necesario reivindicar su contenido multidimensional, reconociendo también sus determinantes históricas y sociales, así que por trabajo no sólo se debe considerar el que se realiza en la industria, o el asalariado, que se ve mezclado con la etnia y el género, sino en todos los niveles organizacionales.
El análisis de la oferta laboral y la dinámica de los mercados de trabajo han hecho la tarea de construir las herramientas conceptuales (técnicas y metodológicas) necesarias para medir con objetividad el grado de desigualdad en este ámbito. Las nociones segregación ocupacional, discriminación salarial, precarización y feminización-masculinización (de las ocupaciones, los sectores y subsectores económicos) han servido para someter a un análisis exhaustivola estructura diferencial de oportunidades que el mercado de trabajo presenta para hombres y mujeres.
Para Castells (2001: 182), la entrada masiva de las mujeres al trabajo remunerado se debe, por una parte, a la informalidad, la interconexión y la globalización de la economía y, por otra, a la segmentación por géneros del mercado laboral, que aprovecha las condiciones sociales específicas de las mujeres para incrementar la productividad, el control de gestión y, en definitiva, los beneficios de una abundante mano de obra flexible.
En la mayoría de los países desarrollados el grueso del empleo femenino se encuentra en los servicios sociales y personales. Un vasto segmento del empleo urbano para las mujeres, en los países en vías de desarrollo, sigue estando en el sector informal, sobre todo, en las subramas relacionadas con el suministro de comida y servicios para los habitantes de las metrópolis.
Desde la visión feminista del mundo, el trabajo es otro de los ejes que forman parte de las cualidades genéricas históricamente determinadas de los individuos y los grupos sociales, y un elemento central para entender la dinámica social.
Al hablar de derecho, mujeres y trabajo, es conjuntar enfoques transversales, el de derechos humanos, de perspectiva de género, de políticas publicas y el de enfoques antropológicos y sociales.
Desde el enfoque de los derechos humanos, son todo el conjunto de decisiones y acciones que el Estado diseña, implementa, monitorea y evalúa, a partir de un proceso permanente de inclusión, deliberación y participación social efectiva, con el objetivo de proteger, promover, respetar y garantizar los derechos humanos de todas las personas, grupos y colectividades que conforman la sociedad, bajo los principios de igualdad y no discriminación, universalidad, interdependencia, indivisibilidad y progresividad.
Desarrollo:
En el capitalismo del siglo xxi surgen dos fenómenos que se explican uno a otro: hay una continua y pronunciada reducción del empleo en el ámbito industrial y una expansión de la ocupación en el comercio y servicios. El crecimiento relativo de los trabajadores calificados —técnicos, profesionales y burócratas de cuello blanco, junto a la expansión de formas ocupacionales atípicas, de empleos precarios y del aumento de los espacios que ocupan la economía informal y el trabajo en micronegocios, ha potenciado las tendencias que llevan a una profundización de la heterogeneidad del mercado laboral.
En el caso de México, en el empleo formal también han aflorado nuevas modalidades de trabajo: teletrabajo, trabajo a domicilio y a tiempo parcial, y también se multiplican las actividades por cuenta propia, como por ejemplo, los servicios originales pero unipersonales cuyo espacio de realización es sustancialmente la casa. Todo esto se traduce en una modificación del espacio privado y del público, que está cambiando profundamente las relaciones dentro de la familia. Las nuevas economías del saber estimulan el surgimiento de pequeños negocios que crecen y se desarrollan alrededor de los negocios formales; así, algunos trabajos que las personas hacen por cuenta propia se convierten, en el transcurso del tiempo, en actividades económicas formales. Este sector está formado por personas que trabajan por cuenta propia, por sociedades y negocios muy pequeños. Es un sector diligente, personalizado, moderadamente cualificado, que no hace uso de tecnología de alto nivel, y que no requiere inversiones intensivas.
En este contexto, la generación de nuevas empresas, con diferentes formatos y tamaños, pero enfatizando la micro, pequeña y mediana empresa,[1] ha sido vista como un factor que podría dinamizar la transformación productiva, proporcionando nuevas vías y orientaciones para el desarrollo y el crecimiento económico. Los gobiernos, siguiendo la doctrina de organismos internacionales, han depositado sus esperanzas en las pequeñas empresas como generadoras de trabajos de calidad. Conforme con el panorama descrito, se han diseñado diferentes programas para incentivar los nuevos emprendimientos dirigidos a diferentes grupos sociales, entre ellos las mujeres.
Se han provisto distintos enfoques que intentan explicar la razón por la cual surgió el emprendimiento. Uno de esos enfoques se centra en la personalidad que caracteriza a los emprendedores; algunos más, en la legitimidad social de la actividad empresarial, así como en la movilidad social o en el proceso de creación de las organizaciones. Por otra parte, están los que se interesan en los aspectos contextuales (mezcla de factores culturales, económicos, sociológicos y psicológicos), en la existencia de redes, y en la tasa de beneficios percibidos o en la opción de autoempleo, entre otros.[2]
Lo cierto es que el surgimiento de las empresas se relaciona con un conjunto complejo de razones que van desde la necesidad de autorrealización y el aprovechamiento de oportunidades de negocios, hasta la situación de necesidad de sobrevivencia en un entorno que no proporciona empleo. En resumen, podríamos hablar de dos extremos contextuales, entre los que se ubica la creación de la nueva empresa: oportunidad y necesidad.
En el extremo de las empresas surgidas en relación con el aprovechamiento de oportunidades destacan las posibilidades que brinda el proceso de innovación tecnológica. Ubicados en esa razón, la opción empresarial se asume como una vía para lograr la valoración de mercado. Desde este punto de vista, la estructura y dinámica de la industria, el marco regulatorio y el ambiente cultural propicio para los emprendimientos son factores que favorecen la creación de nuevas empresas. Sin embargo, otros componentes más personales, tales como el grado de motivación, educación y experiencia laboral, contribuyen a un incremento en los ingresos esperados a través de actividades de imitación o innovación:
Los activos personales, edad, estado civil, etc., tienen un impacto en la actitud de los individuos frente al riesgo, y determinan la facilidad para el comienzo del emprendimiento. Adicionalmente, las redes sociales juegan un rol clave, tanto para la identificación de oportunidades como para la movilización de recursos y sostenibilidad de los negocios (Kantis, Angelelli y Gatto, 2011: 77).
Dentro de este proceso, es indiscutible que la expansión de las ciudades, provocada por el crecimiento de la población, ha generado nuevos ritmos de vida en las urbes: los horarios de trabajo, la escuela y el comercio modifican la organización familiar y transforman los modelos existentes; la distancia de la casa a la escuela o al trabajo, junto con la necesidad de que cada vez más mujeres trabajen fuera del hogar, ya sea para completar el presupuesto familiar o por ser el único sostén de la familia, son cambios que se han concebido en la vida cotidiana de las mujeres.
En esta dirección, el concepto de desarrollo local, es de gran relevancia, pues considera que:
Es el resultado de una acción de los actores o agentes que inciden (con sus decisiones) en el desarrollo de un territorio determinado. Estas decisiones no solamente se toman a escala local, sino que algunas se toman en otra escala (por ejemplo, a nivel nacional o internacional) e inciden en el desarrollo de un territorio. La preeminencia de las decisiones de los actores locales, por sobre otras decisiones que no responden a los intereses locales, es lo que define un proceso de desarrollo local (Massolo, 2016:14).
Se entiende que las empresarias como actores locales, no se presentan de manera individual, sino forman parte de un grupo, cuyas acciones se desarrollan en un campo de la sociedad local, y que en los espacios político, económico y social son capaces de generar propuestas en torno a capitalizar de manera positiva las potencialidades locales (Massolo, 2016).
En la última década, un gran número de mujeres ha entrado al terreno de los negocios. Para el caso de México, la presencia de la actividad empresarial de las mujeres es cada día más evidente. En el sector terciario de la economía, las encontramos participando activamente en servicios de hospedaje, de alimentos preparados (restaurantes, fondas), de recreación (bares y discotecas), comercio al menudeo y, recientemente, en actividades novedosas como los centros de spa (masajes, baños de temazcal, etcétera), centros de meditación y renta de equipos de computación con conexión a Internet.
Una expresión de heterogeneidad, se encuentra en el porcentaje de la población ocupada en función de su actividad laboral, se tiene que casi tres quintas partes del total (57.1%), esto es, poco más de 1 millón 658 mil son subordinadas y remuneradas; 753 mil (25.9%) trabajan por su cuenta sin emplear personal pagado; más de 338 mil personas (11.7%) no recibe remuneración alguna, y solo 155 mil (5.3%) son propietarias de los bienes de producción con personal a su cargo (ENOE,2019).
Bajo esta mirada, existen importantes diferencias entre hombres y mujeres, así tenemos que entre el personal subordinado y remunerado, 61.3% son varones y 38.7% son mujeres; por cuenta propia ellos son 62.0% y ellas 38.0%, mientras que en empleadores/as los porcentajes son 84.8 y 15.2 respectivamente. La posición ocupacional donde las mujeres son mayoría es en las actividades no remuneradas, con 58.3% por 41.7% de los hombres (ENOE, 2019).
La falta de atención hacia el estudio de las empleadoras que forman parte de la población femenina económicamente activa se explica, a su vez, por la escasa visibilidad de la mujer empresaria en la región. Una de las características de este tipo de ocupaciones es que también en los cargos de representaciones gremiales hay poca participación de éstas tanto en el ámbito nacional. Esta situación contrasta con lo que ocurre en otras esferas donde, aunque sea de forma minoritaria, las mujeres han ocupado puestos públicos o de representación política y ejercen liderazgo como gobernadoras, diputadas, senadoras, secretarias y subsecretarias de Estado.
[1] En general, se considera microempresa a aquella que emplea a menos de diez trabajadores; pequeña empresa, a la que emplea entre diez a cincuenta, mientras que son medianas empresas las que dan empleo a entre cincuenta y doscientas cincuenta personas.
[2] La persona que se autoemplea crea su propio puesto de trabajo utilizando su ingenio, capital y esfuerzo para generar oferta de trabajo, y a medida que pasa de ser un emprendedor a ser un empresario, con el tiempo puede convertirse en un generador de empleo. En este sentido, el autoempleo puede entenderse de dos maneras: como trabajador independiente, que es contratado por honorarios por la naturaleza de su labor o por su nivel de especialización (un ejemplo serían los profesionistas libres, comisionistas, etc.), y la segunda forma sería como empresa, mediante la asociación.
Conclusiones:
Al concluir este trabajo, interrogué a doce empresarias sobre esta experiencia: todas coincidieron en manifestar que les había parecido interesante ser entrevistadas y que sus conversaciones fuesen grabadas. Además, ellas refirieron que nunca imaginaron ser investigadas. Cabe mencionar que no todas las entrevistas se concretaron satisfactoriamente, ya que algunas de ellas se sintieron cohibidas para comentar su vida laboral y familiar.
Debido a la heterogeneidad de problemas a los que las entrevistadas han debido enfrentarse, así como a los diferentes niveles socioeconómicos a los que pertenecen, y a que sus motivaciones, intereses y capacidades potenciales son distintas, las empresarias no constituyen un grupo homogéneo.
Si bien, un número cada vez mayor de mujeres ha tenido acceso a la formación universitaria o a la capacitación técnica, muchas desean utilizar sus competencias y su experiencia no sólo como asalariadas —en cuyo caso se reducen sus posibilidades de ascenso profesional y de conciliar sus múltiples funciones—, sino también como trabajadoras por cuenta propia y como empresarias, aunque también es verdad que muchas de ellas emprenden actividades empresariales aun sin disponer de una formación adecuada, alentadas solamente por su empeño. Por otra parte, comprobé que, en efecto, la participación femenina en la actividad empresarial se concentra en el sector comercio y servicios.
La emergencia de las nuevas identidades femeninas refleja un cambio cultural inobjetable. La presencia femenina en todos los espacios sociales, desde las organizaciones públicas y privadas hasta los cuadriláteros de box y lucha, denotan que la inteligencia y la propia fuerza bruta han dejado de ser sinónimos monopolizados por la identidad masculina.
Aunque la aparición de las mujeres en los cargos públicos concita un proceso de apropiación y conquista de espacios resguardados socialmente para los hombres, del mismo modo implica una desigual competencia para la mujer, quien se ve forzada a luchar contra los imaginarios colectivos que aún insisten en que el espacio “natural” de la mujer es el privado (Martínez, 2014).
La presencia femenina en las altas esferas del poder y en todos los ámbitos de la vida pública, en las artes y el deporte, representan una de las primeras premisas que obligan a los investigadores a derribar el convencionalismo analítico ligado a la interpretación del concepto división sexual del trabajo. En efecto, dicho de esta manera, se trata de reconocer las expresiones concretas del cambio cultural para combatir los principales tabúes que reducen las posibilidades de esgrimir otro tipo de argumentaciones en los estudios de género y, principalmente, en los estudios centrados en las mujeres. De tal suerte, que mi interés consiste en reflexionar en torno al papel que juegan las mujeres que ejercen poder en las organizaciones privadas. Esta reflexión estará guiada por las limitaciones que impone la cultura en el desarrollo de la actividad empresarial.
Hay bastantes argumentos de peso que se proponen explicar por qué las mujeres participan en actividades empresariales. Una de ella insiste en que hay una estructura económica que deriva en la pérdida de puestos de trabajo, bajos salarios y debilitamiento de los sindicatos.
De esta argumentación se deriva un pensamiento peculiar, en que las funciones de liderazgo que actualmente las mujeres desempeñan tanto en las empresas privadas, la administración pública, la ciencia, la política, las artes y otros muchos ámbitos más aluden a un funcionamiento cultural y nos llevan a reconocer que ellas se han apropiado de símbolos que todavía aparecen en el campo del predominio masculino. Para el caso que nos ocupa, la incorporación de las mujeres en nuevos espacios de poder se incluye en el paquete emergente de transformaciones económicas, políticas y socioculturales de una sociedad que paulatinamente se incorpora a la modernidad.
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Palabras clave:
Trabajo, mujeres empoderamiento
Resumen de la Ponencia:
O presente trabalho é parte da pesquisa que encontra-se em desenvolvimento junto ao PPGSS/UERJ e tem como objetivo analisar as ações promovidas pelo governo federal para o enfrentamento da violência doméstica contra a mulher e para a proteção das mulheres vítimas dessa violência considerando o cenário de isolamento social devido à pandemia da Covid-19. Em diversos países verifica-se o aumento da violência doméstica contra as mulheres no período de isolamento social durante a pandemia. Diante deste cenário, questiona-se quais foram as medidas adotadas pelo governo federal para prevenir ocorrências e/ou proteger as mulheres vítimas. Indo além, indaga-se qual o rumo dado às políticas públicas de gênero no atual governo partindo do pressuposto de que a política econômica de austeridade fiscal e a política neoconservadora são os pilares do Governo Bolsonaro, estando diretamente atreladas às ações (ou falta de) da pasta e possuem valores e discursos que evidenciam uma disputa com relação ao conceito de Direitos Humanos das Mulheres. Parte-se da hipótese de que as ações adotadas referentes às políticas públicas de gênero, especialmente as voltadas à proteção das mulheres em relação à violência doméstica, previamente à instalação da pandemia, indicam uma contraposição e retrocesso frente ao caminho que vinha sendo construído nos governos anteriores, às orientações em documentos internacionais sobre direitos humanos e igualdade de gênero e às lutas feministas. Na metodologia, é considerada a relação histórica e dialética entre os fenômenos, sendo adotada abordagem quali-quantitativa referente aos anos de 2019 a 2021, principalmente aquelas voltadas para a prevenção e combate da violência doméstica praticada contra as mulheres no período de isolamento social devido a pandemia de Covid-19. Desta forma, são utilizadas fontes oficiais e produções da sociedade civil. A pesquisa encontra-se na fase de pesquisa bibliográfica, demarcando conceitos e categorias base.
Introducción:
O presente interesse de estudo é advindo do recente cenário pandêmico. Logo nos primeiros momentos de isolamento social, algumas notícias divulgadas pela grande mídia chamaram a atenção e causaram uma inquietação: o aumento da violência doméstica, a nível internacional, nessa conjuntura. A convivência intensa forçada no âmbito privado agravou um problema que já era endêmico. No Brasil, essa é uma questão bastante presente em nossa história e apresenta indícios de agravamento nesse contexto. Desta forma, o objeto da presente proposta de pesquisa é a violência doméstica contra a mulher no período de isolamento social devido à pandemia de Covid-19.
De acordo com a fala do Presidente Jair Bolsonaro (2019 - atual) em 29 de março de 2020, a violência doméstica contra mulher está associada à "falta de pão, onde todos brigam e ninguém tem razão", em franca crítica ao isolamento social em contraposição à preocupação com a noção de “desenvolvimento da economia”. Porém, conforme esclarece a bibliografia sobre o tema (SAFFIOTI, 2015, SEGATO, 2006, FEDERICI, 2017), alguns pontos atravessam as discussões sobre a questão de gênero e a violência contra mulher, como as relações estruturais de poder em uma sociedade machista e patriarcal, o recorte de raça/etnia e classe social. É necessário considerar que esses elementos estruturais são acirrados pela ascensão do neoliberalismo nos anos de 1970 e as subsequentes reestruturações produtivas, com consequente desemprego e precarização das relações de trabalho. Tais elementos agravam, não só as condições de vida das famílias, como também sucateiam os equipamentos sociais que realizam o atendimento às mulheres vítimas de violência doméstica.
Apesar de, até o momento, ter se mostrado um dos mais eficientes meios de conter o avanço da pandemia até a vacinação em massa da população, o isolamento social, muitas vezes, coloca as mulheres em convivência forçada com seus agressores, mais vulneráveis a sofrer violência doméstica e sem oportunidade de buscar por socorro. Um dos reflexos da situação é a diminuição das denúncias nos momentos iniciais da pandemia, conforme publicado na 1ª edição da Nota Técnica sobre Violência Doméstica durante a pandemia de Covid-19 pelo Fórum Brasileiro de Segurança Pública (FBSP).
Na 3ª edição, por outro lado, o FBSP apresentou um levantamento a respeito do fenômeno no Brasil, trazendo dados comparativos dos meses de março e maio dos anos de 2019 e 2020, sendo evidenciado o crescimento de 2,2% de feminicídios, sinalizando também uma maior dificuldade em denunciar devido ao confinamento com o agressor, com diminuição de 27,2% dos registros em delegacia de lesão corporal dolosa decorrentes de violência doméstica no mesmo período.
Já o Painel de Dados de Direitos Humanos da Ouvidoria Nacional de Direitos Humanos, disponível para acesso no site do MMFDH com dados a partir de 2020, nos traz informações sobre as denúncias realizadas através dos canais remotos, com números alarmantes, chegando a 7724 denúncias em maio de 2020.
Diante deste cenário, questiona-se quais foram as medidas adotadas pelo governo federal para prevenir ocorrências e/ou proteger as mulheres vítimas da violência. Indo além, indaga-se qual o rumo dado às políticas públicas de gênero no atual governo considerando sua agenda claramente misógina e neoconservadora sobre a qual o presidente da República foi eleito.
Ao buscar informações oficiais a respeito das ações adotadas para o combate à violência contra a mulher pelo atual Governo Federal, em especial pelo Ministério da Mulher, Família e Direitos Humanos (MMFDH) e sua Ministra Damares Alves, foi possível identificar a falta de informações e de transparência sobre a atuação do Ministério, inclusive com relação à distribuição do orçamento para políticas públicas de prevenção e de combate à violência contra mulher desde 2019.
Por outro lado, vimos na pesquisa em fontes hemerográficas que é evidente o esvaziamento, em termos de estrutura, da pasta da Ministra Damares, assim como a não execução do orçamento previsto para a prevenção e combate de violência contra mulher e expansão da rede de serviços especializados para o atendimento. Tais elementos trazem indícios sobre qual o entendimento e o grau de prioridade do governo com relação ao assunto. Outro fenômeno correlato é o aumento da taxa de feminicídio no período, principalmente de mulheres negras, tendo parte expressiva dos casos acontecido no ambiente familiar e por arma de fogo. Podemos relacionar essa questão com a problemática defesa do governo de Bolsonaro da liberação da venda e da flexibilização do uso de armas de fogo por civis, alterando o regulamento para posse e porte de armas no país a partir da publicação de decretos.
Para além do discurso minimizador da questão por parte do governo, é possível identificar que a principal deficiência está na ação do Poder Executivo na aplicabilidade da legislação já existente e referenciada mundialmente como uma das melhores na área (Lei nº 11.340/2006, popularmente conhecida como Lei Maria da Penha).
Em primeira análise sobre a postura do atual governo frente à situação, evidenciam-se algumas características bastante presentes na política conservadora e moralizante conduzida pelo Presidente e por seus Ministros, como a desresponsabilização pública quanto à violência doméstica, a partir da regressão e precarização das políticas públicas na área, e da individualização do problema e do seu retorno para o trato no âmbito privado, com a responsabilização e culpabilização das mulheres envolvidas nas ocorrências.
Desta forma, o interesse é realizar uma investigação exploratória sobre como se acirraram os diferentes tipos de violações de diferentes mulheres no cenário de isolamento social imposto pela pandemia e pesquisar políticas públicas direcionadas para mulheres em situação de violência doméstica do referido Ministério no Governo de Bolsonaro (2019-atual), partindo do pressuposto de que a política econômica de austeridade fiscal (BEHRING at al., 2020) e a política neoconservadora (BIROLI, 2020) são os pilares do Governo Bolsonaro, estando diretamente atreladas às ações (ou falta de) da pasta e possuem valores e discursos que evidenciam uma disputa com relação ao conceito de Direitos Humanos das Mulheres (PIOVESAN, 2012).
Nesse caminho, parte-se da hipótese de que as ações adotadas referentes às políticas públicas de gênero, especialmente as voltadas à proteção das mulheres em situação de violência doméstica, previamente à instalação da pandemia, indicam uma contraposição e retrocesso frente ao caminho que vinha sendo construído nos governos anteriores, às orientações em documentos internacionais sobre direitos humanos e igualdade de gênero e às lutas feministas. Ao mesmo passo, acredita-se que o lar, em uma estrutura patriarcal de sociedade, não se evidencia enquanto um local de segurança, podendo ser a família um espaço para reprodução de violências e que as condições materiais de vida das mulheres foram agravadas diante do cenário pandêmico e devido à reação neoconservadora às conquistas das lutas feministas nos últimos anos (BIROLI, 2020), apesar da dificuldade de encontrar dados para mapeamento da situação.
Por se tratar de processos sociais, objetiva-se utilizar o método materialista histórico dialético para compreensão dos determinantes sociais que incidem sobre a temática, sendo proposta a abordagem de investigação exploratória sobre como se acirraram os diferentes tipos de violações às diferentes mulheres na conjuntura de pandemia por Covid-19. Cabe ressaltar que a pesquisa encontra-se em desenvolvimento, sendo apresentado neste momento o aporte teórico inicial com a definição de categorias de análise e aporte conceitual. Neste sentido, não se trata da apresentação de um trabalho conclusivo.
Desarrollo:
As desigualdades existentes entre homens e mulheres na sociedade não podem ser explicadas apenas por características biológicas e naturais, deve-se considerar principalmente processos históricos e sociais os quais constroem os significados dos gêneros, no caso do capitalismo, da imposição binária do masculino e do feminino em cada sociedade (FRASER, 2009). Essas desigualdades são potencializadas na medida em que a divisão de poder também ocorre de maneira desigual entre os gêneros, determinando, assim, os padrões para as relações sociais de gênero.
Neste estudo, adotamos o uso do termo relações patriarcais de gênero, que diz respeito às desigualdades sociais existentes com base nas diferenças entre homens e mulheres, sendo uma categoria em disputa teórica e também política. A categoria analítica gênero começou a ser utilizada com mais frequência no Brasil na década de 1990. A definição utilizada pela historiadora americana Joan Scott apresenta-se como referência aos estudos em torno da categoria nos anos de 1990 no Brasil, afirmando que
O núcleo da definição repousa numa conexão integral entre duas proposições: (1) o gênero é um elemento constitutivo de relações sociais baseadas nas diferenças percebidas entre os sexos e (2) o gênero é uma forma primária de dar significado às relações de poder. (SCOTT, 1995, p. 86)
A autora explicitou também a importância que a categoria conquistou nos estudos feministas no âmbito acadêmico por se apresentar como um termo mais palatável
Enquanto o termo “história das mulheres” proclama a sua posição política ao afirmar [...] que as mulheres são sujeitos históricos válidos, o “gênero” inclui as mulheres sem lhes nomear, e parece, assim, não constituir uma forte ameaça. O uso do “gênero” constitui um dos aspecto daquilo que se poderia chamar de procura de busca de legitimidade acadêmica para os estudos feministas nos anos 1980 (SCOTT, 1995, p.75).
Ela faz referência ao que denuncia como relações assimétricas de poder que partem da diferenciação entre características biológicas, explicitando que as desigualdades existentes entre homens e mulheres na sociedade não podem ser explicadas apenas por tais elementos, devendo-se considerar principalmente processos históricos e sociais os quais constroem os significados dos gêneros e que, no caso da sociedade capitalista, realiza uma imposição binária do masculino e do feminino.
Ao discutirem as lutas feministas contemporâneas para superação das desigualdades, Lole e Almeida (2017) problematizam a centralidade no uso da categoria gênero para discutir teoricamente sobre as diferentes mulheres, indicando que existe uma "restrição desse conceito frente à pluralidade das experiências – de classe, raça, sexualidade e colonialismo" (p. 53), capaz de produzir uma hierarquização entre as mulheres dentro das lutas feministas. Apontam, dessa forma, um sujeito coletivo representado por diferentes mulheres representadas e organizadas em diferentes coletivos feministas, em permanente construção como sujeito político das lutas feministas.
Saffioti (2015), por sua vez, aponta que o termo deixa em aberto o vetor de dominação-exploração, não apontando a desigualdade que existe nas relações sociais de sexo e a parte oprimida, tornando-o mais abrangente. Patriarcado, no seu tocante, é compreendido neste estudo como uma formação social, funcionando como um sistema, produzido e reproduzido nas relações sociais, no qual a autoridade e poder pertencem aos homens, que usufruem de privilégios e exercem a dominação sobre sujeitos do sexo feminino e também sobre outros sujeitos que, de alguma forma, se identificam e se associam ao que, convencionalmente, é designado ao campo da feminilidade, seja por sua identidade de gênero ou por sua orientação sexual. Neste sistema, a mulher e a construção social do feminino são subalternizadas e desvalorizadas, sendo objetos de dominação, exploração e opressão. Desta forma, segue a mesma lógica o controle, a dominação e a opressão exercidos sobre aqueles/as que não se submetem a essa construção social das identidades, como, por exemplo, pessoas que são LGBTQIA+.
Outro aspecto basilar do patriarcado reside no controle do corpo e da sexualidade das mulheres enquanto propriedades masculinas, seja do esposo ou da figura paterna (SAFFIOTI, 2015). A antropóloga e feminista argentina Rita Laura Segato destaca o patriarcado enquanto "uma instituição que se baseia no controle do corpo e na capacidade punitiva sobre as mulheres" (2006, p. 3), tendo como base a misoginia, ou seja, "ódio e desprezo pelo corpo feminino e pelos atributos associados à feminilidade" (2006, p. 6). Desta forma, a violência contra as mulheres é utilizada como forma de dominação e punição, tendo no feminicídio a expressão máxima de ódio às mulheres por violação das leis do patriarcado. O feminicídio, conforme Segato, só pode ser entendido no sentido do poder patriarcal.
Nesse sentido, a diferença na distribuição de poder entre homens e mulheres e a dominação masculina na sociedade determina o sistema patriarcal, o qual Saffioti (2015) afirma ser "o regime atual de relação entre homem-mulher" (p. 59). Conforme argumenta a autora, o patriarcado não se restringe às relações privadas, permeando todos os espaços públicos:
As relações patriarcais, suas hierarquias, sua estrutura de poder contaminam toda a sociedade, o direito patriarcal perpassa não apenas a sociedade civil, mas impregna também o Estado (SAFFIOTI, 2015, p. 57).
A literatura mobilizada destaca a divisão sexual do trabalho como base material e concreta para a opressão das mulheres. Neste sentido, as questões, conceitos e categorias serão abordados a partir da perspectiva da totalidade, da concepção marxista das relações sociais, que coloca o trabalho enquanto categoria central e fundante do ser social. O gênero é compreendido na forma da exploração do trabalho das mulheres e da vulnerabilidade relativa que incide sobre elas e enquanto uma categoria social e histórica.
As diferenças codificadas como “naturalmente” femininas ou masculinas, imprimindo às vivências uma concepção dual e binária de gênero, decorrem da atribuição distinta de habilidades, tarefas e alternativas na construção da vida de mulheres e homens e oculta o trabalho não remunerado realizado por mulheres, o que também determina as estruturas de poder. Nesse sentido, Federici (2017) destaca:
Assim como a divisão internacional do trabalho, a divisão sexual foi, sobretudo, uma divisão de poder, uma divisão dentro da força de trabalho, ao mesmo tempo que um imenso impulso à acumulação capitalista. (FEDERICI, 2017, p. 232)
Existem dois princípios organizadores invariantes que incidem sobre esta categoria apontados por Hirata e Kergoat (2007): "a hierarquia, por agregar sempre maior valor ao trabalho masculino em detrimento do feminino e a separação entre o que é trabalho do homem e da mulher" (p. 62), ressaltando a assimetria existente nos trabalhos segundo o sexo e que se desdobram em desigualdades. Porém, cabe registrar que a exploração do trabalho das mulheres, não é vivida da mesma maneira por todas as mulheres, na medida em que não existe na realidade a noção de mulher universal. As mulheres são profundamente diferentes considerando suas origens, raças, vivências, orientações de afeto e sexuais, diferenças geracionais, culturais entre outras. Essas diferenças são visibilizadas e tratadas com desigualdades na vida social quando nos referimos ao mundo capitalista, periférico e colonialista em especial. Nesse sentido, é importante o olhar decolonizado (LUGONES, 2014) para visibilizar todas as formas de opressões e violências que as diferentes mulheres sofrem.
A divisão sexual do trabalho, neste sentido, compõe a divisão social do trabalho, que se complexifica à medida em que há o desenvolvimento das forças produtivas. A respeito da primeira, apesar dos esforços ideológicos de reduzi-la enquanto consequências das diferenças biológicas existentes entre os sexos, é ineliminável a dimensão social que incide sobre ela. Conforme ocorreu o desenvolvimento do ser social (LUKÁCS, 2013) e das formas de sociabilidade, mais a divisão sexual do trabalho deixou de ser social e se tornou socialmente construída, sendo necessário compreender seu papel dentro das relações sociais. Alves (2017) aponta, neste sentido, que
Tal divisão não se limita à definição de papéis no mercado de trabalho. Essa divisão acomete o conjunto da vida social. Estabelece também uma divisão sexual do poder, portanto, determina quem deve ocupar os principais postos de decisão política, seja no conjunto do aparato das instituições burguesas, seja nas experiências de organização e resistência da classe trabalhadora. (ALVES, 2017, p. 34)
Desta forma, de acordo com Saffioti (2004) considera-se que as relações patriarcais de gênero compõe o novelo "patriarcado-racismo-capitalismo", entrelaçando diretamente as relações sociais de dominação/exploração de classe, sexo e raça/etnia. Sobre este entrelaçamento, a autora destaca que o racismo e patriarcado são sistemas anteriores ao surgimento e desenvolvimento do capitalismo, mas que ganharam novos contornos a partir deste novo modo de produção, tornando-se um único sistema, inseparável na realidade, de dominação e exploração.
O capitalismo conforma o período histórico da modernidade, tendo como ponto de partida o que Marx (2017) criticamente estudou e conceituou como acumulação primitiva, fazendo referência, em extremo resumo, ao processo de desassociação dos trabalhadores dos seus meios de produção (terras camponesas do território europeu, exploração e escravização dos territórios e povos dos continentes Americano e Africano), dando origem às duas classes fundamentais do capitalismo: a classe burguesa, detentora dos meios de produção e os trabalhadores, que detém apenas sua força de trabalho para vender.
Federici (2017) defende a presença de outros processos neste mesmo período histórico e que foram fundamentais para o desenvolvimento da sociedade capitalista, configurando a divisão de poderes entre as classes sociais e dentro das mesmas. Ela afirma que
[...] o capitalismo criou formas de escravidão mais brutais e mais traiçoeiras, na medida em que implantou no corpo do proletariado divisões profundas que servem para intensificar e para ocultar a exploração. É em grande medida por causa dessas imposições – especialmente divisão entre homens e mulheres – que a acumulação capitalista continua devastando a vida em todos os cantos do planeta. (FEDERICI, 2017, p.119)
Com relação às mulheres, a autora aponta um processo de sujeição e o confinamento das mesmas à reprodução da força de trabalho, sendo alienadas do trabalho assalariado e das relações monetárias. Afirma que "as mulheres sofreram um processo excepcional de degradação social que foi fundamental para a acumulação de capital e que permaneceu assim desde então." (FEDERICI, 2017, p.146).
A modernidade, neste sentido, pode ser lida enquanto o terreno no qual se gestou, desenvolveu e afirmou um projeto de dominação, exploração, racista e patriarcal tendo como base um modelo de civilidade europeu, "padrão universal de humanidade", fruto do desenvolvimento capitalista, que deveria ser replicado para o restante do mundo, conforme Almeida (2019) aponta
E foi esse movimento de levar a civilização para onde ela não existia que redundou em um processo de destruição e morte, de espoliação e aviltamento, feito em nome da razão e a que se denominou colonialismo. (grifos do autor - ALMEIDA, 2019, p. 3)
O autor defende que data deste período o surgimento do conceito de raça, possibilitando que contradições como os ideais do Iluminismo pudessem coexistir com a escravidão, uma vez que os seres humanos passariam a ser classificados em uma espécie de escala de humanidade. Dado o caráter histórico do conceito de raça, o autor afirma que "a raça opera a partir de dois registros básicos que se entrecruzam e complementam: I - como característica biológica [...]; II - como característica étnico-cultural [...]." (ALMEIDA, 2019, p. 6)
Deriva dessa diferença entre raças o racismo, que o mesmo autor define como uma "forma sistemática de discriminação que tem a raça como fundamento, e que se manifesta por meio de práticas conscientes ou inconscientes que culminam em desvantagens ou privilégios para indivíduos, a depender do grupo racial ao qual pertençam" (p. 6).
Já Munanga (2010), ao abordar as dificuldade de identificar as manifestações do racismo no Brasil devido ao comumente chamado 'mito da democracia racial brasileira', afirma que
O fenômeno chamado racismo tem uma grande complexidade, além de ser muito dinâmico no tempo e no espaço. Se ele é único em sua essência, em sua história, características e manifestações, ele é múltiplo e diversificado, daí a dificuldade para denotá-lo, ora através de uma única definição, ora através de uma única receita de combate. (MUNANGA 2010, p. 2)
O autor defende - e concordamos com isso neste trabalho - que o problema reside na tomada das diferenças existentes nas pessoas, de diversos tipos, para impor desigualdade, gerando formas de preconceito que podem levar a diversos tipos de discriminação, dentre elas a racial, sendo este um problema social. Munanga ressalta que, no Brasil, existe um cruzamento histórico de raça e classe, ocasionando uma segregação de fato, porém não institucionalizada, da população negra.
A respeito disso, Almeida (2019) nos traz uma diferenciação sobre racismo individual, racismo institucional e racismo estrutural. Nas palavras do autor, o racismo individual "é concebido como uma espécie de “patologia” ou anormalidade. [...] não haveria sociedades ou instituições racistas, mas indivíduos racistas, que agem isoladamente ou em grupo." (p. 9 - grifos do autor). Já o racismo estrutural diz respeito a uma relação de poder e subordinação e controle de uma classe sobre a outra
[...] racismo não se resume a comportamentos individuais, mas é tratado como o resultado do funcionamento das instituições, que passam a atuar em uma dinâmica que confere, ainda que indiretamente, desvantagens e privilégios com base na raça. (ALMEIDA, 2019, p. 10)
Avançando ainda mais na conceituação, Almeida indica que o racismo tem base na ordem social vigente, sendo um processo estrutural e histórico. Ele afirma que "as instituições são racistas porque a sociedade é racista [...] não é algo criado pela instituição, mas por ela reproduzido." (2019. p. 15). E indica que, se "o racismo é inerente à ordem social, a única forma de uma instituição combatê-lo é por meio da implementação de práticas antirracistas efetivas." (p. 16)
Retomando a discussão, Saffioti nos traz o entendimento popular de violência: "ruptura de qualquer forma de integridade da vítima: integridade física, integridade psíquica, integridade sexual, integridade moral." (p. 18, 2015), correspondendo assim à uma violação dos direitos humanos. A autora diferencia os conceitos de violência de gênero, violência intrafamiliar e violência doméstica definindo que a violência de gênero refere-se a categoria mais geral, omitindo o sujeito que pratica a ação, podendo corresponder, inclusive nas relações homoafetivas, porém com a predominância do entendimento da violência de homem contra mulher devido à cultura patriarcal; violência familiar já envolve membros de uma mesma família, extensa ou nuclear, podendo ocorrer dentro ou fora do domicílio, já a violência doméstica ocorre predominantemente no interior do domicílio no qual, nas palavras da autora, o "processo de territorialização do domínio não é puramente geográfico, mas também simbólico", determinando a hierarquia de dominação-exploração.
Nesta pesquisa trabalharemos com o fenômeno da violência doméstica contra as mulheres, podendo esta se traduzir em violência física, sexual psicológica, patrimonial e moral, conforme previsto na Lei nª 11.340/2006, conhecida como Lei Maria da Penha, e o entendimento de que estas formas de violência não ocorrem isoladamente, mas sim em escalada (SAFFIOTI, 2015), e que, pela materialidade, a ênfase recai sobre a violência física e sexual.
A Lei Maria da Penha, fruto de longa luta feminista, completou em agosto do ano vigente 15 anos da sua publicação, tendo representado um grande passo na direção da proteção dos direitos humanos das mulheres e trazendo diversas inovações para o ordenamento jurídico brasileiro, como incorporar no conceito as dimensões da violência física, sexual, psicológica, patrimonial e moral, como diretos humanos das mulheres, as Medidas Protetivas de Urgência (MPU) e a criação de juizados e varas especializados, sendo reconhecida pela ONU como uma das três leis mais avançadas no mundo na legislação sobre o tema.
Cabe registrar que, se os estudos feministas de gênero tiveram seu ponto de partida na da década de 1970 internacionalmente, as políticas públicas de gênero são ainda mais recentes. As políticas públicas, segundo Souza (2002), surgiram enquanto área de conhecimento nos EUA dentro do campo das ciências políticas e podem ser definidas resumidamente em
campo do conhecimento que busca, ao mesmo tempo, "colocar o governo em ação" e/ou analisar essa ação (variável independente) e, quando necessário, propor mudanças no rumo ou curso dessas ações (variável dependente). Em outras palavras, o processo de formulação de política pública é aquele através do qual os governos traduzem seus propósitos em programas e ações, que produzirão resultados ou as mudanças desejadas no mundo real. (SOUSA, 2002, p. 5)
A autora defende que apesar de definidas e implementadas pelo Estado, que possui uma "autonomia relativa", elas são influenciadas por grupos de interesses diversos, destacando o papel dos movimento sociais nas pressões exercidas sobre os governantes, evidenciando o campo conflituoso em disputa, sobre o qual também pode existir cooperação.
Segundo indica Biroli (2020), os estudos sobre gênero e a agenda política da igualdade de gênero avança e recua a depender do contexto democrático vivenciado em determinada sociedade. "A campanha contra a igualdade de gênero e da diversidade sexual se opõe a valores democráticos como laicidade, pluralidade e respeito aos oponentes políticos." (p. 185).
Conclusiones:
Em um contexto de polarização política e crise do setor progressista, Jair Bolsonaro foi eleito em 2018 com um discurso neoconservador de combate ao que denominou de "ideologias de gênero", por uma suposta ameaça, conforme suas falas, à família, à moral e aos bons costumes, em uma franca crítica à pauta da igualdade de gênero e outras pautas no âmbito da diversidade. Neste sentido, o atual Presidente da República reformulou a estrutura pública do executivo federal, reorganizando as políticas públicas de gênero, as quais pretende-se objetiva-se analisar na próxima fase do estudo. O cenário de disputa de ideologias e valores foi agravado pela crise sanitária instalada pela pandemia do coronavírus, que acarretou ainda no agravamento da crise econômica e humanitária e acirramento da polarização política na sociedade entre os sujeitos.
É relevante ressaltar neste ponto a importância e reflexo da desigualdade na distribuição do poder na sociedade, na qual as mulheres, os negros e negras e a população LGBTQIA+ ainda encontram-se na margem ou, muitas vezes, totalmente excluídos.
A pequena presença desses sujeitos nos espaços de poder, na construção de políticas públicas e os rebatimentos disso na realidade, nas expressões de desigualdades e opressões que impactam direta ou indiretamente em suas vidas, evidenciam a urgência de assegurar a visibilidade de suas lutas nesses espaços para a construção de uma sociedade que tenha por objetivo a equidade e o fim das opressões.
Bibliografía:
Em um contexto de polarização política e crise do setor progressista, Jair Bolsonaro foi eleito em 2018 com um discurso neoconservador de combate ao que denominou de "ideologias de gênero", por uma suposta ameaça, conforme suas falas, à família, à moral e aos bons costumes, em uma franca crítica à pauta da igualdade de gênero e outras pautas no âmbito da diversidade. Neste sentido, o atual Presidente da República reformulou a estrutura pública do executivo federal, reorganizando as políticas públicas de gênero, as quais pretende-se objetiva-se analisar na próxima fase do estudo. O cenário de disputa de ideologias e valores foi agravado pela crise sanitária instalada pela pandemia do coronavírus, que acarretou ainda no agravamento da crise econômica e humanitária e acirramento da polarização política na sociedade entre os sujeitos.
É relevante ressaltar neste ponto a importância e reflexo da desigualdade na distribuição do poder na sociedade, na qual as mulheres, os negros e negras e a população LGBTQIA+ ainda encontram-se na margem ou, muitas vezes, totalmente excluídos.
A pequena presença desses sujeitos nos espaços de poder, na construção de políticas públicas e os rebatimentos disso na realidade, nas expressões de desigualdades e opressões que impactam direta ou indiretamente em suas vidas, evidenciam a urgência de assegurar a visibilidade de suas lutas nesses espaços para a construção de uma sociedade que tenha por objetivo a equidade e o fim das opressões.
Palabras clave:
violência doméstica contra mulheres, políticas de gênero, isolamento social
Resumen de la Ponencia:
La emergencia COVID-19 representa uno de los momentos de mayor irrupción al grado que la vida social se ha reorganizado. Así, actividades como educación, trabajo y trabajo doméstico modificaron sus mecanismos de acción. A raíz de la pandemia, la educación se digitalizó, creando ambientes virtuales de enseñanza/aprendizaje que han puesto sobre relieve la dificultad de llevarlos a cabo, en tanto no todo el sector estudiantil cuenta con las condiciones óptimas para desarrollar dicha actividad en casa. Asimismo, muchas actividades económicas comenzaron a realizarse en la modalidad home office, incrementando la explotación laboral y las relaciones laborales precarias. Por otra parte, los análisis teóricos y empíricos feministas muestran el incremento de la carga de trabajo doméstico para las mujeres durante la pandemia, a tal grado que la OIT reconoce que esto conlleva a una doble o triple jornada. Es necesario mencionar que antes de la pandemia, la doble jornada era común entre las mujeres. Sin embargo, la jornada se intensificó en aquellas mujeres que son madres y tenían que supervisar la educación en casa de los hijos. Todas estas problemáticas poseen contradicciones intrínsecas y merecen un análisis minucioso, sin embargo, es posible observar un entrecruce de las mismas. Por ello, se debe mencionar que existen mujeres que son estudiantes, esposas/madres y que poseen un empleo, es decir realizan trabajo productivo, trabajo reproductivo y, además, buscan adquirir una formación académica. Así, el objetivo es visibilizar las desigualdades estructurales a las cuales se enfrenta el sector de las estudiantes que realizan una triple jornada al ejecutar actividades esenciales para la reproducción social desde el feminismo interseccional. Para exponer la argumentación se desarrollan tres apartados. El primero expone la categoría de trabajo reproductivo. Así se mencionará que la categoría posee diferentes dimensiones y se relaciona con las actividades esenciales para la reproducción social como el trabajo doméstico, la procreación, el cuidado, la sexualidad y la afectividad. Asimismo, se visibilizará que la división sexual del trabajo ha asignado este rol a la mujer. En segundo lugar, se discutirá la categoría de trabajo productivo y su vínculo con el mercado de trabajo, el cual también es indispensable para la reproducción social. Finalmente, se dará una aproximación al concepto de educación virtual y las dinámicas de aprendizaje que propicia. El segundo apartado es de carácter contextual, donde se develará la intensificación del trabajo doméstico durante la pandemia según las instancias oficiales. Asimismo, se problematizará la reconfiguración del mercado de trabajo en el contexto de pandemia y los efectos de la crisis económica. Finalmente, se analizará el fenómeno de la desigualdad en la educación virtual. En suma, se argumentará que la reproducción social durante la pandemia es sostenida por las mujeres mediante el recrudecimiento de las desigualdades estructurales.Resumen de la Ponencia:
El texto propone una reflexión sobre la condición de invisibilidad de las mujeres en la comunidad Ipês, que se agravó en el contexto de la pandemia de covid-19, a partir de la convivencia y relatos en línea con un grupo de 19 mujeres. El trabajo se basa en una encuesta realizada entre abril y agosto de 2021, de forma totalmente virtual, a través de los servicios y herramientas que brinda la aplicación whatsapp. (Martin, 2006) Discutir temas complejos de 'naturalización' de la explotación femenina en sus relaciones sociales en la familia, en el trabajo y como miembro de una minoría social sujeta a silenciamientos constantes.Es importante entender que “las mujeres que se encuentran desfavorecidas [o en situación de vulnerabilidad] en términos económicos y sociales están más estrictamente restringidas a su condición por el consenso de que esta es ‘natural’”. (MARTÍN, 2006, p. 279-280). Así, además del enfrentamiento social de la pandemia, muchas mujeres se vieron expuestas a otras situaciones de sufrimiento y riesgo dentro de sus hogares.También abordaré la importancia de la funcionalidad de la mujer para el mantenimiento de las actividades sociales, así como su invisibilidad en la sociedad, en la familia y para sí misma.Se abordarán los temas de distinción de género, trabajo femenino y discriminación, naturalización de las desigualdades entre hombres y mujeres y el papel de la mujer en el mantenimiento de las actividades en la sociedad. Son 19 mujeres de la comunidad de Ipês que tienen algunas características en común: son madres de alumnos de primaria en una escuela pública, no tienen escolaridad completa y son las principales responsables económicas del sustento de sus familias.
Introducción:
Neste artigo passamos a apresentar as mulheres e mães que são asprotagonistas desta pesquisa; bem como refletir sobre a condição de invisibilidade destasmulheres, o que foi agravado em contexto de pandemia vivida com o Covid-19, postoque estas assumem a responsabilidade pelos cuidados diários de filhos com algum tipode limitações físicas e sociais, assim como com a educação e atividades escolares dosmesmos. Observou-se uma tendência a ‘naturalização’ destas atribuições como “coisade mulher”, dividida em atribuições familiares, domésticas, produtivas, maternas,matrimoniais, etc., quadro agravado no contexto de pandemia.Trata-se de mulheres que vivem em situação de pobreza e de vulnerabilidadesocial, muitas vezes exposta à violência doméstica, além das desigualdades sociais, degênero, etnia e classe social. São mulheres pobres, com baixa escolaridade, quepossuem jornadas laborais exaustivas, ampliadas nos ambientes domésticos, submetidasa empregos informais, a discriminação de gênero, de cor e, não menos importante, aviolência “naturalizada” nas relações conjugais.
Há vários tipos de violências associadas à condição de gênero, voltadas amulheres em contextos domésticos, onde deveriam ser cuidadas e protegidas; sofremviolência física, psicológica ou moral de pais, irmãos ou cônjuges em seus lares, o queas coloca em situação de vulnerabilidade.
Desarrollo:
As 19 mulheres que compõem esta pesquisa são responsáveis pela manutenção das atividades familiares. Porém, são desvalorizadas no seio de suas famílias e marginalizadas socialmente.Elas cuidam dos serviços domésticos e das crianças, trabalham nainformalidade como empregadas domésticas ou diaristas, vivendo sob uma rotina exaustivaque não lhes permitem tempo para vivenciar atividades pessoais ou de lazer.A partir das contribuições de Adriana Piscitelli (2009), Emily Martin (2006), DelPriori (2020), Lélia Gonzales (1983), Sueli Carneiro (2005, 2011), Patrícia Hill Collins(2021), Kimberlé Crenshaw (2019, 2001, 1991), entre outras autoras, ampliaremos aanálise deste trabalho.A pesquisa foi iniciada no mês de abril de 2021, de formatotalmente virtual, realizada através de chamadas de vídeo do aplicativo whatsapp, porocasião do ensino remoto. Enquanto professora/pesquisadora de crianças do ensino Fundamental I, criei um grupo da turma e através das chamadas de vídeospassava as atividades, realizando contato virtual diariamente com os alunos e suasrespectivas responsáveis, em um período de uma hora/aula, explicando as atividades epromovendo a interação com os(as) alunos(as) e suas mães acompanhantes.A princípio é importante descrever em quais as condições teve início a pesquisa:desempenhando a função de professora (no
início da transição para o ensino remoto nos meses de abril a junho) do ensinofundamental I na rede pública da cidade que os contatos tiveram inicio. Meu acesso asmulheres aconteceu através das aulas que eu ministrava e por elas serem mães ouresponsáveis dos meus respectivos alunos.Nos meses que antecederam a pandemia o contato era totalmente presencial,principalmente em horários de entrada e saída dos alunos ou em situações em que fossesolicitado o comparecimento de algum responsável da criança na escola. Não custarepetir que por imposição da pandemia, o ensino presencial foi substituído pelo ensinoremoto e as mulheres que fazem parte desta pesquisa não tinham mais como deixar seusfilhos aos cuidados da escola, dificultando ainda mais sua rotina de conciliação com otrabalho, com a vida doméstica e com os cuidados dos próprios filhos, ou daquelascrianças que são cuidadas por avós ou tias.Neste período inicial eu já estava questionando o fato dessas mulheres seremsobrecarregadas, assumirem tantas atribuições e ainda conviverem com tantas formas deexclusões. Assim, tais questionamentos iniciais se tornaram, paulatinamente, questõesde pesquisa, quando ocorre uma transição do papel de professora para pesquisadora,quando comuniquei às mulheres responsáveis pelos alunos e alunas que seria afastadapara cursar a pós-graduação, mas que gostaria de continuar me comunicando com elas.A partir deste momento fui buscando estabelecer uma nova relação, agora não maiscomo professora das crianças e sim como pesquisadora. Desse modo, o vínculo detrabalho entre a professora e as mulheres responsáveis pelos alunos foigradativamente ressignificado, assumindo assim, uma nova relação entre a pesquisadorae as mulheres protagonistas deste trabalho, moradoras da comunidade dos Ipês.Não obstante, à medida que a rotina das aulas online era substituída porconversas mais informais, o que ocorreu entre os meses de julho a agosto de 2021, asmulheres que compõem essa pesquisa passaram a ficar mais à vontade para conversasinformais sobre a rotina diária, as aspirações e projetos de vida, insatisfações pessoais,estudo, família, trabalho, entre outros temas que não só estreitaram a relação dapesquisadora com o grupo, mas também parecia reelaborar a importância de umdiscurso de valorização do seu papel como mulher.
Quem são as mulheres da pesquisa?
As mulheres que compõem a pesquisa são semelhantes às descritas por Martin,(2006, p. 280), mulheres que vivem sob uma condição de “triplamente oprimidas, (...)com sua consciência formada por suas experiências de trabalhadora, como membro deum grupo minoritário e como mulher que está no cerne da resistência”.Essas mulheres possuem algumas características em comum, pois além de seremmães de alunos de uma mesma escola pública da cidade, são vizinhas ou residem namesma comunidade em que eu trabalho como professora. Todas elas não chegaram àconclusão da escolaridade básica e são as principais responsáveis financeiras pelosustento de seus lares.Alguns autores nos chamam a atenção para a feminização da pobreza, dado queexpõe a realidade de muitos lares onde as mulheres assumem a responsabilidade deprover e cuidar de seus filhos e famílias. Este fato não está associado à emancipação ouautonomia feminina, mas muitas vezes liga-se à condição de pobreza que envolve a todafamília e parentes, instabilidade nos laços conjugais, o desemprego dos homens, o baixonível educacional e de qualificação profissional, o que leva ao quadro de precariedadena condição de vida da família, e que incitam a chefia feminina (MENDES, 2002).Como professora busquei informações de documentações disponíveis nasecretaria da escola, intencionado coletar referências a respeito da escolaridade,profissão, quantidade de filhos e se eram beneficiárias do cadastro social, o que seráposteriormente detalhado. Através de relatos orais e audiovisuais das mulheres envolvidas na pesquisa ecom informações colhidas por vídeos chamadas no WhatsApp, iremos demonstrar a realidade socioeconômica das mesmas eaprofundar o debate dos temas propostos no trabalho.
É um grupo composto pela categoria ‘mulher mãe’ e ‘mulher avó’, no que se refere à condição da mulher emrelação a sua função materna. Usamos aqui a noção de “função materna” não no sentido
de instinto materno trabalhado na psicologia e psiquiatria (MIRANDA JÚNIOR, 2020),mas como forma de entender o desempenho da maternidade como papel cultural que éexercido pela genitora da criança ou não (NUNES, 2000). A ‘mulher mãe’ é ao mesmotempo a genitora e responsável pelo cuidado e criação de seu filho. A ‘mulher avó’ éaquela responsável pelo cuidado e criação de seu neto/filho, pois algumas criançaschamam a sua avó de ‘mãe’, assumindo assim as atribuições maternas comumenteassociadas às mães.É importante ter em mente que apesar da categoria ‘mulher mãe’ compor amaioria delas, essas mulheres recorrem ao auxílio das suas mães (avós das crianças)para ajudarem nos cuidados e na educação dos seus filhos, o que é comum nas camadaspopulares brasileiras, em especial para manutenção de arranjos familiares. Vale aindaaqui ressaltar que a categoria ‘mulher avó’ é responsável pela guarda, criação e cuidadodos netos/filhos sem recorrer ao auxílio de outra pessoa para dividir asresponsabilidades, inclusive as domésticas. Essa ‘mulher avó’ se torna cuidadoraintegral e até mesmo legal das crianças, porque seus pais enfrentam problemas comrecasamentos, desemprego, uso de drogas, conflitos com a lei ou a polícia; e os netosviolência doméstica ou abandono por parte dos progenitores.Observamos que nestes casos os genitores (pais) das crianças abriram mão aodireito de guarda dos filhos e, em sua maioria, se encontra em outros relacionamentos,dando pouca ou quase nenhuma assistência paterna, no caso dos homens. As criançaspassam a viver o abandono e negligência por partes dos seus pais biológicos, maspodem contar com o apoio da avó ou de outras mulheres da família.Estes dados têm chamado atenção para a complexidade de arranjos domiciliarese a diversidade de respostas ante as dificuldades econômicas e os cuidados com ascrianças; o que reflete nas relações sociais, na escolarização das mulheres e de seusfilhos, nas formas de socialização e na distribuição de responsabilidades.Segundo uma pesquisa realizada pela Fundação Perseu Abramo em 2001: “AMulher Brasileira nos Espaços Públicos e Privados”, com 2.502 entrevistas em todoBrasil, 96% das mulheres entrevistadas se dedicavam as tarefas domésticas e aoscuidados com as crianças, mesmo que trabalhassem fora de casa. Os resultados destapesquisa, feita há mais de 20 anos, ainda corroboram com as informações expostas natabela acima, pois as mulheres desta pesquisa afirmam sofrer com a sobrecarga da vidadoméstica, com o cuidado das crianças e com as responsabilidades financeiras advindasde trabalhos de diaristas ou empregada doméstica. Vale ressaltar que quando essas
mulheres precisam de algum tipo de assistência para o cuidado dos seus filhos nuncarecorrem aos genitores das crianças, mas a alguma parente, como uma mãe (Avó) ouirmã (Tia) mais próxima de suas casas, o que nos mostra a importância dos laçosconsangüíneos e o apóio das redes de ajuda.Percebemos que 18 das 19 mulherespossuem companheiro fixo, isto é, são casadas ou vivem em algum tipo derelacionamento estável. Não obstante, isso não quer dizer que elas recebam algum tipode ajuda financeira ou doméstica dos seus respectivos companheiros para manutençãodo lar ou cuidado com as crianças. Sendo elas totalmente responsáveis por sua casa epor cuidar dos filhos ou netos, essas mulheres vivem em condições cotidianasexaustivas entre os trabalhos do lar e os trabalhos fora de casa. Alguns destescompanheiros são pais das crianças, outros são os padrastos, pois as mães estão emnovo relacionamento. Ficou claro na pesquisa que os genitores separadosnegligenciavam os cuidados necessários com as crianças que ficaram para trás, dosantigos relacionamentos, não colaborando financeiramente nem realizando visitasperiódicas. E os padrastos da pesquisa pouco ou quase nada faziam, quando muito sóficavam em casa no mesmo horário das crianças enquanto as companheiras estavam noemprego.Outra informação importante se refere à cor dasmulheres da comunidade do bairro dos Ipês: 13 são negras e 06 são brancas. Apesar de haver mais mulheres negras que brancas e que nenhuma conseguiu terminar o ensino fundamental e chegar ao ensino médio; somente umamulher, de cor branca, com o ensino fundamental incompleto, conseguiu estabilidadeformal (carteira assinada) como agente de limpeza (serviços gerais). As demais, aindaque em função semelhante, não possuem vínculo empregatício formalizado.Conforme IBGE (2010) mulheres negras recebem 60% a menos que homenspara desempenhar a mesma função, mesmo com maior tempo de estudo. Além de existiressa discriminação por causa do gênero e da cor, podemos deduzir que o mesmoacontece entre as integrantes do próprio grupo de mulheres da comunidade dos Ipês, jáque as mulheres negras, ainda que com a mesma qualificação escolar e profissional,terão menos oportunidades de conseguir um trabalho com carteira assinada.É importante ressaltar que o fator de a escolaridade incompleta incluiu todas asmulheres da comunidade dos Ipês em uma única categoria: ensino fundamental
incompleto. Neste caso, 16 mulheres não concluíram o 5º ano (Ens. Fund. I) e 03mulheres não concluíram o 9º ano (Ens. Fund. II). Os motivos de insucesso e abandonoda escolaridade básica informada pelas mulheres da comunidade dos Ipês foramdecorrentes de fatores como: maternidade precoce, casamento ainda muito jovem,necessidade de trabalho para ajudar financeiramente a família (serviços domésticos) emcasas de famílias de classe média. Devido a estes, entre outros fatores que levaram asdificuldades persistentes na vida dessas mulheres, elas não pensam na hipótese de versuas filhas seguirem o mesmo destino profissional e familiar. Todas alegam investir navida das filhas para que não venham a passar pelas mesmas dificuldades de vida,principalmente quando se trata da mulher negra.Assim, a relação mãe/filha é fundamental entre as mulheres pesquisadas. Comomostra Collins, (2021) e Joseph (1981) inúmeras mães negras empoderaram suas filhasao transmitir o conhecimento do dia a dia, essencial para a sobrevivência dessasmulheres, semelhante ao modo de criação das mães da comunidade dos Ipês. Nosdepoimentos das mulheres da comunidade era visível a esperança de dias melhores parao futuro de suas filhas, o medo de vê-las enfrentar uma gravidez precoce ou casar cedo,a valorização por uma profissão e um curso universitário, foram algumas das aspiraçõesrelatadas por essas mães a respeito de como projetava a vida das filhas. Esses relatosforam concedidos durante as interações online ou em conversas particulares.Paralelamente, ficaram evidente as inspirações que as meninas nutriam por suas mães ea vontade de não desapontá-las, pois são conscientes do esforço que suas mães fazemcom o trabalho em seus lares e os trabalhos de doméstica (diarista).Pensando na a posição da mulher negra no Brasil e comparando com asmulheres desta pesquisa, podemos evocar Sueli Carneiro (2011), no intuito decompreendermos a opressão sobre a mulher negra que leva a destruição parcial de suaidentidade e sua coisificação (CARNEIRO 2005, 2011). Ainda segundo Carneiro(2011), a herança maldita do período escravista e colonizador legou as mulheres negrasaos trabalhos mais brutos e domésticos, sem falarmos nos usos e abusos sexuais aosquais as mesmas são expostas, figurando a representação degradante daquela mulatatipo “exportação da casa grande”, difundidos em obras como a de Gilberto Freyre, ondese vê a mulher negra definida apenas sob a condição de escravizada doméstica e/ousexual.Como percebe Sueli Carneiro (2011) e Leila Gonzalez (1983), ambas tambémcríticas ao pensamento social clássico brasileiro, nosso processo histórico, brutalmente
conduzido pelo período colonial, se faz presente no imaginário social contemporâneo,reverberando nas estruturas políticas sociais de poder. Estruturas essas que perpetuam oabandono e a exclusão, com baixar probabilidades de sucesso escolar e profissional paraessas mulheres. Nas palavras de Carneiro (2005, p.97):
Alia-se nesse processo de banimento social a exclusão das oportunidadeseducacionais, o principal ativo para a mobilidade social no país. Nessadinâmica, o aparelho educacional tem se constituído, de forma quase absoluta,para os racialmente inferiorizados, como fonte de múltiplos processos deaniquilamento da capacidade cognitiva e da confiança intelectual. É fenômenoque ocorre pelo rebaixamento da auto-estima que o racismo e a discriminaçãoprovocam no cotidiano escolar; pela negação aos negros da condição desujeitos de conhecimento, por meio da desvalorização, negação ouocultamento das contribuições do Continente Africano e da diáspora africanaao patrimônio cultural da humanidade; pela imposição do embranquecimentocultural e pela produção do fracasso e evasão escolar. A esses processosdenominamos epistemicídio.
Este epistemicídio, que nos fala Sueli Carneiro (2005), representa uma condiçãosine qua non para que as estruturas sociais, inclusive a escola, continuem atuando naconformação da exclusão social e na deteriorização da pessoa negra e sua identidade.Para Carneiro (2005) o epistemicídio não possui outra função se não retroalimentar e/ouconduzir, como ela mesmo percebe se inspirando em Foucault, as técnicas e tecnologiasdo biopoder.Desse modo, são muitos estigmas e opressões secularizadas que essas mulheresenfrentam e que também venho percebendo nesta pesquisa preliminar com as mulheresda Comunidade do Ipês. Assim muitas não se dão conta da opressão e nem muito menosfazem parte de algum engajamento político, preferindo silenciar suas dores, suasexpectativas para o futuro, sua identidade, enfim, sua vida. Não obstante, vale aquiencerrar essa seção com uma frase de Martin (2006, p. 310) “Cabe a cada um queescutar a história de uma mulher ouvir a mensagem implícita, interpretar a raivapoderosa e observar as maneiras por meio das quais a forma da narrativa fornece (...)significado para além dele mesmo.”
O que as mulheres da pesquisa pensam sobre seus trabalhos?
Quando falamos em garantir as mesmas oportunidades para homens e mulheresno mercado de trabalho, parece que estas oportunidades não valem para a mulher negra.As mulheres negras (que representam a maior parcela das nossas colaboradoras dapesquisa) fazem parte de um contingente de mulheres que estão fora dos atributosestéticos de um padrão branco de aparência, como percebido por Sueli Carneiro (2011,2005) nos anúncios de empregos que dizem “exige-se boa aparência” que parece nãoincluir a beleza negra.Essa discriminação racial (cor da pele e “traços raciais” externos) e social(aparência e estética) faz parte da vida de muitas mulheres negras, a quem desde cedosão atribuídos estereótipos de inferioridade e ausência destes atributos, o que reverberanas condições associadas ao trabalho, com insipiente representatividade na mídia, nasempresas, nos cargos de chefia ou até mesmo nas escolas, assim, a baixa escolaridade, oempregos informais de empregadas domésticas ou diarista, entre outros trabalhos queexige pouca instrução escolar, continuam a fazer parte da vida dessas mulheres que,diga-se de passagem, não se enquadram no fenótipo caucasiano. É uma realidade quetambém está presente do universo de mulheres que venho pesquisando. Todas, semexceção, são as principais responsáveis financeiras por seus lares através do ofício dedoméstica.Podemos notar as duas categorias de trabalho queo grupo de mulheres fazem parte: diarista e doméstica (atividade de limpeza, cozinheirae organização do lar) referente ao trabalho doméstico em outras casas. No caso dasdiaristas não existe um valor tabelado para contratar seus serviços e geralmente aprofissional trabalha em várias residências para conseguir um salário mínimo. Já asdomésticas, que desenvolvem simultaneamente funções de atividade de limpeza,cozinheira e organização do lar, recebem salário no final do mês que nãonecessariamente segue o piso do salário mínimo nacional, mas trabalham fixo emalguma casa de família. Apenas uma participante do grupo trabalha de serviços geraisem uma empresa e possui carteira assinada (vale aqui ressaltar que trata-se, neste casoespecífico, de uma mulher caucasiana).Percebemos que 18 mulheres trabalham exercendo atividades de domésticas,sem carteira assinada ou qualquer segurança trabalhista. Geralmente elas têm umajornada extensa de trabalho, chegam aos empregos por volta das 6:30 da manhã e sóterminam o expediente cerca de 17:00.
No período da pandemia, principalmente no início do surto de covid-19, muitasforam dispensadas temporariamente de seus empregos e tiveram seus salários reduzidos.Outras, entretanto, perderam totalmente sua renda, dependendo apenas do benefícioemergencial dado pelo governo federal. Nos relatos concedidos algumas mulheresdisseram que continuaram a trabalhar nas casas de famílias, mesmo cientes daexistência de um lockdown e possível contágio de Covid-19, cientes dos riscos, masatendendo as necessidades de sobrevivência de seu núcleo familiar.Durante as chamadas de vídeo ficavam visíveis que as únicas responsáveis pelaorientação das atividades escolares eram as mulheres, que já acumulavam outrasatribuições na administração e manutenção do lar. “Além disso, as mulherescompartilham a responsabilidade primária (senão o trabalho em si) de cuidar da casapara a família – limpar o chão sujo, as fraldas e o banheiro, levar o lixo para fora, lavaras roupas” (MARTIN, 2006, p. 309-310). Eu acrescento ai o preparo das refeições elavagem da louça.Diante ao exposto, percebe-se como as mulheres em período de pandemiapassaram a acumular mais funções para manter o equilíbrio do lar e conciliar com asatividades do trabalho e cuidados com as crianças, bem como a prevenção do vírus.Em alguns momentos das conversas online, algumas mulheres relataram estardoentes com a covid-19, pela presença dos sintomas, e como trouxeram a doença paracasa, contaminado a todos os membros da família. Comentavam como o contágio erradecorrente do convívio com os patões, geralmente hospitalizados ou cuidados emhospitais particulares da capital; enquanto as mesmas não tinham acesso a mesmaassistência de saúde, dependendo exclusivamente do SUS que estava captando apenaspacientes graves.As mulheres contaminadas pelo covid-19 tiveram que conviver com o medo damorte, as incertezas que esse vírus provocava e a necessidade de manterem-se em seustrabalhos, sem reclamar ou prestar queixa, pois disso dependia o sustento de suas casase filhos. Ainda tinham que ser responsáveis pelos cuidados dos demais contaminados nafamília.No tocante aos tratamentos, muitas dizem ter utilizado remédios caseiros e oskits covid distribuídos na UPA (Unidade de Pronto Atendimento de Saúde). Era visível em seus semblantes a tristeza e ainsatisfação, muitas vezes expressadas por uma frase de conformação como se o futurosó tivesse reservado isto mesmo.
Acompanhando os relatos das mulheres da comunidade dos Ipês, como noslembra Collins (2021), o pensamento da imagem da empregada doméstica é tido comoelemento de análise da condição de marginalização da mulher negra, sempre associada àfunção de doméstica de mulheres brancas. Pude acompanhar relatos de angústias,temores e insatisfações enfrentadas em suas vidas e no próprio lar: a falta de tempo paracuidar da saúde e do corpo, os sonhos que deixaram de realizar após a responsabilidadeda maternidade, os estudos que não concluíram, o sonho da profissão interrompida, asobrecarga do trabalho e das tarefas domésticas, além da responsabilidade de sustentaras despesas financeiras da casa enquanto o companheiro estava desempregado.Quando se fala do mito da fragilidade feminina, que justificou historicamente aproteção paternalista dos homens sobre as mulheres, de que mulheres estamos falando?As mulheres negras fazem parte de um contingente de mulheres, provavelmentemajoritário, que nunca reconheceram em si mesmas nesse mito, porque nunca foramtratadas como frágeis (CARNEIRO, 2011).
O que as mulheres pensam sobre suas famílias?
Falar das mulheres da comunidade dos Ipês e não comentar das suas crianças équase impossível. Elas vivem boa parte de suas vidas pelas(os) filhas(os) ou netas (os),projetam suas expectativas de vida em um futuro melhor não para elas, mas para suaprole. O desejo de que as(os) filhas(os) não tenham uma vida semelhante as delas éunânime nos relato das moradoras da comunidade. O medo de que a vida escolar dascrianças seja interrompida por uma gravidez precoce de uma filha ou neta, ou quealgum menino “dê para marginal”, faz parte também da narrativa de todas essasmulheres; mesmo no caso das que tem filhos com algum tipo de deficiência física ouintelectual.Baseada em seus relatos, podemos notar que, de modo geral, cadafamília possui em torno de 3 filhas(os). Das 19 mulheres mães, 08 possuem um filho comalguma necessidade especial que requer acompanhamento de equipe multidisciplinar etodas recebem auxílio de benefícios federais. A ajuda financeira foi o que maiscontribuiu para que muitas famílias pudessem sobreviver no período mais crítico dapandemia, o que nos mostra a importância das políticas públicas para as camadas maispobres da sociedade brasileira.
Conviver com a sensação de exclusão e invisibilidade diariamente direciona amulher pobre e negra para um lugar silenciado. Tal situação foi percebida quando,durante as chamadas de vídeo, éramos surpreendidas (eu - pesquisadora e elas - protagonistas da pesquisa) por xingamentosaleatórios e explícitos de seus respectivos companheiros, os mesmos exigiam que elasinterrompessem a conversa online para servir-lhe a refeição. Ligavam o aparelho de som ede tv no momento das entrevistas, passavam de roupas íntimas na frente das câmeras, exigiamdinheiro para bebidas alcoólicas e ficavam em casa sem colaborar na rotina do lar oucuidado com as crianças, isto também fazia parte das exigências dos companheiros dessasmulheres em seus lares.Apesar de reconhecer a situação de sofrimento emocional e social, diziam nãoter força para se contrapor a eles, pois para estas mulheres a dependência emocional ecultural da figura de um homem em casa, o que é definidor de status social, o quepermitia-lhes o título de serem mulheres casadas e de seus filhos terem pais.Outro fator interessante era observar que apesar do constrangimento das mulheres,o esposo não se intimidava diante de outras pessoas presentes na conversa na frente daschamadas virtuais. Algumas das mulheres relataram que sofriam agressões físicas deseus cônjuges, que tinham a esperança de sair do casamento abusivo, mas ao mesmotempo tinham medo de perdê-lo e ficarem sozinhas ou temiam que eles não aceitassem aseparação. Assim como Piscitelli (2002) observa, o poder reprodutivo das mulheres ascoloca numa posição de submissão em relação aos homens, além da dependênciaemocional e a importância do casamento para a comunidade dos Ipês.Outra questão importante foi o fato das mulheres da pesquisa desejarem voltar aestudar e completar a escolaridade. O que mais me chamou a atenção foi à motivação demuitas para retornar aos estudos: ensinar a tarefa escolar aos filhos porque as crianças já estãochegando a séries em que elas não frequentaram. Quando eu pensava que desejavamretornar os estudos por satisfação própria, afirmaram a necessidade de estudos paraauxiliar os filhos; o que não era preocupação dos homens.
Conclusiones:
Observa-se que as formas de subordinação das mulheres, emrelação aos homens, adquirem contornos específicos na sociedade em diferentesmomentos históricos, o que liga-se as distinções e violência de gênero que criahierarquias e coloca o gênero feminino como naturalizado a função reprodutiva,cabendo as mulheres os cuidados e a educação dos filhos, que são dependentes destasmulheres por muito tempo.
É importante também ressaltar que esta invisibilidade decorre da herançahistórica escravocrata que mulheres negras sofrem no Brasil, que naturaliza relações deexclusões de uma parcela tão expressiva de nossa sociedade. Neste sentido, raça, classee gênero são indispensáveis para compreensão desta realidade de exclusão que assola avida de muitas mulheres no Brasil, como é o caso aqui estudado. Como nos diz Stolker,é preciso:
[...] elucidar os processos políticos e as justificativas ideológicasdinâmica e interdependente, estruturam as desigualdades "raciais" e degênero na sociedade de classes burguesa. O fenômeno crucial nessesentido é a tendência, na sociedade de classes, a "naturalizar"ideologicamente as desigualdades sociais. A questão central é por que,especialmente, as diferenças "sexuais" e "raciais", ao lado das declasse, se destacam entre outras características disponíveis dos sereshumanos, tais como, por exemplo, peso corporal, como indicadoressignificativos da desigualdade social e como elas interagem parareproduzir a opressão das mulheres em geral e as diferençasparticulares entre elas na sociedade de classes (STOLCKE, 1991, p.102).
Deste modo, buscamos mostrar como estes marcadores, que são formulaçõessimbólicas (STOLCKE, 1991), vão construindo modos de disciplinar os corpos dessasmulheres, em termos de criação de corpos fortes para servirem ao trabalho, aos homense ao lar, pois existem fortes cobranças e expectativas da sociedade para que a mulherassuma, sem resistências, o papel que lhe foi conferido socialmente: perpetuar aexistência e cuidar da família, o que muitas vezes elas mesmas incorporam como partedesse processo.Claro que o sexismo não atinge só as mulheres negras e pobres, mas é precisofrisar que sobre estas incidem representações de submissão servil e sexual,historicamente perpetuadas em nossa sociedade, eternizada na crença de que existempara “servir” aos outros. Isso no leva a analisar como a naturalização do abandonoparental cometido pelos homens/pais é desconsiderado, enquanto da mulher é esperadoque seja uma pessoa multitarefas e ainda consiga cuidar de seus filhos.Nenhuma das mulheres dos Ipês tem conhecimento profundo sobre questõeshistóricas e culturais que estruturam e formam o pensamento para mantê-las numaadequação social: mulher reprodutiva, mulher mãe, mulher do lar, mulher doméstica,mulher da jornada tripla... São tantos papéis que a mulher mal consegue enxergar a si
própria e identificar seus principais objetivos e sonhos e acabam vivendo para cumprirapenas o que se parece exigir delas: serem reprodutoras, mães e mulheres do lar.Mas não queremos dizer que essas mulheres não percebem as oposições degênero existentes e as formas como são subjugadas pelos seus companheiros e pelasociedade. Mas se olharmos com mais atenção e sem um olhar burguês que torna amulher nestas questões como meramente subordinadas, vemos que estas mulheres se juntam, seapóiam em sua rede de parentela feminina, que estabelecem contatos freqüentes comprofessoras e escola para terem algum tipo de apóio pedagógico e emocional para seusfilhos e para si mesmas, dividindo responsabilidades, cujas formas de resistência serãodesenvolvidas posteriormente no decorrer desta pesquisa para conclusão da tese em que está inserida.
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Palabras clave:
Gênero, Interseccionalidade, Raça, Classe social, Escola.
Resumen de la Ponencia:
El contexto que marcó la pandemia por COVID-19 desbordó grandes problemáticas sociales. Ante el cierre de los centros de trabajo, las instituciones educativas y los espacios de esparcimiento, la casa dejó de ser un espacio privado para formar parte del espacio público pues las actividades que anteriormente se realizaban fuera de la vivienda se trasladaron al interior. Las familias se encontraron frente a una economía mermada, aumentaron las tareas domésticas y el cansancio para las mujeres; madres trabajadoras o estudiantes trasladaron sus actividades a casa teniendo que combinarlas con las tareas del hogar; otras mujeres perdieron o abandonaron su trabajo y forma de vida sustituyéndola por medios alternativos para su sustento. El cuidado de los niños y la presencia de la pareja limitaron aún más el desarrollo personal, social, profesional y económico; la convivencia diaria también se transformó en factor de estrés y de riesgo para los miembros más vulnerables de las familias. Además, muchas mujeres tuvieron que desempeñar el rol de profesoras por efecto de la migración forzada de la educación a las TIC.Ante este escenario, presentamos una investigación exploratoria cuyo objetivo es describir las experiencias que tuvieron las mujeres, madres de niños y niñas en edad escolar, del municipio de Lerma, Estado de México, en México, derivada de la pandemia por Covid-19 y el confinamiento, en el entorno familiar, doméstico, económico y escolar. El método que se utilizó para recabar la información fue de corte cualitativo, a través de grupos de discusión, en los meses de febrero y marzo de 2022. Consideramos que rescatar las experiencias de las mujeres en este periodo de pandemia es importante pues podemos descubrir qué nos pasó, cómo enfrentamos estos dos años de encierro y cómo podemos sanar lo que se rompió tanto dentro como fuera de nosotras; la experiencia, tal y como se postula desde el feminismo, es una herramienta conceptual, metodológica y epistemológica, que nos ayuda a dar cuenta del conocimiento situado, político, contradictorio y emancipatorio que implica el poder reflexionar sobre una misma, para transformar nuestras condiciones de existencia.