Resumen de la Ponencia:
La ponencia se centra en el análisis del Harlem afroamericano de la ciudad de Nueva York desde sus orígenes hasta el llamado Renacimiento de Harlem. Analiza la constitución moderna de la ilustración racista de la modernidad que han negado los saberes y las culturas diferentes. Sostengo que estos sistemas de razón, a la vez, operan como universales y aluden también a mecanismos de separación entre sujetos ilustrados y sujetos bárbaros, entre culturas instruidas y culturas incivilizadas y en los hechos les niegan a éstas últimas cualquier capacidad de raciocinio y creatividad. Particulariza en los saberes y cultura afroamericana, profundizando en las múltiples violencias a los que esta población ha sido sometida en el Harlem afroamericano, lo que ha devenido en la violencia simbólica por excelencia: el estigma subjetivo a través del cual se ejerce una violencia simbólica sobre el otro, el diferente, négandole su identidad cultural a través de dispositivos que lo estructuran como el otro iletrado y peligrosos, lo que implica diversas aristas, que van desde el intento de borrar su cultura hasta procesos de silenciamiento y estigmas que suelen devenir en violencia. Finaliza en un acto histórico, político y cultural: El llamado Renacimiento de Harlem donde se generaron una serie de movimientos sociales de recuperación de los orígenes africanos y de reivindicación de la raza afroamericana.
Introducción:
Los sistemas de razón y concretamente los vinculados con el abolengo de la Ilustración, sirven para generar sistemas de administración social fundamentados en relaciones de poder, legitimando la ideología dominante que sostiene que las culturas y las lenguas de los otros son culturas y lenguas inferiores.
En este sentido, la universalización de la razón ilustrada blanca europea y estadounidense alude a un posicionamiento universal que se gesta desde una “voluntad de saber” que delimita lo racional de lo irracional, lo ilustrado de lo no ilustrado a la vez que controla y excluye a los “otros”, a los pertenecientes a otras razas, religiones, o sistemas políticos, como sujetos inferiores a ser educados de acuerdo tanto a epistemes occidentales como a sistemas de razón normalizadores y disciplinarios que a menudo han acompañado procesos de colonización. Ya desde Kant[1] se observan estos sistemas diferenciados de razón:
“La raza de los [indios] americanos no puede educarse. No hay fuerza motivadora porque carecen de afecto y pasión. Ellos no están en el amor, por eso tampoco tienen miedo. Apenas hablan, no se acarician, nada les importa y son haraganes. Uno podría decir que la raza de los negros es completamente lo contrario de los americanos, están llenos de afecto y pasión, son muy vivaces; conversadores y vanidosos. Ellos pueden ser educados pero sólo como sirvientes, o sea que se permiten ser entrenados”.
En esta visión kantiana de las razas, destaca una contradicción constitutiva, por un lado, estas razas son ineducables en los parámetros de la razón ilustrada, por el otro, sí serían educables pero sólo en posiciones de inferioridad, es decir, como sirvientes.
De esta forma, las culturas periféricas son marcadas con el sello de la inferioridad cultural. Ya desde Foucault se sabe que estos sistemas de razón están imbricados con mecanismos de poder. De hecho la noción de episteme en Foucault alude al conjunto de relaciones que puedan unir, en una época determinada, las prácticas discursivas que dan lugar a unas figuras epistemológicas, a unas ciencias que devienen sistemas formalizados de razón. En este aspecto y de acuerdo con Popkewitz[2]
“…la “razón” y la racionalidad del cosmopolitismo produjeron ejemplos de distinciones comparativas que diferenciaron, dividieron y “abyectaron” a grupos e individuos “no civilizados” y, por ende, no calificados para participar. En consecuencia, el cosmopolitismo constituye una estrategia para explorar históricamente el entrelazamiento entre la problemática de la exclusión social y los mismos impulsos orientados a incluir y a ilustrar”
Estos sistemas de razón, a la vez, operan como universales y aluden también a mecanismos de separación entre sujetos ilustrados y sujetos bárbaros, entre culturas instruidas y culturas incivilizadas y en los hechos les niegan a éstas últimas cualquier capacidad de raciocinio.
De esta manera, se ejerce una violencia simbólica sobre el otro, el diferente, negándoles su identidad cultural a través de dispositivos que estructuran al otro y que van desde el intento de borrar la cultura hasta procesos de silenciamiento que suelen devenir en violencia, como es el caso de los afroamericanos en Estados Unidos.
[1] Citado en García, Pedro Dispositivos epistémicos y geopolítica. La invención de la modernidad en América Latina en: Buenfil, R. N., Fuentes, S. y Treviño, E. Giros teóricos. Diálogos y debates en las ciencias sociales y humanidades, México, UNAM, 2012. P. 93
[2] Popkewitz, Thomas El cosmopolitismo y la era de la reforma escolar, Madrid, Morata, 2008. P. 12
Desarrollo:
Violencia con múltiples aristas, por ejemplo, a nivel simbólico, el afroamericano nace y crece con un sentimiento de inferioridad racial introyectado que atraviesa su vida, , Clark (1966: 59) señala: “Si el negro tiene que identificarse con el cuchitril infestado de ratas, su sentido de frustración e inferioridad personales, agravados ya por en la discriminación en punto a empleos y otras formas de humillación de que es objeto, se refuerza por la realidad física que lo rodea…Una casa es un símbolo concreto del valor de la persona que la ocupa”
Caso emblemático es el Harlem afroamericano, situado en el centro de Manhattan en Nueva York, conocido como el Harlem negro, barrio pobre y peligroso para los otros, emblema de racismo y la exclusión y lugar de producción de estigmatizaciones: inferioridad racial y subjetividades deterioradas, espacio de evidente pobreza, suciedad, degradación del habitus Si pensamos en el pasado afroamericano de esclavitud, del deterioro constante de la subjetividad masculina, vía no sólo su uso como fuerza de trabajo esclava sino con la violación constante de sus mujeres, en un país, en el que aún después de la guerra siguen siendo esclavos de sus estigmas, podemos acordar con García Lorca [1]quien habitó en el Harlem negro de Nueva York durante 1929, y que lo resume en el siguiente fragmento:
¡Ay, Harlem¡, ¡Ay, Harlem¡, ¡ Ay, Harlem¡
No hay angustia comparable a tus rojos oprimidos,
A tu sangre estremecida dentro del eclipse oscuro.
A tu violencia granate sordomuda en la penumbra,
A tu gran rey prisionero, con un traje de conserje.
Resulta interesante que el racismo se sustente en relaciones de poder que legitiman la producción de diferencias en términos de signos corporales (el color de la piel) que son utilizados para asignarles una representación a los sujetos y han sido históricamente construidos y reglamentados como lugares de diferencia, subalternización y de ficción, no sólo en Estados Unidos sino también en el mundo.
En este sentido, podemos hablar de una reiteración de las huellas mnémicas, definidas por Freud como aquellas inscripciones inconscientes, que se refieren a esquemas repetitivos que operan vía la transferencia como viejas percepciones llevadas a nuevas experiencias. Martínez[2] plantea que en Freud “…el aparato psíquico trata por un lado de un espacio virtual y por otro, funciona como una máquina de escritura, esto es, un aparato virtual donde se inscribe una huella mnémica”. Esta misma autora[3] al analizar el trabajo de Freud,[4] Notas sobre la pizarra mágica señala que en Freud, “…la desaparición o borradura de lo escrito es tan sólo una ilusión. Si levantamos la lámina de celuloide y el papel encerado podemos ver cómo todo trazo ha quedado grabado en la capa de cera…Lo ya trazado hará que los nuevos trazos tomen ciertos caminos, esto es, dirige el nuevo trazo”.
En el caso de los afroamericanos, el trazo de la memoria de las huellas mnémicas alude a una inferioridad racial introyectada desde la esclavitud, como subjetivación racial sedimentada que no necesariamente está presente en el campo de la conciencia, como inscripción de antigua data que es refrendada en el racismo del que son objetos en los países donde viven (USA) o a los que migran, es decir, como huellas mnémicas que en los nuevos trazos resultan en cicatrices y marcas.
Estas huellas mnémicas son corporalizadas como marcas identitarias que devienen estigmas que descalifican primariamente al sujeto, éste al ser rechazado socialmente genera una ambivalencia respecto a su propia identidad, Gofman[5] plantea “Dado que en nuestra sociedad el individuo estigmatizado adquiere estándares de identidad que aplica a sí mismo, a pesar de no poder adaptarse a ellos, es inevitable que sienta cierta ambivalencia hacia su yo…El individuo estigmatizado presenta una tendencia a estratificar a su pares según el grado en que sus estigmas se manifiestan y se imponen.”
Un caso emblemático es el de las mujeres afroamericanas, las cuales fueron sistemáticamente violadas por los amos en la esclavitud y a las cuales éstos les atribuyeron una sexualidad promiscua, evidentemente una mujer objeto de violencia sexual tiene que ser justificada de alguna manera por su violador.
La mujer afro como fetiche emblemático de la violación sistemática no sólo a su cuerpo sino a sus más elementales derechos humanos, es hoy símbolo de una alianza perversa, la del “multiculturalismo”, Bell (2019:22) ve en esto que “ Cuando la cultura dominante exige que el otro se ofrezca como señal que se está dando un cambio político progresista, que el Sueño norteamericano de hecho puede incluir la diferencia, invita al resurgimiento de un nacionalismo cultural esencialista”, sin embrago habría que acotar porque no hay tal cambio político hacia la población afroamericana, más bien existe un mandato simbólico neocolonial de servidumbre. El sueño americano pertenece a la población blanca, rica o de clase media, se sustenta en el éxito, los afroamericanos presentan más bien un sueño desesperado por alcanzar la blanquitud, Clark señala: “la preocupación de muchos negros por usar productos que les dejen lacio el cabello, les blanqueen la piel y otros parecidos, ilustran este aspecto trágico del prejuicio racial norteamericano: los negros han acabado por creer en su propia inferioridad”, el estigma se ha vuelto cuerpo ficcional y subjetividad sometida.
Sin embargo, el sujeto como lugar de conformación e inscripción histórica-política de las subjetividades, permite dar cuenta de relaciones inconclusas, indecidibles y en tensión entre heteronomía y autonomía, entre resistencia y sujeción en sus desplazamientos y singularidades, lo cual nos permite argumentar que el sujeto no es sólo un sujeto sujetado sino también un espacio de emergencia a través de la resistencia y la decisión.
Esto es claramente visible en que fue precisamente el Harlem negro, donde se generaron una serie de movimientos sociales de recuperación de los orígenes africanos y de reivindicación de su raza. Los movimientos más conocidos estuvieron encabezados por Marcus Aurelius Garvey cuyo propósito central consistía en conducir a su pueblo de regreso a África, fue él quien organizó la Black Star Line, una compañía de navegación para transportar a los descendientes de africanos, de Estados Unidos a África. En 1926 fue deportado a Jamaica. Otros movimientos de importancia estuvieron lidereados por Ben Davis, elegido concejal de la ciudad de Nueva York en 1943; Adam Clayton Powell Jr. Autoprocalamado el “Discípulo de la Protesta”, miembro de la Cámara de Representantes por el 18 distrito de Harlem.
De esta forma, el Harlem ha sido también sitio de conformación de una dimensión de formación política, donde se elaboran las pautas de una cultura política que se fundamentó en la incipiente participación de esta población en espacios de poder estatal.
Por otra parte, Gracía Canclini[6] señala que “el patrimonio de una nación, o de una ciudad, es distinto para diferentes habitantes. Representa algunas experiencias comunes, pero también expresa las disputas simbólicas entre las clases, los grupos y las etnias que componen una ciudad”.
En el caso de la construcción de Harlem, Osofsky[7] relata
“Prácticamente todas las casas que se alzan hoy en Harlem fueron construidas desde 1870 hasta la primera década del siglo veinte. Las viejas casuchas fueron condenadas a muerte por la inmensidad de piedra rojiza, ladrillos y argamasa. Este nuevo paraíso residencial atrajo a antiguos y ricos habitantes de Manhattan. En una sociedad cuyas familias de la clase trabajadora pagaban un alquiler promedio mensual de 10 a 18 dólares, los alquileres para un grupo de departamentos en Harlem arrancaron en la década de 1890, exactamente en 80 dólares mensuales”
De esta manera, el capital se volcó a la construcción como un medio para asegurar la consecución de ganancias elevadas. Sin embargo, la ola de especulación con los terrenos y la propiedad en Harlem generada por la construcción del subterráneo forjó una artificialidad en la demanda de mercado que condujo a que Harlem se saturara de departamentos y a un exceso de construcciones que derivo en la quiebra del mercado. Lo anterior resultó en una depreciación de las propiedades, las que entonces fueron dadas en alquiler a la población negra, Osofsky[8] señala:
“Algunos propietarios se unieron en asociaciones para repudiar lo que ellos llamaban la “invasión” negra o la “afluencia negra”. El lenguaje que empleaban para describir el movimiento de los negros hacia Harlem (la palabra invasión, por ejemplo, aparecía en casi todas las denuncias sobre negros) era un lenguaje de guerra…Se desató una guerra propagandística y letreros que rezaban “blancos únicamente” fueron colgados de las ventanas de los departamentos de Harlem”
Sin embargo, todas estas asociaciones fracasaron, la población blanca vendió sus propiedades y se mudaron a otros lugares y Harlem se constituyó como uno de los ghettos más importantes de Estados Unidos. Este mismo autor[9] plantea:
“La creación del Harlem negro no es más que un ejemplo del desarrollo general de las grandes comunidades negras segregadas, en muchas ciudades norteamericanas, en los años que precedieron y siguieron a la primera guerra mundial. El hecho de que Harlem se convirtiera en el centro específico de la población negra, fue fruto de las circunstancias: el hecho de que un sector de la ciudad fuera destinado a convertirse en barrio negro, fue la consecuencia inevitable de la emigración de los negros al sur de Nueva York”
Como hemos visto, en la conformación del Harlem negro destaca la diferencia no sólo de clases (el alquiler de Harlem baja de 80 dólares en 1890 cuando está habitado por población blanca a 40 cuando es invadido por la población afroamericana), sino también de razas, de tal suerte, que la pertenencia identitaria se ve atravesada tanto por la clase como por la raza, es decir, existe una sobredeterminación identitaria que involucra diferentes posiciones de sujeto.
Ahora bien y de acuerdo con García Canclini[10], la ciudad moderna incorpora tres ámbitos de constitución, estos son: lo histórico-territorial, lo industrial y lo informacional o comunicacional y presenta dos tipos de patrimonio, “el patrimonio urbano, el patrimonio visible, material… y el patrimonio invisible constituido por leyendas, historias, mitos, imágenes, pinturas, películas, que hablan de la ciudad, formando un imaginario múltiple, que no todos compartimos del mismo modo, del que seleccionamos fragmentos de relatos y los combinamos con nuestro grupo” , en suma, como símbolos intangibles de identificación con el ámbito urbano que orientan una identidad cuya fuente incorpora a la memoria citadina.
Si bien, podría cuestionarse la noción de patrimonio invisible porque las imágenes, pinturas o películas poseen un sustento material, ambos patrimonios tienen en común un rasgo esencial y común: actúan como soportes identitarios que de alguna manera permiten a los sujetos pensarse no sólo como ciudadanos sino también como miembros de determinados espacios urbanos (barrios) y en el caso norteamericano, particularmente en Nueva York, el barrio marca pertenencias culturales y raciales.
Por ejemplo, la importancia de este patrimonio invisible para el caso de Nueva York, puede verse en el Harlem negro, cuna del movimiento cultural e intelectual más importante del siglo XX conocido como el renacimiento de Harlem o como el nuevo movimiento negro, lidereado por el historiador Alain Locke y en el que escritores como Jean Toomer, Langston Hughes, Zora Neal Hurston, Rudolph Fisher y Countee Cullen produjeron una literatura y una obra plástica abocada a dar a conocer al barrio negro, a generar un identidad afroamericana a partir de un encuentro con su pasado africano y a romper con los estereotipos del negro bufón o del negro sirviente.
Langston Hughes[11], formulaba así esa declaración de independencia literaria:
“Nosotros, jóvenes artistas negros que creamos, proponemos ahora expresar nuestros oscuros yo individuales sin temor ni vergüenza. Si ello agrada a los blancos, nos alegramos. Si no, no nos importa. Sabemos que somos hermosos. Y también feos. Si ello agrada a los negros. Nos alegramos. Si no tampoco nos importa su desagrado. Construimos nuestros templos para el futuro, sólidos como sabemos deben ser, y estamos de pie en lo alto de la montaña, libres dentro de nosotros mismos”.
El reencuentro con las raíces históricas y la denuncia del esclavismo es visible en el poema Hombre fuertes de Brown[12]:
“Te arrastraron de tu patria
Te encadenaron a otros esclavos
Te entrenaron como buey
Te azotaron
Te marcaron con hierro candente
Tú cantabas:
Seguid avanzando
Como un pobre gusano.
Tú cantabas:
Caminad, juntos, muchachos
No os canséis
Los hombres fuertes seguirán avanzando
Los hombres fuertes se hicieron más fuertes”
Asimismo, en Blues hastiad, Hughes impregna a su blues de un sentimiento africano, como en el blues nostálgico: “Puente ferroviario. Triste canción del aire. Siempre que pasa el tren. Siento deseos de ir a alguna parte”. Este mismo autor expresa su identificación retrospectiva con África:
“Tendremos una tierra de árboles
que se inclinan bajo el peso de loros parlanchines
Luminosos como el día.
Y no está tierra en la que los pájaros son grises”
La recuperación de Harlem, como espacio identitario y su imbricación con el pasado, puede verse en el ensayo de Silvestre Leaks[13], quien escribe:
“Harlem, mujer negra de corazón ardiente, bondadosa y jovial, cuyas venas sin sangre son un campo de deportes, cuyo cuerpo desollado y lleno de cicatrices, golpeado y apaleado, gastado y andrajoso, corrompido y violado es el santuario privilegiado para esa impía trinidad de terratenientes que arrancan renta, polizontes coimeros y tiburones usureros; para rufianes elocuentes y falsos profetas, políticos ladrones y vendedores de sexo y religión, impostores que todo lo curan y adivinos, y execrables mercachifles de narcóticos y muerte…Tú eres un portento negro, Harlem, Tu has sobrevivido”
Zora Hurston Neal es considerado por muchos como uno de los mejores escritores del Renacimiento de Harlem, su novela Sus ojos miraban a Dios y su ensayo autobiográfico Cómo se siente el ser de color de mí, describen las diferencias entre ser negro y ser blanco en la cultura estadounidense y exponen al hombre blanco como un intruso en la conciencia cultural negra. En el ámbito de la obra plástica destacan las obras de Jacob Lawrence y Aron Douglas. En ambas obras, puede notarse la reivindicación racial (todos los personajes son negros), la crítica al papel jugado por la población afroamericana durante la esclavitud (en la obra de Douglas), así como la reapropiación del territorio afroamericano del Harlem (“Street shadows” de Lawrence).
Asimismo, en la obra de Woodrow es posible observar la apropiación del espacio citadino por parte de la población afroamericano y su lucha por un trato igualitario, como se recordará durante siglos, los afroamericanos no podían sentarse junto a la población blanca en los medios de transporte.
[1] García Lorca, Federico Poeta en Nueva York, México, Grupo Editorial Tomo, 2002. P. 95
[2] Martínez, Rosaura Ensayos sobre inscripcionalidad en el aparato psíquico freudiano. Freud y Derrida en un diálogo sobre la memoria en: SeminarioHermenéutica, sujeto y cambio social, México: Facultad de Filosofía y Letras-UNAM.2005. P. 4 (inédito)
[3] Martínez, Rosaura Memoria y Por-venir en: Seminario Hermenéutica, sujeto y cambio social, México: Facultad de Filosofía y Letras-UNAM.2006. P. 9 inédito)
[4] En este texto, Freud plantea a la pizarra mágica como aparato de la memoria donde “la superficie que conserva el registro de los signos, pizarra u hoja de papel, se convierte por así decir en una porción materializada del aparato mnémico que de ordinario llevo invisible en mí” Freud, Sigmund, Notas sobre la pizarra mágica 1925. Buenos Aires: Amorrortu,
[5] Gofman, Irving Estigma. La identidad deteriorada, Buenos Aires, Amorrortu, 1963. P. 127
[6] García Canclini, op. cit. p. 95
[7] Osofsky, Gilebert, Harlem: Cómo se fabrica un ghetto, en: El Ghetto Negro, Argentina, Ediciones Sílaba, 1966, p. 28
[8] Ibid, p. 34
[9] Ibid, p. 40
[10] García Canclini, Néstor, Imaginarios urbanos, Buenos Aires, Eudeba, 1997, p. 92-93
[11] Langston Hughes, poeta negro internacionalmente famoso, escritor y dramaturgo.
[12] Cfr. Homes, Eugene El legado de Alain Locke, en: El Ghetto Negro, Argentina, Ediciones Sílaba, 1966. P. 61
[13] Leaks, Silvestre, Hablemos de Harlem en: El Ghetto Negro, Argentina, Ediciones Sílaba, 1966. P .21. Leaks es uno de los novelistas y periodistas más importantes de Harlem.
Conclusiones:
La noción de pertenencia, implica una adscripción simbólica e imaginaria del sujeto tanto a una comunidad imaginada, fundamentada en su adscripción al estado nacional que le otorga al sujeto una pertenencia histórica y jurídica y lo incorpora a una identidad común representada por la ciudadanía (Anderson, 1977), como en el caso de los afroamericanos y como pertenencia a las llamadas comunidades diferenciadas (Morley, 2005) y son los patrimonios materiales y cilturales, uno de los ejes clave para entender esta adscripción identitaria.
En este contexto, el renacimiento del Harlem implicó una promoción de un patrimonio que dota a los afroamericanos de identidad colectiva y social y convierte al Harlem en un lugar ritual con componentes históricos y afectivos que generan espacios de pertenencia, a través de la apropiación de símbolos: valoración de sus raíces africanas, ruptura con imágenes estereotipadas de la población negra, apropiación del espacio urbano, reivindicación del ghetto, entre otros.
Bibliografía:
Hooks, Bell. Devorar al otro: deseo y resistencia, traducido de Black Looks: Race and Representation, Boston, Ma., South End Press, 1992.
Butler, Judith, Vida precaria. El poder del duelo y la violencia Buenos Aires, Paidós, 2006.
Butler, Judith Cuerpos que importan. Sobre los límites materiales y discursivos del “sexo”. Buenos Aires, Paidós. 2005.
Clark, Kenneth Ghetto Negro, México, Ed. Fondo de Cultura Económica, 1965.
Freud, Sigmund, Notas sobre la pizarra mágica Buenos Aires: Amorrortu, 1925/1989.
García Lorca, Federico Poeta en Nueva York, México, Grupo Editorial Tomo, 2002.
García Canclini, Néstor, Imaginarios urbanos, Buenos Aires, Eudeba, 1997, p. 92-93
García, Pedro Dispositivos epistémicos y geopolítica. La invención de la modernidad en América Latina en: Buenfil, R. N., Fuentes, S. y Treviño, E. Giros teóricos. Diálogos y debates en las ciencias sociales y humanidades, México, UNAM, 2012.
Gofman, Irving Estigma. La identidad deteriorada, Buenos Aires, Amorrortu, 1963.
Homes, Eugene El legado de Alain Locke, en: El Ghetto Negro, Argentina, Ediciones Sílaba, 1966.
Leaks, Silvestre, Hablemos de Harlem en: El Ghetto Negro, Argentina, Ediciones Sílaba, 1966.
Martínez, Rosaura Ensayos sobre inscripcionalidad en el aparato psíquico freudiano. Freud y Derrida en un diálogo sobre la memoria en: Seminario Hermenéutica, sujeto y cambio social, México: Facultad de Filosofía y Letras-UNAM.2005. (inédito)
Martínez, Rosaura Memoria y Por-venir en: Seminario Hermenéutica, sujeto y cambio social, México: Facultad de Filosofía y Letras-UNAM. 2006. (inédito)
Osofsky, Gilebert, Harlem: Cómo se fabrica un ghetto, en: El Ghetto Negro, Argentina, Ediciones Sílaba, 1966, p. 28
Popkewitz, Thomas El cosmopolitismo y la era de la reforma escolar, Madrid, Morata, 2008.
Richard La conciencia africana del Harlem en: El Ghetto Negro, Argentina, Ediciones Sílaba, 1966.
Palabras clave:
Saberes racistas%Violencia%Harlem afroamericano%Estigma subjetivo% Renacimiento de Harlem
Resumen de la Ponencia:
En la coyuntura actual, las transformaciones del capitalismo globalizado y los procesos de mercantilización de la vida repercuten vigorosamente en el cuerpo/emoción, en las maneras en las que habitamos el mundo y en la significación de nuestras prácticas. En consonancia, al ser las emociones productoras y transportadoras de sentido tienen la potencia de transformar la realidad (Sartre 1973). Considerando la importancia que tienen las emociones en clave de la reproducción/cambio social, resulta obvia la apelación y “gestión” de las mismas por parte de actores que participan en contiendas político/electorales. En gran parte del mundo, se evidencian oportunidades de crecimiento para los personajes políticos representantes de las nuevas derechas (Giordano et al., 2018) y, particularmente, en Argentina, tiene una entidad preponderante en los últimos años la instalación de Javier Milei. El libertario y fundador del reciente espacio Libertad Avanza fue construyéndose y habitando un lugar en la escena política del país por su reiterada participación y polémicos dichos en los medios de comunicación desde el 2013. De esta manera, el economista -quien se autodefine como antisistema-, alcanzó su punto más álgido de popularidad en las últimas elecciones legislativas del país en el 2021 convirtiéndose (con el 17,03% de los votos de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires), en legislador porteño y, en la tercera fuerza política de la ciudad.Este trabajo pretende describir, desde una sociología de las sensibilidades, las emociones puestas en juego en el debate legislativo por parte del candidato Javier Milei. Para el referido análisis, serán empleados los conceptos “emoción moral”, “energía emocional” y “sentimientos/shocks morales” propuestos por Jasper (2014). Continuando con la propuesta, en base al análisis de discurso (Vaj Dijk, 2005) se utilizarán como referentes empíricos el debate legislativo que tuvo lugar el 13 de noviembre del 2021 en la Ciudad de Buenos Aires, y un conjunto de tweets que el político socializó durante aquella semana en relación a dicho evento.La relevancia de este trabajo radica en la necesidad de estudiar sociológicamente, desde Latinoamérica, cómo las derechas se organizan, actúan, producen y gestionan emociones en el siglo XXI, construyendo de esa forma sujetos y sociedad.Palabras clave Sociología, cuerpo/emociones, nuevas derechas, Argentina, discurso político.Resumen de la Ponencia:
O objetivo do presente trabalho é demonstrar como se associam algumas recomendações de Nicolau Maquiavel a Lorenzo de Médici em “O Príncipe” em relação às produções sociológicas de Norbert Elias e Erving Goffman, pensando o poder político como um emaranhado de emoções, atravessadas de disputas, intrigas, jogos sociais e aparências. No primeiro momento, relacionaremos as emoções do poder político em “O Príncipe” com a sociologia de Norbert Elias, sabendo-se que essa obra se configura em um manual típico do processo civilizador, no qual a palavra “deveis” ordena as questões que se referem ao controle das emoções, associada à unificação e centralização do Estado, tendo como o principal objetivo a manutenção do poder do príncipe, amado e venerado pelos súditos. O príncipe em Maquiavel controla suas ações e desconfia dos seus súditos, observando e vigiando as condutas, lendo os jogos de poder e calculando as boas e más ações que fará no seu reino para obter as emoções de medo e amor por parte dos súditos em relação à sua pessoa. Na segunda parte do trabalho, dialogaremos com a obra de Erving Goffman no que diz respeito à manutenção das fachadas, a expressividade dos atores, a impressão que eles tentam causar em relação aos outros, as formas de manipulação da impressão através da postura corporal e emocional com a obra “O Príncipe”. Nela, Maquiavel sustenta que não necessariamente há a correspondência entre o que os príncipes (agentes) são com o que aparentam ser (fachada). Sua imagem ou fachada leva em consideração as expectativas que os súditos possuem em relação ao seu personagem, evitando-se que ele seja desprezado e odiado e empenhando-se em ser reconhecido pela ponderação, grandeza e energia. Tal manipulação de impressão é possível através do controle das emoções e ações do príncipe e seus cálculos estabelecidos nos jogos rituais, que permitam que ele seja amado e temido pelos seus súditos. Para a análise das emoções do poder político em O Príncipe, a literatura sociológica utilizada corresponde à obra “O Processo Civilizador”, de Norbert Elias, juntamente com “A Representação do eu na vida cotidiana" e “Ritual de interação: Ensaios sobre o comportamento face a face”, ambos de autoria de Erving Goffman.
Introducción:
Neste trabalho, pretende-se demonstrar como se associam algumas recomendações de Nicolau Maquiavel a Lorenzo de Médici em O Príncipe (1513) em relação às produções sociológicas de Norbert Elias e Erving Goffman, pensando o poder político como um emaranhado de emoções, atravessadas de disputas, intrigas, jogos sociais e aparências.
O poder para Norbert Elias é relacional, envolvido por múltiplas lutas entre agentes e grupos em relações de força, prestígio e legitimidade, nas quais ocorrem regulações de conduta, de pulsões e emoções. Tal concepção de poder é resultado de uma análise do longo processo civilizador nas sociedades ocidentais, realizado nas suas obras sobre sociologia histórica.
Por sua vez, o poder não foi um objeto de atenção exclusiva feita pela sociologia de Erving Goffman, interessado em outras questões que envolvem a interação social, a representação que o indivíduo exerce na vida cotidiana em relação aos demais membros da sociedade, a regulação das ações e afetos feitas pelos indivíduos levando em consideração as expectativas que os outros possuem em relação ao que ele apresenta de imagem (fachadas, máscaras), as técnicas de manipulação da identidade pessoal que os indivíduos desenvolvem tendo em vista a leitura que os outros irão fazer de si mesmo, as suas auto-imagens, intenções e propósitos desenvolvidas nas diversas interações sociais. Assim, entendemos o poder como parte integrante das interações sociais nas quais as mesmas dinâmicas apresentadas por Goffman se aplicam nas relações entre os indivíduos e a sociedade.
Na obra “O Príncipe”, de Nicolau Maquiavel, o poder é apresentado na teia de relações humanas, que envolvem emoções e sentimentos bons e maus, distinguindo-se de obras que tratam o poder em relação a características sagradas ou religiosas. A natureza do homem é perversa segundo Maquiavel, e isto refletirá nas relações políticas. Pretendemos analisar as ideias Maquiavel sob a ótica da Sociologia das Emoções, tendo como base as obras de Norbert Elias e Erving Goffman.
Desarrollo:
As emoções do poder político em “O Príncipe” relacionadas à obra de Norbert Elias
Publicado em 1513, “O Príncipe” é o “primeiro manual clássico sobre a política na corte absolutista” (ELIAS, 1994, p.290), no qual Maquiavel aconselha Lorenzo de Médici sobre como ele deve proceder politicamente, regulando suas condutas para ser bem-sucedido (ou seja, manter-se no poder e garantir a unidade do território como objetivo a ser alcançado). É uma obra do século XVI que justifica a “razão de Estado” do absolutismo em ascensão, parte de um conjunto de manuais aristocráticos que ditam aos membros da corte “as necessidades práticas da vida social”, nos quais o “deveis” é uma expressão recorrente (ELIAS, 1994, p.291). Os modos de conduta recomendados são associados à regulação e ao controle das emoções. Com a complexificação das sociedades produzida pelo longo processo civilizador, “o aparato sociogênico de autocontrole individual torna-se também mais diferenciado, complexo e estável” (ELIAS, 1994, p.197). Tal autocontrole está relacionado à monopolização da força física, à centralização e à estabilização da sociedade.
Esses pontos são cruciais para Nicolau Maquiavel, para quem a unificação e centralização do Estado são os objetivos principais a serem alcançados pelo príncipe e necessidades sociais, sendo os meios para alcançá-los envolvidos nas relações mundanas, podendo o príncipe praticar más ações e crueldades justificadas pelo fim último de seu reinado (a centralização e unificação do Estado). Elias (1994, p.292) observa que os manuais de corte do período recomendavam condutas consideradas amorais pelos observadores burgueses, tendo a religião um papel diminuído em tal processo. Em diversas passagens de “O Príncipe” a mesma lógica se confirma. Em uma delas, Maquiavel aconselha Lorenzo de Médici a remeter-se ao exemplo bem-sucedido de Agatóceles Siciliano, que tornou-se rei de Siracusa no período da Antiguidade Clássica. Em uma manhã, reuniu o povo e o Senado em praça pública para deliberação de assuntos pertinentes à República romana e deu sinal para os seus soldados assassinarem “todos os senadores e as pessoas mais ricas do povo” (MAQUIAVEL, 2008, p.38). Depois de tal carnificina, manteve seu principado sem controvérsias civis, garantiu seu povo em relativa segurança, defendeu-se de inimigos externos e seus súditos não conspiraram contra ele. Maquiavel denomina suas ações de crueldades bem-empregadas, pois foram úteis aos súditos e à manutenção de seu principado. Quando um príncipe toma um estado, deve examinar as ofensas que precisa fazer e perpetuá-las tendo como objetivo a manutenção de seu poder, mesmo que para isto tenha que praticar crueldades, desumanidades, malvadezas e traições, não havendo lugar para a fé, a piedade e a religião.
Norbert Elias relaciona a formação do Estado moderno como uma etapa do processo civilizador. Na medida em que as sociedades contam com estados que monopolizam e estabilizam a força física, o “comportamento e a constituição afetiva das pessoas mudam” (ELIAS, 1994, p.198), sendo os mesmos protegidos contra os ataques súbitos exteriores e violências físicas contra a sua própria vida, forçando-se também a reprimir em si impulsos emocionais para atacar fisicamente outras pessoas. As cadeias de ações que ligam os indivíduos uns aos outros está interligada com a complexificação da divisão de funções e dependência mútua que os apertam em teias de interdependências mútuas.
A obra “O Príncipe” também remete às emoções que interligam os membros da corte com a estabilização da sociedade proporcionada pelo desenvolvimento do aparelho estatal. Maquiavel refere-se aos sentimentos que os súditos alimentam em relação aos seus príncipes depois que os mesmos garantem para eles a segurança e os livram de perigos internos (aniquilando aqueles poderosos que possuem inveja das qualidades do príncipe) e externos (garantindo a estabilidade do Estado), passando o príncipe a ser venerado pelo povo, possuindo também poder, segurança, honra e felicidade (MAQUIAVEL, 2008, p.26).
Elias defende a ideia de que ocorre uma mudança civilizadora no comportamento dos indivíduos no processo de formação e consolidação do Estado, ocorrendo a “moderação de emoções espontâneas, o controle dos sentimentos, a ampliação do espaço mental” (ELIAS, 1994, p.198) no qual os indivíduos levam em conta além do presente, o passado e o futuro, ligando os fatos em cadeias de causa e efeito. As passagens em que Maquiavel argumenta que o príncipe deve avaliar quais ações deve fazer, mobilizando meios para atingir fins vão ao encontro desta ideia sustentada por Elias.
Há uma mudança no aparato psicogênico e sociogênico dos príncipes e dos súditos com a monopolização da força física proporcionada pelo aparato estatal. Elias defende que antes do Estado, a violência era uma ocorrência recorrente e inescapável, sendo as cadeias de dependência entre os indivíduos de baixa extensão e a moderação das pulsões e afetos desnecessários, visto que a violência extrema, o ódio na destruição dos hostis e a paixão sem limites faziam parte da personalidade dos cavaleiros nobres. Com a monopolização da força física e a concentração de armamentos e exércitos sob o mando de uma única autoridade, “a ameaça física ao indivíduo lentamente se despersonaliza” (ELIAS, 1994, p.199). Maquiavel, observando a política do seu tempo (correspondente a uma fase do processo civilizador de formação e consolidação do Estado moderno), também defende a utilização de exércitos fortes e coesos sob a autoridade do príncipe, vital para a manutenção da unidade estatal pois, sem armas próprias, nenhum principado estará seguro. Tal exército não deverá ser composto por capitães mercenários, sendo os mesmos não-confiáveis, ambiciosos, opressores e desobedientes ante ao príncipe. O exército, nesse sentido, deve ser domado pelo príncipe, tendo como consequência o abrandamento das emoções.
Conforme o já mencionado, “O Príncipe” faz parte de uma série de manuais produzidos ao longo do processo civilizador, no qual a palavra deveis é recorrente, demonstrando a modelação das pulsões, sentimentos e formas de conduta. O príncipe Lorenzo de Médici deveria conhecer os segredos da boa conduta e boa direção do Estado, e Maquiavel propõe-se a ensiná-lo ao longo de 26 capítulos. No capítulo 3, “Dos principados mistos”, Maquiavel argumenta que cada vez em que acontece uma mudança de poder, o príncipe deve desconfiar dos poderosos que se beneficiavam do principado antigo, tomando os poderosos como inimigos. O novo príncipe só vencerá as dificuldades iniciais com virtù, fortuna e força próprias, sem depender dos demais, aniquilando todos aqueles que possuem inveja de suas qualidades. Percebemos que o príncipe deve regular sua conduta para ser bem-sucedido, observando a conduta de quem o cerca, lendo os jogos de poder explícitos e implícitos, admitindo que os homens agem por emoções e sentimentos como a ambição, a inveja, a desconfiança, a manipulação, entre outras. Para se manter no poder, o príncipe deve se situar no jogo da corte e agir como uma raposa ante às armadilhas e um leão para amedrontar os lobos (MAQUIAVEL, 2008, p.84). Neste momento em que ocorre uma intensificação das teias de interdependência que ligam o rei em relação à nobreza, no qual a espada foi substituída pela intriga e pelos conflitos, através da pressão, do controle e da força que as pessoas passaram a exercer umas sobre as outras (ELIAS, 1994, p.225).
O sucesso social do indivíduo de corte na etapa do processo civilizador que corresponde à formação do Estado depende da reflexão contínua, da capacidade de previsão e cálculo, do autocontrole, da regulação das próprias emoções e do conhecimento do terreno onde as ações se desenrolam (ELIAS, 1994, p.226). Em Maquiavel, o príncipe calcula as suas ações boas e más, conhecendo as redes de ações e a natureza dos homens, estabelecendo uma expectativa dos sentimentos que os súditos possuem em relação à sua pessoa. É recomendável que o príncipe realize ações que o façam temível ante aos homens, que terão medo de sua autoridade e dificilmente o ofenderão, ao contrário de realizar práticas que o faça ser amado pelos súditos, que possivelmente irão ofender ao príncipe ante à natureza perversa dos homens e mais facilmente romperão o vínculo de amor e reconhecimento entre ambas partes (MAQUIAVEL, 2008, p.80).
As emoções do poder político em “O Príncipe” relacionadas à obra de Erving Goffman
A conduta do príncipe é definida em relação ao que as outras pessoas enxergarão a respeito dele e às expectativas que as mesmas possuem em relação ao príncipe. Nesse sentido, a obra de Erving Goffman nos convida a uma reflexão sobre a imagem e as ações que as pessoas exercem na vida cotidiana. Na vida de corte, as relações sociais se dão a partir da vigilância, do atendimento de expectativas e da manutenção das fachadas que as pessoas atribuem a si em relação aos demais membros da sociedade. O indivíduo age expressando a si mesmo, e os outros terão de ser impressionados por ele (GOFFMAN, 2004, p.12), ou seja, terão de acreditar no personagem que o mesmo representa, reconhecendo nele os atributos que o mesmo aparenta possuir, percebendo que “as coisas são o que parecem ser” (GOFFMAN, 2004, p.25). Para Maquiavel, o príncipe deve manter as aparências ante aos súditos, mas o mesmo deve saber separar o mundo real (como se vive) do mundo ideal (como se deveria viver), tendo em vista que o idealismo e a bondade podem levá-lo à ruína, dado que as pessoas que cercam o príncipe não serem boas. É necessário não ser bom em várias ocasiões, desde que erga seu principado dando-lhe estabilidade e segurança. Tendo como fim este objetivo, o príncipe pode e deve ser cruel. No entanto, não é desejável que o príncipe transmita a imagem de impiedoso e mal para os seus súditos, e precisa manter uma fachada, o “equipamento expressivo de tipo padronizado intencional ou inconscientemente empregado pelo indivíduo durante sua representação” (GOFFMAN, 2004, p.29). O príncipe precisa representar com sucesso um personagem, utilizando-se de técnicas de manipulação da impressão ante aos expectadores, que também controlam sua representação. A fachada construída pelo príncipe refere-se ao fato de que mesmo que ele seja cruel, deve passar a imagem de piedoso aos seus súditos. A aparência e a arte de manipulação da impressão em relação são aos súditos são mais importantes do que as características, qualidades e defeitos que o príncipe possui de fato. Ele deve parecer clemente, fiel, humano, íntegro e religioso, mas suas ações reais exigirão que muitas vezes aja contra a fé, a caridade, a humanidade e a religião, sabendo entrar no mal, se necessário.
Segundo Goffman, as instituições ficam comprometidas toda vez que o indivíduo representa o seu papel, pois as formas de legitimidade das mesmas são postas à prova, bem como sua reputação, cabendo ao indivíduo não desapontar as unidades sociais envolvidas na interação (GOFFMAN, 2004, p.223). O príncipe, enquanto encarnação do próprio Estado, deve representar aos súditos um papel de possuidor de qualidades relacionadas ao bem e principalmente à religião, porque geralmente os homens julgam as coisas pelos olhos (aparência), pois “todos vêem aquilo que pareces, mas poucos sentem o que és, e estes poucos não ousam opor-se à opinião da maioria, que tem, para defendê-la, a majestade do estado (...) porque o vulgo está sempre voltado para as aparências (...)” (MAQUIAVEL, 2008, p.85-86). Maquiavel cita um príncipe que prega idealmente a paz e a lealdade sendo inimigo de ambas na prática real, pois se agisse conforme ambas, não teria a reputação e o Estado sob o seu comando. Goffman reflete sobre a representação do indivíduo como ator “um atormentado fabricante de impressões envolvido na tarefa demasiado humana de encenar uma representação (GOFFMAN, 2004, p.230-231) e a representação do indivíduo como personagem “tipicamente uma figura admirável, cujo espírito, força e outras excelentes qualidades a representação tinha por finalidade evocar” (GOFFMAN, 2004, p.231). Nesse sentido, o príncipe representaria principalmente um personagem, pois necessita transmitir boas impressões aos súditos, evocando suas qualidades aparentes, não permitindo que sua fachada fosse quebrada pelos poucos que conseguem sentir e saber que as aparências das coisas não correspondem à essência e à realidade das coisas, e por práticas suas que sejam incompatíveis com a sua fachada. Como a manutenção da fachada em Goffman é relacional, os súditos terão a expectativa de que o príncipe atue de acordo com a fachada que ele os apresenta. Para manter a fachada, é necessária a demonstração de respeito próprio, postura corporal e emocional, dignidade, etc (GOFFMAN, 2012, p.18). Para Maquiavel, o príncipe deve evitar as coisas que o tornam odioso e desprezível, como ser usurpador das coisas e das mulheres dos súditos e apresentar-se como “inconstante, leviano, efeminado, pusilânime e irresoluto” (MAQUIAVEL, 2008, p,87). A fachada social é um empréstimo da sociedade à pessoa, se ela não se comportar de uma forma digna dela, a mesma será retirada desta pessoa. Para Goffman (2012, p.18) “esperamos que um membro de qualquer grupo tenha respeito próprio, (...) que ele mantenha um padrão de consideração, (...) que ele realize certos esforços para resguardar os sentimentos e a fachada dos outros presentes”. O príncipe deve empenhar-se para que suas ações sejam reconhecidas com grandeza, ânimo, ponderação e energia, firmando suas decisões como irrevogáveis e mantendo suas decisões (MAQUIAVEL, 2008, p.87). Um príncipe é um representante de uma instituição (o Estado) que deve zelar pela manutenção de sua fachada e controlar suas emoções e ações, mantendo respeito próprio e correspondendo às expectativas dos demais envolvidos na representação em relação à sua pessoa. Caso o príncipe demonstre um comportamento incompatível com as expectativas que a sociedade espera dele, sua fachada desmoronará, bem como as dos seus súditos, que só o amarão se o mesmo agir de forma adequada.
Erving Goffman também enfatiza que as nossas emoções funcionam como jogadas e se encaixam em um jogo ritual, “que lida honrada ou desonradamente, diplomaticamente ou não, com as contingências dos juízos na situação” (GOFFMAN, 2012, p.37). Paralelamente à discussão sobre O Príncipe e suas emoções, percebemos que ele está emaranhado em um jogo ritual, no qual o nobre age de acordo com as expectativas que os súditos possuem dele, ponderando sempre os seus pensamentos e ações na relação com outros poderosos em um jogo social em que não cometa excessos de confiança ou desconfiança. Para Maquiavel, o ideal a ser alcançado pela imagem do príncipe é ser amado e temido pelos seus súditos. No entanto, se o mesmo não conseguir combinar tais características, é melhor ser temido do que amado. Em muitas situações, o príncipe necessita agir sem honra, amor e diplomacia, visto que os homens são “ingratos, volúveis, simulados e dissimulados, fogem dos perigos, são ávidos de ganhar (...)” (MAQUIAVEL, 2008, p.80). O príncipe necessita, portanto, de calcular as jogadas e ações que precisa fazer, tendo em vista às expectativas dos demais, vistos ora com confiança, ora com desconfiança, principalmente esta última, dada à natureza perversa dos seres humanos para Nicolau Maquiavel.
Conclusiones:
Neste trabalho, relacionamos as emoções do poder político em “O Príncipe” com a sociologia de Norbert Elias, sabendo-se que essa obra se configura em um manual típico do processo civilizador, no qual a palavra “deveis” ordena as questões que se referem ao controle das emoções, associada à unificação e centralização do Estado, tendo como o principal objetivo a manutenção do poder do príncipe, amado e venerado pelos súditos. O príncipe em Maquiavel controla suas ações e desconfia dos seus súditos, observando e vigiando as condutas, lendo os jogos de poder e calculando as boas e más ações que fará no seu reino para obter as emoções de medo e amor por parte dos súditos em relação à sua pessoa.
Também analisamos a obra de Erving Goffman no que diz respeito à manutenção das fachadas, a expressividade dos atores, a impressão que eles tentam causar em relação aos outros, as formas de manipulação da impressão através da postura corporal e emocional. Esses pontos da teoria sociológica das fachadas relacionam-se diretamente com a obra “O Príncipe”. Nela, Maquiavel sustenta que não necessariamente há a correspondência entre o que os príncipes (agentes) são com o que aparentam ser (fachada). Sua imagem ou fachada leva em consideração as expectativas que os súditos possuem em relação ao seu personagem, evitando-se que ele seja desprezado e odiado e empenhando-se em ser reconhecido pela ponderação, grandeza e energia. Tal manipulação de impressão é possível através do controle das emoções e ações do príncipe e seus cálculos estabelecidos nos jogos rituais, que permitam que ele seja amado e temido pelos seus súditos.
Bibliografía:
ELIAS, Norbert. O Processo Civilizador. Volume 2: Formação do Estado e Civilização. Rio de Janeiro: Zahar, 1994.
GOFFMAN, Erving. A Representação do eu na vida cotidiana. Petrópolis: Vozes, 2004.
GOFFMAN, Erving. Ritual de interação: Ensaios sobre o comportamento face a face. Petrópolis: Vozes, 2012.
MAQUIAVEL, Nicolau. O Príncipe. São Paulo: Martins Fontes, 2008.
Palabras clave:
Emoções; Poder Político; Nicolau Maquiavel; Erving Goffman; O Príncipe.
Resumen de la Ponencia:
Esta comunicação tem por objeto examinar o estatuto do corpo humano por meio dos projetos de lei acerca da “pele” propostos e discutidos no Parlamento Brasileiro. Busca-se apresentar como a "pele" se constrói enquanto símbolo e quais significados sociais são disputados no processo de criação das leis. A fim de circunscrever a inteligibilidade social da “pele”, examinam-se os conteúdos de propostas legislativas disponíveis no site da Câmara dos Deputados do Brasil. Os estudos sociais sobre a "pele" inserem-se no recente campo de pesquisa da sociologia do corpo, constituindo-se um subcampo formado por diversas áreas do conhecimento, incluindo-se a antropologia, a sociologia e a história. Como objeto de investigação, a “pele" apresenta-se como limite, isto é, a fronteira entre o corpo e o mundo que o cerca, mas também é, simultaneamente, parte desse corpo. Ao tocar a pele, toca-se o corpo; ao marcar a pele, marca-se o corpo; ao se modificar, agredir ou preservar a pele, está-se fazendo o mesmo ao corpo. A pele também é um marcador de diferenças, igualmente marcado por diferenças. Nesse campo pluridisciplinar invocado pela “pele”, enfrentam-se questões relacionadas com gênero, raça, idade, saúde e doença, identidade, violência e modificações corporais (piercings, tatuagens e cirurgias, por exemplo). Até o momento, foram identificados 150 projetos de lei que abordam a pele sob os mais diferentes ângulos, entre os anos 1968 a 2021. Desse conjunto de propostas legislativas, 47 tratam da proteção e exposição ao sol e 11 sobre tratamentos, conscientização e prevenção do câncer de pele. Há ainda 36 propostas que dispõem sobre outras doenças que afetam a pele, a exemplo do vitiligo, HPV, hanseníase etc. Esses projetos de lei somam um total de 84 proposições referentes à saúde e ao aspecto da pele. Dos 66 projetos restantes, 35 se referem à heteroidentificação, discriminação, injúria e preconceito racial. Há ainda 10 propostas acerca de procedimentos estéticos e cirurgias reparadoras da pele. Desse corpus analítico, destaca-se que o Parlamento Brasileiro constitui-se como palco no qual diferentes aspirações sociais concretizam-se para configurar uma ordem pública do corpo incerta, diversificada e, por vezes, incoerente, confrontando o discurso médico-científico com concepções do senso-comum.Resumen de la Ponencia:
Esta ponencia recorre metodologías para acercarse a distintas prácticas corposubjetivas para enfrentar el racismo y las políticas de ajuste aplicadas por el gobierno de Bolsonaro, entiendase por éstas la implementación de mecanismos sistemáticos de violencia sistémica, discriminación racial, precarización y despojo. Mismas que fueron profundizadas por la pandemia y el confinamiento al que recurrió el gobierno de Bolsonaro, con el objetivo de controlar la movilización obrera y popular y contener el descontento. En el caso brasileño, estas políticas afectaron en su gran mayoría a la población negra: mujeres, adultos mayores y población lgbtttiq+, encabezando las cifras de violencia feminicida, crímenes de odio lgbt, despidos y muertes por covid-19.Aproximarnos a las vivencias subjetivas y los efectos corporales que tienen estas políticas sobre las mujeres racializadas en Brasil y, más aun, poder entretejer elementos comunes y compartidos entre dichas experiencias, en un país continente donde la distancia se volvió infranqueable por la pandemia, nos orilló al uso de recursos tecnológicos y constriñéndonos a la etnografía digital, es necesario precisar la ubicación socio espacial, cultural y política de cada caso abordado, para desde ahí trazar coordenadas cartográficas que permitan rastrear los procesos de insubordinación y rebelión contra las políticas de sujeción y violencia que enfrentan estas sujetas, tanto como reconocer los claroscuros de la lejanía y las complejidades de la traducción de culturas, idiomas, experiencias y marcos de referencia. Hablamos entonces de cómo aproximarse a los procesos de subjetivación política de mujeres racializadas y lograr un rastreo de la dominación, de las prácticas y discursos que configuran y delinean subjetividades. Pero la clave es el rastreo de las resistencias, de aquellos momentos de cuestionamiento puntual o integral de la dominación y sus mecanismos. Estamos hablando de sujetos colectivos que se configuran a partir de una integración de las experiencias y potencias individuales, y de la necesidad de recorrer estas experiencias a la luz de reconocer como uno solo el cuerpo y la subjetividad, síntesis fundamental para el desarrollo del cuerpo de sujetos colectivos.La articulación de distintos sistemas de dominación y producción de corposubjetividades que son cuestionados por las experiencias de las entrevistadas, y alumbrados por herramientas que visibilizan la intersección de dichos sistemas y dispositivos que marcan dichas corposubjetividade es el desafío. Es fundamental recuperar la relación entre opresión y explotación, en una triada que permite desplazarnos entre el combate al racismo, la violencia patriarcal y la explotación capitalista del cuerpo y la naturaleza como elementos primarios para entender las experiencias de lucha e insubordinación y construir una cartografía que configura una ruptura en una corposubjetividad pensada desde los propios marcos de la dominación, y da pie al desarrollo de prácticas corporales y configuraciones corposubjetivas disidentes.Resumen de la Ponencia:
El cuerpo, representa para muchos y a nivel histórico uno de los primeros y más importantes territorios, la violencia que este atraviesa puede ser un reflejo de las formas en las que la sociedad se relaciona, incluida la violencia. La violencia sobre las corporalidades puede ser de todo tipo y dependiendo del contexto; la violencia estética es una de las formas que en la actualidad someten a las personas a situaciones determinantes que les excluyen y presionan hasta causar daño, en esto, la industria cultural y los sistemas de opresión operan como posibilitadores y verdugos. El modelaje, como industria relacionada fuertemente con la estética, evidencia las dinámicas de aceptación y rechazo, sumada a las formas de adaptación y supervivencia en el campo laboral, está ponencia es un acercamiento autobiográfico de un cuerpo de una mujer negra, en relación con la industria de la moda y la publicidad y los retos que está labor carga debido a estructuras como el racismo, el patriarcado, la heteronorma y el clasismo.Resumen de la Ponencia:
La presente propuesta de investigación busca abordar aspectos corpóreos y emocionales de los sujetos, comunidades y sociedad, con los cuales intentaremos explicar la dimensión de subjetividad que gira alrededor del tema de las movilizaciones generadas en el año 2021 en Cali, Colombia y mostrar parte de los acontecimientos concernientes a lo sucedido con muchos de los jóvenes que formaron parte de la primera línea, viendo la participación de las primeras líneas como un hecho social oportuno de estudiar desde una perspectiva sociológica. Con el propósito de lograr identificar aspectos individuales que están sujetos a la persona cuando esta decide pertenecer desde la misma experiencia, y cómo ella logra comprender la percepción de su cuerpo y corporeidad dentro del statu quo.Abordar el tema de las movilizaciones generadas en Colombia, particularmente en Cali es un tema complejo que implica una reflexión individual y colectiva, concibiendo la importancia del cuerpo en la sociedad y el verdadero papel de este en las cuestiones sociales e históricas, cuyos avances contribuyen a la constitución de aspectos positivos en la sociedad.