Resumen de la Ponencia:
Durante la primera fase de la pandemia de la COVID-19, los estudiantes del nivel superior se vieron obligados, igual que otros segmentos de la sociedad, a modificar sus hábitos de estudio y programas de vida. En América Latina esta contingencia se agudizó por las desigualdades sociales pre-existentes, provocando situaciones personales complejas que perturbaron las expectativas y desempeños de los profesionistas en formación. Este trabajo descriptivo presenta los resultados de un estudio muestral paralelo en México y Argentina, países donde la pandemia provocó numerosas muertes y largos periodos de cuarentena.
Con el propósito de comprender mejor las circunstancias que enfrentaron por meses los estudiantes en ambos países, el estudio priorizó las variables de vulnerabilidad y resiliencia a fin de dar cuenta de las circunstancias que permanecieron fuera de control de las instituciones de educación superior. El trabajo incluye un marco conceptual y los resultados de la encuesta en línea realizada con apoyo de profesores integrantes de la Red Temática Internacional en Hermenéutica Socio Ambiental y Formación Humana durante 2021.
Resumo:
Durante a primeira fase da pandemia de COVID-19, os estudantes do ensino superior foram obrigados, como outros segmentos da sociedade, a modificar seus hábitos de estudo e programas de vida. Na América Latina, essa contingência foi agravada pelas desigualdades sociais pré-existentes, gerando situações pessoais complexas que perturbaram as expectativas e o desempenho dos profissionais em formação. Este trabalho descritivo apresenta os resultados de um estudo de amostra paralelo no México e na Argentina, países onde a pandemia causou inúmeras mortes e longos períodos de quarentena.
Para entender melhor as circunstâncias que os alunos de ambos os países enfrentaram durante meses, o estudo priorizou as variáveis de vulnerabilidade e resiliência para dar conta das circunstâncias que ficaram fora do controle das instituições de ensino superior. O trabalho inclui um marco conceitual e os resultados da pesquisa online realizada com o apoio de docentes integrantes da Rede Temática Internacional de Hermenêutica Socioambiental e Formação Humana durante o ano de 2021.
Abstract:
During the first phase of the COVID-19 pandemic, higher education students were forced, like other segments of society, to modify their study habits and life programs. In Latin America, this contingency was exacerbated by pre-existing social inequalities, causing complex personal situations that disturbed the expectations and performance of professionals in training. This descriptive work presents the results of a parallel sample study in Mexico and Argentina, countries where the pandemic caused numerous deaths and long periods of quarantine.
In order to better understand the circumstances that students in both countries faced for months, the study prioritized the vulnerability and resilience variables in order to account for the circumstances that remained outside the control of higher education institutions. The work includes a conceptual framework and the results of the online survey carried out with the support of professors who are members of the International Thematic Network on Socio-Environmental Hermeneutics and Human Formation during 2021.
Introducción:
En mitad del invierno, finalmente aprendí
que había en mí un verano invencible.
-Albert Camus-
Introducción
La COVID-19 acrecentó las desigualdades sociales de América Latina y modificó las expectativas de formación de los futuros profesionistas. Con el fin de examinar la situación de vulnerabilidad y resiliencia que, durante la reciente pandemia enfrentaron los estudiantes del nivel superior, llevamos a cabo un estudio descriptivo entre México y Argentina por medio de una encuesta en línea.
Este trabajo incluye un marco de referencia centrado en: las variables de interés vulnerabilidad y resiliencia, el escenario social de la pandemia y un estudio comparativo realizado con apoyo de profesores integrantes de la Red Temática e Internacional en Hermenéutica Socio Ambiental y Formación Humana.
Desarrollo:
En torno a la vulnerabilidad humana
La especie humana confirma una vez más su capacidad de adaptación a las circunstancias y superación de adversidades. Sea a nivel grupal o individual, los seres humanos continúan ampliando sus dominios (Castillo ed. al, 2017).
Los avances científicos y tecnológicos que sustentan el curso civilizatorio de las naciones más desarrolladas generar confianza ante las situaciones inciertas. A diferencia del pasado, las sociedades actuales disponen de medios y conocimientos suficientes para resolver los problemas del presente. Sin embargo, el homo sapiens continua siendo un organismo vivo sujeto a factores ambientales. Los seres humanos dependen de la naturaleza para existir y realizar sus proyectos.
La paleontología ofrece información de por lo menos cinco extinciones masivas de organismos de la faz de la tierra en otras épocas geológicas. Singulares eventos, de escala planetaria, modificaron la biosfera y afectaron las capacidades de adaptación de los organismos existentes (Maldonado, 2009). Es imposible afirmar que la vida humana tendrá un destino diferente y por ello nunca podrá extinguirse.
Los esfuerzos científicos han logrado prolongar la vida humana, incluso han aportado nuevos argumentos y visiones trans-humanistas (Justo, 2020). La ingeniería genética y los avances médicos continúan empeñados, no sólo en evitar el deterioro celular y las enfermedades degenerativas, sino también en superar las fallas biológicas y remplazar los órganos humanos por componentes cibernéticos. Sin embargo, la vida humana no podrá sustraerse del intrincado comportamiento de la biosfera y su intrincado equilibrio ecosistémico.
Los factores ambientales bajo el control humano resultan mínimos, por ello, debemos reconocer la fragilidad propia de nuestra especie. Sea a nivel orgánico, psíquico o social, los seres humanos enfrentamos límites y amenazas. La existencia humana ineludiblemente lidia con infortunios, apoyada en sus mejores narrativas (Harari, 2018).
Los seres humanos permanecen vulnerables a infinidad de factores, por ello requerimos examinar, a mayor detalle, la condición innata de vulnerabilidad propia de nuestra especie. Con el fin de establecer algunas precisiones partiremos del vocablo vulnerabilidad, cuyas raíces latinas: “Vulnus” significa herida y “Abilis” posibilidad. Condición que distingue a quien puede ser herido.
Las heridas remiten a lesiones corporales infringidas por un agente peligroso y amenazante capaz de causar daños físicos o psíquicos. Advertir la vulnerabilidad de la condición humana, implica reconocer la inseguridad que envuelva la vida por eventos que escapan a nuestro control. Ello devela el estado de susceptibilidad al daño propio de todo ser humano (Adger, 2006 citado por Hernández, 2018, p.59).
Vivir implica exponerse incesantemente a diversos riesgos y daños. La vulnerabilidad es condición sine qua non de la propia existencia, la cual afecta el estado de conciencia y el desarrollo de las personas y grupos.
La vulnerabilidad implica reconocer la fragilidad e indefensión de nuestra especie. Esta se experimenta como sensación de inseguridad y temor a sufrir un perjuicio o incluso a ser extinguido, por tanto la vulnerabilidad tensiona la existencia y de acuerdo a Rogers (2014) obstaculiza nuestra capacidad actualizante.
Desde el plano social la vulnerabilidad resulta desigual y acumulativa, depende de contextos y situaciones de riesgo. Por ello la necesidad de tomar en cuenta sus dimensiones; económica, social, ecológica, ideológica, entre otras (García 2005).
Siendo consciente de su vulnerabilidad, el individuo o grupo experimenta un estado de zozobra que anticipa el dolor y el sufrimiento. Estados objetivos y subjetivos se entremezclan ante los daños que algún evento o agente pudiera provocar. La vulnerabilidad por tanto supone un estado de indefensión frente a situaciones amenazantes, que pudieran agravarse por las decisiones y omisiones de diversos actores.
A menor fortaleza física y anímica, escasos recursos y capacidades deterioradas, la condición de vulnerabilidad se incrementa al grado de poner en riesgo la integridad de las personas. La posibilidad de morir surge en cada individuo provocando una insondable angustia (Riemann, 1996).
Los sucesos históricos más dramáticos enfrentados por la humanidad muestran que los individuos y grupos en condiciones de vulnerabilidad son finalmente quienes aportan el mayor número de muertos y damnificados. Los gobiernos e instituciones sociales suelen reaccionar, ante la vulnerabilidad colectiva, estableciendo medidas previsoras y compensatorias. La organización social genera cierta protección y confianza entre las personas.
El avance civilizatorio, centrado en mejorar las condiciones de vida en las ciudades, ha disminuido los niveles de vulnerabilidad. Sin embargo, cada nuevo episodio obliga a considerar medidas adicionales de seguridad que terminan modificando los códigos y pautas de conducta. Sin embargo para Beck (2019), la sociedad moderna, a la vez que regula y normaliza sus procesos funcionales, genera también riesgos políticos y ambientales que escapan al control de las instancias.
La dinámica económica que impulsa el capitalismo conlleva fuertes desequilibrios tanto en las estructuras sociales, como en los sistemas naturales. Sin haberse esclarecido el origen de la pandemia provocada por el SARS-CoV-2, buena parte de la humanidad ha reconocido, en los dos últimos años, su fragilidad ante un minúsculo patógeno con alta capacidad para mutar y ser trasmitido.
A pesar de las medidas impuestas por las autoridades ejecutivas y sanitarias para proteger a los ciudadanos y acelerar las vacunas y tratamientos médicos, la cifra de infectados ha superado los 500 millones con una cifra cercana a 6.7 millones de fallecimientos. En opinión de expertos, la COVID-19 llegó para quedarse y no puede descartarse el pronóstico de futuras pandemias globales. Dada nuestra condición biológica, somos vulnerables, como cualquier otro animal, aunque a diferencia de estos, somo conscientes de nuestros erráticos actos y consecuencias.
En torno a la resiliencia humana
Mientras que innumerables especies se han extinguido por siglo en el planeta por causas tanto antropogénicas, como naturales, los seres humanos se mantienen como la especie dominante por sus notables habilidades racionales y técnicas, a través de las cuales han logrado modificar el devenir natural y producir realidades a modo.
La historia de la humanidad ofrece numerosos ejemplos de personajes y colectivos que, ante condiciones por demás extremas, lograron derribar los peores pronósticos y salir fortalecidos de tales circunstancias. Karen Horney (1950) considera que en todo ser humano operaran fuerzas constructivas que le impulsan a liberar y desarrollar sus potencialidades.
La etología sostiene que el instinto de supervivencia es un impulso innato vinculado con la actividad neuronal. En el ser humano, tal instinto interfiere y colabora con los aprendizajes derivando en planes de acción y estrategias que afianzan la vida propia.
Bajo la premisa de continuar vivos, los seres humanos sitúan sus actos más allá del umbral de adaptación a las circunstancias. Sus capacidades sensibles y racionales permiten afrontar las adversidades y anticipar las situaciones futuras.
A la capacidad de sobreponerse a las circunstancias adversas se le denomina resiliencia. El término resilio, originalmente significó: rebotar, saltar hacia atrás. Fue empleado en el argot de la física, particularmente con relación a los materiales que, después de resistir esfuerzos, podían recuperar su forma original. El vocablo resiliencia, según la RAE (2016), refiere al potencial de un ser vivo para asimilar un agente perturbador.
La resiliencia está presente en diverso grado entre los seres humanos desde edades tempranas. No pocos infantes nos han dado muestras de su resiliencia en condiciones verdaderamente catastróficas. De acuerdo con Rutter (1987); la resiliencia implica la interacción dinámica entre la persona y su entorno, es decir, la manera en que cada individuo o grupo procesa las experiencias y logra afirmar el curso de su vida.
Ser resiliente, presupone atributos y capacidades suficientes para resistir y recuperarse en un lapso razonable de tiempo de una situación adversa. Consideremos, por ejemplo: una catástrofe natural, una pandemia o una guerra, eventos que cobran numerosas vidas y destruyen patrimonios. Ante dichas situaciones, no solo la voluntad, sino también las actitudes dan cuenta de la fortaleza interna de los sujetos.
Debido a la resiliencia, los humanos son capaces de restaurar y relanzar proyectos encaminados a recuperar sus condiciones materiales y anímicas. En opinión de Glotberg (1995) la resiliencia debe considerarse una capacidad humana universal a través de la cual resulta factible superar las adversidades siendo transformado por ellas (citado por García & Domínguez, 2013).
Frente a circunstancias hostiles, los agrupamientos humanos con mayor cohesión interna activan formas de gestión y colaboración positivas basadas en su grado de empatía y solidaridad, atributos gregarios por medio de los cuales pueden restablecer, en breves lapsos de tiempo, cierta normalidad.
La resiliencia conlleva a la previsión de condiciones y recursos para lidiar con algunas contingencias. El devenir civilizatorio de las sociedades tiende a procesar las experiencias vinculadas con amenazas y establecer los protocolos de actuación correspondientes.
La resiliencia garantiza el funcionamiento de los sistemas y subsistemas sociales sometidos a condiciones extremas y riesgosas. Para tal efecto las organizaciones destinan recursos suficientes para proteger su integridad y sus mejores patrimonios. Igualmente se valen de medios políticos para evitar la pérdida o colapso de sus estructuras.
Al examinar la capacidad de resiliencia humana, sea a nivel individual o grupal, debemos considerar los factores y capacidades que la respaldan. Para tal efecto se considera relevante el papel que desempeña la salud física y psíquica de los actores, los peculios materiales, los recursos técnico-científicos, como también el empuje económico y la cohesión social.
Escenario de pandemia
Desde el mes de enero de 2020, la humanidad ha dado muestras de resiliencia frente a la pandemia provocada por el SARS-CoV-2. Cada sociedad y nación por meses han llevado a cabo diversas acciones para contener los contagios entre la población y disminuir el número de decesos. En tanto, la ciencia médica no ofrezca una solución definitiva, o por lo menos eficaz al problema, nuestra especie continua experimentando su vulnerabilidad biofísica.
Según el primer balance llevado a cabo por la empresa Bloomberg, en el segundo semestre de 2020 (BBC, 2020), los países con mejor desempeño ante la pandemia del COVID-19 fueron: Nueva Zelanda (85.4), Japón (85), Taiwan (82.9), Corea del Sur (82.3) y Finlandia (82). Por el contrario, las naciones que mostrado menor dominio de la situación a nivel mundial, conforme los criterios aplicados por la agencia fueron: República Checa (46.8), Bélgica (45.6), Perú (41.6), Argentina (41.1) y México (37.6).
La pandemia puso a prueba la resiliencia social y económica de las distintas naciones, así como la capacidad de la comunidad mundial para brindar asesoría y apoyo a los países vulnerables y con menores recursos. El impacto de la contingencia sanitaria ha sido diferencial. Las asimetrías sociales existentes y previas a la pandemia se han hecho más profundas y evidentes, no solo debido a las limitaciones de los servicios de salud, sino también a las condiciones precarias e inadecuadas que enfrentan amplios sectores de la población y que se expresan en diversas formas de pobrezas y hacinamiento, factores que incrementan los contagio y el número de víctimas de la Covid-19.
Ante una crisis multidimensional nadie ha quedado exento de verse afectado. No pocas actividades productivas y consuntivas permanecen, hasta el día de hoy, canceladas provocando cuantiosas pérdidas. La nueva normalidad, eufemismo que algunos consideran un exhorto a la resiliencia, no ha despertado suficiente confianza para trazar una vía segura que resuelva la problemática.
El sistema económico capitalista ha mostrado su resiliencia. El abasto de bienes y servicios requeridos por la población, aun experimentando desajustes, continúa operando sin demerito de sus objetivos. La fortaleza de algunas cadenas de producción y distribución ha evitado que la pandemia provoque mayores estragos y la crisis estructural se profundice.
Las tecnologías de la información y comunicación durante este periodo incrementaron la resiliencia social. A través de dispositivos telemáticos se ha dado seguimiento a la enfermedad en todo el planeta y difundido, a nivel global, las medidas de control adoptadas por los gobiernos. El estado de reclusión en casa fue abatido por medios electrónicos. Las actividades escolares, médicas y laborales encontraron refugio en el internet y las nuevas plataformas digitales jugaron un papel central para mantener vigentes muchas actividades. "La era digital está cambiando de manera radical la forma de vivir de los ciudadanos contemporáneos, provocando una alteración radical a la forma de comunicarnos, actual, producir, consumir, pensar y expresar" (Pérez, 2017, p.11).
IV. Estudio internacional comparado
Con el fin de examinar y comprender las circunstancias que han enfrentado los jóvenes estudiantes durante la pandemia de la Covid-19, con apoyo de miembros de la Red Temática Internacional en Hermenéutica Socio Ambiental y Formación Humana (HSAyFH), se realizó un estudio muestral comparado en cinco países, del cual sólo se presentan aquí los casos de Argentina y México, países con el menor desempeño ante la pandemia.
Si bien ambas naciones presentan gobiernos democráticos éstas aplicaron políticas sociales poco eficaces ante la contingencia sanitaria. De acuerdo con información del 14 de febrero de 2022, proporcionada por el Wordometers UCM, los países reportan la siguiente situación: total de casos Covid-19 reportados en México 3 691 924 y en Argentina 5 261 935. Los decesos por la pandemia en México fueron 279 894 y en Argentina 115 323. Las cifras muestran que México y Argentina, dado el número de contagios, pusieron a prueba las capacidades y limitaciones operativas de sus sistemas de salud.
Ante una situación sindémica, tomando en cuenta que buena parte de la población tuvo que lidiar con diversas problemáticas, los estudiantes de todos los niveles tuvieron que modificar sus expectativas personales y formas de vida debido a las restricciones y medidas impuestas por las autoridades.
Por medio del formulario digital distribuido por los profesores se encuestó a 1247 estudiantes: 910 en México (95% inscritos en régimen público) y 329 (2% en régimen privado) en Argentina. Del total de estudiantes; 72% fueron mujeres en el caso de México y 60% en Argentina. Todos los encuestados fueron voluntarios siendo en México: 13.6% del nivel bachillerato, 84.7% de licenciatura y 1.7% del postgrado. En el caso argentino: 27.2% de bachillerato, 69.4% de licenciatura y 3.4% del nivel postgrado.
En cuanto a su estado civil, en México 93.6% eran solteros y en argentina 74.7% tenían la misma condición. Las cifras hacen suponer que porcentualmente los jóvenes argentinos enfrentaron más responsabilidades.
En cuanto a la localización geográfica el estudio se limitó a la población asentada en el Valle de Toluca México y en el caso argentino en la región patagónica de la ciudad de Ushuaia. Tomando en cuenta el grado de urbanización del contexto donde radicaban los estudiantes los encuestados reportaron vivir, en el caso de México: 41% en zona urbana, 37.3% semiurbana y 21.7% en áreas rurales. En cuanto a la muestra argentina: 87.2% radicaban en zona urbana, 12.5% en semiurbana y 0.3 en áreas rurales.
En promedio el número de habitantes por vivienda fue de 4.3 en el Valle de Toluca y de 1.1 en Ushuaia, lo cual marca, diferencias importantes en términos de hacinamiento doméstico y la cercanía familiar.
Tomando en cuenta la situación sanitaria resultaba relevante el dato de servicios de salud disponibles para los jóvenes. Al respecto los estudiantes mexicanos disponen, en su mayoría, de servicios de salud pública, mientras que los jóvenes argentinos acuden más a las instituciones particulares. Sin embargo en proporción 3 veces mayor, los estudiantes mexicanos carecen de ambos servicios.
La encuesta reveló que 29% de los estudiantes mexicanos y 52% argentinos laboraban antes de la pandemia. El 4% en México y 12% en Argentina lo hacían para sustentar la vida de otros.
Al paralizarse las actividades económicas los estudiantes tuvieron que implementar medidas de control de gastos para atender asuntos domésticos. Debido al largo periodo de pandemia también se registraron casos críticos relacionados, principalmente, con: endeudamientos, desempleo temporal y disminución de gastos. De acuerdo a los resultados del estudio, únicamente 14.3% de los estudiantes en México y 21.5% en Argentina informaron no haber tenido limitaciones para solventar sus actividades.
Después de más de un año de educación en línea resultaba oportuno examinar el papel de las viejas y nuevas tecnologías durante la cuarentena. En general la televisión fue desplazada por el uso de internet. Los servicios telemáticos en áreas urbanas se diversificaron y favorecieron el acceso a diversas fuentes de información, incluso globales. Sin embargo, las condiciones y recursos económicos, propios de cada segmento social provocaron también asimetrías en las posibilidades de conectividad.
Los datos obtenidos muestran que un mayor porcentaje de estudiantes argentinos accedió a los servicios de internet. Los estudiantes, aunque habituados al uso de medios electrónicos y digitales, tuvieron que ajustar sus actividades escolares enfrentando situaciones adversas como: compartir equipos de cómputo con otras personas y dificultades para estudiar o aplicar determinados conocimientos en casa.
Si bien la mayoría del profesorado carecían de experiencia en la impartición de cursos en línea, la cantidad y calidad de los cursos programados confirmó la resiliencia de las instituciones universitarias en ambos países.
Con respecto al número de horas diarias que los estudiantes dedicaron a navegar en internet, el estudio mostró que la mayoría de los estudiantes permanecieron más de 8 diarias inmersos en la red. Resultando 13% mayor la cifra para los estudiantes mexicanos.
El uso intensivo del celular móvil, característico de las actuales generaciones, fue decisivo para dar seguimiento a los cursos e incentivar la socialización entre los jóvenes. La telefonía celular por parte de los estudiantes argentinos sobrepasó la de los mexicanos, quienes además registraron un porcentaje 3 veces mayor en los casos carentes del servicio por motivos de economía familiar.
En condiciones del confinamiento, los jóvenes estudiantes mantuvieron contacto vía remota con diversas personas. Tanto para los estudiantes mexicanos, como argentinos, sus familiares directos fueron la primera opción de contacto social, seguido de sus amistades en menor proporción y esporádicamente con personas desconocidas.
En torno a la situación de infodemia, en México el estudio reveló que 75% de los estudiantes calificaron de confusa la información en los medios y 71.3% señalaron que la acción gubernamental había sido ineficaz para solucionar el problema.
Durante la pandemia muchos estudiantes debieron enfrentar situaciones complejas como: cuidar personas enfermas, registrar decesos y padecer restricciones alimenticias, siendo en mayor número los casos mexicanos. Los datos muestran que más de la cuarta parte de los estudiantes mexicanos y argentinos vieron afectada su dieta y cerca de la mitad no pudieron realizar la activación física acostumbrada y propia de la edad. Llama la atención que los contagios ligeros por la Covid-19 resultaran mayores en argentina y el número de amigos fallecidos por dicha enfermedad fuera casi el doble en el caso mexicano.
El estudio también identificó algunos segmentos juveniles en mejores condiciones. Al respecto 24.8 % de los encuestados en México y 30% en argentina aseguraron disponer de condiciones económicas y de alimentación adecuada. En cuanto a realizar ejercicio físico el indicador fue de 29% en México y 18% en Argentina.
Con respecto a las restricciones derivadas de la permanencia en casa, todos los estudiantes modificaron sus agendas, viéndose mayormente afectadas su movilidad, su libertad de acción y su privacidad. Sin embargo el prolongado distanciamiento social también generó nuevos aprendizajes y cambios de actitud hacia la vida social. Ello se tradujo en brindar apoyo a los amigos, colaborar con algunas instituciones y organizar grupos de ayuda. Este tipo de tareas se llevaron a cabo de manera muy similar tanto en México, como Argentina.
Aun cuando continua activa la pandemia en el mundo y no se ha realizado una evaluación integral de su impacto social, la encuesta propuso a los jóvenes hacer un primer balance de los cambios en su vida personal. Los encuestados destacaron como cuestiones positivas: la vigilancia de su salud, la adquisición de mejores hábitos de consumo, mayor autonomía, mejores relaciones familiares y mayor consciencia ambiental.
Ante el llamado para retornar a clases presenciales en un contexto de vacunación experimental, las opiniones de los estudiantes se mostraron divididas, en México el 45.5% lo consideró una opción indeseable, mientras que en argentina el 22.5% lo consideró de esta manera.
Conclusiones:
Conclusiones:
La pandemia de la Covid-19 puso prueba el nivel de vulnerabilidad y resiliencia de nuestras sociedades, haciendo evidente los rezagos que prevalecen en cada contexto. Ante lo acontecido resulta pertinente examinar este periodo de contingencia para establecer en el mediano plazo un plan de acción orientado a prevenir eventos similares.
Si bien la vulnerabilidad colectiva hostiga los esfuerzos de sobrevivencia, también contribuye a revitalizar el tejido social e incrementar la resiliencia, lo cual permita restablecer los proyectos y actividades vitales y estratégicas.
El estudio comparativo entre estudiantes mexicanos y argentinos en el marco de la pandemia, da cuenta de las circunstancias adversas que, como resultado de las acciones erráticas de los gobiernos, tuvieron que ser enfrentadas y superadas con recursos y acciones individuales y familiares.
De acuerdo con los resultados de la encuesta, los estudiantes argentinos dispusieron de seguridad social pública y privada, mientras que el 10% de los mexicanos no contó con ninguna de las dos.
Durante el largo periodo de confinamiento social, menos del 20% de los estudiantes reportaron no haber enfrentado carencias y limitaciones económicas. Sin embargo 25% tuvo problemas alimentarios y casi la mitad de los encuestados no realizaron actividades físicas-deportivas.
En cuanto a labores escolares en casa y el formato de clases en línea, menos del 10% de los estudiantes universitarios enfrentaron complicaciones y solo 5% tuvo que compartir equipos de cómputo con otras personas. El 95% de los cursos recibidos por internet fueron considerados por los jóvenes como aceptables y de buena calidad.
Los jóvenes incrementaron durante el periodo de manera notable el uso del internet. Dos tercios de los participantes superaron las 8 horas diarias de navegación, y la mayoría lo hizo a través de telefonía celular.
En torno a los procesos de socialización, el contacto más frecuente fue con familiares, esporádico con amistades, eventual con desconocidos, mínimo con compañeros, escaso con profesores y nulo con autoridades escolares.
Los aspectos que mayormente fueron afectados durante la cuarentena fueron: el ocio y la movilidad. Aunque la acción social no representó una opción de participación, 75% de los estudiantes fueron solidarios con su círculo social.
La opinión generalizada de los jóvenes, sobre el desempeño de las autoridades frente a la pandemia y el manejo informativo de la crisis sanitaria, fue negativa.
Al hacer un balance personal y positivo de la pandemia, los estudiantes dijeron haber adquirido nuevos aprendizajes como: el cuidado de la salud, otras habilidades domésticas, mayor autonomía, dar muestras de empatía y mayor conciencia ambiental.
Bibliografía:
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Palabras clave:
Palabras Clave: Vulnerabilidad, resiliencias, universidad, estudiantes, covid19
Palavras-chave: Vulnerabilidade, resiliência, universidade, estudantes, covid19
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