Colombia -
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Resumen de la Ponencia:
La base del extractivismo no remite a un producto específico, sino a un proceso sociopolítico evidenciado por el carácter conflictivo o disputado de ciertas actividades consideradas como tales a partir de sus impactos locales, de los impactos con el agua. Siendo así, ¿cuáles son las implicaciones sociales frente al acceso y el derecho al agua en la ruralidad colombiana? La disputa por la tierra deja entre ver la oferta hídrica, ésta como el volumen de agua por cantidad de tiempo necesario para los ecosistemas y las actividades antrópicas. Los conflictos socioambientales vinculados con las actividades extractivistas que propician impactos locales abundan en el momento actual y el fenómeno se puede entender como el resultado de “contradicciones sociales, ecológicas, espaciales, económicas.
Introducción:
Nuestra contemporaneidad se ve marcada por la progresiva escasez de bienes naturales y políticas de seguridad nacional represivas orientadas a la protección militar de materias primas y otros valores de uso necesarios para la reproducción del capital. La llamada “crisis ecológica”, suele referirse a equivocadas prácticas individuales e incluso a descuidos que pretenden ser solucionados por reformas efímeras y poco profundas al modo de cómo consumimos los bienes naturales, también, se apuestan a tecnologías que logren rescatar la sociedad occidental capitalista tal y como la conocemos hoy en día. Por el contrario, las medidas y estrategias tomadas por la sociedad capitalista verifican el modo de reproducción de la vida material; que en su delirio de producción y reproducción de materias consumibles arrasa con todo aquello que no puede ser integrado a la lógica del capital directamente.
Este despilfarro sin precedentes tiende a ser llamado como “un triunfo de la especie humana” (McNeill, 2003, p. 42). Gasto desmesurado que tiene como causa el sometimiento de la vida y el planeta a las necesidades economicistas del uso y el deshecho, que posibilita la acumulación del capital a una escala cada vez mayor. No obstante, las múltiples posibilidades técnicas, culturales, ambientales y sociales que generan la liberalización y tecnificación de la naturaleza han permitido a través del ejercicio de la violencia y la violencia política la profundización de desigualdades y desequilibrios naturales que tienen una tendencia irreversible de crisis que hoy se enfrenta a límites infranqueables.
Reconocer la crisis como elemento central de un proceso histórico más amplio y profundo que algunos autores han llamado «crisis civilizatoria», caracterizado por el entrecruce de múltiples factores —económicos, políticos, culturales, naturales— que ponen en entredicho los fundamentos del modo de vida moderno. Desde esta perspectiva, la crisis ecológica puede definirse como la expresión histórica de los límites materiales del modo de producción capitalista, que al desplegar su dinámica contradictoria en el planeta, alcanza una medida insostenible para la continuación de su crecimiento sin socavar progresivamente las condiciones de vida.
En lo que se ha denominado América Latina, siguen existiendo relaciones coloniales en tanto economía dependiente y productora de materias primas de la naturaleza para la transformación industrial y el sostenimiento de las bases del mercado globalizado. De esta forma se han generado transformaciones, pero perviven relaciones de dominación en el sentido que lo afirma Inmanuel Wallerstein -centro-periferia- o, como lo afirman los estudios postcoloniales a partir del concepto de Sur Global, no como un sur geográfico sino como un sur epistémico que refiere a los grupos sociales que sistemáticamente han vivido las consecuencias de las formas de opresión capitalistas, coloniales, patriarcales y racistas.
La división internacional del trabajo consiste en que unos países se especializan en ganar y otros en perder. Latinoamérica especializada en lo último desde remotos tiempos, hicieron de ella y de nosotros el resultado que al pasar de los siglos somos y soy, soy lo que dejaron, soy toda la sombra de lo que se robaron. Un pueblo escondido en la cima, mi piel es de cuero por eso aguanta cualquier clima. Soy una fábrica de humo, mano de obra campesina para tu consumo. Esta región de altas montaña, profundos valles, ríos caudalosos e imparables, sonrisas, manos gruesas que saludan y con las cuales la región se arrastra a la servidumbre de satisfacer las necesidades ajenas como fuente y reserva de bienes naturales; materias primas y alimentos que viajan a los países ricos que ganan consumiéndolos mucho más de lo que América Latina gana produciéndolos.
La región de las venas abiertas, ha transmutado ora en capital europeo ora norteamericano; acumulando cerros y montañas, ríos y mares, cielos y paisajes, hombres, niños y mujeres, sonrisas, llantos y sangre en los lejanos centros de poder. “La fuerza del conjunto del sistema imperialista descansa en la necesaria desigualdad de las partes que lo forman, y esa desigualdad asume magnitudes cada vez más dramáticas” (Galeano, 1971, 17p), cada vez más profundas; sin escapatoria alguna, Latinoamérica es sumergida en el subdesarrollo; subdesarrollo que integra la historia del desarrollo Capitalista mundial.
Colombia poseen una extraordinaria “riqueza” natural que se opone a una desgarradora miseria social. Aquella contradicción se hace fundamental para la continuidad de un capitalismo mundial y ecocida. Para la apropiación de los bienes naturales se hace el empleo de diversos instrumentos que recorre los ámbitos jurídicos, económicos, culturales, ideológicos y sociales que hace posible, tolerable y legítimo el despojo; que a su vez se acompaña de un despojo que recurre a las vías de la violencia mediante la represión y militarización de aquellos territorios.
Desarrollo:
En la Actualidad, con una crisis ecológica-política planetaria, Colombia ocupa el sexto puesto de los países con mayor disponibilidad hídrica del mundo (Boggiano, 2019) y el primero en asesinatos y amenazas a líderes y lideresas socioambientales (Semana, 2020), surge la necesidad de analizar la coyuntura social con base en el agua, sus relaciones de uso y tenencia, así como las implicaciones sociales que tiene la inexistencia del derecho fundamental al agua y la existencia de un modelo sistemático global y latinoamericano de privatización, que en Colombia es la concatenación de fuerzas políticas y correlaciones de fuerzas que privilegian a una clase y a sus diversos sectores económicos e industriales en el poder.
La caracterización del análisis de coyuntura en la reconstrucción de un fragmento de movimiento dinámico articulado a la realidad social desde una verticalidad coyuntural y periodo longitudinal como lo propone Zemelman (2012). Se ubica así, en la disputa por el agua agudizada por el aislamiento social obligatorio; en el agua, ubicando así el sentido y acontecimiento, las fuerzas que hay detrás, los movimientos, las contradicciones y las condiciones que lo generan (Nieto, 2001), en relación a los actores, el escenario, la correlación de fuerzas, las estrategias de juego y la estructura.
En la coyuntura, los actores son una parte esencial al ser quienes construyen la realidad social, de este modo, retomando a Nieto (2001) la coyuntura es “el campo de acción y de posibilidades de sujetos y actores colectivos, (...) pues su consideración como actor viene dada en tanto encarna, sintetiza o desencadena procesos sociales o intereses colectivos”.Se reconoce que el uso y la tenencia del agua permea las relaciones sociales y de forma especial, se evidencia en la ruralidad. En este escenario se encuentra de forma más directa, la relación entre ser humano y naturaleza a partir de los bienes comunes de la naturaleza como el agua, el aire, o los bosques, que benefician y aportan al bienestar colectivo y a la salud pública. Es allí, en lo rural donde aflora el agua de la tierra en suelos que tengan condiciones aptas para ello, donde se desarrollan las relaciones biológicas y químicas que aportan a la formación de cuerpos de agua como lagunas, ríos, ciénagas, arroyos, entre otros; que aseguran el abastecimiento de agua entre el campo y las ciudades. Entendiendo esta última como una relación de poder con correlaciones de fuerza centralizadas en los territorios urbanos.
Siendo así, ¿cuáles son las implicaciones sociales frente al acceso y el derecho al agua en la ruralidad colombiana? La disputa por la tierra deja entre ver la oferta hídrica, ésta como el volumen de agua por cantidad de tiempo necesario para los ecosistemas y las actividades antrópicas. La valoración del agua en Colombia y sus regiones hidrográficas se basa en un análisis en conjunto del ciclo del agua y su variabilidad hidroclimatológica. Según el Estudio Nacional del Agua 2018, el análisis conjunto de los resultados temáticos y de los indicadores hídricos “permite determinar a una escala nacional el estado, la dinámica y las afectaciones e identificar las subzonas hidrográficas con condiciones críticas de disponibilidad y calidad de agua” (IDEAM, 2018).
Ahora bien, la pandemia ha puesto en evidencia la profundidad de las desigualdades sociales y con ello la fragilidad de la economía colombiana, la caída del desempleo y de las exportaciones prevén una contracción de la economía entre el 3 y 12% (CINEP, 2020). La caída del precio del petróleo y la devaluación del peso, tienen implicaciones enormes en el papel de las regalías y finanzas del Estado. Los estimativos de deterioro del PIB van desde un 1.25% hasta 7.5% (CINEP, 2020). Las brechas serán notorias tanto en materia de ingresos y satisfacción de necesidades básicas, como de acceso a bienes y servicios y al uso y disfrute del agua.
La ruralidad colombiana está en el centro de la reactivación económica y se plantea como el lugar de inversión extranjera por excelencia e incluida la capitalización y venta de los activos productivos y empresariales que potencializaría las exportaciones de bienes y servicios. Por su parte, el Estado, el gobierno nacional y la institucionalidad (CAR, ANLA, Ministerio de Ambiente) crean y mantienen garantías jurídico normativas, políticas y económicas para los proyectos productivos desde la hegemonía neoliberal. Este objetivo desencadena la flexibilización de normativas ambientales que aprovecha la crisis para debilitar los mecanismos que hoy existen para su regulación. Incluso, vulnera normas amparadas en la constitución como el goce de un ambiente sano y en la participación directa de las comunidades que podrían resultar afectadas (Semana, 2020).
“Aunque Colombia tiene 6,3 años de reservas de crudo, busca incrementarse con el potencial de los yacimientos no convencionales (YNC) que ascienden a 7.500 millones de barriles con cerca de 24 años de reserva y 10 trillones de pies cúbicos en reservas de gas” (Portafolio, 2020). Este pensamiento empresarial desarrollista desconoce incluso la necesidad de consultas previas que no solo protege los territorios sino las fuentes de agua y ecosistemas. El llamado Fracking que se posiciona como una alternativa de suplir las necesidades de petróleo a bajo costo económico, pero alto coste ambiental, utiliza enormes cantidades de agua y energía generando así alrededor de 10L de residuos tóxicos líquidos por cada barril de petróleo extraído; desechos que van a parar a ríos, lagos, aguas subterráneas, acuíferos y océanos.
En este orden de ideas y ante la falta de planificación territorial y las violencias reiteradas, sobresalen las propuestas populares y comunitarias cuyas formas de producción se direccionan en respetar los ciclos de la naturaleza. Frente a los embates extractivistas, las comunidades étnicas y campesinas pierden más que sus medios de vida, pierden el agua y los derechos culturales, tradicionales y territoriales en aquellos lugares donde desarrollan formas particulares de coexistencia. Los reclamos de las comunidades y de sus líderes se vuelve justos y sensatos al entender que en Colombia,
“Por lo menos 3 millones de los habitantes rurales (...) no cuentan con acceso a los servicios básicos de agua potable, lo cual equivale al 28% de la población rural colombiana, según el Ministerio de Vivienda, Ciudad y Territorio. Personas víctimas del conflicto armado, con altos niveles de pobreza y pocas oportunidades, tienen que hacer frente a esta crítica realidad que sitúa a las comunidades en riesgo de enfermedades” (El Campesino, 2020)
Se reconoce entonces que el uso y la tenencia del agua permea las relaciones sociales y de forma especial es evidenciado en la ruralidad. En este escenario se encuentra de forma más directa, la relación entre ser humano y naturaleza a partir de los bienes comunes como el agua, el aire, o los bosques, que benefician y aportan al bienestar colectivo y a la salud pública. Por su parte, la contaminación del agua va ligada directamente a la industria y a la urbanización, así como de las necesidades de riego en la producción agropecuaria con procesos cada vez más tecnificados y mecanizados. La industrialización requiere cada vez más agua y los procesos de producción de mercancías “necesarias” se caracterizan por el alto grado de despilfarro del preciado líquido.
De esta manera, las formas democráticas y autoritarias que privilegian la economía por encima de la vida, la salud y el bienestar social, seguirán presentes en gobiernos que los funcionarios públicos son los mismos que roban y despojan el agua, las tierras y los recursos públicos para los intereses particulares de extractivismo, despojo y desigualdades. El origen de las pandemias son parte de los resultados que tiene cada cierto tiempo la relación que los seres humanos han construido con la naturaleza. En este sentido, las pandemias crecerán con la contaminación de las aguas y el desarrollo de las relaciones extractivistas, la crisis climática y las desigualdades socioambientales.
La tierra como medio fundamental para la producción es un complejo sistema estructurado, pues “sus propiedades controlan las interrelaciones entre las diferentes fases físicas del suelo y las dinámicas de líquidos y gases” (Jaramillo, 2011) que necesita permanecer en un equilibrio determinado o hasta cierto grado de intervención para no perder sus capacidades líticas, este equilibrio puede ser fácilmente alterado si se sobreponen los diferentes horizontes que lo componen o se someten a alteraciones irreversibles, siendo en la agricultura el horizonte orgánico el de mayor relevancia; pues es el que tienen efectos marcados sobre todas las propiedades de los suelos; y además, es el que tiene que ver con la influencia en la nutrición vegetal y el ciclaje de nutrientes (2011). Ciclaje necesario para fortalecer y mantener el ciclo hídrico necesario para la pervivencia en el planeta y la producción.
La degradación del suelo comprende aquellos procesos que lo conducen a una reducción, gradual o acelerada, temporal o permanente, de su capacidad productiva y/o al incremento de los costos de producción (Alfaro et al. 1995, citado por Jaramillo, 2011) que se ven traducidos de manera global en un deterioro progresivo y acelerado de las condiciones naturales del planeta, lo que hoy coloca a las sociedades y a la vida en general ante una crisis que se proyecta como devastadora y que obliga a buscar alternativas e incorporar procesos sociales a las transformaciones y realidades que se plantea a nivel global.
Conclusiones:
Frente a los embates extractivistas, las comunidades étnicas y campesinas pierden más que sus medios de vida, pierden el agua y los derechos culturales, tradicionales y territoriales en aquellos lugares donde desarrollan formas particulares de coexistencia.
Se reconoce entonces que el uso y la tenencia del agua permea las relaciones sociales y de forma especial es evidenciado en la ruralidad. En este escenario se encuentra de forma más directa, la relación entre ser humano y naturaleza a partir de los bienes comunes como el agua, el aire, o los bosques, que benefician y aportan al bienestar colectivo y a la salud pública.
La contaminación del agua va ligada directamente a la industria y a la urbanización, así como de las necesidades de riego en la producción agropecuaria con procesos cada vez más tecnificados y mecanizados. La industrialización requiere cada vez más agua y los procesos de producción de mercancías “necesarias” se caracterizan por el alto grado de despilfarro del preciado líquido.
El destierro de las comunidades que habitan los territorios se origina en los intereses de quienes se benefician de proyectos minero-energéticos, agroindustriales, forestales, de infraestructura o explotación de los llamados recursos naturales. Esto ligado a los intereses del capitalismo mundial, al cual se le subordinan agentes locales, como fracciones del capital financiero, ganaderos, terratenientes regionales y/o nacionales, exportadores e importadores, contando con los paramilitares que protegen los intereses de estos negocios.
Bibliografía:
Boggiano, M (25 de Noviembre de 2019) Los 10 países con mayores reservas de agua dulce. El Cronista. Recuperado de:https://www.cronista.com/columnistas/Los-10-paises-con-mayores-reservas-de-agua-dulce-20191125-0037.html
El Campesino (2020) La Realidad del Acceso al Agua en Zonas Rurales de Colombia. El Campesino.co. Recuperado de: https://www.elcampesino.co/la-realidad-del-acceso-al-agua-en-zonas-rurales-de-colombia/
IDEAM (2018) Estudio Nacional de Agua 2018. Ministerio de Ambiente. Colombia.
Jaramillo, D. (2011) El Suelo: origen, propiedades, espacialidad. Universidad Nacional de Colombia Sede Medellín. Facultad de Ciencias. Escuela de Geociencias. Medellín.
McNeill, John R. (2003) Algo nuevo bajo el sol, Alianza, Madrid, España. Retomado de: http://diposit.ub.edu/dspace/bitstream/2445/151401/1/544953.pdf
Nieto, J. (2001). Coyuntura: La Voz y la Mirada de la Realidad. Revista Utopía Siglo XXI N.4. Facultad de Ciencias Sociales y Humanas. Universidad de Antioquia. Medellín.
Portafolio (2020). Exxon, socio de Ecopetrol para pilotos de Fracking. Portafolio. Recuperdo de: https://www.portafolio.co/economia/exxon-socio-de-ecopetrol-para-pilotos-de-fracking-542331
Portafolio (2020). Gobierno presentó hoja de ruta para la reactivación económica. Portafolio. Recuperado de:https://www.portafolio.co/economia/gobierno-presento-hoja-de-ruta-para-la-reactivacion-economica-542921
Semana (2020) Colombia, el país donde más asesina defensores ambientales. Semana Sostenible. Recuperado de: https://sostenibilidad.semana.com/impacto/articulo/colombia-el-pais-donde-mas-asesinan-defensores-ambientales-en-el-mundo-hoy/53492
Zemelman, H. (2012) Uso crítico de la teoría, dialéctica y apropiación del presente. Los horizontes de la razón. Siglo XXI. Antrhopos. México.
Palabras clave:
Agua, extractivismo, ruralidad, ecología