Resumen de la Ponencia:
La situación de pandemia generó múltiples consecuencias en el mundo del trabajo. En esta presentación, se propone el análisis de un recorte de la misma que pone foco en las relaciones observadas entre las dificultades vinculadas a la pérdida o limitaciones al trabajo y algunos indicadores ambientales referidos al hábitat y a la salud.Los datos sobre los que se construyen nuestras reflexiones son parte de un relevamiento mayor realizado en la ciudad de Bahía Blanca (Programa de Unidad Ejecutora “Inclusión Social Sostenible”) y se analizan desde el contexto de un Proyecto General de Investigación titulado “Pobreza, exclusión y medio ambiente”. Dicho relevamiento permitió recuperar información de 1400 hogares, que se corresponden aproximadamente a 5300 personas. La descripción de la situación laboral, habitacional y sanitaria al momento del relevamiento (diciembre 2021) se contrapone a la condición ocupacional correspondiente a fines de 2019. Esta última cuestión se analiza para una submuestra permitiendo ahondar e identificar algunas particularidades de la población que ha sido más perjudicada por el proceso.En este sentido, el trabajo apunta a caracterizar la situación de los sectores más precarizados en términos laborales (jóvenes, mujeres, no calificados, etc) y revisar su situación en términos de hábitat y salud comparativamente con otros grupos. Así, interesa observar como la precarización afecta a los trabajadores y sus familias en términos de acceso a la salud, a una vivienda digna y a una infraestructura urbana que provea de servicios necesarios vinculados al transporte, el agua y las fuentes de energía.Finalmente se revisa si estas condiciones tienen algún nivel de asociación con el cambio en la situación laboral y con las características que la misma reviste (pérdida del trabajo, aumento de horas trabajadas, pérdida de nivel de calificación, informalización de la relación laboral, incorporación a la población activa, etc). La importancia de este tipo de análisis radica en la posibilidad de distinguir fracciones marginadas entre los trabajadores que no encuentran alterativas de integración que garantice su bienestar, contrariamente a otras que pudieron (en mayor o menor medida) adaptar su situación laboral al escenario cambiante (y generalmente mediado por TICS)acelerado por la pandemia.
Introducción:
Más allá de las dinámicas y cambios acelerados que se verifican en el mundo del trabajo, la pandemia COVID 19 generó que los mismos se profundizarán haciéndose más complejos, no sólo su abordaje, sino también las implicancias que el trabajo tiene sobre distintos ámbitos de la vida cotidiana
En este sentido, interesa de manera especial focalizar en algunas de las relaciones que se establecen entre el trabajo, el hábitat y la salud, en el contexto de una ciudad mediana argentina, Bahía Blanca, considerándose que dichas relaciones, no son privativas de la misma, sino que responden a gran parte de las ciudades latinoamericanas.
De esta manera el propósito del presente trabajo intenta producir una descripción general de ciertos grupos etáreos y por género, en relación a sus condiciones habitacionales y sanitarias, distinguiendo fracciones marginadas entre los trabajadores que no encontraron alterativas de integración, contrariamente a otras que pudieron (en mayor o menor medida) adaptar su situación laboral al escenario cambiante (y generalmente mediado por TICS) acelerado por la pandemia.
Así, se plantearon como objetivos:
Caracterizar la situación de los sectores más precarizados en términos laborales (jóvenes, mujeres, no calificados, etc) en términos de hábitat y salud.Comparar dichas situaciones con la propia de otros grupos, utilizando indicadores de acceso a la salud, a una vivienda digna y a una infraestructura urbana que provea de servicios necesarios vinculados al transporte, el agua y las fuentes de energía.Revisar la existencia de algún nivel de asociación entre estas condiciones y el cambio en la situación laboral durante la pandemia, haciendo énfasis en las características que la misma reviste (pérdida del trabajo, aumento de horas trabajadas, pérdida de nivel de calificación, informalización de la relación laboral, incorporación a la población activa, etc).
Para el logro de estos objetivos se trabajó a partir de la Encuesta del Proyecto de Unidad Ejecutora (EPUE) titulado Inclusión Social: innovaciones y políticas públicas. Un análisis regional. Como se desarrollará en el capítulo correspondiente, la misma tuvo como objetivo evaluar el grado de inclusión social y la posibilidad de desarrollo sostenible en la ciudad de Bahía Blanca. De los datos provenientes de la misma se focaliza en el presente trabajo en aquellos relacionados con la salud, el hábitat y el trabajo.
La organización de este escrito se compone de una serie de elementos teóricos que posteriormente guían el análisis, una descripción pormenorizada del instrumento de recolección de datos y de las decisiones analíticas realizadas, para luego presentar los resultados y cerrar con una serie de reflexiones que orienten futuras investigaciones.
Desarrollo:
Trabajadores precarizados y condiciones de salud y hábitat
La caracterización de un trabajador como precarizado remite a poner en relieve las condiciones que dan lugar a que una persona, a pesar de realizar una actividad productiva, reglada y regular; no obtenga como resultado, no sólo satisfactores personales, sino que tampoco alcance un ingreso que le permita cubrir sus necesidades o las de su grupo familiar y/o lo haga en condiciones que aumenten el riesgo sobre su salud y bienestar.
Es verdad que esta situación de vulnerabilidad laboral no se inicia con la pandemia del COVID-19, sino que varios autores coinciden en señalar que la misma ha profundizado la situación que el país ya atravesaba, siendo los sectores de menos ingresos los más afectados (Diaz- Langou et al. 2020; Donza & Pou, 2021). Las mejoras que se hayan podido observar en los últimos años no alcanzan de la misma manera a toda la población, ni tampoco revierten otros indicadores como los de precariedad e informalidad laboral, caracterizándose entonces nuestra sociedad, por su heterogeneidad estructural y constituyéndose en un verdadero caldo de cultivo para el consecuente aumento de la desigualdad (Pérez, 2015 y 2019).
Es preciso entonces especificar algunas cuestiones referentes al nuevo contexto laboral y a su relación con la salud. Cuando hablamos de informalidad hacemos referencia a la falta de inscripción del trabajo en las condiciones jurídicas que regulan el empleo en un país y momento determinado. En general, el indicador más utilizado al respecto es la falta de aportes a la seguridad social (Sabatini y Pérez, 2017). En cuanto a la precariedad se reconocen cuatro dimensiones fundamentales: temporalidad, vulnerabilidad, nivel salarial y protección social (Amable y otros, 2001), que se superponen con la noción anterior de informalidad. A pesar de no tratarse en este trabajo con todas las dimensiones aquí señaladas, se hace hincapié en algunos de los grupos que revisten estas condiciones.
La evidencia revisada a nivel internacional, señala distintos problemas de salud asociados con el desempleo y la precariedad laboral. La situación de desempleo ha demostrado asociación con el incremento en las tasas de mortalidad, los ingresos en centros hospitalarios, las alteraciones en el sueño, peso, hipertensión, y distintas adicciones; así como también un aumento de los estados depresivos, los suicidios, la pérdida de la autoestima y, estrés y ansiedad (Amable y otros, 2001).
Pero la precariedad laboral también se asocia a este tipo de situaciones de salud, al punto que, en algunos casos, los trabajadores plantearon “que se sentían mejor en una situación de desempleo que con un empleo precario” (Amable y otros, 2001: 180). En consecuencia, la precariedad laboral puede afectar a la salud, en tanto continúa dificultando la posibilidad de construir un proyecto de futuro, pero agravado porque este tipo de trabajo tampoco ofrece apoyo suficiente para superar las situaciones de privación.
Más allá de las cuestiones teóricas que vinculan el trabajo con la salud, los primeros análisis de la situación en Bahía Blanca para diciembre 2021 sostienen también esta relación de mutua determinación entre pobreza (privación), salud y trabajo. Los datos muestran que las principales contribuciones a la pobreza multidimensional en dicha ciudad provienen de la privación en salud: 36% y de la privación en empleo y seguridad social: 31% (Santos, 2022: 17) Como se comentará posteriormente, las interrelaciones entre ambas dimensiones obligan a un análisis minucioso de los datos, considerándose a este, sólo un primer avance sobre el tema
Metodología
Como se dijo con anterioridad, los datos de este trabajo resultan de la Encuesta del Proyecto de Unidad Ejecutora (EPUE) titulado Inclusión Social: innovaciones y políticas públicas. Un análisis regional. Dicha encuesta estaba prevista para iniciarse en Marzo/ Abril de 2020, pero las condiciones impuestas por la pandemia COVID, postergaron su realización hasta diciembre 2021.
Las características del diseño muestral se mantuvieron, realizándose una muestra aleatoria simple y polietápica de 1421 hogares que agrupan a 4199 personal (el nivel de confianza se estimó en 95% y el error en 2.6%). Se planteó trabajar sobre dimensiones clave en las cuales el hogar es susceptible de sufrir riesgo y/o experimentar alguna privación: Salud, Empleo, Ingresos, Educación y acceso a TICs, Financiamiento del hogar, Hábitat, Afiliación/Participación política y Migración. Luego, con la suspensión por la pandemia, se incorporó un pequeño módulo que sólo se aplicó a un porcentaje de la muestra (1385 personas), en el que se solicitó información sobre los cambios observados en la escolaridad de los niños y en las condiciones ocupacionales, antes y después de la pandemia.
En lo que respecta a las dimensiones que interesan al presente trabajo se definieron como centrales a las “privaciones en salud” y al “hábitat inapropiado”. Con respecto a la primera se la trabajó a partir de dos indicadores: la insuficiencia alimentaria en el hogar y la ausencia de cobertura en salud. Por otro lado, se consideró “hábitat inapropiado” cuando se reunía alguna de las siguientes condiciones: Nivel de vulnerabilidad de zona de residencia, Peligro de derrumbe, Posibilidad de inundación, Sin agua dentro de la vivienda, Tenencia de baño compartido.
Ambas dimensiones se evaluaron para grupos precarizados, teniendo en cuenta su condición de actividad y la categoría ocupacional del mismo, haciendo énfasis en la condición de género y la etárea.
Resultados 1: Salud
Como se señalase previamente las privaciones de salud se analizaron a partir de la insuficiencia alimentaria y de la cobertura en salud.
La insuficiencia alimentaria se registró a partir de la siguiente pregunta: “En el último mes, por falta de dinero u otros recursos, ¿alguna vez se preocupó de que no hubiera suficientes alimentos para comer en su hogar?”. Esto no remite directamente a la ausencia de alimentos, pero sirve de indicador indirecto de privaciones en salud y del status sanitario de los grupos que nos interesan.[1] Por otro lado, la pregunta se realiza al representante del hogar y no necesariamente a la persona que es contabilizada en términos ocupacionales.
Los resultados señalan que la situación es más preocupante entre los desocupados que entre los ocupados y aún mayor entre los desalentados; sin que se verifiquen importantes diferencias entre ambos géneros.
Cuadro 1: Condición de ocupación, género y preocupación por insuficiencia alimentaria
Condición de ocupación Género % alimentos insuficientes
OCUPADOS (23,1%) Femenino 21,3%
Masculino 24,6%
DESOCUPADOS (56,1%) Femenino 52,3%
Masculino 60,3%
DESALENTADOS (64,1%) Femenino 65%
Masculino 63,4%
Fuente: elaboración propia sobre datos EPUE 2021
Al abrir la categoría de ocupados encontramos diversas situaciones. Mientras que entre los “profesionales independientes (universitarios)” y entre los “socios, patrones o empleadores”, sólo un 5.3% y un 10.7% residía en un hogar con preocupaciones por la insuficiencia alimentaria, otras categorías alcanzaban a un tercio de sus integrantes con este tipo de situación. Las mismas se sintetizan en el siguiente cuadro, sin que tampoco se verifiquen importantes diferencias entre ambos géneros, salvo en el caso del Plan Empleo, para el cual entre los hombres que lo poseen, un 20% más en relación a lo que sucede entre las mujeres, habitan en un hogar con preocupación por insuficiencia alimentaria
Cuadro 2: Categoría ocupacional, género y preocupación por insuficiencia alimentaria
Categoría ocupacional Género % alimentos insuficientes
Plan Empleo- (48.6%) Femenino 43,6%
Masculino 61,5%
Servicio doméstico (44,5%) Femenino 44,5%
Masculino 42,2%
Cuenta propia no profesional (33%) Femenino 24,8%
Masculino 37,8%
Fuente: elaboración propia sobre datos EPUE 2021
Al analizar a la población a partir de las distintas franjas etáreas y revisar si existía en sus hogares preocupación por la insuficiencia alimentaria, observamos los siguientes datos:
Cuadro3: Condición de ocupación, edad y preocupación por insuficiencia alimentaria
CONDICION LABORAL
INT DE EDAD (AÑOS) OCUPADO DESOCUPADO DESALENTADO AMA DE CASA
15 - 19 44,6 (1639) 49,8 (656) 100 (130) 100 (134)
20 - 24 26,2 (3630) 59,4 (1562) 68,5 (178) 55,8 (328)
25-29 26,3(4774) 40,1 (591) 50 (101) 71,4 (960)
30-44 25 (12362) 54,4 (1156) 49 (194) 36,6 (1488)
45-54 17,9 (4832) 78,4 (652) 75,4 (178) 30,4 (838)
55-64 16,8 (2904) 62,7 (336) 66(132) 19,1 (544)
Fuente: elaboración propia sobre datos EPUE 2021
Es importante hacer una serie de consideraciones sobre la información anterior. Por un lado, el número entre paréntesis hace referencia a la cantidad de persona con la respectiva edad y condición laboral que habita en un hogar con preocupaciones con respecto a la alimentación; y que corresponden al porcentaje indicado arriba de dicha cifra sobre el total de la población en cuestión.
Por otro lado, la población económicamente activa y la declarada como ama de casa en los grupos etáreos más bajos, tiende a ser más pobre que la que no se integra o busca integrarse al mercado de trabajo, registrándose como estudiante y quedando por fuera del presente análisis.
Hechas estas salvedades, entre los ocupados, al avanzar en la edad, observamos que el porcentaje que reside en hogares donde se manifestó preocupación por la insuficiencia alimentaria disminuye; siendo visiblemente menor a lo que ocurre con otras condiciones ocupacionales a partir de los 20 años. A partir de esa edad los porcentajes quedan por debajo del 30%. Esta situación es muy diferente a la observada entre los desocupados y desalentados, para los cuales independientemente de su edad, son todos de hogares donde más de un 40% presenta preocupaciones por insuficiencia alimentaria. Lo mismo ocurre si tomamos al grupo de 15 a 19 años activo o declarado como ama de casa, donde todo superan la proporción de 1 cada 3, con preocupaciones alimentarias
En el cuadro se observa también la situación específica de las amas de casa, por ser la otra situación de actividad que presenta porcentajes superiores al 30% de preocupación por insuficiencia alimentaria con excepción del grupo de mayores de 55 años.
Si repetimos ahora el ejercicio, pero en términos de la cobertura en salud, se observa que el 29% de la población de Bahía Blanca, no posee ningún tipo de la misma. Si cruzamos estos datos con la condición de ocupación y género, nos encontramos la siguiente distribución:
Cuadro 4: Condición de ocupación, género y cobertura en salud
Condición de ocupación Género % sin coberturaOCUPADOS (29,3%) Femenino 26,3% Masculino 31,8%DESOCUPADOS (67,8%) Femenino 68,2% Masculino 67,4%DESALENTADOS (63,1%) Femenino 78,9% Masculino 51,5%
Fuente: elaboración propia sobre datos EPUE 2021
Como era de esperarse los desocupados y los desalentados triplican los números de población sin cobertura y, entre los desalentados, es también llamativa la diferencia entre hombres y mujeres de cerca de un 20% a favor de mejores condiciones sanitarias entre los hombres.
Si tenemos en cuenta la distribución etárea, los porcentajes sin cobertura en salud son los siguientes:
Cuadro 5: Condición de ocupación, edad y cobertura en salud
INT DE EDAD (AÑOS)CONDICION LABORAL 15 - 19 20 - 24 25-29 30-44 45-54 55-64OCUPADO 64,28 (2360) 42,6 (5902) 37,7 (6834) 29 (14350) 20,7 (5588) 23,5 (4056)DESOCUPADO 69,9 (920) 68,2 (1794) 46,6 (687) 78,8 (1676) 63,9 (532) 74,6 (400)DESALENTADO 0 63,1 (164) 50 (101) 82,3 (326) 74,6 (176) 66 (132)AMA DE CASA 100 (77) 86,1 (588) 64,3 (864) 35,4 (1364) 23,9 (660) 23,7 (676)
Fuente: elaboración propia sobre datos EPUE 2021
Retomando las salvedades señaladas para el Cuadro 3, podemos observar que, entre los ocupados la falta de cobertura en salud disminuye al aumentar la edad. Esto se condice con lo observado por distintos autores (Salvia, 2013; Pérez, P. 2013, Fernández Massi 2013, Sabatini y Pérez, 2017 entre otros) que señalan como la informalidad y precariedad laboral de los trabajadores jóvenes es mayor que la de sus pares adultos. Por otro lado, también es llamativa la situación de las mujeres amas de casa menores de 29 años que presentan situaciones de falta de cobertura que duplican porcentualmente a sus pares de 30 o más años.
Resultados 2: Habitat
En la Introducción se señaló que las dimensiones que interesan al presente trabajo son las “privaciones en salud” y al “hábitat inapropiado”. Con respecto a la primera, se revisaron sus indicadores en el apartado anterior, deteniéndonos ahora en los correspondientes al “hábitat inapropiado”. Se entiende por este último a una situación donde se verifica alguna de las siguientes condiciones: Nivel de vulnerabilidad de zona de residencia, Peligro de derrumbe, Posibilidad de inundación, Sin agua dentro de la vivienda, Tenencia de baño compartido.
Al revisar la situación de las distintas categorías de actividad y ocupación con respecto al hábitat, encontramos importantes diferencias entre las mismas. A fin de sintetizarlas, recuperamos aquellas categorías que presentan los peores guarismos para los indicadores seleccionados. [3]
Cuadro 6: Condición de ocupación y actividad, género y habitat
Indicador Desocupadas Desocupados Ama de casaVive en zona pésima 8,8 6,0 12,0Peligro de derrumbe en más de la mitad de la vivienda afectada 6,3 2,2 3,1Se inunda cuando llueve más de la mitad de la vivienda afectada 8,4 7,4 3,7No tiene agua por cañería dentro de la vivienda 5,5 8.3 6,4Baño compartido 14,4 6,3 5,6
Fuente: elaboración propia sobre datos EPUE 2021
En términos generales es útil recuperar el dato brindado por Santos (2022) que señala que un 5% de la población no accede al agua dentro de su vivienda o lo hace son una conexión irregular. Para los grupos en los que aquí se focaliza, la privación de agua es superior al de la población general.
Por otro lado, salvo en este último indicador, la situación de las mujeres desocupadas es peor que la de los hombres en la misma condición. Entre los ocupados los mayores porcentajes de habitar en zona pésima, se observa entre las mujeres con Plan Empleo y aquellas que trabajan en el servicio doméstico, entre los hombres cuentapropistas y finalmente entre los empleados del sector privado (sin distinción por género)
Si realizamos el mismo análisis por grupos de edad, encontramos que la situación se distribuye de manera uniforme entre los mismos. Pero llama la atención la situación particular de las amas de casa de 20 a 24 años. En comparación a cualquier grupo de edad e independientemente de si son ocupadas o desocupadas, los hogares donde habitan las amas de casa de dicha edad presentan situaciones muy por debajo que las observadas para otros grupos.
Cuadro 7: Condición de ocupación y actividad, edad y habitat
Indicador (% en población ocupada) 15-24 20-24 25-29 30-34 Amas de casa 20-24Vive en zona pésima 7,2 6,3 8,7 5,1 41,8Peligro de derrumbe en más de la mitad de la vivienda afectada 0,0 0,7 0,6 1,5 13,9Se inunda cuando llueve más de la mitad de la vivienda afectada 1,8 2,7 2,2 1,8 13,9No tiene agua por cañería dentro de la vivienda 3,5 2,0 3,3 2,7 41,8Baño compartido 5,4 2,0 3,8 4,9 13,9 Fuente: elaboración propia sobre datos EPUE 2021
Resultados 3: Cambios en pandemia COVID 19
Los cambios en la situación laboral durante la pandemia de COViD 19 fueron variados y afectaron a gran parte de los trabajadores. Como se comentó al inicio, a un 10% de la población se le aplicó un cuestionario para conocer los cambios laborales y educativos que se habían dado al interior del hogar entre marzo 2020 y diciembre 2021. Esta información se sintetiza para los indicadores de salud en el cuadro que sigue. Los indicadores de hábitat, quizá por tratarse de aspectos más estructurales y de menor flexibilidad para cambiar en poco tiempo, no presentan diferencias significativas en su distribución, al comparar la existencia de cambios laborales de la población de 15 a 65 años al momento de la encuesta.
Cuadro 8: Cambios laborales durante la pandemia y salud
Cambios de ocupación/ actividad Sin cobertura en salud Alimentos insuficientesSi, trabajaba de manera permanente 46,4% 32,6%Si, trabajaba por contrato/temporario 54,3% 50,9%Si, trabajaba con changas o jornalero 87,8% 49%Tenía otra condición de actividad 39,6% 23,9%No cambió 22,5% 22,1%Fuente: elaboración propia sobre datos EPUE 2021
El cuadro anterior presenta la existencia o no de distintos cambios en el ámbito del del trabajo, y su relación con la falta de cobertura en salud al momento de la encuesta. En términos generales la primera observación es la diferencia en la privación de cobertura y de alimentos entre quienes no modificaron su situación y aquellos que sí, lo hicieron. Entre los que tenían otro tipo de empleo al inicio de la pandemia, (y sin saber específicamente si el cambio implica una trayectoria con mejoras o con pérdidas), cuanto peor era la situación laboral previa, mayor es la falta de cobertura en salud o alimentos.
[1] Para la lectura detallada de la situación alimentaria a partir de los datos de la EPUE, puede consultarse a Santos, M. (2022) Informe de Pobreza Multidimensional en Bahía Blanca - II Semestre 2021. IIESS CONICET. Bahía Blanca. Documento de trabajo EPUE N°1.
[2] Por las razones comentadas con anterioridad, debe leerse este número de la siguiente manera: “El 21.3% de las mujeres ocupadas viven en hogares donde se percibe preocupación por la insuficiencia alimentaria”.
[3] Cabe señalar que los mayores de 65 no se incluyeron en este análisis porque el hincapié está puesto en la población activa y los ocupados. De ahí que no se trate la situación de los jubilados. La incorporación de las amas de casa remite a las discusiones en tanto su condición de trabajadoras y porque gran parte de la categoría queda comprendida en el grupo etáreo de 15 a 65 años.
Conclusiones:
Las relaciones entre indicadores laborales y los propios de la situación sanitaria y hábitat, remite a múltiples perspectivas. En este trabajo nos hemos centrado en algunos indicadores específicos y su situación en grupos ocupacionales específicos.
De manera sintética, podemos realizar los siguientes señalamientos:
Las problemáticas vinculadas a la salud que se presentan de manera más acentuada se observan entre los trabajadores jóvenes, las mujeres y los desalentados: Dichos resultados son más acuciantes entre los indicadores de salud que entre los de hábitat.
Datos similares se observan al trabajar con otros indicadores provenientes de la misma base. Santos (2022) en su informe sobre pobreza multidimensional, señala que las tasas de privación más altas son la falta de cobertura en salud (29%) y la falta de aportes a la seguridad social (23%). Luego sigue el bajo logro educativo y el déficit habitacional con un 18 y 17% respectivamente. La privación en uno de tres indicadores para alcanzar este último, explica la diferencia entre los guarismos observados, pero permite también afirmar el apremio de lo sanitario sobre la habitacional.
Los jóvenes que trabajan o buscan trabajo presentan los peores resultados en términos de salud y de hábitat en relación con otros grupos etáreos.La población que cambió su situación de actividad o laboral durante la pandemia, presenta situaciones peores en términos de indicadores de salud (cobertura y alimentación), aunque no en términos de habitat.
Los cambios entre distintas ocupaciones o situaciones de actividad (entrada y salida al mercado laboral) suelen marcar las trayectorias ocupacionales de estos sectores pobres. Malas condiciones sanitarias y de hábitat son condiciones y resultados de inserciones precarias en el mercado de trabajo. En el trabajo de Santos (2022) ya mencionado, la brecha más significativa entre barrios vulnerables y no vulnerables, es la de adultos mayores que no tienen jubilación siendo 7 veces mayor entre quienes residen en estos últimos barrios en comparación a los primeros. Si a este dato sumamos el otro presentado por la misma autora, señalando que el 23% de la población no realiza aportes jubilatorios, y nos detenemos en los altos porcentajes de privaciones en salud observados en el presente, no sólo de los desocupados, sino también de ocupados jóvenes, mujeres o precarizados; comprenderemos las dificultades estructurales en romper con estos círculos viciosos de precariedad y sanidad.
En resumen, se considera de suma importancia, continuar en profundidad el estudio de las condiciones de vida de las fracciones marginadas entre los trabajadores que no encuentran alterativas de integración que garantice su bienestar, en términos sanitarios y de hábitat. Esta situación se ve agravada por el escenario cambiante acelerado por la pandemia pero que no es privativa del recorte temporal y espacial aquí presentado. Las condiciones laborales propias de los grupos aquí estudiados (jóvenes, mujeres, desalentados, ocupados con baja calificación, desocupados), se encuentran inmersas en condiciones sanitarias (salud y hábitat) muy precarias desde antes de la pandemia, y con una inserción aún muy importante.
La urgencia de políticas económicas y de empleo que protejan el trabajo, no sólo en tanto su obtención, sino también en inscribirlo en relaciones laborales justas y dignas, es fundamental para evitar el deterioro de la salud colectiva y el aumento de las desigualdades sanitarias. La situación de desempleo, desprotección y precariedad laboral no es sólo producto de las cuestiones personales o específicas de quienes no pueden trabajar, sino, sobre todo, de cuestiones sociales que no deben reducirse a aspectos individuales como la capacidad de innovación, la asunción de riesgo o las motivaciones personales. Cuando se desconocen estos aspectos sin que se identifiquen los mecanismos inscriptos en determinado marco de oportunidades que implican la dificultad (y a veces la imposibilidad) de desarrollar las capacidades básicas que toda persona posee; la situación sanitaria regular o mala de estos sectores se perpetua y así, también disminuyen las posibilidades de acceder a un mejor trabajo que rompa el círculo vicioso que perpetúa dicha situación de pobreza. Consideramos entonces fundamental, la continuidad de investigaciones con enfoques interdisciplinarios y situados, que permitan realmente superar la situación estructural agravada por la pandemia COVID 19.
Bibliografía:
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Santos, M. (2022) Informe de Pobreza Multidimensional en Bahía Blanca - II Semestre 2021. IIESS CONICET. Bahía Blanca. Documento de trabajo EPUE N°1.
Palabras clave:
Trabajo- salud- habitat- pandemia