Resumen de la Ponencia:
El objetivo de la presente ponencia es, a partir de los resultados de un diagnóstico realizado en abril del 2021 acerca del impacto de la pandemia en los/las estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM), sumado a una larga experiencia docente en universidades públicas y privadas, reflexionaremos acerca de los desafíos para una educación pública integral con enfoque de género en democracia. Lograr una educación integral con enfoque de género en democracia, implica la convergencia de múltiples perspectivas y correlación de fuerzas donde se conjuguen los procesos administrativos de acreditación, el modelo educativo hegemónico por “competencias”, desarrollo de una capacidad crítico-reflexiva y – en este caso particular que estamos examinando- la creciente demanda de los/las estudiantes por responder a las exigencias del mercado laboral que incluya, en términos generales, manejo de programas y herramientas de uso tecnológico para apoyar análisis, organización e interpretación de información estadística y construcción de teoría, a lo que se suma su preocupación por desarrollar “habilidades blandas” (dixit) que los haga más competentes frente a postulantes de otras universidades tanto públicas como privadas. La salud mental y desarrollo emocional con enfoque de género tendría que operar en niveles de confianza básica (Giddens, 1991), revertir patrones culturales patriarcales y concentración de poder que refuerzan – consciente o inconscientemente- estigmas y hábitos que se reproducen en el salón de clase en la interacción social y hacen que los grupos que lideran las cursos sean usualmente varones, los que suelen intervenir con mayor frecuencia en la sesión de clase, desde una postura que expresa mayor libertad para la crítica y la broma. La virtualidad parece que llegó para quedarse. Durante la pandemia no fue posible “secuestrar” y seguir manteniendo entre paréntesis esos aspectos de la vida que usualmente se suspenden del diario convivir como lo es aceptar la fragilidad humana, muerte y enfermedad en su expresión más descarnada, aspectos de la vida que perturban y nos sumergen en la angustia y ansiedad. Aún no vemos con claridad las consecuencias del encierro, la sobre carga de trabajo o la falta del mismo, los duelos inconclusos, las familias desintegradas por las múltiples pérdidas, culpa y mutuas desavenencias y acusaciones sobre qué se supone que deberíamos haber hecho para evitar la pérdida de seres queridos. Cómo continuar hacia delante esa es la gran pregunta garantizando una educación de calidad.
Introducción:
El presente texto tiene como objetivo reflexionar acerca de los desafíos para una educación pública integral con enfoque de género en democracia, a partir de los resultados de una encuesta- diagnóstico realizada en abril del 2021 sobre el impacto de la pandemia,[1] en estudiantes de la Facultad de Ciencias Sociales de una universidad pública peruana. A esto se suman las jornadas curriculares del 2022 donde se dieron a conocer las expectativas de los alumnos referidas a la malla curricular y los procesos de enseñanza-aprendizaje.
El 11 de marzo del 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) se pronunció acerca del SARS-CoV-2 declarándolo como pandemia. El Perú fue el primer país de América Latina en decretar el distanciamiento social obligatorio el 15 de marzo mediante DS 044-2020-PCM. El sistema educativo mundial se puso en jaque. [2] De acuerdo al Ministerio de Educación (17 de mayo 2022) en el 2021, un total de 124,533 estudiantes en Perú interrumpieron sus estudios a nivel nacional lo que representó un 1.5% del total de alumnos tomando como base el año 2020. [3] La mayor parte de estudiantes que interrumpieron sus estudios proceden de la educación pública (62,5%) frente al 37.5% que corresponde al sector privado de la educación.
Frente a este panorama, tanto escuelas como universidades implementaron la modalidad virtual de enseñanza a través de diversos formatos y plataformas con el fin de no exponer a los estudiantes frente al contagio y garantizar en la medida de los posible la continuidad en los estudios. [4] Profesores y estudiantes confrontamos una inesperada y compleja situación a la cual no estábamos preparados.[5] Las largas e incomprensibles ausencias y repentino abandono de los cursos por parte de los alumnos, sumado a una comunicación cruzada y malos entendidos a varios niveles daba cuenta de lo urgente que era conocer más de cerca las dificultades y condiciones en las que los estudiantes (y también docentes) habían estado llevando a cabo la virtualidad y enfrentando la crisis de la pandemia Covid-19 que mostró de manera descarnada el hecho de ser un país fracturado. Más que nunca resulta indispensable pensar en los retos que implican cimentar una educación superior pública integral con enfoque de género en democracia.
América Latina es una de las regiones más inequitativas a nivel mundial como lo demuestran las desigualdades y asimetrías de poder, la pésima distribución del ingreso y sobre todo también la disparidad de género que muestran las cifras. Atrás han quedado los gobiernos autoritarios y estamos viviendo, al mismo tiempo, el periodo más prolongado de democracia cuya principal tarea es “redistribuir el poder para garantizar a los individuos el ejercicio de sus derechos” (PNUD, 2010, p. 29).
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL 2021: 1) señala la necesidad de contar con políticas públicas que alivien los impactos a nivel económico y social ocasionados por la pandemia Covid-19 a nivel de la disparidad de género y la autonomía de las mujeres a consecuencia de la exacerbación de:
las desigualdades socioeconómicas y la pobreza (brechas digitales, acceso a servicios financieros etc.), la división sexual del trabajo (incremento de la demanda de cuidados en los hogares, por ejemplo), los patrones culturales patriarcales (que implican mayor exposición de las mujeres con los agresores durante las medidas de encierro) y la concentración de poder
No basta una inyección de dinero para contribuir a la promoción de autonomía en las mujeres. La justicia de género tendría que contemplar normas y patrones culturales que reviertan los estigmas y estatus inferior asignado a mujeres en la interacción social (Benavente y Valdés, 2014, p. 17) lo que atañe a la educación superior a varios niveles: contar con un marco legal pertinente avalado por el sistema educativo y velar dentro de cada Facultad, escuelas y sesiones de clase que se implemente y cumpla.
[1] El Coronavirus Resource Center de la Univeridad de Johns Hopkins señala que desde marzo 2020 hasta la fecha (14 de enero 2023, https://coronavirus.jhu.edu/map.html) se han producido a nivel mundial 6.724.046 muertes y en Perú 218.530. El SARS-CoV-2, que causa la enfermedad respiratoria Covid-19, ha sido para el PNUD (2020) un síntoma del antropoceno, concepto sugerido por primera vez en el año 2000 por los científicos Crutzen y Stoermer, presentado luego en la revista Nature en 2002. Habríamos ingresado a una etapa en la cual la humanidad se equipara a una fuerza geológica, que con mucha audacia ha sido capaz de transformar el paisaje en todas sus dimensiones y movilizar recursos en una envergadura nunca antes vista comparable con la fuerza de caudalosos rios y erupción de los volcanes (Latour, 2017, p. 137). Como hipótesis del antropoceno, Latour (2017) propone la figura caótica, voluble y mítica de Gaia, siguiendo a Lovelock y Margulis. Bajo esta perspectiva, SARS-coV-2 posee agencia y un gran potencial de actuación que ha logrado postrar y manipular al mundo entero. Gaia es un “lindo revoltijo” en comparación con la idea de la naturaleza concebida como un todo ordenado y estable con un operador externo que sería Dios. Gaia sería resultado de “todas las consecuencias entremezcladas e imprevisibles de las posibilidades de actuar” de la cual formamos parte (Latour, 2017, pp. 119, 164).
[2] A nivel mundial más de 1200 millones de todos los niveles de enseñanza habían dejado de tener clases presenciales de los cuales mas de 160 millones provenían de América Latina y el Caribe (CEPAL-UNESCO 2020).
[3] En la capital, Lima Metropolitana y el Callao fueron las zonas más afectadas junto con las regiones de Cajamarca, Junín, Ancash, Lambayeque, Loreto y Piura.
[4] A nivel preescolar, primaria y secundaria se implementó una nueva estrategia de educación: Aprendo en Casa. Con el apoyo de empresas nacionales de radio y televisión y telecomunicaciones, esta medida combinó medios digitales, televisión y radio con el fin de tener mayor cobertura, incluyendo la difusión de diez lenguas originarias y lenguaje de señas para sordomudos. Dado que la brecha digital en países como los nuestros es abismal, teniendo en cuenta que, de acuerdo al Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI) solamente el 39% de los hogares peruanos cuentan con acceso a internet en áreas urbanas y un 5% en las áreas rurales, esta medida no fue suficiente (INEI citado en UNESCO 16.4.2020 https://es.unesco.org/news/sistema-educativo-peruano-buscando-calidad-y-equidad-durante-tiempos-covid-19 ),
[5] En mi caso había estado trabajando en una universidad-empresa y sabía lo que representaba las ventajas y desventajas de la virtualidad desde 2016.
Desarrollo:
2. La encuesta
2.1 Procedimiento metodológico
El proceso de indagación empezó con el registro de un diario reflexivo acerca del impacto y vivencia personales de la pandemia llevado a cabo durante el Taller de Investigación Sociológica II, modalidad virtual (Escuela de Sociología de Facultad de Ciencias Sociales la UNMSM), entre octubre 2020 y marzo del 2021.
De un total de 24 estudiantes (18 de sexo femenino y 6 de sexo masculino), se interesaron seis de manera voluntaria para continuar con el propósito mencionado, quedando finalmente en octubre del 2020 un grupo conformado por cinco alumnas de las siguientes edades: 20, 22 (dos casos), 24 y 28 años. [1] El consentimiento informado fue oral y no se redujo a un momento específico. En todo momento buscamos proteger la elección autónoma y el derecho a decidir participar o no en este ejercicio, procurando que se convierta en un proceso de constante intercambio de información y pareceres entre la docente y estudiantes tal como lo prescribe Santi (2016, p. 144). La forma de comunicación a nivel individual y grupal se produjo vía correo electrónico, google-meet y WhatsApp. Los textos fueron sujetos a revisión conjunta, estimulando reflexiones y una constante retroalimentación.
Este cometido fue revelando una multiplicidad de situaciones que ameritaban seguir indagando en forma representativa por lo que propusimos al Decanato de la Facultad de Ciencias Sociales de UNMSM, realizar un diagnóstico general de los estudiantes de la Facultad de CCSS con el objetivo de realizar un diagnóstico de su situación en pandemia, para lo cual elaboramos y aplicamos una encuesta (de ahora en adelante Diagnóstico 2021) vía el sistema de matrícula virtual entre el 22 y 30 de abril 2021.
Los temas tratados se distribuyeron en 49 preguntas cerradas y 3 abiertas. Ensayamos una prueba piloto con tres estudiantes egresados de los últimos años. La duración del Diagnóstico 2021 fue aproximadamente entre 10 y 15 minutos. Los temas a tratar fueron los siguientes:
Información socio-demográficaEconomía de los cuidados, trabajo y asistencia a clasesGestión y virtualidad de los cursosBienestar y salud
La encuesta fue respondida de manera voluntaria por 581 de 1475 estudiantes de las seis escuelas de la Facultad que se matricularon en el 2021-1, [2]de las distintas bases 2014 a 2018, siendo las bases [3] que aglutinaron el mayor número de respuestas fueron 2018 (140) y 2016 (123) (307 de sexo femenino, 269 de sexo masculino). La encuesta ayudó a precisar mejor el perfil de los estudiantes y ampliar el panorama de temáticas complementarias que habría que seguir desarrollando. [4]
2.2 Resultados más relevantes del Diagnóstico 2021
Datos socio-demográficos
La encuesta fue respondida por estudiantes de pregrado entre 20 y 22 años, la gran mayoría nacidos en la ciudad de Lima.
23% (134) declaran vivir solo con la madre y hermanos. Los resultados arrojan que para un porcentaje importante de estudiantes, el padre es una figura ausente en la rutina diaria de la familia. [5]
Las familias están compuestas de varios miembros tanto provenientes de la familia nuclear como extendida. A la pregunta de cuántos residen en tu domicilio, 9% (52) declara que dos personas, 15% (88) tres personas, 25% (146) cuatro, 17% (101) cinco, 10% (57) seis, 5% (30) siete, 5% (31) más de diez personas.
Economía de los cuidados, trabajo y asistencia a clases
Un porcentaje importante de alumnos señala que apoya las labores domésticas como barrer, cocinar, ir al mercado y comprar viveres, indistintamente del sexo. Un tercio de los estudiantes señala haberse encargado del cuidado de algún familiar. Habría que seguir indagando en qué medida existe, sea por la socialización recibida en casa, sumada a quizá una historia familiar de migración y participación activa en las decisiones vecinales, cimentada además por un ethos crítico-reflexivo que por tradición siempre ha caracterizado a UNMSM, la división del trabajo doméstico aparece particulamente como más equitativa en los hogares. ¿Hasta qué punto en estos temas operó la deseabilidad social y la respuesta políticamente correcta?
Para un 17% (99) la situación económica de los estudiantes se agravó de manera dramática en 2020, mientras que para un 32% (187) empeoró en forma “manejable”.
Aproximadamente alrededor de un tercio de los estudiantes (34%, es decir 198 casos de la muestra) estaba trabajando de manera remunerada cuando fue aplicada la encuesta, de los cuales, la mayoría (140) se desempeñaba en labores relacionadas con la formación profesional. Esto significó dificultades en participar de las sesiones de clase en forma regular o de manera incómoda cuando se vieron obligados a conectarse desde sus centros de trabajo.
61% de los que trabajaban se vieron obligados a desplazarse fuera de sus hogares para cumplir jornadas presenciales durante la pandemia (61% que corresponde a 122 casos) lo cual representó un mayor riesgo de contagio. De otro lado, 48% (280 casos) señala haber estado buscando activamente trabajo en el momento de la encuesta (fines de abril 2021).
Gestión y virtualidad de los cursos
16% (91) estudiantes abandonaron los cursos fundamentalmente por verse abrumados de obligaciones laborales así como tareas domésticas y de cuidados, haberse contagiado de Covid-19 y no poder compatibilizar con los horarios de la universidad.
43% declaró no tener a disposición una mesa de trabajo y lugar de estudio donde poder cumplir con las obligaciones acdémicas.
41% (238) afirman que el principal dispositivo para conectarse a los cursos en la modalidad virtual ha sido una lap top, mientras que un 32% (185) afirma ha sido a través de un teléfono celular. 19% (108) dispone de una PC. Los demás se conectan a través de una tablet. Conversaciones informales con los estudiantes durante las sesiones virtuales y asesorías individuales indican que además tienen que compartir su dispositivo con otros miembros de la familia como, por ejemplo, hermanos menores en edad escolares.
El tiempo promedio que han estado utilizando algún dispositivo para poder estudiar fue de cinco horas para el 15% (86) de los encuestados, mientras que un 16% (95) invirtió seis horas y 42% (245) ocho horas al día en promedio lo cual indica un tiempo considerable de estar sentado frente a una pantalla.
Aproximadamente, 63% (365) de los estudiantes cuentan con un dormitorio propio frente a 37% (216) que tienen que compartir su espacio de descanso con algún otro familiar, lo que podría estar revelando falta de privacidad y tranquilidad para estudiar.
Estar encerrados, sin poder acceder a las facilidades que brinda la universidad (biblioteca, comedor y lugares de estudio), la virtualidad también ha significado agotamiento físico, dado que las condiciones de estudio no han sido las más adecuadas.
Bienestar y salud
Casi la mitad de estudiantes se contagió de Covid-19, al igual que sus familiares. Un tercio afirma haber perdido algún familiar, mientras que cerca de 60% declara haber sufrido la muerte de amistades y conocidos.
43% de estudiantes afirma dormir entre cinco (59) y seis horas (188) al día. Entre los extremos, tenemos que 55% duerme entre siete (171) y ocho horas al día (146) y 3% (18) apenas cuatro horas al día.
52% (300) estudiantes indican que cuentan con un solo baño en su vivienda. 35% (202) tienen a disposición dos baños, 13% (79) poseen en sus viviendas más de dos baños lo cual podría estar indicando la variedad de situaciones entre los estudiantes. Si este dato se cruza con el anterior de número de personas viviendo juntas y encerradas (en promedio de tres a cuatro), podría dar a entender un factor adicional de dificultad en la convivencia diaria.¿Se puede hablar de democracia sin la inclusión de las mujeres?
En suma, al cansancio derivado de estar varias horas sentado frente a una pantalla (peor si esta es de tamaño mínimo como la del teléfono celular), se suman las dificultades de un deterioro económico, la ansiedad y duelos que no han terminado de procesarse. Aun no conocemos la envergadura del deterioro emocional y mental debido a haberse contagiado por el Covid-19, estar obligados a una jornada compleja y extensa combinando estudios, trabajo con labores domésticas, sin contar las múltiples pérdidas sufridas durante la pandemia. En suma, la encuesta reveló situaciones de hacinamiento en encierro, riesgo permanente de contagio, no contar con las condiciones de estudio adecuadas.
3. Desafíos para una educación superior pública integral con enfoque de género en democracia
3.1.1 Nudos estructurales y desigualdad de género
La desigualdad de género es un rasgo estructural en América Latina y el Caribe, la región más inequitativa del planeta, que se manifiesta en cuatro nudos estructurales que se intensifican recíprocamente: desigualdad económica, división sexual del trabajo, persistencia de patrones culturales patriarcales y concentración del poder (CEPAL 2021, 2019). Eso significaría, entre otros aspectos que, por ejemplo, el porcentaje de mujeres desempleadas frente a los hombres habría aumentado, así como la sobrecarga del número de horas que las mujeres dedican a las labores domésticas no remuneradas y de cuidados del hogar, riesgo de una mayor exposición a la violencia doméstica en situación de confinamiento por la pandemia Covid-19 y una tendencia a la menor participación de las mujeres en los procesos de toma de decisiones. De otro lado, resulta crucial realizar un análisis interseccional que, de cuenta de la heterogeneidad de situaciones de las mujeres de acuerdo a la clase social, edad, origen étnico, entre otras variables a tomar en cuenta.
Democracia e inclusión de las mujeres en la agenda pública
Entre el ser y el deber ser de la democracia como ideal, definición normativa y también modo de vivir y convivir, sea de la manera que la concibamos, la democracia es ante todo una forma de Estado y de gobierno (Sartori, 201, p. 19). Una teoría de la democracia completa incluye una dimensión prescriptiva y una descriptiva (Sartori, 2019, p. 23). La democracia es democracia política como condición necesaria de las demás democracias, la social y la económica (Sartori, 2019, p. 22). Si hablamos de la inclusión de las mujeres en democracia, más allá del tipo de democracia, la discusión estaría puesta en el “contexto del sistema político” en primer lugar antes que en un sentido económico y social que indudablemente extienden su comprensión (Sartori, 2019, p. 22), lo que significaría que el Estado brinde las condiciones para que los ciudadanos puedan intervenir de manera activa en la toma de decisiones a través de canales de representación política claramente definidos. La concentración de poder, al mismo tiempo, trae consigo un gran riesgo en la intensificación de las desigualdades económicas y sociales.
Una democracia mínimamente exige la satisfacción de ciertos criterios que tendrían que ser cumplidos por todos sus miembros por igual, de acuerdo a Dahl (1999, pp. 47-48), que hombres y mujeres tengan las mismas oportunidades para pronunciarse acerca de cómo ha de ser la política, tener la oportunidad de votar y que no haya diferenciaciones en el valor de los votos, contar con igualdad de oportunidades para obtener información sobre “las políticas alternativas relevantes y sus consecuencias posibles”. De igual manera, todos y todas las ciudadanas tienen que tener el mismo derecho de decidir qué problemáticas deberán de ser integrados a la agenda pública. Finalmente, lo ideal sería poder gozar de los mismos derechos de ciudadanía, entendiéndola dentro de una definición mínima donde ser debería poner énfasis no solamente en igualdad de derechos sino también el fomento de una ciudadanía activa en el cumplimiento de responsabilidades y la participación política, entre otros asuntos (López, 1997: 110). Junto con una ciudadanía activa, resulta central integrar a una diversidad social y cultural de ciudadanos, además de los grupos sociales excluidos como lo han sido y son las mujeres, sobre todo aquellas pertenecientes a los pueblos indígenas y afrodescendientes, por ejemplo. Hablar de ciudadanos es hablar de individuos autónomos en el sentido físico, económico y social que no dependen exclusivamente de las decisiones de otros como lo es en una sociedad de estamentos, siervos y esclavos (López, 1997: 118). Las políticas públicas tendrían que cimentar la capacidad de las mujeres de decidir y actuar libremente y participar activamente en cuestiones públicas, además de participar de una situación de bienestar y riqueza material. Ciudadanía también significa sentirse parte y miembro de una comunidad política donde también existen muestras de solidaridad.
Lo contrario a una democracia sería la existencia de un régimen aristocrático donde prevalecen jerarquías sociales de distinto tipo y relaciones de dominación. En el Perú, además de lo señalado, el racismo ha establecido una diferenciación entre ciudadanos y ciudadanas de acuerdo a su estructura biológica que los ubica en situación de inferioridad entre unos y otros (Drinot, 2006, p. 24; Quijano, 2004, p. 229). Se ha normalizado una situación donde las desigualdades socioeconómicas y políticas se perciben como algo natural como la feminización de las labores domésticas no remuneradas.
Se necesitaría tejer alianzas entre el Estado, la sociedad civil, cooperación internacional y movimiento feminista para incorporar en la agenda pública medidas que ayuden acortar distancias entre las brechas de género, así como desafiar interpretaciones hegemónicas y sentidos comunes sobre el lugar de las mujeres en la toma de decisiones.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) advierte la necesidad de contar con políticas públicas que alivien los impactos a nivel económico y social ocasionados por la pandemia Covid-19 que estarían repercutiendo en la desigualdad de género y la autonomía de las mujeres a consecuencia de la exacerbación de las desigualdades socioeconómicas y la pobreza (como las brechas digitales, acceso a servicios financieros etc), la división sexual del trabajo (incremento de la demanda de cuidados en los hogares, por ejemplo), los patrones culturales patriarcales (que implican mayor exposición de las mujeres con los agresores durante las medidas de encierro) y la concentración de poder (CEPAL 2021: 1).
[1] Las alumnas en mención provienen de los lugares más diversos de residencia: Cercado de Lima (y que cada tres meses se traslada a Chachapoyas en Amazonas) y los distritos de San Miguel, San Martín de Porres, San Borja y Santiago de Surco.
[2] La Facultad de Ciencias Sociales de la UNMSM está compuesta por las escuelas de sociología (321), trabajo social (352), historia (185), geografía (226), arqueología (163) y antropología (228). Entre paréntesis citamos el número de estudiantes por escuela.
[3] Por “base” entendemos el año de ingreso del estudiante.
[4] Contamos en todo momento con el magnifico apoyo de Erik Chachuricra, en ese entonces Jefe de Informática de la Facultad de Ciencias Sociales para su difusión y colocación de avisos que aparecieron en la página Facebook de la Facultad. Los exalumnos Carla Toche realizó el análisis de frecuencias) y Junior Pérez el de las preguntas abiertas. En todo momento Dr. Cristóbal Aljovín, Decano de la Facultad, y la Dra. Carlota Casalino, Vicedecana Académica, cumplieron un rol fundamental en apoyarnos a llevar adelante este cometido.
[5] Este dato guarda relación con el hecho que a nivel nacional el caso de hogares a cargo de mujeres, se ha incrementado un 127% entre 2001 y 2018, sumado al hecho que un 38% de los hogares son monoparentales (Jaramillo y Ñopo, 2020, p. 8).
Conclusiones:
4. Conclusiones y reflexiones: desafíos y aprendizajes
La modalidad virtual no puede convertirse en la única opción de enseñanza dentro de una política de Estado que la haría aparecer como la versión más correcta y adecuada de modernidad y progreso como lo es el caso de las universidades-empresa que han dejado de ser instituciones sin fines de lucro. Si esto se llegase a imponer, una gran parte de la población quedaría excluida como hemos visto anteriormente, sobre todo jóvenes del área rural y zonas urbano-marginales que quedarían a la sombra de la política (De la Cadena, 2011; Stengers, 2014). Corremos también el riesgo de caer en una especie de esclavitud corporal y mental al incidir en la formación de ciudadanos que solo saben engancharse como engranajes a la maquinaria del mercado de trabajo sin mayor alcance crítico-reflexivo frente a la sociedad y la vida. Tenemos por delante la controvertida decisión de seguir formando mentes critico-reflexivas y al mismo tiempo, velar por el desarrollo de capacidades que se ajusten a los requerimientos del mercado y las nuevas tecnologías.
El encierro y aislamiento también habría significado un deterioro de las habilidades sociales magníficamente expresada en la película El Angel Exterminador de Luis Buñuel (1962) que trata de una cena en una mansión lujosa cuyos invitados progresivamente se van deteriorando física y desmoronando moralmente, ya que se ven impedidos de salir del lugar. Ahí es cuando, el buen trato que es reemplazado por un instinto brutal de supervivencia. [1]
A través de declaraciones de estudiantes afectadas y la propia experiencia docente, lo más desafiante de la diaria convivencia es enfrentar esa frontera porosa y gris que se levanta, que nos impide discernir con inmediata evidencia, matices entre una falta de respeto y perturbación de la privacidad y esas maneras camufladas, muchas veces naturalizadas, que se arremolinan detrás de relaciones jerárquicas tanto entre estudiantes, profesores y alumnos o entre docentes de mayor y menor rango y autoridad de distinto sexo y que se expresan en chistes de mal gusto, halagos a la inteligencia, decoración de la fachada personal, retomando la perspectiva de Goffman (1990 [1959]). Sobrevive en el mundo un tipo de masculinidad, a la que la academia no está exenta, que se expresa agresivamente, que no muestra ningún tipo de sensibilidad y al mismo tiempo desprende una hipersensibilidad arrogante, egocentrada y vengativa a todo lo que sea interpretado como falta de lealtad y solidaridad hacia sus propias personas. Todo eso se confunde y vende como firmeza de carácter, seguridad en si mismo y tener la razón.
Con el cambio de gestión de autoridades en noviembre del 2020, surge la iniciativa de establecer una Comisión de Género de Sociología, en Historia y últimamente la Secretaria de Género y Bienestar Integral de Ciencias Sociales de la UNMSM que está luchando por su autonomía y “busca ser una instancia gremial que confronta la violencia de género en un marco de sistemas de dominación con carácter interseccional enmarcado por diversas opresiones”. [2]
La estrategia que resultó particularmente más provechosa, capaz de fomentar una comunicación y retroalimentación mucho más fluidas, consistió en alternar sesiones en un mismo curso de tres tipos: 1. Las totales que integran a todos los participantes de una sesión de clase, 2. Grupales, equipos de alrededor 4-5 estudiantes que se congregan alrededor de un tema determinado. Finalmente, 3. Las asesorías individuales.
Tenemos por delante la tarea de cimentar una cultura que fomente la deliberación en el salón de clase y los pasadizos de la universidad. ¿En qué medida estamos igualmente equipados para la deliberación. Inspirada en Fraser (1996) me pregunto ¿Quién interrumpe más y lo hace de manera más vigorosa? ¿Quién suele hablar más y se toman turnos más largos? ¿Qué intervenciones son tomadas en cuenta y cuáles las ignoradas?
Para que una preocupación que aparece en primera instancia como personal se convierta en problema público tiene que pasar por un proceso donde tiene que haber un reconocimiento mutuo de actores comprometidos con la formulación, defensa, negociación y acuerdo de una solución para dicho problema (Araujo, Guzmán y Mauro, 2000). Este proceso implica una nueva visión y marcos interpretativos compartidos acerca de las relaciones de género que desafían las interpretaciones hegemónicas. Al mismo tiempo se tiene que generar un tejido social con alianzas con otras entidades: empezando por el Estado, al interior de las universidades y entre las universidades a nivel nacional e internacional. Para que el trabajo sea sostenible tendría que crearse grupos de estudio, comisiones, movimientos. Idealmente sucede un ciclo de problematización, búsqueda de causas y soluciones y finalmente la incorporación en la agenda institucional de ciertas pautas y normas con carácter legal. Inclusión de la problemática como la violencia de género en el debate público puesto que la Universidad no es ajena al ámbito público. Alcanzar visibilidad. Cómo finalmente institucionalizar las aspiraciones en el Estado, crear mecanismos institucionales que coordinen dentro y fuera de la universidad politicas con perspectiva de género. Requerimos incluir las demandas de igualdad de género en las políticas públicas como un aspecto central para “avanzar en la construcción de sociedades más democráticas que permitan a sus ciudadanos y ciudadanas ejercer sus derechos en forma plena” (Benavente y Valdés, 2014: 15-16)
[1] Pensamos que no resulta casual que algunos estudiantes de las promociones ingresadas durante la pandemia, que no han hecho vida académica regular, muestran por una serie de razones que habría que examinar, actitudes particularmente más prepotentes, falta de confianza, poca paciencia y siempre listos para la confrontación.
[2] Ver enlace en
https://www.facebook.com/Secretar%C3%ADa-de-G%C3%A9nero-y-Bienestar-Integral-Ciencias-Sociales-UNMSM-101625361765095
Bibliografía:
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Palabras clave:
Democracia, equidad de género, educación superior