Resumen de la Ponencia:
A disputa comercial e tecnológica que tem se desenrolado entre China e Estados Unidos da América (EUA) nos últimos anos, em especial sobre a tecnologia 5G, tem provocado impactos no mundo todo. De um lado, os EUA têm pressionado outros Estados para que limitem a presença de empresas chinesas de tecnologia da informação, em destaque a Huawei, em suas infraestruturas de redes de internet nacionais. De outro, a favor da China, contabiliza-se a intensa interdependência que o país já possui com vários Estados em termos comerciais e financeiros, o que acaba por pesar contra as pressões estadunidenses. No caso da América Latina e Caribe, embora os EUA ainda sejam o principal parceiro econômico da região, em vários países, em especial na América do Sul, comércio, investimento, empréstimos e financiamentos com a China já são superiores aos contabilizados com os EUA. Assim, em muitos Estados, a pressão estadunidense para limitar a presença chinesa dentro de seus mercados, conflita com a importância que a China alcançou economicamente para eles, criando um dilema sobre qual país apoiar na disputa pelo 5G. Diante desse cenário, este trabalho pretende contribuir para a compreensão de como os países latino-americanos têm lidado com a disputa pelo 5G. Especificamente, o trabalho teve como objetivo analisar como o Equador tem se colocado perante essa disputa. Após uma breve contextualização do conflito sino-americano e do lugar da América Latina dentro da disputa, o Equador foi escolhido como estudo de caso por ser um dos países da região que possuem intensa relação econômica com a China (ela é sua principal credora externa) e, paralelamente, com os EUA (é seu principal mercado para exportações), sendo que ambos os países esperam ser atendidos no seu pleito: a China não quer ver as operações da Huawei limitadas no país, ao passo que os EUA querem excluir a empresa das redes de 5G do Equador. Nessa cena, a posição do Equador, caracterizada pela dificuldade de escolher entre China e EUA, foi explicada com base em dois fatores. O primeiro: i) nas próprias pressões externas, qual seja, as colocadas pela disputa sino-americana, em especial, pelas pressões exercidas pelos EUA, mas também; ii) por questões internas: na análise da situação do país ficou evidente que a falta de coordenação política e o descompasso fiscal também limitaram o leque de escolhas para as decisões sobre o 5G. Como metodologia, este trabalho utilizou revisão bibliográfica e levantamento de dados primários.Resumen de la Ponencia:
América Latina fue ubicada desde la edad moderna como un exportador de materias primas en el mundo. El Reino Unido y Estados Unidos son ejemplos históricos de como potencias hegemónicas han hecho presencia en la región sobre la base de proyectos de infraestructura que les permitió obtener los commodities necesarios para su crecimiento económico. Al día de hoy, la República Popular de China construye y/u opera proyectos de infraestructura de gran envergadura en América Latina y el Caribe aportando musculo financiero, tecnología, mano de obra y capacidad operativa. Esto, como reflejo de la noción de una comunidad de destino común, que implica que el concierto mundial de naciones alcance un desarrollo económico y social equitativo. No obstante, en la realidad se observa una reprimarización de la economía, arrojando como resultado una reproducción del sistema centro-periferia que aqueja a ALyC desde hace dos siglos. No es un error afirmar que históricamente las inversiones que llegan a la región desde el exterior han apalancado el crecimiento económico en términos del producto interno bruto (PIB). No obstante, uno de los planteamientos de esta investigación va en el sentido de desmitificar que mayores índices de exportaciones, de inversiones y de crecimiento económico se traducen casi automáticamente en un mayor bienestar de la población y en la reducción de los índices de pobreza. De esta manera, el papel que la RPC pueda jugar en ALyC puede ser el mismo que han jugado los Estados Unidos y Europa, en lo que Paul Krugman ha denominado crecimiento empobrecedor (Krugman, et al, 2012). Es decir, siempre puede aumentar el PIB, pero esto no significa siempre que haya mayor riqueza en una nación, o bueno, no debe ser el único indicador a tenerse en cuenta, como funciona hoy en día en el argot popular.Ahora bien, la relación RPC-ALyC ha sido abordada desde el ámbito comercial, resaltando con ello el intercambio asimétrico, desde el aspecto político, los estudios se centran en discutir los esfuerzos diplomáticos para formalizar las relaciones políticas durante las últimas décadas, desde la economía los estudios se han centrado en los flujos de Inversión Extranjera Directa en ALyC. Si bien es cierto que existen estudios alrededor de la construcción de proyectos de infraestructura en ALyC por parte de empresas estatales chinas, el cuestionamiento clave que ha guiado dichos estudios están centrados en impactos macroeconómicos, flujos de inversión, creación de empleo, aumento de la competitividad empresarial y comportamiento del flujo comercial. La problematización practica de estos estudios es que ninguno aborda los proyectos de infraestructura como mecanismos hegemónicos de la RPC.Resumen de la Ponencia:
Esta ponencia tiene como objetivo discutir la relación entre Brasil, la economía más grande de América Latina, y China, la economía más grande de Asia y en vías de convertirse en la economía más grande del mundo. El enfoque tiene un carácter histórico, desde el establecimiento de relaciones diplomáticas entre los dos países, en la década del ochenta del siglo XIX, y llega hasta los días de hoy, pasando por la ruptura de lazos entre los dos países en 1949 y su reanudación en 1974. Sin embargo, la discusión principal se concentra en las relaciones contemporáneas entre los dos países, con énfasis en la economía, y especialmente en el comercio, con el marco histórico de la adhesión de China a la Organización Mundial del Comercio (OMC) en diciembre de 2001, así como la actuación de ambos países bajo los BRICS, a partir de 2006. También pretendemos discutir los acuerdos de cooperación establecidos en este siglo por las dos naciones y la progresiva conversión de China en principal socio comercial de Brasil en el mismo período, con énfasis en las exportaciones, por parte de Brasil, de derivados de soja, petróleo y hierro al socio asiático. A diferencia de muchos otros países latinoamericanos, Brasil tiene un superávit comercial significativo con China y, hasta la fecha, un gran potencial como receptor de inversiones extranjeras directas chinas aun no totalmente concretizado. La posible implementación de un proyecto nacional de desarrollo brasileño, a partir de esta tercera década del siglo XXI, difícilmente poderia ignorar el potencial de Beijing en términos de cooperación científico-tecnológica y de atracción de inversiones en los sectores productivos, de servicios y de infraestructura. Hay una cantidad gigantesca de datos, documentos oficiales de gobiernos y entidades multilaterales, artículos académicos y libros que tratan del tema de las relaciones exteriores de China, de sus relaciones con América Latina y el Caribe en general y de sus relaciones con Brasil en particular. Son innumerables las interpretaciones, fuentes y corrientes teóricas. De nuestra parte se pretende describir de manera crítica los principales rasgos de las relaciones entre China y Brasil en el largo plazo y en la actualidad y de la elección de algunos indicadores y perspectivas teóricas para estructurar la discusión. La ponencia tendrá seis breves secciones: las relaciones históricas entre China y Brasil; la idea de los dos países como modelos de desarrollo complementario; las relaciones económicas contemporáneas; las potencialidades de alianzas bajo las tecnologías del siglo XXI; y la cooperación reciente llevada a cabo por ocasión de la pandemia del covid-19. Al final, una breve sección con especulaciones sobre el presente y el futuro de las relaciones entre Brasil y China.Resumen de la Ponencia:
O objetivo do presente texto é discutir as implicações geopolíticas e econômicas da crise do capitalismo global para a América Latina, em especial o esgotamento do ciclo de commodities. Este contexto coloca a necessidade de novas estratégias de desenvolvimento para os países latino-americanos, que deem conta da inclusão social e da crise ambiental, ainda mais que a região, nos últimos anos, tem apresentado acentuada instabilidade política e um baixo crescimento.
Introducción:
A América Latina apresenta uma, segundo dados do FMI (2022), uma desaceleração econômica desde o fim do boom de commodities (2003-2013). De 2013 a 2021, o crescimento médio do PIB foi de 0,7%. Este desempenho contrasta com o da fase expansiva, entre 2003 e 2012, quando o PIB regional cresceu em média por ano 3,92%. A tendência ao baixo crescimento é anterior à crise decorrente da Pandemia de COVID 19 e às turbulências causadas pela guerra na Ucrânia, pois entre 2014 e 2019 o crescimento médio do PIB foi de 0,3%. Eventos que agravaram a situação e denotaram as vulnerabilidades do modelo de crescimento calcado nas exportações de produtos primários. Apesar da recuperação da economia regional em 2021, o cenário não é favorável. Depois de crescer 6,9% neste ano, o FMI prevê um crescimento de 3,0%, em 2022, e de 2,0%, em 2023. Um desempenho inferior ao previsto para a economia mundial e para os países emergentes e em desenvolvimento.
No período recente, de acordo com a CEPAL (2022), acompanhando a deterioração da economia, observa-se um declínio dos indicadores sociais e ambientais. A porcentagem de pobres, em 2014, era de 27,8% da população e a da pobreza extrema de 7,8%. Em 2021, estes números foram respectivamente 32,1% e 13,8%. Neste último ano, o desemprego na região foi de 9,6%, apesar da recuperação da economia, sendo que, em 2011, a taxa era de 6,7% .
Este desempenho indica os limites da estratégia de desenvolvimento adotada nos últimos anos por diferentes governos, inclusive aqueles de tendência de centro-esquerda que dominaram o cenário regional na primeira década do século XXI. Essa estratégia de desenvolvimento denominada por muitos autores de neoextrativista vem sendo duramente criticada. Discutir o desenvolvimento continua central em uma região marcada pela desigualdade social, pela pobreza, pelo baixo desempenho econômico e pelo agravamento da crise ambiental. A questão que se coloca é como enfrentar esses problemas simultaneamente.
Segundo Svampa (2019), estaríamos diante do esgotamento do extrativismo e do neoextrativismo (implementado pelos governos progressistas), concebido “como um ‘modo particular de acumulação’”, no qual, diferentemente do extrativismo tradicional, adotado pelos governos conservadores da região, “o Estado desempenha um papel mais ativo na captação do excedente e na redistribuição, garantindo desse modo certo nível de legitimação social, ainda que com os mesmos impactos sociais e ambientais negativos” (p. 25).
Tendo essas questões como pano de fundo, o objetivo do presente artigo consiste em discutir os limites do padrão de acumulação engendrado a partir das políticas neoliberais, cujo um dos aspectos foi o aprofundamento do extrativismo, vinculado à regressão estrutural das economias mais diversificadas da América Latina, ao mesmo tempo em que observa-se extensa destruição ambiental.
Discutir os limites do extrativismo e os desafios colocados para a América Latina implica abordarmos a crise estrutural do capitalismo aberta a partir de 2007. Partimos da proposição segundo a qual esta crise marca o esgotamento da fase iniciada a partir da reestruturação do capitalismo desencadeada como resposta à crise de superprodução dos anos 1970. O fim dessa fase abre um período tenso e instável de acirramento da luta pela hegemonia mundial e de reestruturação do sistema. Os rumos da América Latina devem ser discutidos no interior desses processos. Portanto, o fim do boom de commodities denota os limites de um padrão de acumulação que articula as economias latino-americanas à economia global como espaço de valorização do capital financeiro e como fornecedora de produtos primários. Situação que implicou em reprimarização, e desindustrialização das principais economias da região. Dessa forma, a análise das economias latino-americanas parte da compreensão da posição dependente e subordinada da região na economia mundial.
Desarrollo:
O referencial teórico da análise é a tradição marxista. O ponto de partida da análise é a economia mundial concebida como totalidade. Não é possível a compreensão da via de desenvolvimento capitalista da América Latina sem compreendermos sua posição dependente e subordinada na economia global. Embora as especificidades econômicas, sociais, políticas e históricas nacionais sejam pronunciadas e sejam de grande importância, a região conforma uma unidade em decorrência de sua formação no bojo do processo histórico de expansão capitalista e de seu papel como espaço de valorização de capital, como fornecedora de matérias-primas, como mercado e como exportadora de excedente. As formas de dependência não são estáticas, variam conforme a dinâmica da economia mundial e as transformações econômicas, políticas e sociais internas e as diferentes correlações de forças resultantes desses complexos processos.
A profundidade da crise da década de 1970 levou o capitalismo a se reestruturar. No entanto, a reestruturação do sistema não consegui reverter a queda de rentabilidade, que era a causa subjacente da crise, não obstante a sua parcial recuperação até o final da década de 1990. Isto, entre outros desdobramentos, estimulou o inchaço da esfera financeira, que se expandia aceleradamente como um elemento central e inerente ao próprio desenvolvimento do sistema. Este processo ampliou a instabilidade sistémica, como indicam as recorrentes crises financeiras verificadas desde os anos de 1980. Concomitantemente, observa-se, sobretudo devido ao ritmo lento de acumulação no centro, a reconfiguração espacial da acumulação em direção à periferia, em particular para o leste asiático, com a formação de cadeias produtivas de âmbito mundial. Alguns países periféricos dessa região passaram por rápidos processos de industrialização, enquanto os países centrais se desindustrializaram.
Outro elemento importante da crise dos anos de 1970 foi a crise energética. Os dois choques do petróleo escancararam o problema ambiental e a insustentabilidade do padrão de acumulação no longo prazo, o que desencadeou crescente discussão sobre a possibilidade de um desenvolvimento sustentável. O capital busca, desde então, articular uma resposta à crise ecológica compatível com a sua lógica de valorização, transformando o problema da sustentabilidade em um novo espaço de acumulação. Mas isso não deteve, como era de se esperar, a acelerada degradação do meio ambiente. As necessidades de recursos naturais não parou de crescer, assim como a poluição só aumentou, apesar das sucessivas metas estabelecidas nas inúmeras conferências mundiais desde a Rio 92, ao ponto de estarmos, hoje, nos defrontando com desequilíbrios ecológicos que não mais poderão ser revertidos.
A crescente necessidade de matérias-primas, combustíveis fósseis e alimentos reforçaram o papel da maior parte da periferia como fornecedora desses recursos. Os países periféricos que se industrializaram o fizeram com base nos padrões produtivo, tecnológico e de consumo dos países ocidentais, o que contribui para aprofundar a crise. A China, que em cerca de 30 anos transformou-se na segunda economia do mundo e em uma grande potência, baseou seu desenvolvimento nesses padrões, ao invés de trilhar o caminho do ecosocialismo. Tornou-se em uma voraz consumidora de recursos naturais e em um dos países mais poluidores do mundo.
Essas transformações estão, em boa medida, articuladas à proeminência do capital financeiro. Concomitantemente, o acirramento da concorrência e a expansão exacerbada da capacidade produtiva em escala mundial, que se deve em parte aos novos espaços de acumulação na Ásia, dificultam a acumulação nas economias centrais, que apresentam menor competitividade, estimulando os capitais aí formados buscarem melhores condições de valorização na periferia, onde encontram força de trabalho abundante, barata e disciplinada e legislação ambiental permissiva, e na esfera financeira, que tem uma dinâmica própria, baseada, em parte, no crescimento exponencial do endividamento das famílias, das empresas e do Estado. Este foi um terreno fértil para a formação de sucessivas bolhas especulativas
O movimento de descolamento de capitais em direção a periferia foi bastante desigual, verificou-se uma concentração no leste asiático. Um dos resultados desses processos multifacetados foi que o centro do sistema capitalista e vastas áreas da periferia, entre 1980-2003, apresentaram baixo crescimento, enquanto que os novos espaços de acumulação da Ásia se expandiram aceleradamente. Neste contexto, as bolhas especulativas e o forte avanço da acumulação na Ásia evitaram que o capitalismo entrasse em uma prolongada estagnação.
As diferentes regiões da periferia, impactadas por esses processos, seguiram caminhos distintos, de acordo com as condições regionais e nacionais e com as formas de inserção na economia global. Alguns poucos países asiáticos, que conseguiam absorver tecnologia e consideráveis fluxos de capital estrangeiro, avançaram consideravelmente, entre 1980 e 2003, em seus processos de industrialização.
Obviamente que a ascensão do Leste asiático não deveu-se somente às possibilidades abertas pelas transformações na economia mundial. Também foram decisivos os projetos de desenvolvimento calcados nas exportações de manufaturados, que foram sustentados por ampla base de sustentação política e por Estados com capacidade de ação abrangente na economia, como nos casos da Coréia do Sul e, sobretudo, da China.
Em contraste, o grosso da periferia apresentou baixo crescimento e agravamento dos problemas econômicos e sociais neste mesmo período. A América Latina, apesar das marcantes diferenças nacionais, apresentou um medíocre crescimento econômico, acompanhado de crises inflacionárias, de severas crises de endividamento externo e de retrocesso social. Processos que foram particularmente duros para aqueles países que tinham avançado na industrialização via substituição de importações. O esgotamento da fase desenvolvimentista preparou o terreno para o avanço do neoliberalismo, sustentado no fortalecimento das frações de classe vinculadas às exportações e à especulação financeira, que contaram com o apoio dos EUA, do FMI e do capital financeiro global. As políticas econômicas, inspiradas no Consenso de Washington, passaram a orientar os planos de estabilização, baseados em âncoras cambiais, na abertura e desregulamentação das economias e na privatização das empresas estatais. Neste contexto, verificou-se o aprofundamento da dependência e da vulnerabilidade externa da América Latina.
Superando a instabilidade observada na década de 1990, a economia mundial entrou em uma fase de crescimento, entre 2003 e 2008, que resultou, em parte, da política expansiva adotada pelos EUA como resposta à crise da Nasdaq (2001) e da acelerada expansão da economia chinesa. Esta política expansiva estimulou a formação de uma gigantesca bolha especulativa no setor imobiliário, que acabou envolvendo inúmeros outros países.
A China se transformou em um polo dinâmico de acumulação, reorganizando a divisão internacional do trabalho ao criar sua própria periferia. A América Latina tendeu a gravitar em torno da potência asiática, como exportadora decommodities e bens manufaturados de baixo valor agregado. Exportadora de recursos naturais não renováveis. Mesmo os considerados renováveis, como a soja, dada a enorme escala de produção, estão levando à destruição ambiental extensas áreas de floresta e cerrados, além do esgotamento dos recursos hídricos. Privilegiar esta forma de inserção na economia mundial reafirmou dependência da região.
Esta situação configurou-se de maneira evidente a partir de 2003, com o início da fase expansiva. Em virtude do acelerado crescimento chinês e da exacerbação da especulação, verificou-se a majoração acentuada dos preços das commodities, que cresceram, entre 2002 e 2011, 230%, sendo que os preços das minerais cresceram 322%, e o das energéticas 310%.
A América Latina, nos anos de 1990, viveu uma situação de baixo crescimento, elevada vulnerabilidade externa, instabilidade financeira e cambial, precarização das condições de vida e trabalho, degradação ambiental e permanência das profundas desigualdades sociais. As crises do México, em 1995, do Brasil, em 1999, e da Argentina, em 2000, enfraqueceram o neoliberalismo, abrindo a possibilidade de ascensão de forças de centro-esquerda. Os governos de centro-esquerda eleitos no início do século XXI, apesar de suas peculiaridades, adotaram políticas voltadas para o desenvolvimento e para o combate a miséria e a desigualdade social.
A elevação dos preços das commodities e dos termos de troca e a entrada significativa de capitais estrangeiros ao diminuírem a vulnerabilidade externa, possibilitaram a expansão do mercado interno a partir do incremento do consumo, dos investimentos e dos gastos públicos, sem, contudo, gerar graves crises cambiais como na década de 1990. Ademais, para os países com economias menos diversificadas o incremento das exportações foi a principal alavanca da expansão do PIB. O crescimento acompanhado de melhoras na distribuição da renda, mesmo que tímidas, contribuiu para a legitimação desses governos. Todavia, isto não seria o suficiente para evitar suas quedas quando a situação se deteriorou a partir de 2015.
O intenso comércio com a China, de acordo com Santos (2015) e Leite (2017), foi decisivo neste processo. O comércio bilateral da região com o país asiático se multiplicou por 22 vezes entre 2001 e 2013. Neste período, o saldo comercial favorável à América Latina no que se refere às commodities saltou de 2,3 bilhões de dólares para 62,6 bilhões. Em contra partida, o déficit relativo aos produtos manufaturados passou de 7,5 bilhões para 130,7 bilhões de dólares. Os termos de troca da América Latina sofreram um incremento de 38%.
Para alguns países, esta evolução implicou na reprimarização das exportações. Estes países também viram agravados os processos de desindustrialização. Para maioria, no entanto, o boom de commodities representou um reforço do peso, já elevado, dos setores exportadores. O esforço exportador teve também efeitos deletérios para o meio ambiente, para a diversificação e para dinamismo dessas economias, apesar dos ganhos de curto prazo.
Apesar das economias latino-americanas terem sido duramente impactadas pela crise de 2008, isso não significou de imediato um período de estagnação. O boom das commodities não se encerrou com a crise. Os preços das commoditiescaíram no ano seguinte, mas se recuperaram até 2011. A partir dessa data, tenderam a cair suavemente até 2014, quando declinaram de maneira mais acentuada. Este comportamento deveu-se sobretudo a forma como a China respondeu à crise por meio de abrangente programa de investimento na infraestrutura e na indústria. Uma das consequências dessa estratégia foi a manutenção de forte demanda por bens primários. Outra, foi o agravamento da situação de superprodução ao acarretar um considerável excesso de capacidade ociosa em vários setores importantes da economia chinesa, o que levou, em seguida, à desaceleração da atividade econômica e à queda dos preços das commodities. O término do boom impactou diretamente os países latino-americanos.
Todavia, a América Latina está longe de ser um espaço econômico, social, político e cultural homogêneo. Por isso, é preciso ter cautela quanto à generalizações, o que nos leva colocar algumas ressalvas à análise de Svampa (2019). Para as economias mais diversificadas da região, como as do México, do Brasil e talvez da Argentina, nas quais verificou-se um avanço do processo de industrialização e, um pouco mais tarde, configurou-se um espaço relativamente importante de valorização do capital financeiro, o conceito de neoextrativismo parece estreito demais para dar conta da complexidade dessas economias e de suas políticas econômicas. Para esses casos, embora o boom de commodities ao melhorar o desempenho das exportações e os termos de intercâmbio tenha contribuído para o forte crescimento observado a partir de 2003 até 2013, tal crescimento, como no caso do Brasil, dependeu mais do desempenho do mercado interno, que se expandiu sobretudo em virtude do incremento do consumo e, em menor medida, do investimento. No México, as exportações de manufaturados desempenham um papel importante, mesmo que este país se caracterize por ser um entreposto de montagem de produtos industrializados. A importância dos efeitos do boom de commodities parece residir muito mais no fato dele reduzir a vulnerabilidade externa e com isso abrir espaço para a adoção de políticas econômicas expansivas e muito moderadamente distributivistas do que ser a alavanca do crescimento. Políticas que não significaram um rompimento drástico com o neoliberalismo. Ademais, o forte fluxo de capitais externos, em boa medida de caráter especulativo, em um contexto de elevada liquidez internacional, também contribuiu conjunturalmente para a redução da vulnerabilidade externa. A redução da vulnerabilidade externa evitou as recorrentes crises cambiais vividas na década de 1990, que estrangularam qualquer tentativa de expansão mais robusta naquela década. A autora parece não dar a devida atenção para esses processos, indicando ser apenas o extrativismo o motor da economia.
Para os países com economias menos diversificadas, em particular da América do Sul, o boom de commodities foi importante para a consolidação do neoextrativismo, permitindo que os governos de centro-esquerda captassem maior parcela do excedente e a direcionasse para políticas de caráter distributivistas, que, apesar de importantes ao melhorarem as condições de vida de parcela significativa da população, não resolveram os históricos e graves problemas sociais da região e muitas vezes passaram por cima dos interesses e aspirações dos povos tradicionais. Estes governos também não lograram impulsionar a diversificação das economias desses países. A onda de centro-esquerda teve vida curta, esmoreceu junto com o bom de commodities, e foi sucedida por governos conservadores, que no aspecto econômico retomaram as políticas neoliberais e o extrativismo.
Seja como for, o extrativismo, característica estrutural das economias latino-americanas, revigorado com o boom de commodities, aprofundou a dependência e a crise ambiental, tolhendo qualquer perspectiva de uma sociedade mais justa e ambientalmente sustentável, pois o que se coloca no atual contexto é a necessidade de um outro modelo, não baseado na intensa extração de recursos naturais, que em pouco tempo levarão a exaustão das reservas minerais e de água potável e do solo. Modelo que implicaria outras formas de produzir, de consumir e de relação com a natureza, e, portanto, a superação do capitalismo.
A América do Sul foi região mais impactada no curto prazo pelo boom de commodities, apresentando alta taxa de crescimento, acompanhada de melhora da distribuição da renda e diminuição da pobreza, superior tanto ao período anterior como ao posterior. Entre 1980 e 2003, como indicou Santos (2015) e a CEPAL (2022), a região cresceu 2,8%. Durante o boom de commodities o crescimento médio do PIB foi de 5,3%, caindo para cerca de 1,0%, entre 2012 e 2019. Os termos de troca que cresceram cerca de 60% de 2000 a 2010 e caíram, de 2011 até 2019, 15,7%. Também observamos o incremento de reservas internacionais e valorização da moeda, que contribuiu para valorizar os salários.
O México, segundo Santos (2015), foi pouco afetado pelo boom de commodities, apesar deste país ser um exportador de petróleo. O PIB mexicano cresceu, entre 1980 e 2003, em média por ano 2,7%. Manteve este mesmo patamar entre 2004-2011. No período 2012-2019, apresentou, segundo a CEPAL (2019), um crescimento um pouco menor, cerca de 2,2%. A sua menor dependência em relação às exportações de commodities ajuda entender esse comportamento. Suas exportações cresceram 75% entre 2000 e 2008, enquanto as sul-americanas cresceram 324%. Este desempenho decorreu, em grande medida, do fato do México ser muito dependente dos EUA, além de exportar pouco para China e ter enfrentado acirrada concorrência chinesa no setor de manufaturados. O modesto crescimento do México se refletiu na parca redução da pobreza. Em 2002, o número de pobres situava-se ao redor de 39% da população, declinando para 36,3%, em 2010, ao mesmo tempo em que o número de indigentes crescia de 12,6% para 13,3% entre esses anos. Este país não apresentou grandes desequilíbrios externos e sua moeda não se valorizou como a dos países da parte sul do continente. Diferenciando-se dessa região, também não apresentou uma reprimarização de suas exportações, que continuaram concentradas em bens manufaturados.
Os países da América Central, segundo a Santos (2015) e a CEPAL (2016), também foram pouco atingidos pelo boom de commodities, dado que a região não é uma exportadora relevante de bens primários. Os termos de troca dos países da região, entre 2000 e 2010, declinaram 14%. O seu crescimento esteve vinculado no período muito mais ao financiamento externo, o que aprofundou a já grave situação de dependência regional. O desempenho das economias centro-americanas foi desigual no período. Panamá, República Dominicana, Honduras e Costa Rica apresentaram um crescimento relativamente acentuado, enquanto Belize, Haiti, El Salvador, Nicarágua e Guatemala apresentaram baixo ou moderado crescimento .
Embora o boom de commodities tenha contribuído de forma relevante para o crescimento econômico, para a redução da pobreza e para a diminuição da vulnerabilidade externa, a forma da inserção das economias latino-americanas como exportadora de bens primários e espaço de valorização fictícia de capital no capitalismo reforçou velhas estruturas vinculadas a exploração predatória de recursos naturais e a transferência de excedente para os centros do sistema. Processo evidente na reprimarização das exportações e no avanço da desindustrialização, sobretudo na América do Sul. Mesmos países que dispunham de uma economia mais diversificada, como o Brasil, vivem um processo de perda de densidade econômica desde o início do período neoliberal, tendência reforçada nos últimos anos. Os países com economias menos diversificadas, como a Venezuela, o Equador e a Bolívia, não obstante terem sido no período do boom de commodities governados por governos mais à esquerda, não conseguiram se aproveitar da situação para redirecionar o desenvolvimento, mesmo tendo se apropriado por meio de nacionalizações e maior regulação estatal de parte considerável da renda originada do incremento das exportações de bens primários, direcionando-a sobretudo para políticas sociais, o que, sem dúvida, foi importante, mas insuficiente para iniciar transformações socioeconômicas mais profundas.
Ou seja, os países da região passam por um processo de involução estrutural, acompanhado de aprofundamento da dependência e da subordinação e crescente degradação ambiental. O reforço das velhas estruturas também dificulta uma maior integração regional. Segundo Santos (2015) e a CEPAL (2016), a participação da indústria de transformação no valor agregado adicionado total, entre 2000 e 2014, declinou de 18% para 13,7% na região. Em 2000, 58,2% das exportações latino-americanas correspondiam a produtos manufaturados e 41,8% a produtos primários. Em 2013, 47,0% correspondiam a produtos manufaturados e 53% a primários.
As forças de centro esquerda e esquerda que assumiram vários governos na fase expansiva na América Latina implementaram padrões de crescimento fundados sobretudo na expansão do consumo, que tem fôlego curto, e nas exportações. Os limites desse padrão de crescimento foram explicitados com a crise estrutural aberta em 2008 e com a desaceleração da economia chinesa, eventos que acarretaram o esgotamento do ciclo expansivo das commodities.
O esgotamento deste ciclo é um fator importante para entendermos a guinada à direita e a reação neoliberal, sobretudo na América do Sul. Dos governos de esquerda e centro esquerda só o da Venezuela resistiu. Os demais foram vitimas de golpe de Estados ou foram derrotados em eleições. Estes governos não sobreviveram ao fim do ciclo de commodities. É óbvio que os golpes de Estado que derrubaram esses governos não podem ser explicados única e mecanicamente pelos processos econômicos. Inúmeros outros determinantes de ordem política interna confluíram para esse desfecho.
A profunda crise aberta em 2007-2008 abriu uma fase de baixo crescimento mundial, da qual a desaceleração da economia chinesa e a queda dos preços das commodities são desdobramentos. Embora a América Latina tenha reagido à crise a partir de políticas anticíclicas, a região parece ter entrado em uma fase de quase estagnação. Esta situação também deveu-se a um conjunto de problemas internos específicos a cada país, que não poderíamos aprofundar nos estreitos limites das presentes notas. O fim do boom de commodities e as tendências depressivas do conjunto da economia mundial denotam os limites de um padrão de crescimento dependente, em grande parte, das exportações de bens primários e do consumo, sustentado pelas políticas distributivistas, pelo incremento do crédito e do endividamento das famílias e empresas.
O capital adotou a austeridade fiscal e o arrocho dos salários e dos direitos dos trabalhadores como eixo de sua política para enfrentar a crise. Paralelamente, implementou reduções drásticas nas taxas de juros e uma política monetária largamente expansiva com o intuito de salvar o capital fictício. A China, enquanto isso, adotou políticas anticíclicas voltadas para direcionar sua economia para o mercado interno, diminuindo a dependência em relação às exportações. Estas saídas acirraram as disputas pela hegemonia mundial, pois a China, que esta longe de ser um país em desenvolvimento, tende a projetar-se, cada vez mais, como grande potência.
Os países, como o Brasil de Temer e Bolsonaro, que aderiram às políticas da austeridade e se aproximaram dos EUA, aprofundaram a tendência de baixo crescimento. Os recentes golpes de Estado na América Latina o enfraquecimento da UNASUL e da ALBA e o surgimento da Aliança do Pacífico, indicaram a retomada do neoliberalismo. Ao mesmo tempo em que a integração regional se enfraqueceu, como também a política Sul - Sul e a aposta nos BRICs, sobretudo em virtude da política do governo Bolsonaro.
A deterioração das condições econômicas e sociais levou a crescente resistência popular, observada no Chile, na Colômbia, na Bolívia e no Equador, que redundou na eleição de Fernandes na Argentina, de Arce na Bolívia, de Borici no Chile, Castillo no Peru e recentemente de Petros na Colômbia, indicando um retorno dos governos de centro-esquerda, só que em uma conjuntura muito mais difícil que a do início dos anos 2000. A retomada do reformismo vai enfrentar uma conjuntura de baixo crescimento global e de acirramento das disputas pela hegemonia entre os EUA e a China.
As dificuldades de Borici, no Chile, logo no início de seu governo, são ilustrativas. Desde logo, o governo chileno reafirmou seu compromisso com o dogma neoliberal da estabilidade fiscal, não obstante a adoção de medidas para auxiliar os setores mais vulneráveis. As medidas adotadas até o momento parecem não ser suficientes para enfrentar o aumento da pobreza e a elevada inflação. Não é casual que em pouco tempo a popularidade do governo tenha despencado.
A instabilidade do governo Castillo no Peru e as dificuldades de Fernandes, que enfrenta uma crise inflacionária, a estagnação da economia, a enorme vulnerabilidade externa e o aumento da pobreza, são outros exemplos das dificuldades que se colocam para essas forças que buscam imprimir novos rumos para a região.
Da mesma forma, não será nada fácil Petros aplicar seu programa baseado na reforma agrária; na transição do modelo de crescimento extrativista para uma economia ecológica, fundada no conhecimento e na soberania alimentar; na proteção da agricultura e da indústria nacional, no incentivo à produção de energias limpas, na introdução de uma reforma tributária progressiva, na adoção de programas sociais de transferência de renda para enfrentar a miséria e a fome, na proteção das minorias, na ampliação dos investimentos na saúde e na educação e na promoção da paz. Um programa com esta amplitude, que pretende atacar problemas estruturais, exigirá extensa mobilização popular incompatível com o reformismo limitado da primeira onda de governos de centro-esquerda na região. As eleições de outubro no Brasil adquirem, neste contexto, grande importância para a região. A provável vitória de Lula consolidará o avanço da centro esquerda e abrirá novas possibilidades para a América Latina.
A partir desse quadro e do aprofundamento da crise estrutural do capital coloca-se para os países latino- americanos a ruptura tanto com o modelo neoextrativista quanto com o modelo neoliberal.
Conclusiones:
Com o esgotamento do ciclo das commodities parece delinear-se para a América Latina um período de baixo crescimento e manutenção de uma inserção subordinada e dependente no capitalismo global. As fortes relações entre os EUA e as economias asiáticas, em particular a chinesa, estão sendo colocadas em xeque pela atual crise, o que parece abrir uma fase de acirramento das disputas em torno da hegemonia mundial. A América Latina, que está longe de ser uma unidade, encontra-se numa encruzilhada. A proposta das forças neoliberais na região continua sendo a austeridade, que busca recompor a lucratividade e competitividade a partir do arrocho dos salários, da degradação das condições de vida e da redução dos direitos sociais, acompanhando a resposta que o capital busca dar a crise de superacumulação. A esquerda terá que repensar suas estratégias de desenvolvimento e inserção na economia global. Contudo, terão que encaminhar essas questões em um contexto mais competitivo e menos dinâmico, marcado pelo acirramento das disputas pela hegemonia e sem o bônus do ciclo expansivo de commodities.
Bibliografía:
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Leite, M. V. C. (2017). Integração constrangida na América Latina: velhos e novos problemas do subdesenvolvimento no início do século XXI .Tese de doutorado, Instituto de Economia da Universidade Estadual de Campinas.
Santos. B. G. (2015). O ciclo econômico da América Latina dos últimos 12 anos em uma perspectiva de restrição externa. Revista do BNDES, 43, 205-251.
Svampa, M. (2019). As fronteiras do neoextrativismo na América Latina. São Paulo: Elefante.
Palabras clave:
Desenvolvimento, Ciclo de Commodities, Crise
Resumen de la Ponencia:
Este trabalho é fruto de pesquisas realizadas no âmbito do Programa de Iniciação Científica (PIBIC) da Universidade Federal da Bahia (UFBA) e do Programa de Relações Internacionais (UFBA), com o apoio do CNPq (Conselho Nacional de Desenvolvimento Científico e Tecnológico), FAPESB (Fundação de Amparo à Pesquisa do Estado da Bahia) CAPES (Coordenação de Aperfeiçoamento de Pessoal de Nível Superior) e UFBA. O objeto deste trabalho é a presença econômica da China na América Latina (AL) com foco no caso concreto do Brasil entre os anos 2000-2020. O objetivo é estudar o desenvolvimento desta presença a partir da atuação global da China; a natureza das China-AL e especificamente China-Brasil entre os anos 2000- 2020. Partimos do conceito de Imperialismo, a partir de Lênin (2012) e da Teoria da Dependência a partir de Marini (2000), assim como das interpretações contemporâneas deste conceito e Teoria. Nossa metodologia se desenvolveu a partir da interlocução dialética entre referencial teórico e dados empíricos. Desde 1978 a economia chinesa caminha rumo ao capitalista, a partir da associação entre Estado e capitais, como tratado por Souza (2018). O impulso estatal e a insubordinação ideológica, conforme discutido por Gullo (2014) permitem a projeção global da China a ponto de pôr em xeque a hegemonia norte-americana, apresentado desde então continente asiático uma crescente presença na AL. Para Lênin (2012), o Imperialismo é a fase superior do capitalismo marcada pela predominância dos monopólios, fusão entre capital financeiro e industrial, exportação de capitais etc. Estas características centrais permitem identificar o caráter imperialista da China, que contribui tanto para a diversificação como para o aprofundamento da condição dependente dos países da AL. As burguesias nacionais, por se beneficiarem diretamente da relação assimétrica China-AL, não atuam decisivamente para o rompimento do padrão dependente. Para corroborar empiricamente o crescimento da presença chinesa especificamente no Brasil temos que: Segundo o Atlas of Economic Complexity, a China em 2009 se tornou o principal parceiro comercial do Brasil respondendo por 21,3% das exportações brasileiras para um valor de US$ 21,7 bilhões, ultrapassando os Estados Unidos que na ocasião respondiam por 16% para um valor de US$ 16,6 bilhões. No que tande à presença dos capitais chineses no Brasil, segundo Cariello (2020), em 2010 a presença do capital chinês se concretiza alcançando o valor de US$ 13 bilhões. Em 2016, de acordo com Almeida (2019) os investimentos chineses corresponderam a US$ 226 bilhões, seguindo o padrão crescente dos investimentos chineses no mundo. E ainda segundo Cariello (2020), entre 2005 e 2020, 47% de todo o estoque de investimentos chineses na América Latina foram destinados ao Brasil.
Introducción:
De maneira geral há na atualidade duas posições bem distintas a respeito da compreensão sociopolítica da China do ponto de vista de sua economia nacional, e de sua atuação e situação no cenário internacional. Quanto à questão nacional, muitos tendem a compreender o respectivo país como um país socialista, afirmando a existência de um suposto socialismo com características chinesas, que é também a retórica oficial adotada pelos dirigentes chineses. Do ponto de vista de sua atuação internacional, muitos não definem a China como um país imperialista. Nossa posição é contrária a estas. Para nós, partindo tanto do ponto de vista conceitual no que tange o socialismo e o imperialismo, quanto do ponto de vista empírico, e logo da articulação destes, a China se constitui em um país capitalista e imperialista.
O trocadilho “imperialismo com características chinesas” que utilizamos no título deste artigo é uma espécie de provocação para chamar atenção ao modus operandi deste imperialismo que utiliza sistematicamente de um discurso de ganha-ganha em seus negócios bilaterais regionais com os países dependentes (Almeida, 2022). Contestaremos este discurso ao pontuar como nas relações entre a China e esse países dependentes, especificamente com o Brasil, aquele contribui para que se aprofunde o status dependente deste.
1.1 China, um Estado capitalista
Renildo Souza (2018) aponta, de modo substancial, que a série de reformas que se iniciaram na China a partir de 1979 passaram a orientar sistematicamente a economia chinesa a um funcionamento em prol da lógica de mercado e dos capitais privados. Neste estudo identificamos um conjunto de reformas chamadas orgânicas, pois modificam globalmente o caráter do Estado chinês: “[...] o curso efetivo da modernização chinesa, com a explosiva elevação do capital e o aumento do proletariado, vindo da agricultura, é consistente com o desenvolvimento da economia capitalista” (SOUZA, 2018, p. 53). E especificamente no que tange à retórica de um socialismo com características chinesas.
Não obstante as referências ao socialismo com características chinesas, a oratória dos dirigentes chineses justifica as reformas de desmantelamento das comunas populares, descoletivização da agricultura, privatização de parte da economia, dominação da lógica do capital e propagação dos valores ideológicos burgueses, com ameaça de bloqueio da perspectiva socialista (Souza, 2018, p. 65).
É possível identificar que nesse processo tudo aquilo que dizia respeito ao período maoísta passou a sofrer uma espécie de demonização, servindo também como combustível para as reformas liberalizantes (Souza, 2018). Neste sentido o autor aponta que
Em vez de simplesmente apontar os limites históricos de algumas formas econômicas específicas e os impasses, a direção do PCC, sob a liderança de Deng Xiaoping, adotou uma nova linha política, voltada para, globalmente, interditar a discussão tanto das possibilidades de correção da estratégia econômica maoísta, quanto da retomada do projeto socialista [...] Deng pintou a Revolução Cultural como caos e regressão, sobretudo na economia. Daí o apelo de racionalização, modernização, desenvolvimento das forças produtivas. (Souza, 2018, p. 47-48).
Mas este desenvolvimento das forças produtivas impulsionado por Deng deve ser compreendido como enquadrado dentro de uma perspectiva pró-mercado e capitais privados. Deng acreditava que o desenvolvimento econômico capitalista por si geraria mais riqueza e sua progressiva distribuição (Souza, 2018). Porém, “Hoje, o mundo e a China não confirmam essa tendência progressiva, crescente, essa marcha batida de justiça social na distribuição da riqueza. As desigualdades sociais exacerbadas são a crise do século XXI” (Souza, 2018, p. 51). Como chamar de socialismo uma situação na qual
[N]A China, avança e multiplica-se vertiginosamente o produto da atividade econômica, mas surge uma ínfima minoria dos ricos e bilionários, e ampliam-se as desigualdades. Melhoram as condições de vida de grandes massas da população, mas aparecem novas formas de privações para alguns setores sociais, como agricultores pobres. Os serviços sociais, de acesso público, são limitados. A exploração e a opressão sobre os trabalhadores são mantidas, estruturalmente (Souza, 2018, p. 52).
Com base no exposto acima, mas também em outros autores que tratam do assunto, assim como em uma série de dados empíricos analisados de forma articulada com a teoria que nos orienta, resta-nos perguntar: de onde partem aqueles que proclamam uma China contemporânea socialista? Não nos parece que partam da análise da realidade concreta.
1.2 China. Imperialista?
Diversos autores trataram do tema do Imperialismo, mas foi Lenin quem – se valendo criticamente das contribuições destes autores–, melhor sistematizou as características do Imperialismo (Lênin, 2011), compreendido por ele como uma etapa; a etapa superior do capitalismo. De forma resumida:
O imperialismo é, pois, o capitalismo na fase de desenvolvimento em que ganhou corpo a dominação dos monopólios e do capital financeiro, adquiriu marcada importância a exportação de capitais, começou a partilha do mundo pelos trustes internacionais e terminou a partilha de toda a terra entre os países capitalistas mais importantes (Lênin, 2011, p.218).
Vários autores atualizaram o conceito de Imperialismo a partir de Lênin, identificando nossas características e também novas fases. Boron (2005) identifica uma segunda fase do imperialismo, que se inicia no pós- Segunda Guerra Mundial; para ele, apesar das novas características que identifica, as características fundamentais do Imperialismo como apontadas pelos clássicos persistem e são aprofundadas. Em suas palavras:
“Mientras un puñado de naciones del capitalismo desarrollado
reforzó su capacidad para controlar, al menos parcialmente, los
procesos productivos a escala mundial, la financiarización de la
economía internacional y la creciente circulación de mercancías y
servicios, la enorme mayoría de los países vio profundizar su
dependencia externa y ensanchar hasta niveles escandalosos el hiato
que los separaba de las metrópolis. La globalización, en suma,
consolidó la dominación imperialista y profundizó la sumisión de los
capitalismos periféricos, cada vez más incapaces de ejercer un
mínimo de control sobre sus procesos económicos domésticos
(Boron, 2005, p. 75-76)”.
Boron (2005) faz uma crítica contundente àqueles que afirmavam ser a Globalização o fim do Imperialismo. Compreendendo que chamar a respectiva fase de Globalização seria ocultar a essência mais profunda do Imperialismo. Outra perspectiva apontada pelo autor é a possível compreensão da Globalização como uma nova fase da etapa imperialista.
Entre outras características dessa segunda fase, Boron (2005) aponta a existência e persistência de instituições como o FMI, BM e a OMC, etc. Para ele estes três órgãos constituindo-se “[...] de hecho simples agencias del gobierno norteamericano” (Boron, 2005, p. 77). Aponta também a existência de uma convergência interimperialista, com os ataques dos países imperialistas direcionados para os países dependentes; é uma fase também de predomínio do capitalismo a nível global. O autor ainda identifica um sistema internacional sob a hegemonia dos Estados Unidos, porém sob várias perspectivas relativiza essa hegemonia.
Mészáros (2003) e Chesnais (2008) identificam uma terceira fase do imperialismo, que se constitui em sua fase atual. Mészáros a considera como “a fase potencialmente fatal deste, correspondendo a uma profunda crise estrutural do sistema do capital no plano militar e político e que estaria sob o controle hegemônico dos Estados Unidos” (Ribeiro & Bomfim, 2021, p. 8). Chesnais aponta que:
“Nessa fase os interesses dos acionistas se tornaram prioridade da
administração do setor produtivo. A estes interessando em última
instância a multiplicação de seus dividendos em detrimento dos
interesses dos diferentes países e de suas populações. Desta forma
passa a haver uma grande preponderância do capital financeiro [...]”
(Ribeiro & Bomfim, 2021, p. 8-9).
É preciso pontuar que quando Mészáros (2003) escreveu seu texto a China ainda não era a atual potência como a conhecemos atualmente. E com relação a Chesnais (2008) é importante destacar que o capital financeiro identificado por ele tem uma natureza diferente do capital financeiro descrito por Lênin (2011). O capital financeiro abordado por Lênin tem lastro na produção, e o capital financeiro apontado por Chesnais é especulativo.
Harvey (2004) “aponta o surgimento de um novo imperialismo que se dá através de uma acumulação por espoliação devido a perda do domínio sobre a produção pelos EUA” (Ribeiro & Bomfim, 2021, p. 8). Nas palavras dele: “O que a acumulação por espoliação faz é liberar um conjunto de ativos (incluindo força de trabalho) a custo muito baixo (e, em alguns casos, zero). O capital sobreacumulado pode se apossar desses ativos e dar-lhes imediatamente um uso lucrativo” ( Harvey, 2005, p. 124).
Screpanti (2014) em sua teoria do imperialismo dá um papel de destaque para as multinacionais – de fato muitas vezes exagera esse papel em detrimento do papel exercido pelos Estados nacionais - . Ao enumerar vantagens e desvantagens em se exportar capitais por parte das multinacionais, este autor aponta que a busca por maior exploração e superexploração do trabalho são os principais motivos que impulsionam tais exportações. Essa posição é também defendida por Smith (2016). Para ele, após 1970 se intensifica um processo no qual empresas transnacionais através do processo que chama terceirização se dirigem ao Sul Global em busca de superexploração do trabalho. Trazendo o conceito de arbitragem internacional do trabalho este autor afirma que
“[...] a arbitragem salarial não deve apenas ser adicionada
às listas de fatores principais e secundários que afetam as
decisões de terceirização, mas deve ser apontada como
sua principal força motriz [...] A arbitragem trabalhista
global é o imperialismo capitalista por excelência. Aqui, o
capitalismo desenvolveu formas de extrair mais valia das
chamadas nações emergentes que são efetuadas não por
coerção político-militar, mas por forças de mercado [...]
(Smith (2016), p.192-198).”
Mas é importante mencionar e dar o devido crédito a Lênin, que já havia abordado essas questões antes dos dois autores mencionados acima. O autor já havia descrito que:
Enquanto o capitalismo for capitalismo, o excedente de capital não é consagrado à elevação do nível de vida das massas do país, pois significaria a diminuição dos lucros dos capitalistas, mas ao aumento desses lucros através da exportação de capitais para o estrangeiro, para os países atrasados. Nestes países atrasados o lucro é em geral elevado, pois os capitais são escassos, o preço da terra e os salários relativamente baixos, e as matérias primas baratas (Lênin, 2011, p.181).
Podemos afirmar então que na atualidade descrita por Screpanti (2014) e Smith (2016), esses capitais, mantendo fundamentalmente o mesmo modus operandis descrito por Lênin (2011) aprofundam seus poderes e aumentam vertiginosamente a capacidade de se expandirem globalmente. O capitalismo torna-se verdadeiramente hegemônico. Tais autores, com suas contribuições sobre o Imperialismo, nos trazem dados capazes de demonstrar que a China apresenta todas as características de um país imperialista. Lautenschlager (2017), analisando o período entre 2008-2012 aponta : “O processo de consolidação da liderança da China como mais importante fornecedor de bens de capital do mundo” (Lautenschlager, 2017, p. 211). De acordo com Souza (2018, p. 251):
“O gigantismo e o inexorável funcionamento dos capitais chineses já
impuseram e tendem a intensificar a necessidade orgânica e histórica de mais
mercados, mais lucros e mais acumulação, com penetração em todo o mundo,
com estruturais impactos políticos e sociais. São atingidas as as dimensões
econômicas mais diversas, desde o comércio, a tecnologia e inovação, os
recursos naturais, a força de trabalho e as finanças, inclusive a típica
exportação de capitais. Isso é próprio do grande capital, a partir de uma
superpotência, sobretudo nas condições do capitalismo do século XXI”.
É importante destacar que a China além de ser bastante atrativa do ponto de vista da exportação de capitais por parte de capitais estrangeiros, principalmente devido a presença da possibilidade de superexploração do trabalho em sua economia, que conta com a maior população do mundo, e logo com um mercado interno poderoso; também explora estes mercados ( de trabalho e consumidor) e exporta capitais que se direcionam a superexplorar a força de trabalho em países periféricos, como é o caso do Brasil. A seguir veremos a forma como ocorre essa atuação imperialista da China no que concerne à economia brasileira.
Desarrollo:
2. As relações econômicas China-Brasil (2000-2020): Imperialismo e Dependência
Compreendemos o Imperialismo e a Dependência enquanto uma totalidade, enquanto uma unidade do diverso, como nos ensina Karl Marx. Segundo Marini (2000), o fundamento da Dependência é a superexploração do trabalho, mecanismo que permite a transferência de mais-valor das economias dependentes para os países capitalistas centrais. Recordando Boron (2005): “A transferência de excedentes da periferia para os centros metropolitanos consiste em um mecanismo tradicional do imperialismo”.
A seguir, veremos dados empíricos sobre as relações desiguais que se estabelecem entre China e Brasil e como a potência asiática se beneficia desse mecanismo de transferência de valor citado acima. Os dados a seguir fazem também cair por terra o discurso tão conclamado de um suposto ganha-ganha neste tipo de relações com a China. Trataremos das relações econômicas sino-brasileiras nos últimos vinte anos, entre 2000-2020, observando o comércio bilateral e os investimentos chineses no Brasil, trazendo um quadro amplo e significativo da presença econômica chinesa no país, em interlocução com a teoria discutida anteriormente.
As relações econômicas entre Brasil e China crescem desde 2000, na esteira da ascensão chinesa internacional e do aumento da sua presença econômica e política no continente latinoamericano. Essa aproximação crescente com o Brasil, especificamente, e a América Latina, em caráter mais amplo, se relaciona também com a agenda expansiva da China no horizonte internacional, especialmente pelo processo de internacionalização de seus capitais, dentro de uma estratégia geopolítica altiva (Xing, 2016).
No caso brasileiro, o comércio bilateral vem crescendo, com destaque para a última década marcada pelo fato da China ter alcançado uma posição de destaque no comércio exterior brasileiro, ultrapassando países como Estados Unidos, Coreia do Sul, Japão, Alemanha, Inglaterra, e outros parceiros comerciais brasileiros regionais como a Argentina e o Chile. Exemplo disso é o fato do Brasil ser responsável por 48,3% do valor total das exportações latinoamericanas para a China na série histórica 2000-2020, cujo montante total foi de US$ 1,2 trilhão. Neste cálculo, conforme informações coletadas na base de dados do The Observatory of Economic Complexity (OEC), o Brasil exportou cerca de US$ 609 bilhões para a China.
Outra informação relevante sobre o comércio bilateral entre Brasil e China considerando o período 2001-2018 (em bilhões de US$): saiu dos US$ 3,2 bilhões, em 2001, para US$ 98,9 bilhões, em 2018. Esses dados contribuem para ilustrar o fato da China ter se tornado o principal parceiro comercial do Brasil, desde a década de 2010 (Almeida, 2019). A seguir, mais detalhes sobre essa relação entre Brasil e China no comércio bilateral.
2.1 - As exportações brasileiras para a China (2000-2020)
Conforme Almeida (2019), somente entre 2000-2003 o crescimento das exportações triplicou, saindo dos 2% em 2000 para 6% em 2003. Observando o quadro geral das exportações brasileiras para a China neste período 2000-2020, temos que o Brasil exportou US$ 609 bilhões, superando países latino-americanos como Argentina (US$ 88,3 bilhões), Chile (US$ 272 bilhões), Colômbia (US$ 38,9 bilhões), Venezuela (US$ 93,1 bilhões). Nestes US$ 609 bilhões, a pauta de exportação é composta, principalmente, por três produtos: Minério de Ferro (US$ 178 bilhões), Soja (US$ 206 bilhões), Petróleo Bruto (US$ 83,7 bilhões). A participação desses produtos nas exportações chegam a 76,9% do total, caracterizando um domínio do setor agropecuário e mineral nessas operações. A evolução das exportações para a China, em valores totais US$ FOB e dentro do período 2000-2020, segue o seguinte curso: 2000 (US$ 1,1 bilhão); 2001 (US$ 1,9 bilhões); 2002 (US$ 2,6 bilhões); 2003 (US$ 2,6 bilhões); 2004 (US$ 5,9 bilhões); 2005 (US$ 5,9 bilhões); 2006 (US$ 11,3 bilhões); 2007 (US$ 16,1 bilhões); 2008 (US$ 16,6 bilhões); 2009 (US$ 21 bilhões); 2010 (US$ 30,8 bilhões); 2015 (US$ 35,4 bilhões); 2020 (US$ 67,9 bilhões).
Importante destacar o crescimento da participação percentual da China nas exportações brasileiras, dado que o país lidera a participação média nas exportações dentro da série histórica 2000-2020 (considerando os índices específicos da China no período), com um percentual de 16,8%, seguida pelos Estados Unidos (13,4%), Argentina (7,2%), Holanda (4,3%) e Alemanha (3,5%), por exemplo. Ainda observando detidamente esse indicador, temos que a China, no ano 2000, tinha participação nas exportações de 1,9% e estava posicionada na 11ª colocação no ranking dos parceiros comerciais brasileiros. Nos anos posteriores, isso mudou significativamente e a China alcançou uma posição privilegiada nesse ranking, chegando aos 31,7%, ultrapassando países centrais do imperialismo, como Estados Unidos, Japão, Alemanha, países industrializados como a Coreia do Sul, além de países sul-americanos, como Argentina e Chile, estes últimos parceiros comerciais brasileiros no âmbito do MERCOSUL.
2.2 - As importações brasileiras da China (2000-2020)
O crescimento e aprofundamento das relações comerciais entre os dois países também pode ser observado no tratamento das importações brasileiras à China, no período 2000-2020. Nesse caso, no referido período, observamos que as importações brasileiras do país asiático corresponderam a US$ 452 bilhões. Decompondo esse valor, atenta-se para a diversidade da pauta de importação brasileira, destacando-se segmento como o de máquinas e equipamentos e seus principais representantes: Aparelhos telefônicos (US$ 20 bilhões), acessórios de transmissão (US$ 13,6 bilhões), componentes de máquinas de escritório (envolvendo processamento de dados) (US$ 13 bilhões), circuitos integrados (US$ 9,4 bilhões), computadores (US$ 9,3 bilhões), equipamentos de transmissão (US$ 8,4 bilhões). Nesse quadro de aprofundamento do comércio bilateral entre Brasil e China, cabe destacar a evolução das importações brasileiras do país asiático, no período 2000-2020, observando os valores totais US$ FOB no seguinte curso: 2000 (US$ 1,4 bilhões); 2005 (US$ 5,6 bilhões); 2006 (US$ 8,3 bilhões); 2007 (US$ 13,3 bilhões); 2008 (US$ 20,8 bilhões); 2009 (US$ 16,5 bilhões); 2010 (US$ 27,6 bilhões); 2015 (US$ 32,6 bilhões); 2020 (US$ 36,4 bilhões).
Nesse cenário, a participação chinesa foi estável. Entre 2000-2010, o índice percentual cresceu cerca de sete vezes, saindo dos 2% em direção aos 14%. Entre 2010-2020, o crescimento foi significativo: saiu dos 14% para os 22%, ultrapassando os Estados Unidos que em 2011, estavam no 1º lugar no quadro das importações brasileiras e à frente da China que ocupava o 2º lugar, com uma participação percentual de 14,9% contra 15,5% dos estadunidenses. Em 2012, a situação se inverte, com a China ocupando a primeira colocação e os estadunidenses descendo para a segunda colocação, com um índice percentual de 14,9%, contra 15,8% dos chineses. Desde então, a China detém o 1º lugar no quadro das importações do Brasil e consolida o status de principal parceiro comercial brasileiro.
Portanto, a China aumentou a sua participação percentual nas importações brasileiras na série histórica, garantindo-lhe uma posição de destaque no ranking dos países de onde o Brasil faz suas importações. Olhando retrospectivamente, conforme dados obtidos das bases de dados já citadas, a China saiu do 12º lugar ocupado no ano 2000, com uma participação percentual de 2,2%, para o 1º lugar em 2020, com uma participação percentual de 22,7%. Esse crescimento foi significativo, ultrapassando parceiros sul-americanos do Brasil (Chile e Argentina, por exemplo), além de países europeus e asiáticos (Alemanha, França, Japão, Coreia do Sul, por exemplo).
2.3 - Investimentos chineses no Brasil
A China também ocupa posição relevante nos investimentos externos no Brasil, sobretudo na última década, após a crise mundial de 2008 que reduziu os investimentos dos Estados Unidos e da Europa no país, abrindo um espaço maior para a entrada dos capitais chineses (estatais e privados) no Brasil. Schutte (2020) chama a atenção para o crescimento dos investimentos chineses no Brasil na década recente, dentro da expansão do capitalismo chinês em escala global pela internacionalização dos seus capitais (estatais e privados) chamado de going out/going global, isto é, a competição de grandes empresas em escala internacional (Silva & Dathein, 2014). Essa intensificação, como tratado por Schutte (2020), dos investimentos chineses no Brasil, atingiu um primeiro pico entre 2009 e 2010, superando os índices dos anos anteriores diante do ingresso recente da China nesse quadro dos principais investidores estrangeiros do Brasil.
A seguir, um mapeamento geral dos investimentos chineses no Brasil dentro da série histórica 2000-2020, para ilustrar a presença dos capitais chineses no Brasil. Cariello (2020) traz um histórico importante sobre os investimentos chineses entre 2007 e 2020 no Brasil em um relatório elaborado para a Comissão Empresarial Brasil-China (CEBC), trazendo sua análise geográfica e setorial destes investimentos. Ele chama a atenção que até o ano de 2020, o Brasil recebeu 47% dos investimentos chineses destinados à América do Sul, em relação ao estoque entre 2005 e 2020. Nessa mesma estatística, o Brasil aparece à frente do Peru (21%), do Chile (11%) e da Argentina (9%).
Observando o fluxo dos investimentos por valores (US$ bilhões) anunciados e confirmados entre 2010-2020, temos um total de US$ 92,6 bilhões anunciados (destes, somente US$ 82,8 foram confirmados). Em relação ao número de projetos entre 2010-2020, temos um total de 235 projetos anunciados (destes, somente 173 foram confirmados). 2010 foi o primeiro “pico” em relação às iniciativas dos capitais chineses no Brasil, aspecto que se repetiu entre 2016-2018, após uma variação no período 2011-2015. Nesses termos, a China rivaliza diretamente com países centrais do capitalismo, como Estados Unidos, França, Japão, Itália, em relação aos investimentos no Brasil: entre 2003 e 2019, o país asiático ficou atrás apenas dos EUA, em termos de estoque de investimentos, com um índice de 30,9% (contra 31,2% dos estadounidenses).
A distribuição setorial desses investimentos no Brasil entre 2007-2020, em relação aos projetos e seus respectivos valores confirmados, conforme Cariello (2020), se estrutura da seguinte forma: O setor de eletricidade e gás ocupa uma posição relevante com 48% dos valores confirmados e 31% dos projetos confirmados. Em relação aos valores confirmados, a extração de petróleo e gás também ocupa uma posição relevante contando com 28% do total, mas apenas 7% em relação ao número de projetos confirmados A área de extração de petróleo e gás conta com a presença de grandes estatais chinesas, como a China Petrochemical Corporation (Sinopec), China National Petroleum Corporation (CNPC). Grandes estatais chinesas também participam do setor de eletricidade e gás, a exemplo da China Three Gorges (CTG) e a State Grid, lembrando que o leque de empresas chinesas no Brasil, face à diversificação setorial dos investimentos, é diverso. A indústria manufatureira, que conta com 28% do total dos projetos confirmados, mas apenas 6% do total dos valores de investimentos confirmados, também é uma importante área de entrada dos capitais chineses.
Outra sinalização trazida por Cariello (2020), é a distribuição geográfica dos investimentos chineses no Brasil, ao longo desse período de vinte anos (2000-2020). A região Sudeste, atraiu cerca de 51% do total de projetos anunciados e confirmados pelas empresas chinesas no país. A região Nordeste vem logo atrás com 18%, seguida pelo Centro-Oeste com 12%, depois o Sul com 10% e por último o Norte com 8%. Detalhando essa estatística a nível dos estados nessas regiões, cabe destaque para São Paulo e Minas Gerais enquanto os principais estados nacionais na atração dos investimentos chineses (projetos confirmados) (São Paulo com pouco mais de 31% e Minas Gerais com mais de 8%), seguidos pela Bahia, com índice de 7,1%, classificado como o terceiro receptor do país nessa categoria, sendo sede de grandes projetos de infraestrutura e mobilidade com participação chinesa nos anos recentes.
Cariello (2020) também chama a atenção para a forma de ingresso dos investimentos chineses no Brasil, considerando os valores dos projetos já confirmados: 70% do total dos valores de projetos confirmados (estoque de investimentos) ingressam na forma de fusões e aquisições (M&A), isto é, comprando parte ou totalidade de empresas brasileiras e, secundariamente, parte ou totalidade de empresas estrangeiras presentes no Brasil, ou se fundindo com companhias brasileiras (tornando-se uma empresa única), dentro de atividades já existentes (iniciativas brownfield); 24% ingressam por meio de iniciativas greenfield, que são projetos novos, conduzidos por empresas chinesas (em consórcio ou sozinhas); 6% ingressam via joint-ventures, isto é, uma associação empresarial temporária de acordo com o projeto (normalmente é mais comum em projetos novos), onde cada empresa permanece com sua identidade preservada (diferentemente das fusões/aquisições, que geram uma empresa nova).
Segundo Cariello (2020), temos o seguinte panorama em relação aos projetos confirmados: 48% dessas iniciativas são projetos novos (investimentos/projetos greenfield), 40% são projetos que envolvem fusões e aquisições e 12% são projetos que envolvem joint-ventures. Os projetos greenfield se concentraram na atividade manufatureira, responsável por 40% do total ingressado, envolvendo produção de veículos automotores, máquinas e equipamentos, materiais elétricos, e eletrônicos. O setor de eletricidade, responsável por 31% do total ingressado, envolve principalmente a extração de petróleo e serviços de telecomunicações, tecnologia da informação e comunicação (TIC’s) e serviços financeiros. Tal estudo é importante para retratar que essas iniciativas impactam na economia brasileira, sobretudo pelas joint-ventures e sua capacidade de realizar parcerias e acordos de cooperação.
Conclusiones:
A expansão da China reverberou sobre o continente latino-americano nas décadas recentes, especialmente no plano econômico e diplomático. Não à toa, o país asiático é o principal parceiro econômico e comercial dos países latinoamericanos, sendo o 1º ou o 2º país que estabelece relações firmes com os estados da América Latina e Caribe. Esse fenômeno se materializa pela observação das relações entre o Brasil, que é um dos principais países do continente latinoamericano e o principal da América do Sul, com a China, identificando tendências gerais da relação China-América Latina e Caribe e aspectos específicos das relações sino-brasileiras.
No cenário geral, observando a discussão sobre o Imperialismo e a Dependência, elementos centrais para pensar e analisar a posição da América Latina e Caribe na ordem econômica e política internacional, temos que a China nesse relacionamento com os países latinoamericanos reforça a dependência destes não apenas no cenário geral, mas também específico no caso chinês. Uma dependência econômica, observada pelo perfil do comércio bilateral destes países que, exportam matérias-primas (gêneros agrícolas e da indústria extrativa, por exemplo) e importam produtos manufaturados, com alto valor agregado face à sua complexidade tecnológica e produtiva, conforme observado por Marini (2000) e Osorio (2012) ao tratarem da integração econômica latinoamericana no cenário internacional como provedora de artigos necessários para a atividade econômica dos países imperialistas centrais e mercado consumidor dos produtos e serviços vindos do centro capitalista, isto é, dentro de um processo de especialização produtiva do continente latinoamericano, com desenvolvimento econômico de baixa intensidade e condicionado às necessidades dos capitais estrangeiros. Tal estratégia continua se reproduzindo e se mantendo porque as burguesias nacionais destes países se beneficiam diretamente dessa condição, sem interesse de rompimento e estímulo à políticas econômicas que visem reduzir a dependência às economias centrais com ênfase na soberania nacional.
Há interpretações que não consideram a China como um país imperialista, pela sua política de “cooperação e ascensão pacífica”, sem fazer uso de poder militar para atingir seus interesses e objetivos estratégicos na relação com a periferia. Mas conforme a discussão trazida por diversos autores posteriores à Lenin (2011), como Boron (2005) e Chesnais (2007), o imperialismo nos tempos atuais perpassa por uma dominação econômica envolvendo Estados e grandes empresas. Logicamente, a China manifesta características de um país imperialista justamente pela esfera econômica, observando a atuação dos seus capitais estatais e privados nestes países, penetrando em áreas estratégicas (como energia, petróleo, gás e indústria) para favorecer a sustentação de seu modelo econômico, consequentemente, favorecendo a competição das empresas chinesas em escala global.
A reorientação do modelo econômico chinês para um arranjo capitalista associando Estado e iniciativa privada, é importante para compreender o desenvolvimento recente da China no plano internacional e analisar a necessidade que o país asiático tem de manter seu crescimento econômico das grandes empresas (estatais e privadas), dado que a China está sujeita às regras internacionais ainda que “drible” algumas (principalmente àquelas que pedem maior desregulamentação financeira). As relações da China com a América Latina, ainda que não impeçam o desenvolvimento econômico e industrial destes países, na prática reforça a dependência econômica e tecnológica destes e promove, pelas assimetrias econômicas e políticas, que os países latinoamericanos sirvam como elemento importante e mantenedor da reprodução dos capitais chineses.
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Palabras clave:
Imperialismo; Dependência; China-Brasil;
Resumen de la Ponencia:
Los últimos dos años han sido marcados por la pandemia que significó innumerables contagios y pérdidas humanas, pero también el revolucionamiento y la reconfiguración de lo social y de su relación con las capacidades y el conocimiento técnico-científico de las ciencias biomédicas. Lo cual es aún más evidente al observar que, la salud, el no contagiarse, incluso el vivir o morir en la región grancaribeña sí depende de las condiciones de desigualdad y marginación para acceder a la atención y los bienes sanitarios, entre los cuales se ubican las vacunas las cuales son el resultado de una carrera a contrarreloj por paliar los efectos del virus SARS-CoV2. Por ello el siguiente trabajo se propone explorar y sistematizar las implicaciones de la presencia y operación del mecanismo COVAX en la región Gran Caribe. A partir de una perspectiva crítica se propone considerar al mecanismo como una de las estrategias de la geopolítica de salud global, que prioriza y protege las relaciones de mercado sobre el derecho humano a la salud y la cual parece ser una respuesta estratégica a los acercamientos de otras estrategias como la rusa o la china en la región.Tal mecanismo opera en una estrategia dual y asimétrica, por una parte, protege a los países con mayores capacidades adquisitivas y al mercado que implica la industria farmacéutica y de la salud suprimiendo al multilateralismo con un esquema en el que operan los intereses de privados junto a las perspectivas de la Organización de Naciones Unidas (ONU) y de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Por la otra parte, se erige en una narrativa del acceso equitativo y justo a la vacunación y como posible respuesta a las condiciones de pobreza y desigualdad de países con menores capacidades, como en la región grancaribeña. Este trabajo ubica cuáles son los objetivos y la perspectiva del mecanismo, así como las implicaciones para la región grancaribeña de su operación. a partir de ejes como: el nulo apoyo a Centros de Investigación regionales para el desarrollo de alternativas de vacunación propias o la no producción de vacunas en la región por la protección de patentes, así como la distribución de los sueros, es decir ¿qué países, en qué momento y cuáles son los criterios por los cuales se distribuyen las vacunas? Para ello se propone una investigación documental breve pero rigurosa para dimensionar las implicaciones de la existencia del mecanismo COVAX en la región y la sistematización de los hallazgos para dimensionar lo que implica para la región las donaciones y la práctica de un mecanismo como COVAX.