Resumen de la Ponencia:
El objetivo de esta presentación es abordar aproximaciones a los movimientos y estudios feministas de discapacidad anglosajones, hispanoamericanos y del Sur Global, junto a algunos apuntes sobre el cuerpo, las sexualidades, la reproducción y los cuidados. Primero, se exponen las discriminaciones interseccionales, violencias y estereotipos dañinos contra mujeres con discapacidad y disidencias a nivel global, en vinculación a procesos de medicalización y deshumanización que habilitan –sobre todo en los casos de discapacidades intelectuales y psicosociales- tasas más altas de negación del ejercicio de autonomía y capacidad jurídica en el ámbito sexual y reproductivo. Con posterioridad, se abordan los estudios feministas de discapacidad, sus objetivos, orígenes, desarrollos y avances hacia una teoría feminista de la discapacidad, y sus articulaciones con otros activismos, experiencias y propuestas. En este marco, se relevan las críticas desde el Sur Global debido a la falta de análisis sociohistóricos, económicos e interseccionales de las condiciones vitales que dan emergencia a binarios especialmente opresivos para aquellas mujeres y personas con discapacidad racializadas. Por último, junto con ahondar en los ejes de investigación y activismo, y los temas y limitaciones de una sistematización de producciones hispanoamericanas; se presentan las distancias entre los estudios feministas de discapacidad hispanoamericanos y anglosajones, así como también con los activismos, en torno temáticas asociadas por un lado a los cuerpos y sexualidades, y, por otro, a la reproducción y los cuidados.
Introducción:
El objetivo de esta ponencia es abordar aproximaciones a los movimientos y estudios feministas sobre discapacidad anglosajones, hispanoamericanos y del Sur Global, junto con algunos apuntes en ellos sobre cuerpos, sexualidades, reproducción y cuidados.
Actualmente, las niñas y mujeres con discapacidad se encuentran en peor situación que las mujeres y hombres sin discapacidad, en particular en comparación con estos últimos, enfrentando desventajas socioeconómicas y culturales asociadas a la pobreza extrema. Además, con respecto a quienes viven en el Norte Global, enfrentan mayor intervención política e ideológica en sus decisiones reproductivas, implicando a autoridades estatales, la profesión médica y las familias y los cuidadores en condiciones injustas y prácticas discriminatorias.
Por lo tanto, las convenciones internacionales han reconocido la existencia de posiciones que requieren priorización, en consideración a las determinantes de discapacitación, vulnerabilidad y riesgo de violencia que enfrentan, destacando en particular el deber de los Estados de reconocer su capacidad jurídica en igualdad de condiciones con las demás personas y en todos los aspectos de la vida; junto con el deber de adoptar medidas para proporcionar acceder a los apoyos que requieran para ejercerlo.
Asimismo, se ha reconocido que la vivencia de la violencia de género tiene como consecuencia factores estructurantes de sus vidas que necesitan ser examinados desde una perspectiva interseccional. De acuerdo ella, los motivos de discriminación -ya sea directa, indirecta, por asociación, por denegación de ajustes razonables, por acoso o ya sea discriminación estructural o sistémica- interactúan al mismo tiempo y son inseparables, exponiendo a las niñas y mujeres con discapacidad a desventajas únicas.
Existen también una serie de prácticas nocivas y estereotipos paternalistas, que impiden su ejercicio del derecho a la protección contra la explotación, la violencia y el abuso; contribuyendo consecuentemente a la construcción de su vulnerabilidad.
Entre las violencias que experimentan están aquellas que se vuelven legal y socialmente permisibles al ocurrir en circunstancias estructuradas en torno a la falta de capacidad mental, lo que las hace imposible para personas que se considera que sí la poseen.
Así se crea una vulnerabilidad específica para las mujeres y niñas con discapacidad a través de la imposición de tutelas y barreras que les niegan apoyo para el ejercicio de su autonomía y capacidad jurídica, especialmente en el caso de discapacidad intelectual o psicosocial, quienes se presume que carecen de agencia y por tanto más se justifican regímenes clínicos, asistenciales, de control y de vigilancia restrictivos (López Radrigán, 2022).
La producción de esta vulnerabilidad configura, a su vez, una forma única de violencia epistémica que luego se acompaña de violencia material, a partir de un ordenamiento jurídico de la violencia como legal o ilegal en referencia a un enfoque medicalizado y generizado de capacidad mental.
En relación a esto, la salud y los derechos sexuales y reproductivos son un área donde enfrentan múltiples desventajas y violaciones de sus derechos humanos, así como discriminación interseccional y situaciones específicas de riesgo.
Las barreras y la ausencia o negación de sus derechos en relación a elecciones sexuales y reproductivas es especialmente grave en entornos institucionalizados.
Desarrollo:
Mujeres con discapacidad con un pie en las universidades y otro en la calle desarrollaron los estudios feministas de la discapacidad en el contexto anglosajón; en línea con la institucionalización durante las décadas de 1980 y 1990 de los estudios de mujeres y género en el universidades del Norte Global, y la crítica al discurso androcéntrico del tradicional movimiento desmedicalizante de la discapacidad (López Radrigán, 2020).
En oposición a un llamado enfoque “fatalista” que había enmarcado hasta finales de la década de 1980 y principios de la década de 1990 algunas investigaciones de doble discriminación, mayor vulnerabilidad y exclusión sociopolítica y económica de mujeres con discapacidad; se recuperaron aportes del modelo social materialista de la discapacidad y teorías feministas críticas y posmodernas.
Con el fin de resaltar la encarnación de la experiencia de la discapacidad como respuesta a la falta de visibilidad y politización de sus aspectos vivenciales y situacionales, criticaron la invisibilidad de la discapacitación de mujeres en debates públicos, políticas, programas e investigación social y feminista de la discapacidad, acusando la reproducción de una relación opresiva, colonialista, capacitista, discapacitista y sexista. Una relación atravesada a su juicio por un modelo médico normalizador y homogeneizador, basado en la regulación y control de los cuerpos; y entrelazada, además, con un modelo de dominación masculina, que generaliza la experiencia de los hombres con discapacidad como única y neutral, y define a las mujeres en base a sus diferencias corporales como incapaces y dependientes, objetos de compasión y rehabilitación.
Frente a ello se reivindicó a las mujeres con discapacidad como sujetas políticas, articulando género y discapacidad desde el sentido y la encarnación de experiencias específicas, buscando el reconocimiento y respeto a la diversidad con el foco en el cuerpo como lugar donde los recursos y estrategias de control, la resistencia y la autorrealización se ponen en juego, más allá de las situaciones de exclusión.
Para Thomas (2007), habría dos frentes de trabajo feminista dentro de los estudios de discapacidad. Primero, llevar la teoría y la práctica de la investigación del feminismo tradicional a los estudios de discapacidad, y usarlo para construir nuevas perspectivas y conocimientos. Y segundo, criticar el feminismo dominante por no tomar en serio la discapacidad y el discapacitismo y por no intervenir en los debates en un intento de influir en la investigación teórica y desarrollos feministas.
Así, dentro de los estudios críticos e identitarios, con desarrollos desde Estados Unidos y España; ha habido progreso entrando en el siglo 21 en un teoría feminista de la discapacidad, que recoge el conocimiento de los activismos anticapacistas y disciplinas como literatura, educación, género y estudios de la mujer, estudios africanos, arte, filosofía, teoría queer y estudios sobre sexualidades.
De esta manera, ha hecho posible resistir y reescribir -todavía desde espacios marginales de la producción académica feminista y los movimientos sociales- las nociones de debilidad, carencia y deficiencia, asociadas al género y la discapacidad, a partir de lo cual la producción de la intersección de ambas como otredad se intensifica.
Asimismo, ha propuesto cuatro dominios (representación, cuerpo, identidad y activismo/militancia) donde la discapacidad permite generar investigación crítica, y abordar temas como la unidad de la “mujer” como categoría, el estatuto del cuerpo vivido, la política de la apariencia, la medicalización del cuerpo, el privilegio de la normalidad, la sexualidad y la construcción social de la identidad, entre otros.
Dentro de los feminismos, los estudios feministas de la discapacidad podrían inscribirse en lo que ha sido denominado “feminismo de tercera ola”, articulándose con enfoques como el político-sexual radical del movimiento feminista de la segunda mitad del siglo XX; y ética feminista del cuidado.
Los estudios feministas de la discapacidad tomaron específicamente de los feminismos interseccionales la posibilidad de situar sociohistóricamente la construcción discursiva de ciertas categorías de identificación, el conflicto que emerge de ello a nivel ontológico al considerarlas condiciones definitorias; y el análisis de los mecanismos que actúan interrelacionadamente en la construcción y configuración de sistemas, relaciones y experiencias simultáneas e interdependientes de dominación y resistencia (López Radrigán, 2020).
En esta línea, también tomaron el énfasis en la heterogeneidad y diversidad del trabajo teórico y activista y la necesidad de alianzas en una lucha común con otros grupos; por ejemplo, con activismos gordos y de la antipsiquiatría. En este sentido, la "doble militancia" en la participación de académicos y activistas de los movimientos sociales feministas y de la discapacidad ha permitido la incidencia de sus voces, al mismo tiempo que ha promovido el desarrollo de la investigación.
Desde estudios feministas de la discapacidad en el Sur Global (Frohmader y Meekosha 2012; Erevelles y Minear 2017), se enfatiza su potencial radical no realizado debido a la desconsideración en el análisis de los aspectos socio-históricos y condiciones económicas que, mediadas por la raza, la etnia, el género, la clase y la política sexual, influyen en la vida de las personas con discapacidad y dar lugar a binarios opresivos.
En esta línea, sería importante agregar dimensiones históricas, contextuales y lingüísticas del Norte Global/Sur Global y de poblaciones indígenas al análisis del área; así como explorar la experiencia de opresión socioeconómica e invisibilidad en el Tercer Mundo de personas racializadas con discapacidad, mujeres y/o cuidadores; y para destacar la discapacidad en las discusiones sobre la interseccionalidad como constitutiva de la mayoría de las diferencias y desigualdades.
Si bien la producción hispanoamericana de estudios feministas sobre discapacidad es escasa, del mismo modo que a nivel global las mujeres son el principal sujeto de análisis, expuestas a un mayor número de opresiones (López Radrigán, 2020).
En particular el cuerpo y la sexualidad se convierten en fuente de patologización para discursos estatales, religiosos, mediáticos y biomédicos, así como para movimientos feministas y de discapacidad donde se las expropia del derecho a decidir sobre ello, asexualizándolas e infantilizándolas.
Las alianzas cuir-crip han relevado la sexualidad como un espacio particular de agenciamiento y lucha por la autonomía, mientras que, desde América Latina, el concepto de transchueco ha sido concebido como una radicalización y politización de la experiencia de discapacidad. Busca democratizar la lucha por un proyecto emancipatorio y la resistencia corporal de grupos sociales ubicados en los márgenes, constituyendo la intersección en un mismo cuerpo de lo sexualmente desviado y lo chueco, cojo, lisiado o tullido (Villa, 2020).
Una demanda importante dentro de estas alianzas es la asistencia sexual, que está menos presente en la academia que en las voces de los movimientos sociales, suscitando críticas desde el activismo feminista radical español y algunas preocupaciones desde América Latina.
Para autores como Míguez (2020) existe la posibilidad de cosificación de los cuerpos que participan en los servicios de acompañamiento sexual, y también la normalización de la sexualidad y la patologización y la búsqueda de soluciones a través de una perspectiva médica (esto, debido a la probabilidad de que los servicios se estructuren dentro del sector de salud).
Finalmente, en lo que respecta al cuidado y la reproducción, cabe señalar que más allá de la implicancia histórica y la persistencia global de prácticas eugenésicas de negación del ejercicio de la sexualidad y la reproducción a diversos grupos con menor capital social, simbólico y cultural, haciéndose con el control de su cuerpo, reproducción y sexualidad; uno de los grupos más perjudicado por estas prácticas es precisamente el grupo de mujeres con discapacidad y disidencias.
Estas prácticas, respaldadas por discursos médicos y sociales, incluyen diversas violencias médico-legales heteropatriarcales, racistas y capacitistas como: el aborto forzado, la anticoncepción forzada y la esterilización forzada, junto a la prohibición o disuasión del ejercicio de la maternidad y maternaje.
En este marco y arraigado en perspectivas materialistas y políticas de coalición, una agenda de justicia reproductiva feminista de la discapacidad abogaría por la politización de los debates y articulaciones de reclamos en torno a la reproducción y el trabajo de cuidados, históricamente feminizado y precarizado, no reconocido y relegado a la esfera privada.
Conclusiones:
Una agenda de justicia reproductiva feminista de la discapacidad implicaría reclamar el reconocimiento y la redistribución del trabajo de cuidados, pero considerando la pluralidad de corporalidades que pueden querer ejercer la maternidad y las condiciones en las que hoy en día son habilitadas o no para tomar estas decisiones.
Implica, por tanto, una radicalización de las demandas feministas tradicionales (Erevelles y Minear, 2017), en tanto traza una horizonte anticapacitista de liberación que apuesta por el sostenimiento colectivo de la vida y los deseos de todos los cuerpos, incluidos aquellos que requieren una organización social que diferencialmente les brinde servicios de apoyo y asistencia personal (y sexual), para que puedan y podamos todos podamos ejercer autonomía en todas las decisiones de nuestra vida, incluidas las relacionadas con reproducción.
Esto permitiría trascender los límites de la tradición feminista eugenésica en luchas por el aborto (López Radrigán, 2020) y de la imagen moderna de un sujeto reproductivo, normativamente capacitado, autosuficiente e individualmente hiperresponsabilizado del trabajo de cuidados (Deutscher, 2017). De acuerdo a esta imagen, dicho sujeto está condenado a brindar protección constante a un otro, en una relación jerárquica, donde la persona cuidada se convierte en una carga y/o un locus de control extremo, debido a la evaluación constante de la sociedad y los Estados coloniales de "habilidades de cuidado normativas”, atravesadas por criterios racistas y capacitistas generizados (Erevelles y Minear, 2017).
Podríamos pensar en el cuidado como un trabajo sexualmente dividido que necesita ser reconocido y redistribuido, pero también como una relación productiva y reproductiva donde se habilitan y deshabilitan vínculos sociomateriales y afectivos, entre seres humanos y no humanos cuyas agencias son siempre interdependientes.
Esto implica situar particularmente al sujeto reproductivo y su toma de decisiones en el marco de regímenes complejos e interrelacionados, atravesados por sistemas heterpatriarcales, capitalistas, racistas y capacitistas, que condicionan no solo las instituciones sino que prácticas cotidianas y subjetividades.
Una agenda de este tipo puede contribuir a desmantelar estas opresiones (internalizadas), en tanto luche por que al menos la consigna “la maternidad será deseada o no será”, muy popular en movimientos feministas latinoamericanos, devenga real para todas las mujeres y cuerpos, incluyendo aquellos con discapacidad.
Bibliografía:
Deutscher, P. (2017). Crítica de la razón reproductiva. Los futuros de Foucault. Buenos Aires: Eterna Cadencia.
Erevelles, N. y Minear, A. (2017). Unspeakable Offenses: Untangling Race and Disability in Discourses of Intersectionality. En L. Davis (Ed.), The Disability Studies Reader (pp. 375-390). New York: Routledge.Frohmader, C. y Meekosha, H. (2012). Recognition, Respect and Rights: Women with Disabilities in a Globalised World. En D. Goodley, B. Hughes y L. Davis (Eds.), Disability and Social Theory. New Developments and Directions (pp. 287-307). London: Palgrave Macmillan.
López Radrigán, C. (2020). Estudios feministas de discapacidad en Iberoamérica: una aproximación al estado de la discusión. Nómadas, (52), 97-113.
López Radrigán, C. (2022). La Discapacidad Desde Una Perspectiva Interseccional: Apoyos y Barreras en Materia Sexual y Reproductiva. En M. Bach y N. Espejo (Eds.), Capacidad jurídica, discapacidad y derechos humanos: Hacia un enfoque integral (pp. 55-80). México DF: Corte Suprema de México.
Míguez, M. N. (2020). Discapacidad y sexualidad en América Latina: hacia la construcción del acompañamiento sexual. Nómadas, (52), 133-147.Thomas, C. (2007). Sociologies of disability and illness. Contested ideas in Disability Studies and Medical Sociology. UK: Red Globe Press.
Villa, Y. (2020). Ammarantha Wass: experiencia trans-chueca de una maestra en la Universidad Pedagógica Nacional. Nómadas, (52), 243-255.
Palabras clave:
discapacidad
feminismo
cuerpo
sexualidades
reproducción
cuidados