Honduras -
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Resumen de la Ponencia:
El presente trabajo, tiene por objetivo determinar la construcción del objeto que se utilizó en la obra “Expulsiones, brutalidad y complejidad en la economía global”. La expulsión sería la consecuencia última de interés de la autora Saskia Sassen, la cual, se da, mediante operaciones que pueden ser desde las más sencillas de las transacciones de mercado, hasta formas sofisticadas en las que intervienen diferentes actores sociales y políticos. El concepto de expulsiones no se debe tomar a la ligera, existen conceptos que están asociados al mismo y que también fueron analizados por la autora como el de desigualdad y exclusión, pero, a diferencia de este último, las expulsiones representan una nueva situación de desprotección social de forma inmediata producto de decisiones que se toman en diferentes niveles de la economía asociados con el poder ejecutivo mayormente, en cambio, la exclusión social es una categoría a la que se llega luego de un largo recorrido en la vida de las personas. Las expulsiones, serían el paso transitorio a la exclusión, por lo que, en el presente trabajo se abordarán las dinámicas de expulsión que han sido observadas por la autora, para, determinar, en la medida de lo posible, si ha realizado una correcta construcción de su objeto de estudio en cuanto a mostrar cómo se desarrollan los procesos de lo que ella misma llama tendencias subterráneas y que tienen que ver con las formaciones predatorias.
Introducción:
El concepto de expulsiones no se debe tomar a la ligera, existen conceptos que están asociados al mismo y que también fueron analizados por la autora como el de desigualdad y exclusión, pero, a diferencia de este último, las expulsiones representan una nueva situación de desprotección social de forma inmediata producto de decisiones que se toman en diferentes niveles de la economía asociados con el poder ejecutivo mayormente, en cambio, la exclusión social es una categoría a la que se llega luego de un largo recorrido en la vida de las personas. Las expulsiones, serían el paso transitorio a la exclusión, por lo que, en el presente trabajo se abordarán las dinámicas de expulsión que han sido observadas por la autora, para, determinar, en la medida de lo posible, si ha realizado una correcta construcción de su objeto de estudio en cuanto a mostrar cómo se desarrollan los procesos de lo que ella misma llama tendencias subterráneas y que tienen que ver con las formaciones predatorias.
Desarrollo:
Para entender las expulsiones desde el punto de vista de la autora, se comenzará con un ejemplo concreto que utiliza, consiste en la expulsión de los trabajadores de bajos salarios y desempleados de los programas gubernamentales de salud y bienestar social, quienes, además, quedan expulsados de los seguros que ofrecen las corporaciones y las ayudas por desempleo (p. 11). Se refiere entonces, a aquellas personas que habían tenido de manera reciente una condición de empleo, pero, debido a la lógica en la que viene operando el sistema económico sobre todo a partir de los años ochenta, estos nuevos desempleados se han convertido en expulsados del sistema económico.
Otro ejemplo que se utiliza es el de las concesiones y compras de tierras en países que ofrecen este servicio, como los países del llamado Sur Global (países pobres) por parte de los países del Norte Global (países ricos), quienes en su mayoría utilizan dichas compras para la minería y el uso de los recursos hidráulicos, la puesta en operación de las actividades de la minería y las hidroeléctricas es capaz de transformar el ambiente de determinado lugar, generando lo que la autora llama tierras y aguas muertas (p. 12), lo que provoca la expulsión de las comunidades ahí asentadas, así como la vida misma de la biósfera del lugar.
Los casos utilizados por la autora para explicar las expulsiones, son casos extremos, como cita la misma, pero, eso no significa que no existan a nivel micro expulsiones que también sean producto de decisiones a nivel local por parte de los actores sociales clave en la toma de decisiones, para el caso, aunque exista una política desde el poder ejecutivo de concesiones mineras, también existen políticas desde los gobiernos locales que pueden impedir este tipo de acciones que al final lo que generan es destrucción del ambiente y la expulsión de los habitantes de la zona.
Entonces, ¿Cómo se da el paso de ser expulsados a excluidos? Cuando existe un cambio en la condición preexistente, por ejemplo, se puede pasar de expulsados por el otorgamiento de tierras a empresas o países extranjeros, y luego éstos se convierten en refugiados formales e informales, la categoría anterior ya tiene una connotación de excluido, porque conlleva una serie de nuevas situaciones en que se precariza la vida misma. Otro ejemplo es el de los nuevos desempleados que se ven obligados a migrar a países como Estados Unidos y son almacenados en cárceles, lo cual en los últimos años se ha convertido en un negocio muy lucrativo para las empresas dedicadas al rubro, también, los miles de hombres y mujeres en buenas condiciones para ser trabajadores, pero que no lo son, y se ven obligados a vivir en guetos o barrios pobres, entonces, al ser nuevos desempleados entran en la categoría de expulsados, y cuando ya les toca vivir en condiciones negativas por un largo período de tiempo, se convierten en excluidos.
La autora reconoce que la exclusión social y la desigualdad es prácticamente la forma de vida de millones de personas en el mundo, pero, su hipótesis es que a partir de la década de los años ochenta se asiste a un fenómeno que necesita ser revelado, y es el de las expulsiones, a lo largo de su obra utiliza datos empíricos para demostrar su posición, dice que a la escala actual en la que se están produciendo los pobres, los desplazados, y los desempleados no se había asistido antes de los ochenta, un caso concreto que utiliza es el de los nueve millones de familias expulsadas de sus viviendas en Estados Unidos en apenas una década durante y posterior a la crisis financiera de 2008 (p. 13), también, en Europa la situación no es diferente, allí los desalojados siguen siendo responsables de la totalidad del préstamo aun luego del desalojo (p. 61). Lo interesante de casos como los anteriores es que están sucediendo en países del Norte Global, lo que ofrece un indicador de que en los países del Sur Global la situación puede ser más caótica.
Para construir la categoría de expulsiones, la autora recurre a otras categorías como el de selección salvaje (p. 14), de esta forma, intenta dar mayor lucidez a su propuesta teórica. Dicha selección salvaje, funciona de manera paralela con importantes avances en las finanzas, con una administración pública especializada, con tecnologías capaces de procesar enormes transacciones bancarias y con todo el avance en la ciencia y la tecnología de la actualidad, por lo que, la autora plantea un enigma social, se pregunta ¿Acaso todas estas capacidades no deberían servir para el desarrollo humano? Contrario a eso, se ha visto un incremento de la desigualdad social, mayores grupos sociales excluidos, procesos de expulsiones masivas visibles, pero, por otro lado, existen mayores concentraciones de riquezas en unos determinados grupos minoritarios. Eso es lo que la autora llama la selección salvaje, utiliza un término de la biología que da a entender que estas minorías son las que la evolución dejaría, y el resto perecerá o quedará en la exclusión social.
Siguiendo lo anterior, también hace utilización de la categoría “tendencias subterráneas” (p. 16), con lo que pretende cuestionar las categorías más conocidas como exclusión social y desigualdad, no con el afán de replantearlas, sino, más bien de intentar entender los cambios radicales que se han provocado a partir del período de estudio que se propone, la autora resalta que la situación actual va más allá de la desigualdad como concepto, así como también de la expulsión, ella pretende realizar un análisis a nivel del suelo, o sea, conocer tan de cerca un fenómeno para comprenderlo de la mejor manera, por ende, como ya existen marcos teóricos para explicar los conceptos familiares de desigualdad y exclusión, dice que no son suficientes para las dinámicas que observa en la presente obra. Por lo que, ver dichas tendencias subterráneas ayuda a evaluar si los problemas de hoy son versiones extremas de cosas viejas o manifestaciones de algo nuevo y perturbador (p. 16).
Aunque, en la obra no aparecen datos concretos de dichas tendencias subterráneas, porque lo que pretende es reconocer que existen cosas que aún no conocemos, la autora inicia una ruptura epistemológica, dice que la especialización de la investigación, el conocimiento y la interpretación con sus métodos para los significados, no siempre ayudan en el esfuerzo por detectar dichas tendencias, porque se está muy familiarizado con lo que ya cuenta con un canon, por lo que, pretende con este trabajo conceptualizar y visibilizar a los expulsados. Ya que, muchas veces los métodos para proteger las fronteras de los significados no permiten que salgan a flote otros fenómenos que se están dando y que no quedan tan visibles al ojo del investigador.
En lugar de solo ver más desigualdad, más especulación financiera o avance de la minería, la autora pretende ver las expulsiones, es un esfuerzo por des-teorizar hacía abajo los elementos más básicos de categorías más familiares como la de desigualdad o exclusión las cuales ya tienen un enorme peso en la literatura científica. La autora hace utilización del racionalismo aplicado cuando intenta lograr que los datos que obtiene de la investigación empírica le permitan una recodificación conceptual de las categorías familiares, por la categoría de las expulsiones (p. 17). Es así como, la autora al utilizar casos concretos en diferentes países también sobrepasa categorías muy utilizadas como capitalismo y comunismo, en su investigación, da cuenta de que no importa el régimen político y económico de los países, están sucediendo acciones concretas que generan expulsados, por lo que, esas tendencias subterráneas pretende llevarlas al nivel del suelo, esa es su construcción del objeto.
Siguiendo lo anterior, la autora analiza casos concretos como el de los niveles de toxicidad en el largo plazo de las mineras Norilsk en Rusia, y la minera Zortman-Landusky en Montana, EE.UU, quienes van a generar procesos de expulsiones de los habitantes de la zona por sus actividades económicas, lo interesante es que en dos países que antagonizan por liderazgo económico están sucediendo expulsiones por conflictos en la tierra y la lucha por los recursos, lo que indica que a un nivel estatal también se producen, pero, además, ambos países utilizan nuevas formas de enclave en los países del Sur Global. Esas peculiaridades y expulsiones en el Norte Global dan indicaciones de que está pasando algo más que desigualdad y expulsión social, que hay unas lógicas no visibles que están operando, y es el interés de la presente obra.
Un actor clave en estas nuevas dinámicas de expulsiones son las finanzas. Tradicionalmente la banca ha trabajado vendiendo dinero, pero, las finanzas venden algo que no tienen, es así como necesitan titularizar (invadir) sectores no financieros, utilizando una herramienta que se llama los derivados, que consisten en instituciones, títulos de valores, deudas, patrimonios, entre otros, y los comercializan en el mercado, esto permite que una persona en un país lejano, o en la misma comunidad, tenga acceso a dicho bien localizado en un mismo territorio, o no. Para el año 2005 se estimaba que el valor de los derivados pendientes era de 630 billones de dólares, lo que equivalía a catorce veces el Producto Interno Bruto (PIB) global (p. 20). Lo anterior, es importante, porque da una visión de cuales son las prioridades en esta fase de estudio del capitalismo, y claramente no son las personas y sus beneficios como en los tiempos de la posguerra, sino, los territorios, los bienes y sobre todo los recursos naturales, esa prioridad por lo anterior, genera de manera automática expulsiones en diferentes países del mundo, sobre todo en los del Sur Global.
Una vez que se producen las expulsiones, en muchos casos, las personas terminan aglomerándose en las llamadas ciudades globales ocupando espacios que luego se convierten en polos marginales que caen en la exclusión social. Por lo que, la autora pone de manifiesto otra categoría, la de los oprimidos, como víctimas de estos actores globales financieros que cada vez son más deslocalizados por medio de complejos sistemas que combinan personas, redes y maquinas especializadas en matemáticas (p. 21), lo interesante con la categoría de los oprimidos es que antes del período de estudio del presente trabajo, estas personas se manifestaban en las calles y exigían cambios al sistema, pero, en la actualidad, la dinámica consiste en quedar en la expulsión y migrar hacía otros espacios como las ciudades globales o las periferias marginadas de las localidades donde antes tenían la reproducción de su vida. Lo que pone de manifiesto que están sucediendo procesos a nivel subterráneo que no han sido visibilizados para entender dicho cambio en las personas excluidas.
Por otro lado, la autora introduce la categoría de “formaciones predatorias”, la cual consiste en una combinación compleja de políticas públicas tanto nacionales como internacionales, sobre todo con la participación del poder ejecutivo de cada país tanto en el norte global, como en el sur global, así como el capital financiero analizado anteriormente y algunas decisiones individuales que se toman en el nivel local. Estas formaciones se vienen observando sobre todo a partir de la década de los ochenta, y un ejemplo concreto es que, en la década iniciada en el 2000, un 10% de la población en los EE. UU con una escala alta de ingresos, recibió el 90% de los ingresos. Situación que no ocurría de forma tan evidente en el tiempo de la posguerra y el keynesianismo. Modelo que no era perfecto, pero, tenía la capacidad de generar un sector medio creciente que se expandió durante varias generaciones (p. 25). Además, la desigualdad también creció en países donde no se veía dicho fenómeno como en Alemania, Finlandia y Suecia durante la misma década (p. 44).
Otra evidencia empírica de las formaciones predatorias en EE. UU fue que durante el período de 1983 a 2009, las ganancias de la riqueza fueron para los dos quintiles más altos, o sea, el 5% más rico de los estadounidenses recibió el 81.7% del total de la riqueza ganada. Contrario a los quintiles más bajos que tuvieron una disminución de su riqueza (p. 47), esta evidencia demuestra dos conceptos utilizados por la autora, el de selección salvaje, que se muestra como una especie de formación subterránea, pero, que al quedar visibilizado por la evidencia empírica se convierte en una formación predatoria, porque no es algo natural, sino que es provocado por diferentes formas sofisticadas de acumulación de capital.
Por otro lado, la categoría de expulsados conlleva algo más profundo, y es que los desempleados que lo pierden todo (vivienda, seguro médico, compensaciones corporativas) que normalmente era con la renta del sueldo que reproducían su vida, quedan fuera o lo que la autora llama “al filo del sistema” de lo que define el concepto de economía, en el sentido de que, por ejemplo, si estas personas se suicidan al quedar excluidos o migran, quedan fuera de las mediciones estándar que realizan los países para reportar un crecimiento en su economía, tendencia muy utilizada por los ministerios de economía de los países tanto del sur como del norte global para mejorar sus indicadores y volverse acreedores de más préstamos por parte de los Organismos Financieros Internacionales (OFI´s). Lo que refuerza lo mencionado anteriormente respecto a que en la fase actual del modelo de acumulación no son las personas las que importan.
En Honduras, un caso de expulsiones alarmante son los migrantes con la modalidad de las caravanas, las cuales parecen ser un buen negocio para el Estado, al ser importantes cantidades de compatriotas que ya no van a protestar, ni intentarán cambiar el sistema económico, sino que, comenzarán a mandar remesas, las cuales suplen el descuido estructural en el país, con un costo social para los migrantes y sus familias que poco ha sido discutido por los gobernantes.
Por otro lado, en el norte global, la autora llama la atención acerca de si la reestructuración brutal en países como Grecia, fue emprendida para obtener un espacio económico mejor, pero manejable, que muestre un crecimiento del PIB de acuerdo con las métricas tradicionales (p. 56), ya que, en este país, se vio reflejado un leve aumento del PIB a partir de 2013 con las medidas impuestas por los OFI´s, pero, eso excluyó a los ciudadanos que se han quedado sin vivienda, sin empleo y que han tenido que recurrir a las cocinas de caridad o incluso al suicidio, así como también a la migración fuera del espacio europeo. La evidencia demuestra que lo anterior ha incrementado la tasa de suicidios y los intentos de este, para el caso, se reportó un aumento del 40% de suicidios en el 2011 en Grecia respecto al año anterior, así como un aumento en el consumo de drogas y sus negativas repercusiones a la salud pública, lo que parece tener relación directa con el aumento del desempleo que pasó de un 13.9 a un 20.9% en el mismo período de estudio (p. 69).
Otra evidencia de las expulsiones, son los 42.5 millones de desplazados reportados por ACNUR, los cuales es difícil segregar por expulsados debido a la adquisición de tierras a gran escala, o los desplazados por las deudas financieras, o por el cambio climático, pero, lo que, si es seguro, es que en esa cantidad de personas existen expulsiones que parten del objeto de estudio que se propone la autora, lo que es un indicador de por sí, de lo alarmante de la situación.
Ahora, se tratará otro caso de expulsiones que ha tenido un incremento acelerado en el Norte Global, sobre todo en los EE. UU, se trata de los encarcelamientos. La autora intenta hacer una relación entre los refugiados y los desplazados forzosos con los encarcelamientos, pero, además, con el incremento de pobres en las cárceles, así como evidenciar el lucrativo negocio de las cárceles privadas. El encarcelamiento por delito no ha cambiado en esta fase del capitalismo, lo interesante en la fase actual, es que miles de personas que están siendo encarceladas no tienen empleo, y normalmente, al salir de esta, sus posibilidades de encontrar uno debido a los antecedentes penales se reducen, lo que conduce a procesos de exclusión (p. 79). Otro dato en los EE. UU es que es en los estados del sur, como por ejemplo Luisiana donde se dan mayores niveles de encarcelamiento, para el caso, 1 de cada 55 habilitantes está viviendo entre las rejas, diferente a los estados del norte en donde las cifras son menores, lo que es un indicador de que parece existir una relación entre pobreza o expulsados, con el encarcelamiento.
Algo peculiar que se está llevando a cabo en ese país son las instituciones correccionales discretas de operación privada. Muy similar a lo que ocurría con los códigos negros después de la abolición de la esclavitud en EE. UU, que consistía en el alquiler de presos (p. 83). En la actualidad, dichas cárceles privadas se benefician de llenar camas y vender servicios carcelarios a los estados en el país (p. 88), la autora reporta que existe evidencia de sobornos a jueces, para mayores condenas y así obtener beneficios elevados, ya que el Estado paga una cuota por cada cama ocupada. Se ha reportado también un sistema de sanciones por parte de las cárceles privadas que hacen que el tiempo en ellas sea mayor e incluso pueden interferir para mayores condenas con los jueces.
La situación de los encarcelamientos va más allá de lo mencionado anteriormente, se ha reportado, que todos los presos están obligados a trabajar, siempre y cuando no tengan impedimentos médicos probados, tienen salarios que oscilan entre los 12 y 14 centavos por hora, otros ganan entre 23 centavos y 1.15 dólares, pero, esas ganancias se utilizan para descontar las multas que fueron ordenadas por los tribunales (p. 89), entonces, a lo que se asiste en esta modalidad es a una forma de expulsión no mencionada antes, y es a la expulsión de los derechos humanos, incluidos los laborales de los encarcelados que son convertidos en empleados de baja remuneración en beneficio no solo de las compañías carcelarias, sino de terceras compañías. Es otra evidencia más de las formaciones predatorias que analiza la autora.
Ahora, queda la pregunta ¿Por qué el Estado permite las cárceles privadas cuando históricamente ha sido su trabajo reformar a los ciudadanos infractores? Es cuando la categoría de formaciones predatorias adquiere más fuerza, porque son las instituciones públicas que se supone velan por la protección de los ciudadanos quienes a través de mecanismos sofisticados de la administración publica otorgan poder a entes privados para encargarse de los procesos de reforma de un ciudadano infractor, bajo la idea de una racionalidad operativa por parte de los últimos que se supone beneficiaria la utilización de los recursos de los contribuyentes. Lejos de lo anterior, se genera un incentivo perverso para las cárceles, porque a mayor tiempo de retención de los ciudadanos, más dinero se gasta de los contribuyentes (p. 90), la autora reporta de casos en las que, si un ciudadano debe estar 25 horas encarcelado, en sheriff local factura por dos días, lo que significa que una vez que se cubren los costos operativos, todo lo que queda es ganancia. Una práctica que se está haciendo común en los países del sur global como Honduras son las llamadas alianzas público-privadas, las cuales pueden verse como expresiones predatorias, así como las llamadas zonas de desarrollo.
Por otro lado, otro caso que se utiliza para explicar las expulsiones y su lógica de acumulación de capital en pocas manos de la selección salvaje, son las adquisiciones de grandes extensiones de tierra en países extranjeros. Suceden dos cosas en paralelo, por un lado, si la tierra se presta para el cultivo, por ejemplo, de palma africana, ocurren expulsiones y conflictos en las comunidades locales, además, de expulsiones de la flora y fauna local, así como también el consumo excesivo de agua para dicha siembra, todo esto, se reporta como un aumento en los beneficios empresariales y del PIB del país receptor. Además, se celebra que existe aumento de la Inversión Extranjera Directa (IED) en el sector agrícola, pero, no se reclama que existe disminución de la inversión en la manufactura, parece que se asiste a una carrera por los recursos naturales en los países del sur global. Lo anterior, hace muy marcada la división internacional del trabajo, entre los países productores y los que venden materia prima, lo cual no es una práctica nueva, pero, a partir de la década de los 80 ha ocurrido un marcado aumento en la IED en los recursos naturales. Un ejemplo de sustento a lo anterior es que la autora reporta que para 2008, China obtuvo el derecho a plantar 2.8 millones de hectáreas de palma para biodiesel en el Congo (p. 124).
Respecto a lo anterior, la autora señala que en realidad lo que le preocupa es el notable crecimiento de la propiedad extranjera en los países receptores, en el sentido de que, eso provoca una ruptura en la soberanía de los países que concesionan dicho territorio (p. 132), ya que en muchos, la situación se torna violenta, por ejemplo en Honduras con las concesiones hidroeléctricas se produjo el asesinato de Berta Cáceres, lo mismo ha sucedido en diferentes países del mundo con el asesinato de ambientalistas que han estado asociados a capitales extranjeros que adquirieron dichos territorios con negociaciones en los gobiernos, quienes ya se ha demostrado, son actores clave en las formaciones predatorias.
Se debe tener en cuenta, que en las formaciones predatorias también intervienen actores externos, que por medio de políticas extraterritoriales configuran el actuar de lo local, tal es el caso del papel reestructurador de los OFI´s como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), quienes se amplifican por medio de la Organización Mundial del Comercio (OMC) y provocan debilidades en las economías locales al exigir mayor liberalización del mercado y reducción del proteccionismo a productores locales y formas de comercializar. Esto provocó el incremento de las adquisiciones de territorios por medio de nuevos tipos de contratos que sobrepasan lo que tradicionalmente se había manejado como soberanía (p. 133).
Las prácticas conjuntas de las formaciones predatorias, en lugar de atraer personas hacía el interior de los países, genera una dinámica que expulsa a la gente. Y eso no solo ocurre en los países del sur global, sino también en los del norte, tal es el caso de China que tuvo incorporaciones masivas de personas a economías monetizadas, pero, en la actualidad está experimentando formas de desigualdad muy marcadas (p. 237). Todas estas contracciones a las economías que tenían crecimientos positivos, así como a las que no, se justifican bajo la promesa de que si se logran reducir los excesos en gasto público se volvería a una especie de normalidad pasada, o sea, a un período keynesiano (p. 239), pero tal cosa no es así, de hecho, a muchos actores políticos y económicos les conviene la expulsión que provoca el sistema económico, porque la reducción en inversión social se transforma automáticamente en mayores ingresos para el capital privado, sobre todo en servicios de salud, educación, y ahora en servicios carcelarios. Por lo que, con dichas reducciones se garantiza el pago de deuda a los OFI´s quienes en las últimas décadas han incrementado la deuda externa, pero eso no se ve reflejado en una mejora de las condiciones de vida de sus poblaciones, surge la pregunta ¿En manos de quien termina todo ese dinero que se deja de invertir en los expulsados?
Conclusiones:
Entre las llamadas tendencias subterráneas como categoría utilizada por la autora, se deberían agregar cuestiones quizá más a nivel personal y cultural, para el caso, para entender como a pesar de la crisis civilizatoria del capitalismo, y su precaria relación con la gran mayoría expulsada y excluida, este sigue siendo el sistema dominante, se debe analizar la idea de Slavoj Žižek de que la liberación de la ideología no es un mero asunto de reconocimiento de la misma, es decir, la toma de conciencia no es suficiente, ya que la ideología parece estar naturalizada en nosotros, no solo en la conciencia, sino como diría Pierre Bourdieu, en el cuerpo.
Aunque no se puede aseverar que toda la población está consciente de que el sistema capitalista es el responsable por la destrucción de la naturaleza y la desigualdad social, la población sí sabe que hay algo que genera tales condiciones, sin embargo, parece que muchos grupos poblacionales prefieren no hacer nada para contrarrestarlo, por eso, Žižek utiliza el término de cínicos, al denunciar que hay un romanticismo de la población con el sistema capitalista, al cual cuando se le pregunta ¿qué otra opción quisiera? No tienen respuesta, o su respuesta no es otra alternativa al sistema. Por ende, el autor resume que somos conscientes que este sistema provoca goce cuando se tienen recursos, y al no querer eliminar esa fantasía de que en un futuro se podría contar con recursos para el goce, es cuando se decide no luchar contra el capitalismo (Žižek, 2001). Se debe retomar el concepto de hegemonía de Gramsci para eliminar esa complicidad y renovación permanente que se da entre los dominadores y dominados, la cual es una relación colonial, lograr lo anterior pasa por procesos de educación política bastantes largos, a los cuales la gran mayoría de la población no se somete, incluyendo la gran mayoría de la élite política.
Saskia Sassen concluye su trabajo preguntando ¿Cuáles son los espacios de los expulsados? Sin pretender dar respuesta a dicha pregunta de forma exhaustiva, se podría decir que las alternativas locales, pero es difícil asegurar que serán estás las que ofrezcan alternativas a los expulsados, en el sentido de que todo el discurso del desarrollo, así como la idea de lo local vino de la mano en países como Honduras en la época de los noventa, por ende, fue el neoliberalismo quien promovió dicho discurso, lo que deja mucho que pensar en cuanto a lo local como alternativa. La apuesta debe darse a las reivindicaciones de los nuevos movimientos sociales ya que ellos están haciendo amalgamas interesantes y aunque Žižek dice que estos no logran destronar el capitalismo ni liquidarlo, sino que más bien muchas veces dichos movimientos se prestan a las dinámicas capitalistas, él tampoco ofrece soluciones, solo nos invita a pensar y seguir pensando en alternativas viables.
Para lograr la emancipación, se deben crear sujetos políticos dispuestos al cambio social y la emancipación humana, cuestión muy difícil para quienes según Sassen viven “al filo del sistema”, pero, para ello, existen otros grupos que deben luchar junto a los expulsados, así como los subyugados que se aglutinan en los llamados nuevos movimientos sociales, a saber, las feministas, los pueblos originarios, la diversidad sexual, los ambientalistas, entre otros, siempre y cuando los anteriores no solo busquen una emancipación parcial al no querer incluir el elemento de clase en sus luchas, ignorando que todo opera de manera imbricada, para el caso, si el feminismo no es decolonial, se caerá en el error de querer homogeneizar la opresión de las mujeres solo a partir del género, desconociendo la estrecha relación de este con las categorías raza y clase. Por otro lado, tampoco se debe caer en el error histórico de pensar que la lucha de clases resolverá automáticamente todas las luchas, los movimientos sociales clásicos han demostrado que no es así.
Bibliografía:
Sassen, S. (2014). Expulsions. Harvard University Press.
Žižek, S. (2001). El sublime objeto de la ideología: Siglo XXI.
Palabras clave:
Expulsiones, capitalismo, desigualdad, exclusión.