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Resumen de la Ponencia:
La enfermedad conocida como COVID-19 fue declarada por la ONU como pandemia el 10 de marzo de 2020. En México se tomaron una serie de acciones enfrentarla, estas medidas afectaron toda la población, en particular a las personas mayores de 60 años que padecen enfermedades crónicas. El objetivo de este trabajo es describir y analizar los efectos de la pandemia de COVID-19 en la vida cotidiana de personas mayores con enfermedades crónicas.Se realizó una investigación cualitativa, con adecuaciones debido a las restricciones de movilidad, con observación indirecta y entrevistas por diversos medios electrónicos a un grupo de personas mayores que padecen enfermedades crónicas, residentes en la CDMX.Entre los resultados encontramos que el resguardo familiar en casa tuvo importantes consecuencias en la interacción social de las personas mayores, adquirieron relevancia los roles de género y generación, la condición socioeconómica y la integración familiar en la redistribución de las actividades domésticas. La reducción de actividades económicas afectó los ingresos económicos de las familias, ya que en su mayoría no tienen empleos formales. Los cambios en el Sistema de Salud realizados por la pandemia, dificultaron la atención de sus padecimientos crónicos, lo que provocó que algunos de ellos tuvieran dificultades para mantener controladas sus enfermedades. Concluímos que la pandemia de COVID-19, puso en evidencia la vulnerabilidad de los adultos mayores que pertenecen a sectores de población de bajos ingresos, que se vieron afectados en todas las esferas de su vida cotidiana por las medidas tomadas a nivel institucional.
Summary.
The disease known as COVID-19 was declared a pandemic by the UN on March 11, 2020. In Mexico, a series of actions were taken to confront it, these measures affected the entire population, particularly people over 60 years of age who suffer from chronic diseases. The objective of this paper is to describe and analyze the effects of the COVID-19 pandemic on the daily lives of older people with chronic diseases. A qualitative research was carried out, with adaptations due to mobility restrictions, with indirect observation and interviews by various electronic means to a group of elderly people suffering from chronic diseases, residents in the CDMX. Among the results we found that family shelter at home had important consequences on the social interaction of the elderly, gender and generation roles, socioeconomic status and family integration in the redistribution of family activities acquired relevance gender and generation roles, socioeconomic status and family integration in the redistribution of domestic activities. The reduction of economic activities affected the economic income of families, since most of them do not have formal jobs. The changes in the Health System made by the pandemic made it difficult to care for their chronic conditions, which caused some of them to have difficulties in keeping their diseases under control. We conclude that the COVID-19 pandemic highlighted the vulnerability of older adults who belong to low-income population sectors, who were affected in all spheres of their daily lives by the measures taken at the institutional level.
Introducción:
Envejecer y vivir con enfermedades crónicas durante en la pandemia.
En México, como en otros países de América, existe un proceso de cambio demográfico, extensión de la longevidad, reducción de la fertilidad y cambios en la estructura familiar y en los apoyos. El proceso de envejecimiento se realiza en un contexto de grandes disparidades económicas, pocas estrategias públicas viables para apoyar el envejecimiento de la población y la continua dependencia de las familias para la atención y la seguridad económica. Las personas mayores de 60 años, se encuentran en situaciones diferenciales por género, condición socioeconómica, seguridad social y estado de salud. (Ángel, Vega y López, 2017)
Las enfermedades crónicas no transmisibles se encuentran entre los principales problemas de salud, al ocupar los primeros lugares de la mortalidad general. Estas enfermedades se asocian al aumento en la esperanza de vida de los mexicanos, el cambio en el estilo de vida tanto en alimentación como en actividad física y resultan de la interacción de factores genéticos y ambientales (INEGI, 2018).
Dos enfermedades crónicas como la diabetes y la hipertensión se presentan con mayor frecuencia en personas mayores de 60 años. Estas enfermedades crónicas tienen un fuerte impacto económico en la vida cotidiana de las personas por su larga duración y la presencia de complicaciones. (INEGI, 2018)
Ante este panorama, se sumó el impacto de una nueva enfermedad, la COVID-19 (siglas de coronavirus disease 2019), causada por el coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo grave (SARS-CoV-2, severe acute respiratory syndrome coronavirus 2), que surgió en el centro de China en diciembre de 2019. Debido a su rápida difusión, el 30 de enero de 2020, la Organización Mundial de la Salud declaró que COVID-19 era una urgencia sanitaria mundial y el 11 de marzo de 2020 anunció oficialmente que COVID-19 es una pandemia (epidemia mundial). (Fielding, 2020)
Las personas infectadas por COVID-19 muestran un amplio espectro de síntomas, que van desde una enfermedad leve similar al resfriado o la gripe hasta una dificultad respiratoria grave e incluso la muerte. Las personas mayores y aquéllas con afecciones médicas preexistentes (como presión arterial alta, problemas cardiacos o diabetes) parecen ser más vulnerables. (Grishaw, 2020)
La interacción de COVID-19 con las enfermedades crónicas y su interacción con otras circunstancias de salud adversas, (por ejemplo, mal nutrición o estrés) es un ejemplo de Sindemia, un conjunto de epidemias entrelazadas y que involucran interacciones de enfermedades a nivel biológico que se desarrollan y se sostienen en una comunidad o población debido a condiciones sociales dañinas y conexiones sociales perjudiciales. (Singer and Clair, 2003: 428-429).
En México, se presentaron los primeros casos de COVID-19 en febrero de 2020. Al igual que en diversos países del mundo se tomaron acciones para tratar de frenar los contagios: reforzar las medidas sanitarias promoviendo el lavado de manos, el uso de mascarillas, la limpieza de objetos y superficies con productos desinfectantes como alcohol en gel y cloro. Además de estas medidas de higiene se recomendó el resguardo familiar en casa para personas que padezcan diabetes y otras enfermedades crónicas y para las personas adultas mayores a partir de los 60 años cumplidos, conservar una sana distancia, en caso de tener contacto con personas fuera de la familia nuclear, estar cuando menos a 1.5 metros de distancia (de dos a tres veces) el uno del otro; saludo a distancia, no saludar de beso, de mano o abrazo. (Gobierno de México, 2020 a)
En el caso de los adultos mayores de 60 años se aconsejó: no recibir visitas en estos días, en especial de sus nietas y nietos; comer sanamente: mucha verdura, fruta y agua, cero refrescos, cero comida chatarra, no consumir alcohol ni tabaco; si padece diabetes o hipertensión, checarse el azúcar, presión sanguínea y temperatura cada día; alejar el miedo realizando actividades que le gusten: leer, escuchar música, escribir, tejer, hacer rompecabezas; hacer ejercicio en casa: caminar, bailar, sentarse y levantarse de una silla, yoga, hacer estiramientos; designa a alguien de confianza si necesita ayuda, hacer compras o ir al médico; no automedicarse, checar si tiene medicina suficiente y si se va a acabar, pedir que se la compren. (Gobierno de México, 2020 a)
La Jornada Nacional de Sana distancia establecida del 23 de marzo a 30 de abril de 2020, implicó el reforzamiento de las medidas básicas de prevención, la suspensión de actividades económicas no esenciales, la reprogramación de eventos de concentración masiva y la protección y cuidado de las personas adultas mayores. (Gobierno de México, 2020 b). La Ciudad de México es una de las entidades federativas más pobladas del país, con un porcentaje muy importante de adultos mayores que además padecen enfermedades crónicas, por lo que las personas tuvieron que establecer estrategias para enfrentar una nueva enfermedad. Así, el objetivo de este trabajo es describir los cambios en la vida cotidiana de un grupo de adultos mayores de 60 años con enfermedades crónicas, residentes en la Ciudad de México durante la pandemia de COVID-19.
Desarrollo:
Vida cotidiana y experiencia del padecimiento.
La vida cotidiana se ha estudiado por las ciencias sociales desde diversas perspectivas. Como señala Uribe (2014: 101):
La vida cotidiana como categoría de análisis, se puede conceptualizar como un espacio de construcción donde hombres y mujeres van conformando la subjetividad y la identidad social. Una de sus características esenciales, es el dinamismo de su desarrollo y la influencia que ejercen los aspectos que provienen de condiciones externas al individuo, tales como los factores sociales, económicos y políticos dentro de un ámbito cultural determinado.
En las personas mayores que padecen enfermedades crónicas, la vida cotidiana se desarrolla en un espacio y tiempo determinado por la experiencia del padecimiento, se tienen que sujetar a las indicaciones de la biomedicina para buscar el control de su padecer. (Kleinman, 1988).
De acuerdo con Singer y Baer (1995) la experiencia de quienes sufren es un producto social, construida y reconstruida en el campo de acción entre las categorías constituidas socialmente de significado y las fuerzas político-económicas que moldean los contextos de la vida diaria, existe una interacción entre los factores que se refieren a la particularidad psicobiológica del individuo, al micro-nivel y al nivel intermedio. Las fuerzas económicas y políticas tienen un papel importante en la estructuración de la salud, la enfermedad, la experiencia del padecimiento y la atención a la salud.
En el caso de la pandemia de COVID-19, las medidas implementadas para su contención y prevención implicaron un cambio en la vida cotidiana que habían construido las personas a lo largo de su trayectoria de vida con el padecer, donde se construyeron una serie de significados simbólicos compartidos e interrelaciones sociales expresadas en acciones sociales prácticas y continuas.
Metodología. En esta investigación se utilizó metodología cualitativa, empleando el método etnográfico para la obtención y construcción de los datos (Amezcua, 2000). Este método permite aproximarse al contexto social de las personas a través de la comprensión de sus conductas, prácticas y condicionantes económicas, sociales, culturales e históricas. Los colaboradores de la investigación son personas adultas mayores que padecen enfermedades crónicas, viven en la zona norte de la Ciudad de México, un espacio urbano con gran densidad de población, alta marginación y problemas de inseguridad.
A principios de 2020, estas personas asistían a un grupo de ayuda mutua, en un centro de salud del primer nivel de atención de los Servicios de Salud Pública de la Ciudad de México. Se tenía una relación con ellos debido al desarrollo de una investigación sobre las prácticas de atención que ante sus padecimientos. Con el inicio de la pandemia hubo una suspensión de las actividades del grupo, por lo que se reorientó la investigación para conocer los efectos que tuvo la pandemia para enfrentar sus problemas de salud. Dados los contactos previos con los colaboradores, se hizo observación indirecta y entrevistas a través de whats app o por vía telefónica de marzo de 2020 a marzo de 2022.

Resultados. Los retos de la vida cotidiana en la pandemia. En las personas mayores entrevistadas, había diversidad de formas de organizar su vida cotidiana por cuestiones de género, condiciones socioeconómicas, interacción familiar, situación de salud y consecuencias del proceso de envejecimiento. El inicio de la pandemia de COVID-19 y las medidas llevadas a cabo por las autoridades sanitarias, implicaron que se reconocieran como personas en riesgo, lo que llevó a modificaciones en sus actividades diarias y a la búsqueda de estrategias para resolver los retos que esto implicaba.
En el segundo semestre de 2020, las prohibiciones de ingreso a los establecimientos comerciales como mercados o tiendas de autoservicio o la implementación de horarios específicos para las compras de las personas mayores, dificultaron la adquisición de los alimentos habituales, por lo que tuvieron que recurrir a los integrantes de sus redes sociales, para obtenerlos, en particular cuando se presentó el contagio entre los integrantes de la familia. Los roles de género fueron de suma importancia en el apoyo, siendo las hijas las que se movilizaron para resolver estos problemas: Mi hija se enfermó en su trabajo, vino y nos contagió a mi esposo y a mí, nos tuvimos que encerrar los tres, otra de mis hijas nos traía el mandado y nos hablaba por teléfono para saber cómo estábamos, así la fuimos llevando, lo bueno es que sólo fue como una gripa fuerte, pero tenía mucho miedo de que nos fuéramos a poner mal. (Carmen)
La actividad física se limitó a la que puede hacerse en el hogar, por lo que hubo sedentarismo y tuvieron afectaciones en la movilidad. Establecieron medidas de higiene y prevención ante el coronavirus: lavado de manos, limpieza de los alimentos y otros productos, limpieza del hogar. La adquisición y uso de productos de limpieza fue de acuerdo a sus posibilidades económicas: alcohol en gel, cloro, soluciones desinfectantes, en un caso se compró un tapete sanitizante.
Los mayores problemas que se enfrentaron fueron la interacción social, nuevamente tuvieron gran relevancia los roles de género y generación, las adultas mayores apoyaron a hijos y nietos, dos de las mujeres recibieron en sus casas a las familias de sus hijos que quedaron sin trabajo, lo que incrementó los gastos de servicios: agua, luz, gas, además que realizaron acciones de cuidado de los nietos en aspectos como la elaboración de los alimentos, la limpieza del hogar y el acompañamiento en las tareas. Uno de mis hijos se quedó sin trabajo y para ayudarlo le dije que se viniera a vivir conmigo, el problema fue que tenía que cocinar para todos. (Alma) Pero también señalaron el distanciamiento social con otros familiares: Mi hija vive en Tecamac, pero con la pandemia no me vino a ver durante año y medio, sólo me hablaba por teléfono. (María).
Durante las etapas de confinamiento señalaron la pérdida de la autonomía: Mis hijos se preocuparon mucho, no me dejaban salir ni a la esquina. (María) Así como sentimientos de discriminación: No me dejaron entrar a la tienda porque era de la tercera edad. (Teresa) Las restricciones en la movilidad tuvieron consecuencias en las condiciones socioeconómicas de las familias: Problemas económicos por la reducción de las actividades e ingresos de las parejas o de los familiares que trabajaban en actividades no esenciales: Mi marido trabajaba como vigilante en un edificio, pero como es de la tercera edad le dijeron que sólo fuera tres días a la semana y contrataron a alguien más joven para cubrir los otros días. Apenas nos alcanza para los gastos. (Teresa, mayo de 2020) Mi hija trabajaba como empleada en una fábrica de ropa, durante la pandemia la fábrica cerró durante tres meses, no la corrieron, pero tampoco le pagaron y cuando regresó a trabajar, estuvo tres meses a mitad de sueldo. (Carmen, octubre de 2020).
En el caso de los varones, José tiene un trabajo informal como taxista, por lo que, durante la pandemia, fue necesario que siguiera trabajando para cubrir sus necesidades económicas: Si me da miedo enfermarme, pero no hay de otra, le puse un plástico al carro, uso el cubrebocas y compré un frasquito de gel. En marzo y abril había días que me daba una vuelta y mejor me regresaba, casi no había nadie en la calle y había días que sólo sacaba veinte o treinta pesos, ¡ni pa’ la gasolina¡, en diciembre mejoró un poco la cosa, pero dicen que viene la segunda ola, ojalá que se calme pronto esta situación. (José, enero de 2021)
La presencia de COVID-19, implico un reto para la atención a su padecimiento crónico, los procesos de reconversión hospitalaria, y las restricciones para la atención en el segundo nivel, ocasionaron retrasos en su atención, las consultas de especialidades se pospusieron y en el primer nivel se les pidió que enviaran a familiares para recoger sus medicamentos cada tres meses. Fui en agosto por una cita para especialidades y me mandaron hasta el año que viene. (Teresa, agosto de 2020)
La cancelación de las actividades presenciales de autocuidado a su enfermedad crónica desarrolladas desde en el grupo de ayuda mutua, también disminuyó su interacción social, ya que se había convertido en un espacio de convivencia con sus pares. Extraño mucho a los del grupo, me gustaba ir a la actividad física de los martes y viernes. (Carmen, enero de 2021) El traslado de la promoción a la salud a línea, implicó la necesidad de recurrir a las redes sociales en busca de apoyos de diversos tipos. Se solicitó ayuda de los miembros más jóvenes de la familia para tener asesoría técnica, sin embargo, debido a las limitaciones en el acceso a los equipos de cómputo, hubo un abandono estas actividades.
Las condiciones socioeconómicas derivadas de la pandemia modificaron las posibilidades de apoyo en la atención a las personas enfermas. El apoyo familiar en las actividades de autoatención y autocuidado, fue relevante para mantener condiciones estables en su padecimiento crónico y la prevención del COVID-19. Hubo una respuesta diferencial por género, generación, escolaridad, condición socioeconómica, lugar de residencia e integración familiar. Los adultos mayores utilizaron los recursos tecnológicos a su alcance como el teléfono y los mensajes de whatsapp para mantenerse en contacto con los integrantes de las familias extensas, a través de las redes sociales informales se buscó información sobre prácticas de prevención ante el COVID-19. En el caso en que se presentaron algunas molestias, se recurrió a la utilización de los servicios de los médicos privados de las farmacias. Si me pongo mal tengo que ir con el Médico de Similares. (María, diciembre de 2020)
Durante la pandemia, se construyeron diversos saberes sobre COVID-19 conforme se presentaron enfermos y muertes en los ámbitos cercanos. Así, en marzo de 2020, Manuel decía: Esa enfermedad no existe, es un invento del gobierno, yo no conozco a nadie que haya tenido COVID. Mientras en mayo de 2020, Teresa se convenció de su existencia al presentarse una defunción en su familia: Yo no creía en eso hasta que uno de mis hermanos que vivía en Neza se enfermó, en el Hospital me lo mataron.
El incremento del número de casos de COVID-19 en las familias, así como el reconocimiento de las respuestas diferenciales ante esta enfermedad se hicieron presentes: no sólo se enfermaban las personas adultas mayores, también miembros más jóvenes de la familia, además de que algunos mejoraban, mientras que otros fallecían rápidamente en cuestión de días. Alma nos dijo en septiembre de 2020: Tengo mucho miedo de contagiarme, en mi familia ya tenemos cinco muertitos: dos hermanos, una tía, un primo, el esposo de una prima, además que tres primas, cuatro sobrinos y uno de mis cuñados también se enfermaron, pero afortunadamente la libraron. Yo no salgo porque no me quiero morir.
Algunas de los entrevistadas mencionaron el duelo ante la imposibilidad de participar en los rituales funerarios de familiares y amigos que fallecieron de COVID-19. Carmen comentó en junio de 2020: Mi hermano mayor se murió de COVID en el pueblo, tenía 88 años, mi cuñada le hizo un funeral, mis hijas no me dejaron ir, porque les dio miedo que me enfermara, siento feo que no fui, pero hice bien, porque mi cuñada y uno de mis sobrinos se enfermaron, mi cuñada se murió a la semana, creo que mi hermano se la llevó, a mi sobrino lo llevaron a la capital del estado, estuvo en el hospital tres semanas, creíamos que la iba a librar, pero falleció.
La Política Nacional de Vacunación inició en diciembre de 2020, en sus ejes señaló que después del personal de salud, las personas adultas mayores y las personas con comorbilidades como la diabetes, hipertensión y otras enfermedades crónicas fueron consideradas como grupos prioritarios para la vacunación, ya que se estimó que estaban en mayor riesgo de desarrollar enfermedad severa de COVID. Se calculó que había que vacunar a un total de 14, 460, 754 personas de edades de 60 años en adelante y la vacunación de este grupo de edad se programó de febrero a marzo de 2021 en todo el territorio mexicano. (Gobierno de México, 2020 c: 16) En febrero de 2021 se inició en Ciudad de México el proceso de vacunación para las personas mayores de 60 años. Se solicitó ayuda dentro del grupo doméstico para el registro en línea, la localización y acompañamiento al centro de vacunación. Las personas entrevistadas manifestaron su confianza en la vacuna, para protegerse del contagio del coronavirus y tener la posibilidad de seguir con su vida cotidiana:
Me han dicho que a pesar de la vacuna me puedo enfermar, pero que no me dará tan fuerte, por eso me vacuné, ya estoy aburrido de estar encerrado, mis hijos no me dejaban salir ni a la esquina, ahora me doy mis escapadas al mercado, lo bueno es que ahora si dejan entrar a los viejitos, tienen el tapete sanitizante, gel para que uno se ponga en las manos y marcaron los espacios para que uno espere su turno. Creo que con la vacuna y con seguirse cuidando pronto saldremos de ésta. (Manuel, marzo de 2021)
Conclusiones:
Durante la pandemia de COVID-19, la cotidianeidad de los adultos mayores enfermos cambió para ajustarse a las indicaciones y normas establecidas por las autoridades, el resguardo familiar en casa tuvo importantes consecuencias en la interacción social de las personas mayores, adquirieron relevancia los roles de género y generación, la condición socioeconómica y la integración familiar en la redistribución de las actividades domésticas. La reducción de actividades económicas afectó los ingresos económicos de las familias, ya que en su mayoría no tienen empleos formales. Los cambios en el Sistema de Salud realizados por la pandemia, dificultaron la atención de sus padecimientos crónicos, lo que provocó que algunos de ellos tuvieran dificultades para mantener controladas sus enfermedades.
Las restricciones para realizar actividades presenciales obligaron a consolidar redes sociales, se tuvo la necesidad de acercarse a los medios electrónicos para resolver situaciones de salud y modificaron sus prácticas de atención. Estas acciones afectaron todas las dimensiones de su vida personal, familiar, laboral, social, cultural y pusieron de manifiesto la profunda desigualdad estructural de la población y la vulnerabilidad de las personas mayors.
Los resultados destacan la importancia de analizar las condiciones socioculturales, económicas y políticas ante los problemas de salud en un segmento etario de la población que enfrentó condiciones de aislamiento durante la pandemia, ya que, en México, al igual que en otras partes del mundo, hubo importantes consecuencias sociales y económicas por quedarse en casa. (Avalos, 2020, Menéndez, 2020).
Finalmente, acercarse a la vida cotidiana desde una perspectiva sociocultural implica considerar a las personas situadas en una interseccionalidad, donde se involucran de manera relacional biología, cultura, sociedad e ideología, aspectos que representan direcciones futuras de investigación.
Bibliografía:
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Palabras clave:
Adultos mayores, vida cotidiana, COVID-19 enfermedades crónicas.
Older adults, daily life, COVID-19 chronic diseases.