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Resumen de la Ponencia:
Blancofilia y Negrofobia:
Los diversos procesos que inciden en el discurso racializado, aportan evidencias, significación y sentido a la coexistencia de grupos sociales tradicionales y contemporáneos en un contexto ideológicamente construido de y sobre la marginalidad y la exclusión social, instaurados por la conciencia social dominante y recreados como constructo ideológico, en contextos multiculturales y pluriétnicos, fenómenos que dificultan la convivencia en un marco social democrático, de derechos y justicia social.
Interesa afrontar las barreras conceptuales, que impiden que el racismo se entienda como un fenómeno social y no, como un hecho biológico con repercusiones sociales, posicion que requiere ignorar el referente étnico -objetiva y subjetivamente- seleccionado y construido en ámbitos de alienación, Freire (1976)[1]. No es por tanto ninguna paradoja que, citando a Wieviorka M. (1991, p.102), el neoracismo de finales del siglo XX se presente como un racismo sin razas, predominantemente diferencialista,[2] Cuya características es precisamente que, para que una ideología racista prospere, no es necesario que exista una raza, la ideología racista crea la raza al identificar como tal al grupo o a los grupos que se convierten en objeto de su atención, (1988, p.17-18). Stavenhagen[3] (1994), coincide con Martin Baker (1996), indicando que: estas situaciones pueden ser entendidas como nuevo racismo, racismo cultural o neoracismo (p.21), mecanismos de control y dominio que justifican el racialismo.
El racialismo común con el racismo, suele derivar como forma argumentativa en racismo oculto, Todorov T, (1991). Y concierne a las series de doctrinas e ideologías difundidas a través del discurso de intelectuales latinoamericanos. Estas no son piezas amorfa y desprovista de intencionalidad, son un complejo de tres elementos interrelacionados e interdependientes: el texto y sus elementos constitutivos, la práctica discursiva que los hablantes realizan a través de los textos-orales y escritos-, y la práctica social, donde tanto la práctica discursiva y texto son modelados ideológicamente, Fairclough, (1995).
Una práctica discursiva funciona ideológicamente cuando contribuye, a sostener y reproducir, o a socavar las relaciones de poder, Van Dijk, (1984); por lo tanto, la noción de ideología que sustentamos es aquella que desde una forma de cognición social es consistente en normas, valores, objetivos y principios socialmente relevantes que se combinan para favorecer determinadas percepciones, interpretaciones y acciones en las prácticas sociales, escenarios donde se generan los prejuicios y estereotipos: blancofilia y negrofobia.
Este análisis plantea un enfoque cualitativo socio-critico, perspectiva teórica adoptada desde un saber empírico-intuitivo, cuya interdisciplinariedad procede de la psicología social, la sociología, la antropología, la etnografía, el interaccionismo simbólico, entre otras corrientes que focalizan las relaciones y representaciones sociales. Se trata, de sustentar una propuesta teórico-metodológica para la deconstrucción de valores controvertidos, desde la praxis. [1]Freire (1976).[2]Wieviorka, (1991). [3]Stavenhagen. México, 1994.
Introducción:
Este análisis es resultado de un estudio que señalan al racismo y al racialismo como bases de la construcción de una ideología racializada de desigualdad, discriminación y exclusión social a partir del componente étnico-racial de poblaciones afrodescendientes caribeñas y latinoamericanas.
En ese sentido, tres tipos de exclusión producto de ese racismo implícito, hemos logrado identificar, el racismo como desigualdad, el racismo como exclusión y el racismo como discriminación social.
Nuestro modo de abordar este fenómeno propone una perspectiva sociocultural y psicosocial, una mirada del racismo desde la blancofilia y la negrofobia y plantea un análisis de la incidencia de un discurso racializado, sobre grupos sociales tradicionales y contemporáneos en un contexto ideológicamente construido de y sobre la marginalidad y la exclusión social, instaurado por la conciencia social dominante y recreados como constructo ideológico en escenarios multiculturales y pluriétnicos, obstaculizando la convivencia en un marco social democrático, de derechos y justicia social.
Interesa afrontar las barreras ideológico-conceptuales, que impiden que el racismo se entienda como un fenómeno social y no, como un hecho biológico con repercusiones sociales, postura hegemónica para mantener la invisibilidad (o la no existencia) del racismo, que requiere ignorar el referente étnico -objetiva-subjetivamente- construido en ámbitos de alienación, Freire (1976).
Así el neoracismo de finales del siglo XX se presenta como un racismo sin razas, un racismo predominantemente diferencialista, subraya Duncan (1988) citando a Wieviorka (1991), cuya característica de ese racismo moderno, es precisamente que, para que una ideología racista prospere, no es necesario que exista una raza, la ideología racista crea la raza, fomentando un nuevo racismo, racismo cultural o neoracismo, como mecanismos de control y dominio del poder de los estados, justificando así el racialismo. El racialismo al tener en común con el racismo el reconocimiento de la existencia de razas, deriva como forma argumentativa en racismo oculto, Todorov, (1991).
El racialismo concierne a la serie de doctrinas e ideologías difundidas a través del discurso de intelectuales latinoamericanos, las cuales no son piezas amorfa y desprovista de intencionalidad, son un complejo de tres elementos interrelacionados e interdependientes: el texto y sus elementos constitutivos, la práctica discursiva que los hablantes realizan a través de los textos-orales y escritos-, y la práctica social, donde tanto la práctica discursiva y texto son modelados ideológicamente, Fairclough, (1995).
Dicha práctica discursiva funciona ideológicamente cuando contribuye, a sostener y reproducir, o a socavar las relaciones de poder, plantea Van Dijk, (1984); por lo tanto, la noción de ideología que sustentamos es aquella que desde una forma de cognición social es consistente en normas, valores, objetivos y principios socialmente relevantes que combinados para favorecer determinadas percepciones, interpretaciones y acciones en las prácticas sociales, generan actitudes, prejuicios y estereotipos que sumergen a nuestras sociedades en una controvertida realidad entre la blancofilia y la negrofobia.
La dimensión de esta problemática exige adoptar un enfoque cualitativo socio-critico, perspectiva teórica desde un saber empírico-intuitivo, cuya interdisciplinariedad procede fundamentalmente de la psicología social, la sociología, la antropología, la etnografía y el interaccionismo simbólico, entre otras que focalizan las relaciones y representaciones sociales, sustentando una propuesta teórico-metodológica para la deconstrucción de valores controvertidos, desde la praxis.
Desarrollo:
Las diversas problemáticas de desigualdad, discriminación, exclusión y segregación social se muestran como pobreza estructural y marginalidad que afecta a nuestra sociedad, permiten que nuestra mirada se centre en los factores socioculturales y psicosociales que determinan la instauración, producción y reproducción de un fenómeno ideológicamente multidimensional y las condicionantes sistémicas, estructurales e históricas que hacen que este persista, mediante comportamientos y prácticas discriminatorias y excluyentes, promoviendo el resurgimiento de un pensamiento ideológico dominante.
Hoy en día, existe el interés de que estos grupos tradicionalmente excluidos se incorporen a la dinámica social, siempre desde la perspectiva de la hegemonía ideológica imperante, es decir, situado en condiciones de subordinación. Esta aparente apertura, crea un simulacro caricaturesco frente al dilema de develar el prejuicio, las actitudes y los estereotipos discriminatorios subyacentes en el pensamiento social.
Escenario que se ha caracterizado por transmitir a la sociedad en general juicios de infravaloración de la afrodescendencia, dando de facto representaciones sociales negativas del ser negro, moreno o mulato, vinculantes a la dimensión de exclusión y marginalidad social, económica, cultural y política, vivida y proyectada desde el sistema de producción esclavista que perpetró la trata y la esclavitud, donde la opresión, la subordinación y la desvalorización fueron mecanismos de sustentación de la dominación hasta pleno siglo XXI.
Se ha recalcado en reiteradas ocasiones que no estamos viviendo una de las periódicas crisis coyunturales del modelo capitalista, la crisis actual provocada por la globalización es una crisis de carácter estructural. En poblaciones sociales originadas desde la afrodescendencia, tradicionales y contemporáneas la profundidad de estos cambios provoca, fuertes sentimientos de incertidumbre, como consecuencias del modelo económico-político del neoliberalismo, superpuesta a la no superada relación hegemónico-subordinado del pasado esclavista-colonialista.
Desde la incertidumbre la aparicion de nuevas desigualdades y exclusiones por asuntos etico-raciales y migratorios se comnvierten en uno de los desafíos más importantes a los que deben enfrentarse las personas y las sociedades afrodescendientes. Haciendo conciencia de la dimension ideologica y la naturaleza de este feniomeno arraigado en nuestas sociedades.
El reconocimiento de la existencia y permanencia de ideologías racistas, racialistas y racializada que perpetúan doctrinas segregacionistas y excluyentes hacia las personas fenotípicamente negras, morenas o mulatas entre otras variantes de blancofilia y negrofobia no elimina la inseguridad que provoca la marginalidad social y la pobreza basada en criterios étnico-racial frente a escenarios que tienden a presentarse a sí mismos como inevitables, pero permite crear vias para afrontarlo.
Desde esa perspectiva, se intenta analizar la recurrente construcción de un discurso ideológico racista, racialista y racializado que impactan a través de los medios de comunicación, de las redes sociales y especialmente en el ámbito educativo, para hacer conciencia de la verdadera dimensión y tendencia que desafía nuestro devenir: La escuela en este estudio, el currículo escolar, los textos y las imágenes, la discursividad en el habla oral, simbólica, gestual y escrita y la práctica docente en los procesos de enseñanza-aprendizajes como un entramado sustentador de juicios y prejuicios que inciden en la discriminación étnico-racial sobre la población afrodescendiente, en un contexto ideológicamente construido de y sobre la marginalidad y la exclusión social. Los hallazgos ponen en evidencia los vínculos existentes entre ellos, analizando las vías conductoras de las crisis existenciales de conglomerados humanos.
En ese sentido, se presentan las reflexiones, con una visión prospectiva, desde el punto de vista de la necesaria disminución de las desigualdades, de contención de nuevas formas de intolerancia de índole étnico-racial, y el frecuente resurgimiento de conflictos de nacionalidad, los cuales dificultan la convivencia de las identidades y las diversidades en contextos escolares pluriculturales, en un marco social basado en criterios democráticos, equitativos, de derechos y de justicia social.
Conclusiones:
Un contexto Controvertido.
En la diversidad poblacional latinoamericana, existen poblaciones como las caribeñas donde ser afrodescendiente es un hecho factico, y por ende multicultural en su composición social. A pesar de esa realidad, la afrodescendencia se expresa en nuestras sociedades a través de prejuicios, actitudes, percepciones y valores que promueven un escenario controvertido mediante un discurso racista, racialista y racializado.
Como secuela de esa postura ideológica, la blancofilia y la negrofobia se constituyen en mecanismos de invisibilización del racismo y de la discriminación étnico-racial, caracterizadas, además, por el pensamiento social imperante gestado desde el pesimismo latinoamericano creado desde y para la afrodescendencia. Aspecto que dificulta su estudio, por consiguiente, la creación de vías transformadoras para afrontar la pobreza estructural originada por la discriminación y exclusión basada en criterios étnicos-raciales.
Desde esta doctrina, sectores de poder –o elites– utilizan el pensamiento y el lenguaje como medios para perpetuar su dominación desde su asumido eurocentrismo, en contraposición a los grupos sociales estigmatizados como descendientes de africanos, por medio de la proliferación de ideologías transmitidas a través un discurso alienante y enajenador.
El poder se permite así, controlar los actos y la conciencia de los otros, creando círculos privilegiados de personas con acceso al conocimiento y a la información, beneficios obtenidos por no ser afrodescendiente (negro, moreno, mulato, indígena o latinoamericano en otros contextos), facilitándoles oportunidares a recursos sociales, económicos y políticos, y fabricandose un estatus social de superioridad, un fenómeno generalizado que continúa produciendo relaciones opresivas y excluyentes, a traves de recursos que buscan mantener la invisibilidad del racismo.
En ese sentido, tres tipos de exclusión producto de ese racismo, hemos logrado identificar, por una parte, el racismo de la desigualdad, el cual restringe la participación, limita el acceso a los beneficios que provee la cultura-clase dominante, expulsa y señala a sus víctimas en las relaciones sociales cotidianas. El racismo de la exclusión, mediante el cual se actúa desde las prohibiciones, creando estereotipos que a menudo son relacionados a actitudes negativas o preferenciales (prejuicio) y comportamientos de clasificación y diferenciación (desigualdad), y el racismo de la discriminación, aquel que se proyecta a partir una idea preconcebida de interiorización y subordinación, e implica los fenómenos intrapersonales, aportados por la psiquis humana (particular) en la dinámica de la socialización (colectivizada) signos y símbolos, mediante percepciones, mitos, estereotipos, juicios y prejuicios que atacan desde el ámbito psicosocial, valores y creencias alegóricas de un tipo de cognición social prejuiciada, manifiesta en la manera en que la persona piensa acerca de si misma y de las demás.
Esta, la cognición social, situa cómo la persona afrodescendiente percibe, piensa y recuerda información sobre otros, a través de atribuciones, ofrece explicaciones sobre sus comportamientos, impulsando mecanismos de persuasión, método activo de influencia que intenta guiar a las personas afrodescendientes y no afrodescendientes hacia la adopción de una actitud, una idea o un comportamiento racional o emotivo, generando juicios prejuiciados de sí mismas, como personas de una ascendencia o descendencia étnico-racial especifica.
Así, la influencia social, se centra en el modo en que estas poblaciones son afectadas por los pensamientos, sentimientos y comportamientos de otros, estando las relaciones con otros circunscritas y restringidas al fluctuar frecuente de actuar de forma prosocial (ayudando, o favoreciendo a otros), o de forma antisocial (con hostilidad, agresión o prejuicio contra otros).
Desde esa correlación de intereses, luchar contra el racismo o la discriminación étnico-racial desde los tres frentes simultáneamente, es tarea ardua ya que cada uno se ha posesionado en el ser social latinoamericano particular o colectivo afrodescendiente y no afrodescendiente a partir de premisas distintas.
Por un lado, lidiar contra la desigualdad es afrontar las diferencias étnico-raciales y de clase tal y como se ha definido desde el pesimismo de ser afrodescendiente en contexto latinoamericano o en otros contextos, respondiendo a paradigmas universales. El aumento objetivo de la desigualdad está acompañado por una ampliación igualmente significativa de las teorías que tienden a justificarla.
En concreto para nuestro estudio, las teorías racialistas contemporáneas, buscan reeditar fundamentaciones que retoman y explican las razones del determinismo histórico sobre la desigualdad étnico-racial hacia grupos sociales afrodescendientes, como consecuencia de los prejuicios y las actitudes asociadas a un tipo de racismo que incide en la construcción de ideologías discriminatorias y excluyentes. No es casual, por ello, observar el resurgimiento de ideas que tienden a explicar la vigencia de determinados patrones de conducta, el desarrollo cognitivo y la ubicación en la estructura social por factores étnicos o genéticos[1].
Por otra parte, combatir la discriminación étnico-racial, es identificarse con una cultura propia, y defenderla, es aceptar por así decirlo, la negación de una minoría que no sea la propia, es seguir bajo los efectos de un racismo diferencialista, lo cual no es más que un giro del metarracismo[2], como resultado del conflicto previo entre racismo y antirracismo, manifestándose un desplazamiento de la problemática, de una teoría de razas a una teoría de relaciones étnicas.
Por consiguiente, luchar contra la exclusión social, es esgrimir a los derechos consagrados en las leyes vigentes, y en las normativas universales, en busca de la legalidad, no necesariamente de legitimidad, batallas desgastantes, para sociedades como la nuestra, que han esperado toda una vida para comprender las desigualdades que le han sumido en la pobreza y marginalidad.
El desafío de lograr la disminución o erradicación de ese fenómeno sería una utopía, si no se intenta, desde nuestros estudios, observar y analizar la acoplada secuencia desde donde estas tres facetas operan articuladas conformando el discurso ideológico racistas, racialista y racializado producido y divulgado por las influyentes elites económico-políticas, creando diferencias socioeconómicas estructurales, que han degenerado en marginalidad y pobreza de tipo esencialmente humano.
Desde esa perspectiva, el discurso ideológico racista promovido por intelectuales representantes de sectores hegemónicos nacionales, mediante aspectos elementales de la comunicación y una lógica interna del mensaje empleado, se constituye en pensamiento dominante sustentador de la blancofilia y la negrofobia, ámbito sociocultural y psicosocial que ha definido el perfil del ser latinoamericano y caribeño.
El discurso captado de la realidad que nos concierne no es una pieza amorfa y desprovista de intencionalidad, es un complejo de tres elementos interrelacionados e interdependientes, el texto y sus elementos constitutivos, la práctica discursiva que los hablantes realizan a través de los textos-orales y escritos-, y la práctica social, donde tanto la práctica discursiva y texto son modelados ideológicamente, concordando con lo planteado por, Fairclough, (1995).
Una práctica discursiva puede funcionar ideológicamente cuando contribuye, ya sea a sostener y reproducir, o a socavar las relaciones de poder, según expresa Van Dijk, (1984); por lo tanto, la noción de ideología que sustentamos es aquella que desde una forma de cognición social es consistente en normas, valores, objetivos y principios socialmente relevantes que se seleccionan y combinan para favorecer determinadas percepciones, interpretaciones y acciones en las prácticas sociales.
Desde este marco de relaciones entre práctica social, práctica discursiva y texto se generan, difunden y reproducen los prejuicios y estereotipos, que hasta el día de hoy, sumergen a la sociedad latinoamericana en la controversial posición de aferrarse a unos valores inducidos desde la blancofilia procedente de la supuesta eurodescendencia, y en consecuencia a la negación y rechazo de la afrodescendiencia, principalmente por la fobia a ser tratado como negro (esclavo), así los estereotipos, siguiendo el curso analítico, son subterfugios de naturaleza más cognitiva, constituyen conceptos, frases clichés, categorías descriptivas respecto de los miembros del exogrupo, y constituyen el insumo cognitivo para la expresión de prejuicio, por cuanto funcionan como esquemas sociales alojados en la memoria semántica de los hablantes.
Estas creencias están basadas en experiencias grupales y personales proyectadas desde el sistema esclavista instaurado en la región, y reaprendidas desde las relaciones de poder hegemónico-subordinado, a través de los sistemas y estructuras sociales, en las sucesivas etapas de socialización entre grupos sociales que se perciben entre si diferentes, todo lo cual se transmite y difunde a través de las prácticas discursivas de los hablantes, conclusiones ampliamente debatidas desde estudios realizados por Allport (1954), Tajfel (1982), Bourhis y Leyens (1996) y Van Dijk (1999).
Así, desde un discurso ideológicos racista, racialista y racializado se han sostenido y sustentado los paradigmas dominantes cuestionados en nuestro contexto social, procedentes de paradigmas tradicionales más universales.
La problemática planteada no es nueva, su elucidación, posibilitó la comprensión de los aspectos básicos implicados, logrados mediante un análisis transdisciplinar que lo abordó desde los distintos ángulos que la constituyen. Lo realmente relevante en este estudio, es identificar vías concretar para revertir esas realidades e incidir en los mecanismos que generan un pensamiento social dominante de subordinación, exclusión y marginalidad hacia las personas negras, morenas, mulatas y migrantes, a través de la educación, andamiaje dogmático predominante.
Desde una acción reflejo, los sistemas educativos reproducen los mismos prejuicios que la sociedad ha cimentado sobre las personas negras, morenas, mulatas o migrantes racializados (negros ascendientes o descendientes). Es probado así que, en el ámbito educativo, prolifera una práctica social excluyente, xenofóbica, racista, androcéntrica y patriarcal, las cuales se evidencian en el accionar docente, en los libros de textos, en los recursos de aprendizajes y desde una estructura educativa que no toma en cuenta las características y particularidades de la población escolar afrodescendiente, aun cuando esta sea mayoría en un aula de clases.
En ese ámbito situamos la escuela como punto de partida de nuestra propuesta transformadora, base del aprendizaje formal donde incide el discurso ideológico discriminatorio y excluyente basada en criterios étnico-raciales que ha generado un pensamiento social dominante, una estructura que influye en el pensamiento generalizado de la sociedad, que se resiste a cambiar.
El panorama escolar esbozado es resultado de diferentes diagnósticos, y sintetiza el absurdo escenario de la realidad analizada, con el específico interés de promover desde la escuela, aparato ideológico que ha instaurado actitudes, prejuicios, discriminación étnico-racial y racismo en nuestras sociedades una de las vías transformadoras, para liberar a la escuela de la nefasta tarea de proveer contenidos y estrategias de aprendizajes que perpetúan la desigualdades sociales la marginalidad y la exclusión.
Enfoque y método
El trayecto recorrido se hizo acompañar del enfoque cualitativo socio-critico, perspectiva teórica adoptada, cuyos planteamientos proceden fundamentalmente de la psicología social, la sociología, la antropología, la etnografía, el interaccionismo simbólico, entre otras corrientes que focalizan las relaciones sociales, delimitando lo eminentemente social, para lograr aportes significativos a la comprensión del fenómeno de blancofilia y negrofobia, esencia del prejuicio y la discriminación racial en un contexto mayoritariamente afrodescendiente.
Interesa destacar que: …Se opta por una metodología cualitativa basada en la rigurosa descripción contextual de un hecho o una situación que garantice la máxima intersubjetividad en la captación de una realidad compleja mediante la recogida sistemática de datos (...) que haga posible un análisis interpretativo, según lo específica, Pérez Serrano, (1990, p.20)[3].
Siendo la propia vivencia y experiencia, a través de la percepción y un saber empírico-intuitivo, la principal fuente de conocimiento utilizada para aproximarnos al análisis y conocimiento de esa realidad polivalente.
Varias perspectivas, enfoques y corrientes han contribuido al desarrollo de esta nueva visión del pensamiento social, cuyas premisas coinciden en lo que se ha llamado paradigma hermenéutico, interpretativo-simbólico o fenomenológico.
Así, con trascendental importancia para nuestro estudio, se integra un enfoque relativo a la racionalidad emancipadora, constituyéndose en alternativa a los paradigmas clásicos, donde los principales partidarios de este tipo de investigación han surgido en el campo de la marginalidad social, por ello las aportaciones principales se deben al desarrollo social de grupos vulnerables y excluidos, a la etnografía crítica neomarxista, a la investigación con enfoque de género o al paradigma feminista y a la investigación-acción participante, métodos y técnicas empleadas, en esta experiencia investigativa, lineamientos que exigen compromiso y militancia.
En ese sentido ofrecen un marco de permanente autorreflexión para la emancipación y la liberación humana, para poder revertir la situación de prejuicio y discriminación, entre otras consecuencias conexas de subordinación y opresión, manifiestas como pobreza.
Se trata, en suma, de dar por construida una teoría, desde la praxis como encuentro crítico, que reoriente el curso de los discursos ideológicos racistas, racialistas y racializados, que operan instalados como conciencia social dominante, en la sociedad dominicana y en la región latinoamericana.
El proceso de revisión curricular nos permitió observa que la eliminación de las desigualdades basada en criterios raciales debe ser concebida simultáneamente como un enfoque, unos contenidos y unas competencias a concretarse en la estructura y funcionamiento del sistema educativo. Impulsando fundamentalmente la reorientación ideológica del discurso oral, gestual y escrito, implícita o explícitamente empleado, para lograr cambios de actitudes, percepciones, valores, comportamientos y prácticas entre actores y sectores socioeducativos.
El reto permanece en el cambio de los paradigmas colocados en forma privilegiada como transversales entre la escuela y la sociedad, siendo la escuela un segmento estructurado de la sociedad misma. Posesionando la perspectiva sociocultural como eje transversal en la definición del modelo de educación inclusiva y multicultural.
Conclusiones no concluyentes
La cuestión central ha girado en torno a realizar un estudio que permita analizar desde la perspectiva psicosocial y sociocultural, comportamientos, actitudes y prejuicios discriminatorios, promovidos mediante un discurso ideológico hegemónico sustentador de desigualdad, subordinación y exclusión desde criterios étnicos-raciales, que perjudica a las personas afrodescendientes.
Reflexión que ha pretendido establecer distinciones entre el racismo, el racialismo y la racialización, y sus interconexiones, para identificar su modus operandis, aunque estos términos se diferencian sustancialmente en su contenido último, el hecho de ser portadores de una raíz similar les hace parecer hablar de lo mismo y superponerse el uno en los otros, observancia de gran utilidad en un ejercicio de discernimiento para las políticas antirracistas.
Aspectos como la exacerbación del sentido racial de un grupo étnico sobre otro que lo percibe diferente e inferior, lo cual suele motivar discriminación o persecución de otro al que domina y le atribuye una identidad racial con el fin de continuar con la hegemonía y la exclusión social, en el acceso a bienes, recursos, servicios, la negación al derecho a un tratamiento en igualdad, o en el lugar que se ocupa en orden arbitrario de jerarquías. así como la proliferación de ideología o doctrina política basada en el racismo, sitúan al racialismo una defensa científica de la existencia de las razas humanas, que se fundamenta en las diferencias fenotípicas entre poblaciones que se desarrollan en diferentes ambientes y han evolucionado de manera distintas, entendiendo que las razas son una categorización social, las diferencias como conceptos suelen conjugarse y vemos como uno justifica al otro.
Concretamente, se ha pretendido estudiar el impacto del discurso ideológico racista, racialista y racializado en una sociedad predominantemente afrodescendiente, aunque en la actualidad no encontremos base científica en algunas teorías, que sí recibieron un gran apoyo por parte del pensamiento científico y las relaciones internacionales desde el siglo XVIII hasta el siglo XXI.
Así, trazar algunas líneas metodológicas, actitudinales, procedimentales y conceptuales a partir de las cuales lograr revertir la problemática e incidir en el compromiso y en la toma de conciencia intragrupal para afrontar y tratar de superar las limitaciones que mantienen a estos grupos sociales en condiciones de subordinación, vulnerabilidad, marginalidad y pobreza. Asumiendo que la proliferación de la negación de la existencia del racismo en las sociedades latinoamericana, en un hallazgo diferente a la invisibilizacion de su permanencia, aunque ambas variantes conduzcan hacia el mismo destino, lo que evidencia que el fenómeno es mucho más complejo, ya que pese a esa abundante opinión antirracista, las actitudes y comportamientos racistas marcan lo cotidiano, no pasa un día sin que la población sufra algún acto racista.
Vivimos un período complejo, oportuno para insertar la temática de este estudio en la agenda pública, no entrampándonos en sucesos que acontecieron hacen cinco siglos (la trata y la esclavitud), el cual sumergió a unos descendientes en grupos sociales excluidos, subordinados y marginalizados, si no replanteándonos las viejas cuestiones para obtener nuevas respuestas, que permitan los cambios y transformaciones sobre las bases que han sustentado y perpetuado la desigualdad heredada, para afrontar las nuevas desigualdades impuestas por el neoliberalismo.
Es por ello que se torna relevante encontrar la unidad empírica y teórica del racismo, que tiende a permear un corpus doctrinario común entre los pueblos; el conocimiento ducto se transforma en mensajes racialistas, que inoculan las mentes de múltiples receptores, los cuales, a través de relaciones dialógicas, se convierte en reproductores y seres subordinados, que experimentan mutaciones en lo que a su sentido de pertenencia se refiere.
El recurso del realce argumentativo nos permite afirmar que no existe uno, sino varios tipos de racismo, a saber, el racismo clásico que naturaliza al otro en nombre de una supuesta inferioridad biológica, apoyándose en la ciencia y en las teorías evolucionistas del siglo XIX, y el racismo contemporáneo que enfatiza más bien el principio de las diferencias, para menospreciar las otras sociedades y culturas, en nombre de la pureza y especificad de la propia, se aparta de todo universalismo y promueve con ello un comportamiento de relativismo cultural exacerbado.
Un paso importante en la articulación de un enfoque psicosociológico del racismo ha sido el de ubicar con alguna precisión su objeto al relacionarlo con los actores sociales, los sistemas de acción y varios campos de análisis empírico a través de las categorías de prejuicio, discriminación, segregación y exclusión.
Al lograr delimitar el problema del prejuicio y las actitudes en la sociedad, no se trataría solamente de mencionar que éste es una forma elemental del racismo, sino de investigar la esencia del fenómeno en los aspectos sociales, culturales y psicológicos que crean el prejuicio étnico-racial, o más bien incorporarlo dentro de las relaciones sociales y ver en él una dimensión subjetiva de la acción, en los discursos ideológicos de algunos intelectuales de nuestra región. (Duncan Q.1988, p.18).
La cuestión planteada en el perfil de esta investigación no es nueva, los prejuicios y las actitudes que definen condiciones de subordinación hacia grupos sociales afrodescendientes, fenotípicamente negros, morenos o mulatos, promovidas por sectores hegemónicos, a nuestro pesar es intrínseca al ser social latinoamericano y caribeño. Lo novedoso es que aún persistan las consecuencias resultantes del racismo arcaico en la dinámica cotidiana de nuestras sociedades, y el resurgimiento de una reestructurada tipología racista, prejuicio y discriminación en tiempos de globalización.
Mucho se ha escrito en torno a los aspectos fundamentales de este estudio estructurales o coyunturales, por dicha razón, partimos de los diagnósticos e indicadores que señalan que mientras continúen vigentes mecanismos ideológicos que perpetúen un tipo de discriminación o de exclusión por motivos étnicos-raciales, se hará necesario plantearse estudios, que aborden viejas temáticas desde la perspectiva de renovadas realidades contemporáneas.
Es un hecho que el racismo ha evolucionado históricamente, de la dominación a la aversión y de ahí al racismo simbólico, esta postura no es suficiente para ocultarlo y continuar creyendo que no existe.
El tema del racismo necesita de algo más que innumerables paginas analíticas y argumentativas de lo uno o lo otro, o la mera declaración de principios de no-discriminación pública. La cuestión no está tanto en reprimir la expresión del racismo, ocultarla o invisibilizarla, cuanto en comenzar a inculcar que el pluralismo cultural, sustantivo del multiculturalismo, podría ser una vía de solución, para modificar los sentimientos que subyacen, latentes o implícitos, que en última instancia son los que están contraviniendo para que la discriminación étnico-racial sea manejada como un hecho concreto, lo cual nos hace tomar conciencia del racismo potencial que resurge cada cierto tiempo revitalizado. Sin el conflicto y la acción social de choque probablemente será difícil mover estas actitudes sociales que, después de todo, no son sino partes de una cultura, conveniente para unos, inconvenientes para otros.
En definitiva, advertimos que desde mediados del siglo pasado nunca más se ha vuelto a producir un cambio cualitativo en el racismo.
El problema de la mayoría de la gente no es tanto su ignorancia, como el saber tantas cosas que no son ciertas, Parafraseando al humanista norteamericano, Josh Billings (..), la generalidad de la población vive apegada a viejos paradigmas, que en la actualidad no se corresponden con la verdad que una vez constituyeron, piensan nuevas situaciones con dogmas y patrones arcaicos, así al razonar sobre diversas cuestiones, que no forman parte del ámbito analítico de la ciencia, se apartan de la realidad.
[1]Cita textual del libro: Neo-darwinismo social. Herrnestein y Murria. 1994.
Versiones sociológicas de Fukuyama,1997.
[2]El metarracismo es un efectos de retorsión del racismo diferencialista, Wierviorka, .
[3]Pérez Serrano, (1990). Investigación Cualitativa. Retos e Interrogantes, p. 20. CAPÍTULO I. MODELOS O PARADIGMAS DE ANÁLISIS DE LA REALIDAD IMPLICACIONES METODOLÓGICAS
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Palabras clave:
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El racismo como desigualdad, discriminación y exclusión social